-¿Un antro gay? ¿Y que vamos a ir a hacer allá nosotros dos si somos heteros?-
-Anda, dicen que está genial, ¡vamos!
Mi amiga Cecilia llevaba días convenciéndome de ir a un antro gay del centro de la ciudad. Yo, un hombre admirador de la belleza femenina, estaba en completo desacuerdo de ir a un lugar donde solo vería a tipos bailando unos con otros y usando playeras entalladas. Algo he leído que a las mujeres les gusta ir a ese tipo de lugares porque no se sienten “acosadas” por los hombres que irían a un antro normal. Pero la idea de tener que acompañarla simplemente no me cuadraba.
Pero, solo como un acto de buena fe (y por el hecho de que me encanta lo rico que mueve su culo cuando baila) decidí acompañarla. Los días pasaron y la fecha acordada llegó, yo pase por ella a su casa en punto de las 10: 00 pm. En cuanto abrió su puerta, mi boca empezó a salivar y mi pene a pararse: una hermosa Cecilia enfundada con un vestido blanco, corto (muy corto) y un pronunciado escote me recibió con una sonrisa. No pude dejar de mirar disimuladamente el hermoso par de piernas que se asomaban bajo ese vestido, torneadas, morenas. Y sus pechos, eso era otra historia, dos bombones grandes y abultados que pedían a gritos ser acariciados, manoseados, chupados, devorados.
Llegamos en 20 minutos al lugar, después de esperar un rato en la fila, entramos. El lugar era agradable, era grande y tenía buen ambiente, pero yo no podía quitarme la imagen mental de un montón de hombres sudorosos abarrotando el lugar. Cual iba ser mi sorpresa al notar que el sitio estaba lleno de hermosas mujeres, de pantalones entallados unas, de vestidos cortos otras y de las más variadas estaturas y tallas. Era un paraíso de lesbianas, tocándose, gozando, besándose, bailando tan cerca una de la otra que se figuraba a una orgia con ropa.
-Es noche de chicas- me dijo mi amiga al oído.
-¡Gracias Dios!- pensé.
Comenzamos a bailar. Aunque el reggeaton no es para nada mi género musical favorito, como mencioné anteriormente, me gusta bailarlo con Cecilia porque tiene una forma de moverse que lo excita a uno, que lo enloquece solo de verla, y qué decir de bailar junto a ella, sentir su cuerpo caliente junto a mí, su culo moviéndose hacia arriba y hacia abajo, sus manos acariciando mi cuello, era una bendición. Y además estaba el hecho de que, simplemente al mirar alrededor, veías a una mujer hermosa haciéndole lo mismo a otra. La fantasía de todo hombre.
Pasaron las horas, con el baile, el calor, y las copas que nos tomamos, la excitación en el ambiente empezó a hacerse más palpable. Yo tenía la verga a tope y no podía disimularlo, ni quería hacerlo. Con cada canción, las caricias entre Ceci y yo se hicieron más pronunciadas, yo tenía mi verga pegada a su culo, y ella, al notar lo duro de mi pene, me tomaba de las nalgas y me empujaba más hacia adelante. Quitandome todo el pudor, metí una mano a través de su escote y pude acariciar una de esas deliciosas montañas que adornaban su cuerpo. Aunque pude notar su sorpresa al principio, solo fue por un par de segundos, pues ella rápidamente tomó mi mano y empezó a guiarla a través de su par de bombones, haciendo que acariciara sus aureolas castañas con la yema de mis dedos.
Ya no podíamos mas, la tome de la mano y corrimos a buscar un baño para desfogar nuestra pasión. Nos metimos en el primer desocupado que encontramos, rápidamente empezamos a besarnos con lujuria mientras yo acariciaba sus tetas sobre el vestido y ella desabotonaba mi pantalón
-Se me antojó mucho tu “ese”- me dijo, con voz coqueta. Mientras se ponía de rodillas, yo bajé mi bóxer y deje salir mi miembro, justo frente a su boca. Ella lo tomo de inmediato entre sus labios y empezó a ofrecerme una espectacular mamada, acariciando y chupando cada uno de los centímetros de mi verga, mientras yo no paraba de decirle cosas como “así, cométela, que rico amor!” Ella apretaba la cabeza de mi membro entre sus labios, con sus dientes, con su lengua. Lo metía y sacaba lentamente moviendo su cabeza hacia atras y adelante.
