Al día siguiente esperé que Ricky me contara lo que había pasado, pero nada dijo. Y tampoco al siguiente. Como al acaso le sacaba conversación sobre Selena, y el no participaba demasiado. Cuando le preguntaba directamente si pensaba encararla, me respondía que no quería mezclar el trabajo con otra cosa, y que seguramente ella lo iba a rechazar por la manera en que estaba enamorada de su marido.
Todo esto me desilusionó. Yo pensé que eramos amigos de verdad, pero su silencio me marcó a las claras que solo me consideraba un compañero de trabajo circunstancial . Por un lado me dolió, pero por el otro, me dejaba las manos libres para que hiciera mi jugada. Y es lo que hice.
Algunos días, su esposa venía a visitarlo al trabajo, para consultarle sobre algo, o por que necesitaba algo en especial para que llevara a casa a la noche. Generalmente aprovechaba para ir de compras y pasaba antes o despues del shopping. Siempre impecablemente arreglada, con toda la furia de sus 35 años, Roxy era un diamante en bruto. Solo le faltaba sentirse deseada de verdad, para que se convirtiera en una perra de lujo. Verla tan sensible y con un perfil tan bajo no dejaba traslucir su verdadero potencial. Su cuerpo estaba para otra cosa.
De a poco fui acercándome a ella, ganando su confianza, hablando de trivialidades, pero tejiendo una intimidad interesante. Lentamente fue saliendo el tema de las relaciones que se tejían en el trabajo, y a ella , por ser tan celosa era un tema que le interesaba. Cada vez pasaba más tiempo conmigo tratando de sonsacarme sobre los secretos de la oficina, secretos que yo racionaba, dándole lo suficiente para acentuar sus naturales celos, pero cuidándome de despertar la mínima sospecha sobre su esposo. Cuando ya teníamos un grado de acercamiento que considere apropiado, esperé un día que pasara por la oficina antes de ir de compras, y luego con una excusa salí del trabajo y me senté en un bar en el lugar donde ella seguramente iba a pasar, asegurándome una mesa desde donde ella pudiera verme.
Una vez instalado allí, esperé. A la media hora, la veo venir y poniendo cara de tristeza, me quedé con la vista perdida. Me vio, y sorprendida se acercó a la mesa.
- Raúl, que sorpresa encontrarte aquí,
- hola, Roxy, dije serio, un gusto encontrarte.
- ¿ Qué hacías aquí?, pregunto sonriendo
- Nada. Necesitaba salir de la oficina, dije simulando tristeza.
- ¿ Pasó algo? Dijo curiosa, ¿ Problemas en el trabajo?
- No, ojalá, pero no quiero aburrirte con mis problemas.
- No, si no me aburres, cuéntame
- Disculpa, pero ahora no estoy de ánimo, mas tarde quizás, cuando me recupere un poco. Y tú ¿ qué haces?
- Estoy pasando el rato mirando negocios, pero sabes que puedes contar conmigo.
- Lo sé, y te lo agradezco. Me hace mal estar aquí solo sentado, pero no da para más.
- Vamos, no seas así. Acompáñame y cuando quieras charlamos de lo que te pasa.
- No quiero molestarte. No soy una buena compañía hoy.
- No me molestas, ven conmigo.
A regañadientes, mientras por dentro bailaba de alegría, pagué mi café y la seguí en su paseo. Le pedí los paquetes que llevaba y me encargué de ellos, como parte de mi plan. No pensaba soltarlos hasta que estuviéramos en su casa.
Una hora después, y ya cansada de caminar, me dijo que quería volver a su casa, y yo me ofrecí a ayudarla con las cosas que había comprado, a lo cual aceptó, y salimos juntos por un taxi para volver a su hogar.
- ¿ Estás mejor? Dijo cuando subimos al auto.
- Mas o menos. No sabes como agradezco tu comprensión, dije, y me quede a propósito callado y concentrado en mis pensamientos. De reojo veía como ella me miraba y se preocupaba de mi estado, tratando de pensar como ayudarme. Las víctimas siempre tienen un plus de ventaja en cualquier situación.
Llegamos a su edificio y subimos a su piso. Entramos y me indicó que dejará los paquetes sobre la mesa, lo que hice y luego me invitó a sentarme en el sofa.
- Ponte cómodo que voy a traer algo fresco para tomar.
- Gracias, Roxy, dije con un hilo de voz.
Al rato volvió con dos refrescos, y se sentó frente a mí en un sillón. Se descalzó y cruzó sus piernas debajo de su cuerpo, relajándose de la caminata.
- Estoy cansada, me parece que ya no tengo edad para estos paseos, dijo sonriendo
- Si eres una nena, y además tienes un buen estado físico. Me costaba seguirte, le dije
- No te creas, ya tengo mis años, y se notan
- Disculpa, pero eres muy atractiva, y no lo digo yo, era lo que se notaba en la mirada de todos los hombres con los que nos cruzamos, dije acicateándola.
- No mientas para quedar bien. Ya pasaron mis épocas de seductora, pero bueno, al final no me dijiste que te pasaba.
- ¿ En verdad quieres saberlo?
- Por supuesto, contar las cosas hace bien. Uno se libera
- Tu sabes que lo que más odio es la mentira, y la traición, dije despertando su curiosidad
- Te entiendo, a mi me pasa lo mismo.
- Sabes que soy casado, le dije
- No, no sabía, dijo interesada.
- Hasta hace unos días era totalmente feliz, pero las cosas cambiaron.
- ¿ Qué pasó? Dijo poniéndose tensa y acercándose al borde del sillón.
- Descubrí que mi esposa me engaña
- ¿ Estás seguro? Dijo con interés.
- Si. Y para colmo con quien yo consideraba uno de mis mejores amigos.
- No te puedo creer, dijo interesada.
- ¿ tú que harías ante una situación así?, le pregunté inocentemente
- Por supuesto al principio me sentiría como tú, pero luego trataría de vengarme y al final seguramente terminaría con la relación.
