Era tarde en la oficina, hacía mucho calor en un día típico de agosto, mi compañero salió para hacer unos trámites, yo me quedé sola trabajando en el cubículo.
Regresó comentando: "Que calor hace afuera " y le dije: "A mi se me antoja una paleta de hielo para sofocar el calor tan pesado". Entonces le pregunté:
¿A ti que se te antoja? Y me dijo : "A mi se me antoja una mujer". Solo me reí de su ocurrencia, pero de pronto lo tenia atrás de mi, callado y lentamente metió sus manos en mis pechos y empezó a acariciarlos de una forma tan suave, tan rica.
Estaba sorprendida, pero me dejé llevar, no me importó para nada el riesgo de que alguien entrara y nos encontrara en plena acción.
En esos momentos se pierde el control de todo.
Al rato de estar en esas caricias ya bastante exitados me dijo: "Quiero probarlos" "¿ me dejas?" y bajó a mi regazo moviendo el escote de mi blusa y empezó a besarlos, lamerlos, morderlos lentamente, en tal forma que me empezé a exitar y casi gritaba ahi.
Tuve que contenerme para que no me escucharan (eso creo yo) en los cubículos contiguos.
Ya estabamos bastante exitados pero corria el peligro de que nos vieran, por lo que le dije: "vete a tu asiento antes de que otra cosa pase"
Nos sentamos en nuestros escritorios los cuáles estaban separados por un metro de distancia.
El se sentó y quedó de frente a mi, ya bastante motivado me dijo: "muestrame tus pechos", yo muy obediente, bajé lentamente mi escote para mostrarselo todo, entonces su mirada cambió en tal forma que no lo reconocía, la lujuria nos hacía presos a los dos, eramos como la dinamita. Al final le enseñé mis pezones ya erectos y duros.
Tuvo que salir de la oficina al baño, duró como media hora y al regresar me dijo: "tuve que terminar en el baño pues no me pude contener"
Al recordar esos momentos, siento aún sus manos que me acarician y me exito como en aquella ocasión.
Recordar es vivir no cabe duda.
Regresó comentando: "Que calor hace afuera " y le dije: "A mi se me antoja una paleta de hielo para sofocar el calor tan pesado". Entonces le pregunté:
¿A ti que se te antoja? Y me dijo : "A mi se me antoja una mujer". Solo me reí de su ocurrencia, pero de pronto lo tenia atrás de mi, callado y lentamente metió sus manos en mis pechos y empezó a acariciarlos de una forma tan suave, tan rica.
Estaba sorprendida, pero me dejé llevar, no me importó para nada el riesgo de que alguien entrara y nos encontrara en plena acción.
En esos momentos se pierde el control de todo.
Al rato de estar en esas caricias ya bastante exitados me dijo: "Quiero probarlos" "¿ me dejas?" y bajó a mi regazo moviendo el escote de mi blusa y empezó a besarlos, lamerlos, morderlos lentamente, en tal forma que me empezé a exitar y casi gritaba ahi.
Tuve que contenerme para que no me escucharan (eso creo yo) en los cubículos contiguos.
Ya estabamos bastante exitados pero corria el peligro de que nos vieran, por lo que le dije: "vete a tu asiento antes de que otra cosa pase"
Nos sentamos en nuestros escritorios los cuáles estaban separados por un metro de distancia.
El se sentó y quedó de frente a mi, ya bastante motivado me dijo: "muestrame tus pechos", yo muy obediente, bajé lentamente mi escote para mostrarselo todo, entonces su mirada cambió en tal forma que no lo reconocía, la lujuria nos hacía presos a los dos, eramos como la dinamita. Al final le enseñé mis pezones ya erectos y duros.
Tuvo que salir de la oficina al baño, duró como media hora y al regresar me dijo: "tuve que terminar en el baño pues no me pude contener"
Al recordar esos momentos, siento aún sus manos que me acarician y me exito como en aquella ocasión.
Recordar es vivir no cabe duda.
12 comentarios - La mejor caricia sorpresa
termine a mil!!
que bueno que te gustó. Gracias.