Casi nunca pudimos organizar bien el after office, que una cosa o la otra, los horarios nuestros eran incompatibles a esa altura del día. Aunque no nos desanimamos y finalmente en la calle Reconquista pudimos encontrarnos. Explotaba de gente, tanto que veinte minutos nos llevó traspasar la puerta, y un scrum para arrimarnos a un rincón. Tomamos un respiro y nos reímos de la situación. Me contó que en el scrum de entrada forcejeó con una tetona, que la enfrentaba, la empujaba con las lolas al tiempo que la miraba a los ojos. Quedaban trabadas ante cada movimiento de la multitud y finalmente abandonaron la pose de circunstancia y se rieron las dos desconocidas apretadas.
A mi me pareció que charlaba con alguien, pero me ocupe de taclear a quien tenia delante y poco entendía de lo que hacia ella.
Ella me contó que la tetona la había puesto loquita en esos segundos, y que no solo rieron, que la tetona la tomo de la cintura y aprovechando la cercanía le empujo el pubis con su pubis, que con ese vestidito que tenia, sintió que estaba desnuda. La espera en la puerta, mirando la multitud, charlando y tomando distraída, ya la habían calentado y la apoyada esa la terminaba de descontrolar.
Me dijo, voy por una cerveza tirada, que no en todos lados hay y tenemos que aprovecharla en este sitio. Yo pensé que seria imposible traerlas, pero ya que ese ofreció, le grité que si. La música a full hizo que mi grito apenas se escuchara.
Se perdió entre dos hombre de traje, en dirección a la barra, mas adelante volvió a aparecer, y el vestidito verde, no lograba mantenerse cerca de su cuerpo, se levantaba, se corría, pero ella no se distraía de su objetivo, y seguía, al principio se acomodaba un poco, después ya no pudo.
Los que la rodeaban, tampoco se sorprendían de cómo quedaba estirado su escote, o su falda trabada. Me miró desde lejos e hizo una mueca con la boca, indicando que ya estaba muy cerca.
Yo me distraje unos segundos con las cuatro señoras que me rodeaban, y me miraban con esa expresión casi patotera de, ahora no tenés a nadie que te proteja. Me dieron ganas de chichonearlas, pero eran más alzadas que lindas…
Cuando vuelvo la vista sobre la barra, ella ya tenía las cervezas en las manos, firmemente sostenidas, una en cada una, levantadas sobre las cabezas de la gente, enfrentando la tempestad. Nos miramos y nos reímos a lo lejos. Alguien que estaba cerca, creyó que esa risa era para el o para el grupo que estaba con el.
Estos pibes, que tenían a la rubia del vestidito verde a su merced, sonriendo entre ellos, no pudieron evitar tentarse con alguna expresión. De todos modos nadie escuchaba nada, se veía la boca mover, pero nada se escuchaba. Por el aspecto, claramente eran sugerencias o descripciones risueñas de la situación.
Ella con cara de culo al principio, en un intento por contenerlos, no pudo sostenerla mucho tiempo. La tetona la había dejado muy caliente y mientras pedía las birras, alzada sobre la barra alta con la cola parada, alguien le había estado manoseando el orto. La calentura que traía, mas la imposibilidad de hacer nada, le dieron la mejor excusa para permitir que ese quien sea, se divierta en su trasero. Le pareció que fue una señora de talleur crudo que estaba a un costado, con carita de invitación.
Ahora estaba en medio de esos pibes, y ella más que lidiar con la multitud, combatía contra su calentura que no la dejaba avanzar. Quería volver a su rincón con su carga amarilla, pero aunque el grupo de oficinistas quisiera, tampoco podría pasar.
Alguien le ofreció sostener las cervezas, otro mejoró la oferta, proponiendo tomarlas. Todo con ademanes, porque no se escuchaba casi nada. Ella me sonreía desde la distancia, como disculpándose por la demora, pero intentaba al mismo tiempo que no sea interpretado ese gesto como una aceptación al grupo que la rodeaba.
