Voy a contar algo que me pasó hace relativamente poco. Yo tengo 25 años y Gastón 22. Internet nos cruzó y empezamos a charlar, a conocernos…
Desde el primer día había tensión sexual… Que día a día se iba incrementando. Se nos hacía inevitable hablar de preferencias sexuales, de deseos, de fantasías, de sabores, de profundidades, de longitudes… Sin saber que me iba a dejar exhausta de tanta pija.
A veces el me contaba alguna experiencia del pasado y mi mente sola imaginaba ese momento en el que mis propias manos lo desvistan. Me resultaba inevitable pensar en él y en lo bien que lo podríamos llegar a pasar bajo las sábanas…
Unas semanas después Acordamos encontrarnos en la estación de tren. Esa noche me puse un jean negro ajustado, botas negras, camiseta ajustada negra y una campera marrón, ya que esa noche hacía mucho pero mucho frío. El pelo rojo lo llevé suelto, un poco más debajo de los hombros y en mi bolso llevaba algunas ropitas blancas para usar si se daba la ocasión.
El me estaba esperando, parecía tan nervioso y expectante como yo lo estaba. Tenía un jean oscuro, una campera negra, el pelo corto y las manos grandes… Y en la cara tenía un gesto serio, de maldad… Que me creó más curiosidad, y en esa fracción de segundo me lo imaginé agarrándome fuerte de los brazos mientras embestía su cuerpo contra el mío.
Me besó rápido en los labios y fuimos a tomar algo a algún bar. La situación me excitaba terriblemente, saber que de un momento a otro íbamos a poner nuestras horas de charla en práctica. Cuando me hablaba me miraba con esos ojos negros en los que se reflejaba la lujuria, mientras que los míos reflejaban la perversión. Ansiaba desesperadamente terminar esa cerveza para ir a algún lugar donde pudiese demostrarle lo que mis ojos le decían.
Media hora después estábamos a salvo del frío, en esa habitación de hotel parados junto a la cama… besándonos... Inconscientemente acerqué mi cuerpo al de él y pude sentir lo duro que estaba, me empujó contra la pared en ese mismo momento, y sus manos empezaron a acariciarme debajo de la remera. Ahí fue cuando lo agarré de la cara y le dije que tenía una sorpresa para él, que me espere tan duro como estaba ahora. Enseguida agarré mi bolso y me metí en el baño. Me saqué toda la ropa y ansiosamente me puse una cola less de algodón blanca, una pollerita de raso muy corta, un corpiño de algodón blanco una remera de raso de mangas cortas y saqué mis medias, Unas medias ¾ (también se les dice bucaneras) de nylon blancas, con puntilla elastizada arriba. Saqué mi cinto negro de tachas, me lo puse sobre la pollera y me faltaba el último detalle… Esos zapatitos de taco aguja, bien altos y de color negro. Guardé la vinchita blanca con la cruz roja que acompaña ese disfráz… Después de todo, él se iba a dar cuenta de qué me había vestido yo. Me miré al espejo del baño sin poder evitar excitarme, respiré profundo, agarré la manija de la puerta… La abrí y con una sonrisa en los labios fui caminando hacia la cama dónde él me estaba esperando.
Las luces de la habitación estaban bajas, el televisor encendido casi sin volumen. Mientras los ojos de él recorrían mi cuerpo, recorrí la cama hasta llegar al lado de él. Me senté y comencé a besarlo. Él me susurraba al oído que yo era su enfermera y él mi paciente. Y mientras mis manos acariciaban su pecho, pude ver como él me miraba en el espejo del techo. Mi cuerpo decía AHORA y mi mente imploraba paciencia. Sin aguantar más, metí mi mano debajo de su pantalón y empecé a tocarlo… Y pude notar como engrosaba en mis manos. Ahí fue cuando él me besaba el cuello y me decía “Mmmm que linda putita me voy a coger”… Me sacó la remera, el corpiño y me besaba las tetas… Mi debilidad. Su lengua y sus labios recorrían mis pezones una y otra vez y los gemidos fueron incontenibles, no podía más, ya estaba toda mojadita, más ahora que ya había sentido la pija que tenía para darme! Se bajó su Jean, su boxer y se sacó la remera. Me puso boca abajo, me levantó la pollerita y sentí su pija bien dura en mi colita, me la apoyaba sobre la tanguita y me decía “Mmmm se me caen gotas de leche en tu colita… ¿Te molesta putita?” y yo lo sentía, sentía todo: Su pija bien dura presionándome la cola, y la tibieza de esas gotas que caían sobre mí. Yo no podía hacer otra cosa más que gemir y decirle lo mucho que me gustaba eso, pero mi mente y mi boca tenían otras ideas… Lentamente me di vuelta, me acerqué a él y entre besos le dije que moría de ganas de chuparlo… Mi lengua recorrió su cuello, su pecho y poco a poco llegué a ese objeto que esperaba por mi boca. Sin dudarlo lo tomé con mis manos y pasé la punta de la pija por el contorno de mis labios y de mi lengua, lentamente metiéndola toda dentro mío. Me llenaba de placer esa sensación, tenerlo dentro mío y jugar con mi lengua en su pija. El entre gemidos me decía “Soy su paciente, enfermerita… Tengo un problema y usted me lo tiene que curar”, yo sonreía desde abajo y mirándolo a los ojos “No traje mis elementos, pero conozco muchas maneras de curarlo”… En ese momento su mirada se transformó y le pidió a esta putita que se pare.
