-Hola, ¿Roberto?-
-Si, él habla-
-Ah, hola, soy Giselle, la chica que fue el sábado a ver el departamento que estuviste mostrando por Flores-
-Ah si, la rubia, ¿Cómo estás? Estaba esperando tu llamada-
-Todo bien, como verás te llamo por el departamento. ¿Ya lo alquilaron?-
-Dejaron una seña, pero si te interesa no hay problema, lo resolvemos al instante-
-La verdad que el departamento me encantó, pero… es un poquito caro para mí, por lo del depósito y todo eso, vos me habías hablado de alguna rebaja y cierta bonificación, ¿eso sigue en pie?-
-Mirá, te soy sincero, no quiero engañarte, con ese departamento mucho no puedo hacer porque el propietario nos esta encima y pide eso, no acepta ni un solo centavo menos, pero tengo otros departamentos que son de la inmobiliaria y se podría llegar a algún arreglo-
-¿En serio?-
-Claro, sería cuestión de… conversarlo-
-¿Y por donde están los departamentos?-
-Mirá, estás de suerte, tengo uno perfecto para vos, está en Floresta, se acaba de desocupar, la chica que vivía ahí lo deja porque se va a casar y necesita algo más grande, pero para una chica sola es ideal… Vos me habías dicho que estabas sola, ¿no?-
-Si, en realidad vivo con mi mamá y mi abuela, pero si, me voy a ir sola-
-Estás buscando independizarte-
-Si, algo así-
-Bueno, entonces cuándo quieras te lo muestro- hizo una pausa intencional, y agregó: -El departamento digo-
-Jaja- me reí -No me imaginaba otra cosa-
-Decime entonces cuándo podés verlo-
-Y… no sé, decime cuándo lo vas a estar mostrando-
-No, este departamento todavía no esta para mostrar, es exclusivo para vos, así que decime cuándo tenés algo de tiempo-
-En Floresta me dijiste, ¿no?-
-Si, Tres Arroyos y Nazca-
-Mmm… a ver… no sé… ¿esta tarde se podrá?-
-Perfecto, ahí voy a estar-
-Esperá que anoto la dirección-
-Tres Arroyos...., para que te ubiques está a media cuadra de ...... y ......- me indicó.
-¡Perfecto! ¿Y acá de cuánto es el alquiler?-
-Eso lo hablamos personalmente-
-Es que no me gustaría ir y que no esté dentro de mis posibilidades, te haría perder el tiempo-
-Nadie va a perder el tiempo, además antes de hablar de cualquier alquiler hay que ver si te gusta, ¿no te parece?-
-Si, claro-
-Bueno, te lo muestro y si te gusta hablamos del precio y las condiciones, pero igual no te preocupes porque estoy seguro que vamos a llegar a un arreglo-
-¿Si? ¿Tan seguro estás?-
-Segurísimo, ¿vos no?-
-Bueno, tendría que ver de que se trata ese arreglo-
-Algo que nos beneficie a ambos seguramente-
-Así suena interesante-
-Lo importante es que los dos estamos más que interesados en llegar a un arreglo, ¿o me equivoco?-
-No te equivocás-
-Entonces, ¿nos vemos esta tarde?-
-Si, ¿a las siete esta bien?-
-Me parece perfecto-
-Bueno, nos vemos entonces-
-Te mando un beso-
-Otro para vos-
Ni bien salí del trabajo me fui hasta Entre Ríos y Venezuela y ahí me tomé el 84. A las siete ya estaba llegando a la dirección indicada, sin embargo no quise aparecerme enseguida, siempre es bueno hacerse desear un poquito, así que cuándo ya habían pasado quince minutos del horario estipulado, doblé por Tres Arroyos y comencé a buscar la dirección. No me fue difícil encontrarla, ya que él me estaba esperando en la puerta del edificio. Se trata de un tipo alto, robusto, el pelo largo atrás auque escaso adelante y a los costados, y un bigotazo tipo mostacho. Nos saludamos con un beso y entramos. Se trataba de un edificio de cuatro pisos, con cuatro departamentos por piso. Entramos al ascensor y subimos. El departamento que Roberto me mostraría estaba en el tercero. Al bajar del ascensor me giro hacia él para preguntarle si era por ahí y me doy cuenta que me esta mirando el culo. También, no era para menos, ya que a propósito me había ido con un vaquero bien ajustado.
-¿Por acá?- le pregunto con una sonrisa.
-Eh… si… por ahí, es ese, el “A”- me indica.
Avanzamos juntos, abre la puerta y entramos. Prende la luz y cierra. Quedamos los dos solos en ese departamento deshabitado. Doy una vuelta por la sala, mirando todo. Se nota que esta bien cuidado y recién pintado, el olor a pintura fresca se siente todavía en el ambiente.
-¿Y, te gusta?- me pregunta.
-Está muy bonito, parece nuevo- le digo.
-Si, la chica que estaba antes realmente lo cuido muy bien- me dice.
Doy un par de vueltas más y entro al dormitorio.
-El departamento es de un ambiente y medio, el dormitorio esta dividido de la sala por este mobiliario, mirá- me indica.
