capitulo anterior http://www.poringa.net/posts/relatos/2007643/Paulina-angel-una-esposa-y-madre-ejemplar-parte2.html
Llegó la navidad, época en la que me tocó verme con mis papás y mis suegros. No me veían desde hacía meses, y se quedaron sorprendidos con mi look y mi manera de comportame. Sobretodo mi mamá, que me preguntó desde cuándo fumaba y quedó aterrada de la forma cómo tomaba trago... También me dijo que estaba gorda y que yo siempre había sido muy flaca. Yo, simplemente, le dije que me había cambiado el metabolismo después de la operación que me habían hecho. Eso sí, los hombres de la familia coincidían en que estaba espléndida. Por otra parte, mi marido que vivía histérico por mi ritmo de vida se aguantaba que no cuidara el niño, que me gastara todo el sueldo y que llegara a la hora que me diera la gana, por mi cambio en la cama, ya que me comportaba como una puta y le hacía cosas que jamás le ha bía hecho. Típico de los hombres, con tal de tener buen sexo se calman... Es que todos piensan con el pene y no con el cerebro. Cuando pasó diciembre y sus festividades, pedí cita con Diego. Eso fue un 8 de enero y cuando me vio entrar por la puerta se rió satisfecho de ver su obra. Ese día tenía una blusita que transparentaba el Wonderbra negro y dejaba el ombligo al aire, además llevaba un descaderado que me marcaba la raja de la cuca. La ropa era dos tallas menos y me marcaba al máximo tetas, culo y cuca. En fin, el hecho es que me mandó a desvestir con el mismo gesto que se le dice a una puta. Una vez desnuda del todo, me pesó. Había engordado 12 kilos en tres meses, había pasado de 54 a 66 kilos. Me tomó las medidas y los 75-45-75 se habían convertido en 95-65-78. Me confirmó que el tratamiento hormonal me había cambiado el metabolismo, y que ahora era una mujer con curvas per o que no debía subir más de peso. Me hizo toser diciendo que ya tenía la tos clásica de fumadora. Las pulsaciones habían pasado de 60 por minuto a 75. Me tomó la tensión, había pasado de 11-6 a 13-8. Me dijo que todos los cambios eran por la dieta, el cigarrillo y el alcohol. En definitiva estaba comprobando si había cumplido todas las pautas que me marcó. La enfermera (que por cierto estaba buenísima) me sacó sangre para comprobar mi nivel hormonal. Luego me dijo que pasara con la enfermera al baño, para darle una muestra de orina y aplicarme un enema, pues quería verme con los intestinos limpios. Pasamos al baño y delante de ella me puse el frasco entre las piernas y con mucha vergüenza lo llené de orina. Después metió un tubo de plástico por el culo, el cual me abrió con sus dedos, utilizando guantes de látex, y desde una pera me metió agua templada en mis tripas. Yo notaba como me entraba el líquido caliente y se me hinchaba el vientre. Después de meterme un par de litros de agua, me dejó acostada en una camilla en el baño y me dijo que antes de evacuar esperara un rato. Me dejó sola como unos 15 minutos. Yo estaba toda llena y desesperada por evacuar, no podía aguantar mas. Cuando volvió me dijo que ya podía cagar. Yo la pregunté si me podía dejar sola, pero me contestó que Diego le había ordenado que tenía que estar ahí todo el tiempo. Así que toda desnuda y con ella en frente expulsé todo el agua mezclada con mis excrementos. Luego me acompañó a donde estaba Diego. Cuando salió la enfermera, él me dijo que me recostara en el sillón ginecológico abierta de piernas. Comprobó la dilatación de vagina y culo, y me felicitó por cumplir los deberes con los consoladores. Luego empezó a chuparme mi cuca depilada (con la depilación láser ya no me ha vuelto a salir pelo en esa zona) durante un rato... Cuando terminó me había hecho llegar dos veces. "Tu cuca sabe a perra en celo", comentó. Acto seguido, se abrió la bata y se bajó la cremallera, ordenándome que le mamara la verga. Se la empecé a lamer como una zorra, mirándolo siempre a la cara, y me sentía feliz de sentir cómo se le iba endureciendo en mi boca. Me agarró la cabeza y empezó a meterla y a sacarla como si me estuviera comiendo por la garganta... Casi no podía respirar!.
