Hola buenas noches hoy les traigo un relato buenisimo que me encintre en la red y loquiro compartir con todos ustedes espero les guste
La profe de biología
Colegio preparatorio. Mediados del año lectivo. Alta concentración de jóvenes estudiantes, algunos un tanto díscolos y otros no tanto; pero que, contagiados por un caudillo, son capaces de cualquier cosa. Este relato se desarrolla en un establecimiento educacional de cierto prestigio del cual por razones obvias no daré su nombre. Si alguno de los que suelen leer este tipo de relatos estuvo presente en ese lugar y lo lee se dará perfecta cuenta de que este hecho lo menciona sin nombrarlo.
A través del tiempo transcurrido algunos alumnos gozaban ya de mi simpatía. Era la “`profe” de Biología. Inexperta, joven, 23 años, 1.70m de altura, muy bien puesta físicamente. Estaba conformada por algunas hermosas partes. Hermosos ojos, hermosas tetas, piernas, nalgas, etc.
También a través del tiempo algunos temas de biología se trataban en el laboratorio de esa especialidad instalado en el tercer piso (todos los laboratorios estaban en la planta más alta). Y uno de esos temas fue el que desencadenó lo que paso a relatar.
- Te fijaste como se puso de “cachonda” la profe cuando le saque el tema de las relaciones sexuales.
- Sí, me parekce que se calentó la turrita...
- Será cuestión de poner en práctica llevar la conversación etre varios para ver si se calienta...¿no?
- ¡Eso! Le seguimos la corriente y le fantaseamos un poco para ver si le pica...¿qué les parece?
- ¡Bárbaro! Mañana cuando llegue la abordamos...
Esta charla entre algunos compinches e ignorada por mi fue el preludio...
A la hora de clases correspondiente ingresé al laboratorio del tercer piso sin saber lo que se avecinaba.
La conversación hábilmente encarada por los jóvenes derivó hacia donde se lo proponían y el tema sexo pronto fue abordado. En el mismo cada uno fue volcando “experiencias” y se convirtió en un verdadero sendero de espinas. Escuchaba sus anécdotas y mi mente comenzó a volar a 1000 por hora imaginándome ser la protagonista de la misma...
- ¡no sabe profe como gritaba la mina cuando llegaba al orgasmo..!
- no digas mina...-atinaba a contestar con voz apenas audible.
Sentía las palmas de las manos húmedas, tenía la boca entreabierta y mi nariz buscaba oxígeno desesperada...Para colmo de males mi “cosita” comenzó a mojarse en forma impresionante y eso hizo que agitara un tanto incómoda.
Estábamos parados rodeando a la gran mesada de mármol blanco por lo cual algunos alumnos estaban frente a mi, otros a los costados y varios detrás.
Disimuladamente baje mi mano derecha a mi entrepierna. Levanté la pollera y corrí a un lado la tanguita que cubría mi intimidad. Mi dedo inició la caricia del clítoris en forma suave elevando mi calentura al mango. Me había olvidado que la mesada se sostenía en sus extremos dejando un enorme vacío en su parte media. Me percaté de ello cuando sentí una lengua que me recorría toda la rajita y dos dedos que se hundían en mi agujerito. La primera reacción fue echarme hacia atrás pero no pude hacerlo por los alumnos que se hallaban a mis espaldas. Quedé atrapada en el lugar y la lengua que me acariciaba comenzó a ponerme por demás cachonda. No tuve respuesta, esa es la verdad... Cuando intenté reaccionar me encontraba con la blusa desprendida, el sostén fuera de su lugar y mis pechos al aire. Unos carnosos labios se apretaban contra los míos en tanto la lengua penetraba en mi boca. Otras bocas comenzaron a chupar, besar, succionar mis pechos. Ahí perdí conciencia de todo cuanto estaba ocurriendo. Cuando el que me besaba me soltó, un pene ocupo su lugar. Durante casi una hora y media mi cuerpo sufrió la embestida de todo el curso. Trague semen en cantidad y de distintos miembros. Mi vagina fue penetrada en varias ocasiones y por ende tuve innumerables orgasmos de distinta intensidad que fueron minando mis energías. Casi al término un enorme pedazo de carne me penetró provocándome el mayor placer de todos. Ese “pedazo” me arrastró a varios orgasmos que no pude contener. Su grosor era tal que me frotaba las paredes arrastrándome con enormes ondas de gozo.
