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El Inquilino

Mi nombre es Sandra. Tengo 43 años y hace 20 que estoy casada con Marcos. Tenemos un hijo que está en la Universidad y, por lo tanto, viene poco a casa, algunos fines de semana, y por supuesto en las vacaciones. El resto del tiempo estamos solos. En realidad yo estoy sola pues mi esposo trabaja. Sale de mañana, algunos días viene a almorzar y otras veces vuelve casi de noche. Yo dedico mi tiempo a la casa, la jardinería, y desde hace un tiempo paso mi tiempo libre en Internet. Me mantengo bastante bien para la edad que tengo y me agrada que los hombres se den vuelta a mirarme cuando paso. Mi trasero y mis piernas son muy atractivas, debo reconocer. Mi pecho es normal, pero se mantiene firme, dando una figura armoniosa y apetecible.
Marcos tiene un buen trabajo,pero con los gastos que siempre aumentan y un hijo en la Universidad, algunos meses llegamos muy justos a fin de mes. Esta situación le preocupa a mi esposo, y lo tiene siempre ensimismado. El único tema que comenta es sobre los gastos, los ingresos y como hacer para gastar menos. Toda esta situación hace que controle todas mis compras y la situación se pone muchas veces realmente tensa. No soy gastadora, pero tampoco puedo hacer milagros. Conclusión: estamos bastante alejados y la tensión es permanente.
Un buen día, viene a casa con la brillante idea de que podríamos alquilar un pequeño departamento que está en el primer piso de nuestra casa, departamento que hicimos hace muchos años para intentar una actividad comercial ( en realidad era un local y cuando dejamos el negocio lo reconvertimos en un lugar habitable), era pequeño, un solo ambiente, pero muy comodo para una sola persona.
La idea no me gustó demasiado. Tener una persona extraña compartiendo la casa no era algo que me entusiasmara. Si bien, el departamento tenía una entrada independiente y ninguna comunicación con la casa, si compartíamos alguna pared y me preocupaba esta invasión a mi intimidad.
Como sea, era tal la decisión de mi esposo que comenzó a dedicar todo su tiempo libre a poner en condiciones el lugar, y en un par de meses, debo reconocer que lo convirtió en un lugar realmente moderno y habitable, y seguramente, fácil de alquilar.
Una vez terminado comenzó a ofrecerlo a sus conocidos. Yo tuve que viajar unos días, y en ese interín Marcos me comunica que había alquilado el lugar, a un profesor que había tomado horas de clase en diversos colegios de la zona. Me molestó que hubiera decidido sin consultarme y se lo hice saber, pero por toda respuesta obtuve un reproche por no estar en casa ocupándome de las cosas importantes.
En fin, días después cuando volví, el inquilino ya estaba instalado. Salía a la mañana temprano cuando todavía no estábamos levantados y volvía a la noche bien tarde. Debo reconocer que no molestaba en lo más mínimo. Intrigada le pedí a mi esposo más detalles del personaje.
- Sandra, tu sabes que no soy buen fisonomista
- Bueno, pero lo has visto, dime como és porque si lo veo ni lo voy a reconocer.
- Que se yo. Tiene 35 años, y se llama Gustavo, de acuerdo al contrato de alquiler. Es delgado, que se yo, un tipo normal, dijo mi esposo sin levantar los ojos del periódico. En ese momento tocaron timbre.
Fui a atender y me encontré en la puerta con un hombre alto, cabello castaño, tez bronceada, impecablemente vestido.
- ¿ Qué deseaba?
- Disculpe señora, soy quien ocupa el departamento de arriba, necesitaría hablar con los propietarios, dijo con una voz gruesa, pero suave.
- ¿ Tú eres Gustavo? Encantada de conocerte, le dije extendiendo mi mano, yo soy Sandra la mujer de Marcos, complete
Gustavo tomó mi mano y acercándose me besó en la mejilla. Un aroma muy sensual me invadió, y la calidez de su mano y de su boca me paralizaron.
