Segunda parte de este relato: http://www.poringa.net/posts/relatos/2040589/Hermanas-enfiestadas.html
Dos o tres días después mi hermana me llamó por teléfono para pedirme disculpas por su comportamiento. Me pidió que la perdonara, que estaba borracha, etc. etc. Y para demostrar que no había rencores, me pidió que vaya a pasar un fin de semana a su casa.
Como ya dije, ella tiene mucho dinero, vive en una ciudad cercana, en una amplia casa con parque y piscina, es una delicia estar allí. Acepté, y le pregunté porque sentía curiosidad:
-¿Cómo quedaron las cosas con tu ex novio?
-Ya no es más ex -me contestó muy alegre.
-Ah, ¿retomaron la relación?
-Sí, y es fantástica.
Pasaron por lo menos quince días hasta que pude cumplir con visitarla. Hacía mucho calor, y mi hermana me invitó a tomar sol junto a la piscina. Nos recostamos en reposeras a disfrutar del sol, las dos en bikini, aunque enseguida ella se quitó la parte superior y me invitó divertida a que hiciera lo mismo.
Cuando éramos chicas solíamos desnudarnos cada vez que nuestros padres nos dejaban solas, disfrutábamos andar así por la casa, era nuestro secreto. Claro que en esa época no le veía ninguna connotación sexual, en cambio ahora… como sea, sentí que volvíamos a ser compinches como antes.
-¿Te agregaste más? -le pregunté (tiene las tetas operadas).
-No, ¿por qué? ¿Debería?
Ella es tan insegura…
-No, me pareció. Bueno, contame cómo va tu romance -le dije.
-Ah… es genial, genial, genial…
-Epa, ¡estás enamorada!
-Es tan dulce, tan amoroso… y tan bueno en la cama -agregó con voz lujuriosa.
-Qué bien, eso es importante.
-Muy importante -dijo ella con una carcajada.
-Me alegro mucho por vos.
-Y es incansable… no sabés la cantidad de veces que me hace acabar.
-Te sacaste el Loto. Hay cada boludos que acaban enseguida -dije, pensando en el amigo de su novio.
-Lo único es que…
Hizo una pausa, me provocó intriga.
-¿Qué, qué pasa? -pregunté.
-Nada… es que…
-Dale boluda, contame, ¿qué?
-Es que… -y bajando la voz me dijo- Me pide siempre por el culo.
Sonreí.
-¿Qué te reís boluda? -se enojó.
-Nada, es que me causa gracia. ¿Qué pasa, te sorprende? ¿Es una novedad para vos?
-No boluda, más vale que no me voy a asustar. Además viste que cuando te lo saben hacer, una lo disfruta.
-Por supuesto.
-Pero siempre por el culo, siempre por el culo… yo no siempre tengo ganas. En cambio él… estamos en lo mejor y me sale con “date vuelta”, “ponete en cuatro”… y yo a veces tengo cero ganas de que me rompa el orto.
-Los tipos son así -dije restándole importancia.
-Ya sé, pero yo no se lo entrego a cualquiera, tiene que hacer méritos. Además…
-¿Qué?
-Y… vos se la viste… no la tiene chiquita, todo lo contrario.
-Sí, ya sé.
Algo en el tono de mi voz me delató y la puse alerta. Ya dije: mi hermana es muy insegura y muy competitiva conmigo.
-A vos te gusta, ¿no? -me preguntó con tono algo agresivo.
-No, ¿qué decís?
-A vos te gusta mi novio hija de puta, a mí no me engañás.
-Cortala, no empecés.
-Ni se te ocurra robármelo.
-Dejate de hinchar las pelotas -dije.
-Vos nunca me perdonaste que te cagué con tu marido.
-Ex marido -aclaré- Y ya está, es historia vieja.
-Yo era muy pendeja, me dejé llevar.
-Tan pendeja no eras. No quiero pelear ni recordar eso, pero tan pendeja no eras.
Nos quedamos un instante en silencio, luego ella dijo:
-Ese otro también… qué enfermo de hacerlo por el culo.
-¿Quién?
-Tu ex.
Deduje que ella lo había comprobado en carne propia (nunca más apropiado el término).
-¿Cómo lo aguantabas? -me preguntó.
-Y… una es boluda cuando está enamorada. Se banca todo.
-Qué tipo enfermo… porque además es de los que le gusta hacerlo fuerte. Y tiene una herramienta… yo terminaba hecha pelota.
