Esta es una historia de sexo dentro de una familia.
Una mujer leyó mis relatos en P! y tomó contacto conmigo para decirme que se sentía identificada como mi historia. En sucesivas charlas me fue contando la historia de su vida, y al final me pidió que la escribiera por ella ya que no se sentía capacitada para hacerlo por sí misma. Escribí un borrador, se lo envié, me lo devolvió con correcciones y agregados, y cuando quedó conforme me autorizó a que lo posteara. Reitero, no es mi historia personal sino de una mujer que conocí a través de este sitio. La escribí en primera persona porque así me lo pidió ella. Aquí va:
El incesto es algo muy presente en mi familia. A los 20 años me enteré que nací producto de una relación entre mi madre y su hermano, es decir que aquel hombre al que yo le decía tío era en realidad mi padre.
Lo supe todo cuando el marido de mi madre (el padre de mis dos hermanos) la abandonó, y su hermano (mi padre) murió en un accidente. Ella cayó en el alcoholismo y la drogadicción.
Su carácter se volvió insoportable. Con el único que se llevaba bien era con Daniel, mi hermano dos años mayor que yo. Decía que siempre había sido su preferido, sólo para él cocinaba y sólo a él le lavaba la ropa. Para mi hermano menor Sergio y para mí, nada. O mejor dicho, yo tenía que arreglármelas.
Una tarde llegué a casa más temprano, pasé frente a la habitación de mi madre y lo que ví cambió nuestras vidas.
La puerta estaba entornada, mi hermano Daniel estaba de pie, desnudo, y mi madre estaba arrodillada haciéndole una mamada. Todo el largo miembro de mi hermano desaparecía en su boca, él tenía los ojos entrecerrados, su rostro reflejaba un indescriptible placer.
En eso abrió los ojos y me vio. Me miró largo rato, mientras mamá seguía concentrada en su tarea. Le devoraba el miembro con pasión, y Daniel lo disfrutaba. Es más, le puso una mano en la nuca y la hizo acelerar su mamada. Yo miré un rato más y me fui.
Cuatro o cinco noches después, Daniel entró en mi habitación y se metió en mi cama. Estaba desnudo.
-¿Qué pasa? -pregunté.
Él sonrió.
-Nada. Quería decirte que te han crecido muy bien las tetas.
Me dio un poco de vergüenza. Mi hermano siguió sonriendo y me las tocó por encima del camisón.
-Dejame verlas -dijo.
Yo no sabía qué hacer, pero él estaba muy decidido. Me quitó el camisón por encima de la cabeza y silbó de admiración.
-Guau, qué buenas tetas hermanita. ¿Tenés algún novio que te mete mano?
-No -dije.
Yo era virgen, jamás siquiera había besado a un chico.
Me manoseó un poco, enseguida se me pusieron duros los pezones. No sabía lo que era estar excitada, pero lo estaba aprendiendo en ese momento.
-¿Viste lo que me estaba haciendo mamá el otro día? -preguntó.
-Sí.
-¿Querés hacérmelo vos?
-¿Eh?
-Dale Ana, hacémelo vos.
Lo hice por intuición, imaginando cómo debía ser. Mi hermano me iba dando indicaciones.
-Cuidado con los dientes… así… más hasta el fondo… tratá de que te entre toda…
Lo intenté, pero me ahogué y tosí.
-Es muy larga -dije.
-Está bien, no importa. Seguí. Lo importante es que no te retires en ningún momento.
Volví a la mamada. Con una mano en mi nuca mi hermano me marcaba el ritmo.
De pronto todo su cuerpo se puso tenso.
-Así… seguí… ahí va…
Me apretó más la nuca y explotó en mi boca. Los chorros de semen me sorprendieron, pensé que me estaba meando.
-Tragá… tragá todo… tragá…
Tragué todo lo que pude pero era mucha cantidad, volví a ahogarme y toser. Expulsé parte del semen, que chorreó por mi mentón y de ahí a mis tetas.
Mi hermano sonreía con un gesto de satisfacción.
-¿Te gustó?
-No sé -dije secándome los labios con el dorso de la mano.
-Estuvo fabuloso -dijo.
-¿Esto te hace mamá?
-A veces. Esto y otras cosas. ¿Querés que te enseñe?
La noche siguiente Daniel volvió a meterse en mi cama desnudo, y me desnudó a mí. Me manoseó las tetas, me chupó los pezones, y eso me puso muy caliente.
Después hizo que se la mamara, pero no hasta el final. Cuando la tuvo bien dura se subió sobre mí y me hizo abrir las piernas. Así perdí mi virginidad.
