Ya se habían cumplido 7 meses desde que me puse de novia con Esteban y en un par de meses llegaría mi cumpleaños número 21. Me sentía bien conmigo misma, pensé que iba a engordar porque antes tenía esa tendencia, no llegaba a ser rolliza pero si algo corpulenta, en cambio ahora mi cuerpo está mucho más estilizado, tengo las tetas bien firmes, redondas y paraditas y la cadera con delicadas curvas, nunca me interesó mucho mi apariencia física pero me sorprendí a mi misma al descubrir el cuerpo que pude llegar a tener. Mi novio es un chico alto que tiene un año más que yo, hace bastante deporte por lo que tiene un cuerpo fibroso y firme, pero lo que más me gusta de él es su forma de ser, tan simpático y divertido siempre. A veces voy a su casa y me quedo a dormir con él, como tiene su propio departamento, podemos hacer lo que queremos y nadie nos molesta, pero hay otros días en los que se junta con algunos de sus amigos y por lo general no me deja ir, aunque ya conozco a varios de estos amigos. Una noche me dio “permiso” para ir a su departamento a pesar de que sus amigos también irían, esto fue porque yo no quería quedarme sola en mi casa toda la noche así que después de una breve charla accedió.
Me vestí de forma casual, pantalón de jean color celeste, que ya estaba casi blanco por tanto uso, y una simple remera con estampado y me fui a la casa de Esteban. Cuando llegué él me esperaba junto con sus amigos, yo conocía a dos, Mauro, el más bajo de los tres, de pelo negro y con una barba de unos días y César que es un poco rechoncho, sin llegar a ser gordito y tiene el pelo castaño, como el de mi novio. Al tercero no lo conocía, se trataba de un rubio alto como Esteban y con ojos celestes, me pareció muy lindo chico, me lo presentaron como Juan Carlos, pero él me pidió que solo lo llame Juan. Me presenté como Lorena pero le dije que podía decirme Lore o Loli.
Nos pusimos a charlar, todos parecían muy simpáticos y al parecer ellos pensaban lo mismo de mí. Esteban destapó algunas cervezas y yo me paré a buscar unos vasos, cuando los estaba enjuagando mi novio se me acercó y me agarró fuerte una nalga diciéndome “Te queda muy bien este pantalón, está bien ajustado” yo sonreí sin saber muy bien que decir, a él no le importó que sus amigos viesen la escena. Volví a sentarme, estábamos en el living aprovechando los sillones nuevos que había adquirido Esteban, eran muy cómodos y de color rojo oscuro. Mauro y César estaban uno en cada sillón individual, a los lados y yo estaba sentada en el centro en medio de Juan y mi novio.
- Tenés una novia muy linda – felicitó Juan a Esteban, yo me puse colorada y se me escapó una sonrisa.
- En eso tenés razón, siempre le digo lo linda que está – contestó él mientras me acariciaba una pierna – y además de ser linda me “atiende” muy bien – dijo con una risita picarona y al decir esto pasó sus dedos por mi entrepierna presionando firmemente, a pesar de tener el jean puesto lo sentí sobre los labios de mi vagina, lo hizo de forma rápida así que no se si alguno lo notó.
- Jaja, la vas a hacer poner colorada – dijo Mauro, creo que se refería al comentario.
- Yo no me ofendo por esas cosas, si fuese así no podría estar con este degenerado – dije sonriendo y señalando a mi novio con el pulgar.
- Se ve que te conoce bien – acotó Juan.
- ¿Me dice degenerado a mi? – dijo Esteban haciéndose el ofendido – vení, parate acá – con un leve tirón de brazo me indicó que me ponga de pié frente a él, me hizo dar media vuelta, entonces quedé con su cabeza a la altura de mi estómago y dándole la espalda a César y Mauro – este culito no lo hizo estando sentada – agregó mientras me agarraba las nalgas con ambas manos y apretaba con fuerza. Sentía sus dedos en la raya de mi cola.
- Eso depende, ¿sentada en qué? – le pregunté atrevidamente, sus amigos comenzaron a reírse.
- Loli, te queda muy bien ese pantalón – dijo César.
- Puede ser, pero tiene su precio – dije – ajusta un montón, a veces ni sé porque lo sigo usando.
- Porque te marca bien la cola – dijo Esteban mientras levantaba mis nalgas y las amasaba – si te aprieta mucho desabróchalo – no me dio tiempo a responderle, él mismo desprendió el botón de adelante y bajó el cierre, dejando a la vista la marca que había dejado el pantalón en mi piel y además parte de mi bombacha rosada, que era de esas bastante transparentes, sin muchos detalles – que no te dé vergüenza, estamos en confianza.
- Pffff, ¿éstos me van a dar vergüenza a mí? – dije humillando a sus amigos a modo de broma.
Tomé asiento sin volver a prender mi pantalón, inevitablemente todos miraron cómo había quedado marcado mi vientre con la presión del jean.
- Te quedó muy colorado, ¿no te duele? – preguntó Mauro.
- Si un poco, pero ahora ya más bien es un alivio, porque ya no aprieta más – contesté echándome más en el sofá, lleve mi cola casi al borde y mi espalda contra el respaldar separando un poco las piernas. Me quité las zapatillas para sentirme más cómoda.
- Es cierto, se te marcó mucho – dijo Juan pasando su mano por las marcas en mi piel, me sorprendió un poco el atrevimiento pero a Esteban no pareció importarle así que yo también le resté importancia.
Trajeron más cervezas y continuamos tomando y charlando de cosas graciosas. Nos reíamos mucho.
- Loli, ¿tenés alguna amiga que esté buena para presentar? – preguntó César de pronto.
- Sí, tengo una que está muy buena – me sentía un tanto picarona – por eso me la reservo solo para mí – todos comenzaron a reírse.
- Esa ya sería la última – dijo Esteban – que además de cornudo, sea por culpa de una mina, me imagino que será en joda.
- Ah, no sé. Eso lo dejo a tu propio criterio – él comenzó a reírse y el resto hizo lo mismo. Me levanté a buscar otra cerveza, en eso mi novio me agarra una nalga.
- Al menos sé que yo soy el dueño de este culo.
