Después de nuestra primer experiencia en un trío y leyendo uno de los relatos en Poringa! referidos al tema, leímos un comentario de una pareja que decía que esa era su fantasía, que no se animaban a cumplirla. Les mandamos un MP contándoles que hacía poco habíamos experimentado un trío (“Una propuesta poco común…”) y que a lo mejor lo publicábamos acá en un relato. Nos insistieron en que lo hagamos, y ellos fueron los primeros en leerlo antes de su publicación.
A ellos les debemos nuestra presencia y participación activa en esta comunidad. Desde entonces mantenemos una amistad por mensajes. Compartiendo nuestra pasión por los tríos, nosotros concretando, ellos fantaseando, nos fuimos conociendo más y más a través de los post.
Casi un año después surgió con Pao la propuesta de "postularme" para ser el tercero en la pareja de ellos y que puedan cumplir su fantasía. Se trataba de ayudar a nuestros "padrinos", jaja.
Antes, ellos querían que les regalemos un relato, que hable de esta fantasía nueva, para motivarlos. Así lo hicimos… y surgió efecto, los calentó muchísimo a los dos y hasta nos autorizaron a publicarlo y compartirlo con toda la comunidad, quizás motive también a otros.
La buena noticia es que en estos días los tres vamos a cumplir lo del relato al pie de la letra.
“Muy buen relato flaco, es la fantasía q tenemos con mi novio…”
Un simple comentario en una página web fue el comienzo de todo. Un año después cumplieron su fantasía…
Ya estaba hecho, por fin se habían decidido. Y si bien no fue lo que esperaban les había servido para iniciarse, para dar ese paso que obliga a seguir caminando y a no detenerse. Ya estaban deseando más. Habían incluido a uno más en su pareja, otro hombre, la experiencia que haría por fin realidad su ansiada fantasía.
Era tiempo de intentarlo por segunda vez, sin tantos nervios para ella, con ese primer salto ya dado. Y ya tenían elegido al hombre que estaría con ellos esta vez.
La cita no se hizo esperar, quedaron en encontrarse en un bar, y a la fecha y hora pactada asistieron los tres. Ninguna de las partes conocía el o los rostros de la otra. Sólo conocían sus cuerpos através de la web, pero fue muy fácil reconocerse. Eran los únicos tres que tenían esa expresión en sus rostros, la de los que van a hacer una travesura. La excitación era tan grande que no cabían en el bar y tras el saludo cómplice y algo tímido fueron hacia el auto de la pareja.
Ema y Maru tienen una coupé, lo que obligaba a Pablo a entrar por la misma puerta de adelante, por donde entraría Maru después, ya que él había encarado por ese lado. Y Maru… entendió el juego desde el principio y no perdía oportunidad de provocar a los dos hombres a cada momento. Ella abrió su puerta pero se quedó ahí, en el medio del paso, obstruyendo con su cuerpo la entrada al coche, con un brazo apoyado en el techo y el otro sobre el marco de la puerta, mirando fijamente a Ema a los ojos que estaba por subir del otro lado. Pablo, entendiendo el juego también, la tomó a Maru por detrás de la cintura y casi sin correrla ingresó una pierna rozando en todo su recorrido el muslo izquierdo de Maru, haciendo descansar levemente su bulto sobre la cola que generosamente Maru paraba con un ingenuo disimulo, tratando de alargar unos segundos la entrada de Pablo al auto. Cuando la mitad del cuerpo de Pablo se acomodó, la mano que sujetaba su cintura inevitablemente recorrió agradecida su cola que custodiaba firmemente la puerta.