Tras unos minutos de deliciosa mamada, ella se levantó mientras yo me sentaba sobre el inodoro. Rápidamente subió su vestido, se puso de espaldas hacia mí, hizo a un lado su pantaleta, y se sentó sobre mi pene, despacio primero, para sentir mi dureza, y empezó a brincar sobre el, extasiada. Inicio un delicioso vaivén hacia arriba, abajo y a los lados que me mataba de placer.
Los movimientos se volvían cada vez más rápidos, bruscos, producto de nuestra cada vez más grande excitación. En uno de esos movimientos, ella se inclino hacia adelante y se recargó sobre la puerta para nivelarse, pero sin querer, movió el cerrojo de esta, y la puerta rápidamente se abrió de par en par sin que pudiéramos evitarlo. Ahí, justo frente a nosotros, recargadas en el lavamanos, un hermoso par de hembras se agasajaban de una manera increíble. Una era morena, alta, con blusa y pantalón entallados, con unos pechos increíbles y un culo delicioso y parado. La otra era pelirroja, de piel clara, sus pechos y culo eran un poco más pequeños que los de su amiga pero aun así de muy buen ver. La pelirroja se encontraba sentada sobre el lavamanos y su amiga se encontraba besando sus deliciosos pechos. En cuanto notó nuestra presencia, la pelirroja detuvo a su amiga, le dijo algo al oído y esta volteo para vernos. Y ahí estábamos nosotros, yo sentado sobre el inodoro y mi amiga con mi verga ensartada en su conchita.
Ambas sonrieron de la forma más picara posible mientras nos observaban, y eso me hizo darme cuenta: querían vernos hacerlo. Mi amiga intentó levantarse para cerrar la puerta, pero yo la tome de la cintura y empecé a meter mi miembro despacio. El movimiento de mi verga hizo que se olvidara de hacer cualquier cosa y continuamos cogiendo. Las chicas de enfrente continuaron comiéndose mutuamente, la morena puso su mano entre las piernas de la pelirroja y empezó a frotar rápidamente, y yo hice lo mismo sobre la vagina de mi amiga, busque su clítoris y frote con la punta de mis dedos haciendo que Ceci dejara escapar sonoros gemidos y suspiros que llenaron el lugar . La pelirroja se excito aun mas al ver esto, pues detuvo a la morena, se bajo el pantalón y pidió que le comiera su concha. La morena hizo lo debido y empezó a devorarse esa conchita rosada y húmeda, mientras la pelirroja acariciaba con una mano su cabello y con la otra sus tetas.
Pasaron los minutos, y por fin, después de aumentar aun más sus gemidos y suspiros, Cecilia tuvo un delicioso orgasmo. Pocos segundos después, la pelirroja se vino y se cambiaron los papeles, ahora era la concha de la morena la que estaba siendo devorada. Ella y yo hicimos contacto visual durante todo el proceso, ella me miraba mientras jadeaba más y más hasta que tuvo su propio orgasmo. Yo no podía más, levanté a Cecilia, le dije que estaba a punto de venirme y ella se puso de rodillas para mamarmela y recibir mi leche en su boca. Me levanté, Cerré los ojos unos segundos, y cuando los abrí noté ante mi propia sorpresa que la morena se encontraba arrodillaba junto a Ceci, devorándose mi verga junto a ella. Era una sensación increíble, dos mujeres comiendo, lamiendo y chupando cada milímetro, jugando cual par de gatitas hambrientas. Derramé mi leche sobre ambas, y la morena empezó a besar a Cecilia con pasión, compartiendo mis jugos.
Después de esto, la chica solo se levantó, no dijo una palabra, su amiga ya se había vestido y ambas abandonaron el lugar. Nosotros nos salimos minutos después. Yo no podía creer lo que había pasado, y me encontraba tan excitado aun que le pedí a Ceci pasara la noche en mi apartamento y continuáramos “jugando”. Así fue, pero lo que hicimos en mi casa es otra historia, quizá para otra ocasión. Al día siguiente, mientras nos encontrábamos descansando en la hamaca de mi patio, Ceci me confesó que nunca había besado a una chica, que le había encantado toda la experiencia y que esperaba volver a repetirlo.
-Contigo y una chica, o quizá solo ella y yo…- me dijo.
Aquí les dejo dos fotitos de mi amiga, una la tomé en el baño del antro después de toda la acción y otra en la hamaca al día siguiente. Chequen ese hermoso par de tetas y piernas del que les hable. Para volver loco a cualquiera.
