LA PULSERA 3
Cada día, le deparaba nuevas sorpresas.
Su esposo durmió hasta media mañana como un tronco. Evidentemente el voley y el sexo eran demasiado para su vida sedentaria. Y el voley al menos, iba a seguir toda la semana.
Cuando despertó, se levantó y bajó al comedor a desayunar. Al llegar a la mesa la besó apasionadamente.
- Querida, me has dado una noche inolvidable, le dijo, al oido. Desde que te conocí soñaba con darte mi leche de esa manera, le dijo sonriente.
- Era cuestión de pedirlo, nada más. Nunca lo hice pero por tí haría cualquier cosa, le contestó
- ¿ Cualquier cosa?, recalco él.
- Dentro de lo normal, no que está pasando por tu sucia cabeza, le recriminó ella.
- Sabes, hay momentos en que me pregunto como te comportarías con otro hombre, y más a partir de lo que me entero que hacen las mujeres casadas que vienen de vacaciones. Lo que los chicos me cuentan me parece increíble. No se esos maridos engañados como no se dan cuenta, dijo.
- No hay otro hombre para mí, lo sabes.
- Si, lo se, pero me da cierto morbo pensar que harías si otro hombre te poseyera.
- Lo único que falta es que ahora te vuelvas un cornudo complaciente, le dijo ella riendo.
- No querida, si me engañas te juro que te mato, pero a veces pienso como reaccionaría yo si te permitiera alternar con otros y pudiera verte actuar.
- Ahh, entonces no solo quieres ser cornudo sino también mirón, volvió a reir ella.
- No se puede hablar contigo
- No, mejor desayuna. Voy a devolver la llamada a Patri que ayer me habló. Nos vemos
Se alejó pensando en la conversación que había tenido. Su esposo era como todos los hombres. No quería ser engañado pero le encantaba pensar que su esposa era una puta capaz de dejarse coger por cualquiera. Y además, le gustaría verlo. Que sorpresa.
Llamó a Patri, y medio en broma medio en serio, dejó traslucir que algo estaba pasando.
- Pero me parece muy bien, querida, aprovecha conseguir un jovencito que te sacuda.
- Bueno, lo que pasa es que no es exactamente un jovencito, le dijo relamiéndose.
- Bueno, si es un madurito, trata al menos de que sea rico y de buen porte, así de paso le sacas algún regalo importante.
- No, no es un madurito, le dijo disfrutando el momento.
- Espera, no me digas que te dio por las chicas, porque me muero, dijo Patri sobresaltada.
- No tengas miedo que mis gustos no cambiaron. Y entonces le contó rápidamente lo que estaba pasando.
- ¡ No te puedo creer! ¡ 6 hombres para tí, uno distinto cada día! ¡ es lo máximo! gritaba del otro lado
- Bueno, cállate, cuando vuelva hablamos, le dijo orgullosa.
El tercer día fue el turno de Andrés. Era el más grande de los muchachos. Tendría unos 32 ó 33 años. Como todos los demás tenía un buen físico.
Cuando entró a la habitación él estaba parado junto a la ventana. Ella medía 1,70 que era una altura normal, pero Andrés llegaba seguramente a 1,90, cuando se acercó a ella, la hizo sentir una pequeñez. Tomó su cara con ambas manos y le dió un beso suave. Bajó sus manos por sus brazos hasta su cintura. Volvió para acariciar sus pechos, y mientras la besaba nuevamente bajó su mano hasta su entrepierna. El cuerpo de Andrés se tensó por la sorpresa.
Ella, precavida, solo tenía puesto el pareo. Su bombacha se la había quitado antes de entrar.
- Hmmm, veo que estás preparada, le dijo el al oído
- Totalmente preparada, papito, contestó
- Los muchachos han contado maravillas de vos. No sabes como se puso tu esposo.
- No sean tan hijos de puta. Encima que le meten los cuernos se rien de el, dijo enojada.
- Perdón, los cuernos se los pones tú, y no creo que la novedad les haga mal a ninguno de los dos. Ayer se fue caliente y me imagino que te aprovechaste de eso, le dijo sonriente.
- la verdad que sí, dijo ella volviendo a besarlo.
La llevó hasta la cama y la sentó en ella. Se arrodilló y su lengua buscó su sexo.
Ella al sentir el contacto se tiró hacia atrás en la cama y sus piernas subieron sobre sus hombros, facilitando el trabajo bucal de su nuevo amigo.
El lentamente jugueteó con su sexo, lamió, chupó, la penetró con su lengua. La enloqueció.