Al lado de la cama comenzamos a besarnos contra la pared, él me dio vuelta y besándome la espalda, poco a poco fue bajándome la tanga sin sacarme la pollerita. Me dio vuelta y otra vez y se arrodilló a mis pies, metiendo su cabeza debajo de mi pollera. Empezó a jugar con su lengua en mi clítoris, aaaaaaaaaahhh que sensación hermosa, lo bien que me la estaba chupando. Me acuerdo que mis piernas empezaron a fallar y en un momento sentí que iba a desmayarme. No podía más, sentía que me caía, pero no quería que él pare. Grité y grité de placer mientras mi cuerpo se mecía de atrás para adelante, tratando de controlar lo incontrolable. Esa lengua en mi concha me estaba volviendo loca. Despacito volvimos a la cama y el televisor mostraba fuertes imágenes pornográficas que me excitaron aún más. El morbo de toda esa situación me nubla los recuerdos…
Como venía contándoles... El pendejo me estaba dando vuelta y todavía no me había penetrado.
Estaba obnubilada con el tamaño que había tomado su pija, tenía todas las venas marcadas y la cabeza enorme, llena de leche para mí. Comencé a acariciarla una vez más, la apretaba y lo pajeaba para que cada vez se haga más grande. Y nos paramos, me apoyé contra una esquina de la habitación y él me penetró vaginalmente desde atrás... Yo me movía y tiraba mi colita para atrás para sentirlo todo dentro mío... En segundos se sentó en el sillón y yo arriba suyo, metiéndome íntegra esa verga hinchada... No dábamos más, éramos gemidos y placer...
A la cama otra vez, él arriba mío, arremetiéndome una y otra vez, cada vez más profundo en mi conchita que pedía atención a los gritos... "Cogeme, cogeme así, con esa pija hermosa que tenés" Y cómo me cogía... Se agachó y comenzó a chuparme otra vez, con la punta de su lengua en mi clítoris, arrancándome GRITOS DE PLACER! "Seguí... Seguí pendejo que me encanta!". Las palabras salían de mis labios sin pensar... Y podía sentir su lengua lamiéndome y sus dedos penetrándome. Un dedo, dos dedos, su lengua. Demasiado placer, pero también quería una pija.
Y me deja ahí, tirada boca arriba en la cama, con la pollerita blanca puesta y las medias, y yo llena de esa humedad en mi entrepierna ... Los pezones duros como piedras... Y su pija rozándomelos... No sé como hizo (me acuerdo y me mojo toda), pero así, tocándome los pezones con su pija, ACABÉ. El sin poder creerlo me dice "Bueno putita, te dejo que descanses un minuto, porque no voy a parar de cogerte en toda la noche" A la mierda, YA quería que me la dé. YA.
Y cuando los escalofríos que me persiguen después del orgasmo se calmaron, me senté arriba de él... Me metí toda su pija adentro mientras él me lamía, besaba y chupaba las tetas. Indescriptible el placer que sentí. Cabalgarle la poronga a Gastón era algo que quería hacerle desde la primera vez que lo miré a los ojos... Y no sentí objeción de su parte, parece que los disfrutaba tanto como yo.
