Pasaron dos semanas. Una tarde que estaba sola en casa sorpresivamente apareció mi ex marido.
-¿Qué hacés acá? Sabés que no podés venir.
-Tranquila… tranquila, no empecemos a pelear.
-¿Qué querés?
-Vengo a hablar, a ver cómo está mi mujer.
-No tenemos nada de que hablar.
Me abrazó y empezó a acariciarme las tetas de esa manera que él sabe que me desarma.
-Mis amigos quedaron fascinados con vos.
Me besó en la boca, luego abrió mi escote y me besó los pezones.
-Quieren repetir. Quieren hacerlo de nuevo.
-Ni lo sueñes.
-¿Por qué? Vos lo pasaste bien.
Mientras hablaba me subió la falda y me bajó la bombacha.
-Basta -dije sin convicción.
-Sos la mujer ideal para compartirla entre varios. Siempre te lo dije.
-Sos una basura. Te aprovechás de mí.
-Vos lo disfrutás. No lo niegues.
Me hundió un dedo en el ano. Me hizo gemir.
-Yo te lo estrené. ¿Te acordás que no querías? Mirá qué dilatado lo tenés ahora.
-Basta -dije entre gemidos.
-La de mis amigos te entró sin problemas. Y eso que la tienen grande.
Su dedo entraba y salía. Me estaba enloqueciendo.
Con el otro brazo me sostenía por la cintura. Me pegó más contra él para que notara su erección.
Me metió un segundo dedo.
-Ay -me quejé.
-Qué bien… qué abierto tenés el culo…
-Ordinario.
-Mis amigos me envidian por estar casado con alguien como vos -dijo y volvió a chuparme las tetas.
-Ya no estamos casados.
-Sí, todavía no salieron los papeles del divorcio.
Sus dedos entraban y salían con facilidad. Tenía la mente nublada.
-Andate -dije sin convicción.
-Vine a decirte algo.
-Decimelo y andate.
-Esperá. Es algo especial, te lo tengo que decir en un momento especial.
Rápidamente se bajó el pantalón. Tenía una erección brutal. Se sentó en el sillón y me dijo:
-Vení. Sentate acá.
Doblegada mi voluntad, abrí las piernas, las puse a ambos lados de las suyas y empecé a descender para sentarme a horcajadas sobre él.
-No. En el culo. Metétela en el culo.
Obedecí mansamente. Le agarré la pija, acomodé la cabeza en la entrada de mi ano y descendí. Mis gemidos aumentaron.
-Así… bien en el culo.. hasta el fondo.
Me la hundí por completo en los intestinos y caí, vencida, sobre él.
-Así… ahora sí -dijo moviéndose lentamente- Qué buen culo tenés. El mejor, siempre te lo dije.
Yo gemía. Era una tortura. Me humillaba. Me gustaba.
Entonces él me dijo al oído.
-Tu hijo me contó todo.
-¿Qué? -gemí.
-Todo. Que le contaste que estuviste enfiestada con tres hombres a la vez. Y que lo dejaste que se hiciera una paja adelante tuyo. Y que te acabó en las tetas.
-Ay por dios -gemí mientras su tronco entraba y salía.
-Vino a verme. Me buscó. Quiere que lo invite la próxima vez. ¿Vos qué opinás?
-No por favor. No.
Sonrió con maldad.
-¿Por qué no?
-No, por favor -repetí entre jadeos.
-Ya sabés que te vio conmigo y le gustó. Dejalo que te vea cuando te atienden mis amigos…
-Eso no… -gemí.
Sonrió y dijo:
-Vas a hacer algo. Lo vas a hacer por mí.
Me quedé en silencio esperando lo peor.
-Quiero que le hagas una buena chupada de pija a tu hijo. Y si te pide el culo quiero que se lo des, así como me lo estás dando a mí.
-Sos un monstruo.
Volvió a sonreír con su sonrisa perversa.
-Y vos también, pero no lo querés reconocer. Estás caliente con tu hijo. Yo te estoy diciendo que te liberes. Dale rienda suelta a lo que sentís.
-Vos me querés convertir en un monstruo.
Me tomó violentamente del cabello y mirándome con odio me dijo:
-Vos sos una puta que no tiene problema en tragarse la pija de tres tipos. Y que se deja acabar en las tetas por su hijo. Y te morís de ganas de chuparle la pija. Así que no me digas monstruo a mí.