Maru respiró hondo y apoyó su cuerpo en el respaldar, Ema la veía excitada y eso lo hacía excitar más a él. Había unos 15 minutos hasta el motel dónde habían pactado ir, pero la cosa ya había empezado prácticamente en el bar y había que seguirla. Pablo se acomodó detrás del asiento de Maru y ella lo notó enseguida detrás de su cuello, pero ella no se movía, apenas miraba a Ema de reojo, tratando de descifrar en sus gestos qué era lo que Pablo hacía. Hasta que sintió las manos de Pablo viniendo por los costados de la butaca, haciendo de su cintura un punto de partida. Una mano buscaba lentamente su entrepierna y la otra subía hasta sus pechos, Ella sentía hundirse en el asiento y se aferraba al tapizado mordiéndose los labios. Ema se sumaba apretándole los muslos. Las manos ya jugaban debajo de su ropa y los tres estaban excitadísimos, como si todo fuese a pasar allí. Pablo activó la perilla que reclina el asiento y lo llevó a posición horizontal, Maru, recostada, abría sus piernas para que Ema notara con sus dedos la humedad en su bombacha. Esa posición le daba a Pablo un mejor acceso a los hermosos pechos y a caricias más libres.
El sonido de la hebilla del cinturón de Pablo desprendiéndose llamó la atención de los dos, Ema intentaba ver por el espejo retrovisor los movimientos de Pablo. Y Maru, que tenía su cabeza a tiro de la situación, abrió los ojos y los clavó en el cierre que de apoco se bajaba y ya no pudo apartarle la vista. A medida que Pablo sacaba su verga ya erecta Maru empezó a girar, quedando boca abajo, su cabeza, atraída como un imán, desaparecía tras el respaldo de Ema, que no veía más que los ojos de Pablo cerrándose por el espejo retrovisor y como se recostaba sobre el respaldo trasero.
Mientras manejaba apretaba con fuerza las nalgas de Maru al tiempo que oía como sus gemidos se acallaban de tanto en tanto, con su boca llena de verga, Podía sentir el sonido de las chupadas, las relamidas y de los gemidos que sus dedos provocaban al meterse en los agujeros empapados de Maru.
Ella ya no aguantaba más, quería pasarse al asiento de atrás, sentarse sobre Pablo mirando hacia delante, cogerlo con fuerza y mostrarle sus gestos a Ema y masturbarlo desde atrás como lo había hecho Pablo con ella. Pero no hubo tiempo para eso… habían llegado al motel.
Trataron de recomponerse un poco, Maru se acomodó la ropa y Pablo se escondió en el piso de atrás para pasar inadvertido. Estacionaron el auto, Maru bajó y repitió la obstrucción en la puerta. Pablo obedeció el gesto una vez más y volvió a tocarla.
El hecho de tener una cama delante volvió a poner un poco nerviosa a Maru que rápidamente buscó tranquilidad en los brazos de Ema. Se besaron apasionadamente. Estaban gozando los dos, como realmente habían querido.
No habían perdido la excitación que traían en el viaje y una vez más Pablo se sumó al juego. Entre los dos la desvistieron un poco y la acomodaron en cuatro patas sobre la cama. Fue el turno de Ema de descubrir su verga y Maru la buscó enseguida y se la llevó a la boca. La chupó como nunca antes lo había hecho, agradecida, apasionada, sumisa, diosa, como si olvidara que atrás de ella estaba Pablo al acecho. Hasta que el placer de chupar la verga de su pareja se mezcló con el placer de sentir manos ajenas apretando sus nalgas. Mientras masturbaba a Ema, giraba hacia atrás su cabeza para verlo a Pablo gozar con su cola, sentir sus manos y sus ojos perdidos en ella, la volvía loca, y nuevamente metía toda la verga de Ema en su boca.
Pronto a sus manos Pablo le sumó su boca. Y la lengua empezó a jugar con el deseo de Maru, preparándola para lo que quizás vendría. Recorría sus nalgas, se hundía cada tanto en su concha y bordeaba jugosa los costados de su ano, lentamente. Pero no lo tocaba, besaba el límite entre los cachetes y las piernas y volvía a recorrer con su lengua la raya de la cola, despacito, pero esquivando siempre su ano, haciéndolo desear, privándole la sensación de sentir su calor y humedad. Mientras ella chupaba y chupaba, parecía buscar con su cola la lengua de Pablo, hasta que lo deseó demasiado y le tomo la cabeza y la hundió entre sus nalgas, le comió la lengua a Pablo saciando el vacío en su ano, exclamando placer con todo el cuerpo.