Me dijo que me ponga en cuatro y así lo hice. Vino atrás mío y me cogió, me cogió duro y parejo, podía sentir esa pija latir dentro mío mientras chorros y chorros salían de ella.
Así agitados y transpirados nos quedamos dormidos...
Un par de horas después me despierto y con mis piernas lo acaricio... En segundos se despierta y me pone boca abajo, apoyándome la pija en la cola, sorprendentemente tenía la pija durísima, y por lo visto tenía ganas de pasar por mi colita... Me acariciaba la conchita que ya se estaba mojando con sólo sentir su verga puerteandome la cola.
Me di vuelta mientras él se ponía el preservativo, se acostó sobre mí, penetrándome intensamente mientras le rodeaba la espalda con mis piernas... MAS FUERTE, METEMELA TODA PENDEJO!! Pero... Yo quería algo, así que le tuve que preguntar: "¿Me vas a dar la lechita? ¿Me la das en la boquita?" Acto seguido se incorporó y comenzó a cogerme por la boca hasta llegar al punto cúlmine, cuando sacó su pija calentita de mis labios y me llenó la carita de leche... "Mmmmm que rica lechita que tenés", le dije mientras me pasaba un dedo por la comisura de mis labios, arrastrando la leche hacia mi boca. Me dijo "Tomá putita, la querías, ahí la tenés"... Y a esta putita le encantó.
Pedimos el desayuno y no sé bien como fué, porque entre la calentura de ese momento, y la que tengo ahora de sólo recordar esa noche, me tilda... Pero recuerdo que cogimos otra vez, yo arriba de él, gozándola como perra saltando sobre esa pija adentro mío, mientras él me acariciaba mis sensibles tetas y rodeaba con sus dedos las durezas de mis pezones. Y una vez más, él arriba mío, cogiéndome y a la vez estimulándome el clítoris, haciendome retorcer debajo suyo.
Me retorcía de placer, temblaba, lo arañé, lo mordí... LO COGÍ.
Esa noche en el telo Gastón y yo hicimos una obra de arte...
Perdón por terminar el relato así, prometo más intensidad para la próxima, pero estoy MUY, DEMASIADO caliente.
Desde el primer día había tensión sexual… Que día a día se iba incrementando. Se nos hacía inevitable hablar de preferencias sexuales, de deseos, de fantasías, de sabores, de profundidades, de longitudes… Sin saber que me iba a dejar exhausta de tanta pija.
A veces el me contaba alguna experiencia del pasado y mi mente sola imaginaba ese momento en el que mis propias manos lo desvistan. Me resultaba inevitable pensar en él y en lo bien que lo podríamos llegar a pasar bajo las sábanas…
Unas semanas después Acordamos encontrarnos en la estación de tren. Esa noche me puse un jean negro ajustado, botas negras, camiseta ajustada negra y una campera marrón, ya que esa noche hacía mucho pero mucho frío. El pelo rojo lo llevé suelto, un poco más debajo de los hombros y en mi bolso llevaba algunas ropitas blancas para usar si se daba la ocasión.
El me estaba esperando, parecía tan nervioso y expectante como yo lo estaba. Tenía un jean oscuro, una campera negra, el pelo corto y las manos grandes… Y en la cara tenía un gesto serio, de maldad… Que me creó más curiosidad, y en esa fracción de segundo me lo imaginé agarrándome fuerte de los brazos mientras embestía su cuerpo contra el mío.
Me besó rápido en los labios y fuimos a tomar algo a algún bar. La situación me excitaba terriblemente, saber que de un momento a otro íbamos a poner nuestras horas de charla en práctica. Cuando me hablaba me miraba con esos ojos negros en los que se reflejaba la lujuria, mientras que los míos reflejaban la perversión. Ansiaba desesperadamente terminar esa cerveza para ir a algún lugar donde pudiese demostrarle lo que mis ojos le decían.