Daniel era muy suave, muy tierno, con él descubrí lo placentero que es el sexo.
Tan placentero me resultó que lo hice con mi hermano durante más de un año casi todos los días, a veces más de una vez por día. Con mucha paciencia me inició en el sexo anal, las primeras veces me dolía terriblemente, hasta que tuve la dilatación necesaria como para disfrutarlo. Metérmela por detrás era lo que más le gustaba.
Durante ese año fue nuestro secreto. Las noches que no venía conmigo era porque mamá se lo llevaba a la cama con él.
-¿Qué hacen? -le preguntaba yo.
-Cosas. Mamá es muy puta, está cada vez peor. Tengo que pensar en vos para que se me pare -me respondía.
El que descubrió nuestro secreto fue Sergio, mi hermano menor. Y empezó a extorsionarme para tener relaciones conmigo. Yo no le hacía mucho caso pero él insistía.
-Yo sé lo que hacés con Daniel, yo los ví. ¿Por qué no lo querés hacer conmigo Ana?
-No te pongas pesado Sergio -le decían yo.
Me preocupaba que se lo contara a mamá, tenía miedo de su reacción. Lo consulté con Daniel.
-Sergio lo sabe, dice que se lo va a contar a mamá si no me acuesto con él.
-Si le cuenta es una cagada, andá a saber cómo reacciona mamá.
-Ya sé, ¿qué hacemos? -le pregunté.
-¿A vos te molesta dejarte coger por él?
-No, creo que no. ¿Si me dejo coger no joderá más?
-Dejalo que te coja, así él tampoco le va a poder decir nada a mamá.
Así fue que empecé a tener sexo con mis dos hermanos. Sergio cumplió su palabra, no le dijo nada a mamá pero sí le contó a dos primos que yo era una especie de objeto sexual de la familia. Más de una vez compartí la cama con ellos y con mis hermanos, así fue que descubrí, por ejemplo, ciertas prácticas como la doble penetración.
No me molestaba que se turnaran para cojerme en orgías que duraban horas. Yo estaba siempre bien dispuesta, todo eso me parecía lo más normal del mundo.
Nuestra madre no tardó en enterarse. Como imaginaba, su relación conmigo empeoró. Me empezó a llamar “puta estúpida” y me decía “te dejás coger por cualquiera”. Creo que sentía celos, en especial por mi relación con Daniel.
Una noche estaba yo durmiendo con mis dos hermanos en la misma cama, desnudos por supuesto, y mi madre se acostó con nosotros.
Estaba completamente ebria y comenzó a manosear a Daniel, su hijo mayor.
-Cogeme, dejala a esta puta estúpida y cogeme a mí -le pidió.
Daniel no sabía qué hacer. Yo le sugerí que lo mejor era seguirle la corriente para que no se pusiera más violenta.
Tuve que hacerle yo una mamada a Daniel para que se le pusiera dura. Luego él se la metió a nuestra madre directamente por el culo. Ella ni se quejó.
-Lo tiene más abierto que vos -me dijo mi hermano.
-¿Por qué no se la metés por la concha? -le pregunté.
-No, no quiero correr el riesgo de dejarla preñada.
Nuestra madre gemía de placer pero tardaba en llegar al orgasmo. Le pedí a Sergio que se sumara a su hermano, pero no aceptó.
De modo que yo me puse a chuparle los pezones para aumentarle la excitación y ayudarla a tener un orgasmo. Entonces sí se sumó Sergio a nosotros, pero metiéndomela a mí por el culo.
En consecuencia, Daniel se la estaba dando por el culo a nuestra madre, mi hermano Sergio me la daba por el culo a mí, y yo le chupaba las tetas a nuestra madre.
Por fin ella tuvo un escandaloso orgasmo, a los gritos. Daniel en cambio no podía acabar, entonces le hice una mamada. Justo cuando Sergio disparaba chorros de leche en mi espalda, Daniel depositó su abundante descarga en mi boca.
Para entonces la única que no había acabado era yo. Daniel sugirió que me montara en el rostro de nuestra madre para que ella me chupara la concha.
Dudé un poco, porque nunca lo había hecho con otra mujer, pero decidí intentarlo.
Para mi sorpresa mi madre lo tomó de buen grado y me chupó la concha de tal manera que imaginé que no era la primera vez que hacía algo así. Conclusión: gracias a su experta lengua tuve un hermoso orgasmo.
Luego el sueño nos venció a los cuatro y nos dormimos.