En el dormitorio hay una ventana que da a la ventana de otro departamento. Me fijo también en el baño y vuelvo a la sala.
-Como verás también tiene un lindo balcón, para que puedas sentarte a tomar mate en verano- me dice mientras avanzamos por el mismo.
Me asomo a la calle y en ese momento siento que él se me apoya al lado y me pone una mano en la cintura, justo en la franja de piel que esta entre la blusa y el pantalón. No le digo nada. Sigo mirando hacia fuera mientras él me habla de las bondades del edificio y del barrio.
-Bueno, el departamento y la zona me gustan, así que me parece que llegó la hora de hablar de las condiciones- le digo girándome hacía él, sin decirle nada sobre esa mano que todavía sigue sobre mí.
-Como te imaginarás, acá, como en todos los departamentos que vayas a ver se pide garantía de capital, y dos meses de depósito, pero en este caso, y por tratarse de vos, podríamos prescindir de la garantía si se te complica conseguirla y hasta del depósito, ¿Cómo lo ves?-
-Lo veo muy bien-
-Claro que esa decisión y un posterior descuento en el alquiler mensual depende de tu poder de convencimiento…-
Volvemos a la sala y mientras él cierra la puerta que conduce al balcón yo me saco la campera, quedándome con una blusa violeta que me había puesto a tales efectos. Como no hay donde colgar la campera la dejo caer al suelo, y lo espero ahí, en medio del living, con los brazos cruzados, levantándome bien los pechos. Una de las razones por la que había puesto esa blusita violeta, sin corpiño debajo, era porque es de una tela muy delgada y con el frío (y la calentura) se me marcan bien los pezones.
-Y bueno, ¿cuáles serían tus argumentos para ganarte ese beneficio?- me pregunta, los ojos fijos en mis pronunciados timbres.
-Tengo muy buenos argumentos- le digo –Pero en especial dos que creo te van a interesar muchísimo-
-Ah si, ¿y cuáles son?-
-¡Estos!- y sin agregar nada más me saco la blusa y la dejo caer al suelo, quedando ante él con las tetas al aire.
Los ojos se le abrieron como platos al verme, y con una terrible cara de degenerado se me tiró encima, para comerme, chuparme y hasta morderme eso que le estaba ofreciendo. Agarrándome las tetas con las dos manos empezó por morderme los pezones, retorciéndomelos con los dientes, pasándome también la lengua por todo en derredor, aunque volviendo siempre a esos dos timbres míos (a esa altura ya timbrazos) para seguir mordiéndomelos. Siempre me gustaron esas caricias bruscas, recias, por lo que no me opuse, es más, lo alentaba agarrándolo de los pelos y atrayéndolo aún más hacia mí, pese a que sus gruesos bigotes me arañaban la piel.
-¡Que rica estás pendeja… como te voy a dar… no tenés idea de con quién te metiste!- me decía mientras me desabrochaba el pantalón.
El tampoco tenía la más mínima idea de con quién se estaba metiendo, pero no se lo dije, prefería que se llevara una sorpresa. Así que me terminó de bajar el pantalón hasta los tobillos, me bajó de un manotazo la bombacha y agachándose frente a mí empezó a besarme la concha, el vientre, el pubis, me hizo dar una vueltita y siguió con la cola, enterraba la cara entre mis nalgas, me olía y hasta me lamía el culo, me pasaba la lengua por entre medio de la raya, subía, bajaba, me mordía, me daba vueltas, me hacía poner de nuevo de frente y la emprendía otra vez contra mi concha, siempre oliendo y lamiendo, tras lo cuál se levantó y sin sacar la mano de mi cola, buscó mi boca y me besó con furia y avidez, hasta me mordía los labios y me chupaba la lengua de tan sacado que estaba.
-¡Como me ponés guachita… estoy que exploto!- dijo mientras se sacaba la camisa, mostrando un pecho totalmente cubierto de pelos.
Mientras tanto yo me despojaba del pantalón y la bombacha, quedando completamente desnuda ante él, exhibiéndome sin recato alguno. Antes de que él pudiera poner una sola mano en su propio pantalón, le gané de mano y comencé a desabrochárselo, apenas le corrí un poquito el slip la pija saltó afuera como si tuviera un resorte en la base. Un pijazo gordo, no muy largo, pero macizo y consistente, con las venas bien marcadas sobre la piel. Se la agarré con una mano y me puse de rodillas frente a él. Desde abajo le dedique una sonrisita, de esas que tanto los excita y manos a la obra… o mejor dicho, boca a la obra, me la metí adentro y me puse a chupársela con avidez, formando una O grande con mis labios para llegar a comerme semejante pijazo.
-¡Si nena… chupala… cométela toda… si… que boquita tenés… que delicia…!- me elogiaba mientras yo me mandaba ese trozo hasta lo más profundo de mi garganta, saboreándolo, degustándolo, mordiéndolo en la cabecita… rechupándolo, sacándole la mayor cantidad de juguito posible.
Luego de una buena mamada me lo sacaba de la boca, lo levantaba y le pasaba la lengua en toda su extensión, empezaba por las bolas, a las cuáles besaba y mordisqueaba con gula, para luego subir hasta la punta, y volver a comérmela con más ganas que antes. El tipo estaba que echaba humo, con una terrible calentura que se traducía en esa fenomenal erección que mi boquita se ocupaba de degustar.