-¿Podemos cambiar de tema? -dije- No me agrada hablar de él.
Volvimos a quedarnos en silencio largo rato, ya me estaba entredurmiendo por el sopor del calor al sol, cuando sonó el timbre.
-Es él -dijo mi hermana incorporándose.
-¿Quién? -pregunté sobresaltada.
-Mi novio.
-No me dijiste que iba a venir.
-Viene un rato, después a la noche vuelve para cenar. ¿Te molesta?
-No, no -dije.
Busqué la parte superior de la bikini para ponérmela, pero mi hermana me detuvo.
-Quedate así nomás si querés, total ya te vio en bolas y vos a él también.
Yo dudé. Ella agregó:
-No me molesta, en serio. Es para demostrarte que confío en vos.
Fue hasta la puerta y regresó junto a la pileta con su novio. Pese a que ya nos habíamos visto desnudos me dio algo de pudor, y cubrí mis pechos con el antebrazo cuando lo saludé con un beso.
-¿Te quedás un rato a tomar sol con nosotras? -le preguntó mi hermana.
-Bueno, ya que invitan -sonrió él.
Y en un instante se quitó toda la ropa. Me dio una puntada de excitación cuando le ví la verga, grande y gruesa. No tenía una erección, pero tampoco estaba completamente en reposo. Riendo ante la evidencia, dijo:
-Disculpen, pero ante semejantes bellezas no puedo permanecer indiferente.
Mi hermana le dio una palmada.
-No te hagas el vivo -le reprochó.
Él trajo una reposera y la ubicó entre nosotras dos. Charlamos un buen rato animadamente, yo me olvidé que estaba con las tetas al aire, era todo muy natural. Eso sí, trataba de no mirar demasiado al novio de mi hermana para evitar que ella se pusiera mal. Al tipo la pija no se le bajó nunca, y también eso parecía muy natural.
Me dio sed y me ofrecí a preparar unos tragos.
Fui hasta la casa, donde mi hermana tiene un bien provisto bar. Demoré un poco en hacer la preparación y en encontrar una bandeja para llevar los vasos.
Cuando regresé al jardín, me quedé petrificada: mi hermana le estaba haciendo a su novio una mamada por el campeonato, como dicen los españoles.
Retrocedí sigilosamente hasta la casa y me quedé observando la escena. Ella estaba de rodillas, él de pie, y le comía la pija como solo una mujer apasionada sabe hacerlo. Sin sostenerla con las manos, le pasaba la lengua a lo largo, por los huevos, por la cabeza, se la metía toda en la boca (era notable cómo se le marcaba el miembro en su mejilla), la expulsaba y se la volvía a tragar.
Mi hermana estaba hambrienta. Se la chupaba sin dejar de mirarlo a los ojos, y él la sostenía por la cabeza. Por momentos le tiraba del pelo, la obligaba a comerla hasta el fondo, o le cogía la boca con un intenso vaivén de sus caderas. Verlos en esa situación me excitó terriblemente.
De pronto ella se hizo violentamente hacia atrás, y escupió un enorme gargajo blanco al césped.
-Te dije que me avisaras -le gritó a su novio.
-Pero mi amor…
-Sabés que no me gusta que me acabes en la boca sin avisarme, pelotudo.
Furiosa, se puso de pie y encaró hacia la casa. Yo me recompuse como pude y caminé en dirección al jardín con la bandeja como si no hubiera visto nada.
Me crucé con mi hermana, pero ni me miró ni me habló.
Llegué junto a su novio haciéndome la desentendida, como si no estuviera enterada de lo que había sucedido. Él tenía la verga aun dura, de la punta le colgaba un gotón de leche.
-Qué mina difícil es tu hermana -dijo.
El tipo sabía que yo había visto todo, no valía de nada simular.
-Tiene su carácter -dije.
-¿Qué diferencia hay entre que le avise o no le avise? ¿Para vos hay diferencia?
Me encogí de hombros. Él sonrió.
-Vos sos distinta.
Dio un paso hacia mí, pero lo frené.
-Ni se te ocurra.
-Eh, ¿qué pasa?
Y bajando la voz agregó:
-La otra vez nos quedamos con ganas los dos. Lástima que te fuiste. Tu hermana estaba tan en pedo que ni se hubiera enterado si te metías en la cama con nosotros.
-Ni se te ocurra -repetí. Es capaz de matarnos, a vos y a mí.
Me miró de arriba abajo, se detuvo en mis tetas, en mis pezones durísimos, y siguió sonriendo.