- Que fácil que es para las mujeres, dije como si hablara solo
- ¿ Porqué fácil?
- Porque seguramente para ti sería fácil vengarte. Eres muy atractiva y con solo salir a la calle encontrarías un hombre que te sirviera como herramienta para desquitarte. Para los hombres no es tan fácil, dije sin un gesto.
- Me parece que, sin embargo debieras estar seguro de lo que dices. Quizás estás equivocado.
- No. No estoy equivocado, porque pasó adelante de mis narices. Ellos no sabían que yo estaba allí.
- ¿ Y donde fue?
- No tiene importancia, dije como si me arrepintiera de haber hablado tanto.
- Tiene mucha importancia, insistió.
- Si tu lo dices. Bueno la cuestión que algunos días ella me va a buscar al trabajo como haces tú con tu esposo. Ese día se ve que no me encontró. Yo había salido un momento y cuando volví , la secretaría me comentó que había estado y que había ido a tomar un café y que tal vez volviera.
- Bueno, no veo nada raro en esto, dijo Roxy.
- La cuestión que terminé de trabajar y apagué la luz, y cuando voy a salir escuché su voz hablando con uno de mis amigos.
- ¿ En la oficina?, preguntó interesada.
- Si, a pocos metros de la mía. Ya era de noche y nadie más había en el edificio. De hecho nadie sabía que yo estaba aún allí. Seguramente ella pensó que yo había salido y no volvería, por eso se sentía tan liberada.
- ¿ Y que pasó?
- Puedes imaginarte lo que pasó. Y yo lo ví todo. Me quedé petrificado. No atiné a moverme. Deje que todo pasara, como si fuera un sueño, como si nada fuera verdad. Estaba tan sorprendido que me quede allí oyendo y observando lo que pasaba.
- ¿ Pudiste verla? Preguntó ya totalmente metida en la historia.
- Si, pude ver todo.
- Es increíble.
- Si yo también tuve el mismo pensamiento. Increíble.
- Pero dices que fue con uno de tus amigos.
- Si, uno que yo pensé que era mi amigo, pero en realidad, veo que le interesaba mas meterse bajo la falda de mi mujer que ser mi amigo, dije de un tirón.
- No puedo creer que haya gente tan hipócrita, dijo poniéndose seria. Pero a la vez, se mordía el labio inferior demostrando a las claras que imaginarse la escena la había excitado.
- Por eso ahora no me atrevo a volver a mi casa, ni tampoco a estar en el trabajo.
- Pero tienes que investigar. Tienes que conseguir pruebas que hagan que ellos no puedan desmentirte nada cuando los enfrentes, dijo Roxy rápidamente.
- No es necesario, dije
- Si lo es. Nadie va a creerte. Es tu palabra contra la de ellos.
- No es necesario. Con mi celular filmé todo lo que pasó.
Esa noticia le cayó como una bomba. Saltó del sillón y se quedó parada.
- Pero eso es muy bueno. ¿Y se ve bien?
- Demasiado bien, pero no te ilusiones que no te lo voy a mostrar, le dije simulando enojo.
- No te enojes, no es curiosidad ni morbo. Simplemente me alegra que tengas pruebas.
- No pienso usarlas de cualquier manera.
- ¿ Por qué?
- Por que no quiero lastimar a nadie más.
- No vas a lastimar a nadie más, dijo insistente
- Si, porque mi amigo también es casado, dije dejando caer la bomba como al descuido.
- ¡ hijo de puta!, Perdón, pero un tipo casado y encima se aprovecha de tu mujer, no cabe otro apelativo.
- Mira, mi mujer nada hizo para evitar que pasara. Por el diálogo se nota que desde siempre había querido que ocurriera.
- No, seguramente el hombre la envolvió. Hay algunos muy hábiles para esto, dijo, y no te imaginas cuanto, pensé para mis adentros.
- Mira, no quiero que nadie más pase por lo que yo estoy pasando.
- Pero su mujer tiene que saber la clase de marido que tiene, insistió.
- Si todavía no lo sabe, no creo que con esto cambie su opinión, le dije.
- Me gustaría ver alguna parte de ese video. La que tu quieras y que no te haga sentir humillado, dijo por fin no aguantando más su curiosidad.
- No Roxy, no es una buena idea.
- No me voy a escandalizar por lo que vea. A mi edad nada puede sorprenderme, te imaginarás.
- No no es por lo que pasa, que no es nada fuera de lo común. Una pareja teniendo sexo en una oficina, con todo el morbo que esto despierta
- Por eso mismo, insistió aún más decidida. Déjame verlo.
- No Roxy, y será mejor que me vaya, dije intentando levantar, a lo que ella respondió sujetándome para que me quedara sentado.
- No te vayas, no quiero que te quedes triste.
- Te agradezco pero si me quedo voy a terminar cediendo a tu pedido y no debo hacerlo, dije, de una manera que conseguí lo que buscaba. Una señal de alarma apareció en sus ojos.
- ¿ Porqué no puedo verlo? Preguntó decidida. ¿ Porqué me va a afectar tanto?, empezando a sospechar que había algo más.
- Ya está Roxy, me voy. Mañana será otro día.....
- No, perdona pero yo pensé que eramos amigos, y ahora tengo la sensación de que me ocultas algo. Y si es así, no quiero volver a verte, dijo mostrando enojo.
- No me digas eso, por favor. Sabes que me gusta mucho hablar contigo, dije simulando estar asustado.
- Tu sabes lo que tienes que hacer, dijo enojada y se volvió a sentar.
- Yo no quiero hacerte daño, insistí
- Como a vos, me hace más daño la mentira, si quieres irte allí está la puerta, pero no vuelvas.
- No eres justa conmigo. No respetas lo que me pasa, pero está bien, no quiero que te enojes conmigo. Quieres ver el video, te dejaré que lo veas, pero pasaré al baño. No quiero sentirme más humillado de lo que estoy.
