No estaba muy segura de escribir esto y menos todavía de publicarlo, porque como quiera que sea una siempre se guarda algunos recuerdos íntimos para si (o por lo menos yo lo hago), pero como en contadas ocasiones he publicado otros episodios de mi vida privada pensé que con este no habría diferencia.
Fue hace algunos años, cuatro o cinco más o menos, así que voy a tratar de acordarme de cuanto pueda sobre esa noche.
Creo que cerca del año 2000 o 2001 fue que vine a vivir al barrio de Flores donde todavía sigo alquilando el departamento que mencioné en otros relatos, sólo que en ese momento tenía veinticuatro años y no contaba con mi actual trabajo, y el que tenía casi no me alcanzaba para llegar a terminar el mes; apenas si podía pagarme el alquiler y los estudios, además de vivir muy ajustadamente.
De vez en cuando podía ahorrar algo con un poco de ayuda de mis padres, pero no era muy seguido, por lo que todo el esfuerzo era solo mío. Esta situación me hizo pensar en la posibilidad de tomar un segundo empleo en lo que me quedara de tiempo, o sea a la noche, pero no pude conseguir nada en ningún lado.
Un día, mientras volvía a casa ya bien entrada la noche vi varias prostitutas a lo largo de las cuadras cerca de la estación de tren y entre la falta de oportunidades de un trabajo regular y lo tentada que estaba de probar como era esa vida me la pasé pensando si estaría dispuesta a hacerlo, y de ser así cómo.
Sabiendo lo ardiente que soy para el sexo y la manera grosera en que me regalo a los hombres no veía problemas en intentarlo, por lo que con un poco de plata ahorrada y otra prestada a una amiga de confianza fui a una lencería y me compré mi primer body, negro y con encajes, una medibacha de lycra color piel como siempre y también mis primeros tacos aguja con lo que saldría a la calle esa misma noche. Corpiño no hacía falta y bombachas negras ya tenía, así al volver a casa decidí no buscar trabajo por esa vez, me vestí de manera informal y me senté en la cama muerta de nervios a que cayera la noche.
Esperé a que se hiciera la medianoche más o menos, agarré un bolsito de mano y bajé a la calle buscando alguna cuadra un poco oscura por donde caminar o una esquina donde pararme a esperar clientes. Hacía todo esto luego de haber observado a las chicas que están todas las noches por la calle Yerbal y los alrededores. Al final empecé a caminar hasta una esquina no muy iluminada cerca de casa, despacio como hacen todas, parando en las entradas de las casas con pasillo un rato ante la mirada de los tipos que pasan en auto o de vez en cuando a pie. No pasaban de una mirada general y luego volvían la vista al frente. Y otros, directamente me echaban un ojo como para confirma que ahí había parada una prostituta (cosa normal por aquellos lados) y seguían adelante sin más.
No entendía que estaba mal conmigo o por que nadie se me acercaba; como todos saben tengo un enorme (y digo realmente enorme) par de tetas, motivo suficiente para calentar a cualquier hombre, y aunque un poco rellenita me han dicho cosas positivas sobre mi figura. Esperé un poco más buscándole la solución hasta que pensé en hacerlo todavía más ostentoso. Volví a casa y me saqué la ropa, dejándome sólo el body y las medias. Se me hacía un nudo en la garganta sólo de pensar en salir así, pero estaba decidida a probar la prostitución aunque fuera una vez y juntando coraje salí de casa en ropa interior. El cambio fue tan inmediato que no llegué a caminar una cuadra. El body era divino; me levantaba las tetas y las sostenía juntas dejando una buena parte a la vista y con las medias debajo de él (para que no se me caigan de tanto caminar) y las sandalias el efecto fue muy distinto.
01:20 de la madrugada
Antes de llegar a la estación me agarró un tipo que me preguntó cuánto le cobraba por chuparle la pija porque no tenía plata. Sin darme tiempo a contestarle me llevó del brazo al descampado que bordea la vía del tren y cuando estuvimos lejos de la calle se empezó a bajar el cierre con desesperación hasta que al fin metió la mano dentro y saco el pito. Sin mediar palabra me agaché y se la empecé a chupar despacio, sintiendo cómo se le iba poniendo dura en mi boca. Se la chupé con ganas pero también con cierto temor. El tipo fue aflojando los nervios y empezó a disfrutar de la mamada. Minutos después me había sacado las tetas de debajo del body a las tocaba y apretaba lleno de gusto. Ya tenía la verga a punto de explotar y me agarraba de la cabeza para hacérmela comer todavía más, chupando sin parar hasta que no pudo ocultar su placer y cuando le pasaba la lengua por la cabeza hinchada de la pija acabó en mis labios, dejándome la boca y la barbilla chorreando leche.
Acabó bien y yo tuve mis primeras gotas de esperma en la calle. Cuando al fin terminó bajó la vista y se sonrió al ver que yo lo miraba a los ojos mientras me esparcía su semen por los labios y le chupaba la cabeza.