Ella se aferraba a los cabellos de el, mientras las sensaciones la elevaban del suelo. El no se detuvo hasta que consiguió arrancarle un rico orgasmo. Cuando ella explotó, se alejó y se dedicó a mirarla mientras acariciaba sus tetas, levantandole su bikini.
- Ya tienes tu cuota, amor, le dijo. Ahora voy por la mía, y levántandose se quitó su traje de baño. Una verga reluciente saltó como una fiera enjaulada y quedó apuntando hacia arriba.
Suavemente, ya que todavía la hembra estaba floja por su orgasmo, la levantó de la cama, la paró y la alzó por la cintura. La arrimó a su cuerpo y ella sintió como la verga rozaba su estómago y bajó hasta situarse en la entrada de su vagina. Lo envolvió con sus piernas como una enredadera, y el como jugando la llevó así hasta apoyarla contra la pared. Cuando la tuvo bien firme, dirigió su verga hacia la entrada y de un golpe de riñones la penetró hasta el fondo.
¡Aghhh!, gritó ella al sentirse totalmente empalada, pero en lugar de tratar de escapar, se abrazó con mas fuerza con sus brazos y piernas a su macho, y él, tomando su cintura,comenzó a hacerla subir y bajar sobre su vara. Ella se sentía un juguete en sus manos. Nunca la habían poseído de esa manera. El placer la elevaba en cada penetración, y las oleadas de excitación se encimaban una con otra hasta llevarla al borde de la inconsciencia.
Luego de un buen rato de este tratamiento, Andrés la apretó contra la pared y metiéndose hasta el fondo, se vació por completo. Ella sintió lo que parecían litros de semen regándola, y se dejó llevar por un último orgasmo.
Esa noche, su marido no comentó nada. Ella pensó que no le habían contado nada. Pero cuando en el hotel, el comenzó a chuparle la vagina con ansias, aunque no con tanta maestría, se dio cuenta que estaba enterado de todo lo que ella había hecho, aunque pensaba que era otra mujer. Su falta de experiencia no impidió que ella tuviera su orgasmo, pero después siguieron en una posición mas convencional, ya que no daba para hacerlo de parados.
El cuarto jugador fue un fiasco. La penetró rapidamente y acabó casi de inmediato. Por más que trató de que se le volviera a parar fue imposible. Se la chupó por un largo rato, pero sin que se llegara a endurecer del todo el se vació en su boca, pidiéndole disculpas. Ella lo disculpó pero quedó muy excitada. Su esposo tendría que compensarla. Esa noche fue ella la que tomó la iniciativa.
- ¿ Y querido? ¿ No tienes historias esta noche para contar?
- No, nadie trajo nada nuevo, comentó el ya acostado.
- Que pena. esta noche tenía ganas de una buena historia, dijo pícaramente.
- Estoy cansado, no creo poder hacer milagros.
- Que pena, yo había pensado hacerte un regalo muy especial, dijo ella desnudándose
- Otro día, mi amor, dijo el, pero claramente su mirada comenzaba a decir otra cosa.
- ¿ No te interesa mi regalo?,dijo ella ya totalmente desnuda, mientras sus manos jugaban con sus tetas
El bulto bajo las sábanas hacía evidente el interés de su maridito.
- Si me interesa mi amor, pero no se cual es.
Ella abrió un cajón de la cómoda y sacó una crema.
- Si me ayudás con esta crema, te voy a dejar entrar por un lugar que todavía es vírgen, dijo sonriente.
El salto que dio su verga, casi la hace reir, con lo que hubiera perdido sensualidad el momento, pero aguantó.
- ¿ Estás segura?, dijo el sin poder creer en su suerte.
- Si mi amor, hace tiempo que quiero probarlo, y sobre todo con vos que sos mi amor, mintió. Te voy a pedir que seas muy suave. Nunca lo he hecho por ahí, mintió
El se levantó y se acercó a ella. Comenzó a acariciarla y a besarla y la acompañó a la cama. Ella complaciente se puso de costado, levantó una de sus piernas, y lo invitó a encremarla.
El tomo el pote y con nerviosismo comenzó a untar su trasero. Ella tomó un poco de crema y estirando su mano comenzó a frotar su verga. Esta situación lo descontroló y rápidamente se ubicó detrás de su esposa y apuntó a su agujero posterior. Apoyó la cabeza y empujó un poco. El dolor hizo gemir a Raquel.
- ¿ Te duele?, preguntó él
-Un poco, pero ve despacio, le dijo ella, recuerda que es mi primera vez, dijo aflojándose para facilitar el empalamiento.