Cuando estaba saliendo el líquido previo a la eyaculación, me la sacó de la boca, me tiró al suelo, se puso atrás y de un empujón me la clavó en el culo; me dolió menos que la primera vez porque mi culo ya estaba bastante dilatado, me culeaba con fuerza, como si quisiera hacerme daño. Yo, mientras tanto, me agitaba el clítoris con todas mis ganas. A los diez minutos me la volvió a sacar, me volteó y abriéndome las piernas me la metió en mi mojada vagina. Por primera vez me comía por ahí, estaba emocionada. Al cabo de otros 15 minutos, derramó su leche caliente dentro de mi cuca. Se salió y me dijo que se la limpiara con la boca. Se arregló y me dio un Kleenex para que me limpiara. Llamó la enfermera para saber si ya estaban los resultados de los análisis. Los trajo y se me quedo mirando con una sonrisa burlona mientras se iba. Los niveles de hormonas femeninas estaban disparados, el colesterol y la glucosa me habían subido. Llamó a una amiga suya para que viniera, dijo que quería que la conociera, antes de irme. Mientras que la amiga llegaba, me indicó las pautas a seguir en el próximo trimestre, indicando que el tratamiento hormonal lo tenía que seguir durante otros 9 meses para que las curvas se quedaran donde estaban de forma irreversible. Me puso una dieta a base de cereales para desayunar, verdura, y carne y pescado a la plancha, y de postre sólo yogures o fruta. Me mandó a hacer aerobicos 4 días por semana, acotando que al principio me iba a costar, pero que me quería con los músculos bien tonificados. Insistió mucho en que no dejara de fumar y tomar. Por último me recomendó un cirujano plástico amigo para que me operara los labios, me subiera los pómulos y me quitara la papada. Además para eliminar los efectos del embarazo me harían una liposucción y elevación de abdomen. Las tetas las dejaba para el siguiente trimestre. Entonces llegó la mujer que me quería presentar, se llamaba Ana. Era muy linda, era una morena tipo italiana, con el pelo cortico. Yo diría con tacones 1,80 de altura, 90-60-95, unos 30 años, y labios carnosos. Muy maquillada en tonos rojos, vestido muy ajustado a la altura de los muslos y botas largas. Diego me dijo que ella era enfermera, que había emepezado trabajando con él en el hospital y que ahora trabajaba para una revista de modas. Que ella había seguido mi mismo proceso y que ahí estaban los resultados a la vista. A todo esto yo seguía desnuda y Ana me miraba descaradamente. Diego me mandó a vestir. "A partir de ahora van a ser amigas inseparables y la influencia de Ana va a ser muy positiva para tí", concluyó. Y vaya si lo fue! Mi relación con Ana, me hizo perder definitivamente mi familia, mi trabajo, y entrar en un tipo de vida del que no he podido salir...
Finalmente, me dijo que no me quería ver sino hasta dentro de tres meses, ya operada y tonificada por el ejercicio. Me aconsejó hacer todo lo que Ana me dijera, que cuando él no estaba ella era la que mandaba y que si no hacía cualquier cosa que me ordenara habíamos terminado para siempre.
