Tengo varios años de casada, mi marido ha sido el único que me ha penetrado, sin embargo, creo que él si me ha engañado, por lo que desde hacia un buen tiempo yo también sentía la necesidad de ser penetrada por otro, y eso se lo hacia saber a mi marido a modo de fantasía. Acabo de cumplir 42 años, me conservo de buen ver, mi busto es grande, tengo unas muy buenas piernas, aunque tengo unas regulares nalgas, los hombres que me rodean me pretenden y me admiran, sobre todo cuando me pongo ropa provocativa, y algunos me acosan y ya han pretendido cogerme.
Con ese deseo que tenía decidí dejarme penetrar y para ello fui revisando la lista de amigos, conocidos y compañeros de trabajo, hasta que por fin elegí a uno de mis amigos, que siempre me ha respetado, pero que no ha ocultado que le gusto mucho, el es casado, y de buen ver, aunque es doce años menor que yo, pero considere que no me iba a dar problemas.
Así que me hice la aparecida por su trabajo varias veces, hasta que acepte una invitación a comer mariscos, y a tomar unas copas de alcohol, por lo que le avise a mi marido llegaría tarde porque había ido con unas amigas a comer y llegaría un poco tarde a la casa.
Eran las tres de la tarde, estábamos en un lugar muy reservado, yo llevaba una minifalda color rojo encendido con olanes, unas panties naturales, unas zapatillas de tacón alto color rojo vivo, una tanga con figuras y encaje, mi bra del mismo color, también con encaje, una blusa roja con rallas transparentes, con botones por atrás. El vestía con un traje de color gris impecable, sus zapatos bien lustrados como nos gusta a las mujeres. Habíamos terminado de comer, continuamos conversando, así estuvimos cerca de dos horas, ya nos habíamos acabado una botella de Whisky, entre los dos, yo estaba mareada, él supongo, no tanto, pero ahora me acariciaba las manos, estaba cerca de mí, me veía a la cara, me decía que le gustaba mucho, que estaba bonita, que su esposa se había dejado engordar y que se llevaba bien pero que le costaba mucho intimar con ella, que la quería, pero que conmigo desearía probar algo nuevo.
Debajo de la mesa pude sentir el roce de sus piernas, me comenzó a abrasar, me empecé a excitar, no le decía nada, sólo escuchaba, en eso, comenzaba a llover, habíamos pedido otra botella, pero tenía temor que algún conocido de mi marido me pudiera descubrir, sobre todo porque llamábamos mucho la atención, así que salimos del restaurante, nos llevamos la botella de alcohol a la mitad. El me abrió la puerta de su auto, como algunas otras veces, recorrimos algunas calles y de repente estábamos entrando a un motel.
Ambos sin hablar, subimos los escalones, me abrió la puerta, me senté sobre la cama, él me recostó y comenzó a besarme, sólo en mis labios y en mi boca, estaba de lado, tardo mucho tiempo, yo claro que respondí, eso era lo que quería. Me levanto, se sentó él y yo encima de sus piernas y pude sentir por vez primera un pene diferente al de mi marido, estaba muy duro, bien parado, nos separaba mi minifalda, mi tanga y su pantalón, yo me comencé a mover, y él me desabotonó mi blusa, la retiro y quede con mi bra, me beso mi espalda, mi cuello, esa zona donde uno se excita mucho y más que estaba sentada sobre su pene.
Después me levante, mientras me seguía besando la espalda, me dio la vuelta, quedamos frente a frente nuevamente me besó mi boca y metió poco a poco su lengua, diciéndome que así me iba a dar otra cosita en mi agujerito. Metía y sacaba la lengua, una y otra vez, mientras sus manos, jugaban con mis cabellos, de repente bajaban a la espalda, tocaban mis nalgas, y subían mi minifalda, su pene se repegaba cerca de mi vagina. Yo no pude soportar más y aproveche la cercanía de su verga, para tomarla con mis manos por encima del pantalón. Estábamos frente al balcón de la habitación y podíamos ver otros autos que entraban al motel, eso me excitaba aún más.