Volvió a empujar y la cabeza entró casi toda. Se detuvo resoplando de la calentura y con pequeños empujones fue enterrandose en el culo de su esposa.
El no sabía que el terreno ya había sido recorrido por otra verga y eso facilitaba las cosas, y ella para disimular se quejaba como si realmente le doliera, aunque en realidad estaba gozando como una loca.
Por fin, se la dio toda. Una vez dentro, comenzó a bombearla, primero suavemente, pero luego se descontroló y comenzó a darle con violencia mientras gritaba
- ¡ Cometela puta! ¡ Por fin te esto rompiendo el culo, perra! ¡ Eres una reventada, y te voy a romper bien¡
- ¡ Si papito! ¡ Matame! ¡ Rompeme toda! contestaba ella muy excitada, mientras su mano buscaba entre sus piernas las pelotas de su macho para pellizcarlas y acariciarlas. No tuvo en cuenta que era demasiado para él.
- ¡ Te lleno, te lleno¡ gritó el mientras comenzaba a vaciarse, metido hasta el fondo en el cuerpo de su esposa. Cada chorro era acompañado de un bramido del macho y de un grito de la hembra. Fue un polvo de campeonato.
Al día siguiente, Gustavo durmió hasta tarde. Cuando se despertó apenas podía moverse, y aunque Néstor lo llamó, se negó a ir a jugar al volley, Prefirió salir a caminar y de compras con su esposa. Ella le dijo que no había problemas en que fuera a jugar, pero él no quiso. Estaba cansado y prefería pasar un día tranquilo. Ella se resignó y lo acompañó de compras.
Se separaron en el centro comercial y ella encontró un conjunto de tanga y corpiño gris que le quedaba pintado, y lo compró pensando en algunos de sus amigos deportistas. Luego de un rato se reencontró con su esposo y volvieron al hotel. Cenaron y se acostaron a ver televisión temprano, durmiéndose él casi en el acto. Ella estuvo un largo rato dando vueltas en la cama. Extrañaba la cita de la tarde. estaba caliente y le costó dormirse. Al final pudo conseguirlo.
El día siguiente era el último de sus vacaciones. Lamentaba ella que uno de los amigos de su esposo quedara sin atender, pero hay que vivir un día a la vez.
Cada día, le deparaba nuevas sorpresas.
Su esposo durmió hasta media mañana como un tronco. Evidentemente el voley y el sexo eran demasiado para su vida sedentaria. Y el voley al menos, iba a seguir toda la semana.
Cuando despertó, se levantó y bajó al comedor a desayunar. Al llegar a la mesa la besó apasionadamente.
- Querida, me has dado una noche inolvidable, le dijo, al oido. Desde que te conocí soñaba con darte mi leche de esa manera, le dijo sonriente.
- Era cuestión de pedirlo, nada más. Nunca lo hice pero por tí haría cualquier cosa, le contestó
- ¿ Cualquier cosa?, recalco él.
- Dentro de lo normal, no que está pasando por tu sucia cabeza, le recriminó ella.
- Sabes, hay momentos en que me pregunto como te comportarías con otro hombre, y más a partir de lo que me entero que hacen las mujeres casadas que vienen de vacaciones. Lo que los chicos me cuentan me parece increíble. No se esos maridos engañados como no se dan cuenta, dijo.
- No hay otro hombre para mí, lo sabes.
- Si, lo se, pero me da cierto morbo pensar que harías si otro hombre te poseyera.
- Lo único que falta es que ahora te vuelvas un cornudo complaciente, le dijo ella riendo.
- No querida, si me engañas te juro que te mato, pero a veces pienso como reaccionaría yo si te permitiera alternar con otros y pudiera verte actuar.
- Ahh, entonces no solo quieres ser cornudo sino también mirón, volvió a reir ella.
- No se puede hablar contigo
- No, mejor desayuna. Voy a devolver la llamada a Patri que ayer me habló. Nos vemos
Se alejó pensando en la conversación que había tenido. Su esposo era como todos los hombres. No quería ser engañado pero le encantaba pensar que su esposa era una puta capaz de dejarse coger por cualquiera. Y además, le gustaría verlo. Que sorpresa.
Llamó a Patri, y medio en broma medio en serio, dejó traslucir que algo estaba pasando.
- Pero me parece muy bien, querida, aprovecha conseguir un jovencito que te sacuda.
- Bueno, lo que pasa es que no es exactamente un jovencito, le dijo relamiéndose.
