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El club delcornudo II

Aquí esta la continuación del relato...

Saludos!

Bueno, en realidad lo ha pagado Edu...

- Bueno, pues te lo quedas tú para tus gastos. ¿Qué te parece?

- No sé... La verdad es que me da cosa. Aunque me pone cachonda pernsarlo... ¿Me verían?

- No por supuesto. Es totalmente anónimo. Mira, si te parece, te vienes conmigo, ves como funciona y ya te decides, ¿de acuerdo?

Ambos se levantaron. Ana se puso una sábana para taparse y salió por la puerta. Dorian depositó toda su ropa en el cajón y me lo pasó a mí.

- A donde vamos no la necesitará- luego fue tras ella y cerró la puerta.

Joder. ¿¿Un gloryhole?? Eso ya era demasiado. Y ni me había consultado. Ya estaba bien. Iría a hablar con la secretaria de los cojones y pararía aquello de una puta vez. Me vestí rápidamente, cogí todas las cosas y salí, atravesando el pasillo hasta la escalera. Sin embargo, al llegar a la puerta del recibidor estaba cerrada. Era también automática, y la lucecita del pomo estaba roja. Llamé, pero nadie me abría. Me enfurecí, y busqué otra salida, pero no había más. Tuve que sentarme junto a la puerta a esperar. Tras unos 10 minutos por fin se oyó un clic, y pude salir. Al entrar al recibidor, la mujer estaba tecleando en el ordenador como al principio.

- ¿Por qué estaba cerrada la puerta? He estado un rato esperando.

- Lo siento, si hubiera leído nuestro folleto entero, se habría dado cuenta de que es una norma de la casa. El anonimato es esencial, y no podemos dejar salir a nadie si hay alguien en recepción, y viceversa. Estuve hablando con un hombre, y hasta que se fue no pude dejarle entrar - no la creí mucho, pero tampoco insistí.

- Donde está Ana. Quiero hablar con ella.

- Su novia va a participar en un gloryhole. Podrá verla cuando termine.

- ¿Qué? - ¿me estaba vacilando?-. No dijo que fuera a participar. Dijo que se lo pensaría. Además, no sé, tenemos que hablarlo primero.

- Lo siento, pero ella es libre de hacer lo que quiera. Usted no tiene nada que decir. Ella ya ha decidido que lo hará, Dorian me lo ha comunicado hace un instante. Si ella quiere, usted no tiene nada que objetar- hija de puta. ¿Por eso me habían impedido salir, para que Dorian pudiera convencerla entre tanto? Estaba bien montado el sistema, desde luego. Y tenía hasta un motivo razonable.

- Ella lo hablaría conmigo. No haría algo sin consultarme.

- Pues parece que no, porque ha dicho que si. Ella va a hartarse de comer pollas de desconocidos, y usted no puede hacer nada por evitarlo. Así que cálmese, siéntese y espere a que termine. No será más de una hora.

Joder, la guarra aquella ya me estaba tocando la moral. ¿Una hora? ¿Y qué se supone que debía hacer yo mientras tanto, pensando que mi prometida iba a estar haciendo dios sabe qué? La mujer había dado por terminada la conversación y regresó a su ordenador, pero yo insistí.

- Bueno, pero es mi novia, y esto es un club cornudo. Tengo derecho a mirar al menos ¿no? Eso dijo al principio- si conseguía tan sólo verla, le diría que dejara lo que pretendía. Sólo necesitaba hablar un instante con ella.

- Oh no, lo siento. Eso era por el servicio anterior, que ya ha terminado. Esto es una cosa aparte, en la que su novia se ha ofrecido a participar sola, por su cuenta. Usted ya no participa- estuve a punto de endilgarle un puñetazo en los morros. Empecé a perder las esperanzas, pero la mujer continuó-. En cambio, puede participar como cliente. La sección gloryhole es muy popular, y hay muchos participantes cada día. Para la sesión en la que participa Ana, aun hay sitio. Normalmente no facilitamos el nombre de la persona que participa, pero tratándose de usted, haré una excepción.