-¡Como la chupás perrita… cuántas vergas te debes tragar por semana para chuparla así… ahhhhh… si… que bien… vos y yo vamos a llegar a un muy buen acuerdo…!- exclamaba entre plácidos suspiros.
Cuándo ya consideró que se la había chupado lo suficiente (por mí hubiera seguido indefinidamente) me hizo levantar del suelo y volvió a comerme la boca, mientras que con sus dedos comenzaba a hurgarme la concha. Yo separaba las piernas para permitir el trabajo de su mano, que empujaba cada vez más hacia adentro. Entonces me dio la vuelta e hizo lo mismo con mi culito, hurgándomelo deliciosamente, diciéndome a cada rato lo mucho que me lo iba a romper.
Caliente a más no poder, me puse contra la pared, en posición de cacheo (alguna vez al ir a la cancha a ver a Huracán, cierto policía me hizo poner así solo para poder tocarme el culo y las tetas, flor de manoseada me pegó el guacho).
En esa posición, de espaldas a él, empecé a mover la colita en forma por demás incitante y seductora. “Vení, vení… rompeme toda”, le decía sin necesidad de palabra alguna.
Enseguida el tipo levantó el pantalón del piso, y de uno de los bolsillos sacó una buena provisión de forros y lubricante.
-Parece que te viniste preparado- me sonreí.
-Desde el sábado que tengo ganas de culearte- me aseguró mientras rasgaba un sobrecito marca “Prime” y se ponía el preservativo –Sabes que de acá no te vas a ir con los agujeros sanos, ¿no?- me dijo ya con la pija bien forrada y sacudiéndosela ostentosamente.
-No esperaba menos de vos- le replique, acariciándome sensualmente la cola, palmeándomela, atrayéndolo sin resistencia alguna.
Con la pija bien parada, destilando vigor y virilidad por cada vena, vino hacia mí, se me plantó justo atrás y empezó a refregármela por todo el orto, mientras me besaba el cuello y me mordía las orejas.
-¡Puta… putita… como te voy a dar…!- exclamó mientras la enfilaba por entre mis nalgas, haciendo el mismo recorrido que tantos otros hicieron antes.
La sentí bordeando mis labios y me puse temblar, un suave jadeo escapó de mi garganta, acompañado de un ronco y excitado: “¡Metémela…!”. No hizo falta que se lo repitiera, de un fuerte empujón me la metió bien adentro y empezó a darme lo que tanto le reclamaba, bien aferrado de mi cintura me empezó a dar con todo, chocando mis nalgas con su pelvis. En ese momento lo único que se escuchaba en el departamento eran nuestros gemidos y el sonido de nuestros cuerpos chocando, embistiendo el uno contra el otro en forma fuerte y descontrolada, arrebatadamente. La sentía entrando toda en mí, una y otra vez, empujando desde atrás, rebalsando cada rincón con su carne, llenándome, proporcionándome esa delicia, ese placer que solo una buena pija puede dar.
Con cada ensarte me hacía rebotar contra la pared, golpeándome, aunque eran golpes placenteros, producto de la lujuria con que me embestía. Desde atrás y sin detenerse me amasaba las tetas, me mordisqueaba el cuello, me susurraba al oído lo puta que soy, me decía lo mucho que me iba a coger, como me iba a romper todos los agujeros, me decía cosas que era poesía para mis oídos. Pero lo mejor de todo era que tenía potencial como para cumplir a rajatabla cada una de sus libidinosas promesas.
Estampada como estaba contra la pared, sin escapatoria alguna, yo disfrutaba al máximo cada una de esas profundas penetraciones, una mano la tenía en la pared, la otra entre mis piernas, frotándome salvajemente el clítoris mientras sentía esa robusta verga entrando y saliendo de mi concha, rompiéndome hasta lo más íntimo con cada empuje. Entonces me la sacó, me metió un par de dedos ensalivados en el culo y empezó a moverlos como si fuera una pija, adentro y afuera, adentro y afuera, dilatándomelo al máximo, tras lo cuál volvió a apuntarme con esa herramienta suya, solo que esta vez enfocándola en el orificio más estrecho.
Al sentirla entrar se me erizó hasta el último pendejo de la concha. Gauchito como pocos, mi culo se fue abriendo sin mayores dramatismos, dándole la bienvenida a tan inapreciable huésped. Me puse en puntitas de pie al tenerla toda adentro, deseando sentirla mucho más adentro todavía, que me traspasara, que me la sacara por el otro lado, que me apuñalara con ella, sin piedad ni recelo alguno. Que me la diera toda, hasta lo último, uno y otra vez, que me despedazara a pijazos en el culo.
Y eso mismo parecía estar buscando él, ya que una vez que estuvo bien afirmado tras de mí, me empezó a fulminar a puro embiste, me dio con todo, tanto que cuándo me la sacó, luego de una muy buena culeada, caí al suelo como desmayado. Él ni se preocupó. Me agarró ahí mismo, tirada como quede, se acomodó entre mis piernas y me la volvió a meter. No tuvo que empujar demasiado para metérmela toda, ya que mi conchita, por sí misma, absorbió todo ese latente volumen que se refugió íntegramente en mi interior, podía sentir sus bolas, gordas, calientes, peludas, adosarse a mis labios íntimos y restregarse contra ellos, como queriendo entrar también.