Me senté en una silla de la habitación, y el quedo parado, teniendo frente a mí, su pene, que trataba de salir de su pantalón, lo tome por encima del pantalón con mis manos y con mi boca, lo acariciaba como una verdadera puta, mientras él, Marcos, que así se llama, me acariciaba mi cabello, yo aproveche y le quite el cinto, le desabotone el pantalón, cayendo sus pantalones al suelo, pero el se retiro inmediatamente al ver que me iba sobre su pito cubierto por su bóxer blanco con figurillas.
Me llevo nuevamente a la cama de la habitación, que tenía varios espejos, incluso uno en el techo y podía observar que colocada boca abajo, Marcos, me besaba la espalda, estaba un poco en cuclillas, y me quitaba mi bra, dejando al descubierto mis enormes senos, un poco caídos pero grandes como marcos me había dicho le gustaban. Entre beso y beso, me comenzó a decir que estaba rica, sabrosa y buena. Y yo le preguntaba, ¿Qué me vas a hacer, papacito?¿Qué me quieres hacer?.
El respondía... nada mamacita, nada mi amor, sólo te voy a dar una buena cogida, te voy a meter un palo, un pajarito, una verga que te va a gustar mucho, sobre todo a tu vagina. ¿Deveras? le respondía, ¿Me vas a penetrar con tu pene? Claro, mamacita, como me gustas mi reina, me encantan tus pechos, tus senos enormes. Y me pidió me volteara para comenzar a jugar con ellos, teniendo cuidado de no lastimarlos. Mi marido me los ha lastimado varias veces, no sabe morderlos, y hasta los ha magullado con sus manos. Marcos al contrario con delicadeza comía los pezones, los saboreaba, con su lengua que movía rápido recorría mis pezones. Sus manos con delicadeza, los sostenía, pasaba de uno sobre otro, mientras yo, tocaba su cabeza, su dorso, y levantaba mis nalgas y mis piernas, queriendo atrapar con ansia su pajarito, después me entere de 17 cm, mi esposo lo tiene de 14 cm.
Después de eso, me invito a sentarme para tomar un poco más de alcohol, mientras nos besábamos. besaba mis pechos y mi boca. Más tarde, me llevo a la cama nuevamente y otra vez más besos y abrazos, hasta que por fin se decidió a bajarme las panties, poco a poco, mientras besaba mis muslos, mis rodillas, mis piernas, mis pantorrillas, me quitaba las zapatillas, dejándome solo con mi tanga y mi minifalda, pero a su vez, me decía que, le fascinaban mis piernas, que le encantaban, que era una diosa, una belleza, lo que a toda mujer nos encanta. De repente su boca comenzó a bajar mi tanga, la atrapo con sus dientes, yo le ayude a bajarla, a quitar ese estorbo, recorriendo nuevamente mis torneadas piernas.
Por fin, se decidió a hacer el 69, y yo no pude mas, jugué un rato encima de su bóxer, lo atrapé con mis dientes, ayudada con manos se lo comencé a quitar, el movía su lengua tratando de entrar a mi vagina, una y otra vez recibía su lengua en mis labios vaginales y en mi vagina. Estaba super excitada y me olvide de ser casada y ahora exige, que me cogiera, que me hiciera suya, que me penetrara, que era su puta, que era suya. Marcos hacia lo mismo al sentir mis manos en su pene, mi boca, por primera vez en mi vida, no me importaba abrir toda la boca y meterme su palo, sin el glande, me lo acababa, una y otra vez mi boca pasaba por todo su palo, desde los testículos hasta la cabeza. Con mi esposo no hacía eso, solo medio pasaba mi boca, pero nunca hasta la garganta y además cubría la cabeza con el glande.
