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Se animaron con un masajista...

Otro buen relato que vi por ahi

Aquella tarde de sexo fue el punto de inflexión en la relación que mantenían desde hacía ya varios años de casados y novios.
Haciendo el amor, Guillermo imaginaban que había otro hombre es decir un tercero en el cuarto, que les permitirían disfrutar aún más de sus momento de sexo.

Tanto joder todas las veces que tenían sexo un día María estando ya cansada de que quiero que otro hombre te lo haga con otro es decir un trió, María le preguntó a Guillermo si la fantasía que habían tenido, de que un hombre estuviera con ella, sería capaz de hacerla realidad.
Guillermo y María faltaban poco para que atravesado el límite de los cuarenta años. Su vida era no tan relajada y feliz. Estaban cansados pero el sexo era algo monótono, aunque hacía unos 20 años, vivían juntos. Tenía hijos 2 se conocieron en un pueblo chico llamado 25 de Mayo Provincia de Buenos Aires Argentina pero actualmente residen en Capital federal.
María, ante la mirada callada de su pareja, volvió a hacer la misma pregunta.

- ¿Te gustaría que un hombre estuviera conmigo mientras tú miras?
Guillermo seguía sin responder, aunque ahora esbozaba una leve sonrisa ante la pregunta de su Mujer.

- María, dime, ¿a ti te gustaría estar con otro hombre que no fuese yo?

Ahora fue ella quien quedó callada, sin saber que contestar……

- No sé, la verdad es que hasta esta noche, nunca lo había pensado. En tremenda cosa, pero si a ti te gusta lo probaremos el día que tu lo digas.
Aquella noche la conversación terminó ahí, aunque ambos sabían que su relación había dado un paso hacia delante.
Durante los días siguientes, aunque hicieron el amor, no volvieron a sacar el tema, aunque estaba claro que una llama se había encendido, no sólo en la mente, sino también en la pasión de ambos.
Llegó de nuevo el fin de semana. Ambos se acostaron totalmente desnudos, como lo hacían habitualmente en la sala de caldera ya que en la casa estaban los chicos.
María era castaña, no muy alta, con abundante pecho y las piernas estilizadas. Un bonito cuerpo para ser admirado por cualquier hombre.
Guillermo tocaba el cuerpo de su mujer, y ella le pidió que le contase una historia a la vez que lo hacía. Debía imaginar que estaba un hombre con ellos, y le debía explicar todo lo que debía hacerle para que su excitación no tuviera límite.
Guillermo no podía creer que su fantasía se estuviese asiendo realidad
Él la iba tocando, mientras le susurraba al oído las palabras que deseaba escuchar y aumentaban por momentos su excitación.
- Estas son sus tetas. Ves que grandes son? Y estos sus pezones, que como puedes ver se ponen de punta al roce con mis dedos.
Ella cerraba los ojos e imaginaba que no estaban solos, que alguien los miraba e incluso la tocaba.
- Tócalos tú ahora, decía Guillermo, hablando a la persona imaginaria que se encontraba con ellos.

A la vez, mostraba los pechos de María, apretándolos, para que sus pezones apuntaran el techo como flechas. Cuando su boca terminaba de decir las frases, sus labios y su lengua se acercaban y disfrutaban de los encantadores senos de la mujer.
Ella se sentía guapa con las palabras de su pareja. Sus piernas no podían parar de moverse, al igual que su cabeza, que intentaba mostrarse atractiva, delante de aquel hombre que inexistente, contemplaba en su mente su cuerpo y sus movimientos.
Su mano derecha, se fue deslizando lentamente hacia su estómago primero, y después hacia sus muslos, donde sin dificultad alcanzó su sexo, muy cuidado, casi sin pelo, con una ligera línea que hacía de continuidad en su raja.
Cuando sintió los dedos de su pareja, inmediatamente separó las piernas y él comenzó a hablar de nuevo.
- Mira: esta concha de María. Como puedes ver, es precioso y enorme. Le encanta que le pase el dedo por su rajita, tal y como estoy haciendo ahora. Le gusta que mi dedo la penetre, y juegue por dentro de su vagina. El dedo tiene que estar dentro y girarlo cuando se encuentra en la posición.
De nuevo, cuando su voz paró, comenzó a besarla y a lamerla. Esta vez era su concha el blanco de su lengua, y en especial su clítoris.
- Le encanta que separe sus labios y con el dedo alcance su clítoris. Cuando hago esto, ella está muy mojada, y es cuestión de segundos que obtenga el orgasmo.
Antes de terminar de decir estas palabras, María comenzó a temblar, llegando a su clímax sexual.
Guillermo tenía una erección importante, y directamente procedió a penetrar a su Mujer. Ella ahora se sentía más relajada, aunque contenta por las sensaciones que acababa de experimentar.