Cuando alguien dijo que ya era la hora todos salieron de mi entorno. Estaba tan mareada y débil que no tenía fuerzas para moverme. Uno de ellos me ayudó a llegar a una de las piletas donde pude higienizarme. Me dieron un par de aspirinas y me dejaron sentada hasta que sonó el timbre del recreo. Todos menos un par de ellos se fueron. Los que quedaron conmigo me ayudaron a llegar hasta la PB.
- Voy a avisar en rectoría que me retiro...
- Diga que está descompuesta y permítame que la acompañe...
- Bueno... – la idea del joven me pareció aceptable y así lo hice. El rector aceptó mi pedido y el joven alumno me acompañó, en buena hora, a mi domicilio.
Salimos a la calle y paramos al primer taxi que pasaba. Di la dirección de mi casa y quince minutos después siempre ayudada por el muchacho ingresaba a mi domicilio. Estaba muy mareada, casi al borde de la inconciencia. La cogida que me habían pegado me había destrozado física y emocionalmente.
Sin poder de reacción las decisiones las tomó el muchacho. Me desvistió y me metió dentro de la bañera con agua caliente. Luego de un prolijo lavado, me sacó de la bañera y tras secarme me llevo al dormitorio procediendo a acostarme totalmente desnuda. El se acostó a mi lado, también desnudo.
Me desperté a las 9.30 horas aproximadamente. Abrí mis ojos tratando de recordar lo pasado. Poco a poco fui recuperándome. Cuando me senté en la cama descubrí al muchacho a mi lado. Mi vista fue atraída por el “enorme” pedazo que lucía en su entrepierna.
Ese había sido seguramente el que me había hecho gozar. Giré mi cabeza para ver su cara, él me estaba contemplando con una enorme sonrisa en sus labios. Su mano izquierda tomó mi cabeza por detrás y con suavidad me la llevó a su entrepierna. Cuando llegué al lugar, sin oponer resistencia, abrí mi boca y me apoderé de ese mástil. El muchacho inició la rotación de su cuerpo y quedamos en posición de 69. Sus besos y chupones se adueñaron de mi sexo el cual respondió lubricándose al máximo. Aprovechando esta circunstancia comenzó a jugar con sus dedos en la puerta de ano. Primero uno y luego dos dedos ablandaron la entrada, de la cual sea dicho de paso no era virgen, ya la había usado en reiteradas ocasiones por lo cual esos dedos solo contribuyeron a levantar más mi calentura. Cuando él giró nuevamente sus besos recorriendo mi cuerpo llegaron a mi rostro, su pene se apoyó en la entrada de mi vagina y comenzó una nueva penetración. Su grosor me producía unas enormes sensaciones de placer que me llevaban a los mas violentos y prolongados orgasmos que jamás había tenido. La paliza recibida anteriormente y la que me prodigaba ese enorme pedazo hicieron que mis fuerzas me abandonaran rapidamente. El se percató y mientras me besaba y acariciaba giró mi cuerpo colchándome boca abajo. Penetró desde atrás y me llevó a un par de nuevas y brutales acabadas. Luego continuó acariciando mis pechos en tanto un dedo masajeaba suavemente mi clítoris y su pija se apoyaba en la puerta de mi ano.
La calentura me llevó en un momento dado a pedirle...
- Ponémela en el culo, mi amor...
- Si cielito...tomala...
El empuje y la lubricación hicieron que la enorme cabeza penetrara rápida y brutalmente.
- Paráaaa... me duele....uhhhh...aaaaahhh aayyyyy..
Mi culo volvió a partirse para permitir el ingreso de todo su miembro en mi interior. Lo sentía llegar hasta mi estómago. No pude moverme. Viendo mi pasividad ante el terrible dolor que sentía y que me había anulado por completo, el se levantó de la cama sosteniéndome empalada y me llevó a caminar por toda la casa. Durante un par de horas caminó conmigo colgando de su miembro por toda casa. Me hizo sentar sobre él mientras tomábamos café. Todo ese trajinar me permitió recuperarme y además logró que el terrible dolor en el orificio anal, aspirinas mediante, se diluyera.
Esa noche y muchas más durante tres años, mi alumno las pasó conmigo. Por supuesto que al día siguiente de haber ocurrido estos hechos envié mi renuncia como profesora al colegio.