- Muy bien, muy bien. Participaré como cliente. Lléveme allí de una vez.

- En seguida. Son 50 euros.

- ¿¡Qué!?

- Es la tarifa habitual, puede leerla en nuestro folleto. Los clientes tienen un 50 % de descuento, pero tendría que apuntarse, y rellenar algunos papeles y traer informes médicos. La sesión va a empezar en muy poco tiempo, no da lugar.

- Pero bueno, ¿a ella le iban a pagar por el gloryhole, no? 50 €. Eso lo cubre.

- No, ese dinero es de ella. Se lo daré a Ana cuando termine- suspiré cansado, y un poco hasta las pelotas.

- El dinero es mío. Lo di yo al entrar.

- Disculpe, pero ese dinero era para la orgía y para observar. Eso ya está gastado. Le repito que el gloryhole es un asuntillo que hace su novia por su cuenta. Y el dinero se lo ha ganado ella. Si usted quiere participar, tiene que pagar como todo el mundo.

¿O sea que encima iba a tener que pagar para que mi novia me la chupase? ¿Y por verla chupar pollas? Pollas desconocidas que encima habían pagado menos que yo por estar allí. Era el colmo. Con la esperanza de poder detener todo aquello, pagué sin replicar demasiado.

- Perfecto, acompáñeme. Puede dejar la ropa de su novia aquí- deposité todo lo que había traído Ana en un cajón del escritorio, incluida la camiseta rosa empapada en sudor y semen, y el calcetín con manchas marrones-. Para participar en los gloryhole siempre pedimos informes médicos, pero tratándose usted de su novio, no es necesario. Hay dos formas de entrar, de forma anónima, por la que accede directamente a la cabina, o la forma normal, en la que entra desde la sala comunitaria.

Le dije que no me importaba, y la mujer se dirigió por la puerta de la izquierda, y luego tomó la primera puerta a la derecha. Había un pasillo, y estaba oscuro. Avanzamos entre tinieblas unos metros, hasta una puerta azul, que ponía GH1. Al entrar, se hizo la luz. Había 4 hombres desnudos meneándosela. Había un par de gordos peludos y dos rellenitos calvos. Todos de más de 50. Qué asco. Y no veía a Ana.

- Joder, ya era hora. Es el último, ¿no?- dijo el más gordo y joven de todos.

La mujer asintió, me señaló mi cabina, la número 9, y se marchó. Antes de salir por la puerta pasó a mi lado y me susurró al oído:

- Le diré que usted participa. Seguro que eso la motiva- y se fue.

- Adelante, casi me corro antes de tiempo- y dirigiéndose a mi-. Me han dicho que esta está buenísima. Verás que bien.

Los tíos entraron en sus cabinas una al lado de otra, formando un círculo. Yo fui a la mía. Era un pequeño cubículo para estar de pie, con una puerta con pestillo. Entré, cerré y encendí la luz. Había unas perchas y una ventana a la altura de los ojos, por la que me asomé. Daba a una habitación redonda. Las paredes estaban llenas de ventanas similares, que desde dentro eran espejos, y agujeros a media altura, por los que asomaban pollas tiesas, y alguna flácida. Me di cuenta que yo también tenía uno. Conté 12 pollas, más 2 que entraron después, justo cuando se abrió la puerta del fondo. Por ella entró Ana, y se me paró el corazón. Así no iba a poder avisarla. Iba totalmente desnuda, y un antifaz le cubría los ojos. Sus pechos colgaban impresionantes, y pude ver como el resto de pollas flácidas se ponían duras. Incluso la mía. Ana se dirigió al principio del círculo, y torpemente se puso de rodillas. Luego, sin saber muy bien qué hacer, y mirando a su alrededor, se aproximó al pene duro y empezó a besarlo. Después bajó el prepucio, sacó el glande a la luz y le dio lengüetazos en el frenillo. Así estuvo un rato, y luego lo masturbó, sin dejar de mirar alrededor, todas las pollas que le esperaban. Cuando fue ganando confianza, se metió la polla en la boca y lo masturbó con los labios, metiéndola y sacándola. Se cubría los dientes con los labios, los lubricaba bien con saliva y rodeaba la polla, apretándola. A cada lado del agujero había unos pasamanos, para agarrarse y dar más ritmo a la mamada. Ana los utilizó, y se folló la polla con la boca. Al cabo de unos minutos, empezó a salir un líquido blanco por la comisura de sus labios, lo que indicaba que el tío se había corrido. El chorrillo resbaló por su barbilla e impactó contra sus pechos. Ella se sacó el pene ya flácido de la boca, tragó lo que le había dado, y se limpió la teta con la mano.