Me la dejó un ratito adentro y entonces comenzó a moverse, entrando, saliendo, entrando, saliendo, deslizándose hasta lo más profundo, una y otra vez, acelerando cuándo tenía que acelerar y frenando cuándo debía hacerlo. Como por instinto mis piernas se enlazaron alrededor de su cintura, y empecé a moverme también, acoplándome a su propio ritmo, siguiendo su propia cadencia, sintiendo los puntazos bien adentro, yendo y viniendo con él, deshaciéndome en unos jadeos por demás excitados.
-¿Te gusta… te gusta mi pija, perrita?- me preguntaba el tipo sin dejar de darme.
-Si… me encanta… ahhhhh… gorda y dura… como a mí me gustan…- le respondía, dejándome taladrar hasta los confines de mi sexo.
Con cada metida rebotaba violentamente contra mi útero y volvía a entrar, con más fuerza todavía, arrancándome unos jadeos por demás roncos y exaltados. De a ratos se echaba sobre mí, buscaba mi boca y me besaba sin dejar de cogerme, haciendo con su lengua lo mismo que hacía con su pija, entrando y saliendo, saboreándome toda, por arriba y por abajo, sin darme tregua ni respiro alguno. Ojo que yo tampoco se lo reclamaba, quería que me diera así, sin descanso, hasta que en cierto momento se echó a un lado. Respiro profundo, me hizo levantar una pierna y empezó a darme de costado, me cogía durísimo, convalidando en una forma más que fehaciente lo que me había dicho desde un principio, que me iba a romper toda. Y me estaba rompiendo, podía sentirlo. Un poco más fuerte y me desnucaba. Por un instante temí no poder seguirle el ritmo, hasta que en una de sus más fuertes arremetidas, me la saca y se echa de espalda, tratando de recuperar el aire. No daba más, pero la pija seguía en posición de ataque, apuntando hacia el techo, así que me levanté, me le subí encima y me la encajé yo misma, echando la cabeza hacia atrás y soltando un complaciente suspiro al sentirla toda adentro. Me quede un ratito ahí, disfrutando tan incitantes sensaciones, y entonces comencé a moverme, despacio primero, más fuerte a continuación.
-¡Si guacha, montame… arrancame la pija con esa concha hermosa que tenés…!- me decía el tipo a la vez que me amasaba las tetas desde abajo.
Mi polvo fue como un chorrito de meo que me salió en plena cabalgata, él quería acabarme en las tetas, así que cuándo sentí que ya estaba a punto, me levanté, me eché a su lado, y sacándole de un tirón el forro empecé a muñequearle la poronga. Mientras se la sacudía, le puse las tetas justo al lado, de forma que al estallar… bueno, lo que él quería, me llenara las tetas de leche. Y así lo hizo, la leche empezó a saltar, él a gemir, y mis lolas se cubrieron con una abundante, tibia y espesa capa de semen recién ordeñado, fresquito, todavía vivo y latente, el cuál se escurrió por mi cuerpo buscando su propio cauce.
Luego del polvo, me levanté y fui al baño a enjuagarme. Por suerte alguien había tenido la decencia de poner un rollo de papel higiénico a disposición de cualquier visitante. Enseguida él entró a hacer lo mismo. Al cabo de un rato salimos, levantamos del suelo la ropa que había quedado desparramado por todo el departamento y nos vestimos.
-¿Me puedo quedar con esto? Como souvenir- me preguntó al levantar mi bombacha.
-Es tuya, que quede como seña del departamento- asentí.
Salimos juntos del departamento y ya en la vereda quedamos en que el jueves iría a la inmobiliaria a firmar el contrato. Me acompaño hasta la parada del 84 y cuándo este vino, nos despedimos con un beso en la boca.
-Hasta el jueves- me dijo.
-Hasta el jueves- le respondí.
Y me fui a casa. En el trayecto, mientras me bajaba en Pozos y tomaba el 50, iba pensando en lo que sería mi nueva vida, no solo lejos de Pablo, sino también de mi mamá y de mi abuela, y aunque en algún momento había pensado que irme era la única solución posible, ahora no me parecía tan así. Por lo menos tengo hasta el jueves para decidirme...
Como todavia no arme el Face aca les dejo unas fotitos que me saque antes de ir a ver el departamento. Besotes.