- ¿Perdón? – pregunté siguiendo camino – acá la única dueña del culo soy yo y yo elijo quién lo toca o hace lo que quiere con él – pasé caminando cerca de César que me seguía con la mirada – si yo a él lo dejo tocar ¿qué problema hay? – le di la espalda al amigo de mi novio indicándole que podía tocar, él no se hizo esperar, alargó su mano en forma de garra y me atrapó una nalga con fuerza, subió con sus dedos por toda la raya de mi cola, con eso se pasó un poco pero no quería mostrar debilidad, así que no dije nada y seguí caminando hasta la heladera, cuando regresé pasé por delante de Juan.
- ¿Nosotros también podemos tantear? – preguntó refiriéndose a él y a Mauro.
- Si, ¿por qué no? – dije mirando a Esteban desafiante, él solo sonreía, Mauro se puso de pié y al unísono ambos me agarraron la cola, uno cada nalga, yo la mantenía firme y levantada – Para que aprendas que no sos dueño de nada – le dije a mi novio volviendo a sentarme.
- Si que soy dueño de algo, a esto lo compré yo – se refería al corpiño que tenía puesto – así que devolvelo, ya veré a quién se lo doy – me levantó la parte de atrás de la remera y me lo desprendió con facilidad, me lo quitó y mis tetas cayeron un poco, sabía que lo hacía como broma y no como venganza, cuando acomodó mi remera se me notaban bastante lo pezones, él dejó el corpiño a su lado y me miró expectante.
- Está bien, a ver donde encontrás otra que las tenga así – dije agarrándome las tetas con ambas manos, no eran gigantes pero si tenían buen tamaño.
- Tenés una marca ahí – dijo Mauro, que seguía de pié frente a mí y podía ver dentro de mi escote.
- Si, este zarpado me la hizo – bajé un poco el cuello de mi remera y les mostré buena parte de mi teta izquierda donde casi llegando al pezón, podía verse una marca violácea, era un chupón que me había hecho mi novio hacía unos días – además, como si fuera poco – me puse de pié y di media vuelta, bajé un poco mi pantalón, mostrándoles más de la mitad de mi cola junto con la bombacha que se me metía en la raya – también me dejó toda marcada y arañada ahí – era cierto, tenía marcas en la cola que Esteban había hecho en un momento de calentura – él se cree que magullando a mina, ésta se va a calentar más.
- Es que yo lo entiendo, la verdad provoca morderlo – aclaró Mauro volviendo a agarrar mi cola con una mano.
- Puede ser, pero si me tratase con algo de suavidad de vez en cuando – agregué.
- ¿Cómo? ¿Así? – preguntó Esteban al mismo tiempo que metía su mano dentro del pantalón llegando hasta mi entrepierna, comenzó a frotarme la vagina por arriba de la bombacha sin ningún tipo de pudor, me masajeaba el clítoris en círculo y me masajeaba los labios
- No, no, pará que me la vas a mojar toda – le supliqué, y ciertamente, sentía como mi concha se iba humedeciendo. Él comenzó a bajarme el jean, Mauro y Juan lo ayudaron – no, paren ¿Qué hacen?
- ¿No era que no te daban vergüenza estos? – mi novio me recordaba mis propias palabras mientras terminaban de quitarme por completo el pantalón dejándome solo en bombacha.
- Decí que me depilé hoy, sino se me notarían todos los canutos – dije refiriéndome a que mi ropa interior era transparente y dejaba ver casi a la perfección la zona donde debería haber pelitos, pero tapaba mejor abajo, donde se encontraba mi vagina, ahí solo se marcaba un poco la silueta de mis labios bajo la tela. Mauro aprovechó para tocarme otra vez la cola solo que en esta ocasión pasó sus dedos por entre los labios de mi concha.
- ¿Podés traer otra cerveza? – me pidió Esteban, accedí y mientras iba hasta la cocina ellos aprovecharon para mirarme la cola, ni siquiera tuve que darme vuelta para saberlo, era algo obvio. Cuando regresé vi a Mauro sentado en mi lugar del sofá.
- Me sacaste el lugar – le reproché dejando la cerveza en la mesa.
- Te quedó mi lugar – dijo señalándome el sillón vacío.
- No, dejá, me voy a sentar acá, con mi amigo César, que fue el único que no se aprovechó de mi – diciendo esto me senté en la falda del chico el cual abrió grande los ojos y miró a Esteban, como éste sólo le mostraba una sonrisa cómplice, se tranquilizó.
- Ese fue un error – dijo Juan – él es el más degenerado de los cuatro. Yo sentía el bulto bajo mi cola.
- No es que sea degenerado – se defendió César – pero decime si estos timbres no te incitan a apretarlos – dijo refiriéndose a mis pezones que se marcaban bajo la remera, levantó una mano y mi pellizcó uno, yo me estremecí un poco.
Me senté a lo ancho del sillón, quedando con la espalda contra un apoya brazos y con las piernas sobre el otro, y por supuesto, con César debajo de mí. Todos seguían hablando, yo era el principal tema de conversación y mi novio les contaba cómo nos habíamos conocido, mientras tanto el chico sobre el q estaba sentada aprovechaba para acariciarme las piernas y subió su mano hasta mi vagina, comenzó a darle suaves masajes por arriba de la bombacha, yo no le dije nada. Los otros no podían ver lo que ocurría puesto que yo les estaba dando la espalda. Yo sentía mi sexo caliente y viscoso.
Me puse de pié para poner música, todos se levantaron para estirar un poco las piernas o para buscar más cerveza o algo para picar. Me acerqué a la computadora de Esteban y fui agregando canciones al reproductor, como estaba de pie algo inclinada hacia adelante, Mauro y Juan aprovecharon, se me acercaron y pusieron sus manos en mi cola, como no les dije nada pasaron sus dedos por arriba de mi vagina mientras me sugerían canciones.
Cuando me acerqué a Esteban éste me abrazó y me puso de espaldas a él y comenzó a frotarme la vagina.
- Que calentito está esto – dijo refiriéndose a mi sexo.
- Y si tus amigos se aprovechan y me mandan mano – me defendí.
- Se ve que eso mucho no te molesta – agregó él metiendo su mano dentro de mi bombacha y tocando directamente mi concha, acto seguido agarró mi bombacha y comenzó a bajármela.
- Hey, vos deberías defenderme, no ponerte de parte de ellos – me quejé mientras mi conchita rosada quedaba a la vista de todos los presentes.
- Yo solo quiero que vean cómo se te moja – me metió dos dedos en la concha y los movió un poco, cuando los sacó estaban impregnados de una sustancia viscosa y transparente.
