EN UN DEPARTAMENTO DE JUJUY...
No hacía mucho tiempo que nos conocíamos, pero nuestros cuerpos y nuestro sexo ya estaban signados por la desmesura.
Era una noche calurosa y yo había preparado una cena que, más que cena, era una excusa para tener sexo rápidamente. Llegaste a mi departamento, hermosamente vestida. Una musculosa celeste apenas cubría tus grandes tetas y tenías una pollera negra que se pegaba a tu delicioso contorno.
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Nos sentamos a comer en el balcón una extensa picada con un rico vino tinto, el balcón tenía enfrente dos edificios enormes que dan a la avenida Santa Fe…
La música sonaba fuerte, nos gusta escuchar música fuerte, Ricardo Arjona acompañaba nuestras charlas.
De repente, te miré deseoso, mientras se te escapaba un hilito de vino por tu comisura, no dudé en secártela con mi lengua que se encontró con la tuya, nos enredamos en un extenso beso de babas y lenguas entrelazadas.
Sonaba Say goodbye y comencé a acariciarte los pechos con mi mano izquierda y con mi mano derecha recorría tus muslos llegando a tus nalgas con esmero.
Puse el vino en mi boca y con húmedo beso te lo traspasé, no sé por qué motivos, el pasar el vino de una boca a otra le da un toque de alcohol altísimo, ya empezábamos a sentirnos sobrepasados por la excitación y mi mano empezó a moverse circularmente en tu vagina, pues ya había corrido tu ropa interior y tu clítoris rebosaba de humedad.
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Quedaba media botella de vino y estábamos colmados por la excitación, igualmente decidimos terminar la botella…Te propuse al oído, entre palabras y lengua, tener sexo en el balcón, a la vista de todos, tu pollera propiciaba tal incitación. Me dijiste que sí, no lo dudaste, yo tampoco, como tampoco dudé en terminar el vino.La propuesta era tanto más excitante ya que nuestro balcón daba al de nuestra vecina, y sabíamos que ella estaba en su casa.
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Con mi copa de vino fui a cambiar la música, me pediste que pusiera Jorge Drexler.
El vino postergaba dulce y dolorosamente nuestro sexo, pero era un juego que queríamos jugar, sostener hasta lo imposible el deseo de la penetración.
Volví al balcón y derramé vino sobre tu cuello, para lamerlo con placer y para escuchar tu respiración entrecortada.
Te envolví con mis brazos con sumo cuidado, mientras me contorneaba en tu cola, te ofrecí mi dedo como extensión de mi pene para que lo chuparas, no lo dudaste y te lo engulliste entero.
No podíamos sostener más tiempo la farsa, queríamos sexo, en ese momento era lo único que queríamos. Fui hasta el comedor, apagué las luces y me acerqué rápidamente para tomarte por la cintura, subirte la pollera y besarte toda la parte de atrás, desde la espalda hasta tu vagina, te bajé la ropa interior ayudándome con los dientes y decidí penetrarte por atrás. Te pusiste en puntas de pie para favorecer el hospedaje de mi miembro.
Me pegué a tu cuerpo, mientras te pedía que miraras los balcones de enfrente para saber si alguien nos estaba mirando, me dijiste que sí, me excité aún más y te penetré más violentamente, motivado, sin dudas, por el morbo de ser observados mientras teníamos sexo.
Me hice para atrás para cabalgarte con violencia, a ojos del impávido espectador (sea quien haya sido); ya no había dudas, en el balcón del 4º piso, habrá pensado esa persona, se estaban matando, se estaban echando un lujurioso polvo.
Sin dudarlo, y todavía atrás, te levanté la pollera para disfrutar del espectáculo de la penetración, me deleitaba mirando cómo mi pene te cogía sin descanso…Me estiré para alcanzar la copa de vino, lo bebí sin tragarlo para ofrendártelo como la ambrosia de los dioses o efrits. Lo aceptaste gustosa, mientras me advertías que no me detuviera…
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Tus gemidos eran más fuertes, ya no podíamos disimular nuestro espectáculo, entonces me salí y te propuse acabarnos en la cama, asentiste, pero me dijiste que no bajáramos la persiana, te obedecí, te tiré en la cama, que estaba sólo a un paso, y te cogí con vehemencia, llegaste al orgasmo y me pediste que acabara en tus tetas, yo, más morboso aún, te pregunté si nos seguían viendo, me dijiste que sí, saqué mi pene de tu vagina, me masturbé y acabé sobre tus tetas, según tu mandato, te ofrecí los resabios de mi semen para que lo tragaras, obedeciste dulcemente y lo bebiste todo…
Me recosté a tu lado pensando dos cosas, que íbamos a tener problemas con los vecinos por los ruidos y, segundo, que no quería ser el mirón del balcón de enfrente y no tener novia.
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