-Si, él habla-
-Ah, hola, soy Giselle, la chica que fue el sábado a ver el departamento que estuviste mostrando por Flores-
-Ah si, la rubia, ¿Cómo estás? Estaba esperando tu llamada-
-Todo bien, como verás te llamo por el departamento. ¿Ya lo alquilaron?-
-Dejaron una seña, pero si te interesa no hay problema, lo resolvemos al instante-
-La verdad que el departamento me encantó, pero… es un poquito caro para mí, por lo del depósito y todo eso, vos me habías hablado de alguna rebaja y cierta bonificación, ¿eso sigue en pie?-
-Mirá, te soy sincero, no quiero engañarte, con ese departamento mucho no puedo hacer porque el propietario nos esta encima y pide eso, no acepta ni un solo centavo menos, pero tengo otros departamentos que son de la inmobiliaria y se podría llegar a algún arreglo-
-¿En serio?-
-Claro, sería cuestión de… conversarlo-
-¿Y por donde están los departamentos?-
-Mirá, estás de suerte, tengo uno perfecto para vos, está en Floresta, se acaba de desocupar, la chica que vivía ahí lo deja porque se va a casar y necesita algo más grande, pero para una chica sola es ideal… Vos me habías dicho que estabas sola, ¿no?-
-Si, en realidad vivo con mi mamá y mi abuela, pero si, me voy a ir sola-
-Estás buscando independizarte-
-Si, algo así-
-Bueno, entonces cuándo quieras te lo muestro- hizo una pausa intencional, y agregó: -El departamento digo-
-Jaja- me reí -No me imaginaba otra cosa-
-Decime entonces cuándo podés verlo-
-Y… no sé, decime cuándo lo vas a estar mostrando-
-No, este departamento todavía no esta para mostrar, es exclusivo para vos, así que decime cuándo tenés algo de tiempo-
-En Floresta me dijiste, ¿no?-
-Si, Tres Arroyos y Nazca-
-Mmm… a ver… no sé… ¿esta tarde se podrá?-
-Perfecto, ahí voy a estar-
-Esperá que anoto la dirección-
-Tres Arroyos...., para que te ubiques está a media cuadra de ...... y ......- me indicó.
-¡Perfecto! ¿Y acá de cuánto es el alquiler?-
-Eso lo hablamos personalmente-
-Es que no me gustaría ir y que no esté dentro de mis posibilidades, te haría perder el tiempo-
-Nadie va a perder el tiempo, además antes de hablar de cualquier alquiler hay que ver si te gusta, ¿no te parece?-
-Si, claro-
-Bueno, te lo muestro y si te gusta hablamos del precio y las condiciones, pero igual no te preocupes porque estoy seguro que vamos a llegar a un arreglo-
-¿Si? ¿Tan seguro estás?-
-Segurísimo, ¿vos no?-
-Bueno, tendría que ver de que se trata ese arreglo-
-Algo que nos beneficie a ambos seguramente-
-Así suena interesante-
-Lo importante es que los dos estamos más que interesados en llegar a un arreglo, ¿o me equivoco?-
-No te equivocás-
-Entonces, ¿nos vemos esta tarde?-
-Si, ¿a las siete esta bien?-
-Me parece perfecto-
-Bueno, nos vemos entonces-
-Te mando un beso-
-Otro para vos-
Ni bien salí del trabajo me fui hasta Entre Ríos y Venezuela y ahí me tomé el 84. A las siete ya estaba llegando a la dirección indicada, sin embargo no quise aparecerme enseguida, siempre es bueno hacerse desear un poquito, así que cuándo ya habían pasado quince minutos del horario estipulado, doblé por Tres Arroyos y comencé a buscar la dirección. No me fue difícil encontrarla, ya que él me estaba esperando en la puerta del edificio. Se trata de un tipo alto, robusto, el pelo largo atrás auque escaso adelante y a los costados, y un bigotazo tipo mostacho. Nos saludamos con un beso y entramos. Se trataba de un edificio de cuatro pisos, con cuatro departamentos por piso. Entramos al ascensor y subimos. El departamento que Roberto me mostraría estaba en el tercero. Al bajar del ascensor me giro hacia él para preguntarle si era por ahí y me doy cuenta que me esta mirando el culo. También, no era para menos, ya que a propósito me había ido con un vaquero bien ajustado.
-¿Por acá?- le pregunto con una sonrisa.
-Eh… si… por ahí, es ese, el “A”- me indica.
Avanzamos juntos, abre la puerta y entramos. Prende la luz y cierra. Quedamos los dos solos en ese departamento deshabitado. Doy una vuelta por la sala, mirando todo. Se nota que esta bien cuidado y recién pintado, el olor a pintura fresca se siente todavía en el ambiente.
-¿Y, te gusta?- me pregunta.
-Está muy bonito, parece nuevo- le digo.
-Si, la chica que estaba antes realmente lo cuido muy bien- me dice.
Doy un par de vueltas más y entro al dormitorio.
-El departamento es de un ambiente y medio, el dormitorio esta dividido de la sala por este mobiliario, mirá- me indica.
En el dormitorio hay una ventana que da a la ventana de otro departamento. Me fijo también en el baño y vuelvo a la sala.
-Como verás también tiene un lindo balcón, para que puedas sentarte a tomar mate en verano- me dice mientras avanzamos por el mismo.
Me asomo a la calle y en ese momento siento que él se me apoya al lado y me pone una mano en la cintura, justo en la franja de piel que esta entre la blusa y el pantalón. No le digo nada. Sigo mirando hacia fuera mientras él me habla de las bondades del edificio y del barrio.