Luego se sentó al borde de la cama y los dos hombres se pararon uno a cada lado de ella. Tomó una verga en cada mano y chupó una y otra, y las dos al mismo tiempo. Las miraba y no paraba de pensar que estaba brindándose a dos Hombres y que tenía a su disposición dos Vergas para que la complazcan sólo a ella.
Y como dominando la situación se acomodó nuevamente en la cama, mirando al espejo de frente, inclinada hacia delante sobre sus rodillas, ofreciendo su concha a los dos hombres que estaban detrás de ella. Ema la agarró primero, y la empezó a coger con fuerza mientras Pablo esperaba su turno con su verga en la mano, mostrándosela a Maru através del espejo. Entonces ella apartó su cuerpo de Ema y lo dirigió hacia Pablo. Y este la cogió con fuerza también. Se alternaban así, no más de 4 o 5 penetraciones cada uno, bajo la atenta y ardiente mirada de Maru. Y cada vez que cambiaban el turno Maru se excitaba más y más. Por momentos se sentía Ama y por momentos Esclava. Su mente se abstraía a veces e imaginaba que eran dos los extraños que abusaban de ella y volvía enseguida a la tranquilidad de su pareja que la miraba maravillado.
Ema se acostó boca arriba y se la montó encima a Maru, Pablo se paró al lado de ella para ofrecerle su verga en la boca y otra vez ella se sentió colmada por todos lados.
Un rato después Pablo se acomodó detrás de ella, arrodillado, llevó la espalda de Maru contra su pecho. Mientras ella seguía cabalgando sobre Ema, Pablo le acariciaba sus pechos desde atrás y besaba su cuello. Ella no podía evitar sentir la verga de Pablo apoyada en su cola. Sabía que esto era un juego de Pablo, que el quería hacerla sentir el placer de la doble penetración y que jugaría en su cola como lo hizo con su lengua. Pero también sabía que ya estaba en las reglas previas que esto no iba a pasar, la doble penetración no estaba en los planes de Maru, y Pablo le había dado la palabra de no insistir en intentos.
Lo que Maru no sabía es que a veces el deseo y la excitación rompen reglas, o al menos sospechaba que eso podía ocurrir. Dominada por sus instintos, inclinó primero su cuerpo hacia delante, apoyó sus pechos en el pecho de Ema. Su cola quedó expuesta y ofrecida al extraño conocido, que fiel a su palabra no hizo más que seguir el juego y hacerla desear. Pablo sabía que era cuestión de segundos. Le acariciaba la espalda, sujetaba sus nalgas, frotaba la cabeza de su verga por toda su cola y cuando acomodaba su presencia en la puerta de su ano, buscaba en el espejo el gesto de placer de Maru, esperando esa aprobación.
¡Cuanto placer mezclado en el espejo!
Ema seguía cada gesto en el rostro de Maru que cambiaba con cada una de sus penetraciones. El orgasmo de ambos se anunciaba inevitable y próximo. Una vez más Maru miró hacia el espejo y verse encerrada y acorralada por los cuerpos de dos hombres le hizo correr un escalofrío desde su nuca hasta el orificio mismo de su ano, incómodamente vacío. Volvió su mirada sobre los ojos de Ema, acercó la boca a su oído y entre gemidos le dijo: “quiero las dos adentro”. Ema tuvo que aguantarse para no acabarla toda. La excitación daba otro paso, los elevaba a otro nivel. La abrazó y apartó su cabeza a un costado de la cara para verlo a los ojos a Pablo y asintió con la cabeza.
Los deseos habían roto las reglas.