Le saqué con la lengua las últimas gotas de leche que le quedaban y cuando ya lo vi satisfecho, sin levantarme lo miré sin decirle nada. Volvió a meter el pito bajo el pantalón y luego de subirse el cierre buscó algo en los bolsillos. Al final me puso un billete de cinco pesos enrollado entre las tetas. Sin más despedida que esa salió caminando por donde habíamos entrado y se alejó en la otra dirección. Yo me paré, guardé la poca plata que había conseguido y caminando como pude volví a la calle a seguir trabajando.
Seguí caminando en dirección a la esquina que había elegido y ahí me quedé parada, ante la mirada desorbitada de los que pasaban y los silbidos y obscenidades que me gritaban. Pasaba ante la mirada de los que iban en auto y los colectiveros y taxistas que pasaban o doblaban por ahí esperando que tal vez alguno se pare.
02:40
Al cabo de un rato al fin paró un taxi y el taxista bajó la ventanilla mientras yo me acercaba caminando de la manera más sensual que podía pero sin hacer notar que era la primera vez que lo hacía. Me agaché para mostrar el culo bien llamativamente al que me pasara por detrás y dejar caer mis tetas casi delante de la cara del tipo, que no les sacaba los ojos de encima hasta que sin vueltas lo encaré.
Era un tipo de mediana edad, morocho y de cara común pero con un cierto atractivo. Sin rodeos me preguntó cuanto cobraba y por cuanto le daba la cola. Me agarró desprevenida por que no sabía que decirle, y lo único que me salió fue que cobraba ‘lo usual’. Eso me había salvado de momento (creía yo), pero también me obligaba a agarrar sin chistar lo que me diera como pago. Me miró fijo y tras pensarlo me abrió la puerta del acompañante para subir. Habrá manejado algunas cuadras antes de llegar a otra calle mal iluminada donde estacionó y tras apagar el motor se reclinó en el asiento, esperando que yo empezara con mi servicio. Nuevamente, sin decir nada le bajé el cierre y revolviendo dentro del pantalón conseguir sacar sin dificultad una linda verga, normal de larga pero un poco gruesa para luego sacar con más suavidad los huevos que de su base colgaban. Era un órgano normal, ni grande ni chico pero muy apetecible, y no tardo nada empezar a excitarse al contacto con mis manos. Me aparté el pelo de la cara y enseguida me incliné a chupar mi segunda pija de la noche. Ahora que había probado el sexo por dinero (al menos como una mamada) chupaba la del taxista vorazmente y sin pausa, haciéndolo gemir de gusto. Me la tragaba toda de la cabeza a la base hasta pegarle los labios a los huevos, de ida y de vuelta sin parar. Lo lamía como a una paleta y no podía parar de chuparlo, me sentía como enviciada con ese pito y mi cliente disfrutaba como loco.
Paramos un poco y cuando me incorporé se me abalanzó encima a sacarme los pechos fuera del body, y tras mirar esas grandes masas de carne que tengo por tetas las apretó con fuerza y acerco la boca a mis pezones para chuparlos y morderlos.
Y mientras yo lo masturbaba lo animaba a que siguiera así, mamando de mis senos y mordiendo el pezón a su gusto.
La sensación de que un extraño me babeara y mordiera las tetas de semejante forma me excitó de tal modo que me obligó a sostenerle la cabeza con una mano y levantar y apretar el pecho al que estaba prendido con la otra, al tiempo que veía y sentía como mi pezón era succionado por sus voraces labios y desaparecía estirado dentro de su boca, en una escena de amamantamiento brutal. A esas alturas ya me sentía en cuerpo y alma como la puta reventada que soy y el comienzo de mi sueño hecho realidad se consumaba con cada sorbo de lujuria que el taxista bebía de mis senos y que alimentaba el fuego con el que pronto me quemaría. Y no contentos con eso le corrí la cara para que saciara su deseo de carne en mi otro pecho, que chupó con el mismo ensañamiento que al primero.
Lo amamanté un buen rato hasta que me dolieron las tetas y al él le quedó el pito hecho un fierro de lo duro, entonces le aparté la cara de mis senos y reclinó mi asiento del todo.
Sabía que me iba a coger, pero como no me dijo nada reaccioné como siempre y me di vuelta para entregarle sumisamente la cola, ya próxima a ser sodomizada. No alcancé a verlo bien, pero me pareció que me miraba extrañado por eso. De todas maneras yo estaba desesperadísima y no podía aguantarme ni un segundo más; ahora si estaba por probar lo que realmente era coger por plata. Mientras me daba vuelta me desabroché el body por abajo y me bajé la medibacha hasta las caderas, me acosté boca abajo sobre el respaldo del asiento reclinado, y con un poco de incomodidad, pude separar un poco las piernas y llevar los brazos al lado del cuerpo para abrirme completamente de nalgas y servirle mi ano indefenso.
