Soy estudiante de intercambio becada en Japón, les voy a contar una historia que me ocurrió apenas llegué a ese país. Y como ya dije, soy estudiante y para llegar hasta allí tuve que costearme mis estudios, filmando algunas películas xxx, pero ya allí sabía que iba a empezar otra vida, los videos aunque los había disfrutado, ya habían quedado atrás…
Al cruzar una calle, un hombre vestido con traje y corbata me tomó del codo. Lo miré con curiosidad, sin saber bien cómo reaccionar. Aunque me habló en japonés, entiendo la palabra «café». Desde luego, un café me vendría mas que bien. Pasamos junto a varios cafés con un aspecto cálido y acogedor, pero continuamos hasta un callejón donde había un establecimiento con un aspecto bastante sucio. Empiezo a sentir cierta desconfianza. Aunque tengo la cabeza un tanto pesada después de mi viaje, pienso que debe de ser un miembro de esas mafias orientales. Decido que lo mejor será tomar el café y luego salir lo más rápido que pueda. La moza trae el café y le hace un gesto con la cabeza al hombre. Eso me hace sentir todavía más intranquila. Mientras bebo el café empiezo a recordar historias sobre la trata de blancas de los yakuza. La droga que creo me han echado en el café empieza a hacer efecto, pero todavía consigo ver a través de una neblina cómo el yakuza saca de su portafolio, la película porno que hice hace poco. Eso es lo último que recuerdo antes de despertar.
La cabeza me da mil vueltas y siento los párpados pesados. Poco a poco, voy recobrando la conciencia. Estoy acostada, desnuda, sobre una mesa larga y baja. Alrededor de la mesa hay unos veinte hombres de diferentes edades y cara lujuriosa, con la cabeza inclinada, y que me están comiendo con los ojos. Mientras intento comprender lo que está sucediendo, advierto que tengo pequeñas cosas más por todo el cuerpo.
Aunque estoy mareada me doy cuenta que me han convertido en una bandeja de todo tipo de sushi. Me han afeitado el pubis y siento que estoy maquillada. Tengo todo el pubis cubierto con algo caliente, que más tarde me doy cuenta que es arroz. Pero, además, detecto algo dentro de la vagina: ¿un pulpo enano?. En mi ano kanikama
Lo que me quema en los labios, en el clítoris y en los pezones debe de ser wasabi, la mostaza picante de los japoneses, en el resto de mis pechos frutas con salsa de limón e hilos de caramelo. Mi sexo está desesperadamente necesitado, a punto de explotar, los pezones me duelen de lo duros que están, sólo están esperando una boca que juguetee con ellos, con lamidas suaves y acompasadas. Lo que hasta hace un momento era pánico, ahora se ha empezado a convertir en placer puro. Los hombres, que siguen mirando con ojos salvajes, sonríen y parecen esperar alguna señal para comenzar el banquete. No paran de mover sus manos masturbándose mientras me observan, exclamando con regocijo palabras que mi calentura me impide entender. Después de admirarme un buen rato, uno exclama: ¡tedakimas! (¡Que aproveche!) y los demás lo repiten a coro. Uno de ellos toma un trozo de atún crudo del ombligo con sus palillos de bambú. Se lo traga y, ante los ánimos de los demás, se agacha y me planta un beso mojado en el ombligo. Después es la locura. Algunos de los hombres prescinden de los palillos y comen el pescado con la boca, aprovechando cada ocasión para apretar los labios lascivamente contra mi piel, y yo recibo con ansias y gemidos cada roce de sus lenguas húmedas.
Es una auténtica bacanal. Ahora, los hombres empiezan a dar vueltas alrededor de mi cuerpo, llenándose la boca con el arroz de mi pubis y chupando el wasabi de mi vulva. Me lamen, me besan, me mordisquean, me tocan, me acarician y me frotan el cuerpo entero. Uno devora lentamente el pulpo que tengo en la vagina y otro me levanta, me separa las nalgas con las manos y se come lentamente el kanikama, deja a su lengua juguetear un rato allí. Y entonces uno de ellos se abre la bata y acerca su anguila, recta y brillante, hacia mi boca. Yo, que estoy hambrienta, se la como y la disfruto. Acaba y se retira y otro atún rojo llama inmediatamente a la puerta de mis labios. Otro hombre se sube a la mesa, se coloca sobre mi pelvis y, de repente, con una embestida salvaje, me penetra. Todavía me queda un pedacito de pulpo dentro, que me hace cosquillas, atascado casualmente junto a mi punto G, como uno de esos dedos adicionales que tienen los consoladores más caros. Yo a esta altura doy gritos de placer y me retuerzo entera hasta que acabo casi como en una explosión, pero él sigue embistiéndome y vuelvo a acabar una y otra vez. Mientras tanto, dos hombres me están lamiendo los pezones y acariciando mis tetas, esto sólo casi me hace acabar nuevamente, un tercero me está acariciando el clítoris, mi garganta emite gritos de placer. Otros hombres más me están chupando los dedos de los pies, otro ha metido mi mano entera en su boca y otro más me está pegando golpes contra el muslo con el pene. Siento otro pene, ¿o son dos?, frotándose contra mi pelo, contra mi frente, masturbándose con mi cabeza. Ya se han comido todo el sashimi. Mi piel, untada de wasabi, no deja de temblar. De repente me sientes en la cresta de la ola y me retuerzo salvajemente y excito tanto a los hombres que todos terminan a la vez, dentro mío, encima mío, en mi cara, en mis tetas, en mis piernas y en mis manos. y yo, por supuesto, tengo un pene agarrado en cada mano y tengo tantos orgasmos tan intensos que pierdo el conocimiento. Pero, justo antes de alcanzar este clímax, advierto cómo los hombres me frotan el semen por todo el cuerpo, como si se tratara de una leche hidratante.
Cuando me despierto, me encuentro en un bañera con burbujas en un hotel de lujo. Al lado de la bañera de mármol veo una bandeja de plata con mi pasaporte, mi bolso, una botella de sake caliente y una preciosa cajita lacada en negro. Al abrirla, encuentro una espléndida cena japonesa dentro. Tomo un trozo de sashimi con los palillos, lo mojo en la soja mezclada con wasabi y me lo meto en la boca, deleitándome con el sabor mientras me pregunto si no lo habré soñado todo. Pero al rascarme un punto que me pica detrás de la oreja encuentro un pequeñísimo rastro de wasabi… y entiendo que la bienvenida al país no ha sido un sueño
4 comentarios - Bienvenida al oriente
SEGUI ASI !!! FELICITACIONES !!!
GRACIAS POR COMPARTIR !!!
ME ENCANTÓ TU COMENTARIO
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