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Sara y como conquistarla facil con estos consejos

Sara se había quedado sola en casa con su primo que había venido a pasar las vacaciones con su familia. Siempre le había gustado, y habían llegado a un punto en el que la diferencia de edad no se notaba tanto, al menos en madurez. Siempre se habían llevado muy bien juntos y habían tenido mucha complicidad y confianza.

Estaban juntos en el sofá viendo la tele con las confianzas que la familia otorga: él sólo con un pantalón de fútbol y ella con una camisetita de tirantes y un pantalón muy corto. Sara, cansada de ver lo que había puesto en la tele su primo le arrebató el mando. Forcejearon por el poder un poco, y el chico desistió. Complacida, ella puso lo que le dio la gana.

- Haz lo que quieras con tu dichoso mando, que yo haré lo que quiera con el mío.

Dicho esto, Oliver se sacó el pene del pantalón y empezó a masturbarse allí mismo. No era la primera vez que Sara le veía la polla: ya fuera haciendo bromas, cuando eran más pequeños o a través de alguna puerta mal cerrada ya se lo había visto. Eso sí, nunca le había visto meneándosela.

- ¿Qué prima, también vas a quitarme este? Ja, ja, ja.

- ¡Pues quizás lo haga!

Sara intentó continuar seguir viendo la tele como si no pasara nada. Notó cómo las mejillas se le enrojecieron y una ola de calor le ascendió por la cara. Miró a su compañero de sofá y no aguantó más.

Se reclinó en el sofá, agarró aquel pene en erección y se lo metió en la boca. Lo saboreó lentamente sin quitarle la vista de la cara a su primo.

- Ya era hora prima… Llevo años soñando con esto.

Ella empezó a chupársela más rápido haciendo que él gimiese y aumentase el ritmo de su respiración.

- ¿Te gusta comérmela eh Sarita?

- Mmmm.- Pudo responder como toda respuesta con la boca llena de carne.

Oliver tenía su mano posada en la espalda de ella, la cual acariciaba hasta que subió a la cabeza y ayudó a su prima con el movimiento de la mamada.

De repente su primo se levantó del sofá y se desnudó. Cuando le quitó el pantaloncito y las braguitas, ella pensó que le había tocado el momento de disfrutar. Se asustó un poco cuando, agarrándola de la cintura, Oliver la tumbó de lado en el sofá y se colocó detrás. Cogiendo la punta de su pene buscó la entrada de su vagina. Nada más encontrar su objetivo empezó a penetrarla lentamente. Menos mal que estaba cachondísima y lubricada, o de otro modo le habría hecho daño.

Oliver fue cogiendo ritmo con sus embestidas y le subió el top para tocarle las tetitas. Ella gemía como una loca repitiendo sin parar el nombre de su familiar.

De repente ella se zafó del abrazo sexual en el que estaba y le dijo:

- Ahora me toca a mí follarte.

- Jo prima, cómo hablas.

- ¡Siéntate!

Él obedeció y Sara se encaramó encima. Con una mano agarró aquel pene duro y resbaladizo y lo guió hasta su coñito. Mientras él se entretenía chupándole las tetas, Sara empezó a moverse como si fuera un jinete. Toda su fuerza iba a su cadera, donde con movimientos propios de bailarina de danza del vientre hacía que aquel miembro se hundiese y emergiese de su interior.

Se paró un segundo para descansar y Oliver le cogió de las nalgas. Las levantó ligeramente y empezó a moverse como si le picara el cuerpo, metiendo y sacando su polla a toda velocidad del coñito de Sara. Estalló en un orgasmo mientras su primo se la follaba a toda velocidad.

Oliver no se paró y siguió follándose a su prima hasta que de repente sonó la puerta de la entrada. ¡Los padres de Sara volvían! Ella se fue corriendo a su cuarto y Oliver al baño.

Cuando los padres de Sara entraron en su cuarto se la encontraron medio dormida. Preguntaron por Oliver y ella dijo que no sabía. Pronto el padre de ella dijo que debía de estar en la ducha, porque oía el agua correr.

Durante la cena, ambos primos intercambiaron miradas cómplices cargadas de significado.

Cuando todo el mundo se fue a dormir, Sara pensó desde su cama lo mal que se debía de haber quedado su primo tras aquello. Pasaron las horas, y de madrugada se levantó para beber algo. Al volver a su cuarto vio a lo lejos que la puerta de la habitación de Oliver estaba entre-cerrada. Descalza y sin hacer ningún ruido se acercó. Todo estaba a oscuras.

Se introdujo en la habitación sigilosamente y comprobó que su primo estaba durmiendo en calzoncillos.

Sara se arrodilló frente a la cama y empezó a acariciar el paquete de él por encima del calzoncillo. El bulto comenzó a crecer. ¿Se estaría haciendo el dormido?

La chica introdujo su mano por la prenda y sacó a la luz aquel pene erecto. Empezó a masturbarlo sin que Oliver abriera los ojos. Puesto que no reaccionaba, se lo metió en la boca y comenzó a hacerle una buena mamada. Seguro que él le estaba engañando, porque pese a hacerse el dormido, su respiración estaba acelerada por la excitación. ¿Quería jugar? ¡Pues le iba a dar juego!

Sara se levantó y se fue a su cuarto. Igual Oliver se habría cabreado con aquello. A ver qué hacía…. Cerró los ojos y esperó despierta. A los pocos minutos presintió que alguien entraba en el cuarto. Ella no abrió los ojos. Unas manos empezaron a tocarle por todas partes: el pelo, las piernas, las tetas, el coño…

El sonido de una fricción le indicó que Oliver se estaba masturbando allí mismo mientras no le soltaba un pecho. Sin poder evitarlo, abrió un poco la boca en una sonrisa. De repente, oyó un breve gruñido y algo caliente y espeso le salpicó la cara. ¡Se estaba corriendo sobre ella! Otro chorro impactó sobre su pijama. Se oía una respiración fatigada. Oliver pasó su prepucio por los labios abiertos de ella.

Se fue.

Pasados dos minutos Sara abrió el ojo que le quedaba limpio y se limpió. Ahora estaban en paz. Al menos por aquella noche…

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