Estaba gozando como nunca, teniendo dos orgasmos seguidos, que me hicieron gritar, así: aaaahhhhh, más papacito, no me dejes, meteme la verga por favor, ensártame papacito, marcos, ya, cogeme. Marcos, por su parte, tampoco pudo aguantar la presión de mis manos y de mi boca y sin más eyaculo sobre mi rostro, también por vez primera, me tragaba el semen caliente de lo que ahora era mi pene. Como mujer siempre me ha gustado decir que yo soy la dueña de la verga, ahora era dueña de la verga de Marcos. Mi cara estaba pegajosa, mi boca igual, el olor que tanto me gustaba se me había pegado. Saboreaba hasta la ultima gota de semen, no utilice como con mi marido, papel para limpiarlo, use mi lengua, para limpiar la verga de mi Marcos, hasta que quedo flácida, sin fuerza. Al poco rato, con la cama tendida, el estaba desnudo, yo sólo tenia mi minifalda que ya estaba arrugada, nos acostamos de lado, el atrás de mí, yo observaba en el espejo del techo y podía ver, como bajaba el cierre de mi minifalda, quitaba el botón, y estaba desnuda ante un hombre que no era mi marido. Me encogí, alce las piernas, el se coloco atrás, y pude ver como iba creciendo su pene. Y se acercaba a mi culo.
Nuevamente me excite, al ver el poder de recuperación de su verga, que se posesionaba de la entrada de mi culo, tenía la cabeza, jugando en mi culo. No pude más y le dije que me lo diera. Pase mi mano por detrás, lo tome y quise meterlo, mi esposo siempre lo pone ahí pero no lo mete porque siento dolor cuando entra más. Marcos, quizás comprendiendo eso, lo comenzó a bajar a mi vagina, pero tampoco lo metió. Me levanto, me invito a ponerme la minifalda y mis zapatillas, sin mis panties, me llevó a la alfombra, al piso, me dijo que me pusiera de perrito y ahora si, con su verga superparada, me monto como a una perra. Yo gozaba cada vez que metía poco a poco su verga. Nunca me habían cogido en esa posición y menos en el suelo. Ardía en fiebre, mi vagina atrapaba su verga. Yo pedía más y más, él me montaba me agarraba los pechos, el cabello, tenía a mi jinete. Una y otra vez, observa en uno de los espejos a mi hombre. Que también gozaba. Ya casi era de noche y Marcos, después de esa posición, así como estaba, con mis zapatillas, me quito sólo la minifalda. Me recostó boca arriba, me alzo las piernas, me las doblo y mientras me besaba, me empezó a penetrar, una y otra vez, mis piernas estaban muy dobladas, el pene llegaba hasta lo más profundo, de vez en cuando tocaba su verga, me besaba los pechos ypor fin ambos nos fundimos, el nuevamente eyaculo y yo tuve otros orgasmos que me dejaron exhausta. Que rica verga, yo lo apretaba con mis piernas. Mmmmmm... que verguiza recibí y que manjar follo mi Marcos.
Nos quedamos descansando un rato, eran casi las doce de la noche, mi falda arrugada, pero todavía nos dimos el gusto de bañarnos, menos mi cabello, juntos, jugamos un rato, me puse nuevamente el pene dentro de la regadera, salimos nos vestimos, me arregle nuevamente, pero en la cochera de la habitación, Marcos, me alzo la minifalda, bajo un poco mis panties y mi tanga y ooooohhhh, me ensarto su verga en mi culo, yo solo sentí, un dolor muy fuerte, pero a la vez una sensación que le dije: Marcos amor ya me estas cogiendo por el culo, soy tuya, estréname, quiero que me estrenes por ahí, metemelo, damelo, dame tu verga amor, soy toda tuya, metemelo más, no lo saques nuca. Marcos decía; Amor, al fin eres mía, te voy a dar mi verga no ahora sino siempre, muy seguido te voy a coger, vas a ser mía, ya eres mía nalga bonita. Ahora somos amantes
Era tarde me llevo a la parada del bus, esa noche no me importo si mi marido se acostaba en otra recamara, yo me quede con el recuerdo de Marcos. Después en otro día estrenaría mi culo virgen
fuente: neias
Con ese deseo que tenía decidí dejarme penetrar y para ello fui revisando la lista de amigos, conocidos y compañeros de trabajo, hasta que por fin elegí a uno de mis amigos, que siempre me ha respetado, pero que no ha ocultado que le gusto mucho, el es casado, y de buen ver, aunque es doce años menor que yo, pero considere que no me iba a dar problemas.