Sabía que él estaba ardiendo de ganas por cogerme, y verme entregarle mi cola de esa manera lo puso como loco, por lo que se me subió encima y sin perder tiempo apuntó la gorda cabeza a mi esfínter y la apoyó sobre él presionando al mismo por entrar. Chillaba por la penetración pero por otro lado lo deseaba como nunca, deseaba que me atravesara y me enterrara su estaca en lo más profundo, y así lo hizo. Siguió empujando hasta que entre puntadas y estiramientos mi esfínter cedió y su verga entró en mi culo de un tirón, terminando de metérmela del todo con sucesivos empujones hasta que sus huevos tocaron mi vagina. En ese momento me sacó las manos de las nalgas y con las suyas las juntó, haciéndonos sentir su tranca muy adentro en mi culo y su pelvis apoyada en mis caderas. Largué un suspiro de placer y él se recostó sobre mi como pudo para empezar el bombeo. Nos agarramos de los lados del asiento e inmediatamente empezó a cogerme, despacio pero profundo y con placer, haciéndome notar su pito en cada entrada. Me hacia sentir como nunca a medida que el bombeo aumentaba en ritmo y profundidad al tiempo que gemíamos y yo le suplicaba por más. Me estuvo culeando así como veinte minutos en los que a veces sacaba el pito lo volvía a meter disfrutando de la sensación de vencer mi esfínter para luego dejarla adentro y seguir dándomela sin piedad. Su gozo fue en aumento y le hizo bombearme cortito y muy adentro, hasta que al fin acabó dentro de mi culo, conteniendo apenas un grito junto con el que me inyectó un gran chorro de semen caliente. Seguía gimiendo mientras seguía dándome su leche a través de pequeños empujoncitos que su pito me daba dentro del culo para inocularme la leche.
Me acabó como nunca hasta esa noche, dejándome una buena cantidad de esperma en el culo que, al sacarme la pija de adentro y recostarse en su asiento, no tardó en brotar para afuera en blancos y espesos hilitos.
Yo me había quedado en la misma posición, y al ver como su leche salía por mi ano me metió dos dedos en el culo y empezó hurgar en él, sacándolos llenos de esperma que me daba a chupar. Volvió a meterme los dedos en el culo algunas veces más para que siguiera tragando su leche, hasta que al final se subió los pantalones y yo me subí la medibacha y me abroché el body. Terminé de acomodarme las tetas en el body mientras él ponía el taxi en marcha y me llevaba de vuelta a la esquina donde me levantó. Al llegar, me dio cincuenta pesos (cosa que para mi era y es una fortuna) y mientras los guardaba en el bolsito me preguntó si siempre paraba en esa esquina. Sin dudarlo le dije que si y que empezaba a trabajar a la medianoche, y él respondió que tenía un culo hermoso y unas tetas terribles y que ya podía contarlo como cliente fijo. Me sonreí y bajé del auto caminando hasta mi ‘nueva parada’. Como única despedida me tocó bocina y se alejó despacio.
04:10
Todavía seguía parada en la esquina, ahora directamente debajo de una luz potente y a la vista de todo el mundo, o a veces caminando despacio hasta mitad de cuadra y luego de vuelta a la esquina. Por el momento no venía nadie y lo aprovechaba para reponerme un poco de la estupenda cogida que me acababan de dar, la primera en un auto y los primeros cincuenta pesos que hacía vendiendo mi cuerpo. Como a los diez minutos apareció un tipo doblando la esquina; venía despacio y al verme parada en la entrada de una casa sin luces se me acercó. Sin más introducciones me encaró diciendo que me daba los únicos veinte (creo que eran veinte) pesos que tenía por hacerme el culo, como él mismo dijo. Considerando que ya eran más de las cuatro de la mañana y que pronto amanecería, era posible que esos veinte pesos fueran los últimos de mi primera noche de debut como prostituta.
Caminamos hasta su casa y entramos en un pasillo más o menos largo hasta la puerta de chapa una modesta casa de departamentos. No era muy grande, y la habitación donde me iba a someter era también chica y sólo contaba con una cama de hierro de resortes con un colchón medio viejo, una mesa de luz de madera (creo) y unas sillas.
Podía escuchar el ruido de mis tacos al caminar y en cuanto llegamos al borde mismo de la cama la cosa no se hizo esperar. Me senté y tras sacar mis pechos fuera del body aproveché que se estaba desabrochando la camisa para bajarle el cierre del pantalón y con cierta habilidad tomar su pija ya medio dura y sacarla con todo y huevos. Al principio parecía un pito corriente, pero al empezar a chuparlo y ver como se excitaba empezó a crecer de tamaño hasta ponerse bastante largo y grueso. Era una de las primeras y pocas veces que veía un pito grande hasta ese momento. Se lo mamaba despacio desde la cabeza hasta la base mientras le bajaba los pantalones y él se excitaba manoseándome las tetas con una sonrisa de morboso placer en la cara.
Chupé con ganas durante unos minutos más hasta que le quedó durísima y colorada, momento en el que me corrí para atrás y me desabroché el body por debajo para luego bajarme la medibacha hasta las caderas y a manera de provocación me abrí cuanto pude de piernas. Mirándolo fijo a los ojos y con una media sonrisa desafiante separé los labios de mi vagina hasta mostrarle su rosada carne interior y el pequeño orificio negro del que brotaban mis jugos, para luego invitarlo sin rodeos a que me la atravesara con su tremenda verga dura, dejándole el camino libre para que la violara impunemente. Le había vendido mi cuerpo por esos veinte pesos y ahora le estaba entregando mi entrepierna para dejarme abusar a su antojo y cuantas veces quisiera.