- Es un placer. Marcos me habló de Ud. pero nunca dijo que era tan atractiva, dijo sonriendo
- Gracias por el elogio, pero igual no vamos a rebajarle el alquiler, dije bromeando.
- Faltaba mas. Justamente venía a completar el depósito
- Pase, por favor, ya le aviso a mi esposo, dije y me alejé hacia el interior de la casa. Sentí ( o creí sentir) los ojos de Gustavo clavados en mi cuerpo y como electricidad que me atravesaba.
Le avisé a mi esposo que fue a atenderlo, y un rato después volvió, diciendo que el visitante había dejado saludos para mí.
Esa noche, mi esposo contento por haber podido incrementar sus ingresos me buscó para tener sexo, y la verdad que yo estaba particularmente excitada. Con vergûenza debo reconocer que mientras era penetrada por mi esposo, con los ojos cerrados pensaba en otra persona encima mío. No hace falta que les diga cual.
En los comercios del barrio comenzó a comentarse sobre el nuevo vecino. Las mujeres estaban revolucionadas. Todas me preguntaban a mí que como era, si lo veía seguido, si tenía novia, en fin. No había mujer entre 50 y 18 años que no estuviera desesperada por tener algún contacto con mi inquilino. Esto me ponía de malas, pero tenía que disimular como si nada me importara.
Desde la ventana del living veía a todas estas putarracas vigilando los movimientos de Gustavo. A que hora salía, cuando volvía, y descubrieron que tres días por semana salía a correr apenas salía el sol, que los viernes, por ejemplo volvía más temprano que de costumbre, tipo 15 hs. Y que los sábados luego de su ejercicio matinal, no volvía a salir hasta la noche, en que impecablemente vestido desaparecía.
Enfrente de casa, vivía una parejita joven, él tenía 28 años y ella 23. La joven era realmente una hermosura, perfecta por donde la miren. De buenas a primera comenzó a salir a caminar bien temprano, con la clara intención de acercarse a Gustavo. Los veía volver juntos caminando, saludarse y cada uno irse a su casa. Esta situación me resultaba muy molesta. Era una mujer casada y estaba allí babeandose por otro hombre. Que poco que vale, pensaba mientras disimulaba mi rencor.
Un viernes por la tarde, veo a Gustavo que regresa del trabajo, y al poco rato, la vecinita de enfrente cruza, sube velozmente la escalera y toca timbre en su departamento. Me acerqué a la puerta a escuchar de que se trataba.
Sentí abrir la puerta.
- Hola Daiana, que sorpresa
- Perdona, no quiero ser inoportuna
- No, por favor, no molestas ¿ Qué necesitas?
- Bueno, me habías invitado a que conociera tu departamento, te acuerdas ?
- Si, por supuesto, pero está todo desordenado, recién llego.
- No hay problema, lo que pasa que justo ahora estoy sola en casa y tengo un rato de tiempo.
- Bueno, pasa, y no te asustes, la puerta se cerró y yo me quedé allí totalmente furiosa.
La muy puta, se había metido en su casa, y encima le decía que estaba sola y que podía quedarse un rato. No sabía que hacer, aunque sabía que nada podía hacer.
Me fui al dormitorio de huéspedes que compartía una pared con el departamento de Gustavo. Desesperada abrí el placard, y descubrí que allí la pared era más fina y que podía escucharse medianamente lo que allí hablaban, aunque algunas palabras de perdían, pero se podían imaginar.
- Está muy bonito, decía una voz femenina
- Si, es muy práctico. ¿ Quiéres tomar algo?
- No gracias, no tengo mucho tiempo, mi esposo vuelve en una hora y tengo que estar en casa.
- Como quieras. ¿ Hace mucho que están casados?
- 1 año
- Vaya es muy reciente. Todavía están de luna de miel.
- Bueno, no te creas. No todas son rosas
- Por supuesto, la convivencia siempre es dificil. Si me disculpas, voy a ponerme un poco más cómodo. El saco y la corbata durante todo el día se hace insoportable.