-¿De veras serías capaz de permitir que un hombre participase en nuestros juegos eróticos? Preguntó él.

María le sonrió mientras con sus piernas rodeaba la cintura de Guillermo, quien la penetraba cada vez más intensamente.
- Me da vergüenza pensarlo, me hace sentir una puta, pero a la vez excita muchísimo. Si tú quieres lo haremos.

Al oír esto, Guillermo no pudo aguantar más, aceleró su ritmo, se vació totalmente dentro de Cecilia y ambos se quedaron dormidos a los pocos minutos.

En el fin de semana, salieron solos a cenar, y después a tomar una copa. Otra vez volvió a surgir la conversación sobre que otro hombre estuviera con ella.
María sonrió a Guillermo, le dijo que era una fantasía, y que le excitó mucho la historia en la que le puso el último día que hicieron el amor. Dejando eso a parte, tampoco era algo que le obsesionase.
Pero la invito un fin de semana solos en mar del plata llamo a su suegra para que cuidara a sus hijos y salieron para mar a un hotel por un par de días.

Marina:
Todo empezó un día cuando regresabamos al hotel, tomamos un colectivo urbano ya que era difícil ir ahí en auto por el cansancio que llevábamos, parecíamos dos desconocidos. En determinado momento un chico de unos veinticinco años, y que llevaba uniforme de oficial de marina, quizás sin percatarse de que yo estaba con mi marido, se puso detrás mío y con el movimiento del colectivo y la gran cantidad de gente que había no tardó en comenzar a rozarme su verga en mi colita, yo me hacía la desentendida y lo miraba a Guillermo que estaba distraído mirando por una de las ventanillas, no sé que me pasó, creo que en ese momento me volví loca, pero la sensación de ser apoyada por un chico uniformado me hizo excitar, entonces como quien no quiere la cosa, corrí mi colita disimuladamente hacia atrás y sentí como la verga del chico despertaba y se incrustaba en la raja de mi cola, casi sintiéndola sobre mi piel debido a que llevaba una calza súper finita.
El viaje no duró mucho tiempo, pero mientras estuvimos en el colectivo, el marinerito no paró de brindarme todo su apoyo. La verdad es que la situación me había hecho recontra calentar y tenía mi conchita caliente y húmeda, cuando llegamos al Hotel lo primero que hice fue sacarme la ropa y meterme a la ducha fría. En ese momento Guillermo se acercó con la parte de abajo de mi bikini en la mano y al verla toda húmeda me dijo –se ve que te calentó un poquito el marinerito ese cuando te arrimó la verga mi amor- al escuchar esto me puse roja como un tomate, no sabía que decirle, entonces tomé coraje y le respondí –así que te hiciste el tonto y viste todo guacho, te pido perdón, no sé que me pasó, Guillermo dijo que esa de la que tantas veces habíamos hablado- -entonces si a los dos nos excitó la situación porqué no intentamos llevar a cabo la fantasía- me dijo Guillermo. Los dos entusiasmados decidimos dar el paso hacia delante y aceptamos mutuamente.
El tema era como llevaríamos a buen puerto la fantasía, finalmente decidimos contratar a un masajista, para que me haga unos masajes relajantes y algo más, obviamente. Después de bañarnos fuimos a buscar a una de las computadoras del hotel, a alguien que reuniera los requisitos buscados, entramos en varias páginas de acompañantes de la ciudad y vimos varios anuncios, algunos sin foto y otros que si tenían fotos y mostraban a chicos de muy buen cuerpo que ofrecían sus servicios en la zona de la costa marplatense, pero a mí me llamó la atención uno y le dije a Guillermo quiero ese, un muchacho que según el anuncio se llamaba Martín, rubio de pelo largo (en las fotos tenía la cara tapada por razones obvias), de cuerpo atlético y muy bien formado, pero lo más importante era que dejaba ver una verga descomunal en una de sus fotos, apenas la vi pensé dentro mío: quiero probar esa verga, y eso que la pija de Guillermo es grande.
Pero cuando a mí se me mete algo en la cabeza es difícil hacerme cambiar de opinión. Finalmente convencí a Guillermo y decidimos elegirlo a él, entonces lo llamamos y quedamos en encontrarnos en media hora en el departamento donde el chico brindaba sus servicios.
Cuando llegamos nos hizo entrar a su departamento y me sorprendí gratamente al verlo primero porque de cuerpo estaba igual que en las fotos que habíamos visto por Internet, y segundo porque de cara era lo suficientemente lindo como para que no me dieran ganas de salir corriendo del lugar, algo que temía podía ocurrir porqué su rostro estaba borroneado en la página web. La verdad es que Martín tenía un lomo bárbaro, Guillermo arregló el precio con el chico y acto seguido Martín me dijo donde estaba el baño para poder descambiarme tranquila, entonces entré y me saqué toda la ropa dejándome puesta solo una tanguita.