Así fue al segundo. Ésta estaba flácida por la espera, y Ana sin pensárselo se la metió entera en la boca. Al sacársela, ya estaba tiesa. Esta vez se metió el glande en la boca y masturbó el tronco con la mano, mientras que la otra la sumergía entre sus piernas y se masturbaba. En unos cinco minutos, ella notó que se iba a correr, por lo que se apartó a unos centímetros, con la boca abierta y masturbándolo con fuerza. El hombre echó gruesos chorros. Uno entró de lleno en su boca, pero el otro se estampó en su cara y antifaz. Ella se relamió los labios, tragó y pasó al siguiente.

Ésta era bastante grande, ya en estado de reposo. Fue entonces cuando miré el tamaño de las pollas de alrededor. La mía era normalita, tirando a chica en comparación. Sólo había tres más pequeñas, y alguna igual. En este caso era bastante larga y gruesa. Pude ver en Ana la lujuria de aquel tamaño. Ella la puso erguida en seguida, comprobándose la longitud y grosor del miembro. Fue entonces cuando Ana se levantó, y salió corriendo de la habitación, torpemente, con un calcetín rosa aun puesto, y meneando su culito. Volvió en unos segundos con una caja de condones, y ocupó de nuevo su posición, mamando aquel mástil. Mientras la chupaba con la boca, sacó de la caja una bolsita, la abrió, cogió el plastiquito redondo, y se lo puso a su amante. Deslizó el condón hasta el final, se puso de pie y se dio la vuelta, posando su hermoso coño en la punta del cipote. Luego se encorvó apoyándose con las manos en el suelo, y fue empujando, clavándose la polla hasta el fondo. Luego empezó a moverse, metiéndosela hasta el fondo y chocando contra la pared de plástico. Sólo se oía el chapoteo de su chorreante coño, los golpes y sus gemidos. También se masturbaba al mismo tiempo. Con una mano se apoyaba en el suelo, y con la otra se rozaba el clítoris, y volvía a meter la polla si ésta se salía accidentalmente.

Tras un rato, pude ver cómo salía un líquido blanquecino de su coño. Era largo, fino y espeso, colgaba y se movía al compás del movimiento. Si el tío aquel no hubiera llevado condón, habría pensado que era semen. Pero no, era el flujo de mi novia. Estaba realmente cachonda. La mujer tenía razón. El saber que la estaba viendo, y que alguna de aquellas pollas era la mía, la encendía sobremanera.

En un momento dado, se saco la polla del coño, flácida, lo que daba a entender que el tío había terminado. Sin atenderlo ni un segundo más, y ya con total confianza y desenvoltura, pasó al siguiente. Ése no era muy grande, y no se lo folló, simplemente lo chupó y meneó hasta que se corrió, esta vez según sus propósitos sobre sus pechos. Le gustaba el sabor del semen. Cuando cogía una nueva polla, antes de empezar a mamarla siempre la untaba con semen del anterior. Nunca se tragaba la corrida entera, siempre dejaba un poco sobre su cuerpo, para luego recogerla y esparcirlo en el pene del siguiente, para que así, todas las pollas supiesen a corrida desde el principio.

Cuando fue a por el siguiente, me di cuenta que sólo había dos más entre ella y yo. Me bajé los pantalones y los calzoncillos, dejando mi polla hinchada hasta reventar al aire. Fracasado en mí intento de detener aquella orgía, y cachondo como un mono, consciente de que me encantaba ver a mi novia comer pollas, decidí disfrutar como todos los demás. Introduje mi polla por el agujero, y volvía asomarme. Por fin me iba a tocar. Estaba muy impaciente, y aunque no me masturbara, mi pene no bajaba.