No se hizo demorar el primer manotazo que vino por parte de Juan, él no metió sus dedos pero si pudo sentir la humedad de mis labios vaginales. Cuando él se apartó luego de pocos segundos, Mauro que pasaba de forma casual por detrás de mí, también aprovechó para tocarme la cola y éste sí metió uno de sus dedos en mi concha lo más adentro que pudo, hizo que me pusiera en puntas de pié. No me sentía incómoda, al contrario, la cerveza se me había subido un poco a la cabeza y todo me parecía de lo más lindo. Rodeé el cuello de Esteban con mis brazos y le di un cariñoso beso, al mismo tiempo César también hacía su tanteo vaginal, jugando con mis labios. Bajé una de mis manos y moviéndola rápido hacia atrás, sin mirar, agarré el bulto de César por arriba de su pantalón, se lo apreté y noté que se le estaba poniendo dura, sólo lo toqué unos pocos segundos, luego fui hasta la heladera a buscar más cerveza, por suerte había muchas latas y botellas, tomé una de esas botellas chicas para mí y comencé a tomarla a pico, ellos se quedaron mirando como mis labios apretaban la boca de la botella.
- Las cosas que debe hacer con esa boca – acotó Juan.
- Hace muy buenos petes – agregó mi novio – se la traga entera.
- Conmigo no podría hacer eso – dijo Juan entre risas.
- ¿Por qué? – pregunté yo ingenuamente.
- Lo que pasa es que el pibe viene bien equipado – me dijo Esteban señalando el bulto de su amigo.
- Ah, mirá vos. Pero yo siempre me las ingenio.
- Para esta vas a necesitar algo más que ingenio – dijo Juan.
- No te agrandes – me fui acercando a él, mientras caminaba todos me miraban la concha, cuando estuve cerca de él giré mi mano dejando mi palma hacia adelante y le agarré el bulto, era cierto, si venía bien equipado, pero tampoco me pareció algo gigante – vas a ver que si puedo.
Le pasé la botellita de cerveza y le bajé el cierre, sin quitarle el pantalón saqué su verga, era de buen tamaño, tenía la piel seca y bien suave, empecé a mover mi mano de atrás para adelante haciendo que se le pare de a poco. Me arrodillé delante de él, estaba muy alegrona y no me importó nada, abrí grande la boca y me metí la verga, al principio solo la punta, la fui humedeciendo con mi lengua y de a poco comencé a tragarla, notaba como se le iba poniendo más y más dura, pero no me importaba porque me estaba entrando bien en la boca. Retrocedí un poco y volví a tragarme un buen pedazo, ya tenía media verga en mi boca y con cuidado me iba comiendo el resto, a pesar de mi corta edad ya tenía bastante experiencia en petes, me había comido muchas vergas. Hacía un par de semanas se la había chupado a un profesor de mi facultad porque me había atrasado en un trabajo muy importante, de esa forma gané tiempo para presentarlo, no le había dicho nada a mi novio sobre ese tema. Para colmo el tipo era un viejo verde que me acabó en la boca y no me pude quejar.
A medida que me iba tragando entera la verga de Juan, éste presionaba mi cabeza ayudándome en la tarea, cuando sentí que llegué hasta el final, la mantuve en mi boca unos segundos moviendo como podía la lengua, luego me la saqué y me puse de pie.
- Te dije que iba a poder – le dije desafiante quitándole mi botella de cerveza, él me contestó con una sonrisa.
- Tiene talento la chica – dijo César, le sonreí.
Caminé de regreso al sofá y me senté en el centro, me siguieron mi novio y Juan, que se sentaron uno a cada lado. Me felicitaban por lo que había hecho y cada uno me acariciaba una pierna, al cabo de unos minutos me di cuenta que ambos llevaban una pierna para su lado, separándomelas, y yo me iba sentando cada vez más adelante en el sillón llegando a tener mi cola ya en el borde y la espalda apoyada entre el respaldar y el asiento. Sus manos comenzaron a buscar mi concha, sentí sus dedos jugueteando con ella mientras mantenían mis piernas bien abiertas, con una mano tomé la verga aún dura de Juan y éste me metió dos dedos en la concha y comenzó a moverlos.
- Qué abierta que la tenés – dijo Juan refiriéndose a mi concha.
- Será de tantas veces que se la metieron – dijo Esteban – el culo también lo tiene bien abierto – al decir esto llevó sus dedos al agujero de mi culo, los tenía húmedos gracias a mis fluidos vaginales. Sin pedir permiso comenzó a meterme un dedo, entró con bastante facilidad así que me metió un segundo dedo. Mientras tanto yo lo pajeaba al rubio a mi izquierda y le tocaba el bulto a mi novio, a la derecha. Ambos me metían y sacaban sus dedos de mis agujeros con velocidad. Vi a Mauro de pié delante de mí y noté que la tenía parada adentro de su pantalón.
- ¿Y vos también venís bien equipado? – le pregunté, él no me contestó, sólo sonrió y se bajó un poco el pantalón, pude ver su pene parado, no era tan grande como el de Juan, pero estaba muy bien.
- ¿Y a esta por dónde lo querés probar? – me preguntó al fin.
- A mí me gusta probarlas por la cola.
A él le agradó mi respuesta, se acercó a mí agachándose un poco, mi novio retiró los dedos y Mauro apuntó derecho al agujero de mi culo. Sentí una leve presión cuando comenzó a meterla, pero una vez que pasó la cabeza, ya el resto se metió solo. Mientras Juan y Esteban me mantenían las piernas bien abiertas y me tocaban la concha, éste muchacho me la daba por el culo, como él no estaba en una posición muy cómoda, su verga no me entraba completa, pero si se movía con rapidez. Me estaba haciendo gozar mucho y cada vez me calentaba más. De repente él se detuvo y me la sacó.
- Paro porque no te quiero llenar el culo de leche – me dijo.
- Que considerado, gracias. Ya me dolía la espalda de estar así – de a poco me fui sentando bien, pero Esteban me agarró de la cintura con un brazo y me hizo sentar sobre él, más bien, sobre su verga, la cual se me metió fácilmente en el culo – ahhhh, a esta ya la conozco bien – dije mientras movía mis caderas disfrutando de su miembro erecto. Él metió sus manos por debajo de mi remera y me agarró las tetas, a continuación me quitó la poca ropa que me quedaba dejándome completamente desnuda.