Volví a la habitación y por más calentura que tuviera me dio un poco de vergüenza que un desconocido me viera desnuda, así que rápidamente me acosté boca abajo en la camilla de masajes solo con mi tanguita y tapándome la cola con una toalla. Cuando ya estaba recostada, Martín también comenzó a descambiarse, me asombré porque pensé que se iba a quedar por lo menos con la sunga puesta, pero se sacó absolutamente todo, quedándose totalmente desnudo, el cuerpo que tenía era espectacular, muy bien formado y trabajado seguramente después de muchas horas de gimnasio, pero casi me desmayo cuando observé ese pedazo de carne colgando entre sus piernas, era una verga monumental, absolutamente depilada al igual que sus testículos, en vivo y en directo parecía todavía más grande que cuando la vimos en la foto.

En ese momento se acercó hacia mí, se puso a un costado de la camilla y comenzó su trabajo, al principio mi corazón latía fuertemente, me sentía como tiesa, estaba rígida de los nervios, el chico se dio cuenta y me dijo que me relajara y empezó a frotarme suavemente la espalda, en las manos tenía un aceite con una fragancia exquisita, todo esto hizo que la situación sea muy excitante y poco a poco fui relajándome y aflojando un poco las piernas. Ubiqué mi cabeza de costado, de tal manera que quedó de frente a su entrepierna, no podía apartar la vista de su verga que a pesar de estar flácida era realmente gigante.

Guillermo se sentó en el borde de una cama que había en la habitación, y me miraba mientras Martín acariciaba mi cuerpo, el masaje continuo por toda la espalda, cuello, hombros, piernas y brazos, realmente tenía unas manos espectaculares, por momentos era suave y por momentos intensificaba sus movimientos, lo que provocaba que muy suavemente mientras me masajeaba me frotara muy sutilmente la verga por mis brazos, los cuales tenía uno a cada lado de mi cuerpo, estratégicamente ubicados, para que me rozara con su verga cada vez se acercaba a mí, en ese momento tenía unas ganas tremendas de agarrársela, pero me contuve para no parecer tan desesperada.
Luego los masajes llegaron a mi cola, entonces Martín sin previo aviso corrió la toalla, y empezó a acariciarme los cachetes de una manera muy sensual, luego metió sus manos entre mis piernas y masajeó la parte interna de mis muslos, de esta forma rozaba disimuladamente con sus dedos la zona anal y los labios vaginales, haciéndome erizar todo el cuerpo, a esa altura mi conchita chorreaba de excitación.