- No te preocupes, haz de cuenta que estás solo
- ¿ Te parece? Mira que cuando estoy solo acostumbro a quedarme desnudo, dijo riéndose
- Yo soy quien invadió tu casa así que no puedo ponerte condiciones.
- Está bien, dijo, ya vuelvo, y se escuchó la puerta del baño que se cerraba.
Pasaron unos minutos de silencio.
La puerta del baño se abrió y una exclamación de Daiana la acompañó.
- Yo te lo advertí, se escuchó decir a Gustavo.
- Sii, pppero no pensé que fuera textual, dijo ella
- Mira, somos grandes. Me voy a acostar en mi cama y voy a ver como te desnudas para mí
- Te equivocas conmigo, atinó a decir con voz temblorosa, evidentemente afectada por lo que estaba viendo
- Si me equivoco disculpáme, date por ofendida y allí está la puerta. Te vas, y tan amigos como siempre, dijo Gustavo con una voz que denotaba un total dominio de la situación.
Un nuevo silencio se produjo.
- Vaya, eres una verdadera muñequita. Desnuda estás aún mejor que vestida con tu ropa deportiva. Ven aquí.
Un nuevo silencio donde la imaginación llenaba los vacíos.
- Ahora me la vas a chupar como vos sabés, dijo Gustavo, ahh, eso, así, que buena mamadora que resultaste. Me parece que practicaste mucho antes de casarte hmmmm.
El silencio volvió a prolongarse. Yo estaba excitada y mojada como nunca antes.
- Bueno, hasta aquí, ahora es mi turno. Hace rato que quiero meter mi lengua en tu conchita, y a continuación una serie de gemidos y suspiros de la joven indicaba sin lugar a dudas lo que estaba pasando.
- Estás muy caliente. Es el momento de clavarte, dijo y unos segundos después un nuevo gemido indicaba que la habían empalado. Casi de inmediato los gemidos subieron de tono, y demostraban que ella se estaba corriendo.
- Eso, goza perra, goza, y siente como mi verga te taladra hasta el fondo, decía él mientras los crujidos de la cama denotaban que el pistoneo era salvaje.
- Ahhh, como te siento, por favor, como te siento, gritaba ella.
- Y no es nada esto, imagínate cuando mi leche te queme, decía él
- No,por favor, no me acabes adentro que puedo quedar preñada, suplicaba ella
- Vamos puta, no me digas que no tomas pastillas
- Si, pero sabes que no son del todo seguras.
- Mira, no hay manera para que no me vacíe dentro tuyo. Te dí un orgasmo y me darás el mío como yo quiera, esta claro? Y tu maridito se hará cargo si algo falla.
- No, por favor, suplicaba ella
- Hay voy, puedes quejarte o disfrutar y volver a gozar cuando te queme. Tu decides, y a continuación los gemidos del macho indicaban claramente que se estaba vaciando
- ¡ Hijo de puta! ¡ Me estás llenando! ¡ Cuanta leche, me quemás! ¡ Me corro, me corro!
No aguanté más y abandoné la habitación. Estaba totalmente descontrolada, los líquidos corrían por mi vagina y mi bombacha estaba totalmente empapada. Me senté en el living tratando de tranquilizarme. 10 minutos después vi a Daiana bajar de prisa la escalera e irse a su casa volando.
***
Esta situación se repitió varias veces, y para colmo no siempre con la misma mujer. En cosa de 3 ó 4 meses, mi inquilino se había pasado por la piedra a toda mujer apetecible del barrio. Era un verdadero semental.
Hubo historias especiales, debo reconocer, como la mujer del carpintero de la esquina, una mujer de unos 40 años, cuyo esposo era extremadamente celoso, y no la dejaba ir a ningún lado sola. La muy puta, salía a la noche tarde con la excusa de pasear el perro, mientras su esposo se iba a acostar, y con perro y todo subía la escalera, entraba al departamento, se echaba un polvo de parada y luego le chupaba la verga hasta hacerlo acabar y se tomaba todo. En cuestión de 10 minutos bajaba satisfecha y volvía a su casa.