No me quedé a disfrutar de su trozo, me puse de pié diciendo que quería más cerveza, ellos tomaban tanto o más que yo, todos estábamos algo borrachos y creo que teníamos ganas de estarlo más aún. Mientras abría una latita Juan me tomó de la cintura con sus grandes manos, con firmeza hizo q levante mi cola e incline mi torso hacia adelante, sentí su gran verga abriéndome más el culo, yo quedaba diminuta ante él, me sacudía con fuerza y sentía un placer tremendo en mi ano. Me dejó en libertad luego de unos segundos, caminé directo hasta el sillón en el que estaba sentado César y me paré de espaldas a él agachándome un poco y mostrándole mi culito.
- Me falta probar la tuya nada más – le dije y él enseguida se puso de pié, se bajó el pantalón y me ensartó con facilidad. Vi a Mauro masturbándose con ganas, como él se dio cuenta que lo miraba se acercó a mí.
- ¿Querés tomar la leche? – me preguntó poniendo su verga a pocos centímetros de mi boca. Ni le contesté, empecé a chupársela con fuerza mientras su amigo me seguía taladrando el culo. Su leche empezó a llenarme la boca y me la tomé como buena niña. Me pareció muy rica, una de las más ricas que había probado.
Esteban se acercó a mí y le pidió permiso a César, cambiaron de lugar, ahora era mi novio quién me culeaba y yo con las piernas separadas y bien estiradas, me sostenía apoyando las manos sobre mis rodillas. Juan se paró delante de mí y me metió la verga en la boca, yo no necesitaba agarrarla, él solo se encargaba de meterla y sacarla. Con una mano comencé a frotarme el clítoris, estaba muy acelerada y súper caliente, pero así y todo hice a un lado a esos dos machos en celo y me fui caminando hasta el cuarto de Esteban, me tendí boca arriba en la cama, separando las piernas y en cuanto vi que los cuatro me habían seguido, abrí mi concha con los dedos, ofreciéndoselas. El primero en acercarse fue Juan quien se arrodilló sobre el colchón, tomó mis piernas, se acomodó y empezó a metérmela por la concha tirándose sobre mí, sentía su verga bien adentro y ya no controlaba el volumen de mis gemidos. Vi a César a mi derecha con su miembro en la mano, supe que quería de inmediato, abrí la boca y él me lo metió ahí. Mientras más rápido me cogía el rubio, más rápido se la chupaba al otro. Alguien agarró mi mano izquierda y la puso sobre su pene, cuando volteé vi que se trataba de Mauro, a él también se la empecé a chupar mientras intentaba pajearlo a César. Me sentía en el cielo de la lujuria, tenía tres vergas para mí en ese momento y una cuarta aguardando su turno.
Cambiamos de posiciones, ahora Mauro se puso boca arriba en la cama y yo rápidamente me monté sobre él poniendo las manos en su pecho, comencé a saltar con fuerza castigando mi concha, mi novio apareció detrás de mí y apuntó su verga a mi culo, el cual cedió fácilmente, era la primer vez que experimentaba una doble penetración y me parecía lo máximo, sumamente excitante, busqué con mis manos las vergas de los otros dos y empecé a chupárselas un rato a cada uno mientras me la metían por todos lados. Al poco rato un contundente chorro de leche saltó de la verga de Juan y me cayó sobre la cara, me dibujó una línea en diagonal q comenzaba en mi frente y terminaba sobre mi barbilla pasando por arriba de mis labios, los cuales lamí con mi lengua y me comí el semen que había en ellos. Seguí mamando su verga cuando sentí un líquido caliente llenándome el culo, era mi novio acabándome adentro. Me dejó el culo chorreando leche y César, sin darle importancia a esto, tomó su lugar y me la metió por atrás, cada vez entraba con más facilidad pero igual sentía el roce de su verga por dentro. Chupé los restos de semen de la verga de mi novio que nunca llegó a quedar flácida, sino al contrario, se puso dura otra vez. A Juan le tomó unos minutos recuperarse. Le pedía César q se apartara y me tendí nuevamente en la cama, mirando hacia el techo, dejé mi cabeza colgando del borde tirada hacia atrás, así que ahora veía todo de cabeza. César volvió a metérmela pero por la concha y Mauro se puso de pié delante de mi cabeza y acercó su verga, me gustaba chuparla de esta forma, así podía sentir como se hundía casi hasta mi garganta. Esteban y Juan se pusieron a chuparme una teta cada uno, me las mordían y apretaban, pero sin llegar a hacerme daño. El que sí me lastimaba un poco era César que me cogía con mucha fuerza, pero no me importó, yo quería que me den bien duro. Comencé a tener un orgasmo, me saqué la verga de la boca porque me estaba costando respirar. Me gustaba mucho todos los toqueteos y penetraciones que me estaban haciendo, otro orgasmo siguió al anterior y me estremecía sobre la cama, de repente sentí como su me fuese a hacer pis, estuve a punto de decirle a César q se detuviera pero emití un fuerte gemido que me impidió hablar, sentí un chorro salir por mi concha salpicando toda la cama, la verga seguía entrando y saliendo, eso hacía que suelte aún más líquido, que no era orina sino mis propios fluidos vaginales, saltaban para todos lados y me temblaban las piernas, gemía fuerte y cuando ya termino de saltar líquido fuera de mi concha, César largó lo suyo bien adentro, llenándome las entrañas de leche.
Me puse en cuatro sobre la cama y uno a uno fueron pasando por mi culo, metiéndomela con mucha fuerza, yo lo sentía abierto y gozaba mucho con la sensación de succión que me provocaban, era como si todo mi cuerpo quisiera escaparse por ahí y mi culo rechazaba la verga que entraba, intentando forzarla a salir, pero era inútil, ésta se metía más adentro aún, esto me producía muchísimo placer. Ya tenía la cabeza apoyada en la almohada para estar más cómoda, como se iban turnando ellos no se cansaban y me sorprendí a mi misma al notar que yo tampoco me sentía agotada, sino todo lo contrario, quería verga. Después de un rato me dijeron que ya tenía el culo rojo y me dejaron descansarlo un poco, me acosté boca arriba y mi novio me empezó a chupar la concha, los otros se pusieron a mis lados pajeándose y empezaron a tirar leche sobre mí. Caía en mi cara, sobre mis tetas, mi panza, también dentro de mi boca.