- No tienes que sentirte humillado. No es tu culpa. Déjame sola y después hablamos.
Le dejé mi celular y me encerré en el baño. Debo reconocer que estaba muy excitado. Mi verga estaba poniéndose dura. Tenía que planear como iba a aprovechar el momento. Ella no conocía a mi esposa, así que tranquilamente podía suponer que Selena era mi mujer. ¿ Cómo reaccionaría? Ya me iba a enterar.
Luego de un rato, salí timidamente del baño. Roxy estaba sentada en el sillón, y mi celular estaba sobre la mesa.
Me acerqué y me senté frente a ella. Estaba con la cara entre sus manos.
- Perdóname, pero yo también me sentí así cuando los vi, le dije simulando tristeza.
No contestó. Entonces me levanté y me senté en el apoyabrazos de su sillón y comencé a acariciar su cabello.
- No te pongas mal. Los dos fuimos engañados. Somos dos miserables cornudos y se han reído de nosotros. Pero nada podemos hacer, dije mientras acariciaba su cabeza. Lentamente descubrió su cara y con los ojos cerrados se apoyó en el respaldo, dejando que yo siguiera con mis caricias.
- No es justo que nos hayan hecho esto. Imagínate tú engañada por tu marido y yo por mi esposa y mi amigo y compañero de trabajo. Soy quien peor ha quedado, le dije, y mis manos mientras bajaban hasta su cuello.
- Jamás hubiera creído a Ricky capaz de una cosa así. Siempre fui celosa, pero siempre pensé que mis celos eran infundados. ¿ Cómo pudo disfrutar así? Y encima se rie abiertamente de tí y de mí. Se burla de nosotros
Me levanté y haciendo que se levantara la abracé.
- No te preocupes, ya llegará la justicia, le dije al oído, aprovechando para besarla suavemente en el cuello, ya encontraremos la forma de hacerles sentir que se equivocaron.
El odio que ella tenía era tan grande que no se resistía a mis avances, los que de a poco fueron haciéndose más y más atrevidos. Ya no me conformaba con abrazarla, sino que mis manos bajaron y tomaron su trasero para apretarla contra mi cuerpo. Mis labios bajaban por su cuello hasta el nacimiento de sus tetas, besando y lamiendo toda su piel.
- Si piensa que me voy a quedar tranquila, esta muy equivocado. Más de una vez le dije lo que iba a pasar si me engañaba, ahhhh, dijo cuando mi boca mordisqueaba sus pezones por encima de la ropa.
- Si, se merecen que nos venguemos, dije comenzando a desabrochar su blusa.
- Si, tienes razón, no se merece mi estúpida fidelidad. Años rechazando el avance de un montón de hombres y este hijo de puta me engaña así, dijo mientras me ayudaba a quitarle la blusa, quedando medio cuerpo prácticamente desnuda.
- La mejor manera de cobrarnos esto es gozando a la salud de estos traidores, dije mientras rápidamente me sacaba mi sweater y mi camisa, volviendo a abrazarla.
- Tienes razón, dijo mientras acariciaba mi espalda. En ese momento tomé posesión de su boca y mi lengua la invadió totalmente.
En ese momento nos dejamos caer sobre el sofá y seguimos besándonos y acariciándonos sin pausa. Nuestras manos recorrían nuestros cuerpos con desesperación, con toda la desesperación nacida del despecho, en su caso, del deseo en el mío. Tenía allí, al alcance de mi verga a uno de los mejores ejemplares de hembra de los últimos tiempos y era cuestión de minutos para que terminara pasándola por la piedra. Ya la sentía totalmente decidida a seguir hasta el final.
En un momento me separé y desabrochando su pantalón se lo saqué completamente dejándola solo con una tanga lila muy sensual, y aprovechando el estar levantado terminé de desvestirme. Mientras lo hacía , ella no perdía detalle. Cuando me quité el slip, mi verga saltó hacía arriba y ella sonrió excitada. Una vez desnudo volví a acomodarme sobre ella y seguí con mis besos y caricias. Lentamente ella separó las piernas envolviendo mi cuerpo, y una de sus manos buscó mi verga, comenzando a masturbarme. Mis manos subieron su corpiño dejando sus tetas a la vista y permitiendo que mis labios pudieran succionarlas a placer.
Yo estaba totalmente excitado y fuera de mí. En este punto una de mis manos buscó su sexo y encontré una vagina mojada y dispuesta. Eso fue suficiente. Me retiré un poco hacía atrás, corrí su tanga a un costado y dejándome caer la empalé lentamente pero hasta el fondo. Un gemido de la hembra demostró que mi verga dura no pasaba desapercibida.
- hmmm, despacio, despacio
- Ya está. Entró toda, ahora disfruta, le dije mientras comenzaba a bombearla.
- ¿ Qué sentiste cuando viste a tu esposa cogida por mi marido? , me preguntó
- Lo mismo que sentiste tú cuando viste a tu marido con ella, me imagino, dije sin dejar de moverme.
- Mi marido es un hijo de puta, pero tú esposa no se queda atrás, seguramente lo buscó descaradamente, dijo aferrándose a mi espalda
- No tiene importancia ahora, esto es más de lo que mi esposa me dio nunca, le dije continuando la mentira
- La verdad que estoy gozando como una perra, me dijo mordisqueándome el lóbulo de la oreja, pero no se si por vos o por la satisfacción de devolverle el favor a mi marido.
- Por las dos cosas seguramente. Yo estoy disfrutando como un animal. La verdad que hacía mucho que pensaba en tenerte así.
- Ahh, picarón, entonces te gusta engañar a tu esposa,
- Nunca la engañé, ni lo hubiera hecho si las cosas no pasaban así, pero eso no tiene nada que ver con el hecho de que me calentaba el solo verte caminar, dije acelerando mis embates.
- Bueno, basta de hablar, y hazme gozar, cornudo de mierda, me dijo visiblemente caliente.