-Anda, dicen que está genial, ¡vamos!
Mi amiga Cecilia llevaba días convenciéndome de ir a un antro gay del centro de la ciudad. Yo, un hombre admirador de la belleza femenina, estaba en completo desacuerdo de ir a un lugar donde solo vería a tipos bailando unos con otros y usando playeras entalladas. Algo he leído que a las mujeres les gusta ir a ese tipo de lugares porque no se sienten “acosadas” por los hombres que irían a un antro normal. Pero la idea de tener que acompañarla simplemente no me cuadraba.
Pero, solo como un acto de buena fe (y por el hecho de que me encanta lo rico que mueve su culo cuando baila) decidí acompañarla. Los días pasaron y la fecha acordada llegó, yo pase por ella a su casa en punto de las 10: 00 pm. En cuanto abrió su puerta, mi boca empezó a salivar y mi pene a pararse: una hermosa Cecilia enfundada con un vestido blanco, corto (muy corto) y un pronunciado escote me recibió con una sonrisa. No pude dejar de mirar disimuladamente el hermoso par de piernas que se asomaban bajo ese vestido, torneadas, morenas. Y sus pechos, eso era otra historia, dos bombones grandes y abultados que pedían a gritos ser acariciados, manoseados, chupados, devorados.
Llegamos en 20 minutos al lugar, después de esperar un rato en la fila, entramos. El lugar era agradable, era grande y tenía buen ambiente, pero yo no podía quitarme la imagen mental de un montón de hombres sudorosos abarrotando el lugar. Cual iba ser mi sorpresa al notar que el sitio estaba lleno de hermosas mujeres, de pantalones entallados unas, de vestidos cortos otras y de las más variadas estaturas y tallas. Era un paraíso de lesbianas, tocándose, gozando, besándose, bailando tan cerca una de la otra que se figuraba a una orgia con ropa.
-Es noche de chicas- me dijo mi amiga al oído.
-¡Gracias Dios!- pensé.
Comenzamos a bailar. Aunque el reggeaton no es para nada mi género musical favorito, como mencioné anteriormente, me gusta bailarlo con Cecilia porque tiene una forma de moverse que lo excita a uno, que lo enloquece solo de verla, y qué decir de bailar junto a ella, sentir su cuerpo caliente junto a mí, su culo moviéndose hacia arriba y hacia abajo, sus manos acariciando mi cuello, era una bendición. Y además estaba el hecho de que, simplemente al mirar alrededor, veías a una mujer hermosa haciéndole lo mismo a otra. La fantasía de todo hombre.
Pasaron las horas, con el baile, el calor, y las copas que nos tomamos, la excitación en el ambiente empezó a hacerse más palpable. Yo tenía la verga a tope y no podía disimularlo, ni quería hacerlo. Con cada canción, las caricias entre Ceci y yo se hicieron más pronunciadas, yo tenía mi verga pegada a su culo, y ella, al notar lo duro de mi pene, me tomaba de las nalgas y me empujaba más hacia adelante. Quitandome todo el pudor, metí una mano a través de su escote y pude acariciar una de esas deliciosas montañas que adornaban su cuerpo. Aunque pude notar su sorpresa al principio, solo fue por un par de segundos, pues ella rápidamente tomó mi mano y empezó a guiarla a través de su par de bombones, haciendo que acariciara sus aureolas castañas con la yema de mis dedos.
Ya no podíamos mas, la tome de la mano y corrimos a buscar un baño para desfogar nuestra pasión. Nos metimos en el primer desocupado que encontramos, rápidamente empezamos a besarnos con lujuria mientras yo acariciaba sus tetas sobre el vestido y ella desabotonaba mi pantalón
-Se me antojó mucho tu “ese”- me dijo, con voz coqueta. Mientras se ponía de rodillas, yo bajé mi bóxer y deje salir mi miembro, justo frente a su boca. Ella lo tomo de inmediato entre sus labios y empezó a ofrecerme una espectacular mamada, acariciando y chupando cada uno de los centímetros de mi verga, mientras yo no paraba de decirle cosas como “así, cométela, que rico amor!” Ella apretaba la cabeza de mi membro entre sus labios, con sus dientes, con su lengua. Lo metía y sacaba lentamente moviendo su cabeza hacia atras y adelante.
