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La hermana de mi mejor amigo (4)

- Continuación de este post -

Tomás se acostó en su cama, con el mayor de los silencios. Mis ojos estaban abiertos a más no poder, intentando procesar cómo tenía que seguir todo lo que estaba viviendo. No me quedaría muchos días más en su casa, y tenía que decidirme. Por mi cabeza pasaban pensamientos tan cruzados y morbosos, que cada vez que trataba de desviar mi atención a otra cosa, volvía automáticamente a esta locura. Habrán pasado un par de horas, y todavía estaba sin poder dormir. Prendí mi celular, y me indicó que hacía pocos minutos habían pasado las tres de la mañana. Me levanté y fui al baño a lavarme la cara, no me reconocí en el espejo. Al regresar, miré al cuarto de Ana, y me dejé consumir. Yo no tenía ninguna culpa de que ella estuviera embarazada y no había nada que yo pudiera hacer. Por otro lado, los dos estabamos buscando lo mismo, así que no había razón para detenernos.

Entré sigilosamente a su cuarto y ahí estaba. Totalmente destapada, con su fino vestidito levantado por el movimiento con el colchón, y su bombacha se veía a todas luces. Me arrodillé en el piso, al lado de la cama, para asegurarme de las consecuencias de lo que estaba por hacer. La ecuación cerraba perfecto, no había nada que yo pudiera perder, y mucho por ganar; ya estaba jugado.

Me senté en su cama y empecé a acariciar su cara, tal como ella lo había hecho horas atrás, pero no se inmutó. Bajé mis labios a su boca, y los de ambos se encontraron en un beso sin pasión, solo contacto. Quería despertarla a toda costa, pero no quería asustarla. Mis manos se siguieron moviendo por el resto de su cuerpo, bajando por sus hermosos pechos, su suave estómago, su sexo intranquilo, y sus piernas trabajadas. Al no tener respuesta, me di cuenta de que debía abandonar. Me quedé sentado, tratando de enteder si todo esto realmente estaba sucediendo, si se habrían complotado contra mí, pero no era posible. Apunto estaba de pararme, cuando su mano me detuvo.

La miré y no hubo sonrisa en su cara, pero tampoco seriedad. Me hizo lugar en su cama para acostarme, aunque muy insegura, tras lo cual quedamos enfrentados, dándonos cortos besos. Inmediatamente empezó a fluir mi sangre por todo mi cuerpo, y, al notarlo, ella se pegó más a mí. Minutos después, mis dedos comenzaron a jugar con sus pezones, en círculos sin fin. Bajé luego mi mano, a la zona más calurosa de su cuerpo, tras lo cual ella me detuvo. Nos quedamos mirando, tratando de responder su pregunta, pero no pensaba pasar por eso nuevamente. Me liberé de su mano, y comencé a acariciar sus labios vaginales, para luego insertar mis dedos en su ya recorrido sexo. Su respiración se agitó, presionando fuerte sus manos contra mi cuerpo, y gimiendo a cada segundo. Algunos minutos pasaron de eso, hasta que me apretó más fuerte, indicándome que me detuviera.

Enseguida vino su agradecimiento, con su mano yendo directamente a mi miembro central. Casi de forma inexperta lo tomó entre sus dedos, y con movimientos muy lentos, jugaba con él como si fuera una reliquia que debe ser tratada con cuidado. No quería que eso fuera todo, por lo cual, luego de un rato la detuve, y le susurré al oído palabras que indicaban los pasos siguientes. Me miró seria, pero accediendo. Para mi sorpresa, abrió el cajón de su mesa de luz, y sacó lo que seguramente no usó con su novio, algún tiempo atrás. Abrió el envoltorio, y lo colocó en mi cuerpo. Sin esperar un segundo, me puse arriba de ella, y empecé a penetrarla lo más suave que pude, aunque mi excitación podía más. Sus gemidos a cada embestida aumentaban en volumen, pero ya no me importaba. Casi queriendo controlar la situación, se quiso poner ella arriba mío. Ahora llevaba ella el ritmo con el cual mi sexo ingresaba en el de ella. Mis manos rodeaban su cintura, siguiendo el movimiento. Bajaban a su cola firme, y luego pasaban a sus pechos que rebotaban con el impulso. El orgasmo de los dos no se hizo esperar.

Cayó rendida entre mis brazos, con una respiración corta y entrecortada, rendida al placer. Sin embargo, yo quería más. Bajé mis labios hasta su sexo y los besé como si fuera lo último que fuera a hacer en mi vida. Recorrí cada extensión del mismo, y luego mi lengua entró en su orificio. Sus manos se agarraban fuerte de mi pelo, empujando mi cabeza hacia su cuerpo, para asegurarse de que el placer nunca terminara. El gusto no me desagradaba para nada, y los jugos que había largado segundos atrás, estaban por todos lados. En un momento su cuerpo se irguió, y presionó mi cabeza a más no poder, casi costándome respirar; luego la liberó. Sabía que había logrado hacerla llegar hasta el punto cúlmine de su placer, y luego más.

Mi miembro estaba nuevamente erguido, pero ella no parecía querer hacer nada más. La subí arriba mío, con nuestros sexos en contacto, y empecé a lamer sus pechos como nadie lo había hecho antes. A cada "ay" que su boca decía, yo me calentaba más. Estaba consumido por el fuego de la calentura. Entonces ella me empezó a besar apasionadamente, tras lo cual pasó al cuello, y al pecho. Entonces me recosté, y dejé que ella hiciera lo suyo. Su boca siguió bajando, besando mi panza, hasta llegar a donde yo quería. Besó suavemente el tronco, hasta llegar a la cabeza. Luego sumó su lengua, y por fin lo metió todo en su boca. Cerré mis ojos consumido por la locura, y luego la miré. Toda una experta en este arte. Se lo metía entero en la boca, y luego solo la punta. Lo recorría con la lengua, y luego paraba; era todo suyo. Cuando empecé a sentir que estaba por acabar, le agarré la cabeza para avisarle mientras le decía que parara. No se dio por advertida. Automáticamente mis manos hicieron fuerza para el lado contrario, y la presionaron para que en su boca entrara cada centrímetro de mi miembro; entonces exploté y la solté. Su boca se llenó de mi semen, aunque no fuera en cantidades extremas. Con ojos de absoluta lujuria, se tragó todo lo que tenía en la boca, y lo que había quedado en mi cuerpo. Así, estaba ya listo para terminar la noche.

Sin embargo, segundos después, miré hacia la puerta, y lo que vi, me dejó absolutamente paralizado.

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5 comentarios - La hermana de mi mejor amigo (4)

draconegro
Muy buena historia!!!!! continuala porfa!!!! tremendo final, me dejaste pegado..... que siga viejo! Saludos
:alaba::alaba:
moi290
Y el resto???
Deberías terminarla...