Así que me hice la aparecida por su trabajo varias veces, hasta que acepte una invitación a comer mariscos, y a tomar unas copas de alcohol, por lo que le avise a mi marido llegaría tarde porque había ido con unas amigas a comer y llegaría un poco tarde a la casa.
Eran las tres de la tarde, estábamos en un lugar muy reservado, yo llevaba una minifalda color rojo encendido con olanes, unas panties naturales, unas zapatillas de tacón alto color rojo vivo, una tanga con figuras y encaje, mi bra del mismo color, también con encaje, una blusa roja con rallas transparentes, con botones por atrás. El vestía con un traje de color gris impecable, sus zapatos bien lustrados como nos gusta a las mujeres. Habíamos terminado de comer, continuamos conversando, así estuvimos cerca de dos horas, ya nos habíamos acabado una botella de Whisky, entre los dos, yo estaba mareada, él supongo, no tanto, pero ahora me acariciaba las manos, estaba cerca de mí, me veía a la cara, me decía que le gustaba mucho, que estaba bonita, que su esposa se había dejado engordar y que se llevaba bien pero que le costaba mucho intimar con ella, que la quería, pero que conmigo desearía probar algo nuevo.
Debajo de la mesa pude sentir el roce de sus piernas, me comenzó a abrasar, me empecé a excitar, no le decía nada, sólo escuchaba, en eso, comenzaba a llover, habíamos pedido otra botella, pero tenía temor que algún conocido de mi marido me pudiera descubrir, sobre todo porque llamábamos mucho la atención, así que salimos del restaurante, nos llevamos la botella de alcohol a la mitad. El me abrió la puerta de su auto, como algunas otras veces, recorrimos algunas calles y de repente estábamos entrando a un motel.
Ambos sin hablar, subimos los escalones, me abrió la puerta, me senté sobre la cama, él me recostó y comenzó a besarme, sólo en mis labios y en mi boca, estaba de lado, tardo mucho tiempo, yo claro que respondí, eso era lo que quería. Me levanto, se sentó él y yo encima de sus piernas y pude sentir por vez primera un pene diferente al de mi marido, estaba muy duro, bien parado, nos separaba mi minifalda, mi tanga y su pantalón, yo me comencé a mover, y él me desabotonó mi blusa, la retiro y quede con mi bra, me beso mi espalda, mi cuello, esa zona donde uno se excita mucho y más que estaba sentada sobre su pene.
Después me levante, mientras me seguía besando la espalda, me dio la vuelta, quedamos frente a frente nuevamente me besó mi boca y metió poco a poco su lengua, diciéndome que así me iba a dar otra cosita en mi agujerito. Metía y sacaba la lengua, una y otra vez, mientras sus manos, jugaban con mis cabellos, de repente bajaban a la espalda, tocaban mis nalgas, y subían mi minifalda, su pene se repegaba cerca de mi vagina. Yo no pude soportar más y aproveche la cercanía de su verga, para tomarla con mis manos por encima del pantalón. Estábamos frente al balcón de la habitación y podíamos ver otros autos que entraban al motel, eso me excitaba aún más.