- Bueno, si es un madurito, trata al menos de que sea rico y de buen porte, así de paso le sacas algún regalo importante.
- No, no es un madurito, le dijo disfrutando el momento.
- Espera, no me digas que te dio por las chicas, porque me muero, dijo Patri sobresaltada.
- No tengas miedo que mis gustos no cambiaron. Y entonces le contó rápidamente lo que estaba pasando.
- ¡ No te puedo creer! ¡ 6 hombres para tí, uno distinto cada día! ¡ es lo máximo! gritaba del otro lado
- Bueno, cállate, cuando vuelva hablamos, le dijo orgullosa.
El tercer día fue el turno de Andrés. Era el más grande de los muchachos. Tendría unos 32 ó 33 años. Como todos los demás tenía un buen físico.
Cuando entró a la habitación él estaba parado junto a la ventana. Ella medía 1,70 que era una altura normal, pero Andrés llegaba seguramente a 1,90, cuando se acercó a ella, la hizo sentir una pequeñez. Tomó su cara con ambas manos y le dió un beso suave. Bajó sus manos por sus brazos hasta su cintura. Volvió para acariciar sus pechos, y mientras la besaba nuevamente bajó su mano hasta su entrepierna. El cuerpo de Andrés se tensó por la sorpresa.
Ella, precavida, solo tenía puesto el pareo. Su bombacha se la había quitado antes de entrar.
- Hmmm, veo que estás preparada, le dijo el al oído
- Totalmente preparada, papito, contestó
- Los muchachos han contado maravillas de vos. No sabes como se puso tu esposo.
- No sean tan hijos de puta. Encima que le meten los cuernos se rien de el, dijo enojada.
- Perdón, los cuernos se los pones tú, y no creo que la novedad les haga mal a ninguno de los dos. Ayer se fue caliente y me imagino que te aprovechaste de eso, le dijo sonriente.
- la verdad que sí, dijo ella volviendo a besarlo.
La llevó hasta la cama y la sentó en ella. Se arrodilló y su lengua buscó su sexo.
Ella al sentir el contacto se tiró hacia atrás en la cama y sus piernas subieron sobre sus hombros, facilitando el trabajo bucal de su nuevo amigo.
El lentamente jugueteó con su sexo, lamió, chupó, la penetró con su lengua. La enloqueció.
Ella se aferraba a los cabellos de el, mientras las sensaciones la elevaban del suelo. El no se detuvo hasta que consiguió arrancarle un rico orgasmo. Cuando ella explotó, se alejó y se dedicó a mirarla mientras acariciaba sus tetas, levantandole su bikini.
- Ya tienes tu cuota, amor, le dijo. Ahora voy por la mía, y levántandose se quitó su traje de baño. Una verga reluciente saltó como una fiera enjaulada y quedó apuntando hacia arriba.
Suavemente, ya que todavía la hembra estaba floja por su orgasmo, la levantó de la cama, la paró y la alzó por la cintura. La arrimó a su cuerpo y ella sintió como la verga rozaba su estómago y bajó hasta situarse en la entrada de su vagina. Lo envolvió con sus piernas como una enredadera, y el como jugando la llevó así hasta apoyarla contra la pared. Cuando la tuvo bien firme, dirigió su verga hacia la entrada y de un golpe de riñones la penetró hasta el fondo.
¡Aghhh!, gritó ella al sentirse totalmente empalada, pero en lugar de tratar de escapar, se abrazó con mas fuerza con sus brazos y piernas a su macho, y él, tomando su cintura,comenzó a hacerla subir y bajar sobre su vara. Ella se sentía un juguete en sus manos. Nunca la habían poseído de esa manera. El placer la elevaba en cada penetración, y las oleadas de excitación se encimaban una con otra hasta llevarla al borde de la inconsciencia.
Luego de un buen rato de este tratamiento, Andrés la apretó contra la pared y metiéndose hasta el fondo, se vació por completo. Ella sintió lo que parecían litros de semen regándola, y se dejó llevar por un último orgasmo.
Esa noche, su marido no comentó nada. Ella pensó que no le habían contado nada. Pero cuando en el hotel, el comenzó a chuparle la vagina con ansias, aunque no con tanta maestría, se dio cuenta que estaba enterado de todo lo que ella había hecho, aunque pensaba que era otra mujer. Su falta de experiencia no impidió que ella tuviera su orgasmo, pero después siguieron en una posición mas convencional, ya que no daba para hacerlo de parados.