Durante el transcurso de la noche siguieron cogiéndome, sólo parábamos un rato de vez en cuando para recuperar el aliento, tuve muchas dobles penetraciones, todos entraron por todos mis agujeros, a veces cuando me montaba a uno solo alguien traía cervezas y me ponía a tomar mientras tenía verga bien metida en la concha.
Todos agradecieron a Esteban el haber conseguido una novia tan puta y que la compartiera con todos.
Eso es todo por ahora. Espero que les haya gustado. Hasta el próximo post.
Me vestí de forma casual, pantalón de jean color celeste, que ya estaba casi blanco por tanto uso, y una simple remera con estampado y me fui a la casa de Esteban. Cuando llegué él me esperaba junto con sus amigos, yo conocía a dos, Mauro, el más bajo de los tres, de pelo negro y con una barba de unos días y César que es un poco rechoncho, sin llegar a ser gordito y tiene el pelo castaño, como el de mi novio. Al tercero no lo conocía, se trataba de un rubio alto como Esteban y con ojos celestes, me pareció muy lindo chico, me lo presentaron como Juan Carlos, pero él me pidió que solo lo llame Juan. Me presenté como Lorena pero le dije que podía decirme Lore o Loli.
Nos pusimos a charlar, todos parecían muy simpáticos y al parecer ellos pensaban lo mismo de mí. Esteban destapó algunas cervezas y yo me paré a buscar unos vasos, cuando los estaba enjuagando mi novio se me acercó y me agarró fuerte una nalga diciéndome “Te queda muy bien este pantalón, está bien ajustado” yo sonreí sin saber muy bien que decir, a él no le importó que sus amigos viesen la escena. Volví a sentarme, estábamos en el living aprovechando los sillones nuevos que había adquirido Esteban, eran muy cómodos y de color rojo oscuro. Mauro y César estaban uno en cada sillón individual, a los lados y yo estaba sentada en el centro en medio de Juan y mi novio.
- Tenés una novia muy linda – felicitó Juan a Esteban, yo me puse colorada y se me escapó una sonrisa.
- En eso tenés razón, siempre le digo lo linda que está – contestó él mientras me acariciaba una pierna – y además de ser linda me “atiende” muy bien – dijo con una risita picarona y al decir esto pasó sus dedos por mi entrepierna presionando firmemente, a pesar de tener el jean puesto lo sentí sobre los labios de mi vagina, lo hizo de forma rápida así que no se si alguno lo notó.
- Jaja, la vas a hacer poner colorada – dijo Mauro, creo que se refería al comentario.
- Yo no me ofendo por esas cosas, si fuese así no podría estar con este degenerado – dije sonriendo y señalando a mi novio con el pulgar.
- Se ve que te conoce bien – acotó Juan.
- ¿Me dice degenerado a mi? – dijo Esteban haciéndose el ofendido – vení, parate acá – con un leve tirón de brazo me indicó que me ponga de pié frente a él, me hizo dar media vuelta, entonces quedé con su cabeza a la altura de mi estómago y dándole la espalda a César y Mauro – este culito no lo hizo estando sentada – agregó mientras me agarraba las nalgas con ambas manos y apretaba con fuerza. Sentía sus dedos en la raya de mi cola.
- Eso depende, ¿sentada en qué? – le pregunté atrevidamente, sus amigos comenzaron a reírse.
- Loli, te queda muy bien ese pantalón – dijo César.
- Puede ser, pero tiene su precio – dije – ajusta un montón, a veces ni sé porque lo sigo usando.
- Porque te marca bien la cola – dijo Esteban mientras levantaba mis nalgas y las amasaba – si te aprieta mucho desabróchalo – no me dio tiempo a responderle, él mismo desprendió el botón de adelante y bajó el cierre, dejando a la vista la marca que había dejado el pantalón en mi piel y además parte de mi bombacha rosada, que era de esas bastante transparentes, sin muchos detalles – que no te dé vergüenza, estamos en confianza.
- Pffff, ¿éstos me van a dar vergüenza a mí? – dije humillando a sus amigos a modo de broma.
Tomé asiento sin volver a prender mi pantalón, inevitablemente todos miraron cómo había quedado marcado mi vientre con la presión del jean.
- Te quedó muy colorado, ¿no te duele? – preguntó Mauro.
- Si un poco, pero ahora ya más bien es un alivio, porque ya no aprieta más – contesté echándome más en el sofá, lleve mi cola casi al borde y mi espalda contra el respaldar separando un poco las piernas. Me quité las zapatillas para sentirme más cómoda.
- Es cierto, se te marcó mucho – dijo Juan pasando su mano por las marcas en mi piel, me sorprendió un poco el atrevimiento pero a Esteban no pareció importarle así que yo también le resté importancia.
Trajeron más cervezas y continuamos tomando y charlando de cosas graciosas. Nos reíamos mucho.
- Loli, ¿tenés alguna amiga que esté buena para presentar? – preguntó César de pronto.
- Sí, tengo una que está muy buena – me sentía un tanto picarona – por eso me la reservo solo para mí – todos comenzaron a reírse.
- Esa ya sería la última – dijo Esteban – que además de cornudo, sea por culpa de una mina, me imagino que será en joda.
- Ah, no sé. Eso lo dejo a tu propio criterio – él comenzó a reírse y el resto hizo lo mismo. Me levanté a buscar otra cerveza, en eso mi novio me agarra una nalga.
- Al menos sé que yo soy el dueño de este culo.
- ¿Perdón? – pregunté siguiendo camino – acá la única dueña del culo soy yo y yo elijo quién lo toca o hace lo que quiere con él – pasé caminando cerca de César que me seguía con la mirada – si yo a él lo dejo tocar ¿qué problema hay? – le di la espalda al amigo de mi novio indicándole que podía tocar, él no se hizo esperar, alargó su mano en forma de garra y me atrapó una nalga con fuerza, subió con sus dedos por toda la raya de mi cola, con eso se pasó un poco pero no quería mostrar debilidad, así que no dije nada y seguí caminando hasta la heladera, cuando regresé pasé por delante de Juan.
- ¿Nosotros también podemos tantear? – preguntó refiriéndose a él y a Mauro.
- Si, ¿por qué no? – dije mirando a Esteban desafiante, él solo sonreía, Mauro se puso de pié y al unísono ambos me agarraron la cola, uno cada nalga, yo la mantenía firme y levantada – Para que aprendas que no sos dueño de nada – le dije a mi novio volviendo a sentarme.