De pronto se salió de mí, me tiró sobre el sillón y me metió la verga en la boca. Acabó un torrente de leche.
Tragué, me ahogué, escupí.
Quedé hecha un ovillo mientras él se ponía los pantalones.
Antes de irse me dijo:
-Más vale que lo hagas. Me voy a enterar si no lo hacés, y va a ser peor.
Pasaron dos o tres días. Me la pasé pensando en lo que me había dicho mi ex. ¿Era un monstruo yo también?
Una tarde fui al centro comercial y le compré zapatillas a mi hijo. Se las entregué cuando llegué a casa, él estaba estudiando con un amigo.
Me agradeció con un beso y se las probó de inmediato.
-¿Te quedan bien? ¿No son chicas? ¡Te creció el pie me parece! -sonreí.
Me agaché y le apreté en la punta para comprobar si sus dedos estaban cómodos.
-Parecen chicas -dije.
-A ver, apretá de nuevo -me dijo él.
Hice otra vez la prueba.
Alcé la vista para preguntarle de nuevo, y descubrí que él y su amigo estaban mirándome las tetas que quedaban casi al descubierto por el escote de mi blusa en esa posición.
Cosas de chicos, pensé para mí.
Me puse de pie como si nada hubiera pasado.
-Si necesitás que las cambie me avisás.
Me fui a mi habitación. A esa hora daban un programa de televisión que siempre miro, así que me acosté en la cama para verlo.
Pasó casi una hora. Mi hijo entró a la habitación y se acostó a mi lado.
-¿Y tu amigo?
-Ya se fue.
Tenía una sonrisa pícara en el rostro.
-¿Qué pasa? -le pregunté.
-Mi amigo quedó fascinado con tus tetas.
Sonreí yo también.
-Son unos bandidos ustedes dos.
-Es que es cierto. Tenés unas tetas hermosas mamá.
Dudé sobre cómo reaccionar. Al final dije:
-Bueno, gracias. Pero no son comentarios que un hijo debe hacer a su madre.
Se quedó en silencio. Por el rabillo del ojo pude ver que me estaba contemplando los pechos.
Luego dijo:
-Necesito… “aliviarme”.
Mantuve fija la vista en el televisor sin responder.
-¿Me escuchaste mamá?
Me pareció que era el momento para hablar del tema.
-Sé que hablaste con tu padre -dije.
-¿Cuándo lo viste a papá?
-Estuvo acá… hace dos o tres días.
-¿Estuvo acá?
-Sí. Es un loco. Sabe que no puede entrar a esta casa pero vino igual.
-¿Discutieron?
-No.
-¿Te golpeó?
-No, tampoco.
En mi mente reviví ese momento, esa sensación de tenerlo todo metido adentro, y su eyaculación brutal.
-¿Por qué le contaste todo? -pregunté a mi hijo.
-Viste cómo es él… parece que adivina las cosas. Me fue sacando, me fue sacando, con preguntas…
-No tendrías que haberle contado.
-Perdoname mamá.
-Eso que pasó… que yo permití que pasara… tiene que ser un secreto entre los dos. Nadie debe saberlo.
-Te juro que nadie lo sabe.
-Y de verdad le pediste… vos sabés lo que le pediste, sabés a qué me refiero.
Bajó la vista como avergonzado.
-Vos sabés que eso no puede pasar, te lo dije.
-No te enojes mamá.
-Te lo dije, y entonces fuiste a buscar su apoyo.
-Sólo mirar mamá. Sólo mirar. Como cuando te veía con él.
Sus ojos se llenaron de lágrimas. Me dio pena. Tomé sus manos con las mías.
-Hay límites mi amor. Hay cosas que madre e hijo no deben hacer.
-Yo… estoy muy confundido.
-Yo también estoy confundida hijo. Pero debemos poner un límite.
-Está bien, está bien.
Nos abrazamos intensamente, estuvimos así un largo rato.
Nos separamos un poco, y él apoyó una mano sobre mis pechos.
-Yo… siento muchas cosas…
-Lo sé. Creéme que te entiendo.
Ahora me acariciaba los pechos. Mis pezones reaccionaron de inmediato y se marcaron en la tela de la blusa.
-Me encanta que seas mi mamá… que seas así… que podamos compartir estas cosas…
-Es importante que hablemos. Que hablemos todo -dije sin detener su mano.
Él me acariciaba sobre la blusa y miraba por mi escote.
-Yo… necesito aliviarme. De verdad.