Me quedé un poco preocupada ¿Qué era lo que esa mujer me haría hacer?. Cuando salimos de la consulta me ofreció un cigarrillo y me dijo: "No te preocupes, ya vas a ver que vamos a ser muy amigas y muy unidas, además los pasos más difícil es ya los has dado Paulina". Me invitó a hacer las primeras sesiones de aerobicos, entonces me tocó llamar desde el celular a mi secretaria para decirle que se había complicado la consulta con el médico y que no volvía hasta mañana. Nos fuimos en mi carro para el gimnasio y mientras yo manejaba, me metía la mano descaradamente. Me decía que antes de 15 días tenía que operarme para estar bien buena y así poder alternar con ella y su grupo de amigos sin desentonar. Al entrar al vestier, empezamos a desvestirnos. Me fijé detenidamente en Ana y pude ver su cuerpo en plenitud. Se quitó el Wonderbra y de busto tendría 95, luego se quitó la tanga y su culo era muy firme; ni hablar de su cuca, estaba hermosa y totalmente depilada. Se puso una lycra y un topcito arriba, quedando su abdómen al aire, en el que sobresalía un piercing en el ombligo. Estaba toda bronceada. Mientras me desnudaba, ella también me miraba... "Te está quedando un cuerpo divino, ya vas a ver que con el ejercicio y la cirugía vas a quedar como yo". Nos dirigimos al salón de aerobicos para iniciar la primera sesión. Ana me presentó a la profesora, se llamaba Vanesa. Tenía más o menos unos treinta y pico de años y se rió al conocerme. Ana le recomendó que tenía que ponerme a punto, que llevaba sin hacer ejercicio mucho tiempo. Cuando empezó la calse, intentaba hacer todos los ejercicios pero me faltaba fondo, estaba muy pesada y fatigada, sin agilidad, el no estar en mi peso habitual y el cigarrillo me daban durísimo. Vanesa intentaba enseñarme las posturas correctas, cosa que Ana aprovechaba para cogerme de las caderas y tocarme. Cuando terminamos la sesión estaba agotada, Vanesa me dijo que dentro de pocas sesiones ya aguantaría sin problemas. Nos fuimos a la ducha y Ana en vez de meterse en otra, se metió en la mía cerrando la puerta. Nos metimos debajo del agua, empezamos a tocarnos las tetas (me daba mucha envidia el tamaño de las de ella) y las cucas. Me dijo que le lamiera el clítoris con ganas, pero como estaba nerviosa lo hacía muy tímidamente... Y ahí fue cuando me pegó una cachetada: "Cuando te ordene algo hazlo!". Empecé a besarle el clítoris y me acordé de cómo lo hacía la puta que había contratado Pablo la vez que estuvimos los tres. Al poco rato, Ana se vino en mi cara, diciéndome que se veía que no era la primera vez que había estado con una mujer, que yo era más perra de lo que Diego le había contado. Después nos metimos a la cámara de bronceo y a masajes, luego nos vestimos y nos fuimos a un bar. Allí Ana me contó que a partir de ahora iba a controlar todos mis movimientos, al punto que cuando fuera a comprar ropa interior ella me la escogería. De momento, Ana quería que me operar an la semana entrante, entonces me explicó lo que me iban a hacer: Para empezar un engrosamiento de labios con hilos de goretex, me indicó que el perfilado de los labios se haría muy patente puesto que es un material que proporcionan gran volumen. Los resultados obtenidos son definitivos; es decir estos materiales son de duración permanente. Después una Abdominoplastia. Me explicó que era un procedimiento quirúrgico que mejora el aspecto del abdomen mediante la eliminación del exceso de piel y tejido graso y el tensado de los músculos de la pared abdominal, consiguiendo así un abdomen firme y plano. Me comentó que el tamaño de las cicatrices están en proporción con la cantidad de piel "en exceso" que tuvieran que quitarme, y que generalmente se sitúan por encima del bello púbico y en ambas regiones inguinales, de tal manera que quedan ocultas por el bikini. Pero me dijo que si alguna se notara tendría que hacerme un tatuaje. Para terminar me comentó que me subirían y engrosarían los pómulos de forma análoga a los labios, y que me subirían la piel del cuello para dejarlo plano, con la barbilla totalmente perfilada. Es decir, Diego me quería sin un milímetro de papada. Entre la cirugía, los aerobicos y la dieta, mantendría los kilos en su sitio quedándome un cuerpo con curvas de mujer marcada, que más adelante se completaría con el implante de busto. "Te van a dejar con una cara y un cuerpo similar al de las modelos pero con más curvas", dijo Ana tranquilizándome. Posteriormente la llevé a su apartamento en los Rosales y yo me fui para mi casa pensando de dónde iba a sacar la plata para las operaciones. Ese día llegué temprano, eran las 10 de la noche, mi hijo ya estaba en la cama y saludé a mi marido, que se puso muy contento al verme. Le dí un beso metiéndole la lengua hasta la garganta. Tenía bien en claro que a partir de ese día tenía que excitarlo y satisfacerlo como nunca para que me diera la plata. El ritmo de vida que había llevado esos meses me había dejado sin ahorros y con las tarjetas endeudadísima.