Media hora después estábamos a salvo del frío, en esa habitación de hotel parados junto a la cama… besándonos... Inconscientemente acerqué mi cuerpo al de él y pude sentir lo duro que estaba, me empujó contra la pared en ese mismo momento, y sus manos empezaron a acariciarme debajo de la remera. Ahí fue cuando lo agarré de la cara y le dije que tenía una sorpresa para él, que me espere tan duro como estaba ahora. Enseguida agarré mi bolso y me metí en el baño. Me saqué toda la ropa y ansiosamente me puse una cola less de algodón blanca, una pollerita de raso muy corta, un corpiño de algodón blanco una remera de raso de mangas cortas y saqué mis medias, Unas medias ¾ (también se les dice bucaneras) de nylon blancas, con puntilla elastizada arriba. Saqué mi cinto negro de tachas, me lo puse sobre la pollera y me faltaba el último detalle… Esos zapatitos de taco aguja, bien altos y de color negro. Guardé la vinchita blanca con la cruz roja que acompaña ese disfráz… Después de todo, él se iba a dar cuenta de qué me había vestido yo. Me miré al espejo del baño sin poder evitar excitarme, respiré profundo, agarré la manija de la puerta… La abrí y con una sonrisa en los labios fui caminando hacia la cama dónde él me estaba esperando.
Las luces de la habitación estaban bajas, el televisor encendido casi sin volumen. Mientras los ojos de él recorrían mi cuerpo, recorrí la cama hasta llegar al lado de él. Me senté y comencé a besarlo. Él me susurraba al oído que yo era su enfermera y él mi paciente. Y mientras mis manos acariciaban su pecho, pude ver como él me miraba en el espejo del techo. Mi cuerpo decía AHORA y mi mente imploraba paciencia. Sin aguantar más, metí mi mano debajo de su pantalón y empecé a tocarlo… Y pude notar como engrosaba en mis manos. Ahí fue cuando él me besaba el cuello y me decía “Mmmm que linda putita me voy a coger”… Me sacó la remera, el corpiño y me besaba las tetas… Mi debilidad. Su lengua y sus labios recorrían mis pezones una y otra vez y los gemidos fueron incontenibles, no podía más, ya estaba toda mojadita, más ahora que ya había sentido la pija que tenía para darme! Se bajó su Jean, su boxer y se sacó la remera. Me puso boca abajo, me levantó la pollerita y sentí su pija bien dura en mi colita, me la apoyaba sobre la tanguita y me decía “Mmmm se me caen gotas de leche en tu colita… ¿Te molesta putita?” y yo lo sentía, sentía todo: Su pija bien dura presionándome la cola, y la tibieza de esas gotas que caían sobre mí. Yo no podía hacer otra cosa más que gemir y decirle lo mucho que me gustaba eso, pero mi mente y mi boca tenían otras ideas… Lentamente me di vuelta, me acerqué a él y entre besos le dije que moría de ganas de chuparlo… Mi lengua recorrió su cuello, su pecho y poco a poco llegué a ese objeto que esperaba por mi boca. Sin dudarlo lo tomé con mis manos y pasé la punta de la pija por el contorno de mis labios y de mi lengua, lentamente metiéndola toda dentro mío. Me llenaba de placer esa sensación, tenerlo dentro mío y jugar con mi lengua en su pija. El entre gemidos me decía “Soy su paciente, enfermerita… Tengo un problema y usted me lo tiene que curar”, yo sonreía desde abajo y mirándolo a los ojos “No traje mis elementos, pero conozco muchas maneras de curarlo”… En ese momento su mirada se transformó y le pidió a esta putita que se pare.
Al lado de la cama comenzamos a besarnos contra la pared, él me dio vuelta y besándome la espalda, poco a poco fue bajándome la tanga sin sacarme la pollerita. Me dio vuelta y otra vez y se arrodilló a mis pies, metiendo su cabeza debajo de mi pollera. Empezó a jugar con su lengua en mi clítoris, aaaaaaaaaahhh que sensación hermosa, lo bien que me la estaba chupando. Me acuerdo que mis piernas empezaron a fallar y en un momento sentí que iba a desmayarme. No podía más, sentía que me caía, pero no quería que él pare. Grité y grité de placer mientras mi cuerpo se mecía de atrás para adelante, tratando de controlar lo incontrolable. Esa lengua en mi concha me estaba volviendo loca. Despacito volvimos a la cama y el televisor mostraba fuertes imágenes pornográficas que me excitaron aún más. El morbo de toda esa situación me nubla los recuerdos…
Como venía contándoles... El pendejo me estaba dando vuelta y todavía no me había penetrado.
