Amigos, gracias por los comentarios y puntines, buena onda.
Les dejo la 4ta parte, el final del primer encuentro con Anita.
La Veterana- parte 4
Salí del baño, Ana estaba acostada en el colchón, boca abajo, regalándome una privilegiada vista de ese culo perfecto y duro como el acero. La sola visión que tenia, hizo que mi pija respondiera, me acerque y suavemente me acosté encima de ella, acomodando mi miembro erecto entre sus hermosas nalgas.
-Epa, se sorprendió, parece que estamos listos para otra ronda.
No respondí, solo abrí la boca para comenzar a morderle suavemente la oreja, le metía la lengua, le gusto y empezó a ronronear como una gatita.
-Mmm pendejo me encanta lo que me haces, me susurro al oído. Así como estaba, apoyándola desde atrás, le comí la boca, nuestras lenguas jugueteaban, eran besos desenfrenados, desesperados, de una calentura tal, que parecía que ninguno había cogido en meses. Pase mis manos por debajo de su cuerpo y agarre esas hermosas gomas que tenia, sus pezones respondieron al instante, poniéndose duros como clavos, y su lengua parecía una boa, que quería meterse dentro mío, mi mano derecha se deslizo por su estomago hasta llegar a su concha, estaba empapada, producto de los incontables orgasmos que había tenido un rato antes. Le metí dos dedos y los saque cubiertos de sus jugos, deje de besarla, la mire a los ojos y me los chupe como un niño a un chupetín, eso la puso a 10 mil revoluciones. Mientras me volvía a comer la boca, le volví a colar los dedos en la concha, los metía y los sacaba, a diferentes ritmos.
Ana se estaba volviendo loca, su ronroneo inicial, había pasado a la categoría gemidos y luego a unos sonidos guturales que denotaban que gozaba como una perra en celo con el mete y saca de mis dedos.
En una de las metidas, pego un respingo, que me hizo parar pensando que le había dolido. No pares!, me grito sacada, tocame ahí, donde me tocaste recién. Metí mi dedo mayor y lo apoye en el punto exacto donde había estado. Ay si hijo de puta, ahí, así, ahí. Mientras le masajeaba su punto G con mi dedo mayor, con el índice le apretaba el clítoris, eso la volvió completamente loca, empezó a gritar y a sacudirse y acabo en un orgasmo tremendo, eyaculando otra vez, empapando mi mano.
Así acostados como estábamos, ella boca abajo y yo encima, me puse el forro, le acomode la pija en la puerta de su concha, y empecé a penetrarla lentamente.
La metía y la sacaba bien despacio, sintiéndola rozar contra las paredes de su concha toda mojada. Sentía su calor, sus jugos empapando mi mástil erecto. Así estuve por 10 minutos, hasta que me dijo: Date vuelta, quiero verte a la cara mientras acabo.
Cambiamos de posición y seguimos con el mete y saca, en lo mejor de la cogida me susurro al oído: Decime chanchadas que me encanta. Eso, si es que era posible, me puso la pija mas dura aun.
-Sos tan puta, que venís a buscar acá, lo que no te dan en casa…
-Como te gusta que otro disfrute las tetas que pago tu maridito…
Las frases la ponían más cachonda, y me apretaba la verga con sus músculos vaginales, parecía que me la quería arrancar. Me estaba ordeñando como a una vaca, quería mi leche, y yo, a ese ritmo de cogida, no iba a tardar mucho en dársela.
Seguimos bomba y bomba un rato mas, yo a pesar de mi grado de calentura estaba logrando aguantar una cogida mas larga, pero esta hembra sabía como lograr lo que quería, y lo que quería era mi leche.
Mientras le daba, le mordisqueaba los pezones, ella jadeaba y me decía: Que bien me coges, no como el boludo de mi marido…que pija tenés pendejo, la quiero todaaaaaaa…
Viendo que ella estaba por alcanzar su orgasmo numero no se cuanto, empecé a acelerar las embestidas, y en el frenesí y la locura del momento, de pronto me mando un dedo en el ojete, me metió apenas la primer falange, pero creo que la sorpresa y el placer que me dio, hizo que acabara como un toro semental, llenando el forro con una cantidad de leche impresionante, Ana, por su parte alcanzo un orgasmo bestial y me clavo las uñas en la espalda, dejándomela toda marcada por varios días.
Nos quedamos así encastrados pija con concha durante un rato.
Cuando nos recuperamos, me beso y me dijo: Gracias por tanto placer, hacia rato que no me cogian tan bien.
La bese yo esta vez, sos una bestia, me pegaste una sola cogida y aprendí más de sexo que en toda mi vida. Y lo que te voy a enseñar, me contesto. Me dio un beso en la punta de la nariz, como si fuera su hijo, agarro su ropa y se fue al baño.
Con la poca fuerza que me quedaba luego de esa brutal sesión de sexo, me vestí, desinfle el colchón, (que dicho sea de paso, quedo tan manchado de los orgasmos de Anita, que tuve que hacerlo desaparecer en unos estantes altos, y usarlo para coger, ya que era imposible de vender), y espere a que Ana saliese.
Mientras la acompañaba a la puerta, le pregunte: ¿Qué mentira le vas a decir a tu marido? Ninguna, respondió. La mire incrédulo. Le diré la verdad, que fui al dentista, y que me hizo un buen tratamiento de conducto.
Abrí la puerta, me asome a ver si venia alguien. La calle estaba desierta a la hora de la siesta, me planto un beso en la mejilla y se fue, caminando tranquila.
Yo como siempre, me quede mirándola, con ese andar gatuno, y ese orto, pensando en cuando llegaría el día en que esa cola fuera mía…pronto, mas pronto de lo que creía…
Continuara
Les dejo la 4ta parte, el final del primer encuentro con Anita.