Aun tardó 20 minutos más en llegar a mí. Al número 7 se lo folló también, ya que la tenía bastante grande. Antes de empezar hacía una prueba. Si conseguía meterse la poya entera en la boca, y tocaba con la nariz la pared, sólo le hacia una paja. Si no le entraba, se lo follaba. Hasta el momento sólo habían sido 2 los afortunados. Poco a poco se iba acostumbrando, y cada vez le entraba más profundamente. Con el ocho estuvo un buen rato deleitándose, chupándola entera, babeándola y restregándosela por las tetas.

Finalmente, cuando vi que el que estaba junto a mí se corrió sobre su cara y cuello, mi polla apuntó al cielo automáticamente. Ella se relamió, recogió un poco de semen con su mano, y gateó hasta mí. El tenerla allí delante mía, corrida y sudada, con la cara tapada, aunque sabiendo que era ella, y sabiendo que ella no sabían a quien se la iba a chupar en ese instante me ponía a 1000. En primer lugar restregó los dedos llenos de semen para llenarme el pene de grumitos blancos y espesos. Después se la metió un instante en la boca para un primer contacto, y le entró sin problemas. Eso significaba que no iba a follarme, aunque de todas formas no hubiera podido. El sentir aquella garganta húmeda, encharcada en saliva y semen, caliente y apretada, y aquella lengua rasposa por la que paso rozando mi frenillo al entrar casi me hizo explotar. Ana la sacó una vez hecho su experimento, y empezó a meneármela. Apenas me masturbó 20 segundos cuando me corrí. No le dio tiempo a volver a chupármela. La pilló por sorpresa, y todo mi semen fue a parar a su pecho, piernas y suelo. Sin prestarme mucha más atención, pasó al siguiente, dejándome allí casi desmallado por el placer.

Ana empezó a comerse la siguiente polla del mismo modo que lo había hecho hasta ahora. Primero se la untó con los restos de mi semen que le chorreaban por el cuerpo. Luego empezaba a mamarla, y si no le cabía entera en la boca, le ponía un condón y se la follaba por el coño. Siempre tenía una mano disponible para frotarse el clítoris, y no paraba de gemir ni un instante. Se folló a dos más, y se corrió tres veces después de mí. Todos tardaron entre unos 5 y 10 minutos. Yo mientras, como el resto, retiré mi polla del agujero y me limpié con papel higiénico que había allí. Me subí los pantalones y continué mirando.

Mi novia terminó de follarse a los que quedaban, de uno en uno, y tragándoselo todo. El pecho le brillaba por los churretones de semen, y su ombligo estaba lleno. Continuamente tenía que estar limpiándose el antifaz, y tenía todas las manos pringosas, y el anillo de compromiso que le regalé para que fuera mi esposa, estaba lleno de grumos blancos. Cuando exprimió la última polla, por fin se levantó, encorvada por el dolor de rodillas y de espalda. Miró un instante a su alrededor, y después salió por la puerta. Pude ver antes de cerrarse como alguien le daba su camiseta rosa para que se limpiase.

Cuando ya no había nada que hacer, salí a la sala comunitaria, donde había 3 tíos, los dos de antes más otro nuevo, de unos 30 años. Estaban hablando, riendo y vistiéndose. El nuevo llevaba un condón en la mano, por lo que supuse que era uno de los afortunados que había penetrado a mi novia.

- Dios... que buena que estaba. Pedazo de tetas, y guarra que te cagas- comentaban.

- ¿Esa es fija? Le pediré a Mari que me diga cuando viene, porque quiero repetir- Mari debía ser la de recepción. Me ponía cachondo que hablaran así de mi novia, sin saber que yo era su prometido-. Lo que no me ha gustado es que se follase sólo a los que la tenían más grande. Qué zorra. Yo también quiero probar su chochito.