La violencia de mis empujones, hicieron que resbaláramos del sillón y termináramos en el suelo, ella sobre mí, pero sin que desmontara. Ella sonrió y aprovechó el cambio de posición para cabalgarme como toda una experta. Yo mientras tanto jugueteaba con sus tetas que habían quedado a mi alcance y disfrutaba de la imagen que daba esa tremenda mujer saltando en la punta de mi verga. Era una visión fabulosa.
Luego de un rato giré y quedamos de lado. En ese momento me retiré e hice que girara y se colocara de espalda a mí, y en esa posición, levanté una de sus piernas y la volví a clavar mientras mis manos la tomaban del cuello para dirigir la penetración.
- Que lindo cuello que tenés, puta, me dan ganas de apretarlo hasta ahogarte, le dije al oído mientras seguía bombeando.
- Ayyy, como te siento en esta posición, me encanta, no aguanto más, me corro, me corro, gritó y comenzó a contraer su vagina como si fuera una mano que apretaba mi herramienta.
- Goza, perra, goza, date el gusto, le decía mientras sentía como el orgasmo la arrasaba.
Me quedé quieto y la dejé que acabara. Quedé allí dentro de su cuerpo. Sentía como mi verga latía dentro de su estuche. Cuando se aflojó, comencé lentamente a poseerla de nuevo.
- Ahora es mi turno, sabes?, mis huevos estan llenos de leche que voy a depositar en el fondo de tu cuerpo. Te voy a quemar con mi semen, me vas a dar placer como nunca. Vas a ser toda una hembra, satisfaciendo a tu macho, le dije al oído mientras redoblaba mis arremetidas.
- Dame todo, dame todo, por favor, no esperes más, decía ella como respuesta, y no pude menos que darle el gusto. Aceleré y sentí un fuego que subía había la punta de mi rabo. Cuando no pude más me metí hasta el fondo y me quedé allí esperando el desahogo. Cuando salió el primer chorro me retiré y volví a meterme hasta el fondo cuando sentí llegar el segundo, y así hasta que vacié mis huevos por completo. Mis gritos no dejaban dudas sobre el placer que estaba recibiendo, y por fin me quedé temblando en el fondo de su cuerpo. Pensé que iba a darme un ataque, por la forma en que mi cuerpo se sacudía. Fue por lejos el mejor polvo que había echado en mi vida.
- ¡Ahhh! Me quemas animal, me quemas, decía ella mientras volvía a acabar arrastrada por mi orgasmo y quedándose quieta mientras recibía las inyecciones de leche que le propinaba una detrás de otra.
Nos quedamos por fin, quietos. Nuestra respiración fue normalizándose, y por fin, ella se movió, haciendo que mi verga fláccida saliera de su agujero. Se levantó y se fue al baño.
Yo, despacio me levanté y comencé a vestirme. Cuando me había puesto las medias y mi slip, salió del baño.
- ¿ Adonde vas? Me preguntó
- Bueno, tengo que volver al trabajo y no quiero que Ricky nos encuentre, le dije
- Ricky no vuelve hasta la noche, y todavía no terminé mi venganza, y acercándome tomo mi verga por encima del slip, comenzando a sobarla. Lo bajó, y arrodillándose se la metió toda en la boca,comenzando una fellatio brutal.
Con los ojos cerrados me quedé allí de pie aferrándome de su cabeza. Las piernas se me aflojaban por la intensidad de la succión. Parecía que iba a arrancármela. No me extrañó que en cuestión de minutos estuviera otra vez dura como una piedra.
- No podés calentarme así, me vas a volver loco, le dije mirándola a los ojos.
Dejó mi verga, y se pasó el dorso de la mano por la boca. Se levantó y yendo al respaldo del sofá apoyó sus manos en él y separó sus piernas. La invitación no podía ser mas clara. Quería ser poseída como su esposo había poseído a Selena.
- ¿ Quieres saber lo que se siente en esa pose, no putita?, dije acercándome mientras masturbaba mi verga para que estuviera bien dura.
- Si, vamos, metemela, me ordenó más que me pidió
- Si ricura, y de un solo empujón le dije mientras se la enterraba hasta el fondo, empujándola contra el respaldo.
- Ahh, que bien, que placer, empuja vamos , con todo, me decía mientras yo la empalaba sin miramientos.
Tiramos así un largo rato . La sentí como se iba excitando y por fin alcanzó su orgasmo.
- ¡¡¡Dale!! Llename, llename , por favor, gritaba mientras acababa
- No ricura, te voy a hacer algo que tu maridito no hizo, y se la dejé adentro dejándola que terminara su orgasmo. Cuando se aflojó, quedó apoyada con su cuerpo sobre el respaldo del sillón. La saqué, di la vuelta,me subí al sillón y la acerqué a su cara.
- Ahora te voy a alimentar puta, vamos chupa, le dije levantando su cabeza de los cabellos y acercándola a mi verga.
Sin decir nada abrió su boca y se la tragó. Comencé a masturbarme con su boca acercando y alejando su cabeza de mi verga y por fin, se la enterré toda, y en el fondo de su garganta comencé a vaciarme como un animal. Su cara de sorpresa fue increíble y me calentó mas si eso era posible, y como la tenía agarrada solo pudo tragar y tragar mi semen caliente, cosa que fue haciendo a medida que mis chorros golpeaban el fondo de su boca. Cuando terminé siguió chupando hasta dejarmela bien limpia. En ese momento la saqué, y caí sobre el sillón totalmente destruido.
- Vaya, vaya, eres un degenerado. Nunca me habían obligado a tragar semen, dijo limpiándose la boca con el dorso de la mano.
- Pues conmigo vas a tragar semen cada vez que te tenga cerca, le dije.
- Eres insaciable, agregó.
Despacio comenzamos a vestirnos besándonos y acariciándonos cada vez que nos rozábamos , y por fin luego de una serie de prolongados besos, nos despedimos.