Le conté a Sebastián que había empezado a hacer aerobicos y que me iba a poner a dieta para estar más linda para él. Me contestó que ya era hora de que me diera cuenta que comía demasiado. Mientras hablábamos, me fumaba un cigarrillo y ojeaba una revista de moda; entre tanto él hacía la comida.
De repente le puse el tema de las cirugías... "Mi amorsito, tengo ganas de hacerme unas cirugías estéticas porque mi cuerpo quedó un poquito achacado después del embarazo y ya no me miras igual al no poder tener más hijos". Lo que me quiero hacer vale 5 millones y en mayo necesitaría más para las tetas. Mi marido se ganaba 9 millones y medio al mes, pero me dijo que estaba muy caro, que si estaba loca, ETC... Entonces empecé a actuar, me puse co mo una loca, le tiré la comida a la pared, le gritaba que ya no me quería, que se olvidara de volver a tocarme, y me fui a dormir al otro cuarto. Esto pasó el jueves, el sábado cuando me vio salir del baño en tanga, no pudo aguantarse y me dio el cheque en blanco. Ese día le eché el polvo de su vida, dejando que se metiera por todos mis huecos... El lunes fui a la cita donde el cirujano plástico con Ana, pues ella era la que iba a escoger cómo me tenían que dejar todas las zonas operadas. Las verdad es que ella también pasó por lo mismo y además era enfermera, aunque supongo que el que movía los hilos en la distancia era Diego. En el trabajo pedí que me descontaran los días de recuperación de las vacaciones, argumentando que tenía una depresión y que me iba a operar para sentirme mejor conmigo misma. El miércoles me operaron, Ana no se separó de mí. El día de las cirugías por la tarde vino mi esposo con el niño a verme, y l e presenté a Ana como una amiga del club.
Ella estaba impresionante, tenía un pantalón negro elástico super ajustado que le marcaba toda la raja de la cuca, un top azul claro que contrastaba con su piel morena y que le marcaba todos los pezones (no tenía brasier) que se pegaba como una segunda piel dejando al aire el ombligo con un piercing de oro, y unos zapatos de tacón. Cuando se agachó para darle un beso al niño le acercó descaradamente las tetas a Sebastián, que se quedó como hipnotizado. De hecho él estaba como que muy interesado en Ana, ya que no le quitaba el ojo de encima. A los tres días ya estaba en mi casa, pero todavía no se podían comprobar los resultados por la inflamación. Disfruté durante quince días de un poco de calma y de la compañía de mi hijo de la que ya casi no me acordaba. Aunque eso sí, Ana me dijo que me tenía que masturbar todos los días, y como iba a estar en casa que llevara puestas las bola s chinas para mantenerme bien caliente. Cuando bajó la inflamación se podían observar los primeros resultados. Tenía el vientre plano como antes del embarazo, pasé de 65 a 60 cm de cintura, que contrastaba con mis 95 cm de cadera. La cara era otra, pómulos y barbilla muy marcados, y labios al estilo Actriz porno, es decir, como les gustan a los hombres muy carnosos, los típicos labios de mamadora. A Sebastián le gustaron los resultados, la verdad es que yo creo que no le desagradaba que tuviera un físico como el de Ana... Cuando volví al trabajo todo el mundo me miraba, estaba muchísimo mejor, y teniendo en cuenta cómo me hacían vestir y como tenía que comportarme con los hombres me había convertido en una mujer totalmente irresistible.