Me senté en una silla de la habitación, y el quedo parado, teniendo frente a mí, su pene, que trataba de salir de su pantalón, lo tome por encima del pantalón con mis manos y con mi boca, lo acariciaba como una verdadera puta, mientras él, Marcos, que así se llama, me acariciaba mi cabello, yo aproveche y le quite el cinto, le desabotone el pantalón, cayendo sus pantalones al suelo, pero el se retiro inmediatamente al ver que me iba sobre su pito cubierto por su bóxer blanco con figurillas.
Me llevo nuevamente a la cama de la habitación, que tenía varios espejos, incluso uno en el techo y podía observar que colocada boca abajo, Marcos, me besaba la espalda, estaba un poco en cuclillas, y me quitaba mi bra, dejando al descubierto mis enormes senos, un poco caídos pero grandes como marcos me había dicho le gustaban. Entre beso y beso, me comenzó a decir que estaba rica, sabrosa y buena. Y yo le preguntaba, ¿Qué me vas a hacer, papacito?¿Qué me quieres hacer?.
El respondía... nada mamacita, nada mi amor, sólo te voy a dar una buena cogida, te voy a meter un palo, un pajarito, una verga que te va a gustar mucho, sobre todo a tu vagina. ¿Deveras? le respondía, ¿Me vas a penetrar con tu pene? Claro, mamacita, como me gustas mi reina, me encantan tus pechos, tus senos enormes. Y me pidió me volteara para comenzar a jugar con ellos, teniendo cuidado de no lastimarlos. Mi marido me los ha lastimado varias veces, no sabe morderlos, y hasta los ha magullado con sus manos. Marcos al contrario con delicadeza comía los pezones, los saboreaba, con su lengua que movía rápido recorría mis pezones. Sus manos con delicadeza, los sostenía, pasaba de uno sobre otro, mientras yo, tocaba su cabeza, su dorso, y levantaba mis nalgas y mis piernas, queriendo atrapar con ansia su pajarito, después me entere de 17 cm, mi esposo lo tiene de 14 cm.
Después de eso, me invito a sentarme para tomar un poco más de alcohol, mientras nos besábamos. besaba mis pechos y mi boca. Más tarde, me llevo a la cama nuevamente y otra vez más besos y abrazos, hasta que por fin se decidió a bajarme las panties, poco a poco, mientras besaba mis muslos, mis rodillas, mis piernas, mis pantorrillas, me quitaba las zapatillas, dejándome solo con mi tanga y mi minifalda, pero a su vez, me decía que, le fascinaban mis piernas, que le encantaban, que era una diosa, una belleza, lo que a toda mujer nos encanta. De repente su boca comenzó a bajar mi tanga, la atrapo con sus dientes, yo le ayude a bajarla, a quitar ese estorbo, recorriendo nuevamente mis torneadas piernas.
Por fin, se decidió a hacer el 69, y yo no pude mas, jugué un rato encima de su bóxer, lo atrapé con mis dientes, ayudada con manos se lo comencé a quitar, el movía su lengua tratando de entrar a mi vagina, una y otra vez recibía su lengua en mis labios vaginales y en mi vagina. Estaba super excitada y me olvide de ser casada y ahora exige, que me cogiera, que me hiciera suya, que me penetrara, que era su puta, que era suya. Marcos hacia lo mismo al sentir mis manos en su pene, mi boca, por primera vez en mi vida, no me importaba abrir toda la boca y meterme su palo, sin el glande, me lo acababa, una y otra vez mi boca pasaba por todo su palo, desde los testículos hasta la cabeza. Con mi esposo no hacía eso, solo medio pasaba mi boca, pero nunca hasta la garganta y además cubría la cabeza con el glande.
