Mi ex marido practicó conmigo, mientras estuvimos casados e incluso después de la separación, las cosas más “normales” y las más extremas del sexo. Entre ellas, la lluvia dorada, de la cual jamás había escuchado hablar.
Me casé muy jovencita, él fue mi primer hombre (varios años mayor) y me enseñó todo. Yo le hacía caso aunque algunas cosas me parecían muy raras, pero le obedecía en parte porque soy de carácter débil, en parte porque, no puedo negarlo, me provocaba un inmenso placer. Si leen mis otros relatos entenderán mejor de qué hablo.
La cuestión es que un día, después de cojer con él fui a darme una ducha. Un ratito después mi marido se metió conmigo bajo el agua.
Empezó a enjabonarme las tetas sensualmente, yo me dejé llevar por la hermosa sensación, hasta que me pareció sentir que el agua corría más caliente sobre mis muslos.
Bajé la vista y descubrí que ¡me estaba meando!
-¿Qué hacés? ¡Sos un cerdo!
Mi marido se rió.
Terminé de enjuagarme y salí casi corriendo de la ducha, mientras él reía más y más.
Unos días después la escena se repitió. Sexo, a la ducha, y él se metió conmigo bajo el agua. Me estaba enjabonando la espalda cuando volví a sentir un líquido caliente ahora sobre mi trasero.
-¡Pero qué hacés! ¡Otra vez, asqueroso!
Intenté salir de la ducha pero me lo impidió sujetándome.
-No seas boluda, quedate quieta -me ordenó.
Inmovilizada, no pude irme.
Mi marido me meó prolijamente el culo. Sentí su líquido tibio en el surco entre mis nalgas, y luego resbalando por la parte posterior e interna de mis muslos.
Estaba paralizada, sin saber qué hacer. ¿Qué era eso? ¿Estaba bien, estaba mal? ¿En qué nueva perversión me estaba sumergiendo?
Después de mearme a gusto el culo, la pija se le puso dura y me la metió. Cojimos bajo la ducha. Mi marido pegó su boca a mi oído y me dijo:
-No sabes cómo me calienta hacerte estas cosas…
Evidentemente lo había calentado mucho porque me cojió con pasión.
Algún tiempo después estábamos teniendo sexo en la cama y de pronto mi marido dijo:
-Vamos al baño.
Prácticamente me arrastró hacia allí. Me pregunté qué cosa loca tendría en la cabeza.
Para mi sorpresa, se recostó en la bañera y me dijo:
-Meame la pija.
-¿Qué?
-Dale, meame la pija.
-Pero…
-¿No tenés ganas de mear? Dale…
Me costó hacerlo, a una no le vienen las ganas de mear así como así y menos en esa situación. No era que me diera vergüenza que me vea hacer pis, sino hacerlo sobre él.
Iba a agacharme pero me dijo:
-No, parada, meame parada.
Tuve que concentrarme un poco, y finalmente me salieron los chorritos.
Mi meada cayó sobre su pija y un poco sobre su panza, él se masturbó, muy excitado.
Cuando terminé, se sentó y me pegó una chupada de concha tremenda.
Me temblaron las piernas. Entre jadeos dije:
-¿Cómo hacés esto? Recién hice pis…
-Me encanta todo de vos… todos tus líquidos… -dijo.
Me chupó hasta que tuve un orgasmo tan fuerte que casi me desmayo.
Se puso de pie, me abrazó y esperó a que recuperara el aliento. Luego me dijo:
-Ahora me toca a mí.
-¿Qué? -pregunté, aún aturdida.
-Que ahora me toca a mí.
Suavemente me hizo agachar y ponerme en cuclillas en la bañera.
-Vas a ver qué lindo es -me dijo.
Me apuntó con su pija dura y me tiró un potente chorro de meada sobre las tetas.
-Ohhh… -dije sorprendida.
-Pajeate, disfrutalo -me ordenó.
Su meada resbaló de mis tetas hacia mi vientre y a mi concha. Me empecé a tocar, no pude evitar excitarme.
De pronto mi marido cortó el chorro sujetándose el miembro con firmeza, me puso la otra mano sobre la cabeza y me dijo:
-Voy a mearte en la boca. No tragués si no querés, pero no cierres la boca.
-Pero…
-Haceme caso. ¿No me amás acaso? ¿No querés todo lo mío, como yo quiero todo lo tuyo?
Tocó mi punto sensible. Soy una mujer enamorada, y por amor pierdo los límites.
Tímidamente abrí la boca.
Mi marido me meó la cara y luego apuntó el chorro directo a mi boca.
Pensé que iba a darme una arcada, pero su orín casi no tenía gusto a nada.
Siguió meándome mientras yo, en cuclillas y con las piernas abiertas, me metí dos dedos en la concha y tuve otro orgasmo.
-Ah… qué perra que sos… -gruñó mi marido.
Y así me sentía. Una perra, dispuesta a hacer cualquier cosa para satisfacer al hombre que amo.
Cuando le salían las últimas gotas me metió la pija en la boca y le hice una mamada hasta que acabó dando gritos. Como siempre, me la tragué toda.
Los interesados en saber más sobre mi vida pueden leer mis otros post donde hay más relatos y fotos.