-Ay hijo…
-Ya lo hicimos la vez pasada… ¿por qué no ahora?
-La vez pasada fue… fue algo excepcional.
-Sólo eso mamá.
Con la mano libre se desprendió el pantalón. No le impedí que sacara el miembro afuera. Más grueso que el de su padre.
-Hijo…
-No sabés cuánto me gustó la otra vez…
-Lo sé, pero…
-Dejame mamá…
Empezó a masturbarse. Con la otra mano me abrió el escote de la blusa, me quedó una teta al aire.
-Hijo… soy tu madre…
-No puedo evitarlo… pienso todo el día… no sabés las cosas que pienso…
Se estaba masturbando en mis narices sin que yo atinara a impedirlo.
Se movió un poco y acercó su verga a mi boca.
-No hijo…
-Dale ma… como hacés con otros…
Rozó mis labios con su pija.
-Quiero saber lo que sienten ellos…
Pensé en mi ex marido. Tenía razón, yo también soy un monstruo, porque en ese momento me sentía capaz de hacer lo que me pedía mi hijo.
-Hijo… dónde va a terminar esto…
-Mamá… me vuelve loco pensar que se lo hacés a otros…
Su verga rozaba mis labios entreabiertos. La frotó más por mi boca. Estaba dura. La punta mojada. Me invadió su aroma. Olía como la de su padre. Como la de sus amigos.
-Haceme a mí… como a ellos…
-No… no tenemos que hacer esto -susurré con los ojos cerrados.
-Quiero saber cómo lo hacés… te amo más que a nada en el mundo.
-No me veas solo como una mujer que ha hecho estas cosas… soy tu madre…
-Te amo como mi madre… y amo a la mujer que es mi madre…
Y finalmente sucedió. Dio un empellón hacia delante y me metió la verga en la boca. Por la fuerza. Como había hecho tantas veces su padre.
-Ahhh… sí… qué bien lo hacés…
Sí, sucedió. Le estaba chupando la pija a mi propio hijo. Estaba sintiendo su sabor, su dureza. La tenía en la boca.
No sé hacerlo a medias, de modo que se la chupé con ganas, con fuerza, con pasión.
-Ahhh… es increíble… qué bien lo hacés… es maravilloso…
Me empujó por la nuca y me lo metió hasta la garganta. Me obligó a hacerle una garganta profunda, igual que su padre.
-Oh diosss así… sos como las minas de las películas…
Me ahogué, tosí, escupí. Le llené de saliva la verga, me chorreó por el mentón hasta las tetas.
-Mamá sos increíble… esto es un sueño… jamás pensé que me la iban a chupar así…
-Me ahogás -dije tomando aire, chorreando babas.
-Perdón, perdón -dijo.
Pero enseguida agregó:
-Un poco más… un poco más…
La volví a tener en mi boca. Me obligó a tragarla más. Más. Más. Y cuando le estaba haciendo una nueva garganta profunda, dio un grito y acabó.
Fue directo a mi garganta. No tuve más remedio que tragar toda su acabada. Abundante, espesa, tibia.
Nos quedamos abrazados, con la respiración agitada.
-Gracias mamá -susurró.
-Me juraste que nadie va a saberlo. Nadie, jamás.
-Te lo juro. Nadie, jamás.
Me pasó los dedos por los labios.
-¿Tragaste todo? ¿Lo habías hecho antes?
Sonrió y dijo:
-Perdón… mirá qué pregunta tonta la mía…
Siguió acariciándome los labios y preguntó:
-¿Te gusta tragar?
No contesté.
-Yo… lo había visto en las películas nada más.
-No me preguntes esas cosas.
-¿La de papá te la tragabas?
-Te dije que no preguntes.
Suspiró de satisfacción.
-Yo pensé que era un truco. Lo ví en las películas, pero nunca me lo creí. ¡Estoy viviendo un sueño! Te estoy tan agradecido mamá, te quiero tanto…
Acaricié su rostro. Mis ojos estaban brillosos.
-Sos tan parecido a tu padre.
-Pero no soy violento.
-Pero siempre te salís con la tuya.
-¿Cómo te enganchaste con papá? No creo que siempre haya sido malo.
-No, no era malo. O no lo sé, uno nunca conoce del todo a las personas.
-¿Te engañó?
-No es eso… cuando lo conocí, vos lo sabés, yo era una chica de pueblo, de 17 años… él tenía 30, se las sabía todas, yo no sabía nada. Pero nada de nada. Me encandiló, me enamoré perdidamente.