Estaba obnubilada con el tamaño que había tomado su pija, tenía todas las venas marcadas y la cabeza enorme, llena de leche para mí. Comencé a acariciarla una vez más, la apretaba y lo pajeaba para que cada vez se haga más grande. Y nos paramos, me apoyé contra una esquina de la habitación y él me penetró vaginalmente desde atrás... Yo me movía y tiraba mi colita para atrás para sentirlo todo dentro mío... En segundos se sentó en el sillón y yo arriba suyo, metiéndome íntegra esa verga hinchada... No dábamos más, éramos gemidos y placer...
A la cama otra vez, él arriba mío, arremetiéndome una y otra vez, cada vez más profundo en mi conchita que pedía atención a los gritos... "Cogeme, cogeme así, con esa pija hermosa que tenés" Y cómo me cogía... Se agachó y comenzó a chuparme otra vez, con la punta de su lengua en mi clítoris, arrancándome GRITOS DE PLACER! "Seguí... Seguí pendejo que me encanta!". Las palabras salían de mis labios sin pensar... Y podía sentir su lengua lamiéndome y sus dedos penetrándome. Un dedo, dos dedos, su lengua. Demasiado placer, pero también quería una pija.
Y me deja ahí, tirada boca arriba en la cama, con la pollerita blanca puesta y las medias, y yo llena de esa humedad en mi entrepierna ... Los pezones duros como piedras... Y su pija rozándomelos... No sé como hizo (me acuerdo y me mojo toda), pero así, tocándome los pezones con su pija, ACABÉ. El sin poder creerlo me dice "Bueno putita, te dejo que descanses un minuto, porque no voy a parar de cogerte en toda la noche" A la mierda, YA quería que me la dé. YA.
Y cuando los escalofríos que me persiguen después del orgasmo se calmaron, me senté arriba de él... Me metí toda su pija adentro mientras él me lamía, besaba y chupaba las tetas. Indescriptible el placer que sentí. Cabalgarle la poronga a Gastón era algo que quería hacerle desde la primera vez que lo miré a los ojos... Y no sentí objeción de su parte, parece que los disfrutaba tanto como yo.
Me dijo que me ponga en cuatro y así lo hice. Vino atrás mío y me cogió, me cogió duro y parejo, podía sentir esa pija latir dentro mío mientras chorros y chorros salían de ella.
Así agitados y transpirados nos quedamos dormidos...
Un par de horas después me despierto y con mis piernas lo acaricio... En segundos se despierta y me pone boca abajo, apoyándome la pija en la cola, sorprendentemente tenía la pija durísima, y por lo visto tenía ganas de pasar por mi colita... Me acariciaba la conchita que ya se estaba mojando con sólo sentir su verga puerteandome la cola.
Me di vuelta mientras él se ponía el preservativo, se acostó sobre mí, penetrándome intensamente mientras le rodeaba la espalda con mis piernas... MAS FUERTE, METEMELA TODA PENDEJO!! Pero... Yo quería algo, así que le tuve que preguntar: "¿Me vas a dar la lechita? ¿Me la das en la boquita?" Acto seguido se incorporó y comenzó a cogerme por la boca hasta llegar al punto cúlmine, cuando sacó su pija calentita de mis labios y me llenó la carita de leche... "Mmmmm que rica lechita que tenés", le dije mientras me pasaba un dedo por la comisura de mis labios, arrastrando la leche hacia mi boca. Me dijo "Tomá putita, la querías, ahí la tenés"... Y a esta putita le encantó.
Pedimos el desayuno y no sé bien como fué, porque entre la calentura de ese momento, y la que tengo ahora de sólo recordar esa noche, me tilda... Pero recuerdo que cogimos otra vez, yo arriba de él, gozándola como perra saltando sobre esa pija adentro mío, mientras él me acariciaba mis sensibles tetas y rodeaba con sus dedos las durezas de mis pezones. Y una vez más, él arriba mío, cogiéndome y a la vez estimulándome el clítoris, haciendome retorcer debajo suyo.
Me retorcía de placer, temblaba, lo arañé, lo mordí... LO COGÍ.
Esa noche en el telo Gastón y yo hicimos una obra de arte...
Perdón por terminar el relato así, prometo más intensidad para la próxima, pero estoy MUY, DEMASIADO caliente.
11 comentarios - Pendejo.
Mmmm para mi es incontrolable, más si me tratan de putita.
Siempre.
y muy linda la fotito.. 😉
recomendacion y puntitos.
te seguimos! espero mas relatos con mas fotitos!!
Saludos!
Mmmm gracias divino.
Saludos.
Gracias!!!