Una mujer leyó mis relatos en P! y tomó contacto conmigo para decirme que se sentía identificada como mi historia. En sucesivas charlas me fue contando la historia de su vida, y al final me pidió que la escribiera por ella ya que no se sentía capacitada para hacerlo por sí misma. Escribí un borrador, se lo envié, me lo devolvió con correcciones y agregados, y cuando quedó conforme me autorizó a que lo posteara. Reitero, no es mi historia personal sino de una mujer que conocí a través de este sitio. La escribí en primera persona porque así me lo pidió ella. Aquí va:
El incesto es algo muy presente en mi familia. A los 20 años me enteré que nací producto de una relación entre mi madre y su hermano, es decir que aquel hombre al que yo le decía tío era en realidad mi padre.
Lo supe todo cuando el marido de mi madre (el padre de mis dos hermanos) la abandonó, y su hermano (mi padre) murió en un accidente. Ella cayó en el alcoholismo y la drogadicción.
Su carácter se volvió insoportable. Con el único que se llevaba bien era con Daniel, mi hermano dos años mayor que yo. Decía que siempre había sido su preferido, sólo para él cocinaba y sólo a él le lavaba la ropa. Para mi hermano menor Sergio y para mí, nada. O mejor dicho, yo tenía que arreglármelas.
Una tarde llegué a casa más temprano, pasé frente a la habitación de mi madre y lo que ví cambió nuestras vidas.
La puerta estaba entornada, mi hermano Daniel estaba de pie, desnudo, y mi madre estaba arrodillada haciéndole una mamada. Todo el largo miembro de mi hermano desaparecía en su boca, él tenía los ojos entrecerrados, su rostro reflejaba un indescriptible placer.
En eso abrió los ojos y me vio. Me miró largo rato, mientras mamá seguía concentrada en su tarea. Le devoraba el miembro con pasión, y Daniel lo disfrutaba. Es más, le puso una mano en la nuca y la hizo acelerar su mamada. Yo miré un rato más y me fui.
Cuatro o cinco noches después, Daniel entró en mi habitación y se metió en mi cama. Estaba desnudo.
-¿Qué pasa? -pregunté.
Él sonrió.
-Nada. Quería decirte que te han crecido muy bien las tetas.
Me dio un poco de vergüenza. Mi hermano siguió sonriendo y me las tocó por encima del camisón.
-Dejame verlas -dijo.
Yo no sabía qué hacer, pero él estaba muy decidido. Me quitó el camisón por encima de la cabeza y silbó de admiración.
-Guau, qué buenas tetas hermanita. ¿Tenés algún novio que te mete mano?
-No -dije.
Yo era virgen, jamás siquiera había besado a un chico.
Me manoseó un poco, enseguida se me pusieron duros los pezones. No sabía lo que era estar excitada, pero lo estaba aprendiendo en ese momento.
-¿Viste lo que me estaba haciendo mamá el otro día? -preguntó.
-Sí.
-¿Querés hacérmelo vos?
-¿Eh?
-Dale Ana, hacémelo vos.
Lo hice por intuición, imaginando cómo debía ser. Mi hermano me iba dando indicaciones.
-Cuidado con los dientes… así… más hasta el fondo… tratá de que te entre toda…
Lo intenté, pero me ahogué y tosí.
-Es muy larga -dije.
-Está bien, no importa. Seguí. Lo importante es que no te retires en ningún momento.
Volví a la mamada. Con una mano en mi nuca mi hermano me marcaba el ritmo.
De pronto todo su cuerpo se puso tenso.
-Así… seguí… ahí va…
Me apretó más la nuca y explotó en mi boca. Los chorros de semen me sorprendieron, pensé que me estaba meando.
-Tragá… tragá todo… tragá…
Tragué todo lo que pude pero era mucha cantidad, volví a ahogarme y toser. Expulsé parte del semen, que chorreó por mi mentón y de ahí a mis tetas.
Mi hermano sonreía con un gesto de satisfacción.
-¿Te gustó?
-No sé -dije secándome los labios con el dorso de la mano.
-Estuvo fabuloso -dijo.
-¿Esto te hace mamá?
-A veces. Esto y otras cosas. ¿Querés que te enseñe?
La noche siguiente Daniel volvió a meterse en mi cama desnudo, y me desnudó a mí. Me manoseó las tetas, me chupó los pezones, y eso me puso muy caliente.
Después hizo que se la mamara, pero no hasta el final. Cuando la tuvo bien dura se subió sobre mí y me hizo abrir las piernas. Así perdí mi virginidad.
Daniel era muy suave, muy tierno, con él descubrí lo placentero que es el sexo.
