Las tres de la tarde, el día había transcurrido con una calma tan extraña que todos estaban sorprendidos.
El silencio en la oficina invadía cada rincón. De a uno en uno los empleados se iban retirando y ellos se quedaban allí sentados mirando impávidos e inmóviles sus escritorios. Movían las lapiceras de un lado a otro del papel casi compulsivamente. Parecía que el trabajo los estaba consumiendo. Los devoraba de tal manera que ni siquiera alzaban la cabeza para saludar era como si sus almas hubieran partido de sus cuerpos y solo pudieran escribir.
Pocos minutos habían transcurrido cuando estaban solos en la oficia. El silencio era interrumpido por una radio que había quedado encendida.
Él era un joven nuevo en la oficina que apenas tenia 22 años. Tranquilo y reservado sólo tenia breve interacciones con el resto del plantel. Ella una mujer de mediana edad rozaba los 40 años, cansada de su rutinario matrimonio trataba de distraer su frustración con el trabajo.
Hacia mas de una hora que ambos estaban en silencio cuando ella le pregunto si quería un café. El asintió sin mirarla ella salió de la oficina. Él joven se sintió culpable por ser tan seco y fue tras ella a ayudarla.
En la pequeña cocina del despacho, inevitablemente sus cuerpos se rozaban con cada movimiento que uno de ellos hacia. Se golpearon un par de veces y se sonrieron. Tomaron el café e intercambiaron una conversación que de apoco fue derivando a una connotación sexual.
Casi de manera inevitable ambos atinaron a lavar sus tazas y volver a su trabajo. Se chocaron. Y el roce de sus cuerpos los estremeció. Ella le dijo que dejara, el dijo lo mismo se miraron a los ojos y como atraídos por una fuerza cósmica se besaron. Y se besaron. Y se besaron.
Los besos se transformaron en caricias, las caricias en lamidas. La saliva de ambos iba recorriendo las distintas partes del cuerpo del otro. El labial de ella envolvía la virilidad de el. En un cuarto de hora de besos, de roce, de saliva, los pechos de ella yacían sobre el escritorio del jefe de ambos, exponiendo y dejando a la merced de él su sexo desnudo. El penetro su blanca figura gozando del placer de su cuerpo, hasta ahora solo destina a un hombre.
El movimiento rítmico de sus cuerpos los llevo a un orgasmo digno de escena de holliwood. Se vistieron y ambos sin volver a pensar en sus escritorios partieron de la oficina a terminar ese encuentro a un motel cercano.
PD. estan buscando personal en mi oficina, a alguien le interesa??
El silencio en la oficina invadía cada rincón. De a uno en uno los empleados se iban retirando y ellos se quedaban allí sentados mirando impávidos e inmóviles sus escritorios. Movían las lapiceras de un lado a otro del papel casi compulsivamente. Parecía que el trabajo los estaba consumiendo. Los devoraba de tal manera que ni siquiera alzaban la cabeza para saludar era como si sus almas hubieran partido de sus cuerpos y solo pudieran escribir.
Pocos minutos habían transcurrido cuando estaban solos en la oficia. El silencio era interrumpido por una radio que había quedado encendida.
Él era un joven nuevo en la oficina que apenas tenia 22 años. Tranquilo y reservado sólo tenia breve interacciones con el resto del plantel. Ella una mujer de mediana edad rozaba los 40 años, cansada de su rutinario matrimonio trataba de distraer su frustración con el trabajo.
Hacia mas de una hora que ambos estaban en silencio cuando ella le pregunto si quería un café. El asintió sin mirarla ella salió de la oficina. Él joven se sintió culpable por ser tan seco y fue tras ella a ayudarla.
En la pequeña cocina del despacho, inevitablemente sus cuerpos se rozaban con cada movimiento que uno de ellos hacia. Se golpearon un par de veces y se sonrieron. Tomaron el café e intercambiaron una conversación que de apoco fue derivando a una connotación sexual.
Casi de manera inevitable ambos atinaron a lavar sus tazas y volver a su trabajo. Se chocaron. Y el roce de sus cuerpos los estremeció. Ella le dijo que dejara, el dijo lo mismo se miraron a los ojos y como atraídos por una fuerza cósmica se besaron. Y se besaron. Y se besaron.
Los besos se transformaron en caricias, las caricias en lamidas. La saliva de ambos iba recorriendo las distintas partes del cuerpo del otro. El labial de ella envolvía la virilidad de el. En un cuarto de hora de besos, de roce, de saliva, los pechos de ella yacían sobre el escritorio del jefe de ambos, exponiendo y dejando a la merced de él su sexo desnudo. El penetro su blanca figura gozando del placer de su cuerpo, hasta ahora solo destina a un hombre.
El movimiento rítmico de sus cuerpos los llevo a un orgasmo digno de escena de holliwood. Se vistieron y ambos sin volver a pensar en sus escritorios partieron de la oficina a terminar ese encuentro a un motel cercano.
PD. estan buscando personal en mi oficina, a alguien le interesa??
4 comentarios - Es solo un momento(mas de mi oficina)
muy buen relato 😉
http://www.poringa.net/posts/videos/1974211/me-presento-con-unos-videitos-amatutes.html