- Si que soy dueño de algo, a esto lo compré yo – se refería al corpiño que tenía puesto – así que devolvelo, ya veré a quién se lo doy – me levantó la parte de atrás de la remera y me lo desprendió con facilidad, me lo quitó y mis tetas cayeron un poco, sabía que lo hacía como broma y no como venganza, cuando acomodó mi remera se me notaban bastante lo pezones, él dejó el corpiño a su lado y me miró expectante.
- Está bien, a ver donde encontrás otra que las tenga así – dije agarrándome las tetas con ambas manos, no eran gigantes pero si tenían buen tamaño.
- Tenés una marca ahí – dijo Mauro, que seguía de pié frente a mí y podía ver dentro de mi escote.
- Si, este zarpado me la hizo – bajé un poco el cuello de mi remera y les mostré buena parte de mi teta izquierda donde casi llegando al pezón, podía verse una marca violácea, era un chupón que me había hecho mi novio hacía unos días – además, como si fuera poco – me puse de pié y di media vuelta, bajé un poco mi pantalón, mostrándoles más de la mitad de mi cola junto con la bombacha que se me metía en la raya – también me dejó toda marcada y arañada ahí – era cierto, tenía marcas en la cola que Esteban había hecho en un momento de calentura – él se cree que magullando a mina, ésta se va a calentar más.
- Es que yo lo entiendo, la verdad provoca morderlo – aclaró Mauro volviendo a agarrar mi cola con una mano.
- Puede ser, pero si me tratase con algo de suavidad de vez en cuando – agregué.
- ¿Cómo? ¿Así? – preguntó Esteban al mismo tiempo que metía su mano dentro del pantalón llegando hasta mi entrepierna, comenzó a frotarme la vagina por arriba de la bombacha sin ningún tipo de pudor, me masajeaba el clítoris en círculo y me masajeaba los labios
- No, no, pará que me la vas a mojar toda – le supliqué, y ciertamente, sentía como mi concha se iba humedeciendo. Él comenzó a bajarme el jean, Mauro y Juan lo ayudaron – no, paren ¿Qué hacen?
- ¿No era que no te daban vergüenza estos? – mi novio me recordaba mis propias palabras mientras terminaban de quitarme por completo el pantalón dejándome solo en bombacha.
- Decí que me depilé hoy, sino se me notarían todos los canutos – dije refiriéndome a que mi ropa interior era transparente y dejaba ver casi a la perfección la zona donde debería haber pelitos, pero tapaba mejor abajo, donde se encontraba mi vagina, ahí solo se marcaba un poco la silueta de mis labios bajo la tela. Mauro aprovechó para tocarme otra vez la cola solo que en esta ocasión pasó sus dedos por entre los labios de mi concha.
- ¿Podés traer otra cerveza? – me pidió Esteban, accedí y mientras iba hasta la cocina ellos aprovecharon para mirarme la cola, ni siquiera tuve que darme vuelta para saberlo, era algo obvio. Cuando regresé vi a Mauro sentado en mi lugar del sofá.
- Me sacaste el lugar – le reproché dejando la cerveza en la mesa.
- Te quedó mi lugar – dijo señalándome el sillón vacío.
- No, dejá, me voy a sentar acá, con mi amigo César, que fue el único que no se aprovechó de mi – diciendo esto me senté en la falda del chico el cual abrió grande los ojos y miró a Esteban, como éste sólo le mostraba una sonrisa cómplice, se tranquilizó.
- Ese fue un error – dijo Juan – él es el más degenerado de los cuatro. Yo sentía el bulto bajo mi cola.
- No es que sea degenerado – se defendió César – pero decime si estos timbres no te incitan a apretarlos – dijo refiriéndose a mis pezones que se marcaban bajo la remera, levantó una mano y mi pellizcó uno, yo me estremecí un poco.
Me senté a lo ancho del sillón, quedando con la espalda contra un apoya brazos y con las piernas sobre el otro, y por supuesto, con César debajo de mí. Todos seguían hablando, yo era el principal tema de conversación y mi novio les contaba cómo nos habíamos conocido, mientras tanto el chico sobre el q estaba sentada aprovechaba para acariciarme las piernas y subió su mano hasta mi vagina, comenzó a darle suaves masajes por arriba de la bombacha, yo no le dije nada. Los otros no podían ver lo que ocurría puesto que yo les estaba dando la espalda. Yo sentía mi sexo caliente y viscoso.
Me puse de pié para poner música, todos se levantaron para estirar un poco las piernas o para buscar más cerveza o algo para picar. Me acerqué a la computadora de Esteban y fui agregando canciones al reproductor, como estaba de pie algo inclinada hacia adelante, Mauro y Juan aprovecharon, se me acercaron y pusieron sus manos en mi cola, como no les dije nada pasaron sus dedos por arriba de mi vagina mientras me sugerían canciones.
Cuando me acerqué a Esteban éste me abrazó y me puso de espaldas a él y comenzó a frotarme la vagina.
- Que calentito está esto – dijo refiriéndose a mi sexo.
- Y si tus amigos se aprovechan y me mandan mano – me defendí.
- Se ve que eso mucho no te molesta – agregó él metiendo su mano dentro de mi bombacha y tocando directamente mi concha, acto seguido agarró mi bombacha y comenzó a bajármela.
- Hey, vos deberías defenderme, no ponerte de parte de ellos – me quejé mientras mi conchita rosada quedaba a la vista de todos los presentes.
- Yo solo quiero que vean cómo se te moja – me metió dos dedos en la concha y los movió un poco, cuando los sacó estaban impregnados de una sustancia viscosa y transparente.
No se hizo demorar el primer manotazo que vino por parte de Juan, él no metió sus dedos pero si pudo sentir la humedad de mis labios vaginales. Cuando él se apartó luego de pocos segundos, Mauro que pasaba de forma casual por detrás de mí, también aprovechó para tocarme la cola y éste sí metió uno de sus dedos en mi concha lo más adentro que pudo, hizo que me pusiera en puntas de pié. No me sentía incómoda, al contrario, la cerveza se me había subido un poco a la cabeza y todo me parecía de lo más lindo. Rodeé el cuello de Esteban con mis brazos y le di un cariñoso beso, al mismo tiempo César también hacía su tanteo vaginal, jugando con mis labios. Bajé una de mis manos y moviéndola rápido hacia atrás, sin mirar, agarré el bulto de César por arriba de su pantalón, se lo apreté y noté que se le estaba poniendo dura, sólo lo toqué unos pocos segundos, luego fui hasta la heladera a buscar más cerveza, por suerte había muchas latas y botellas, tomé una de esas botellas chicas para mí y comencé a tomarla a pico, ellos se quedaron mirando como mis labios apretaban la boca de la botella.
