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La Juani se masturba

La Juani se masturba NEOTETE


Hola gente, sigan hasta el final, vale la pena... que lo disfruten!

puta

Entreabrí la puerta sólo lo imprescindible
para que mi delgado cuerpo de chico de once años
pudiese escapar y me planté en los primeros
escalones del descenso, escuchando atentamente
antes de continuar mi marcha. Desde una calle
próxima me llegó el “¡Hay helados!” del Antonio
pregonando su mercancía. El temor de que
cualquiera de las cinco familias de inquilinos
tuviese la ocurrencia de salir a comprar un polo o
un heladito me dejó instantáneamente
paralizado. El picoteo de los pollos en el gallinero
llegaba hasta mí con inusitada claridad.
Me detuve en la galería en penumbra, cuya
vetusta puerta de madera me costó desplazar,
incluso empleando ambas manos. Los goznes
chirriaron y la potente luz solar me obligó a
cerrar precipitadamente los ojos so pena de
cegarme.
Como había supuesto ni un solo ser vivo
ocupaba el patio, los habitantes de la casa huían
de la canícula ocultándose en la fresca lobreguez
de sus habitaciones para todo. Me asomé al pozo
bajo la parra sintiendo en mí la agradable
humedad que emergía de sus profundidades,
luego proseguí el camino hasta la azotea
clavándome las irregularidades de las piedrecillas
en los pies mal protegidos por las sandalias
desgastadas.
Una vez en la atalaya, me entretuve
observando el incesante temblor bigotil de los
conejos que, agazapados en sus jaulas,
permanecían inmóviles, probablemente
semialetargados por el sofoco estival. Faltaba
uno, entonces recordé el delicioso olor del arroz
con carne que había apreciado en la cocina
comunitaria poco antes de que la voz de mi madre
por la ventana me anunciara la comida. Las
gallinas en los palos y huecos evitaban el
cansancio que cualquier movimiento pudiese
acarrearles; algunos polluelos piaban y
trasegaban sin miedo a desfallecer.
Miré las casas y corrales del vecindario: ni
una sola alma a aquella hora de la siesta. Desde
algún lugar me llegaba el "pa eso yo soy gitano
que tengo sangre de reyes en la palma de la
mano". Y fue entonces cuando escuché el ansiado
ruido de alguien en el patio a la sombra de la
parra. Precipitadamente y como pude, me oculté
tras la baranda mirando con ansiedad por entre
ramas y hojas.
Sí era ella, la Juani. La vi lanzar sus ojos hacia
uno y otro lado, asegurando su soledad, y acercar
el lebrillo con agua templada al sol hasta la silla
baja de anea agujereada. Se sentó en ella, el
corazón me golpeaba con fuerza mientras seguía
con concentrada atención su habitual ajetreo.
Hundió los pies en el agua contenida en el barro,
al tiempo que levantaba su falda algo más arriba
de sus portentosos muslos de dieciocho años de
natural e inaudita morenez. Tragué saliva e
intenté con gran esfuerzo dominar mi emoción.
Con la mano ahuecada transportaba el incoloro
líquido que pausadamente y no sin deleite iba
dejando resbalar a lo largo de sus miembros
inferiores que luego en lenta caricia restregaba
sin prisa.
Mis fijas pupilas no perdían detalle; el
nacimiento de sus pechos y algo más que
conseguía vislumbrar entre el verdor, cada vez
que su tronco se inclinaba, hacia que un fuerte
ardor se agolpase en mis sienes. Entreví sus
braguitas azul celeste a lo largo de su trajín,
mientras ella, ajena a la observación a la que
estaba sometida involuntariamente, iba subiendo
cada vez más las manos por entre sus piernas y,
en esa medida, mi excitación se acrecentaba a
tal extremo que dudaba poder soportarlo.
Y fue entonces cuando detuvo su actividad y
echó a mirar abajo, hacia la zona que yo tan
ardientemente y desde tanto tiempo deseaba
conocer y... Pero ahora sus largos cabellos
dificultábanme ver lo que ella con terca
concentración escrutaba e incluso parecía
acariciar.
Con sumo cuidado, en medio de mi descontrol,
cambié de posición buscando otro entrerramaje
que ampliara mi campo visual, lo conseguí en
breve, aunque con riesgo de romperme la nariz
contra la mampostería del barandal. Ahora sí,
ahora pude ver el agujerito en el suave azulado
por el que aparecía la negritud de su púbico vello
que ella, en juego retozón, trataba de doblegar y
ocultar.
Inconscientemente, una de mis manos se
trasladó a mi entrepierna en donde el calzón
corto aprisionaba dañándome el aún miembro
impúber que había crecido hasta alcanzar su más
amplia dimensión. Apenas podía contenerme,
respiraba con tal violencia, que, de no ser por el
ajetreo del gallinero, hubiese llegado sin duda a
los oídos de Juani; y miraba con tanta insistencia
que no comprendía cómo ella no llegaba a darse
cuenta de mi presencia sobre su cabeza.
De repente, creí haber sido descubierto, al
percibir la desviación de su mirada inquisidora
hacia diversos puntos del lugar en rápido examen.
Pero no, asegurándose de que no era observada,
deslizó con premura su más intima prenda por
muslos, piernas y tobillos depositándolas en el
suelo. Después, cogiendo un poco de agua
prosiguió su tarea higienizando
concienzudamente sus más delicadas partes.
Su vello negro y rizado apareció ante mi aguda
vista de preadolescente que no podía dar crédito
a semejante ilusión; su hendidura rosada por la
que ella paseaba los dedos suavemente al
principio, con mayor intensidad y rapidez
después, sus labios gordezuelos abiertos,
expectantes, deseosos... Mientras seguía
extasiado con el ritual de sus manos, las mías
apretaban con desmedido vigor en un tremendo
esfuerzo por no saltar la baranda y satisfacer de
una vez las incontenibles ansias día tras día
acumuladas.
Era tal mi excitación que la cabeza comenzó a
darme vueltas, la distancia entre la Juani y yo se
enturbió por la aparición de una espesa neblina
que no me dejaba apreciar con nitidez aquel
cuerpo, aquellas zonas tan deseadas... Hasta mi
semi-inconsciencia llegaron desde una remota
lejanía los débiles e irreprimibles gemidos de
Juani, indicadores del placer que por sí sola había
Obtenido y que yo hubiese querido otorgar.



paja


concha

7 comentarios - La Juani se masturba

mu_a2
tremendo relato gracias por compartir 😉 😉 😉
masturba espiaLa Juani se masturba
Pijotillo
🤤 🤤 🤤 🤤 LA JUANI¡¡¡¡¡¡
GRAN RELATO TETE¡¡¡¡