-Bueno, el departamento y la zona me gustan, así que me parece que llegó la hora de hablar de las condiciones- le digo girándome hacía él, sin decirle nada sobre esa mano que todavía sigue sobre mí.
-Como te imaginarás, acá, como en todos los departamentos que vayas a ver se pide garantía de capital, y dos meses de depósito, pero en este caso, y por tratarse de vos, podríamos prescindir de la garantía si se te complica conseguirla y hasta del depósito, ¿Cómo lo ves?-
-Lo veo muy bien-
-Claro que esa decisión y un posterior descuento en el alquiler mensual depende de tu poder de convencimiento…-
Volvemos a la sala y mientras él cierra la puerta que conduce al balcón yo me saco la campera, quedándome con una blusa violeta que me había puesto a tales efectos. Como no hay donde colgar la campera la dejo caer al suelo, y lo espero ahí, en medio del living, con los brazos cruzados, levantándome bien los pechos. Una de las razones por la que había puesto esa blusita violeta, sin corpiño debajo, era porque es de una tela muy delgada y con el frío (y la calentura) se me marcan bien los pezones.
-Y bueno, ¿cuáles serían tus argumentos para ganarte ese beneficio?- me pregunta, los ojos fijos en mis pronunciados timbres.
-Tengo muy buenos argumentos- le digo –Pero en especial dos que creo te van a interesar muchísimo-
-Ah si, ¿y cuáles son?-
-¡Estos!- y sin agregar nada más me saco la blusa y la dejo caer al suelo, quedando ante él con las tetas al aire.
Los ojos se le abrieron como platos al verme, y con una terrible cara de degenerado se me tiró encima, para comerme, chuparme y hasta morderme eso que le estaba ofreciendo. Agarrándome las tetas con las dos manos empezó por morderme los pezones, retorciéndomelos con los dientes, pasándome también la lengua por todo en derredor, aunque volviendo siempre a esos dos timbres míos (a esa altura ya timbrazos) para seguir mordiéndomelos. Siempre me gustaron esas caricias bruscas, recias, por lo que no me opuse, es más, lo alentaba agarrándolo de los pelos y atrayéndolo aún más hacia mí, pese a que sus gruesos bigotes me arañaban la piel.
-¡Que rica estás pendeja… como te voy a dar… no tenés idea de con quién te metiste!- me decía mientras me desabrochaba el pantalón.
El tampoco tenía la más mínima idea de con quién se estaba metiendo, pero no se lo dije, prefería que se llevara una sorpresa. Así que me terminó de bajar el pantalón hasta los tobillos, me bajó de un manotazo la bombacha y agachándose frente a mí empezó a besarme la concha, el vientre, el pubis, me hizo dar una vueltita y siguió con la cola, enterraba la cara entre mis nalgas, me olía y hasta me lamía el culo, me pasaba la lengua por entre medio de la raya, subía, bajaba, me mordía, me daba vueltas, me hacía poner de nuevo de frente y la emprendía otra vez contra mi concha, siempre oliendo y lamiendo, tras lo cuál se levantó y sin sacar la mano de mi cola, buscó mi boca y me besó con furia y avidez, hasta me mordía los labios y me chupaba la lengua de tan sacado que estaba.
-¡Como me ponés guachita… estoy que exploto!- dijo mientras se sacaba la camisa, mostrando un pecho totalmente cubierto de pelos.
Mientras tanto yo me despojaba del pantalón y la bombacha, quedando completamente desnuda ante él, exhibiéndome sin recato alguno. Antes de que él pudiera poner una sola mano en su propio pantalón, le gané de mano y comencé a desabrochárselo, apenas le corrí un poquito el slip la pija saltó afuera como si tuviera un resorte en la base. Un pijazo gordo, no muy largo, pero macizo y consistente, con las venas bien marcadas sobre la piel. Se la agarré con una mano y me puse de rodillas frente a él. Desde abajo le dedique una sonrisita, de esas que tanto los excita y manos a la obra… o mejor dicho, boca a la obra, me la metí adentro y me puse a chupársela con avidez, formando una O grande con mis labios para llegar a comerme semejante pijazo.
-¡Si nena… chupala… cométela toda… si… que boquita tenés… que delicia…!- me elogiaba mientras yo me mandaba ese trozo hasta lo más profundo de mi garganta, saboreándolo, degustándolo, mordiéndolo en la cabecita… rechupándolo, sacándole la mayor cantidad de juguito posible.
Luego de una buena mamada me lo sacaba de la boca, lo levantaba y le pasaba la lengua en toda su extensión, empezaba por las bolas, a las cuáles besaba y mordisqueaba con gula, para luego subir hasta la punta, y volver a comérmela con más ganas que antes. El tipo estaba que echaba humo, con una terrible calentura que se traducía en esa fenomenal erección que mi boquita se ocupaba de degustar.
-¡Como la chupás perrita… cuántas vergas te debes tragar por semana para chuparla así… ahhhhh… si… que bien… vos y yo vamos a llegar a un muy buen acuerdo…!- exclamaba entre plácidos suspiros.