Me sentí incómoda. Dejé la bandeja y me senté en una reposera. Él se quedó de pie, muy cerca, tanto que cuando el gotón de leche finalmente cayó por el peso, pegó sobre mi muslo. Rápidamente me limpié con la mano. Los dedos me quedaron pegajosos.
Él se tiró a la piscina a nadar. Mi hermana apareció al rato, se había quitado también la parte de abajo de la bikini por lo que estaba completamente desnuda. Se sentó a mi lado y tomó un trago.
-Es un pelotudo. Sabe que no me gusta, y me lo hace igual.
-Bueno, ya está -traté de calmarla.
Luego giró hacia él, que se había apoyado en el borde de la pileta.
-¿Venís a cenar esta noche?
-Depende -sonrió el novio- ¿Cuál es el menú?
-¿Qué querés comer? -le preguntó mi hermana.
-Tortas -respondió con una amplia sonrisa.
Mi hermana me miró, incrédula.
-Este tipo delira -dijo- Cree que se va a enfiestar con nosotras dos.
Bajé la vista. La fantasía de que eso sucediera había crecido en mi mente, pero mi hermana no parecía dispuesta a concretarla.
Los ojitos de su novio brillaban con picardía.
-Loco, estamos en bolas porque somos gente adulta. Ubicate. No vamos a hacer una partuza.
-Vos te la perdés -dijo él.
-Querido, sos un enfermito -insistió ella.
Él salió rápidamente de la piscina, por sorpresa tomó a mi hermana por las axilas y la tiró al agua. Reímos a carcajadas. De pronto me buscó a mí y también me tiró al agua. Enseguida se arrojó él.
Jugamos como chicos, persiguiéndonos, sumergiéndonos. Se producía, inevitablemente (o porque lo buscábamos) un roce sensual de pieles y cuerpos.
En determinado momento él se las ingenió para juntarnos a nosotras dos frente a frente, sosteniéndonos con sus manos en la espalda de cada una.
Mis tetas quedaron pegadas a las de mi hermana. Mis pezones estaban furiosamente erectos, y los de ella igual.
Eso duró unos segundos que parecieron siglos. Nos miramos a los ojos. Ella parecía a punto de dar un paso, y creo que vio en mis ojos la misma decisión.
Pero con una tranquilidad que me asombró, dijo:
-No me voy a hacer tortillera, y menos con mi hermana.
El novio intervino:
-Mi amor, no es ser tortillera.
Pero mi hermana estaba decidida. Le dijo:
-Si tanto te calienta, cojeme delante de ella. Pero trío no.
Yo quedé con la boca abierta.
Mi hermana fue hasta el borde de la piscina y apoyó los codos. El agua le llegaba casi al cuello. Por sobre su hombro miró al novio y le dijo:
-Haceme el culo.
El tipo no podía creer lo que escuchaba, y confieso que yo tampoco.
Mi hermana lo desafió:
-¿No te gusta tanto? Dale, haceme el culo. Y que ella mire, y mirala vos a ella si querés, pero que no participe.
Era típico de mi hermana. Quería que yo vea lo buena que es para el sexo, pero sin darme la posibilidad de competir con ella.
El novio se le acercó por detrás. Mi hermana abrió bien las piernas, que flotaban en el agua, y quebró la espalda.
Cuando él comenzó a penetrarla, su rostro se tranformó en una muca de dolor.
-Despacio -jadeó.
Jamás olvidaré esa imagen, distorsionada por efecto del agua, del tronco entrando entre los globos perfectos de las nalgas de mi hermana hasta desaparecer por completo.
Cuando la tuvo toda metida adentro, me clavó una mirada perversa. Sí, confirmado, estaba dando ese espectáculo para mí, para que yo vea qué buena es en el sexo.
Es más: le dijo a su novio:
-Mi amor… cómo me gusta que me hagas el culo… dame más…
El tipo, por supuesto, la bombeó a placer.
Qué cínica es mi hermana. Qué mala gente. Hacía un rato nomás me había dicho que no le gustaba tener continuamente sexo anal.
Pero pese a todo es mi hermana, y la amo. Además yo tenía un grado de excitación que pocas veces he alcanzado. Porque él también me miraba mientras la sodomizaba, con los ojos cargados de deseo. Como si me estuviera cojiendo a mí.
Me moría de ganas de sumarme a ellos, pero temía a la furia de mi hermana. Así que me quedé observándolos hasta que él se vació completamente dentro de ella.