Una jovencita de 18 años, que vivía al lado también era un caso especial. Salía con sus amigos y se escapaba de la fiesta a la madrugada y venía a visitar a Gustavo.
La descubrí una noche que tocó el timbre a la madrugada. Estábamos durmiendo y mi esposo no se despertó pero yo sí. Me extrañó la hora, así que rápidamente fui a la otra habitación y me puse a escuchar a través del placard.
- Es tarde nena, mañana tengo que levantarme temprano, escuché que él le decía.
- Es el único momento en que puedo venir sin que nadie sospeche, porfi.
- Bueno pero estoy cansado, vas a tener que hacer que se me ponga dura y luego me vas a cabalgar. Es todo lo que puedo hacer por vos hoy.
- Está bien
- No te desnudes. Quédate con tu mini. Sácate la tanguita que me calienta más verte vestida
- Como quieras mi amor, dijo ella.
- Eso, chupa chupa
- Hmmm, que rica
- Vamos no te distraigas que se está levantando
- Está muy dura
- Si ya está lista, poneme un preservativo y móntame
- Ay, que dura que está, no entra
- No seas puta si ya te la he clavado hasta el fondo varias veces.
- Ahora entró, ahhh, que placer mi amor. ¿ Porqué estás tan cansado?
- Porque esta noche ya tuve visitas.
- Me pongo celosa, ¿ quien vino?
- ¿ Para qué quieres saber?
- Para saber si coge mejor que yo
- Tu coges bien, pero eres una nenita todavía, tienes mucho que aprender
- Ay, me voy a correr, acariciame, por favor
- Córrete bien, vamos, eso. Bien, eres rápida para el orgasmo, eso es bueno.
- Ahhh, que placer, pero dime con quien estuviste hoy. ¿ La conozco?
- Si la conoces
- Dime quien es, por favor
- ¿ Sabes guardar un secreto?
- Si
Un ruido se sintió, y por las expresiones era evidente que la había dado vuelta y el la estaba clavando contra la cama.
- Ahora te voy a llenar, para que todo quede en familia. Hace un rato le eché un polvo igual a tu mamita.
- ¡No! ¡ Sos un hijo de puta!
- Callate y aguantá, que tu mamita se la aguantó sin chistar. A ver si la superás y dicho esto empezó a gemir acompañando los chorros de semen que escupía.
- No podés cogerte a mi mamá, sollozaba la joven
- Si viene a pedirme por favor. Un polvo no se le niega a nadie. Aparte le gusta que le den por el culo, así que se lo reviento todas las veces, decía Gustavo mientras terminaba de vaciarse.
Quedaron en silencio un rato. Pensé que la niña seiba a enojar y se iba a ir.
- ¿ Como estuve? ¿ Mejor que mi mamá?
- Esuviste bien,pero ya te dije que te falta experiencia. Tu mamá me la chupa y se traga todo mi semen y además, como te dije le gusta que le de por el culo.
- Quien te dice que a mi también me guste, dijo la joven
- Eres muy chica para eso
- No soy chica, ya viste que puedo con tu verga, y además tengo un culito bastante grande
- Está bien, más adelante veremos, realmente tienes un buen culo, se ve que es de familia, ahora andate que tengo que dormir y entre vos y la puta de tu vieja me han dejado seco hoy.
Volví al dormitorio no pudiendo creer lo que escuchaba. El hijo de puta se cogía a la madre y a la hija y encima se lo contaba a ella. Era capaz de contarselo también a la madre si se daba la oportunidad.
Como sea, esta situación me tenía fuera de mí. No puedo negar que la situación me excitaba. Y lo interesante era que Gustavo no buscaba a las mujeres. Ellas se le insinuaban y lo buscaban. El era un encanto de educación y compostura. Y yo necesitaba también acostarme con él. Necesitaba probarlo.
El vuelco de la historia se produce un viernes. Gustavo volvió temprano y al rato bajó y tocó el timbre en casa. Yo estaba vestido con un short corto de algodón ajustado y una musculosa haciendo juego, sin corpiño. Pensé en ir a cambiarme, pero desistí. Quería ver su reacción.
