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Norma

Norma.

Ése era su nombre.

Del latín: precepto, modelo.

Y Norma, entre nos, más que modelo era la modelo.

Modelo de hija, modelo de esposa, modelo de amante.

Aunque ponerla en la posición de amante, le quedaba grande porque era la amante perfecta.

Imaginate la situación: nos conocíamos desde hace 5 años, las miradas se habían entrecruzado más de una vez, un toquecito leve, al pasar y sin querer (of course) por sus manos blancas como la nieve y la vista clavada en ese delfín tatuado en el hombro.

El delfín me cuestionaba…

¿Por qué no? –Porque sos casado-, me respondía la conciencia. ¿Por qué sí? –Porque es simplemente perfecta-… y -¿valía la pena?- -¡Por supuesto que valía la pena!- .

5 años tardé en tomar coraje para invitarla a almorzar –estando casado, se cena en casa- y aproveché las casi 3 horas que estuvimos para mirarla, admirarla, fundirme en esos ojos y en esa sonrisa… y por qué no… para enamorarme.

Porque Norma tenía eso bajo la piel: o te enamorabas o la ignorabas, como a una mujer más.

Por lo personal, decidí enamorarme.

Y ella también.

Ahí empezó la vorágine de encuentros a escondidas. La salidas de noche, aunque fueran un par de horas. Un fin de semana (¡qué fin de semana!), far from the madding crow. Y caminar por la calle de la mano, con un beso de quinceañeros (aunque los dos ya pasábamos los 40 y pico). Y las ganas de tenerla a mi lado.

Para siempre. Pese a que habíamos hablado que en una de ésas, más de acá no llegábamos a ningún lado. Pese a todo, juró ser fiel en su silencio para no cagarme la vida.

Eso… eso es impagable.

¡Sería capaz de vender mi alma al mismísimo Satanás para pagar su silencio!

Pero ella no es de ésas. De las que juran venganza. Y menos, de las que ejecutan la venganza.

No.

Es noble. Como su nombre lo indica.

Norma: un precepto, un modelo.

Sabemos, íntimamente sabemos que los preceptos y los modelos, se cumplen.

A rajatabla.

¿Sabés por qué? Porque Norma no era como mi esposa. Norma no rompía las pelotas por todo y por nada. Sabía que lo nuestro (visto desde el más pésimo punto de vista), no pasaba más que de una relación entre ella, Norma, y un hombre casado. Norma estaba ahí, en segundo plano, pidiendo pista para ser la única.

¿Sabés qué?

Lo es. UNICA.

Porque fue la única que me hizo el amor como se debe hacer el amor. Entergando cuerpo y alma. En lo personal, no tengo un récord de hazañas sexuales ni de camas ajenas visitadas al pedo por sólo placer como para pedir: ¡un aplauso para el asador! Y si ella lo tuviera, o no, no me importa, porque a mí… a mí me amó como a nadie.

Y eso, lo sabíamos los dos.

Por eso, ése fin de semana (el primero de nuestras vidas)… me amó como nunca. Tierna, dulce, suave como nunca supe de suavidad. Me besó hasta el cansancio. La besé hasta dejarla sin aire. Nuestras lenguas eran una sola.

Simbiosis total. Comunión absoluta.

Eso era lo mejor de Norma. Se entregaba con cuerpo y alma. Y prueba de ello era cómo temblaba. Se le ponía la piel de pollo cuando la acariciaba, o cuando besaba sus orejas.

Ronroneaba.

Entrelazábamos nuestras manos al llegar al orgasmo tan querido. Chorreaba litros de jugos, de los que puedo jurar sin temor a exagerar, que tenían un sabor celestial. Éramos quinceañeros enamorados.

Algo que la eleva al pedestal del que nunca tuvo que bajar, el de DIOSA DEL OLIMPO, es que sabe, muy dentro suyo, que en una de ésas lo nuestro no será más que un juego de amores no correspondidos.

Un juego en el que los dos pusimos todo. Ella, su amor de quinceañera y yo, mi amor por la mujer perfecta.

Jamás podré sacarla de mi cabeza, por todo lo que fue… por todo lo que es y por todo lo que sigue siendo.

Por eso vuelvo al principio del relato.

Norma.

Ése era su nombre.

Del latín: precepto, modelo.

Y Norma, entre nos, más que modelo era la modelo.

Modelo de hija, modelo de esposa, modelo de amante.

Aunque ponerla en la posición de amante, le quedaba grande porque era la amante perfecta.

Han pasado 5 años desde le primer día en que la ví... y ¿sabés algo?

(Lo sigue siendo).

3 comentarios - Norma

goditicahot
me gusto mucho este relato, erotico y romantico, me encanta la combinacion, me pone a soñar...
Norma
patyjuan69
Son pocos los momentos tan hermosos en nuestras vidas, que merecen guardarse en nuestra memoria para siempre, y cuando estos momentos tienen nombre de mujer, dejan de ser solo eso y se convierten en mesetas, mesetas de recuerdo,placer,amor,fantasía y en tu caso parece que estas en la meseta, gozala tanto como puedas y no pierdas detalle, para vivir esto que es irrepetible, dale un fuerte abrazo y un beso a esa diosa que te llena de amor y placer....
hay momentos que son vida ...y la vida es un momento.....el juglar.

sexo
kramalo
Pero...? y no concretaste nada en seguir tu vida exclusivamente con ella?. No vaya a ser cosa que se canse de estar sola, y te deje por otro.... muy buen relato.