-Todavía seguís enamorada.
Bajé la vista.
-Sí. Sigue teniendo una gran influencia sobre mí.
-Me imagino, para haber aceptado las cosas que aceptaste…
-Yo era muy ingenua, no sabía nada de nada. Él me enseñó todo.
-¿No habías tenido otro novio?
-No. Fue el primero y el único. Al principio era todo amor. Después fue cambiando, me fue haciendo cosas que… yo no sabía si estaba bien o mal. Pensaba que era su esposa y tenía que aceptarlo todo.
-¿Como qué?
-Cosas que me hacía… que yo ni me imaginaba que se hacían entre un hombre y una mujer… posiciones… y yo me entregaba por amor, y todo me fue pareciendo natural. Pero a él nada le bastaba… y salía con otras mujeres… siempre fue mujeriego.
-¿Vos lo permitías?
-Me enojaba pero… era inútil. ¡Si hasta llegó a traer a una de sus amantes a esta casa!
-¿En serio? -se sorprendió- ¿Y vos qué hiciste?
-Y yo… nada, siempre fui de carácter débil.
-Pero… ¿te obligó a participar?
-Prefiero no hablar de eso hijito.
-Uy mamá… esto es como una novela… jamás lo habría imaginado. ¿Te hizo compartir la cama con otra mujer?
Volví a acariciarle el rostro.
-En eso me hacés acordar a mí… yo también era así a tu edad, ingenua.
-Qué vida has tenido mamá… en serio, pensé que esas cosas pasaban solo en las películas…
-En fin…
-Yo lo único que tengo para contar es que en un día me hice siete pajas.
-¡Nene!
-Y bueno… -dijo sonriendo.
-¿Y las siete veces…?
-Sí, las siete acabé.
-Sos un superdotado.
-¿Cuál es tu record con papá?
-No preguntes esas cosas.
-Bueno, igual supongo que el otro día lo superaste. Aunque fue con tres…
-No preguntes.
Me acomodé la blusa.
-Tengo que preparar la cena.
-Dale, me muero de hambre.
-¿Qué hacés acá? Sabés que no podés venir.
-Tranquila… tranquila, no empecemos a pelear.
-¿Qué querés?
-Vengo a hablar, a ver cómo está mi mujer.
-No tenemos nada de que hablar.
Me abrazó y empezó a acariciarme las tetas de esa manera que él sabe que me desarma.
-Mis amigos quedaron fascinados con vos.
Me besó en la boca, luego abrió mi escote y me besó los pezones.
-Quieren repetir. Quieren hacerlo de nuevo.
-Ni lo sueñes.
-¿Por qué? Vos lo pasaste bien.
Mientras hablaba me subió la falda y me bajó la bombacha.
-Basta -dije sin convicción.
-Sos la mujer ideal para compartirla entre varios. Siempre te lo dije.
-Sos una basura. Te aprovechás de mí.
-Vos lo disfrutás. No lo niegues.
Me hundió un dedo en el ano. Me hizo gemir.
-Yo te lo estrené. ¿Te acordás que no querías? Mirá qué dilatado lo tenés ahora.
-Basta -dije entre gemidos.
-La de mis amigos te entró sin problemas. Y eso que la tienen grande.
Su dedo entraba y salía. Me estaba enloqueciendo.
Con el otro brazo me sostenía por la cintura. Me pegó más contra él para que notara su erección.
Me metió un segundo dedo.
-Ay -me quejé.
-Qué bien… qué abierto tenés el culo…
-Ordinario.
-Mis amigos me envidian por estar casado con alguien como vos -dijo y volvió a chuparme las tetas.
-Ya no estamos casados.
-Sí, todavía no salieron los papeles del divorcio.
Sus dedos entraban y salían con facilidad. Tenía la mente nublada.
-Andate -dije sin convicción.
-Vine a decirte algo.
-Decimelo y andate.
-Esperá. Es algo especial, te lo tengo que decir en un momento especial.
Rápidamente se bajó el pantalón. Tenía una erección brutal. Se sentó en el sillón y me dijo:
-Vení. Sentate acá.
Doblegada mi voluntad, abrí las piernas, las puse a ambos lados de las suyas y empecé a descender para sentarme a horcajadas sobre él.
-No. En el culo. Metétela en el culo.