Dos o tres días después mi hermana me llamó por teléfono para pedirme disculpas por su comportamiento. Me pidió que la perdonara, que estaba borracha, etc. etc. Y para demostrar que no había rencores, me pidió que vaya a pasar un fin de semana a su casa.
Como ya dije, ella tiene mucho dinero, vive en una ciudad cercana, en una amplia casa con parque y piscina, es una delicia estar allí. Acepté, y le pregunté porque sentía curiosidad:
-¿Cómo quedaron las cosas con tu ex novio?
-Ya no es más ex -me contestó muy alegre.
-Ah, ¿retomaron la relación?
-Sí, y es fantástica.
Pasaron por lo menos quince días hasta que pude cumplir con visitarla. Hacía mucho calor, y mi hermana me invitó a tomar sol junto a la piscina. Nos recostamos en reposeras a disfrutar del sol, las dos en bikini, aunque enseguida ella se quitó la parte superior y me invitó divertida a que hiciera lo mismo.
Cuando éramos chicas solíamos desnudarnos cada vez que nuestros padres nos dejaban solas, disfrutábamos andar así por la casa, era nuestro secreto. Claro que en esa época no le veía ninguna connotación sexual, en cambio ahora… como sea, sentí que volvíamos a ser compinches como antes.
-¿Te agregaste más? -le pregunté (tiene las tetas operadas).
-No, ¿por qué? ¿Debería?
Ella es tan insegura…
-No, me pareció. Bueno, contame cómo va tu romance -le dije.
-Ah… es genial, genial, genial…
-Epa, ¡estás enamorada!
-Es tan dulce, tan amoroso… y tan bueno en la cama -agregó con voz lujuriosa.
-Qué bien, eso es importante.
-Muy importante -dijo ella con una carcajada.
-Me alegro mucho por vos.
-Y es incansable… no sabés la cantidad de veces que me hace acabar.
-Te sacaste el Loto. Hay cada boludos que acaban enseguida -dije, pensando en el amigo de su novio.
-Lo único es que…
Hizo una pausa, me provocó intriga.
-¿Qué, qué pasa? -pregunté.
-Nada… es que…
-Dale boluda, contame, ¿qué?
-Es que… -y bajando la voz me dijo- Me pide siempre por el culo.
Sonreí.
-¿Qué te reís boluda? -se enojó.
-Nada, es que me causa gracia. ¿Qué pasa, te sorprende? ¿Es una novedad para vos?
-No boluda, más vale que no me voy a asustar. Además viste que cuando te lo saben hacer, una lo disfruta.
-Por supuesto.
-Pero siempre por el culo, siempre por el culo… yo no siempre tengo ganas. En cambio él… estamos en lo mejor y me sale con “date vuelta”, “ponete en cuatro”… y yo a veces tengo cero ganas de que me rompa el orto.
-Los tipos son así -dije restándole importancia.
-Ya sé, pero yo no se lo entrego a cualquiera, tiene que hacer méritos. Además…
-¿Qué?
-Y… vos se la viste… no la tiene chiquita, todo lo contrario.
-Sí, ya sé.
Algo en el tono de mi voz me delató y la puse alerta. Ya dije: mi hermana es muy insegura y muy competitiva conmigo.
-A vos te gusta, ¿no? -me preguntó con tono algo agresivo.
-No, ¿qué decís?
-A vos te gusta mi novio hija de puta, a mí no me engañás.
-Cortala, no empecés.
-Ni se te ocurra robármelo.
-Dejate de hinchar las pelotas -dije.
-Vos nunca me perdonaste que te cagué con tu marido.
-Ex marido -aclaré- Y ya está, es historia vieja.
-Yo era muy pendeja, me dejé llevar.
-Tan pendeja no eras. No quiero pelear ni recordar eso, pero tan pendeja no eras.
Nos quedamos un instante en silencio, luego ella dijo:
-Ese otro también… qué enfermo de hacerlo por el culo.
-¿Quién?
-Tu ex.
Deduje que ella lo había comprobado en carne propia (nunca más apropiado el término).
-¿Cómo lo aguantabas? -me preguntó.
-Y… una es boluda cuando está enamorada. Se banca todo.
-Qué tipo enfermo… porque además es de los que le gusta hacerlo fuerte. Y tiene una herramienta… yo terminaba hecha pelota.
-¿Podemos cambiar de tema? -dije- No me agrada hablar de él.