- Jaja, privilegios que tenemos los superdotados...- dijo el joven-. Lo que a mi no me ha gustado es que me pusiera el condón. No me hago análisis casi semanales para luego venir y que me enfunden la polla... ¡Quiero correrme dentro de ella! Supongo que será nueva y aun no le ha dado tiempo de hacer todos los formularios y todo eso. Mari es tela de tiquismiquis. Ey, ¿tú que tal? ¿Eres nuevo?- dijo ofreciéndome una mano-. ¿Cómo te llamas?- decidí disimular.

- Si, es mi primera vez- y le estreché la mano-. Soy Edu. La verdad es que la tía estaba cañón- era muy excitante hablar con el tío que acababa de follarse a mi prometida.

- Uf, ya te digo. ¿Visteis al que se corrió en seguida? Tampoco me extraña la verdad. Yo he tenido que estar mordiéndome la mano para aguantar. Siguieron hablando de lo buena que era mi novia mamando pollas, hasta que el joven saltó - Me pregunto donde estará su marido- se me encogió el estómago-. O es uno de los que ha participado anónimo, que ya se ha ido por otro lado, o lo han grabado para mandárselo luego. Siempre es así. Y es lo que más me pone... Vaya cornudo, menuda guarra tiene. Qué suerte- al ser aquello un club cornudo, daban por sentado que Ana tendría pareja. No sospechaban nada. Me relajé-. Bueno tengo que irme ya. Un placer, ya nos vemos en la próxima- y salió.

Los otros salieron también, y yo los seguí. Al llegar a recepción, todos se despidieron y se fueron. Yo me quedé para hablar con la tal Mari.

- ¿Le ha gustado?- preguntó sonriente. Hijos de puta. La verdad es que se lo habían montado muy bien para conseguir todo aquello. Y yo estuve a punto de irme en seguida. En realidad, me alegraba de que lo hubiesen impedido.

- Si, ha sido muy interesante.

- Si quiere puede hacerse cliente fijo ahora, así no tendrá que pagar la tarifa completa la próxima vez que quiera ver a su novia en un gloryhole- ¿¿la próxima vez??

- ¿La próxima vez? Qué le hace pensar que habrá próxima vez.

- Experiencia. Todos repiten. Además se gana dinero- alguien llamó a la puerta del centro, la de dentro del mostrador-. Disculpe, siéntese en un sillón y eche la cortina. El anonimato, normas de la casa- me fui a la esquina y cerré la cortina. La puerta se abrió, y oí voces. Eran Ana y Dorian-. Qué tal todo, ¿satisfecha?

- Si, si. Ha estado muy bien todo.

- Es pura dinamita... - comentó Dorian-. Espero que vueltas. En el gloryhole han estado muy satisfechos, seguro que se corre la voz y vienen más. Aunque la próxima vez intenta follarte a más gente, no sólo a los que tenemos la polla grande- ¿tenemos?

- ¿Tenemos?- preguntó Ana-. ¿Tú también estabas?

- Pues claro, no esperarías que me lo perdiese.

- Dios... qué vergüenza...

- No te preocupes, ha estado muy bien. Sinceramente, espero que vuelvas. Y sino, pues tienes mi número. Llámame y quedamos fuera de aquí, más tranquilos.

- Vale, vale... haber si tengo un hueco.

- Venga, espero verte pronto- y se escuchó un beso. Seguro que había sido en los labios. No se cortaba un pelo el tío.

- Venga, lo mismo digo- y se oyó la puerta cerrarse.

- Ya puede salir- dijo Mari, y yo obedecí. Por fin vi a Ana de nuevo.

- ¡Ah! ¡Si estabas ahí!- dijo sonriente, se acercó y me dio un pico, como si no hubiese pasado nada. Iba con la misma ropa con la que entró, la cara la tenía seca, aunque no se había duchado. Se le marcaban los pezones, ya que el sujetador se había roto. El pelo estaba alborotado, y se notaba en él un intento de alisamiento casero y apresurado.