Avanzaba con la cara desencajada de las ganas aprovecharse de mi y con una sonrisa impúdica que lo decía todo, mientras yo no hacía mas que seguir provocándolo, muerta de miedo pero a la vez llena de lujuria por terminar poseída. Finalmente esa unión tan temida y deseada se consumó y acercando la colorada cabeza a mi vulva sintió como mi vagina se abría como una flor para recibirlo para luego hundirla en ella tan profundo como pudo, dejándome con la boca abierta del placer.
Tenía toda la vagina llena de su carne dura y empujaba con fuerza dentro de ella haciendo que los resortes de la cama sonaran rítmicamente, pero no duró demasiado porque enseguida me la sacó para dármela a chupar; quería tenerla bien dura para metérmela por el culo. Me incorporé y agarrándolo con una mano empecé a chuparlo de nuevo mientras me masturbaba con la otra, a medida que sus manos me estrujaban las tetas de los apretones que me daba. Cuando ya la tuvo a su gusto me paré para acomodarme el body y la media de modo que no le estorbaran al cogerme y aproveché para repetir la provocación que tan buen resultado había dado en mi vagina, pero ahora con el agujero del culo.
De espaldas como estaba me subí a la cama de rodillas y así en cuatro patas abrí las piernas y me separé las nalgas ofreciéndole mi estrecho ano, mientras jugueteaba con mis dedos y un poco de flujo de mi vagina para dilatarlo un poquito.
Me dijo que no lo lubricara mucho, que quería sentir la estrechez de mi culo y le hice caso. Me agarré las tetas esperando que me sodomizara y enseguida se subió conmigo acomodándose sobre mis caderas y apuntando la cabeza de su verga directo a mi esfínter medio abierto, hasta que lo apoyó y desde ese momento no paró de empujar hasta habérmelo metido entero. Me hizo gemir mientras entraba sin pausa y trabajosamente, cosa que el tipo disfrutó como loco por lo estrechita que soy de cola hasta que al entrar toda la cabeza y un poco del tronco, el resto entraba lenta pero más fácilmente. La metió hasta pegarme los huevos a la concha y sin perder más tiempo me agarró de la cintura y empezó a bombearme duro y parejo, marcándome cada entrada. El culo me ardía terriblemente y lo sentía cada vez más caliente por el contínuo entrar y salir de semejante pija, que sumado a la cogida que ya había recibido horas antes me estaba haciendo doler un poco, pero entendí que mi nueva profesión requería eso y sabía que una vez que me hubieran culeado varias veces más me acostumbraría.
Lo que no podía negar era que la brutal cogida que me estaba dando ahora me calentaba hasta gritarle barbaridades y pedirle que me coja más fuerte, o empujarle las caderas para que me la metiera aún mas adentro en un intento por calmarme la calentura.
Me la sacó del culo para que se la chupara un poco, parándosela un poco más, y luego me di vuelta otra vez a que me montara de nuevo.
Esta vez empezó a cogerme cada vez más rápido y gritando hasta que la sacó de mi culo de nuevo y muy rápido, masturbándose y agarrándome del pelo para acercarse mi boca abierta a la cabeza del pito, terriblemente inflamado y a punto de explotar.
Con la boca bien abierta y la lengua afuera recibí un abundante chorro de esperma que enseguida me la llenó en medio de un grito de terrible placer, mientras el segundo ya salía directo a mi lengua y mentón, seguido de varias gotas que me salpicaron la cara y que al caer cerca de los ojos me sobresaltaron un poco, pero no lo suficiente como para que no aprovechara toda la leche con la que mi cliente me acabó en un orgasmo muy placentero. Al haber terminado de eyacular toda la leche empecé a jugar con la que tenía en la boca, con la lengua y dejándola caer de los labios ante la vista complacida del tipo, que me acercaba el pito para una última lamida. Acaricie la cabezota enrojecida y con restos de semen unos minutos hasta que finalmente nos vestimos. Con una seña me indico donde quedaba el baño y tras ir a limpiarme la cara y arreglarme un poco volví donde a la habitación, donde me estaba esperando.
Sacó un billete todo arrugado de veinte pesos todo arrugado y le indique que pusiera debajo del body, entre mis tetas. Así lo hizo, y al llevarme hasta la puerta aproveché para guardarlos en mi bolsito.
Al salir empecé a caminar a mi casa, decidida a darme una ducha rápida e irme a dormir, muerta después de mi primera noche de trabajo, pero feliz de lo que había hecho, además de haberme ganado algunos pesos. Estaba por amanecer y ya empezaba a cruzarme con banditas de muchachos que salían de los boliches que están sobre Rivadavia, las cuales me silbaban y me gritaban de todo, pero estaba tan cansada que no les prestaba atención.
Reconozco que fue cansador y que me faltaba experiencia, pero la sensación con la que me acosté fue incomparable, recordando mi aventura con una sonrisa de picardía hasta que al fin, me quedé profundamente dormida.
fuente:relatos.us
Fue hace algunos años, cuatro o cinco más o menos, así que voy a tratar de acordarme de cuanto pueda sobre esa noche.