La Veterana- parte 4
Salí del baño, Ana estaba acostada en el colchón, boca abajo, regalándome una privilegiada vista de ese culo perfecto y duro como el acero. La sola visión que tenia, hizo que mi pija respondiera, me acerque y suavemente me acosté encima de ella, acomodando mi miembro erecto entre sus hermosas nalgas.
-Epa, se sorprendió, parece que estamos listos para otra ronda.
No respondí, solo abrí la boca para comenzar a morderle suavemente la oreja, le metía la lengua, le gusto y empezó a ronronear como una gatita.
-Mmm pendejo me encanta lo que me haces, me susurro al oído. Así como estaba, apoyándola desde atrás, le comí la boca, nuestras lenguas jugueteaban, eran besos desenfrenados, desesperados, de una calentura tal, que parecía que ninguno había cogido en meses. Pase mis manos por debajo de su cuerpo y agarre esas hermosas gomas que tenia, sus pezones respondieron al instante, poniéndose duros como clavos, y su lengua parecía una boa, que quería meterse dentro mío, mi mano derecha se deslizo por su estomago hasta llegar a su concha, estaba empapada, producto de los incontables orgasmos que había tenido un rato antes. Le metí dos dedos y los saque cubiertos de sus jugos, deje de besarla, la mire a los ojos y me los chupe como un niño a un chupetín, eso la puso a 10 mil revoluciones. Mientras me volvía a comer la boca, le volví a colar los dedos en la concha, los metía y los sacaba, a diferentes ritmos.
Ana se estaba volviendo loca, su ronroneo inicial, había pasado a la categoría gemidos y luego a unos sonidos guturales que denotaban que gozaba como una perra en celo con el mete y saca de mis dedos.
En una de las metidas, pego un respingo, que me hizo parar pensando que le había dolido. No pares!, me grito sacada, tocame ahí, donde me tocaste recién. Metí mi dedo mayor y lo apoye en el punto exacto donde había estado. Ay si hijo de puta, ahí, así, ahí. Mientras le masajeaba su punto G con mi dedo mayor, con el índice le apretaba el clítoris, eso la volvió completamente loca, empezó a gritar y a sacudirse y acabo en un orgasmo tremendo, eyaculando otra vez, empapando mi mano.
Así acostados como estábamos, ella boca abajo y yo encima, me puse el forro, le acomode la pija en la puerta de su concha, y empecé a penetrarla lentamente.
La metía y la sacaba bien despacio, sintiéndola rozar contra las paredes de su concha toda mojada. Sentía su calor, sus jugos empapando mi mástil erecto. Así estuve por 10 minutos, hasta que me dijo: Date vuelta, quiero verte a la cara mientras acabo.
Cambiamos de posición y seguimos con el mete y saca, en lo mejor de la cogida me susurro al oído: Decime chanchadas que me encanta. Eso, si es que era posible, me puso la pija mas dura aun.
-Sos tan puta, que venís a buscar acá, lo que no te dan en casa…
-Como te gusta que otro disfrute las tetas que pago tu maridito…
Las frases la ponían más cachonda, y me apretaba la verga con sus músculos vaginales, parecía que me la quería arrancar. Me estaba ordeñando como a una vaca, quería mi leche, y yo, a ese ritmo de cogida, no iba a tardar mucho en dársela.
Seguimos bomba y bomba un rato mas, yo a pesar de mi grado de calentura estaba logrando aguantar una cogida mas larga, pero esta hembra sabía como lograr lo que quería, y lo que quería era mi leche.
Mientras le daba, le mordisqueaba los pezones, ella jadeaba y me decía: Que bien me coges, no como el boludo de mi marido…que pija tenés pendejo, la quiero todaaaaaaa…
Viendo que ella estaba por alcanzar su orgasmo numero no se cuanto, empecé a acelerar las embestidas, y en el frenesí y la locura del momento, de pronto me mando un dedo en el ojete, me metió apenas la primer falange, pero creo que la sorpresa y el placer que me dio, hizo que acabara como un toro semental, llenando el forro con una cantidad de leche impresionante, Ana, por su parte alcanzo un orgasmo bestial y me clavo las uñas en la espalda, dejándomela toda marcada por varios días.
Nos quedamos así encastrados pija con concha durante un rato.
Cuando nos recuperamos, me beso y me dijo: Gracias por tanto placer, hacia rato que no me cogian tan bien.
La bese yo esta vez, sos una bestia, me pegaste una sola cogida y aprendí más de sexo que en toda mi vida. Y lo que te voy a enseñar, me contesto. Me dio un beso en la punta de la nariz, como si fuera su hijo, agarro su ropa y se fue al baño.
Con la poca fuerza que me quedaba luego de esa brutal sesión de sexo, me vestí, desinfle el colchón, (que dicho sea de paso, quedo tan manchado de los orgasmos de Anita, que tuve que hacerlo desaparecer en unos estantes altos, y usarlo para coger, ya que era imposible de vender), y espere a que Ana saliese.
Mientras la acompañaba a la puerta, le pregunte: ¿Qué mentira le vas a decir a tu marido? Ninguna, respondió. La mire incrédulo. Le diré la verdad, que fui al dentista, y que me hizo un buen tratamiento de conducto.
Abrí la puerta, me asome a ver si venia alguien. La calle estaba desierta a la hora de la siesta, me planto un beso en la mejilla y se fue, caminando tranquila.
Yo como siempre, me quede mirándola, con ese andar gatuno, y ese orto, pensando en cuando llegaría el día en que esa cola fuera mía…pronto, mas pronto de lo que creía…
Continuara
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