Salí de esa casa flotando en el aire. El número de su celular en mi bolsillo garantizaba que esta no iba a ser la única vez que iba a disfrutar de ella.
Ahora faltaba la segunda parte de mi plan.
Todo esto me desilusionó. Yo pensé que eramos amigos de verdad, pero su silencio me marcó a las claras que solo me consideraba un compañero de trabajo circunstancial . Por un lado me dolió, pero por el otro, me dejaba las manos libres para que hiciera mi jugada. Y es lo que hice.
Algunos días, su esposa venía a visitarlo al trabajo, para consultarle sobre algo, o por que necesitaba algo en especial para que llevara a casa a la noche. Generalmente aprovechaba para ir de compras y pasaba antes o despues del shopping. Siempre impecablemente arreglada, con toda la furia de sus 35 años, Roxy era un diamante en bruto. Solo le faltaba sentirse deseada de verdad, para que se convirtiera en una perra de lujo. Verla tan sensible y con un perfil tan bajo no dejaba traslucir su verdadero potencial. Su cuerpo estaba para otra cosa.
De a poco fui acercándome a ella, ganando su confianza, hablando de trivialidades, pero tejiendo una intimidad interesante. Lentamente fue saliendo el tema de las relaciones que se tejían en el trabajo, y a ella , por ser tan celosa era un tema que le interesaba. Cada vez pasaba más tiempo conmigo tratando de sonsacarme sobre los secretos de la oficina, secretos que yo racionaba, dándole lo suficiente para acentuar sus naturales celos, pero cuidándome de despertar la mínima sospecha sobre su esposo. Cuando ya teníamos un grado de acercamiento que considere apropiado, esperé un día que pasara por la oficina antes de ir de compras, y luego con una excusa salí del trabajo y me senté en un bar en el lugar donde ella seguramente iba a pasar, asegurándome una mesa desde donde ella pudiera verme.
Una vez instalado allí, esperé. A la media hora, la veo venir y poniendo cara de tristeza, me quedé con la vista perdida. Me vio, y sorprendida se acercó a la mesa.
- Raúl, que sorpresa encontrarte aquí,
- hola, Roxy, dije serio, un gusto encontrarte.
- ¿ Qué hacías aquí?, pregunto sonriendo
- Nada. Necesitaba salir de la oficina, dije simulando tristeza.
- ¿ Pasó algo? Dijo curiosa, ¿ Problemas en el trabajo?
- No, ojalá, pero no quiero aburrirte con mis problemas.
- No, si no me aburres, cuéntame
- Disculpa, pero ahora no estoy de ánimo, mas tarde quizás, cuando me recupere un poco. Y tú ¿ qué haces?
- Estoy pasando el rato mirando negocios, pero sabes que puedes contar conmigo.
- Lo sé, y te lo agradezco. Me hace mal estar aquí solo sentado, pero no da para más.
- Vamos, no seas así. Acompáñame y cuando quieras charlamos de lo que te pasa.
- No quiero molestarte. No soy una buena compañía hoy.
- No me molestas, ven conmigo.
A regañadientes, mientras por dentro bailaba de alegría, pagué mi café y la seguí en su paseo. Le pedí los paquetes que llevaba y me encargué de ellos, como parte de mi plan. No pensaba soltarlos hasta que estuviéramos en su casa.
Una hora después, y ya cansada de caminar, me dijo que quería volver a su casa, y yo me ofrecí a ayudarla con las cosas que había comprado, a lo cual aceptó, y salimos juntos por un taxi para volver a su hogar.
- ¿ Estás mejor? Dijo cuando subimos al auto.
- Mas o menos. No sabes como agradezco tu comprensión, dije, y me quede a propósito callado y concentrado en mis pensamientos. De reojo veía como ella me miraba y se preocupaba de mi estado, tratando de pensar como ayudarme. Las víctimas siempre tienen un plus de ventaja en cualquier situación.
Llegamos a su edificio y subimos a su piso. Entramos y me indicó que dejará los paquetes sobre la mesa, lo que hice y luego me invitó a sentarme en el sofa.
- Ponte cómodo que voy a traer algo fresco para tomar.
- Gracias, Roxy, dije con un hilo de voz.
Al rato volvió con dos refrescos, y se sentó frente a mí en un sillón. Se descalzó y cruzó sus piernas debajo de su cuerpo, relajándose de la caminata.
- Estoy cansada, me parece que ya no tengo edad para estos paseos, dijo sonriendo
- Si eres una nena, y además tienes un buen estado físico. Me costaba seguirte, le dije
- No te creas, ya tengo mis años, y se notan
- Disculpa, pero eres muy atractiva, y no lo digo yo, era lo que se notaba en la mirada de todos los hombres con los que nos cruzamos, dije acicateándola.
- No mientas para quedar bien. Ya pasaron mis épocas de seductora, pero bueno, al final no me dijiste que te pasaba.
- ¿ En verdad quieres saberlo?
- Por supuesto, contar las cosas hace bien. Uno se libera
- Tu sabes que lo que más odio es la mentira, y la traición, dije despertando su curiosidad
- Te entiendo, a mi me pasa lo mismo.
- Sabes que soy casado, le dije
- No, no sabía, dijo interesada.
- Hasta hace unos días era totalmente feliz, pero las cosas cambiaron.
- ¿ Qué pasó? Dijo poniéndose tensa y acercándose al borde del sillón.
- Descubrí que mi esposa me engaña
- ¿ Estás seguro? Dijo con interés.
- Si. Y para colmo con quien yo consideraba uno de mis mejores amigos.
- No te puedo creer, dijo interesada.
- ¿ tú que harías ante una situación así?, le pregunté inocentemente
- Por supuesto al principio me sentiría como tú, pero luego trataría de vengarme y al final seguramente terminaría con la relación.
- Que fácil que es para las mujeres, dije como si hablara solo
- ¿ Porqué fácil?