Volvimos a quedarnos en silencio largo rato, ya me estaba entredurmiendo por el sopor del calor al sol, cuando sonó el timbre.
-Es él -dijo mi hermana incorporándose.
-¿Quién? -pregunté sobresaltada.
-Mi novio.
-No me dijiste que iba a venir.
-Viene un rato, después a la noche vuelve para cenar. ¿Te molesta?
-No, no -dije.
Busqué la parte superior de la bikini para ponérmela, pero mi hermana me detuvo.
-Quedate así nomás si querés, total ya te vio en bolas y vos a él también.
Yo dudé. Ella agregó:
-No me molesta, en serio. Es para demostrarte que confío en vos.
Fue hasta la puerta y regresó junto a la pileta con su novio. Pese a que ya nos habíamos visto desnudos me dio algo de pudor, y cubrí mis pechos con el antebrazo cuando lo saludé con un beso.
-¿Te quedás un rato a tomar sol con nosotras? -le preguntó mi hermana.
-Bueno, ya que invitan -sonrió él.
Y en un instante se quitó toda la ropa. Me dio una puntada de excitación cuando le ví la verga, grande y gruesa. No tenía una erección, pero tampoco estaba completamente en reposo. Riendo ante la evidencia, dijo:
-Disculpen, pero ante semejantes bellezas no puedo permanecer indiferente.
Mi hermana le dio una palmada.
-No te hagas el vivo -le reprochó.
Él trajo una reposera y la ubicó entre nosotras dos. Charlamos un buen rato animadamente, yo me olvidé que estaba con las tetas al aire, era todo muy natural. Eso sí, trataba de no mirar demasiado al novio de mi hermana para evitar que ella se pusiera mal. Al tipo la pija no se le bajó nunca, y también eso parecía muy natural.
Me dio sed y me ofrecí a preparar unos tragos.
Fui hasta la casa, donde mi hermana tiene un bien provisto bar. Demoré un poco en hacer la preparación y en encontrar una bandeja para llevar los vasos.
Cuando regresé al jardín, me quedé petrificada: mi hermana le estaba haciendo a su novio una mamada por el campeonato, como dicen los españoles.
Retrocedí sigilosamente hasta la casa y me quedé observando la escena. Ella estaba de rodillas, él de pie, y le comía la pija como solo una mujer apasionada sabe hacerlo. Sin sostenerla con las manos, le pasaba la lengua a lo largo, por los huevos, por la cabeza, se la metía toda en la boca (era notable cómo se le marcaba el miembro en su mejilla), la expulsaba y se la volvía a tragar.
Mi hermana estaba hambrienta. Se la chupaba sin dejar de mirarlo a los ojos, y él la sostenía por la cabeza. Por momentos le tiraba del pelo, la obligaba a comerla hasta el fondo, o le cogía la boca con un intenso vaivén de sus caderas. Verlos en esa situación me excitó terriblemente.
De pronto ella se hizo violentamente hacia atrás, y escupió un enorme gargajo blanco al césped.
-Te dije que me avisaras -le gritó a su novio.
-Pero mi amor…
-Sabés que no me gusta que me acabes en la boca sin avisarme, pelotudo.
Furiosa, se puso de pie y encaró hacia la casa. Yo me recompuse como pude y caminé en dirección al jardín con la bandeja como si no hubiera visto nada.
Me crucé con mi hermana, pero ni me miró ni me habló.
Llegué junto a su novio haciéndome la desentendida, como si no estuviera enterada de lo que había sucedido. Él tenía la verga aun dura, de la punta le colgaba un gotón de leche.
-Qué mina difícil es tu hermana -dijo.
El tipo sabía que yo había visto todo, no valía de nada simular.
-Tiene su carácter -dije.
-¿Qué diferencia hay entre que le avise o no le avise? ¿Para vos hay diferencia?
Me encogí de hombros. Él sonrió.
-Vos sos distinta.
Dio un paso hacia mí, pero lo frené.
-Ni se te ocurra.
-Eh, ¿qué pasa?
Y bajando la voz agregó:
-La otra vez nos quedamos con ganas los dos. Lástima que te fuiste. Tu hermana estaba tan en pedo que ni se hubiera enterado si te metías en la cama con nosotros.
-Ni se te ocurra -repetí. Es capaz de matarnos, a vos y a mí.
Me miró de arriba abajo, se detuvo en mis tetas, en mis pezones durísimos, y siguió sonriendo.