Obedecí mansamente. Le agarré la pija, acomodé la cabeza en la entrada de mi ano y descendí. Mis gemidos aumentaron.
-Así… bien en el culo.. hasta el fondo.
Me la hundí por completo en los intestinos y caí, vencida, sobre él.
-Así… ahora sí -dijo moviéndose lentamente- Qué buen culo tenés. El mejor, siempre te lo dije.
Yo gemía. Era una tortura. Me humillaba. Me gustaba.
Entonces él me dijo al oído.
-Tu hijo me contó todo.
-¿Qué? -gemí.
-Todo. Que le contaste que estuviste enfiestada con tres hombres a la vez. Y que lo dejaste que se hiciera una paja adelante tuyo. Y que te acabó en las tetas.
-Ay por dios -gemí mientras su tronco entraba y salía.
-Vino a verme. Me buscó. Quiere que lo invite la próxima vez. ¿Vos qué opinás?
-No por favor. No.
Sonrió con maldad.
-¿Por qué no?
-No, por favor -repetí entre jadeos.
-Ya sabés que te vio conmigo y le gustó. Dejalo que te vea cuando te atienden mis amigos…
-Eso no… -gemí.
Sonrió y dijo:
-Vas a hacer algo. Lo vas a hacer por mí.
Me quedé en silencio esperando lo peor.
-Quiero que le hagas una buena chupada de pija a tu hijo. Y si te pide el culo quiero que se lo des, así como me lo estás dando a mí.
-Sos un monstruo.
Volvió a sonreír con su sonrisa perversa.
-Y vos también, pero no lo querés reconocer. Estás caliente con tu hijo. Yo te estoy diciendo que te liberes. Dale rienda suelta a lo que sentís.
-Vos me querés convertir en un monstruo.
Me tomó violentamente del cabello y mirándome con odio me dijo:
-Vos sos una puta que no tiene problema en tragarse la pija de tres tipos. Y que se deja acabar en las tetas por su hijo. Y te morís de ganas de chuparle la pija. Así que no me digas monstruo a mí.
De pronto se salió de mí, me tiró sobre el sillón y me metió la verga en la boca. Acabó un torrente de leche.
Tragué, me ahogué, escupí.
Quedé hecha un ovillo mientras él se ponía los pantalones.
Antes de irse me dijo:
-Más vale que lo hagas. Me voy a enterar si no lo hacés, y va a ser peor.
Pasaron dos o tres días. Me la pasé pensando en lo que me había dicho mi ex. ¿Era un monstruo yo también?
Una tarde fui al centro comercial y le compré zapatillas a mi hijo. Se las entregué cuando llegué a casa, él estaba estudiando con un amigo.
Me agradeció con un beso y se las probó de inmediato.
-¿Te quedan bien? ¿No son chicas? ¡Te creció el pie me parece! -sonreí.
Me agaché y le apreté en la punta para comprobar si sus dedos estaban cómodos.
-Parecen chicas -dije.
-A ver, apretá de nuevo -me dijo él.
Hice otra vez la prueba.
Alcé la vista para preguntarle de nuevo, y descubrí que él y su amigo estaban mirándome las tetas que quedaban casi al descubierto por el escote de mi blusa en esa posición.
Cosas de chicos, pensé para mí.
Me puse de pie como si nada hubiera pasado.
-Si necesitás que las cambie me avisás.
Me fui a mi habitación. A esa hora daban un programa de televisión que siempre miro, así que me acosté en la cama para verlo.
Pasó casi una hora. Mi hijo entró a la habitación y se acostó a mi lado.
-¿Y tu amigo?
-Ya se fue.
Tenía una sonrisa pícara en el rostro.
-¿Qué pasa? -le pregunté.
-Mi amigo quedó fascinado con tus tetas.
Sonreí yo también.
-Son unos bandidos ustedes dos.
-Es que es cierto. Tenés unas tetas hermosas mamá.
Dudé sobre cómo reaccionar. Al final dije:
-Bueno, gracias. Pero no son comentarios que un hijo debe hacer a su madre.
Se quedó en silencio. Por el rabillo del ojo pude ver que me estaba contemplando los pechos.
Luego dijo:
-Necesito… “aliviarme”.
Mantuve fija la vista en el televisor sin responder.
-¿Me escuchaste mamá?
Me pareció que era el momento para hablar del tema.
-Sé que hablaste con tu padre -dije.
-¿Cuándo lo viste a papá?