- Aquí tiene su dinero- y le dio 50 euros a Ana, que metió en su bolso-. Espero que hayan disfrutado, regresen pronto.

- Si, hasta pronto- dijo Ana y se despidió con la mano. Yo dije un seco adiós y ambos salimos. Atravesamos el callejón y caminamos a casa La camiseta por suerte era oscura y no se veían las manchas. Aunque si se tocaba, se notaba claramente que estaba mojada. Y no hablemos del calcetín manchado que se había vuelto a poner... Lo mejor sería llegar pronto a casa y que se duchase... Aunque verla así me ponía realmente cachondo.

- Bueno qué- le pregunté-. Te lo has pasado bien por lo que veo.

- No más que tú, desde luego- me quedé sorprendido-. La verdad es que no ha estado mal y una vez que estaba dentro ya me animé... pero vamos al principio fue en plan... dios, ni de coña. Porque insististe tanto, que sino... Anda que no tengo que hacer nada para tenerte contento- me quedé un instante pillado.

- Que ¿qué?

- Mari me dijo que insististe un montón, que te faltó morder- y sonrió-. No sabía que te interesara tanto el gloryhole. Espero que haya merecido la pena.

O sea que la Mari de los cojones le había dicho que yo había insistido. Por eso entró sin comentarme nada. Sería hija de la gran puta. Había jugado hábilmente a dos bandas. Decidí no contarle nada a Ana. Al fin y al cabo, aunque me diera coraje admitirlo, me alegraba de que hubieran ocurrido las cosas como ocurrieron.

- Y Dorian qué.

- Ay que lindo, ¿no? Me ha dado su número... Le he debido de gustar, ¿eh?- y me miró para ponerme celoso.

- ¿Lo llamarás?

- No sé...- aunque eso significaba que si yo la dejaba, ella desde luego estaba deseándolo.

Nada más cruzar la puerta de casa, le quité la camiseta mojada, sudada y corrida, el resto de la ropa sucia y me la follé en el sofá, con todas mis fuerzas. Aun olía a semen, y estaba muy salada. Disfruté muchísimo, pero pude ver como ella estaba ausente, casi aburrida, recordando lo que había ocurrido para poder ponerse cachonda. Estaba claro que aquel polvo era por mi, no por ella.

Esa noche al dormir pensé en ello. Miré a mi chica, dormida a mi lado y pude verle una cara de satisfacción que yo jamás había visto. Me moría de rabia. Ahora que lo pensaba, yo jamás podría competir con aquellos tíos, ni siquiera por separado. Tenían mucho más aguante que yo, y la tenían mucho más grande. Además eran capaces de correrse y volver a la carga en cuestión de segundos, sin que su erección vacilase en ningún momento. Eran capaces de estar con la polla en alto sin que ésta les bajara un centímetro, esperando a su presa el tiempo que hiciera falta, y cuando les llegase el turno, se la follaban sin parar, sin detenerse un segundo, haciendo todo lo que ella quisiera. Lo de aquél día había sido la mejor experiencia sexual de mi prometida, y yo jamás podría igualarla, y satisfacerla hasta tal punto. A partir de entonces, a mi novia todo lo que le hiciera le parecería poco, por mucho que me esforzara. A partir de entonces, cada vez que quisiera satisfacer sexualmente a mi novia, tendría que llevarla al club del cornudo y pagar a aquellos tres cabrones para que se la follaran, y la dejaran contenta. Le diría que llamase a Dorian y quedase con él. Al menos eso me saldría más barato.


Espero sus comentarios!!

6 comentarios - El club delcornudo II

sweetbab
pasaron un buen momento pero ahora como sigue la cosa? porque si tu novia necesita de esos para pasarla bien y esta aburrida de vos es re feo porque vos estas completamente enamorado de ella. La verdad es muy interesante la historia. Si tenes ganas mandame por inbox como siguieron las cosas 😛 jajaa saludooss!!!!!
CarlosCagiva
Por dios... muy excitante tu relato! Van puntos!!!
DDRR
Impecable
ozzireroz
Tremendo !!! Habría salido deshidratado de tanto tocarme