Nunca supieron porque. Solo aquellos que me habían sometido sexualmente lo sabían y no lo harían público por temor a alguna denuncia de mi parte...
Colegio preparatorio. Mediados del año lectivo. Alta concentración de jóvenes estudiantes, algunos un tanto díscolos y otros no tanto; pero que, contagiados por un caudillo, son capaces de cualquier cosa. Este relato se desarrolla en un establecimiento educacional de cierto prestigio del cual por razones obvias no daré su nombre. Si alguno de los que suelen leer este tipo de relatos estuvo presente en ese lugar y lo lee se dará perfecta cuenta de que este hecho lo menciona sin nombrarlo.
A través del tiempo transcurrido algunos alumnos gozaban ya de mi simpatía. Era la “`profe” de Biología. Inexperta, joven, 23 años, 1.70m de altura, muy bien puesta físicamente. Estaba conformada por algunas hermosas partes. Hermosos ojos, hermosas tetas, piernas, nalgas, etc.
También a través del tiempo algunos temas de biología se trataban en el laboratorio de esa especialidad instalado en el tercer piso (todos los laboratorios estaban en la planta más alta). Y uno de esos temas fue el que desencadenó lo que paso a relatar.
- Te fijaste como se puso de “cachonda” la profe cuando le saque el tema de las relaciones sexuales.
- Sí, me parekce que se calentó la turrita...
- Será cuestión de poner en práctica llevar la conversación etre varios para ver si se calienta...¿no?
- ¡Eso! Le seguimos la corriente y le fantaseamos un poco para ver si le pica...¿qué les parece?
- ¡Bárbaro! Mañana cuando llegue la abordamos...
Esta charla entre algunos compinches e ignorada por mi fue el preludio...
A la hora de clases correspondiente ingresé al laboratorio del tercer piso sin saber lo que se avecinaba.
La conversación hábilmente encarada por los jóvenes derivó hacia donde se lo proponían y el tema sexo pronto fue abordado. En el mismo cada uno fue volcando “experiencias” y se convirtió en un verdadero sendero de espinas. Escuchaba sus anécdotas y mi mente comenzó a volar a 1000 por hora imaginándome ser la protagonista de la misma...
- ¡no sabe profe como gritaba la mina cuando llegaba al orgasmo..!
- no digas mina...-atinaba a contestar con voz apenas audible.
Sentía las palmas de las manos húmedas, tenía la boca entreabierta y mi nariz buscaba oxígeno desesperada...Para colmo de males mi “cosita” comenzó a mojarse en forma impresionante y eso hizo que agitara un tanto incómoda.
Estábamos parados rodeando a la gran mesada de mármol blanco por lo cual algunos alumnos estaban frente a mi, otros a los costados y varios detrás.
Disimuladamente baje mi mano derecha a mi entrepierna. Levanté la pollera y corrí a un lado la tanguita que cubría mi intimidad. Mi dedo inició la caricia del clítoris en forma suave elevando mi calentura al mango. Me había olvidado que la mesada se sostenía en sus extremos dejando un enorme vacío en su parte media. Me percaté de ello cuando sentí una lengua que me recorría toda la rajita y dos dedos que se hundían en mi agujerito. La primera reacción fue echarme hacia atrás pero no pude hacerlo por los alumnos que se hallaban a mis espaldas. Quedé atrapada en el lugar y la lengua que me acariciaba comenzó a ponerme por demás cachonda. No tuve respuesta, esa es la verdad... Cuando intenté reaccionar me encontraba con la blusa desprendida, el sostén fuera de su lugar y mis pechos al aire. Unos carnosos labios se apretaban contra los míos en tanto la lengua penetraba en mi boca. Otras bocas comenzaron a chupar, besar, succionar mis pechos. Ahí perdí conciencia de todo cuanto estaba ocurriendo. Cuando el que me besaba me soltó, un pene ocupo su lugar. Durante casi una hora y media mi cuerpo sufrió la embestida de todo el curso. Trague semen en cantidad y de distintos miembros. Mi vagina fue penetrada en varias ocasiones y por ende tuve innumerables orgasmos de distinta intensidad que fueron minando mis energías. Casi al término un enorme pedazo de carne me penetró provocándome el mayor placer de todos. Ese “pedazo” me arrastró a varios orgasmos que no pude contener. Su grosor era tal que me frotaba las paredes arrastrándome con enormes ondas de gozo.