Uno de los que estaban atrás, casi invisible a los ojos de todos, descubre el vestidito verde enroscado en una pierna y que dejaba la nalga opuesta completamente descubierta, se permitió la libertad de amasar el pedazo de culo que tenia a su merced, indefenso. La veo que voltea la cabeza, pero no logra ver quien era, y del primer asombro a la calentura, casi no paso tiempo, y pensó, “si no pongo cara de espantada, no será problema para nadie, si yo no me quejo, ni hago escándalo, nadie lo hará ni lo notará”
Me lanzó una sonrisita no muy natural, ya con las mejillas rojas de calentura, los que estaban al frente la tomaban por la cintura, la mano de atrás, no contenta con la amasada, se había metido bien adentro de todo. Le fue fácil, por lo dilatada y mojada que estaba.
Reunió las fuerzas, o las pocas ganas que tenía de salir de ese encierro, e intentó un empujón en mi dirección. Ese movimiento, más que liberarla, le permitió al de atrás, acomodarse a sus anchas, y tomarla bien de las caderas, casi como si estuvieran solos. Supongo que al no verse rechazado y no pudiendo hacer ni mas ni menos, casi se enfureció con ese culo.
La carita en mi dirección ya no podía ocultar los espasmos de placer, y yo le tome de un trago, la copa de vino que tenia la gorda al lado mío. La pobre no dijo nada.
El vestidito ya estaba convertido en un top. Las piernas largas desnudas, dejaban a los hombres de traje que tenia al frente en la incomprensible situación, que si no hacían nada, casi quedaban como putos. Si se quisieran comportar como nobles caballeros, les hubiera sido imposible. Era una invitación imperdible. Uno metió su mano entre la tanga, abrazando todo el pubis, hundiendo sus dedos en los labios, el otro tropezó en la cintura con las manos de el chabón de atrás, lo que lo espantó un poco. Se dedicó a los pezones, que hinchados y expectantes, esperaban su turno.
Los brazos no tenían mas fuerzas para sostener las cervezas, pero hacia un rato que los había apoyado en un hombro y una espalda desconocidos. Casi todo su cuerpo estaba suspendido. La veo cerrar los ojos un rato y temblar como solo a ella la he visto hacerlo, pero en general abajo mío y no a cinco metros de distancia.
A mi me pareció que charlaba con alguien, pero me ocupe de taclear a quien tenia delante y poco entendía de lo que hacia ella.
Ella me contó que la tetona la había puesto loquita en esos segundos, y que no solo rieron, que la tetona la tomo de la cintura y aprovechando la cercanía le empujo el pubis con su pubis, que con ese vestidito que tenia, sintió que estaba desnuda. La espera en la puerta, mirando la multitud, charlando y tomando distraída, ya la habían calentado y la apoyada esa la terminaba de descontrolar.
Me dijo, voy por una cerveza tirada, que no en todos lados hay y tenemos que aprovecharla en este sitio. Yo pensé que seria imposible traerlas, pero ya que ese ofreció, le grité que si. La música a full hizo que mi grito apenas se escuchara.
Se perdió entre dos hombre de traje, en dirección a la barra, mas adelante volvió a aparecer, y el vestidito verde, no lograba mantenerse cerca de su cuerpo, se levantaba, se corría, pero ella no se distraía de su objetivo, y seguía, al principio se acomodaba un poco, después ya no pudo.
Los que la rodeaban, tampoco se sorprendían de cómo quedaba estirado su escote, o su falda trabada. Me miró desde lejos e hizo una mueca con la boca, indicando que ya estaba muy cerca.
Yo me distraje unos segundos con las cuatro señoras que me rodeaban, y me miraban con esa expresión casi patotera de, ahora no tenés a nadie que te proteja. Me dieron ganas de chichonearlas, pero eran más alzadas que lindas…
Cuando vuelvo la vista sobre la barra, ella ya tenía las cervezas en las manos, firmemente sostenidas, una en cada una, levantadas sobre las cabezas de la gente, enfrentando la tempestad. Nos miramos y nos reímos a lo lejos. Alguien que estaba cerca, creyó que esa risa era para el o para el grupo que estaba con el.