-Estuvo acá… hace dos o tres días.
-¿Estuvo acá?
-Sí. Es un loco. Sabe que no puede entrar a esta casa pero vino igual.
-¿Discutieron?
-No.
-¿Te golpeó?
-No, tampoco.
En mi mente reviví ese momento, esa sensación de tenerlo todo metido adentro, y su eyaculación brutal.
-¿Por qué le contaste todo? -pregunté a mi hijo.
-Viste cómo es él… parece que adivina las cosas. Me fue sacando, me fue sacando, con preguntas…
-No tendrías que haberle contado.
-Perdoname mamá.
-Eso que pasó… que yo permití que pasara… tiene que ser un secreto entre los dos. Nadie debe saberlo.
-Te juro que nadie lo sabe.
-Y de verdad le pediste… vos sabés lo que le pediste, sabés a qué me refiero.
Bajó la vista como avergonzado.
-Vos sabés que eso no puede pasar, te lo dije.
-No te enojes mamá.
-Te lo dije, y entonces fuiste a buscar su apoyo.
-Sólo mirar mamá. Sólo mirar. Como cuando te veía con él.
Sus ojos se llenaron de lágrimas. Me dio pena. Tomé sus manos con las mías.
-Hay límites mi amor. Hay cosas que madre e hijo no deben hacer.
-Yo… estoy muy confundido.
-Yo también estoy confundida hijo. Pero debemos poner un límite.
-Está bien, está bien.
Nos abrazamos intensamente, estuvimos así un largo rato.
Nos separamos un poco, y él apoyó una mano sobre mis pechos.
-Yo… siento muchas cosas…
-Lo sé. Creéme que te entiendo.
Ahora me acariciaba los pechos. Mis pezones reaccionaron de inmediato y se marcaron en la tela de la blusa.
-Me encanta que seas mi mamá… que seas así… que podamos compartir estas cosas…
-Es importante que hablemos. Que hablemos todo -dije sin detener su mano.
Él me acariciaba sobre la blusa y miraba por mi escote.
-Yo… necesito aliviarme. De verdad.
-Ay hijo…
-Ya lo hicimos la vez pasada… ¿por qué no ahora?
-La vez pasada fue… fue algo excepcional.
-Sólo eso mamá.
Con la mano libre se desprendió el pantalón. No le impedí que sacara el miembro afuera. Más grueso que el de su padre.
-Hijo…
-No sabés cuánto me gustó la otra vez…
-Lo sé, pero…
-Dejame mamá…
Empezó a masturbarse. Con la otra mano me abrió el escote de la blusa, me quedó una teta al aire.
-Hijo… soy tu madre…
-No puedo evitarlo… pienso todo el día… no sabés las cosas que pienso…
Se estaba masturbando en mis narices sin que yo atinara a impedirlo.
Se movió un poco y acercó su verga a mi boca.
-No hijo…
-Dale ma… como hacés con otros…
Rozó mis labios con su pija.
-Quiero saber lo que sienten ellos…
Pensé en mi ex marido. Tenía razón, yo también soy un monstruo, porque en ese momento me sentía capaz de hacer lo que me pedía mi hijo.
-Hijo… dónde va a terminar esto…
-Mamá… me vuelve loco pensar que se lo hacés a otros…
Su verga rozaba mis labios entreabiertos. La frotó más por mi boca. Estaba dura. La punta mojada. Me invadió su aroma. Olía como la de su padre. Como la de sus amigos.
-Haceme a mí… como a ellos…
-No… no tenemos que hacer esto -susurré con los ojos cerrados.
-Quiero saber cómo lo hacés… te amo más que a nada en el mundo.
-No me veas solo como una mujer que ha hecho estas cosas… soy tu madre…
-Te amo como mi madre… y amo a la mujer que es mi madre…
Y finalmente sucedió. Dio un empellón hacia delante y me metió la verga en la boca. Por la fuerza. Como había hecho tantas veces su padre.
-Ahhh… sí… qué bien lo hacés…
Sí, sucedió. Le estaba chupando la pija a mi propio hijo. Estaba sintiendo su sabor, su dureza. La tenía en la boca.
No sé hacerlo a medias, de modo que se la chupé con ganas, con fuerza, con pasión.
-Ahhh… es increíble… qué bien lo hacés… es maravilloso…
Me empujó por la nuca y me lo metió hasta la garganta. Me obligó a hacerle una garganta profunda, igual que su padre.