- Porque seguramente para ti sería fácil vengarte. Eres muy atractiva y con solo salir a la calle encontrarías un hombre que te sirviera como herramienta para desquitarte. Para los hombres no es tan fácil, dije sin un gesto.
- Me parece que, sin embargo debieras estar seguro de lo que dices. Quizás estás equivocado.
- No. No estoy equivocado, porque pasó adelante de mis narices. Ellos no sabían que yo estaba allí.
- ¿ Y donde fue?
- No tiene importancia, dije como si me arrepintiera de haber hablado tanto.
- Tiene mucha importancia, insistió.
- Si tu lo dices. Bueno la cuestión que algunos días ella me va a buscar al trabajo como haces tú con tu esposo. Ese día se ve que no me encontró. Yo había salido un momento y cuando volví , la secretaría me comentó que había estado y que había ido a tomar un café y que tal vez volviera.
- Bueno, no veo nada raro en esto, dijo Roxy.
- La cuestión que terminé de trabajar y apagué la luz, y cuando voy a salir escuché su voz hablando con uno de mis amigos.
- ¿ En la oficina?, preguntó interesada.
- Si, a pocos metros de la mía. Ya era de noche y nadie más había en el edificio. De hecho nadie sabía que yo estaba aún allí. Seguramente ella pensó que yo había salido y no volvería, por eso se sentía tan liberada.
- ¿ Y que pasó?
- Puedes imaginarte lo que pasó. Y yo lo ví todo. Me quedé petrificado. No atiné a moverme. Deje que todo pasara, como si fuera un sueño, como si nada fuera verdad. Estaba tan sorprendido que me quede allí oyendo y observando lo que pasaba.
- ¿ Pudiste verla? Preguntó ya totalmente metida en la historia.
- Si, pude ver todo.
- Es increíble.
- Si yo también tuve el mismo pensamiento. Increíble.
- Pero dices que fue con uno de tus amigos.
- Si, uno que yo pensé que era mi amigo, pero en realidad, veo que le interesaba mas meterse bajo la falda de mi mujer que ser mi amigo, dije de un tirón.
- No puedo creer que haya gente tan hipócrita, dijo poniéndose seria. Pero a la vez, se mordía el labio inferior demostrando a las claras que imaginarse la escena la había excitado.
- Por eso ahora no me atrevo a volver a mi casa, ni tampoco a estar en el trabajo.
- Pero tienes que investigar. Tienes que conseguir pruebas que hagan que ellos no puedan desmentirte nada cuando los enfrentes, dijo Roxy rápidamente.
- No es necesario, dije
- Si lo es. Nadie va a creerte. Es tu palabra contra la de ellos.
- No es necesario. Con mi celular filmé todo lo que pasó.
Esa noticia le cayó como una bomba. Saltó del sillón y se quedó parada.
- Pero eso es muy bueno. ¿Y se ve bien?
- Demasiado bien, pero no te ilusiones que no te lo voy a mostrar, le dije simulando enojo.
- No te enojes, no es curiosidad ni morbo. Simplemente me alegra que tengas pruebas.
- No pienso usarlas de cualquier manera.
- ¿ Por qué?
- Por que no quiero lastimar a nadie más.
- No vas a lastimar a nadie más, dijo insistente
- Si, porque mi amigo también es casado, dije dejando caer la bomba como al descuido.
- ¡ hijo de puta!, Perdón, pero un tipo casado y encima se aprovecha de tu mujer, no cabe otro apelativo.
- Mira, mi mujer nada hizo para evitar que pasara. Por el diálogo se nota que desde siempre había querido que ocurriera.
- No, seguramente el hombre la envolvió. Hay algunos muy hábiles para esto, dijo, y no te imaginas cuanto, pensé para mis adentros.
- Mira, no quiero que nadie más pase por lo que yo estoy pasando.
- Pero su mujer tiene que saber la clase de marido que tiene, insistió.
- Si todavía no lo sabe, no creo que con esto cambie su opinión, le dije.
- Me gustaría ver alguna parte de ese video. La que tu quieras y que no te haga sentir humillado, dijo por fin no aguantando más su curiosidad.
- No Roxy, no es una buena idea.
- No me voy a escandalizar por lo que vea. A mi edad nada puede sorprenderme, te imaginarás.
- No no es por lo que pasa, que no es nada fuera de lo común. Una pareja teniendo sexo en una oficina, con todo el morbo que esto despierta
- Por eso mismo, insistió aún más decidida. Déjame verlo.
- No Roxy, y será mejor que me vaya, dije intentando levantar, a lo que ella respondió sujetándome para que me quedara sentado.
- No te vayas, no quiero que te quedes triste.
- Te agradezco pero si me quedo voy a terminar cediendo a tu pedido y no debo hacerlo, dije, de una manera que conseguí lo que buscaba. Una señal de alarma apareció en sus ojos.
- ¿ Porqué no puedo verlo? Preguntó decidida. ¿ Porqué me va a afectar tanto?, empezando a sospechar que había algo más.
- Ya está Roxy, me voy. Mañana será otro día.....
- No, perdona pero yo pensé que eramos amigos, y ahora tengo la sensación de que me ocultas algo. Y si es así, no quiero volver a verte, dijo mostrando enojo.
- No me digas eso, por favor. Sabes que me gusta mucho hablar contigo, dije simulando estar asustado.
- Tu sabes lo que tienes que hacer, dijo enojada y se volvió a sentar.
- Yo no quiero hacerte daño, insistí
- Como a vos, me hace más daño la mentira, si quieres irte allí está la puerta, pero no vuelvas.
- No eres justa conmigo. No respetas lo que me pasa, pero está bien, no quiero que te enojes conmigo. Quieres ver el video, te dejaré que lo veas, pero pasaré al baño. No quiero sentirme más humillado de lo que estoy.
- No tienes que sentirte humillado. No es tu culpa. Déjame sola y después hablamos.