Me casé muy jovencita, él fue mi primer hombre (varios años mayor) y me enseñó todo. Yo le hacía caso aunque algunas cosas me parecían muy raras, pero le obedecía en parte porque soy de carácter débil, en parte porque, no puedo negarlo, me provocaba un inmenso placer. Si leen mis otros relatos entenderán mejor de qué hablo.
La cuestión es que un día, después de cojer con él fui a darme una ducha. Un ratito después mi marido se metió conmigo bajo el agua.
Empezó a enjabonarme las tetas sensualmente, yo me dejé llevar por la hermosa sensación, hasta que me pareció sentir que el agua corría más caliente sobre mis muslos.
Bajé la vista y descubrí que ¡me estaba meando!
-¿Qué hacés? ¡Sos un cerdo!
Mi marido se rió.
Terminé de enjuagarme y salí casi corriendo de la ducha, mientras él reía más y más.
Unos días después la escena se repitió. Sexo, a la ducha, y él se metió conmigo bajo el agua. Me estaba enjabonando la espalda cuando volví a sentir un líquido caliente ahora sobre mi trasero.
-¡Pero qué hacés! ¡Otra vez, asqueroso!
Intenté salir de la ducha pero me lo impidió sujetándome.
-No seas boluda, quedate quieta -me ordenó.
Inmovilizada, no pude irme.
Mi marido me meó prolijamente el culo. Sentí su líquido tibio en el surco entre mis nalgas, y luego resbalando por la parte posterior e interna de mis muslos.
Estaba paralizada, sin saber qué hacer. ¿Qué era eso? ¿Estaba bien, estaba mal? ¿En qué nueva perversión me estaba sumergiendo?
Después de mearme a gusto el culo, la pija se le puso dura y me la metió. Cojimos bajo la ducha. Mi marido pegó su boca a mi oído y me dijo:
-No sabes cómo me calienta hacerte estas cosas…
Evidentemente lo había calentado mucho porque me cojió con pasión.
Algún tiempo después estábamos teniendo sexo en la cama y de pronto mi marido dijo:
-Vamos al baño.
Prácticamente me arrastró hacia allí. Me pregunté qué cosa loca tendría en la cabeza.
Para mi sorpresa, se recostó en la bañera y me dijo:
-Meame la pija.
-¿Qué?
-Dale, meame la pija.
-Pero…
-¿No tenés ganas de mear? Dale…
Me costó hacerlo, a una no le vienen las ganas de mear así como así y menos en esa situación. No era que me diera vergüenza que me vea hacer pis, sino hacerlo sobre él.
Iba a agacharme pero me dijo:
-No, parada, meame parada.
Tuve que concentrarme un poco, y finalmente me salieron los chorritos.
Mi meada cayó sobre su pija y un poco sobre su panza, él se masturbó, muy excitado.
Cuando terminé, se sentó y me pegó una chupada de concha tremenda.
Me temblaron las piernas. Entre jadeos dije:
-¿Cómo hacés esto? Recién hice pis…
-Me encanta todo de vos… todos tus líquidos… -dijo.
Me chupó hasta que tuve un orgasmo tan fuerte que casi me desmayo.
Se puso de pie, me abrazó y esperó a que recuperara el aliento. Luego me dijo:
-Ahora me toca a mí.
-¿Qué? -pregunté, aún aturdida.
-Que ahora me toca a mí.
Suavemente me hizo agachar y ponerme en cuclillas en la bañera.
-Vas a ver qué lindo es -me dijo.
Me apuntó con su pija dura y me tiró un potente chorro de meada sobre las tetas.
-Ohhh… -dije sorprendida.
-Pajeate, disfrutalo -me ordenó.
Su meada resbaló de mis tetas hacia mi vientre y a mi concha. Me empecé a tocar, no pude evitar excitarme.
De pronto mi marido cortó el chorro sujetándose el miembro con firmeza, me puso la otra mano sobre la cabeza y me dijo:
-Voy a mearte en la boca. No tragués si no querés, pero no cierres la boca.
-Pero…
-Haceme caso. ¿No me amás acaso? ¿No querés todo lo mío, como yo quiero todo lo tuyo?
Tocó mi punto sensible. Soy una mujer enamorada, y por amor pierdo los límites.
Tímidamente abrí la boca.
Mi marido me meó la cara y luego apuntó el chorro directo a mi boca.
Pensé que iba a darme una arcada, pero su orín casi no tenía gusto a nada.
Siguió meándome mientras yo, en cuclillas y con las piernas abiertas, me metí dos dedos en la concha y tuve otro orgasmo.
-Ah… qué perra que sos… -gruñó mi marido.
Y así me sentía. Una perra, dispuesta a hacer cualquier cosa para satisfacer al hombre que amo.
Cuando le salían las últimas gotas me metió la pija en la boca y le hice una mamada hasta que acabó dando gritos. Como siempre, me la tragué toda.
Los interesados en saber más sobre mi vida pueden leer mis otros post donde hay más relatos y fotos.
16 comentarios - Mi marido me hizo lluvia dorada
Me tomo 1 termo de mate y me embarco y te juro no meo en todo el puto viaje!!!!! sos un amor!