Abrí la puerta, y allí estaba el vestido con un equipo de gimnasia y ojotas.
- Disculpa Sandra, pero venía a pagar el alquiler, no quería molestarte, dijo mientras recorría mi cuerpo con una mirada sensual.
- No hay problema, disculpa que no esté mejor vestida, pero iba a trabajar en el jardín.
- Por favor, para mí estás espléndidamente vestida. Ese conjunto te queda espectacular.
- Pasa, por favor que voy a buscar el recibo.
Se sentó en el living y yo fui al modular que esta enfrente del sillón que el ocupaba y comencé a hacer como que buscaba el talonario de recibos. Intencionalmente me agachaba y dejaba todo mi culito en pompa, separaba las piernas, y por el reflejo de las puertas del mueble veía como él me comía con los ojos, e instintivamente comenzó a acariciarse la verga mientras miraba el espectáculo. Yo estaba decidida a no regalarme. Por una vez quería que el saliera de cacería. Mis vecinas lo habían acostumbrado muy mal.
Luego de un rato, fui al comedor y de allí traje el talonario.
- Disculpa, no me acordaba donde lo había dejado, y arrodillándome delante de él me puse a escribir sobre la mesa ratona, dejando mi trasero a medio metro de él.
- Realmente eres mucho más joven que tu esposo, no?
- No te creas. El me lleva 2 años nada más.
- No puede ser. ¿ Cuantos años tienes?
- No es de caballeros preguntarle la edad a una dama, contesté sin darme vuelta ni dejar de escribir. ¿ Cuántos me das?
- 35
- Te está haciendo falta ir al oculista, le dije
- No te creas, veo muy bien, dijo con una voz donde se traslucía una importante calentura
“ Te tengo donde te quería” pensé para mis adentros, y terminando de escribir me levanté de la posición arrodillada y me quedé de pie pero totalmente agachada como si estuviera leyendo el recibo sobre la mesita.
- Me parece que está bien, dije sin darme vuelta, sentí como él se levantó y se acercó a mi espalda.
- Déjame ver, dijo mientras miraba sobre mi hombro y sentí como su verga dura como el acero se apoyaba en mi trasero.
No dije nada. Me limité a quedarme quieta. El acomodó su vara entre mis nalgas y la dejó allí.
- Está muy bien, me dijo en un susurro al oído.
- Bueno, entonces si me dejas lugar voy a levantarme.
Esta posición te favorece, te lo puedo asegurar, dijo mientras sus manos tomaban mi cintura y su boca comenzaba a besar mi cuello.
Lo dejé hacer quedándome quieta y disfrutando de las sensaciones. Sus manos subieron por el costado de mi cuerpo, hasta tomar mis hombros, apartaron los cabellos de mi cuello y siguió recorriendo con su lengua toda esa zona, lo que me provocaba escalofríos.
- Espera, espera, no tan rápido. Me parece que estás demasiado caliente, le dije, levántandome y obligándolo a retirarse.
Me di vuelta y su boca se pegó a la mía, dándome un chupón como si quisiera sacarme el aire de los pulmones. No pude más que quedarme quieta mientras su lengua penetraba en mi boca.
Cuando me soltó, me costó unos segundos recuperar la respiración.
- ¿ Estás loco? Dije mostrándome enojada. Mi esposo puede volver en cualquier momento
- Vamos que son las 3 de la tarde y él vuelve a las ocho de la noche, dijo mientras trataba de abrazarme.
- No te confundas conmigo. Mira, vamos al parque y me ayudas con las plantas así te refrescas un poco, le dije mientras lo tomaba de la mano y lo llevaba para afuera. Se dejó llevar docilmente.
Una vez en el parque, comencé a podar las plantas. El a mi lado no perdía detalle de mis movimientos, los cuales eran intencionalmente más sensuales de lo que debieran. Pararme en puntas de pie, agacharme sacando bien mi trasero, todo lo que hacía sabía que lo excitaba.