Cuando alguien dijo que ya era la hora todos salieron de mi entorno. Estaba tan mareada y débil que no tenía fuerzas para moverme. Uno de ellos me ayudó a llegar a una de las piletas donde pude higienizarme. Me dieron un par de aspirinas y me dejaron sentada hasta que sonó el timbre del recreo. Todos menos un par de ellos se fueron. Los que quedaron conmigo me ayudaron a llegar hasta la PB.
- Voy a avisar en rectoría que me retiro...
- Diga que está descompuesta y permítame que la acompañe...
- Bueno... – la idea del joven me pareció aceptable y así lo hice. El rector aceptó mi pedido y el joven alumno me acompañó, en buena hora, a mi domicilio.
Salimos a la calle y paramos al primer taxi que pasaba. Di la dirección de mi casa y quince minutos después siempre ayudada por el muchacho ingresaba a mi domicilio. Estaba muy mareada, casi al borde de la inconciencia. La cogida que me habían pegado me había destrozado física y emocionalmente.
Sin poder de reacción las decisiones las tomó el muchacho. Me desvistió y me metió dentro de la bañera con agua caliente. Luego de un prolijo lavado, me sacó de la bañera y tras secarme me llevo al dormitorio procediendo a acostarme totalmente desnuda. El se acostó a mi lado, también desnudo.
Me desperté a las 9.30 horas aproximadamente. Abrí mis ojos tratando de recordar lo pasado. Poco a poco fui recuperándome. Cuando me senté en la cama descubrí al muchacho a mi lado. Mi vista fue atraída por el “enorme” pedazo que lucía en su entrepierna.
Ese había sido seguramente el que me había hecho gozar. Giré mi cabeza para ver su cara, él me estaba contemplando con una enorme sonrisa en sus labios. Su mano izquierda tomó mi cabeza por detrás y con suavidad me la llevó a su entrepierna. Cuando llegué al lugar, sin oponer resistencia, abrí mi boca y me apoderé de ese mástil. El muchacho inició la rotación de su cuerpo y quedamos en posición de 69. Sus besos y chupones se adueñaron de mi sexo el cual respondió lubricándose al máximo. Aprovechando esta circunstancia comenzó a jugar con sus dedos en la puerta de ano. Primero uno y luego dos dedos ablandaron la entrada, de la cual sea dicho de paso no era virgen, ya la había usado en reiteradas ocasiones por lo cual esos dedos solo contribuyeron a levantar más mi calentura. Cuando él giró nuevamente sus besos recorriendo mi cuerpo llegaron a mi rostro, su pene se apoyó en la entrada de mi vagina y comenzó una nueva penetración. Su grosor me producía unas enormes sensaciones de placer que me llevaban a los mas violentos y prolongados orgasmos que jamás había tenido. La paliza recibida anteriormente y la que me prodigaba ese enorme pedazo hicieron que mis fuerzas me abandonaran rapidamente. El se percató y mientras me besaba y acariciaba giró mi cuerpo colchándome boca abajo. Penetró desde atrás y me llevó a un par de nuevas y brutales acabadas. Luego continuó acariciando mis pechos en tanto un dedo masajeaba suavemente mi clítoris y su pija se apoyaba en la puerta de mi ano.
La calentura me llevó en un momento dado a pedirle...
- Ponémela en el culo, mi amor...
- Si cielito...tomala...
El empuje y la lubricación hicieron que la enorme cabeza penetrara rápida y brutalmente.
- Paráaaa... me duele....uhhhh...aaaaahhh aayyyyy..
Mi culo volvió a partirse para permitir el ingreso de todo su miembro en mi interior. Lo sentía llegar hasta mi estómago. No pude moverme. Viendo mi pasividad ante el terrible dolor que sentía y que me había anulado por completo, el se levantó de la cama sosteniéndome empalada y me llevó a caminar por toda la casa. Durante un par de horas caminó conmigo colgando de su miembro por toda casa. Me hizo sentar sobre él mientras tomábamos café. Todo ese trajinar me permitió recuperarme y además logró que el terrible dolor en el orificio anal, aspirinas mediante, se diluyera.
Esa noche y muchas más durante tres años, mi alumno las pasó conmigo. Por supuesto que al día siguiente de haber ocurrido estos hechos envié mi renuncia como profesora al colegio.
Nunca supieron porque. Solo aquellos que me habían sometido sexualmente lo sabían y no lo harían público por temor a alguna denuncia de mi parte...
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