Creo que cerca del año 2000 o 2001 fue que vine a vivir al barrio de Flores donde todavía sigo alquilando el departamento que mencioné en otros relatos, sólo que en ese momento tenía veinticuatro años y no contaba con mi actual trabajo, y el que tenía casi no me alcanzaba para llegar a terminar el mes; apenas si podía pagarme el alquiler y los estudios, además de vivir muy ajustadamente.
De vez en cuando podía ahorrar algo con un poco de ayuda de mis padres, pero no era muy seguido, por lo que todo el esfuerzo era solo mío. Esta situación me hizo pensar en la posibilidad de tomar un segundo empleo en lo que me quedara de tiempo, o sea a la noche, pero no pude conseguir nada en ningún lado.
Un día, mientras volvía a casa ya bien entrada la noche vi varias prostitutas a lo largo de las cuadras cerca de la estación de tren y entre la falta de oportunidades de un trabajo regular y lo tentada que estaba de probar como era esa vida me la pasé pensando si estaría dispuesta a hacerlo, y de ser así cómo.
Sabiendo lo ardiente que soy para el sexo y la manera grosera en que me regalo a los hombres no veía problemas en intentarlo, por lo que con un poco de plata ahorrada y otra prestada a una amiga de confianza fui a una lencería y me compré mi primer body, negro y con encajes, una medibacha de lycra color piel como siempre y también mis primeros tacos aguja con lo que saldría a la calle esa misma noche. Corpiño no hacía falta y bombachas negras ya tenía, así al volver a casa decidí no buscar trabajo por esa vez, me vestí de manera informal y me senté en la cama muerta de nervios a que cayera la noche.
Esperé a que se hiciera la medianoche más o menos, agarré un bolsito de mano y bajé a la calle buscando alguna cuadra un poco oscura por donde caminar o una esquina donde pararme a esperar clientes. Hacía todo esto luego de haber observado a las chicas que están todas las noches por la calle Yerbal y los alrededores. Al final empecé a caminar hasta una esquina no muy iluminada cerca de casa, despacio como hacen todas, parando en las entradas de las casas con pasillo un rato ante la mirada de los tipos que pasan en auto o de vez en cuando a pie. No pasaban de una mirada general y luego volvían la vista al frente. Y otros, directamente me echaban un ojo como para confirma que ahí había parada una prostituta (cosa normal por aquellos lados) y seguían adelante sin más.
No entendía que estaba mal conmigo o por que nadie se me acercaba; como todos saben tengo un enorme (y digo realmente enorme) par de tetas, motivo suficiente para calentar a cualquier hombre, y aunque un poco rellenita me han dicho cosas positivas sobre mi figura. Esperé un poco más buscándole la solución hasta que pensé en hacerlo todavía más ostentoso. Volví a casa y me saqué la ropa, dejándome sólo el body y las medias. Se me hacía un nudo en la garganta sólo de pensar en salir así, pero estaba decidida a probar la prostitución aunque fuera una vez y juntando coraje salí de casa en ropa interior. El cambio fue tan inmediato que no llegué a caminar una cuadra. El body era divino; me levantaba las tetas y las sostenía juntas dejando una buena parte a la vista y con las medias debajo de él (para que no se me caigan de tanto caminar) y las sandalias el efecto fue muy distinto.
01:20 de la madrugada
Antes de llegar a la estación me agarró un tipo que me preguntó cuánto le cobraba por chuparle la pija porque no tenía plata. Sin darme tiempo a contestarle me llevó del brazo al descampado que bordea la vía del tren y cuando estuvimos lejos de la calle se empezó a bajar el cierre con desesperación hasta que al fin metió la mano dentro y saco el pito. Sin mediar palabra me agaché y se la empecé a chupar despacio, sintiendo cómo se le iba poniendo dura en mi boca. Se la chupé con ganas pero también con cierto temor. El tipo fue aflojando los nervios y empezó a disfrutar de la mamada. Minutos después me había sacado las tetas de debajo del body a las tocaba y apretaba lleno de gusto. Ya tenía la verga a punto de explotar y me agarraba de la cabeza para hacérmela comer todavía más, chupando sin parar hasta que no pudo ocultar su placer y cuando le pasaba la lengua por la cabeza hinchada de la pija acabó en mis labios, dejándome la boca y la barbilla chorreando leche.
Acabó bien y yo tuve mis primeras gotas de esperma en la calle. Cuando al fin terminó bajó la vista y se sonrió al ver que yo lo miraba a los ojos mientras me esparcía su semen por los labios y le chupaba la cabeza.
Le saqué con la lengua las últimas gotas de leche que le quedaban y cuando ya lo vi satisfecho, sin levantarme lo miré sin decirle nada. Volvió a meter el pito bajo el pantalón y luego de subirse el cierre buscó algo en los bolsillos. Al final me puso un billete de cinco pesos enrollado entre las tetas. Sin más despedida que esa salió caminando por donde habíamos entrado y se alejó en la otra dirección. Yo me paré, guardé la poca plata que había conseguido y caminando como pude volví a la calle a seguir trabajando.