Cuándo ya consideró que se la había chupado lo suficiente (por mí hubiera seguido indefinidamente) me hizo levantar del suelo y volvió a comerme la boca, mientras que con sus dedos comenzaba a hurgarme la concha. Yo separaba las piernas para permitir el trabajo de su mano, que empujaba cada vez más hacia adentro. Entonces me dio la vuelta e hizo lo mismo con mi culito, hurgándomelo deliciosamente, diciéndome a cada rato lo mucho que me lo iba a romper.
Caliente a más no poder, me puse contra la pared, en posición de cacheo (alguna vez al ir a la cancha a ver a Huracán, cierto policía me hizo poner así solo para poder tocarme el culo y las tetas, flor de manoseada me pegó el guacho).
En esa posición, de espaldas a él, empecé a mover la colita en forma por demás incitante y seductora. “Vení, vení… rompeme toda”, le decía sin necesidad de palabra alguna.
Enseguida el tipo levantó el pantalón del piso, y de uno de los bolsillos sacó una buena provisión de forros y lubricante.
-Parece que te viniste preparado- me sonreí.
-Desde el sábado que tengo ganas de culearte- me aseguró mientras rasgaba un sobrecito marca “Prime” y se ponía el preservativo –Sabes que de acá no te vas a ir con los agujeros sanos, ¿no?- me dijo ya con la pija bien forrada y sacudiéndosela ostentosamente.
-No esperaba menos de vos- le replique, acariciándome sensualmente la cola, palmeándomela, atrayéndolo sin resistencia alguna.
Con la pija bien parada, destilando vigor y virilidad por cada vena, vino hacia mí, se me plantó justo atrás y empezó a refregármela por todo el orto, mientras me besaba el cuello y me mordía las orejas.
-¡Puta… putita… como te voy a dar…!- exclamó mientras la enfilaba por entre mis nalgas, haciendo el mismo recorrido que tantos otros hicieron antes.
La sentí bordeando mis labios y me puse temblar, un suave jadeo escapó de mi garganta, acompañado de un ronco y excitado: “¡Metémela…!”. No hizo falta que se lo repitiera, de un fuerte empujón me la metió bien adentro y empezó a darme lo que tanto le reclamaba, bien aferrado de mi cintura me empezó a dar con todo, chocando mis nalgas con su pelvis. En ese momento lo único que se escuchaba en el departamento eran nuestros gemidos y el sonido de nuestros cuerpos chocando, embistiendo el uno contra el otro en forma fuerte y descontrolada, arrebatadamente. La sentía entrando toda en mí, una y otra vez, empujando desde atrás, rebalsando cada rincón con su carne, llenándome, proporcionándome esa delicia, ese placer que solo una buena pija puede dar.
Con cada ensarte me hacía rebotar contra la pared, golpeándome, aunque eran golpes placenteros, producto de la lujuria con que me embestía. Desde atrás y sin detenerse me amasaba las tetas, me mordisqueaba el cuello, me susurraba al oído lo puta que soy, me decía lo mucho que me iba a coger, como me iba a romper todos los agujeros, me decía cosas que era poesía para mis oídos. Pero lo mejor de todo era que tenía potencial como para cumplir a rajatabla cada una de sus libidinosas promesas.
Estampada como estaba contra la pared, sin escapatoria alguna, yo disfrutaba al máximo cada una de esas profundas penetraciones, una mano la tenía en la pared, la otra entre mis piernas, frotándome salvajemente el clítoris mientras sentía esa robusta verga entrando y saliendo de mi concha, rompiéndome hasta lo más íntimo con cada empuje. Entonces me la sacó, me metió un par de dedos ensalivados en el culo y empezó a moverlos como si fuera una pija, adentro y afuera, adentro y afuera, dilatándomelo al máximo, tras lo cuál volvió a apuntarme con esa herramienta suya, solo que esta vez enfocándola en el orificio más estrecho.
Al sentirla entrar se me erizó hasta el último pendejo de la concha. Gauchito como pocos, mi culo se fue abriendo sin mayores dramatismos, dándole la bienvenida a tan inapreciable huésped. Me puse en puntitas de pie al tenerla toda adentro, deseando sentirla mucho más adentro todavía, que me traspasara, que me la sacara por el otro lado, que me apuñalara con ella, sin piedad ni recelo alguno. Que me la diera toda, hasta lo último, uno y otra vez, que me despedazara a pijazos en el culo.
Y eso mismo parecía estar buscando él, ya que una vez que estuvo bien afirmado tras de mí, me empezó a fulminar a puro embiste, me dio con todo, tanto que cuándo me la sacó, luego de una muy buena culeada, caí al suelo como desmayado. Él ni se preocupó. Me agarró ahí mismo, tirada como quede, se acomodó entre mis piernas y me la volvió a meter. No tuvo que empujar demasiado para metérmela toda, ya que mi conchita, por sí misma, absorbió todo ese latente volumen que se refugió íntegramente en mi interior, podía sentir sus bolas, gordas, calientes, peludas, adosarse a mis labios íntimos y restregarse contra ellos, como queriendo entrar también.