- Vaya Sandra, que hermoso cuerpo que tienes. Lo noté desde el primer dia, pero verte ahora en movimiento me da mucho más morbo.
- Gustavo, se que estás acostumbrado que las mujeres del barrio te persigan a sol y a sombra, pero eso no va conmigo, así que no gastes tu estrategia inutilmente.
- Que no es ninguna estrategia. Estás para comerte, por favor dedícame unos minutos y sé que va a gustarte, decía mientras acariciaba mi espalda.
- Mira, lleva estas herramientas al galponcito que voy a buscar algo fresco para tomar así te tranquilizas, y diciendo esto di media vuelta y entré a la casa.
Realmente estaba totalmente sacado. Yo tenía que decidir que iba a hacer con él. En verdad tenía muchas ganas de poseerlo, pero me agradaba hacerlo sufrir un poco, frente a tanta chica fácil que tenía normalmente.
Preparé dos vasos de jugo y fui hasta el galpón. Gustavo estaba allí sentado sobre una mesa de trabajo de mi esposo.
- Toma a ver si te refrescas, le dije sonriendo. El tomo el vaso de jugo helado y sin decir nada lo derramó sobre mi cuerpo, mojándome de arriba a abajo.
- Pero, ¿ estás loco? Dije sorprendida por la acción.
- Voy a tomar mi jugo como a mí me gusta, y acercándose comenzó a desnudarme antes que yo reaccionara. Cuando intenté responder, mi remera había volado por el galpón y mi short y tanga estaban en el suelo.
- Ahora voy saciar mi sed, y su lengua comenzó a recorrer mis pechos, mi cuello y mi estómago, sorbiendo el jugo que se había derramado.
Las sensaciones eran tan maravillosas que solo atiné a tomar su cabeza y acompañar su trabajo. Luego de un rato, volvió a mi boca, y sentí el sabor agridulce del jugo y su saliva. Mientras me besaba, habilmente se quitó la remera y su pantalón quedando totalmente desnudo delante mio.
- Quiero sentir tu boquita, mamita, me dijo empujando mi cabeza hacia abajo. Sin resistirme me arrodillé y tomando su herramienta con ambas manos comencé a lamer su cabeza.
- Eso putita, eso. Vamos a ver que clase de mamadora sos
Despacio me introduje buena parte de su verga en la boca y comencé a frotarla con mi lengua, a succionarla y chuparla con verdadero placer.
Luego de un rato, hizo que me levantara, apoyara mis manos en ella mesa de trabajo y ubicádose entre mis piernas comenzó a pasear su lengua por mi sexo, sacándome aullidos de placer. Era increible la habilidad que tenía para esta tarea. Me llevó al borde del orgasmo,cosa que nunca me había pasado.
Se levantó y volvió a ubicarse detrás mio como cuando estábamos en el living de mi casa. Sentía su verga entre mis piernas empujando los labios de mi vagina, y sus manos en mis hombros, acariciandome.
- Ahora te voy a clavar, aquí, en esta mesa donde trabaja tu maridito, y despacio, apuntó la cabeza de su herramienta entre mis labios vaginales y comenzó a empujar. Instintívamente abrí mis piernas para facilitar la penetración. Rozó en mi sexo un par de veces, hasta que encontró el camino y sentí como su cabeza me penetraba. Cuando se sintió adentro se quedó quieto respirando profundo, como si necesitara juntar fuerzas para lo que seguía, y luego de unos segundos, con un movimiento armonioso, como si fuera una ola , me poseyó por completo, haciendo que casi me levantara del suelo, para poder acomodar toda su verga dentro mío.
- Ayyy, despacio, alcancé a decir, pero de manera inconsciente porque realmente estaba disfrutando la manera en que me poseía. Una vez que me empaló totalmente se retiró lentamente hasta que nuevamente solo la punta de su verga estaba dentro mío, y volvió a empujar hasta el fondo, y así repetidas veces, dando la sensación de que cada vez que me clavaba llegaba más lejos, lo cual era imposible, pues yo sentía como su cuerpo se pegaba al mío. No tenía más para darme. Ni yo hubiera soportado un centímetro más. Me llenaba por completo.