Seguí caminando en dirección a la esquina que había elegido y ahí me quedé parada, ante la mirada desorbitada de los que pasaban y los silbidos y obscenidades que me gritaban. Pasaba ante la mirada de los que iban en auto y los colectiveros y taxistas que pasaban o doblaban por ahí esperando que tal vez alguno se pare.
02:40
Al cabo de un rato al fin paró un taxi y el taxista bajó la ventanilla mientras yo me acercaba caminando de la manera más sensual que podía pero sin hacer notar que era la primera vez que lo hacía. Me agaché para mostrar el culo bien llamativamente al que me pasara por detrás y dejar caer mis tetas casi delante de la cara del tipo, que no les sacaba los ojos de encima hasta que sin vueltas lo encaré.
Era un tipo de mediana edad, morocho y de cara común pero con un cierto atractivo. Sin rodeos me preguntó cuanto cobraba y por cuanto le daba la cola. Me agarró desprevenida por que no sabía que decirle, y lo único que me salió fue que cobraba ‘lo usual’. Eso me había salvado de momento (creía yo), pero también me obligaba a agarrar sin chistar lo que me diera como pago. Me miró fijo y tras pensarlo me abrió la puerta del acompañante para subir. Habrá manejado algunas cuadras antes de llegar a otra calle mal iluminada donde estacionó y tras apagar el motor se reclinó en el asiento, esperando que yo empezara con mi servicio. Nuevamente, sin decir nada le bajé el cierre y revolviendo dentro del pantalón conseguir sacar sin dificultad una linda verga, normal de larga pero un poco gruesa para luego sacar con más suavidad los huevos que de su base colgaban. Era un órgano normal, ni grande ni chico pero muy apetecible, y no tardo nada empezar a excitarse al contacto con mis manos. Me aparté el pelo de la cara y enseguida me incliné a chupar mi segunda pija de la noche. Ahora que había probado el sexo por dinero (al menos como una mamada) chupaba la del taxista vorazmente y sin pausa, haciéndolo gemir de gusto. Me la tragaba toda de la cabeza a la base hasta pegarle los labios a los huevos, de ida y de vuelta sin parar. Lo lamía como a una paleta y no podía parar de chuparlo, me sentía como enviciada con ese pito y mi cliente disfrutaba como loco.
Paramos un poco y cuando me incorporé se me abalanzó encima a sacarme los pechos fuera del body, y tras mirar esas grandes masas de carne que tengo por tetas las apretó con fuerza y acerco la boca a mis pezones para chuparlos y morderlos.
Y mientras yo lo masturbaba lo animaba a que siguiera así, mamando de mis senos y mordiendo el pezón a su gusto.
La sensación de que un extraño me babeara y mordiera las tetas de semejante forma me excitó de tal modo que me obligó a sostenerle la cabeza con una mano y levantar y apretar el pecho al que estaba prendido con la otra, al tiempo que veía y sentía como mi pezón era succionado por sus voraces labios y desaparecía estirado dentro de su boca, en una escena de amamantamiento brutal. A esas alturas ya me sentía en cuerpo y alma como la puta reventada que soy y el comienzo de mi sueño hecho realidad se consumaba con cada sorbo de lujuria que el taxista bebía de mis senos y que alimentaba el fuego con el que pronto me quemaría. Y no contentos con eso le corrí la cara para que saciara su deseo de carne en mi otro pecho, que chupó con el mismo ensañamiento que al primero.
Lo amamanté un buen rato hasta que me dolieron las tetas y al él le quedó el pito hecho un fierro de lo duro, entonces le aparté la cara de mis senos y reclinó mi asiento del todo.
Sabía que me iba a coger, pero como no me dijo nada reaccioné como siempre y me di vuelta para entregarle sumisamente la cola, ya próxima a ser sodomizada. No alcancé a verlo bien, pero me pareció que me miraba extrañado por eso. De todas maneras yo estaba desesperadísima y no podía aguantarme ni un segundo más; ahora si estaba por probar lo que realmente era coger por plata. Mientras me daba vuelta me desabroché el body por abajo y me bajé la medibacha hasta las caderas, me acosté boca abajo sobre el respaldo del asiento reclinado, y con un poco de incomodidad, pude separar un poco las piernas y llevar los brazos al lado del cuerpo para abrirme completamente de nalgas y servirle mi ano indefenso.