- Las cosas que debe hacer con esa boca – acotó Juan.
- Hace muy buenos petes – agregó mi novio – se la traga entera.
- Conmigo no podría hacer eso – dijo Juan entre risas.
- ¿Por qué? – pregunté yo ingenuamente.
- Lo que pasa es que el pibe viene bien equipado – me dijo Esteban señalando el bulto de su amigo.
- Ah, mirá vos. Pero yo siempre me las ingenio.
- Para esta vas a necesitar algo más que ingenio – dijo Juan.
- No te agrandes – me fui acercando a él, mientras caminaba todos me miraban la concha, cuando estuve cerca de él giré mi mano dejando mi palma hacia adelante y le agarré el bulto, era cierto, si venía bien equipado, pero tampoco me pareció algo gigante – vas a ver que si puedo.
Le pasé la botellita de cerveza y le bajé el cierre, sin quitarle el pantalón saqué su verga, era de buen tamaño, tenía la piel seca y bien suave, empecé a mover mi mano de atrás para adelante haciendo que se le pare de a poco. Me arrodillé delante de él, estaba muy alegrona y no me importó nada, abrí grande la boca y me metí la verga, al principio solo la punta, la fui humedeciendo con mi lengua y de a poco comencé a tragarla, notaba como se le iba poniendo más y más dura, pero no me importaba porque me estaba entrando bien en la boca. Retrocedí un poco y volví a tragarme un buen pedazo, ya tenía media verga en mi boca y con cuidado me iba comiendo el resto, a pesar de mi corta edad ya tenía bastante experiencia en petes, me había comido muchas vergas. Hacía un par de semanas se la había chupado a un profesor de mi facultad porque me había atrasado en un trabajo muy importante, de esa forma gané tiempo para presentarlo, no le había dicho nada a mi novio sobre ese tema. Para colmo el tipo era un viejo verde que me acabó en la boca y no me pude quejar.
A medida que me iba tragando entera la verga de Juan, éste presionaba mi cabeza ayudándome en la tarea, cuando sentí que llegué hasta el final, la mantuve en mi boca unos segundos moviendo como podía la lengua, luego me la saqué y me puse de pie.
- Te dije que iba a poder – le dije desafiante quitándole mi botella de cerveza, él me contestó con una sonrisa.
- Tiene talento la chica – dijo César, le sonreí.
Caminé de regreso al sofá y me senté en el centro, me siguieron mi novio y Juan, que se sentaron uno a cada lado. Me felicitaban por lo que había hecho y cada uno me acariciaba una pierna, al cabo de unos minutos me di cuenta que ambos llevaban una pierna para su lado, separándomelas, y yo me iba sentando cada vez más adelante en el sillón llegando a tener mi cola ya en el borde y la espalda apoyada entre el respaldar y el asiento. Sus manos comenzaron a buscar mi concha, sentí sus dedos jugueteando con ella mientras mantenían mis piernas bien abiertas, con una mano tomé la verga aún dura de Juan y éste me metió dos dedos en la concha y comenzó a moverlos.
- Qué abierta que la tenés – dijo Juan refiriéndose a mi concha.
- Será de tantas veces que se la metieron – dijo Esteban – el culo también lo tiene bien abierto – al decir esto llevó sus dedos al agujero de mi culo, los tenía húmedos gracias a mis fluidos vaginales. Sin pedir permiso comenzó a meterme un dedo, entró con bastante facilidad así que me metió un segundo dedo. Mientras tanto yo lo pajeaba al rubio a mi izquierda y le tocaba el bulto a mi novio, a la derecha. Ambos me metían y sacaban sus dedos de mis agujeros con velocidad. Vi a Mauro de pié delante de mí y noté que la tenía parada adentro de su pantalón.
- ¿Y vos también venís bien equipado? – le pregunté, él no me contestó, sólo sonrió y se bajó un poco el pantalón, pude ver su pene parado, no era tan grande como el de Juan, pero estaba muy bien.
- ¿Y a esta por dónde lo querés probar? – me preguntó al fin.
- A mí me gusta probarlas por la cola.
A él le agradó mi respuesta, se acercó a mí agachándose un poco, mi novio retiró los dedos y Mauro apuntó derecho al agujero de mi culo. Sentí una leve presión cuando comenzó a meterla, pero una vez que pasó la cabeza, ya el resto se metió solo. Mientras Juan y Esteban me mantenían las piernas bien abiertas y me tocaban la concha, éste muchacho me la daba por el culo, como él no estaba en una posición muy cómoda, su verga no me entraba completa, pero si se movía con rapidez. Me estaba haciendo gozar mucho y cada vez me calentaba más. De repente él se detuvo y me la sacó.
- Paro porque no te quiero llenar el culo de leche – me dijo.
- Que considerado, gracias. Ya me dolía la espalda de estar así – de a poco me fui sentando bien, pero Esteban me agarró de la cintura con un brazo y me hizo sentar sobre él, más bien, sobre su verga, la cual se me metió fácilmente en el culo – ahhhh, a esta ya la conozco bien – dije mientras movía mis caderas disfrutando de su miembro erecto. Él metió sus manos por debajo de mi remera y me agarró las tetas, a continuación me quitó la poca ropa que me quedaba dejándome completamente desnuda.
No me quedé a disfrutar de su trozo, me puse de pié diciendo que quería más cerveza, ellos tomaban tanto o más que yo, todos estábamos algo borrachos y creo que teníamos ganas de estarlo más aún. Mientras abría una latita Juan me tomó de la cintura con sus grandes manos, con firmeza hizo q levante mi cola e incline mi torso hacia adelante, sentí su gran verga abriéndome más el culo, yo quedaba diminuta ante él, me sacudía con fuerza y sentía un placer tremendo en mi ano. Me dejó en libertad luego de unos segundos, caminé directo hasta el sillón en el que estaba sentado César y me paré de espaldas a él agachándome un poco y mostrándole mi culito.