Estaba gozando como nunca, teniendo dos orgasmos seguidos, que me hicieron gritar, así: aaaahhhhh, más papacito, no me dejes, meteme la verga por favor, ensártame papacito, marcos, ya, cogeme. Marcos, por su parte, tampoco pudo aguantar la presión de mis manos y de mi boca y sin más eyaculo sobre mi rostro, también por vez primera, me tragaba el semen caliente de lo que ahora era mi pene. Como mujer siempre me ha gustado decir que yo soy la dueña de la verga, ahora era dueña de la verga de Marcos. Mi cara estaba pegajosa, mi boca igual, el olor que tanto me gustaba se me había pegado. Saboreaba hasta la ultima gota de semen, no utilice como con mi marido, papel para limpiarlo, use mi lengua, para limpiar la verga de mi Marcos, hasta que quedo flácida, sin fuerza. Al poco rato, con la cama tendida, el estaba desnudo, yo sólo tenia mi minifalda que ya estaba arrugada, nos acostamos de lado, el atrás de mí, yo observaba en el espejo del techo y podía ver, como bajaba el cierre de mi minifalda, quitaba el botón, y estaba desnuda ante un hombre que no era mi marido. Me encogí, alce las piernas, el se coloco atrás, y pude ver como iba creciendo su pene. Y se acercaba a mi culo.
Nuevamente me excite, al ver el poder de recuperación de su verga, que se posesionaba de la entrada de mi culo, tenía la cabeza, jugando en mi culo. No pude más y le dije que me lo diera. Pase mi mano por detrás, lo tome y quise meterlo, mi esposo siempre lo pone ahí pero no lo mete porque siento dolor cuando entra más. Marcos, quizás comprendiendo eso, lo comenzó a bajar a mi vagina, pero tampoco lo metió. Me levanto, me invito a ponerme la minifalda y mis zapatillas, sin mis panties, me llevó a la alfombra, al piso, me dijo que me pusiera de perrito y ahora si, con su verga superparada, me monto como a una perra. Yo gozaba cada vez que metía poco a poco su verga. Nunca me habían cogido en esa posición y menos en el suelo. Ardía en fiebre, mi vagina atrapaba su verga. Yo pedía más y más, él me montaba me agarraba los pechos, el cabello, tenía a mi jinete. Una y otra vez, observa en uno de los espejos a mi hombre. Que también gozaba. Ya casi era de noche y Marcos, después de esa posición, así como estaba, con mis zapatillas, me quito sólo la minifalda. Me recostó boca arriba, me alzo las piernas, me las doblo y mientras me besaba, me empezó a penetrar, una y otra vez, mis piernas estaban muy dobladas, el pene llegaba hasta lo más profundo, de vez en cuando tocaba su verga, me besaba los pechos ypor fin ambos nos fundimos, el nuevamente eyaculo y yo tuve otros orgasmos que me dejaron exhausta. Que rica verga, yo lo apretaba con mis piernas. Mmmmmm... que verguiza recibí y que manjar follo mi Marcos.
Nos quedamos descansando un rato, eran casi las doce de la noche, mi falda arrugada, pero todavía nos dimos el gusto de bañarnos, menos mi cabello, juntos, jugamos un rato, me puse nuevamente el pene dentro de la regadera, salimos nos vestimos, me arregle nuevamente, pero en la cochera de la habitación, Marcos, me alzo la minifalda, bajo un poco mis panties y mi tanga y ooooohhhh, me ensarto su verga en mi culo, yo solo sentí, un dolor muy fuerte, pero a la vez una sensación que le dije: Marcos amor ya me estas cogiendo por el culo, soy tuya, estréname, quiero que me estrenes por ahí, metemelo, damelo, dame tu verga amor, soy toda tuya, metemelo más, no lo saques nuca. Marcos decía; Amor, al fin eres mía, te voy a dar mi verga no ahora sino siempre, muy seguido te voy a coger, vas a ser mía, ya eres mía nalga bonita. Ahora somos amantes
Era tarde me llevo a la parada del bus, esa noche no me importo si mi marido se acostaba en otra recamara, yo me quede con el recuerdo de Marcos. Después en otro día estrenaría mi culo virgen
fuente: neias
3 comentarios - infidelidad provocada