Me sentí incómoda. Dejé la bandeja y me senté en una reposera. Él se quedó de pie, muy cerca, tanto que cuando el gotón de leche finalmente cayó por el peso, pegó sobre mi muslo. Rápidamente me limpié con la mano. Los dedos me quedaron pegajosos.
Él se tiró a la piscina a nadar. Mi hermana apareció al rato, se había quitado también la parte de abajo de la bikini por lo que estaba completamente desnuda. Se sentó a mi lado y tomó un trago.
-Es un pelotudo. Sabe que no me gusta, y me lo hace igual.
-Bueno, ya está -traté de calmarla.
Luego giró hacia él, que se había apoyado en el borde de la pileta.
-¿Venís a cenar esta noche?
-Depende -sonrió el novio- ¿Cuál es el menú?
-¿Qué querés comer? -le preguntó mi hermana.
-Tortas -respondió con una amplia sonrisa.
Mi hermana me miró, incrédula.
-Este tipo delira -dijo- Cree que se va a enfiestar con nosotras dos.
Bajé la vista. La fantasía de que eso sucediera había crecido en mi mente, pero mi hermana no parecía dispuesta a concretarla.
Los ojitos de su novio brillaban con picardía.
-Loco, estamos en bolas porque somos gente adulta. Ubicate. No vamos a hacer una partuza.
-Vos te la perdés -dijo él.
-Querido, sos un enfermito -insistió ella.
Él salió rápidamente de la piscina, por sorpresa tomó a mi hermana por las axilas y la tiró al agua. Reímos a carcajadas. De pronto me buscó a mí y también me tiró al agua. Enseguida se arrojó él.
Jugamos como chicos, persiguiéndonos, sumergiéndonos. Se producía, inevitablemente (o porque lo buscábamos) un roce sensual de pieles y cuerpos.
En determinado momento él se las ingenió para juntarnos a nosotras dos frente a frente, sosteniéndonos con sus manos en la espalda de cada una.
Mis tetas quedaron pegadas a las de mi hermana. Mis pezones estaban furiosamente erectos, y los de ella igual.
Eso duró unos segundos que parecieron siglos. Nos miramos a los ojos. Ella parecía a punto de dar un paso, y creo que vio en mis ojos la misma decisión.
Pero con una tranquilidad que me asombró, dijo:
-No me voy a hacer tortillera, y menos con mi hermana.
El novio intervino:
-Mi amor, no es ser tortillera.
Pero mi hermana estaba decidida. Le dijo:
-Si tanto te calienta, cojeme delante de ella. Pero trío no.
Yo quedé con la boca abierta.
Mi hermana fue hasta el borde de la piscina y apoyó los codos. El agua le llegaba casi al cuello. Por sobre su hombro miró al novio y le dijo:
-Haceme el culo.
El tipo no podía creer lo que escuchaba, y confieso que yo tampoco.
Mi hermana lo desafió:
-¿No te gusta tanto? Dale, haceme el culo. Y que ella mire, y mirala vos a ella si querés, pero que no participe.
Era típico de mi hermana. Quería que yo vea lo buena que es para el sexo, pero sin darme la posibilidad de competir con ella.
El novio se le acercó por detrás. Mi hermana abrió bien las piernas, que flotaban en el agua, y quebró la espalda.
Cuando él comenzó a penetrarla, su rostro se tranformó en una muca de dolor.
-Despacio -jadeó.
Jamás olvidaré esa imagen, distorsionada por efecto del agua, del tronco entrando entre los globos perfectos de las nalgas de mi hermana hasta desaparecer por completo.
Cuando la tuvo toda metida adentro, me clavó una mirada perversa. Sí, confirmado, estaba dando ese espectáculo para mí, para que yo vea qué buena es en el sexo.
Es más: le dijo a su novio:
-Mi amor… cómo me gusta que me hagas el culo… dame más…
El tipo, por supuesto, la bombeó a placer.
Qué cínica es mi hermana. Qué mala gente. Hacía un rato nomás me había dicho que no le gustaba tener continuamente sexo anal.
Pero pese a todo es mi hermana, y la amo. Además yo tenía un grado de excitación que pocas veces he alcanzado. Porque él también me miraba mientras la sodomizaba, con los ojos cargados de deseo. Como si me estuviera cojiendo a mí.
Me moría de ganas de sumarme a ellos, pero temía a la furia de mi hermana. Así que me quedé observándolos hasta que él se vació completamente dentro de ella.
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