Tan placentero me resultó que lo hice con mi hermano durante más de un año casi todos los días, a veces más de una vez por día. Con mucha paciencia me inició en el sexo anal, las primeras veces me dolía terriblemente, hasta que tuve la dilatación necesaria como para disfrutarlo. Metérmela por detrás era lo que más le gustaba.
Durante ese año fue nuestro secreto. Las noches que no venía conmigo era porque mamá se lo llevaba a la cama con él.
-¿Qué hacen? -le preguntaba yo.
-Cosas. Mamá es muy puta, está cada vez peor. Tengo que pensar en vos para que se me pare -me respondía.
El que descubrió nuestro secreto fue Sergio, mi hermano menor. Y empezó a extorsionarme para tener relaciones conmigo. Yo no le hacía mucho caso pero él insistía.
-Yo sé lo que hacés con Daniel, yo los ví. ¿Por qué no lo querés hacer conmigo Ana?
-No te pongas pesado Sergio -le decían yo.
Me preocupaba que se lo contara a mamá, tenía miedo de su reacción. Lo consulté con Daniel.
-Sergio lo sabe, dice que se lo va a contar a mamá si no me acuesto con él.
-Si le cuenta es una cagada, andá a saber cómo reacciona mamá.
-Ya sé, ¿qué hacemos? -le pregunté.
-¿A vos te molesta dejarte coger por él?
-No, creo que no. ¿Si me dejo coger no joderá más?
-Dejalo que te coja, así él tampoco le va a poder decir nada a mamá.
Así fue que empecé a tener sexo con mis dos hermanos. Sergio cumplió su palabra, no le dijo nada a mamá pero sí le contó a dos primos que yo era una especie de objeto sexual de la familia. Más de una vez compartí la cama con ellos y con mis hermanos, así fue que descubrí, por ejemplo, ciertas prácticas como la doble penetración.
No me molestaba que se turnaran para cojerme en orgías que duraban horas. Yo estaba siempre bien dispuesta, todo eso me parecía lo más normal del mundo.
Nuestra madre no tardó en enterarse. Como imaginaba, su relación conmigo empeoró. Me empezó a llamar “puta estúpida” y me decía “te dejás coger por cualquiera”. Creo que sentía celos, en especial por mi relación con Daniel.
Una noche estaba yo durmiendo con mis dos hermanos en la misma cama, desnudos por supuesto, y mi madre se acostó con nosotros.
Estaba completamente ebria y comenzó a manosear a Daniel, su hijo mayor.
-Cogeme, dejala a esta puta estúpida y cogeme a mí -le pidió.
Daniel no sabía qué hacer. Yo le sugerí que lo mejor era seguirle la corriente para que no se pusiera más violenta.
Tuve que hacerle yo una mamada a Daniel para que se le pusiera dura. Luego él se la metió a nuestra madre directamente por el culo. Ella ni se quejó.
-Lo tiene más abierto que vos -me dijo mi hermano.
-¿Por qué no se la metés por la concha? -le pregunté.
-No, no quiero correr el riesgo de dejarla preñada.
Nuestra madre gemía de placer pero tardaba en llegar al orgasmo. Le pedí a Sergio que se sumara a su hermano, pero no aceptó.
De modo que yo me puse a chuparle los pezones para aumentarle la excitación y ayudarla a tener un orgasmo. Entonces sí se sumó Sergio a nosotros, pero metiéndomela a mí por el culo.
En consecuencia, Daniel se la estaba dando por el culo a nuestra madre, mi hermano Sergio me la daba por el culo a mí, y yo le chupaba las tetas a nuestra madre.
Por fin ella tuvo un escandaloso orgasmo, a los gritos. Daniel en cambio no podía acabar, entonces le hice una mamada. Justo cuando Sergio disparaba chorros de leche en mi espalda, Daniel depositó su abundante descarga en mi boca.
Para entonces la única que no había acabado era yo. Daniel sugirió que me montara en el rostro de nuestra madre para que ella me chupara la concha.
Dudé un poco, porque nunca lo había hecho con otra mujer, pero decidí intentarlo.
Para mi sorpresa mi madre lo tomó de buen grado y me chupó la concha de tal manera que imaginé que no era la primera vez que hacía algo así. Conclusión: gracias a su experta lengua tuve un hermoso orgasmo.
Luego el sueño nos venció a los cuatro y nos dormimos.
15 comentarios - Una historia de sexo entre familiares
terrible relato nena 🤤 🤤 🤤
zarpado
saludetes del PErCHA3
Besos