- Ahhh, hmmmm, que placer, decía a mi oído cuando me clavaba por completo. Sus manos tomaron posesión de mis pechos, y los magreaban mientras seguía con su perforación. Yo mientras me aferraba con todas mis fuerzas a la mesa para evitar que en el mete y saca me aplastara contra ella.
- ¿ Te gusta? ¿ Hace mucho que no te cogían así? Me preguntaba cuando se pegaba a mí.
- Sigue, sigue, no te detengas. Claro que me gusta, no pares, por favor, escuchaba que salía de mi boca aunque me costaba reconocer que era yo quien hablaba, tal era el grado de excitación y descontrol que tenía. El orgasmo que estaba rondando, por fin me arrasó como una tormenta tropical y caí sobre la mesa quedando apoyada con mis codos, mientras sollozaba de placer. El cambio de posición hizo que el roce de su verga dentro de mi cuerpo se acentuara, y mi climax con las contracciones que apretaron su verga, lo llevaron al límite, alcanzando a salirse con lo justo.
Me tomó de los hombros y me obligó a darme vuelta. Yo todavía estaba floja por mi orgasmo así que me sentía como una muñeca de trapos. Me obligó a arrodillarme y luego me metió su verga en la boca, comenzando un rapido bombeo como si estuviera cogiendo. Nunca me habían acabado en la boca y no me gustaba pero tal era mi entrega que no podía reaccionar. Todavía me sacudían los temblores del orgasmo reciente. Me tomó de la cabeza y comenzó a masturbarse con mi boca.
- Eso puta, así, dale que te voy a dar tu ración de leche, decía mientras aceleraba tratando de alcanzar su climax. Intenté resistirme pero era imposible. Era una fiera descontrolada. Apretaba mi cabeza y me enterraba su herramienta hasta el fondo. Creí que iba a ahogarme con su verga, pero antes que pudiera hacer nada, una última arremetida y un grito me indicó que esta violación de mi boca llegaba a su fin. Un chorro espeso y caliente golpeó mi garganta y 5 chorros más acompañaron cada estocada que Gustavo daba gritando. Tuve que apurarme a tragar para no asfixiarme, tal era la cantidad de leche que soltaba, y por primera vez en mi vida, me sentí un miserable objeto sexual, usado para satisfacer los deseos de un macho al cual solo me unía la calentura.Y lo que es peor, lo disfruté. Cuando hubo terminado, toda su violencia se convirtió en ternura, y comenzo a acariciar mi cabeza dulcemente.
- Eres extraordinaria mamita. Ahora limpiala bien con la lengûita, como vos sabés, decía con los ojos cerrados y disfrutando como un cerdo.
Luego de un rato, sacó su verga ya floja de mi boca y comenzó a vestirse. No dijimos nada más. No había mas nada que decir. Una vez que nos vestimos, lo acompañé a la puerta. Me dio un beso en la mejilla y salió. Volvió sobre sus pasos y me miró.
- El mes que viene no podré venir a pagarte el alquiler, así que tendrás que subir tu a cobrarlo, me dijo con una mirada dominante.
- Está bien Gustavo, no te preocupes. El próximo mes subo yo a cobrarte, dije aceptando su propuesta.
- Inclusive sería bueno que el viernes que viene subieras así combinamos la hora, me dijo estudiando mi reacción.
- El viernes que viene, si vuelves temprano, subiré a ponerme de acuerdo contigo, le dije sosteniendo su mirada.
Cuando se fue, me bañé tratando de sacarme de encima el olor a macho que me había quedado. Mi maridito no sospechó nada cuando le dije que Gustavo había venido a pagar el alquiler. Claro que las cosas serían diferentes en el futuro, pero eso será motivo de otra historia.

4 comentarios - El Inquilino

mu_a2
tremendo relato gracias por compartir 😉 😉 😉
Te gusta asi¡¡? relatoerotico
lamorbosa
Escribir un comentario... 😛 😃 😃 🙎‍♂️