Sentado en una mesa, con un espejo al costado en la pared, sus manos con guantes escriben una carta:
Esta será la última carta que recibas de mi parte, si fue tú decisión dejarme, no insistiré. Sólo quiero que sepas que yo aún te amo, y lo que siento por ti es inmortal. Sé que no comparto tus gustos, cambiarme por tu amiga la fetichista, es algo que jamás entenderé. Sus juguetes no se comparan a lo que yo te puedo dar.
Quiero que sepas que te extraño, y que te recuerdo siempre.
Puedo verte de pie frente a mí, riendo, puedo tocarte, escuchar tu vos; porque cada vez que cierro lo ojos, mi amor me permite tenerte junto a mi.
Levanta la vista y la chica está parada frente a la mesa.
—Dime, ¿acaso esto es real?
—No, no lo es
—¿Porqué me abandonaste?
—Yo no te abandoné, tú falleciste; llevas muerto ya seis meses solo que tu conciencia, aún no lo sabe. Mírate al espejo.
Aparece putrefacto en el espejo, se asusta, y cuando vuelve la vista al frente la chica ya no está. Ensobra la carta, escribe la dirección y dibuja un corazón flechado en la parte de atrás, luego se quita los guantes y observa sus manos comidas por los gusanos.
Al día siguiente, el cartero arroja una carta por debajo de la puerta, otra chica la levanta y al voltearla, tiene un corazón flechado dibujado en el sobre:
—Claudia, —grita— esto debe ser de tu ex-novio
Esta será la última carta que recibas de mi parte, si fue tú decisión dejarme, no insistiré. Sólo quiero que sepas que yo aún te amo, y lo que siento por ti es inmortal. Sé que no comparto tus gustos, cambiarme por tu amiga la fetichista, es algo que jamás entenderé. Sus juguetes no se comparan a lo que yo te puedo dar.
Quiero que sepas que te extraño, y que te recuerdo siempre.
Puedo verte de pie frente a mí, riendo, puedo tocarte, escuchar tu vos; porque cada vez que cierro lo ojos, mi amor me permite tenerte junto a mi.
Levanta la vista y la chica está parada frente a la mesa.
—Dime, ¿acaso esto es real?
—No, no lo es
—¿Porqué me abandonaste?
—Yo no te abandoné, tú falleciste; llevas muerto ya seis meses solo que tu conciencia, aún no lo sabe. Mírate al espejo.
Aparece putrefacto en el espejo, se asusta, y cuando vuelve la vista al frente la chica ya no está. Ensobra la carta, escribe la dirección y dibuja un corazón flechado en la parte de atrás, luego se quita los guantes y observa sus manos comidas por los gusanos.
Al día siguiente, el cartero arroja una carta por debajo de la puerta, otra chica la levanta y al voltearla, tiene un corazón flechado dibujado en el sobre:
—Claudia, —grita— esto debe ser de tu ex-novio
1 comentarios - A mi amor inmortal (cuento)