Le dejé mi celular y me encerré en el baño. Debo reconocer que estaba muy excitado. Mi verga estaba poniéndose dura. Tenía que planear como iba a aprovechar el momento. Ella no conocía a mi esposa, así que tranquilamente podía suponer que Selena era mi mujer. ¿ Cómo reaccionaría? Ya me iba a enterar.
Luego de un rato, salí timidamente del baño. Roxy estaba sentada en el sillón, y mi celular estaba sobre la mesa.
Me acerqué y me senté frente a ella. Estaba con la cara entre sus manos.
- Perdóname, pero yo también me sentí así cuando los vi, le dije simulando tristeza.
No contestó. Entonces me levanté y me senté en el apoyabrazos de su sillón y comencé a acariciar su cabello.
- No te pongas mal. Los dos fuimos engañados. Somos dos miserables cornudos y se han reído de nosotros. Pero nada podemos hacer, dije mientras acariciaba su cabeza. Lentamente descubrió su cara y con los ojos cerrados se apoyó en el respaldo, dejando que yo siguiera con mis caricias.
- No es justo que nos hayan hecho esto. Imagínate tú engañada por tu marido y yo por mi esposa y mi amigo y compañero de trabajo. Soy quien peor ha quedado, le dije, y mis manos mientras bajaban hasta su cuello.
- Jamás hubiera creído a Ricky capaz de una cosa así. Siempre fui celosa, pero siempre pensé que mis celos eran infundados. ¿ Cómo pudo disfrutar así? Y encima se rie abiertamente de tí y de mí. Se burla de nosotros
Me levanté y haciendo que se levantara la abracé.
- No te preocupes, ya llegará la justicia, le dije al oído, aprovechando para besarla suavemente en el cuello, ya encontraremos la forma de hacerles sentir que se equivocaron.
El odio que ella tenía era tan grande que no se resistía a mis avances, los que de a poco fueron haciéndose más y más atrevidos. Ya no me conformaba con abrazarla, sino que mis manos bajaron y tomaron su trasero para apretarla contra mi cuerpo. Mis labios bajaban por su cuello hasta el nacimiento de sus tetas, besando y lamiendo toda su piel.
- Si piensa que me voy a quedar tranquila, esta muy equivocado. Más de una vez le dije lo que iba a pasar si me engañaba, ahhhh, dijo cuando mi boca mordisqueaba sus pezones por encima de la ropa.
- Si, se merecen que nos venguemos, dije comenzando a desabrochar su blusa.
- Si, tienes razón, no se merece mi estúpida fidelidad. Años rechazando el avance de un montón de hombres y este hijo de puta me engaña así, dijo mientras me ayudaba a quitarle la blusa, quedando medio cuerpo prácticamente desnuda.
- La mejor manera de cobrarnos esto es gozando a la salud de estos traidores, dije mientras rápidamente me sacaba mi sweater y mi camisa, volviendo a abrazarla.
- Tienes razón, dijo mientras acariciaba mi espalda. En ese momento tomé posesión de su boca y mi lengua la invadió totalmente.
En ese momento nos dejamos caer sobre el sofá y seguimos besándonos y acariciándonos sin pausa. Nuestras manos recorrían nuestros cuerpos con desesperación, con toda la desesperación nacida del despecho, en su caso, del deseo en el mío. Tenía allí, al alcance de mi verga a uno de los mejores ejemplares de hembra de los últimos tiempos y era cuestión de minutos para que terminara pasándola por la piedra. Ya la sentía totalmente decidida a seguir hasta el final.
En un momento me separé y desabrochando su pantalón se lo saqué completamente dejándola solo con una tanga lila muy sensual, y aprovechando el estar levantado terminé de desvestirme. Mientras lo hacía , ella no perdía detalle. Cuando me quité el slip, mi verga saltó hacía arriba y ella sonrió excitada. Una vez desnudo volví a acomodarme sobre ella y seguí con mis besos y caricias. Lentamente ella separó las piernas envolviendo mi cuerpo, y una de sus manos buscó mi verga, comenzando a masturbarme. Mis manos subieron su corpiño dejando sus tetas a la vista y permitiendo que mis labios pudieran succionarlas a placer.
Yo estaba totalmente excitado y fuera de mí. En este punto una de mis manos buscó su sexo y encontré una vagina mojada y dispuesta. Eso fue suficiente. Me retiré un poco hacía atrás, corrí su tanga a un costado y dejándome caer la empalé lentamente pero hasta el fondo. Un gemido de la hembra demostró que mi verga dura no pasaba desapercibida.
- hmmm, despacio, despacio
- Ya está. Entró toda, ahora disfruta, le dije mientras comenzaba a bombearla.
- ¿ Qué sentiste cuando viste a tu esposa cogida por mi marido? , me preguntó
- Lo mismo que sentiste tú cuando viste a tu marido con ella, me imagino, dije sin dejar de moverme.
- Mi marido es un hijo de puta, pero tú esposa no se queda atrás, seguramente lo buscó descaradamente, dijo aferrándose a mi espalda
- No tiene importancia ahora, esto es más de lo que mi esposa me dio nunca, le dije continuando la mentira
- La verdad que estoy gozando como una perra, me dijo mordisqueándome el lóbulo de la oreja, pero no se si por vos o por la satisfacción de devolverle el favor a mi marido.
- Por las dos cosas seguramente. Yo estoy disfrutando como un animal. La verdad que hacía mucho que pensaba en tenerte así.
- Ahh, picarón, entonces te gusta engañar a tu esposa,
- Nunca la engañé, ni lo hubiera hecho si las cosas no pasaban así, pero eso no tiene nada que ver con el hecho de que me calentaba el solo verte caminar, dije acelerando mis embates.
- Bueno, basta de hablar, y hazme gozar, cornudo de mierda, me dijo visiblemente caliente.