Tras unos minutos de deliciosa mamada, ella se levantó mientras yo me sentaba sobre el inodoro. Rápidamente subió su vestido, se puso de espaldas hacia mí, hizo a un lado su pantaleta, y se sentó sobre mi pene, despacio primero, para sentir mi dureza, y empezó a brincar sobre el, extasiada. Inicio un delicioso vaivén hacia arriba, abajo y a los lados que me mataba de placer.
Los movimientos se volvían cada vez más rápidos, bruscos, producto de nuestra cada vez más grande excitación. En uno de esos movimientos, ella se inclino hacia adelante y se recargó sobre la puerta para nivelarse, pero sin querer, movió el cerrojo de esta, y la puerta rápidamente se abrió de par en par sin que pudiéramos evitarlo. Ahí, justo frente a nosotros, recargadas en el lavamanos, un hermoso par de hembras se agasajaban de una manera increíble. Una era morena, alta, con blusa y pantalón entallados, con unos pechos increíbles y un culo delicioso y parado. La otra era pelirroja, de piel clara, sus pechos y culo eran un poco más pequeños que los de su amiga pero aun así de muy buen ver. La pelirroja se encontraba sentada sobre el lavamanos y su amiga se encontraba besando sus deliciosos pechos. En cuanto notó nuestra presencia, la pelirroja detuvo a su amiga, le dijo algo al oído y esta volteo para vernos. Y ahí estábamos nosotros, yo sentado sobre el inodoro y mi amiga con mi verga ensartada en su conchita.
Ambas sonrieron de la forma más picara posible mientras nos observaban, y eso me hizo darme cuenta: querían vernos hacerlo. Mi amiga intentó levantarse para cerrar la puerta, pero yo la tome de la cintura y empecé a meter mi miembro despacio. El movimiento de mi verga hizo que se olvidara de hacer cualquier cosa y continuamos cogiendo. Las chicas de enfrente continuaron comiéndose mutuamente, la morena puso su mano entre las piernas de la pelirroja y empezó a frotar rápidamente, y yo hice lo mismo sobre la vagina de mi amiga, busque su clítoris y frote con la punta de mis dedos haciendo que Ceci dejara escapar sonoros gemidos y suspiros que llenaron el lugar . La pelirroja se excito aun mas al ver esto, pues detuvo a la morena, se bajo el pantalón y pidió que le comiera su concha. La morena hizo lo debido y empezó a devorarse esa conchita rosada y húmeda, mientras la pelirroja acariciaba con una mano su cabello y con la otra sus tetas.
Pasaron los minutos, y por fin, después de aumentar aun más sus gemidos y suspiros, Cecilia tuvo un delicioso orgasmo. Pocos segundos después, la pelirroja se vino y se cambiaron los papeles, ahora era la concha de la morena la que estaba siendo devorada. Ella y yo hicimos contacto visual durante todo el proceso, ella me miraba mientras jadeaba más y más hasta que tuvo su propio orgasmo. Yo no podía más, levanté a Cecilia, le dije que estaba a punto de venirme y ella se puso de rodillas para mamarmela y recibir mi leche en su boca. Me levanté, Cerré los ojos unos segundos, y cuando los abrí noté ante mi propia sorpresa que la morena se encontraba arrodillaba junto a Ceci, devorándose mi verga junto a ella. Era una sensación increíble, dos mujeres comiendo, lamiendo y chupando cada milímetro, jugando cual par de gatitas hambrientas. Derramé mi leche sobre ambas, y la morena empezó a besar a Cecilia con pasión, compartiendo mis jugos.
Después de esto, la chica solo se levantó, no dijo una palabra, su amiga ya se había vestido y ambas abandonaron el lugar. Nosotros nos salimos minutos después. Yo no podía creer lo que había pasado, y me encontraba tan excitado aun que le pedí a Ceci pasara la noche en mi apartamento y continuáramos “jugando”. Así fue, pero lo que hicimos en mi casa es otra historia, quizá para otra ocasión. Al día siguiente, mientras nos encontrábamos descansando en la hamaca de mi patio, Ceci me confesó que nunca había besado a una chica, que le había encantado toda la experiencia y que esperaba volver a repetirlo.
-Contigo y una chica, o quizá solo ella y yo…- me dijo.
Aquí les dejo dos fotitos de mi amiga, una la tomé en el baño del antro después de toda la acción y otra en la hamaca al día siguiente. Chequen ese hermoso par de tetas y piernas del que les hable. Para volver loco a cualquiera.
6 comentarios - Me cogí a una amiga mientras nos observaban dos lesbianas
saludos
afortunado amigo jajja
muy erotico