Llegó la navidad, época en la que me tocó verme con mis papás y mis suegros. No me veían desde hacía meses, y se quedaron sorprendidos con mi look y mi manera de comportame. Sobretodo mi mamá, que me preguntó desde cuándo fumaba y quedó aterrada de la forma cómo tomaba trago... También me dijo que estaba gorda y que yo siempre había sido muy flaca. Yo, simplemente, le dije que me había cambiado el metabolismo después de la operación que me habían hecho. Eso sí, los hombres de la familia coincidían en que estaba espléndida. Por otra parte, mi marido que vivía histérico por mi ritmo de vida se aguantaba que no cuidara el niño, que me gastara todo el sueldo y que llegara a la hora que me diera la gana, por mi cambio en la cama, ya que me comportaba como una puta y le hacía cosas que jamás le ha bía hecho. Típico de los hombres, con tal de tener buen sexo se calman... Es que todos piensan con el pene y no con el cerebro. Cuando pasó diciembre y sus festividades, pedí cita con Diego. Eso fue un 8 de enero y cuando me vio entrar por la puerta se rió satisfecho de ver su obra. Ese día tenía una blusita que transparentaba el Wonderbra negro y dejaba el ombligo al aire, además llevaba un descaderado que me marcaba la raja de la cuca. La ropa era dos tallas menos y me marcaba al máximo tetas, culo y cuca. En fin, el hecho es que me mandó a desvestir con el mismo gesto que se le dice a una puta. Una vez desnuda del todo, me pesó. Había engordado 12 kilos en tres meses, había pasado de 54 a 66 kilos. Me tomó las medidas y los 75-45-75 se habían convertido en 95-65-78. Me confirmó que el tratamiento hormonal me había cambiado el metabolismo, y que ahora era una mujer con curvas per o que no debía subir más de peso. Me hizo toser diciendo que ya tenía la tos clásica de fumadora. Las pulsaciones habían pasado de 60 por minuto a 75. Me tomó la tensión, había pasado de 11-6 a 13-8. Me dijo que todos los cambios eran por la dieta, el cigarrillo y el alcohol. En definitiva estaba comprobando si había cumplido todas las pautas que me marcó. La enfermera (que por cierto estaba buenísima) me sacó sangre para comprobar mi nivel hormonal. Luego me dijo que pasara con la enfermera al baño, para darle una muestra de orina y aplicarme un enema, pues quería verme con los intestinos limpios. Pasamos al baño y delante de ella me puse el frasco entre las piernas y con mucha vergüenza lo llené de orina. Después metió un tubo de plástico por el culo, el cual me abrió con sus dedos, utilizando guantes de látex, y desde una pera me metió agua templada en mis tripas. Yo notaba como me entraba el líquido caliente y se me hinchaba el vientre. Después de meterme un par de litros de agua, me dejó acostada en una camilla en el baño y me dijo que antes de evacuar esperara un rato. Me dejó sola como unos 15 minutos. Yo estaba toda llena y desesperada por evacuar, no podía aguantar mas. Cuando volvió me dijo que ya podía cagar. Yo la pregunté si me podía dejar sola, pero me contestó que Diego le había ordenado que tenía que estar ahí todo el tiempo. Así que toda desnuda y con ella en frente expulsé todo el agua mezclada con mis excrementos. Luego me acompañó a donde estaba Diego. Cuando salió la enfermera, él me dijo que me recostara en el sillón ginecológico abierta de piernas. Comprobó la dilatación de vagina y culo, y me felicitó por cumplir los deberes con los consoladores. Luego empezó a chuparme mi cuca depilada (con la depilación láser ya no me ha vuelto a salir pelo en esa zona) durante un rato... Cuando terminó me había hecho llegar dos veces. "Tu cuca sabe a perra en celo", comentó. Acto seguido, se abrió la bata y se bajó la cremallera, ordenándome que le mamara la verga. Se la empecé a lamer como una zorra, mirándolo siempre a la cara, y me sentía feliz de sentir cómo se le iba endureciendo en mi boca. Me agarró la cabeza y empezó a meterla y a sacarla como si me estuviera comiendo por la garganta... Casi no podía respirar!.