Sabía que él estaba ardiendo de ganas por cogerme, y verme entregarle mi cola de esa manera lo puso como loco, por lo que se me subió encima y sin perder tiempo apuntó la gorda cabeza a mi esfínter y la apoyó sobre él presionando al mismo por entrar. Chillaba por la penetración pero por otro lado lo deseaba como nunca, deseaba que me atravesara y me enterrara su estaca en lo más profundo, y así lo hizo. Siguió empujando hasta que entre puntadas y estiramientos mi esfínter cedió y su verga entró en mi culo de un tirón, terminando de metérmela del todo con sucesivos empujones hasta que sus huevos tocaron mi vagina. En ese momento me sacó las manos de las nalgas y con las suyas las juntó, haciéndonos sentir su tranca muy adentro en mi culo y su pelvis apoyada en mis caderas. Largué un suspiro de placer y él se recostó sobre mi como pudo para empezar el bombeo. Nos agarramos de los lados del asiento e inmediatamente empezó a cogerme, despacio pero profundo y con placer, haciéndome notar su pito en cada entrada. Me hacia sentir como nunca a medida que el bombeo aumentaba en ritmo y profundidad al tiempo que gemíamos y yo le suplicaba por más. Me estuvo culeando así como veinte minutos en los que a veces sacaba el pito lo volvía a meter disfrutando de la sensación de vencer mi esfínter para luego dejarla adentro y seguir dándomela sin piedad. Su gozo fue en aumento y le hizo bombearme cortito y muy adentro, hasta que al fin acabó dentro de mi culo, conteniendo apenas un grito junto con el que me inyectó un gran chorro de semen caliente. Seguía gimiendo mientras seguía dándome su leche a través de pequeños empujoncitos que su pito me daba dentro del culo para inocularme la leche.
Me acabó como nunca hasta esa noche, dejándome una buena cantidad de esperma en el culo que, al sacarme la pija de adentro y recostarse en su asiento, no tardó en brotar para afuera en blancos y espesos hilitos.
Yo me había quedado en la misma posición, y al ver como su leche salía por mi ano me metió dos dedos en el culo y empezó hurgar en él, sacándolos llenos de esperma que me daba a chupar. Volvió a meterme los dedos en el culo algunas veces más para que siguiera tragando su leche, hasta que al final se subió los pantalones y yo me subí la medibacha y me abroché el body. Terminé de acomodarme las tetas en el body mientras él ponía el taxi en marcha y me llevaba de vuelta a la esquina donde me levantó. Al llegar, me dio cincuenta pesos (cosa que para mi era y es una fortuna) y mientras los guardaba en el bolsito me preguntó si siempre paraba en esa esquina. Sin dudarlo le dije que si y que empezaba a trabajar a la medianoche, y él respondió que tenía un culo hermoso y unas tetas terribles y que ya podía contarlo como cliente fijo. Me sonreí y bajé del auto caminando hasta mi ‘nueva parada’. Como única despedida me tocó bocina y se alejó despacio.
04:10
Todavía seguía parada en la esquina, ahora directamente debajo de una luz potente y a la vista de todo el mundo, o a veces caminando despacio hasta mitad de cuadra y luego de vuelta a la esquina. Por el momento no venía nadie y lo aprovechaba para reponerme un poco de la estupenda cogida que me acababan de dar, la primera en un auto y los primeros cincuenta pesos que hacía vendiendo mi cuerpo. Como a los diez minutos apareció un tipo doblando la esquina; venía despacio y al verme parada en la entrada de una casa sin luces se me acercó. Sin más introducciones me encaró diciendo que me daba los únicos veinte (creo que eran veinte) pesos que tenía por hacerme el culo, como él mismo dijo. Considerando que ya eran más de las cuatro de la mañana y que pronto amanecería, era posible que esos veinte pesos fueran los últimos de mi primera noche de debut como prostituta.
Caminamos hasta su casa y entramos en un pasillo más o menos largo hasta la puerta de chapa una modesta casa de departamentos. No era muy grande, y la habitación donde me iba a someter era también chica y sólo contaba con una cama de hierro de resortes con un colchón medio viejo, una mesa de luz de madera (creo) y unas sillas.
Podía escuchar el ruido de mis tacos al caminar y en cuanto llegamos al borde mismo de la cama la cosa no se hizo esperar. Me senté y tras sacar mis pechos fuera del body aproveché que se estaba desabrochando la camisa para bajarle el cierre del pantalón y con cierta habilidad tomar su pija ya medio dura y sacarla con todo y huevos. Al principio parecía un pito corriente, pero al empezar a chuparlo y ver como se excitaba empezó a crecer de tamaño hasta ponerse bastante largo y grueso. Era una de las primeras y pocas veces que veía un pito grande hasta ese momento. Se lo mamaba despacio desde la cabeza hasta la base mientras le bajaba los pantalones y él se excitaba manoseándome las tetas con una sonrisa de morboso placer en la cara.
Chupé con ganas durante unos minutos más hasta que le quedó durísima y colorada, momento en el que me corrí para atrás y me desabroché el body por debajo para luego bajarme la medibacha hasta las caderas y a manera de provocación me abrí cuanto pude de piernas. Mirándolo fijo a los ojos y con una media sonrisa desafiante separé los labios de mi vagina hasta mostrarle su rosada carne interior y el pequeño orificio negro del que brotaban mis jugos, para luego invitarlo sin rodeos a que me la atravesara con su tremenda verga dura, dejándole el camino libre para que la violara impunemente. Le había vendido mi cuerpo por esos veinte pesos y ahora le estaba entregando mi entrepierna para dejarme abusar a su antojo y cuantas veces quisiera.