- Me falta probar la tuya nada más – le dije y él enseguida se puso de pié, se bajó el pantalón y me ensartó con facilidad. Vi a Mauro masturbándose con ganas, como él se dio cuenta que lo miraba se acercó a mí.
- ¿Querés tomar la leche? – me preguntó poniendo su verga a pocos centímetros de mi boca. Ni le contesté, empecé a chupársela con fuerza mientras su amigo me seguía taladrando el culo. Su leche empezó a llenarme la boca y me la tomé como buena niña. Me pareció muy rica, una de las más ricas que había probado.
Esteban se acercó a mí y le pidió permiso a César, cambiaron de lugar, ahora era mi novio quién me culeaba y yo con las piernas separadas y bien estiradas, me sostenía apoyando las manos sobre mis rodillas. Juan se paró delante de mí y me metió la verga en la boca, yo no necesitaba agarrarla, él solo se encargaba de meterla y sacarla. Con una mano comencé a frotarme el clítoris, estaba muy acelerada y súper caliente, pero así y todo hice a un lado a esos dos machos en celo y me fui caminando hasta el cuarto de Esteban, me tendí boca arriba en la cama, separando las piernas y en cuanto vi que los cuatro me habían seguido, abrí mi concha con los dedos, ofreciéndoselas. El primero en acercarse fue Juan quien se arrodilló sobre el colchón, tomó mis piernas, se acomodó y empezó a metérmela por la concha tirándose sobre mí, sentía su verga bien adentro y ya no controlaba el volumen de mis gemidos. Vi a César a mi derecha con su miembro en la mano, supe que quería de inmediato, abrí la boca y él me lo metió ahí. Mientras más rápido me cogía el rubio, más rápido se la chupaba al otro. Alguien agarró mi mano izquierda y la puso sobre su pene, cuando volteé vi que se trataba de Mauro, a él también se la empecé a chupar mientras intentaba pajearlo a César. Me sentía en el cielo de la lujuria, tenía tres vergas para mí en ese momento y una cuarta aguardando su turno.
Cambiamos de posiciones, ahora Mauro se puso boca arriba en la cama y yo rápidamente me monté sobre él poniendo las manos en su pecho, comencé a saltar con fuerza castigando mi concha, mi novio apareció detrás de mí y apuntó su verga a mi culo, el cual cedió fácilmente, era la primer vez que experimentaba una doble penetración y me parecía lo máximo, sumamente excitante, busqué con mis manos las vergas de los otros dos y empecé a chupárselas un rato a cada uno mientras me la metían por todos lados. Al poco rato un contundente chorro de leche saltó de la verga de Juan y me cayó sobre la cara, me dibujó una línea en diagonal q comenzaba en mi frente y terminaba sobre mi barbilla pasando por arriba de mis labios, los cuales lamí con mi lengua y me comí el semen que había en ellos. Seguí mamando su verga cuando sentí un líquido caliente llenándome el culo, era mi novio acabándome adentro. Me dejó el culo chorreando leche y César, sin darle importancia a esto, tomó su lugar y me la metió por atrás, cada vez entraba con más facilidad pero igual sentía el roce de su verga por dentro. Chupé los restos de semen de la verga de mi novio que nunca llegó a quedar flácida, sino al contrario, se puso dura otra vez. A Juan le tomó unos minutos recuperarse. Le pedía César q se apartara y me tendí nuevamente en la cama, mirando hacia el techo, dejé mi cabeza colgando del borde tirada hacia atrás, así que ahora veía todo de cabeza. César volvió a metérmela pero por la concha y Mauro se puso de pié delante de mi cabeza y acercó su verga, me gustaba chuparla de esta forma, así podía sentir como se hundía casi hasta mi garganta. Esteban y Juan se pusieron a chuparme una teta cada uno, me las mordían y apretaban, pero sin llegar a hacerme daño. El que sí me lastimaba un poco era César que me cogía con mucha fuerza, pero no me importó, yo quería que me den bien duro. Comencé a tener un orgasmo, me saqué la verga de la boca porque me estaba costando respirar. Me gustaba mucho todos los toqueteos y penetraciones que me estaban haciendo, otro orgasmo siguió al anterior y me estremecía sobre la cama, de repente sentí como su me fuese a hacer pis, estuve a punto de decirle a César q se detuviera pero emití un fuerte gemido que me impidió hablar, sentí un chorro salir por mi concha salpicando toda la cama, la verga seguía entrando y saliendo, eso hacía que suelte aún más líquido, que no era orina sino mis propios fluidos vaginales, saltaban para todos lados y me temblaban las piernas, gemía fuerte y cuando ya termino de saltar líquido fuera de mi concha, César largó lo suyo bien adentro, llenándome las entrañas de leche.
Me puse en cuatro sobre la cama y uno a uno fueron pasando por mi culo, metiéndomela con mucha fuerza, yo lo sentía abierto y gozaba mucho con la sensación de succión que me provocaban, era como si todo mi cuerpo quisiera escaparse por ahí y mi culo rechazaba la verga que entraba, intentando forzarla a salir, pero era inútil, ésta se metía más adentro aún, esto me producía muchísimo placer. Ya tenía la cabeza apoyada en la almohada para estar más cómoda, como se iban turnando ellos no se cansaban y me sorprendí a mi misma al notar que yo tampoco me sentía agotada, sino todo lo contrario, quería verga. Después de un rato me dijeron que ya tenía el culo rojo y me dejaron descansarlo un poco, me acosté boca arriba y mi novio me empezó a chupar la concha, los otros se pusieron a mis lados pajeándose y empezaron a tirar leche sobre mí. Caía en mi cara, sobre mis tetas, mi panza, también dentro de mi boca.
Durante el transcurso de la noche siguieron cogiéndome, sólo parábamos un rato de vez en cuando para recuperar el aliento, tuve muchas dobles penetraciones, todos entraron por todos mis agujeros, a veces cuando me montaba a uno solo alguien traía cervezas y me ponía a tomar mientras tenía verga bien metida en la concha.
Todos agradecieron a Esteban el haber conseguido una novia tan puta y que la compartiera con todos.
Eso es todo por ahora. Espero que les haya gustado. Hasta el próximo post.
4 comentarios - Esteban y sus amigos me cojieron
Te debo los puntos!
buenisimo...
🤤 🤤 🤤 🤤 🤤