Cuando estaba saliendo el líquido previo a la eyaculación, me la sacó de la boca, me tiró al suelo, se puso atrás y de un empujón me la clavó en el culo; me dolió menos que la primera vez porque mi culo ya estaba bastante dilatado, me culeaba con fuerza, como si quisiera hacerme daño. Yo, mientras tanto, me agitaba el clítoris con todas mis ganas. A los diez minutos me la volvió a sacar, me volteó y abriéndome las piernas me la metió en mi mojada vagina. Por primera vez me comía por ahí, estaba emocionada. Al cabo de otros 15 minutos, derramó su leche caliente dentro de mi cuca. Se salió y me dijo que se la limpiara con la boca. Se arregló y me dio un Kleenex para que me limpiara. Llamó la enfermera para saber si ya estaban los resultados de los análisis. Los trajo y se me quedo mirando con una sonrisa burlona mientras se iba. Los niveles de hormonas femeninas estaban disparados, el colesterol y la glucosa me habían subido. Llamó a una amiga suya para que viniera, dijo que quería que la conociera, antes de irme. Mientras que la amiga llegaba, me indicó las pautas a seguir en el próximo trimestre, indicando que el tratamiento hormonal lo tenía que seguir durante otros 9 meses para que las curvas se quedaran donde estaban de forma irreversible. Me puso una dieta a base de cereales para desayunar, verdura, y carne y pescado a la plancha, y de postre sólo yogures o fruta. Me mandó a hacer aerobicos 4 días por semana, acotando que al principio me iba a costar, pero que me quería con los músculos bien tonificados. Insistió mucho en que no dejara de fumar y tomar. Por último me recomendó un cirujano plástico amigo para que me operara los labios, me subiera los pómulos y me quitara la papada. Además para eliminar los efectos del embarazo me harían una liposucción y elevación de abdomen. Las tetas las dejaba para el siguiente trimestre. Entonces llegó la mujer que me quería presentar, se llamaba Ana. Era muy linda, era una morena tipo italiana, con el pelo cortico. Yo diría con tacones 1,80 de altura, 90-60-95, unos 30 años, y labios carnosos. Muy maquillada en tonos rojos, vestido muy ajustado a la altura de los muslos y botas largas. Diego me dijo que ella era enfermera, que había emepezado trabajando con él en el hospital y que ahora trabajaba para una revista de modas. Que ella había seguido mi mismo proceso y que ahí estaban los resultados a la vista. A todo esto yo seguía desnuda y Ana me miraba descaradamente. Diego me mandó a vestir. "A partir de ahora van a ser amigas inseparables y la influencia de Ana va a ser muy positiva para tí", concluyó. Y vaya si lo fue! Mi relación con Ana, me hizo perder definitivamente mi familia, mi trabajo, y entrar en un tipo de vida del que no he podido salir...
Finalmente, me dijo que no me quería ver sino hasta dentro de tres meses, ya operada y tonificada por el ejercicio. Me aconsejó hacer todo lo que Ana me dijera, que cuando él no estaba ella era la que mandaba y que si no hacía cualquier cosa que me ordenara habíamos terminado para siempre.