-Oh diosss así… sos como las minas de las películas…
Me ahogué, tosí, escupí. Le llené de saliva la verga, me chorreó por el mentón hasta las tetas.
-Mamá sos increíble… esto es un sueño… jamás pensé que me la iban a chupar así…
-Me ahogás -dije tomando aire, chorreando babas.
-Perdón, perdón -dijo.
Pero enseguida agregó:
-Un poco más… un poco más…
La volví a tener en mi boca. Me obligó a tragarla más. Más. Más. Y cuando le estaba haciendo una nueva garganta profunda, dio un grito y acabó.
Fue directo a mi garganta. No tuve más remedio que tragar toda su acabada. Abundante, espesa, tibia.
Nos quedamos abrazados, con la respiración agitada.
-Gracias mamá -susurró.
-Me juraste que nadie va a saberlo. Nadie, jamás.
-Te lo juro. Nadie, jamás.
Me pasó los dedos por los labios.
-¿Tragaste todo? ¿Lo habías hecho antes?
Sonrió y dijo:
-Perdón… mirá qué pregunta tonta la mía…
Siguió acariciándome los labios y preguntó:
-¿Te gusta tragar?
No contesté.
-Yo… lo había visto en las películas nada más.
-No me preguntes esas cosas.
-¿La de papá te la tragabas?
-Te dije que no preguntes.
Suspiró de satisfacción.
-Yo pensé que era un truco. Lo ví en las películas, pero nunca me lo creí. ¡Estoy viviendo un sueño! Te estoy tan agradecido mamá, te quiero tanto…
Acaricié su rostro. Mis ojos estaban brillosos.
-Sos tan parecido a tu padre.
-Pero no soy violento.
-Pero siempre te salís con la tuya.
-¿Cómo te enganchaste con papá? No creo que siempre haya sido malo.
-No, no era malo. O no lo sé, uno nunca conoce del todo a las personas.
-¿Te engañó?
-No es eso… cuando lo conocí, vos lo sabés, yo era una chica de pueblo, de 17 años… él tenía 30, se las sabía todas, yo no sabía nada. Pero nada de nada. Me encandiló, me enamoré perdidamente.
-Todavía seguís enamorada.
Bajé la vista.
-Sí. Sigue teniendo una gran influencia sobre mí.
-Me imagino, para haber aceptado las cosas que aceptaste…
-Yo era muy ingenua, no sabía nada de nada. Él me enseñó todo.
-¿No habías tenido otro novio?
-No. Fue el primero y el único. Al principio era todo amor. Después fue cambiando, me fue haciendo cosas que… yo no sabía si estaba bien o mal. Pensaba que era su esposa y tenía que aceptarlo todo.
-¿Como qué?
-Cosas que me hacía… que yo ni me imaginaba que se hacían entre un hombre y una mujer… posiciones… y yo me entregaba por amor, y todo me fue pareciendo natural. Pero a él nada le bastaba… y salía con otras mujeres… siempre fue mujeriego.
-¿Vos lo permitías?
-Me enojaba pero… era inútil. ¡Si hasta llegó a traer a una de sus amantes a esta casa!
-¿En serio? -se sorprendió- ¿Y vos qué hiciste?
-Y yo… nada, siempre fui de carácter débil.
-Pero… ¿te obligó a participar?
-Prefiero no hablar de eso hijito.
-Uy mamá… esto es como una novela… jamás lo habría imaginado. ¿Te hizo compartir la cama con otra mujer?
Volví a acariciarle el rostro.
-En eso me hacés acordar a mí… yo también era así a tu edad, ingenua.
-Qué vida has tenido mamá… en serio, pensé que esas cosas pasaban solo en las películas…
-En fin…
-Yo lo único que tengo para contar es que en un día me hice siete pajas.
-¡Nene!
-Y bueno… -dijo sonriendo.
-¿Y las siete veces…?
-Sí, las siete acabé.
-Sos un superdotado.
-¿Cuál es tu record con papá?
-No preguntes esas cosas.
-Bueno, igual supongo que el otro día lo superaste. Aunque fue con tres…
-No preguntes.
Me acomodé la blusa.
-Tengo que preparar la cena.
-Dale, me muero de hambre.
12 comentarios - Enfiestada por mi ex, luego con mi hijo (2) Incesto
Esta bueno el relato. Lo lei en pedazos .. esta interesante 😀 aun asi es una perra 🙎♂️