Estos pibes, que tenían a la rubia del vestidito verde a su merced, sonriendo entre ellos, no pudieron evitar tentarse con alguna expresión. De todos modos nadie escuchaba nada, se veía la boca mover, pero nada se escuchaba. Por el aspecto, claramente eran sugerencias o descripciones risueñas de la situación.
Ella con cara de culo al principio, en un intento por contenerlos, no pudo sostenerla mucho tiempo. La tetona la había dejado muy caliente y mientras pedía las birras, alzada sobre la barra alta con la cola parada, alguien le había estado manoseando el orto. La calentura que traía, mas la imposibilidad de hacer nada, le dieron la mejor excusa para permitir que ese quien sea, se divierta en su trasero. Le pareció que fue una señora de talleur crudo que estaba a un costado, con carita de invitación.
Ahora estaba en medio de esos pibes, y ella más que lidiar con la multitud, combatía contra su calentura que no la dejaba avanzar. Quería volver a su rincón con su carga amarilla, pero aunque el grupo de oficinistas quisiera, tampoco podría pasar.
Alguien le ofreció sostener las cervezas, otro mejoró la oferta, proponiendo tomarlas. Todo con ademanes, porque no se escuchaba casi nada. Ella me sonreía desde la distancia, como disculpándose por la demora, pero intentaba al mismo tiempo que no sea interpretado ese gesto como una aceptación al grupo que la rodeaba.
Uno de los que estaban atrás, casi invisible a los ojos de todos, descubre el vestidito verde enroscado en una pierna y que dejaba la nalga opuesta completamente descubierta, se permitió la libertad de amasar el pedazo de culo que tenia a su merced, indefenso. La veo que voltea la cabeza, pero no logra ver quien era, y del primer asombro a la calentura, casi no paso tiempo, y pensó, “si no pongo cara de espantada, no será problema para nadie, si yo no me quejo, ni hago escándalo, nadie lo hará ni lo notará”
Me lanzó una sonrisita no muy natural, ya con las mejillas rojas de calentura, los que estaban al frente la tomaban por la cintura, la mano de atrás, no contenta con la amasada, se había metido bien adentro de todo. Le fue fácil, por lo dilatada y mojada que estaba.
Reunió las fuerzas, o las pocas ganas que tenía de salir de ese encierro, e intentó un empujón en mi dirección. Ese movimiento, más que liberarla, le permitió al de atrás, acomodarse a sus anchas, y tomarla bien de las caderas, casi como si estuvieran solos. Supongo que al no verse rechazado y no pudiendo hacer ni mas ni menos, casi se enfureció con ese culo.
La carita en mi dirección ya no podía ocultar los espasmos de placer, y yo le tome de un trago, la copa de vino que tenia la gorda al lado mío. La pobre no dijo nada.
El vestidito ya estaba convertido en un top. Las piernas largas desnudas, dejaban a los hombres de traje que tenia al frente en la incomprensible situación, que si no hacían nada, casi quedaban como putos. Si se quisieran comportar como nobles caballeros, les hubiera sido imposible. Era una invitación imperdible. Uno metió su mano entre la tanga, abrazando todo el pubis, hundiendo sus dedos en los labios, el otro tropezó en la cintura con las manos de el chabón de atrás, lo que lo espantó un poco. Se dedicó a los pezones, que hinchados y expectantes, esperaban su turno.
Los brazos no tenían mas fuerzas para sostener las cervezas, pero hacia un rato que los había apoyado en un hombro y una espalda desconocidos. Casi todo su cuerpo estaba suspendido. La veo cerrar los ojos un rato y temblar como solo a ella la he visto hacerlo, pero en general abajo mío y no a cinco metros de distancia.
5 comentarios - Trayendo las Cervezas
Beso!!
http://www.poringa.net/posts/relatos/1818906/Mi-maestra_-El-reencuentro_-I.html
Fijate que te parecen los otros que subi.
Che, la pueden ver a mi protagonista en las fotos que postee. Fijate