Ema separó con sus manos las nalgas de Maru. Ella apretaba con fuerza los hombros de Ema, con los ojos cerrados, concentrando sus sentidos en sus dos huecos, en uno se alojaba el miembro de su pareja, inmóvil pero tieso, latiendo de placer en su interior. En el otro, el vacío que poco a poco se rendía ante la presión de otra verga. La lujuria se abría paso lentamente entre su carne. Su rostro experimentó un gesto nuevo que hipnotizaba a Ema. Suave dolor, profundo placer. El vaivén de los cuerpos se fue incrementando en frecuencia y distancia. Era increíble lo que ella podía sentir. De algo que no estaba en su manual de fantasías, la expresión misma del placer. Estaba envainando dos vergas a la vez, sentía cada centímetro de ellas recorriendo su interior.
¿Era ella en el espejo?... ¿Eran Ema y Maru? ¿Era posible reinventar el orgasmo? Sí, todo era verdad y estaba pasando. La vibración de sus cuerpos, generada desde el mismo lugar, extendiéndose por toda la habitación invadió primero la verga de Ema cargándola de leche, ensanchándola para vaciarse luego en el interior de Maru. Y fue una reacción en cadena, casi simultánea, esa presión caliente en su vagina detonó su orgasmo, potenciado por la verga de Pablo que no paraba de entrar y salir, creciendo en tamaño y también en leche. Y el orgasmo fue múltiple, intenso, triple, devastador, rítmico, real, soñado, esperado y cumplido.
El cansancio ocupó toda la cama, las sonrisas se pegaron en el cielo raso y el oxígeno ingresó poco a poco en la habitación.
Esto era lo que habían fantaseado alguna vez, lo que habían deseado experimentar como pareja, y lo mejor que podrían haber hecho era intentarlo, permitirse entrar en los placeres humanos y naturales fundados en el amor y respeto que se tenían.
Pablo obtuvo lo suyo, una nueva experiencia para él, complacer a dos desconocidos, ayudar a otros a vivir lo que él había vivido con Paola. Jugando en una fantasía aparte, la fantasía de que su mujer lo autorizaba a esto.
Sólo quedaba saber qué otros relatos escribirían, cuál sería la próxima fantasía a cumplir. ¿Incluirían a una mujer ahora?, ¿Buscarían una pareja?, ¿Estaría el nombre de Paola entre los protagonistas?
Demasiadas hojas en blanco…
…sólo hay que llenarlas.
A ellos les debemos nuestra presencia y participación activa en esta comunidad. Desde entonces mantenemos una amistad por mensajes. Compartiendo nuestra pasión por los tríos, nosotros concretando, ellos fantaseando, nos fuimos conociendo más y más a través de los post.
Casi un año después surgió con Pao la propuesta de "postularme" para ser el tercero en la pareja de ellos y que puedan cumplir su fantasía. Se trataba de ayudar a nuestros "padrinos", jaja.
Antes, ellos querían que les regalemos un relato, que hable de esta fantasía nueva, para motivarlos. Así lo hicimos… y surgió efecto, los calentó muchísimo a los dos y hasta nos autorizaron a publicarlo y compartirlo con toda la comunidad, quizás motive también a otros.
La buena noticia es que en estos días los tres vamos a cumplir lo del relato al pie de la letra.
“Muy buen relato flaco, es la fantasía q tenemos con mi novio…”
Un simple comentario en una página web fue el comienzo de todo. Un año después cumplieron su fantasía…
Ya estaba hecho, por fin se habían decidido. Y si bien no fue lo que esperaban les había servido para iniciarse, para dar ese paso que obliga a seguir caminando y a no detenerse. Ya estaban deseando más. Habían incluido a uno más en su pareja, otro hombre, la experiencia que haría por fin realidad su ansiada fantasía.
Era tiempo de intentarlo por segunda vez, sin tantos nervios para ella, con ese primer salto ya dado. Y ya tenían elegido al hombre que estaría con ellos esta vez.
La cita no se hizo esperar, quedaron en encontrarse en un bar, y a la fecha y hora pactada asistieron los tres. Ninguna de las partes conocía el o los rostros de la otra. Sólo conocían sus cuerpos através de la web, pero fue muy fácil reconocerse. Eran los únicos tres que tenían esa expresión en sus rostros, la de los que van a hacer una travesura. La excitación era tan grande que no cabían en el bar y tras el saludo cómplice y algo tímido fueron hacia el auto de la pareja.