La violencia de mis empujones, hicieron que resbaláramos del sillón y termináramos en el suelo, ella sobre mí, pero sin que desmontara. Ella sonrió y aprovechó el cambio de posición para cabalgarme como toda una experta. Yo mientras tanto jugueteaba con sus tetas que habían quedado a mi alcance y disfrutaba de la imagen que daba esa tremenda mujer saltando en la punta de mi verga. Era una visión fabulosa.
Luego de un rato giré y quedamos de lado. En ese momento me retiré e hice que girara y se colocara de espalda a mí, y en esa posición, levanté una de sus piernas y la volví a clavar mientras mis manos la tomaban del cuello para dirigir la penetración.
- Que lindo cuello que tenés, puta, me dan ganas de apretarlo hasta ahogarte, le dije al oído mientras seguía bombeando.
- Ayyy, como te siento en esta posición, me encanta, no aguanto más, me corro, me corro, gritó y comenzó a contraer su vagina como si fuera una mano que apretaba mi herramienta.
- Goza, perra, goza, date el gusto, le decía mientras sentía como el orgasmo la arrasaba.
Me quedé quieto y la dejé que acabara. Quedé allí dentro de su cuerpo. Sentía como mi verga latía dentro de su estuche. Cuando se aflojó, comencé lentamente a poseerla de nuevo.
- Ahora es mi turno, sabes?, mis huevos estan llenos de leche que voy a depositar en el fondo de tu cuerpo. Te voy a quemar con mi semen, me vas a dar placer como nunca. Vas a ser toda una hembra, satisfaciendo a tu macho, le dije al oído mientras redoblaba mis arremetidas.
- Dame todo, dame todo, por favor, no esperes más, decía ella como respuesta, y no pude menos que darle el gusto. Aceleré y sentí un fuego que subía había la punta de mi rabo. Cuando no pude más me metí hasta el fondo y me quedé allí esperando el desahogo. Cuando salió el primer chorro me retiré y volví a meterme hasta el fondo cuando sentí llegar el segundo, y así hasta que vacié mis huevos por completo. Mis gritos no dejaban dudas sobre el placer que estaba recibiendo, y por fin me quedé temblando en el fondo de su cuerpo. Pensé que iba a darme un ataque, por la forma en que mi cuerpo se sacudía. Fue por lejos el mejor polvo que había echado en mi vida.
- ¡Ahhh! Me quemas animal, me quemas, decía ella mientras volvía a acabar arrastrada por mi orgasmo y quedándose quieta mientras recibía las inyecciones de leche que le propinaba una detrás de otra.
Nos quedamos por fin, quietos. Nuestra respiración fue normalizándose, y por fin, ella se movió, haciendo que mi verga fláccida saliera de su agujero. Se levantó y se fue al baño.
Yo, despacio me levanté y comencé a vestirme. Cuando me había puesto las medias y mi slip, salió del baño.
- ¿ Adonde vas? Me preguntó
- Bueno, tengo que volver al trabajo y no quiero que Ricky nos encuentre, le dije
- Ricky no vuelve hasta la noche, y todavía no terminé mi venganza, y acercándome tomo mi verga por encima del slip, comenzando a sobarla. Lo bajó, y arrodillándose se la metió toda en la boca,comenzando una fellatio brutal.
Con los ojos cerrados me quedé allí de pie aferrándome de su cabeza. Las piernas se me aflojaban por la intensidad de la succión. Parecía que iba a arrancármela. No me extrañó que en cuestión de minutos estuviera otra vez dura como una piedra.
- No podés calentarme así, me vas a volver loco, le dije mirándola a los ojos.
Dejó mi verga, y se pasó el dorso de la mano por la boca. Se levantó y yendo al respaldo del sofá apoyó sus manos en él y separó sus piernas. La invitación no podía ser mas clara. Quería ser poseída como su esposo había poseído a Selena.
- ¿ Quieres saber lo que se siente en esa pose, no putita?, dije acercándome mientras masturbaba mi verga para que estuviera bien dura.
- Si, vamos, metemela, me ordenó más que me pidió
- Si ricura, y de un solo empujón le dije mientras se la enterraba hasta el fondo, empujándola contra el respaldo.
- Ahh, que bien, que placer, empuja vamos , con todo, me decía mientras yo la empalaba sin miramientos.
Tiramos así un largo rato . La sentí como se iba excitando y por fin alcanzó su orgasmo.
- ¡¡¡Dale!! Llename, llename , por favor, gritaba mientras acababa
- No ricura, te voy a hacer algo que tu maridito no hizo, y se la dejé adentro dejándola que terminara su orgasmo. Cuando se aflojó, quedó apoyada con su cuerpo sobre el respaldo del sillón. La saqué, di la vuelta,me subí al sillón y la acerqué a su cara.
- Ahora te voy a alimentar puta, vamos chupa, le dije levantando su cabeza de los cabellos y acercándola a mi verga.
Sin decir nada abrió su boca y se la tragó. Comencé a masturbarme con su boca acercando y alejando su cabeza de mi verga y por fin, se la enterré toda, y en el fondo de su garganta comencé a vaciarme como un animal. Su cara de sorpresa fue increíble y me calentó mas si eso era posible, y como la tenía agarrada solo pudo tragar y tragar mi semen caliente, cosa que fue haciendo a medida que mis chorros golpeaban el fondo de su boca. Cuando terminé siguió chupando hasta dejarmela bien limpia. En ese momento la saqué, y caí sobre el sillón totalmente destruido.
- Vaya, vaya, eres un degenerado. Nunca me habían obligado a tragar semen, dijo limpiándose la boca con el dorso de la mano.
- Pues conmigo vas a tragar semen cada vez que te tenga cerca, le dije.
- Eres insaciable, agregó.
Despacio comenzamos a vestirnos besándonos y acariciándonos cada vez que nos rozábamos , y por fin luego de una serie de prolongados besos, nos despedimos.
Salí de esa casa flotando en el aire. El número de su celular en mi bolsillo garantizaba que esta no iba a ser la única vez que iba a disfrutar de ella.
Ahora faltaba la segunda parte de mi plan.
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