Me quedé un poco preocupada ¿Qué era lo que esa mujer me haría hacer?. Cuando salimos de la consulta me ofreció un cigarrillo y me dijo: "No te preocupes, ya vas a ver que vamos a ser muy amigas y muy unidas, además los pasos más difícil es ya los has dado Paulina". Me invitó a hacer las primeras sesiones de aerobicos, entonces me tocó llamar desde el celular a mi secretaria para decirle que se había complicado la consulta con el médico y que no volvía hasta mañana. Nos fuimos en mi carro para el gimnasio y mientras yo manejaba, me metía la mano descaradamente. Me decía que antes de 15 días tenía que operarme para estar bien buena y así poder alternar con ella y su grupo de amigos sin desentonar. Al entrar al vestier, empezamos a desvestirnos. Me fijé detenidamente en Ana y pude ver su cuerpo en plenitud. Se quitó el Wonderbra y de busto tendría 95, luego se quitó la tanga y su culo era muy firme; ni hablar de su cuca, estaba hermosa y totalmente depilada. Se puso una lycra y un topcito arriba, quedando su abdómen al aire, en el que sobresalía un piercing en el ombligo. Estaba toda bronceada. Mientras me desnudaba, ella también me miraba... "Te está quedando un cuerpo divino, ya vas a ver que con el ejercicio y la cirugía vas a quedar como yo". Nos dirigimos al salón de aerobicos para iniciar la primera sesión. Ana me presentó a la profesora, se llamaba Vanesa. Tenía más o menos unos treinta y pico de años y se rió al conocerme. Ana le recomendó que tenía que ponerme a punto, que llevaba sin hacer ejercicio mucho tiempo. Cuando empezó la calse, intentaba hacer todos los ejercicios pero me faltaba fondo, estaba muy pesada y fatigada, sin agilidad, el no estar en mi peso habitual y el cigarrillo me daban durísimo. Vanesa intentaba enseñarme las posturas correctas, cosa que Ana aprovechaba para cogerme de las caderas y tocarme. Cuando terminamos la sesión estaba agotada, Vanesa me dijo que dentro de pocas sesiones ya aguantaría sin problemas. Nos fuimos a la ducha y Ana en vez de meterse en otra, se metió en la mía cerrando la puerta. Nos metimos debajo del agua, empezamos a tocarnos las tetas (me daba mucha envidia el tamaño de las de ella) y las cucas. Me dijo que le lamiera el clítoris con ganas, pero como estaba nerviosa lo hacía muy tímidamente... Y ahí fue cuando me pegó una cachetada: "Cuando te ordene algo hazlo!". Empecé a besarle el clítoris y me acordé de cómo lo hacía la puta que había contratado Pablo la vez que estuvimos los tres. Al poco rato, Ana se vino en mi cara, diciéndome que se veía que no era la primera vez que había estado con una mujer, que yo era más perra de lo que Diego le había contado. Después nos metimos a la cámara de bronceo y a masajes, luego nos vestimos y nos fuimos a un bar. Allí Ana me contó que a partir de ahora iba a controlar todos mis movimientos, al punto que cuando fuera a comprar ropa interior ella me la escogería. De momento, Ana quería que me operar an la semana entrante, entonces me explicó lo que me iban a hacer: Para empezar un engrosamiento de labios con hilos de goretex, me indicó que el perfilado de los labios se haría muy patente puesto que es un material que proporcionan gran volumen. Los resultados obtenidos son definitivos; es decir estos materiales son de duración permanente. Después una Abdominoplastia. Me explicó que era un procedimiento quirúrgico que mejora el aspecto del abdomen mediante la eliminación del exceso de piel y tejido graso y el tensado de los músculos de la pared abdominal, consiguiendo así un abdomen firme y plano. Me comentó que el tamaño de las cicatrices están en proporción con la cantidad de piel "en exceso" que tuvieran que quitarme, y que generalmente se sitúan por encima del bello púbico y en ambas regiones inguinales, de tal manera que quedan ocultas por el bikini. Pero me dijo que si alguna se notara tendría que hacerme un tatuaje. Para terminar me comentó que me subirían y engrosarían los pómulos de forma análoga a los labios, y que me subirían la piel del cuello para dejarlo plano, con la barbilla totalmente perfilada. Es decir, Diego me quería sin un milímetro de papada. Entre la cirugía, los aerobicos y la dieta, mantendría los kilos en su sitio quedándome un cuerpo con curvas de mujer marcada, que más adelante se completaría con el implante de busto. "Te van a dejar con una cara y un cuerpo similar al de las modelos pero con más curvas", dijo Ana tranquilizándome. Posteriormente la llevé a su apartamento en los Rosales y yo me fui para mi casa pensando de dónde iba a sacar la plata para las operaciones. Ese día llegué temprano, eran las 10 de la noche, mi hijo ya estaba en la cama y saludé a mi marido, que se puso muy contento al verme. Le dí un beso metiéndole la lengua hasta la garganta. Tenía bien en claro que a partir de ese día tenía que excitarlo y satisfacerlo como nunca para que me diera la plata. El ritmo de vida que había llevado esos meses me había dejado sin ahorros y con las tarjetas endeudadísima.