Ema y Maru tienen una coupé, lo que obligaba a Pablo a entrar por la misma puerta de adelante, por donde entraría Maru después, ya que él había encarado por ese lado. Y Maru… entendió el juego desde el principio y no perdía oportunidad de provocar a los dos hombres a cada momento. Ella abrió su puerta pero se quedó ahí, en el medio del paso, obstruyendo con su cuerpo la entrada al coche, con un brazo apoyado en el techo y el otro sobre el marco de la puerta, mirando fijamente a Ema a los ojos que estaba por subir del otro lado. Pablo, entendiendo el juego también, la tomó a Maru por detrás de la cintura y casi sin correrla ingresó una pierna rozando en todo su recorrido el muslo izquierdo de Maru, haciendo descansar levemente su bulto sobre la cola que generosamente Maru paraba con un ingenuo disimulo, tratando de alargar unos segundos la entrada de Pablo al auto. Cuando la mitad del cuerpo de Pablo se acomodó, la mano que sujetaba su cintura inevitablemente recorrió agradecida su cola que custodiaba firmemente la puerta.
Maru respiró hondo y apoyó su cuerpo en el respaldar, Ema la veía excitada y eso lo hacía excitar más a él. Había unos 15 minutos hasta el motel dónde habían pactado ir, pero la cosa ya había empezado prácticamente en el bar y había que seguirla. Pablo se acomodó detrás del asiento de Maru y ella lo notó enseguida detrás de su cuello, pero ella no se movía, apenas miraba a Ema de reojo, tratando de descifrar en sus gestos qué era lo que Pablo hacía. Hasta que sintió las manos de Pablo viniendo por los costados de la butaca, haciendo de su cintura un punto de partida. Una mano buscaba lentamente su entrepierna y la otra subía hasta sus pechos, Ella sentía hundirse en el asiento y se aferraba al tapizado mordiéndose los labios. Ema se sumaba apretándole los muslos. Las manos ya jugaban debajo de su ropa y los tres estaban excitadísimos, como si todo fuese a pasar allí. Pablo activó la perilla que reclina el asiento y lo llevó a posición horizontal, Maru, recostada, abría sus piernas para que Ema notara con sus dedos la humedad en su bombacha. Esa posición le daba a Pablo un mejor acceso a los hermosos pechos y a caricias más libres.
El sonido de la hebilla del cinturón de Pablo desprendiéndose llamó la atención de los dos, Ema intentaba ver por el espejo retrovisor los movimientos de Pablo. Y Maru, que tenía su cabeza a tiro de la situación, abrió los ojos y los clavó en el cierre que de apoco se bajaba y ya no pudo apartarle la vista. A medida que Pablo sacaba su verga ya erecta Maru empezó a girar, quedando boca abajo, su cabeza, atraída como un imán, desaparecía tras el respaldo de Ema, que no veía más que los ojos de Pablo cerrándose por el espejo retrovisor y como se recostaba sobre el respaldo trasero.
Mientras manejaba apretaba con fuerza las nalgas de Maru al tiempo que oía como sus gemidos se acallaban de tanto en tanto, con su boca llena de verga, Podía sentir el sonido de las chupadas, las relamidas y de los gemidos que sus dedos provocaban al meterse en los agujeros empapados de Maru.
Ella ya no aguantaba más, quería pasarse al asiento de atrás, sentarse sobre Pablo mirando hacia delante, cogerlo con fuerza y mostrarle sus gestos a Ema y masturbarlo desde atrás como lo había hecho Pablo con ella. Pero no hubo tiempo para eso… habían llegado al motel.
Trataron de recomponerse un poco, Maru se acomodó la ropa y Pablo se escondió en el piso de atrás para pasar inadvertido. Estacionaron el auto, Maru bajó y repitió la obstrucción en la puerta. Pablo obedeció el gesto una vez más y volvió a tocarla.
