Por la mañana últimamente me encanta levantarme primero a prepararle el desayuno a mi Tía, voy directamente a la ducha y después a la cocina, en bolas y perfumado. Mientras se hace el café, enciendo un cigarrillo y comienza a hincharse mi verga pensando en todas las posibilidades que tengo con esa hija de puta, me calienta mucho idear cada día algo diferente.
Entro a la habitación en penumbras, generalmente veo la silueta boca abajo de la yegua madura en bolas, su orto redondo y moreno, sus tetas duras, su boca semiabierta. Hoy le dejé el café en su mesita, y me acosté a su lado fumando completamente desnudo como siempre. Ella se incorporó sin decir palabra y se puso a tomar el café mientras observaba mi pija erecta.
Se la veía excitada, pero no le gustaba reconocerlo, alzada diría yo. Me pidió un cigarrillo y se puso fumar intercalándolo con el café.
Mi plan estaba decidido, hoy le daría celos, la haría desearme hasta desfallecer. Mientras fumaba se acariciaba las tetas, las piernas, la pancita, como queriéndo llamar mi atención, yo disimulaba, aunque mi verga estaba gorda a reventar.
Me preguntó si tenía algún plan esta mañana, y secamente le constesté que quería coger. Se alegró al oir eso, pero inmediatamente le expliqué que quería culear carne joven, que estaba cansado de carne madura. Mi plan era despreciarla para ver hasta dónde podía llegar esa puta de mierda que era mi Tía.
Aguantando la sorpresa me dijo que en el colegio de al lado había muchas chicas de secundario que seguro necesitaban verga.
Era un colegio de monjas y había varias repetidoras de más de 18 años, que salían a fumar en el portal de mi Tía. Se ofreció a traerme alguna si yo quería. No entendía cómo lo haría pero estaba seguro que lo conseguiría. Me preguntó qué me apetecía, si rubia o morocha, alta, con tetas grandes, o flaca... Me quedé pensando y le dije que a mi me gustaban caballonas, como ella. Que me trajera alguna alumnita parecida a ella. Se duchó y salió, antes me dijo que esperara en su cama.
Al cabo de un rato oí la puerta de calle que se abría, y la ansiedad se apoderó de mi. La habitación estaba totalmente a oscuras y vi dos siluetas entrando sigilosamente. Se divisaban los uniformes, cortas minifaldas y camisas de manga corta y corbatita.
El primer contacto que tuve, fue dos bocas húmedas e la punta de mi verga, babeantes y calientes que lamían lentamente sin hacer apenas ruido...
(continuará)
Entro a la habitación en penumbras, generalmente veo la silueta boca abajo de la yegua madura en bolas, su orto redondo y moreno, sus tetas duras, su boca semiabierta. Hoy le dejé el café en su mesita, y me acosté a su lado fumando completamente desnudo como siempre. Ella se incorporó sin decir palabra y se puso a tomar el café mientras observaba mi pija erecta.
Se la veía excitada, pero no le gustaba reconocerlo, alzada diría yo. Me pidió un cigarrillo y se puso fumar intercalándolo con el café.
Mi plan estaba decidido, hoy le daría celos, la haría desearme hasta desfallecer. Mientras fumaba se acariciaba las tetas, las piernas, la pancita, como queriéndo llamar mi atención, yo disimulaba, aunque mi verga estaba gorda a reventar.
Me preguntó si tenía algún plan esta mañana, y secamente le constesté que quería coger. Se alegró al oir eso, pero inmediatamente le expliqué que quería culear carne joven, que estaba cansado de carne madura. Mi plan era despreciarla para ver hasta dónde podía llegar esa puta de mierda que era mi Tía.
Aguantando la sorpresa me dijo que en el colegio de al lado había muchas chicas de secundario que seguro necesitaban verga.
Era un colegio de monjas y había varias repetidoras de más de 18 años, que salían a fumar en el portal de mi Tía. Se ofreció a traerme alguna si yo quería. No entendía cómo lo haría pero estaba seguro que lo conseguiría. Me preguntó qué me apetecía, si rubia o morocha, alta, con tetas grandes, o flaca... Me quedé pensando y le dije que a mi me gustaban caballonas, como ella. Que me trajera alguna alumnita parecida a ella. Se duchó y salió, antes me dijo que esperara en su cama.
Al cabo de un rato oí la puerta de calle que se abría, y la ansiedad se apoderó de mi. La habitación estaba totalmente a oscuras y vi dos siluetas entrando sigilosamente. Se divisaban los uniformes, cortas minifaldas y camisas de manga corta y corbatita.
El primer contacto que tuve, fue dos bocas húmedas e la punta de mi verga, babeantes y calientes que lamían lentamente sin hacer apenas ruido...
(continuará)
0 comentarios - Mi Tía está celosa (1er capítulo)