Me la dejó un ratito adentro y entonces comenzó a moverse, entrando, saliendo, entrando, saliendo, deslizándose hasta lo más profundo, una y otra vez, acelerando cuándo tenía que acelerar y frenando cuándo debía hacerlo. Como por instinto mis piernas se enlazaron alrededor de su cintura, y empecé a moverme también, acoplándome a su propio ritmo, siguiendo su propia cadencia, sintiendo los puntazos bien adentro, yendo y viniendo con él, deshaciéndome en unos jadeos por demás excitados.
-¿Te gusta… te gusta mi pija, perrita?- me preguntaba el tipo sin dejar de darme.
-Si… me encanta… ahhhhh… gorda y dura… como a mí me gustan…- le respondía, dejándome taladrar hasta los confines de mi sexo.
Con cada metida rebotaba violentamente contra mi útero y volvía a entrar, con más fuerza todavía, arrancándome unos jadeos por demás roncos y exaltados. De a ratos se echaba sobre mí, buscaba mi boca y me besaba sin dejar de cogerme, haciendo con su lengua lo mismo que hacía con su pija, entrando y saliendo, saboreándome toda, por arriba y por abajo, sin darme tregua ni respiro alguno. Ojo que yo tampoco se lo reclamaba, quería que me diera así, sin descanso, hasta que en cierto momento se echó a un lado. Respiro profundo, me hizo levantar una pierna y empezó a darme de costado, me cogía durísimo, convalidando en una forma más que fehaciente lo que me había dicho desde un principio, que me iba a romper toda. Y me estaba rompiendo, podía sentirlo. Un poco más fuerte y me desnucaba. Por un instante temí no poder seguirle el ritmo, hasta que en una de sus más fuertes arremetidas, me la saca y se echa de espalda, tratando de recuperar el aire. No daba más, pero la pija seguía en posición de ataque, apuntando hacia el techo, así que me levanté, me le subí encima y me la encajé yo misma, echando la cabeza hacia atrás y soltando un complaciente suspiro al sentirla toda adentro. Me quede un ratito ahí, disfrutando tan incitantes sensaciones, y entonces comencé a moverme, despacio primero, más fuerte a continuación.
-¡Si guacha, montame… arrancame la pija con esa concha hermosa que tenés…!- me decía el tipo a la vez que me amasaba las tetas desde abajo.
Mi polvo fue como un chorrito de meo que me salió en plena cabalgata, él quería acabarme en las tetas, así que cuándo sentí que ya estaba a punto, me levanté, me eché a su lado, y sacándole de un tirón el forro empecé a muñequearle la poronga. Mientras se la sacudía, le puse las tetas justo al lado, de forma que al estallar… bueno, lo que él quería, me llenara las tetas de leche. Y así lo hizo, la leche empezó a saltar, él a gemir, y mis lolas se cubrieron con una abundante, tibia y espesa capa de semen recién ordeñado, fresquito, todavía vivo y latente, el cuál se escurrió por mi cuerpo buscando su propio cauce.
Luego del polvo, me levanté y fui al baño a enjuagarme. Por suerte alguien había tenido la decencia de poner un rollo de papel higiénico a disposición de cualquier visitante. Enseguida él entró a hacer lo mismo. Al cabo de un rato salimos, levantamos del suelo la ropa que había quedado desparramado por todo el departamento y nos vestimos.
-¿Me puedo quedar con esto? Como souvenir- me preguntó al levantar mi bombacha.
-Es tuya, que quede como seña del departamento- asentí.
Salimos juntos del departamento y ya en la vereda quedamos en que el jueves iría a la inmobiliaria a firmar el contrato. Me acompaño hasta la parada del 84 y cuándo este vino, nos despedimos con un beso en la boca.
-Hasta el jueves- me dijo.
-Hasta el jueves- le respondí.
Y me fui a casa. En el trayecto, mientras me bajaba en Pozos y tomaba el 50, iba pensando en lo que sería mi nueva vida, no solo lejos de Pablo, sino también de mi mamá y de mi abuela, y aunque en algún momento había pensado que irme era la única solución posible, ahora no me parecía tan así. Por lo menos tengo hasta el jueves para decidirme...
Como todavia no arme el Face aca les dejo unas fotitos que me saque antes de ir a ver el departamento. Besotes.
26 comentarios - Consegui depto...
si; un embole no consegir una que se deje 😩
cada vez me pones mas y mas caliente y mi novia agradecida con vos,
por que me la garcho pensando en cada relato tuyo o recreando alguna experiencia
una cosita Gi, no pongas direcciones por que ya tuviste una mala experiencia con un jeropa que leia tus relatos
y creo que son muchos los que conocen la zona esa, yo soy uno por ejemplo
Te felicito por conseguir un dpto y alejarte del psicopata de pablo
te dejo mis +10
TU HISTORIA LA SIGO DESDE LOS COMIENZOS!! NO DESAPAREZCXAS!!!
..
cómo no vas a conseguir dpto?
Riquísima cojida, cuanto placer mmmm
Gracias nena y espero tu regreso por el face, se te extraña
mmmmhhhhh
tendrias q fijarte con que minas estas..hay muchas q nos gusta!!
+10 y espero algunas fotitos mas atrevidas ;)
hay hay hay
sos increiblemente calentona
mi mujer agradece el resultado de tus relatos cuando la parto al medio
jajjaja
besos reina y segui asi 😃