El hecho de tener una cama delante volvió a poner un poco nerviosa a Maru que rápidamente buscó tranquilidad en los brazos de Ema. Se besaron apasionadamente. Estaban gozando los dos, como realmente habían querido.
No habían perdido la excitación que traían en el viaje y una vez más Pablo se sumó al juego. Entre los dos la desvistieron un poco y la acomodaron en cuatro patas sobre la cama. Fue el turno de Ema de descubrir su verga y Maru la buscó enseguida y se la llevó a la boca. La chupó como nunca antes lo había hecho, agradecida, apasionada, sumisa, diosa, como si olvidara que atrás de ella estaba Pablo al acecho. Hasta que el placer de chupar la verga de su pareja se mezcló con el placer de sentir manos ajenas apretando sus nalgas. Mientras masturbaba a Ema, giraba hacia atrás su cabeza para verlo a Pablo gozar con su cola, sentir sus manos y sus ojos perdidos en ella, la volvía loca, y nuevamente metía toda la verga de Ema en su boca.
Pronto a sus manos Pablo le sumó su boca. Y la lengua empezó a jugar con el deseo de Maru, preparándola para lo que quizás vendría. Recorría sus nalgas, se hundía cada tanto en su concha y bordeaba jugosa los costados de su ano, lentamente. Pero no lo tocaba, besaba el límite entre los cachetes y las piernas y volvía a recorrer con su lengua la raya de la cola, despacito, pero esquivando siempre su ano, haciéndolo desear, privándole la sensación de sentir su calor y humedad. Mientras ella chupaba y chupaba, parecía buscar con su cola la lengua de Pablo, hasta que lo deseó demasiado y le tomo la cabeza y la hundió entre sus nalgas, le comió la lengua a Pablo saciando el vacío en su ano, exclamando placer con todo el cuerpo.
Luego se sentó al borde de la cama y los dos hombres se pararon uno a cada lado de ella. Tomó una verga en cada mano y chupó una y otra, y las dos al mismo tiempo. Las miraba y no paraba de pensar que estaba brindándose a dos Hombres y que tenía a su disposición dos Vergas para que la complazcan sólo a ella.
Y como dominando la situación se acomodó nuevamente en la cama, mirando al espejo de frente, inclinada hacia delante sobre sus rodillas, ofreciendo su concha a los dos hombres que estaban detrás de ella. Ema la agarró primero, y la empezó a coger con fuerza mientras Pablo esperaba su turno con su verga en la mano, mostrándosela a Maru através del espejo. Entonces ella apartó su cuerpo de Ema y lo dirigió hacia Pablo. Y este la cogió con fuerza también. Se alternaban así, no más de 4 o 5 penetraciones cada uno, bajo la atenta y ardiente mirada de Maru. Y cada vez que cambiaban el turno Maru se excitaba más y más. Por momentos se sentía Ama y por momentos Esclava. Su mente se abstraía a veces e imaginaba que eran dos los extraños que abusaban de ella y volvía enseguida a la tranquilidad de su pareja que la miraba maravillado.
Ema se acostó boca arriba y se la montó encima a Maru, Pablo se paró al lado de ella para ofrecerle su verga en la boca y otra vez ella se sentió colmada por todos lados.
Un rato después Pablo se acomodó detrás de ella, arrodillado, llevó la espalda de Maru contra su pecho. Mientras ella seguía cabalgando sobre Ema, Pablo le acariciaba sus pechos desde atrás y besaba su cuello. Ella no podía evitar sentir la verga de Pablo apoyada en su cola. Sabía que esto era un juego de Pablo, que el quería hacerla sentir el placer de la doble penetración y que jugaría en su cola como lo hizo con su lengua. Pero también sabía que ya estaba en las reglas previas que esto no iba a pasar, la doble penetración no estaba en los planes de Maru, y Pablo le había dado la palabra de no insistir en intentos.