Le conté a Sebastián que había empezado a hacer aerobicos y que me iba a poner a dieta para estar más linda para él. Me contestó que ya era hora de que me diera cuenta que comía demasiado. Mientras hablábamos, me fumaba un cigarrillo y ojeaba una revista de moda; entre tanto él hacía la comida.
De repente le puse el tema de las cirugías... "Mi amorsito, tengo ganas de hacerme unas cirugías estéticas porque mi cuerpo quedó un poquito achacado después del embarazo y ya no me miras igual al no poder tener más hijos". Lo que me quiero hacer vale 5 millones y en mayo necesitaría más para las tetas. Mi marido se ganaba 9 millones y medio al mes, pero me dijo que estaba muy caro, que si estaba loca, ETC... Entonces empecé a actuar, me puse co mo una loca, le tiré la comida a la pared, le gritaba que ya no me quería, que se olvidara de volver a tocarme, y me fui a dormir al otro cuarto. Esto pasó el jueves, el sábado cuando me vio salir del baño en tanga, no pudo aguantarse y me dio el cheque en blanco. Ese día le eché el polvo de su vida, dejando que se metiera por todos mis huecos... El lunes fui a la cita donde el cirujano plástico con Ana, pues ella era la que iba a escoger cómo me tenían que dejar todas las zonas operadas. Las verdad es que ella también pasó por lo mismo y además era enfermera, aunque supongo que el que movía los hilos en la distancia era Diego. En el trabajo pedí que me descontaran los días de recuperación de las vacaciones, argumentando que tenía una depresión y que me iba a operar para sentirme mejor conmigo misma. El miércoles me operaron, Ana no se separó de mí. El día de las cirugías por la tarde vino mi esposo con el niño a verme, y l e presenté a Ana como una amiga del club.
Ella estaba impresionante, tenía un pantalón negro elástico super ajustado que le marcaba toda la raja de la cuca, un top azul claro que contrastaba con su piel morena y que le marcaba todos los pezones (no tenía brasier) que se pegaba como una segunda piel dejando al aire el ombligo con un piercing de oro, y unos zapatos de tacón. Cuando se agachó para darle un beso al niño le acercó descaradamente las tetas a Sebastián, que se quedó como hipnotizado. De hecho él estaba como que muy interesado en Ana, ya que no le quitaba el ojo de encima. A los tres días ya estaba en mi casa, pero todavía no se podían comprobar los resultados por la inflamación. Disfruté durante quince días de un poco de calma y de la compañía de mi hijo de la que ya casi no me acordaba. Aunque eso sí, Ana me dijo que me tenía que masturbar todos los días, y como iba a estar en casa que llevara puestas las bola s chinas para mantenerme bien caliente. Cuando bajó la inflamación se podían observar los primeros resultados. Tenía el vientre plano como antes del embarazo, pasé de 65 a 60 cm de cintura, que contrastaba con mis 95 cm de cadera. La cara era otra, pómulos y barbilla muy marcados, y labios al estilo Actriz porno, es decir, como les gustan a los hombres muy carnosos, los típicos labios de mamadora. A Sebastián le gustaron los resultados, la verdad es que yo creo que no le desagradaba que tuviera un físico como el de Ana... Cuando volví al trabajo todo el mundo me miraba, estaba muchísimo mejor, y teniendo en cuenta cómo me hacían vestir y como tenía que comportarme con los hombres me había convertido en una mujer totalmente irresistible.
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