Guillermo observaba la escena frotándose el bulto por sobre el pantalón. Estuve a punto de acabar cuando Martín me pidió que me diera vuelta y me ponga boca arriba, giré mi cuerpo y él con sus manos agarró las tiritas de mi tanguita y me la bajó muy suavemente hasta sacármela por completo, entonces siguió su masaje por mi pecho, acariciándome las tetas y los pezones con una mano, mientras con la otra seguía acariciándome la zona interna de mis muslos, hasta que muy suavemente comenzó a subir su mano hasta apoyarla en mi concha que estaba ardiendo, luego con sus dedos me acarició el clítoris y ya no aguanté más, estiré mi brazo y acerqué mi mano muy despacio hacia su verga y cuando logré alcanzarla comencé a acariciarla muy suavemente, la frotaba tiernamente con movimientos de arriba hacia abajo, y sentía como ese pedazo de carne iba creciendo aferrado a mi mano.

Martín seguía jugando con mi concha hasta que me metió dos dedos en mi abertura vaginal mientras con el dedo pulgar seguía frotándome el clítoris, y con la otra mano me pellizcaba los pezones, su verga ya había crecido de una manera increíble ensanchándose y alargándose, no podía creer lo gruesa que era, con mi mano agarraba el tronco erecto de su pene y no alcanzaba a recorrerlo en toda su circunferencia, se lo tironeaba de manera que parecía que lo estaba ordeñando, hasta que finalmente acabé gracias a la pajita que me hizo Martín.

Luego de unos instantes que sirvieron para relajar mis músculos vaginales, Martín me dijo que pasara a recostarme en la cama así estábamos más cómodos para continuar con el masaje, cosa que me alegró de sobremanera porque yo pensé que el servicio había terminado, pero no quería irme sin sentir ese palo caliente bien adentro de mi concha, entonces me recosté boca abajo y Martín se sentó sobre mis piernas acomodando su verga de manera que quedara insertada entre los cachetes de mi cola, de esta forma comenzó nuevamente el masaje con el aceite afrodisíaco por toda mi espalda y cada vez que se inclinaba para masajearme los hombros, sentía como su verga se acomodaba entre mis nalgas y frotaba la entrada de mi ano.
Luego me dijo que me pusiera boca arriba, y sentado encima mío en la misma posición de antes comenzó a jugar primero con mis tetas masajeándolas y chupándome los pezones, luego jugaba con su verga en mi conchita dándole pequeños golpecitos, y deslizándola haciendo presión por mi clítoris, de esta manera me abría los labios vaginales, pero sin llegar a penetrarme, lo que me hizo calentar de una manera sobrehumana, era peor esto que si me estuviera ensartando, me hizo desear fervientemente que me cogiera en ese mismo instante, me quemaba la concha de placer, lo que me hizo provocar nuevos orgasmos, Guillermo que no aguataba más de la calentura, se recostó al lado mío y comenzó a acariciarme y chuparme los pezones.