Lo que Maru no sabía es que a veces el deseo y la excitación rompen reglas, o al menos sospechaba que eso podía ocurrir. Dominada por sus instintos, inclinó primero su cuerpo hacia delante, apoyó sus pechos en el pecho de Ema. Su cola quedó expuesta y ofrecida al extraño conocido, que fiel a su palabra no hizo más que seguir el juego y hacerla desear. Pablo sabía que era cuestión de segundos. Le acariciaba la espalda, sujetaba sus nalgas, frotaba la cabeza de su verga por toda su cola y cuando acomodaba su presencia en la puerta de su ano, buscaba en el espejo el gesto de placer de Maru, esperando esa aprobación.
¡Cuanto placer mezclado en el espejo!
Ema seguía cada gesto en el rostro de Maru que cambiaba con cada una de sus penetraciones. El orgasmo de ambos se anunciaba inevitable y próximo. Una vez más Maru miró hacia el espejo y verse encerrada y acorralada por los cuerpos de dos hombres le hizo correr un escalofrío desde su nuca hasta el orificio mismo de su ano, incómodamente vacío. Volvió su mirada sobre los ojos de Ema, acercó la boca a su oído y entre gemidos le dijo: “quiero las dos adentro”. Ema tuvo que aguantarse para no acabarla toda. La excitación daba otro paso, los elevaba a otro nivel. La abrazó y apartó su cabeza a un costado de la cara para verlo a los ojos a Pablo y asintió con la cabeza.
Los deseos habían roto las reglas.
Ema separó con sus manos las nalgas de Maru. Ella apretaba con fuerza los hombros de Ema, con los ojos cerrados, concentrando sus sentidos en sus dos huecos, en uno se alojaba el miembro de su pareja, inmóvil pero tieso, latiendo de placer en su interior. En el otro, el vacío que poco a poco se rendía ante la presión de otra verga. La lujuria se abría paso lentamente entre su carne. Su rostro experimentó un gesto nuevo que hipnotizaba a Ema. Suave dolor, profundo placer. El vaivén de los cuerpos se fue incrementando en frecuencia y distancia. Era increíble lo que ella podía sentir. De algo que no estaba en su manual de fantasías, la expresión misma del placer. Estaba envainando dos vergas a la vez, sentía cada centímetro de ellas recorriendo su interior.
¿Era ella en el espejo?... ¿Eran Ema y Maru? ¿Era posible reinventar el orgasmo? Sí, todo era verdad y estaba pasando. La vibración de sus cuerpos, generada desde el mismo lugar, extendiéndose por toda la habitación invadió primero la verga de Ema cargándola de leche, ensanchándola para vaciarse luego en el interior de Maru. Y fue una reacción en cadena, casi simultánea, esa presión caliente en su vagina detonó su orgasmo, potenciado por la verga de Pablo que no paraba de entrar y salir, creciendo en tamaño y también en leche. Y el orgasmo fue múltiple, intenso, triple, devastador, rítmico, real, soñado, esperado y cumplido.
El cansancio ocupó toda la cama, las sonrisas se pegaron en el cielo raso y el oxígeno ingresó poco a poco en la habitación.
Esto era lo que habían fantaseado alguna vez, lo que habían deseado experimentar como pareja, y lo mejor que podrían haber hecho era intentarlo, permitirse entrar en los placeres humanos y naturales fundados en el amor y respeto que se tenían.
Pablo obtuvo lo suyo, una nueva experiencia para él, complacer a dos desconocidos, ayudar a otros a vivir lo que él había vivido con Paola. Jugando en una fantasía aparte, la fantasía de que su mujer lo autorizaba a esto.
Sólo quedaba saber qué otros relatos escribirían, cuál sería la próxima fantasía a cumplir. ¿Incluirían a una mujer ahora?, ¿Buscarían una pareja?, ¿Estaría el nombre de Paola entre los protagonistas?
Demasiadas hojas en blanco…
…sólo hay que llenarlas.
14 comentarios - Cumpliendo fantasías de otros (trío premeditado)
que lo disfruten chicos!
vayan por mas!
sigan así chicos... ojalá algún día vengan a Tucumán y podamos conocernos... abrazo muy fuerte