El cuarto jugador fue un fiasco. La penetró rapidamente y acabó casi de inmediato. Por más que trató de que se le volviera a parar fue imposible. Se la chupó por un largo rato, pero sin que se llegara a endurecer del todo el se vació en su boca, pidiéndole disculpas. Ella lo disculpó pero quedó muy excitada. Su esposo tendría que compensarla. Esa noche fue ella la que tomó la iniciativa.
- ¿ Y querido? ¿ No tienes historias esta noche para contar?
- No, nadie trajo nada nuevo, comentó el ya acostado.
- Que pena. esta noche tenía ganas de una buena historia, dijo pícaramente.
- Estoy cansado, no creo poder hacer milagros.
- Que pena, yo había pensado hacerte un regalo muy especial, dijo ella desnudándose
- Otro día, mi amor, dijo el, pero claramente su mirada comenzaba a decir otra cosa.
- ¿ No te interesa mi regalo?,dijo ella ya totalmente desnuda, mientras sus manos jugaban con sus tetas
El bulto bajo las sábanas hacía evidente el interés de su maridito.
- Si me interesa mi amor, pero no se cual es.
Ella abrió un cajón de la cómoda y sacó una crema.
- Si me ayudás con esta crema, te voy a dejar entrar por un lugar que todavía es vírgen, dijo sonriente.
El salto que dio su verga, casi la hace reir, con lo que hubiera perdido sensualidad el momento, pero aguantó.
- ¿ Estás segura?, dijo el sin poder creer en su suerte.
- Si mi amor, hace tiempo que quiero probarlo, y sobre todo con vos que sos mi amor, mintió. Te voy a pedir que seas muy suave. Nunca lo he hecho por ahí, mintió
El se levantó y se acercó a ella. Comenzó a acariciarla y a besarla y la acompañó a la cama. Ella complaciente se puso de costado, levantó una de sus piernas, y lo invitó a encremarla.
El tomo el pote y con nerviosismo comenzó a untar su trasero. Ella tomó un poco de crema y estirando su mano comenzó a frotar su verga. Esta situación lo descontroló y rápidamente se ubicó detrás de su esposa y apuntó a su agujero posterior. Apoyó la cabeza y empujó un poco. El dolor hizo gemir a Raquel.
- ¿ Te duele?, preguntó él
-Un poco, pero ve despacio, le dijo ella, recuerda que es mi primera vez, dijo aflojándose para facilitar el empalamiento.
Volvió a empujar y la cabeza entró casi toda. Se detuvo resoplando de la calentura y con pequeños empujones fue enterrandose en el culo de su esposa.
El no sabía que el terreno ya había sido recorrido por otra verga y eso facilitaba las cosas, y ella para disimular se quejaba como si realmente le doliera, aunque en realidad estaba gozando como una loca.
Por fin, se la dio toda. Una vez dentro, comenzó a bombearla, primero suavemente, pero luego se descontroló y comenzó a darle con violencia mientras gritaba
- ¡ Cometela puta! ¡ Por fin te esto rompiendo el culo, perra! ¡ Eres una reventada, y te voy a romper bien¡
- ¡ Si papito! ¡ Matame! ¡ Rompeme toda! contestaba ella muy excitada, mientras su mano buscaba entre sus piernas las pelotas de su macho para pellizcarlas y acariciarlas. No tuvo en cuenta que era demasiado para él.
- ¡ Te lleno, te lleno¡ gritó el mientras comenzaba a vaciarse, metido hasta el fondo en el cuerpo de su esposa. Cada chorro era acompañado de un bramido del macho y de un grito de la hembra. Fue un polvo de campeonato.
Al día siguiente, Gustavo durmió hasta tarde. Cuando se despertó apenas podía moverse, y aunque Néstor lo llamó, se negó a ir a jugar al volley, Prefirió salir a caminar y de compras con su esposa. Ella le dijo que no había problemas en que fuera a jugar, pero él no quiso. Estaba cansado y prefería pasar un día tranquilo. Ella se resignó y lo acompañó de compras.
Se separaron en el centro comercial y ella encontró un conjunto de tanga y corpiño gris que le quedaba pintado, y lo compró pensando en algunos de sus amigos deportistas. Luego de un rato se reencontró con su esposo y volvieron al hotel. Cenaron y se acostaron a ver televisión temprano, durmiéndose él casi en el acto. Ella estuvo un largo rato dando vueltas en la cama. Extrañaba la cita de la tarde. estaba caliente y le costó dormirse. Al final pudo conseguirlo.
El día siguiente era el último de sus vacaciones. Lamentaba ella que uno de los amigos de su esposo quedara sin atender, pero hay que vivir un día a la vez.
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