Avanzaba con la cara desencajada de las ganas aprovecharse de mi y con una sonrisa impúdica que lo decía todo, mientras yo no hacía mas que seguir provocándolo, muerta de miedo pero a la vez llena de lujuria por terminar poseída. Finalmente esa unión tan temida y deseada se consumó y acercando la colorada cabeza a mi vulva sintió como mi vagina se abría como una flor para recibirlo para luego hundirla en ella tan profundo como pudo, dejándome con la boca abierta del placer.
Tenía toda la vagina llena de su carne dura y empujaba con fuerza dentro de ella haciendo que los resortes de la cama sonaran rítmicamente, pero no duró demasiado porque enseguida me la sacó para dármela a chupar; quería tenerla bien dura para metérmela por el culo. Me incorporé y agarrándolo con una mano empecé a chuparlo de nuevo mientras me masturbaba con la otra, a medida que sus manos me estrujaban las tetas de los apretones que me daba. Cuando ya la tuvo a su gusto me paré para acomodarme el body y la media de modo que no le estorbaran al cogerme y aproveché para repetir la provocación que tan buen resultado había dado en mi vagina, pero ahora con el agujero del culo.
De espaldas como estaba me subí a la cama de rodillas y así en cuatro patas abrí las piernas y me separé las nalgas ofreciéndole mi estrecho ano, mientras jugueteaba con mis dedos y un poco de flujo de mi vagina para dilatarlo un poquito.
Me dijo que no lo lubricara mucho, que quería sentir la estrechez de mi culo y le hice caso. Me agarré las tetas esperando que me sodomizara y enseguida se subió conmigo acomodándose sobre mis caderas y apuntando la cabeza de su verga directo a mi esfínter medio abierto, hasta que lo apoyó y desde ese momento no paró de empujar hasta habérmelo metido entero. Me hizo gemir mientras entraba sin pausa y trabajosamente, cosa que el tipo disfrutó como loco por lo estrechita que soy de cola hasta que al entrar toda la cabeza y un poco del tronco, el resto entraba lenta pero más fácilmente. La metió hasta pegarme los huevos a la concha y sin perder más tiempo me agarró de la cintura y empezó a bombearme duro y parejo, marcándome cada entrada. El culo me ardía terriblemente y lo sentía cada vez más caliente por el contínuo entrar y salir de semejante pija, que sumado a la cogida que ya había recibido horas antes me estaba haciendo doler un poco, pero entendí que mi nueva profesión requería eso y sabía que una vez que me hubieran culeado varias veces más me acostumbraría.
Lo que no podía negar era que la brutal cogida que me estaba dando ahora me calentaba hasta gritarle barbaridades y pedirle que me coja más fuerte, o empujarle las caderas para que me la metiera aún mas adentro en un intento por calmarme la calentura.
Me la sacó del culo para que se la chupara un poco, parándosela un poco más, y luego me di vuelta otra vez a que me montara de nuevo.
Esta vez empezó a cogerme cada vez más rápido y gritando hasta que la sacó de mi culo de nuevo y muy rápido, masturbándose y agarrándome del pelo para acercarse mi boca abierta a la cabeza del pito, terriblemente inflamado y a punto de explotar.
Con la boca bien abierta y la lengua afuera recibí un abundante chorro de esperma que enseguida me la llenó en medio de un grito de terrible placer, mientras el segundo ya salía directo a mi lengua y mentón, seguido de varias gotas que me salpicaron la cara y que al caer cerca de los ojos me sobresaltaron un poco, pero no lo suficiente como para que no aprovechara toda la leche con la que mi cliente me acabó en un orgasmo muy placentero. Al haber terminado de eyacular toda la leche empecé a jugar con la que tenía en la boca, con la lengua y dejándola caer de los labios ante la vista complacida del tipo, que me acercaba el pito para una última lamida. Acaricie la cabezota enrojecida y con restos de semen unos minutos hasta que finalmente nos vestimos. Con una seña me indico donde quedaba el baño y tras ir a limpiarme la cara y arreglarme un poco volví donde a la habitación, donde me estaba esperando.
Sacó un billete todo arrugado de veinte pesos todo arrugado y le indique que pusiera debajo del body, entre mis tetas. Así lo hizo, y al llevarme hasta la puerta aproveché para guardarlos en mi bolsito.
Al salir empecé a caminar a mi casa, decidida a darme una ducha rápida e irme a dormir, muerta después de mi primera noche de trabajo, pero feliz de lo que había hecho, además de haberme ganado algunos pesos. Estaba por amanecer y ya empezaba a cruzarme con banditas de muchachos que salían de los boliches que están sobre Rivadavia, las cuales me silbaban y me gritaban de todo, pero estaba tan cansada que no les prestaba atención.
Reconozco que fue cansador y que me faltaba experiencia, pero la sensación con la que me acosté fue incomparable, recordando mi aventura con una sonrisa de picardía hasta que al fin, me quedé profundamente dormida.
fuente:relatos.us
5 comentarios - noche de putas
Muy caliente y descriptivo de tu debut oficial como puta !!!
Nos encantó !
A favoritos y volveremos !!!
Gracias por compartir.
Besos y Lamiditas !!!
Yo comenté tu post, vos comentaste el mío?
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