Luego los tres nos acostamos en la cama poniéndonos de costado y yo quedando en el medio de los dos, mi marido se puso de frente mío y comenzó a besarme con mucha pasión, como si fuera la última noche que estuviéramos juntos, en ese instante Martín me apoyó desde atrás e incrustó su pene que estaba súper duro, entre los muslos de mis piernas, mientras me acariciaba las tetas y los pezones. El muy guacho seguía franeleándome la verga por mis genitales sin penetrarme y yo no aguataba más.
Por suerte en ese momento Martín agarró un forro de su mesita de luz, se lo colocó rápidamente, me untó una gran cantidad de gel en mi concha y sentí como la punta de su verga se alojó en la entrada de mi cuevita, e intentaba penetrarme sin éxito debido a su gran envergadura, entonces tomé las riendas de la penetración, y sabiendo el límite de donde comenzaba mi dolor, empecé a mover mis caderas muy suavemente, Guillermo al notar que sentía un poquito de malestar, me abrió los labios vaginales con sus dedos, para de esta manera ayudar a que Martín me ensartara (luego me confesaría que casi acaba al sentir como semejante verga me abría la concha).
Finalmente logramos que entrara su glande, una vez que conseguí esto, sentí como su verga entró dentro mío hasta casi la mitad de su tronco, luego poco a poco fui intensificando los movimientos hasta que el placer le ganó al dolor, no podía creer que esa verga tan gruesa estuviera abriendo mi conchita, Guillermo seguía besándome con mucha pasión mientras masturbaba mi clítoris con una de sus manos, una vez que mi vagina se adaptó al grosor de su verga por completo, el que empezó con el bombeo fue Martín, sus embestidas fueron subiendo en intensidad, hasta que pude sentir sus más de veinte centímetros de carne rellenar mi hoyito por completo, provocándome innumerable cantidad de orgasmos.
Después de que Martín me estuviera serruchando un rato, me di vuelta y me monté encima de él como lo había soñado durante toda la noche, me senté sobre su pene, la agarré con una mano y la empecé a ensartar en mi concha, centímetro a centímetro sentía como ese mástil me abría nuevamente, entonces empecé a subir y bajar descontroladamente metiéndome y sacándome ese palo de mi conchita, mientras él se esforzaba por chuparme los pezones de una manera deliciosa.
Después de acabar nuevamente y de llenar de flujo el cuerpo del masajista, volvimos a cambiar de posición, esta vez yo me puse de espaldas en la cama como si fuera la posición del misionero, pero Martín me agarró las piernas, las levantó y las apoyó sobre sus hombros, de esa forma con las patitas levantadas, me penetraba de manera mucho más profunda, su verga entraba hasta los huevos dentro de mi cuerpo, Guillermo aprovechó el momento y puso la suya en mi boca, entonces comencé a chupársela de manera desenfrenada hasta hacerlo acabar y eyacular toda su lechita caliente en mis tetas
Martín que tenía un aguante increíble y se empecinaba en realizar todas las poses del kamasutra, me dio vuelta nuevamente y me puso en cuatro patas como una perra alzada, apoyó la verga en la entrada de mi vagina, agarró mis caderas y empezó a moverme bruscamente ensartándome hasta el fondo cada vez que llevaba mi cuerpo hacia el suyo, me estaba torturando de placer y la concha ya me dolía pero esta vez de satisfacción, de esta forma siguió llenándome de orgasmos sin ninguna contemplación.
En ese momento Guillermo que seguía besándome y acariciándome me dijo al oído –quiero verte chupándole la verga mi amor-, obviamente que no me hice rogar, sólo me faltaba eso para completar la noche, me senté sobre la cama y me abalancé sobre la verga de Martín que seguía arrodillado, le agarré con una mano la verga, le saqué el preservativo y comencé a lamerle muy suavemente el glande y el tronco de su verga en toda se extensión hasta llegar a los huevos, se los chupé y los metí dentro de mi boca durante un tiempo jugando con mi lengua con ellos, a juzgar por su cara creo que le encantaba.
Luego me metí ese pedazo de carne en la boca y comencé a chupárselo frenéticamente mientras lo pajeaba con las dos manos, no podía creer lo que me costaba metérmelo en la boca, tenía un sabor maravilloso, después mientras le chupaba la verga comencé a acariciarle los testículos, mientras jugaba con mis dedos en su cola, primero inserté un dedo y luego dos dentro de su ano, cuando observé que estaba a punto de acabar sin dejar de masajear su próstata, le agarré la verga, la apunté a mi cuerpo y logré que derramara una gran cantidad de leche caliente en mis tetas, fue increíble la cantidad de semen calentito que eyaculó.se junto con la leche que anterior mente mi marido me había soltado en las tetas Martín fue rápidamente a asearse mientras yo me recosté sobre la cama y luego de unos minutos, donde retomé el aire en mis pulmones, le dije a Guillermo que me estaba acariciando el pelo muy tiernamente, gracias mi amor, me encantó todo lo que pasó esta noche.
Después de asearme y mientras Guillermo le pago el precio convenido a Martín, nos fuimos al hotel a descansar. A partir de ese momento nuestra vida de pareja cambió en un 100% para bien y hasta el día de la fecha seguimos recordando esa noche como la del inicio de nuestra vida sexual libre de complejos y de tabúes. Después llegaron muchas historias más que serán contadas en nuevos relatos.

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