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La compañera de Trabajo

Un día de verano quedé con Juan para tomar unas cervezas, ya que él se encontraba de “rodríguez” y Verónica trabajaba hasta tarde. Al poco de estar charlando en el bar recibí una llamada de mi mujer en la que me preguntó donde me encontraba. Yo le expliqué lo que hacía y le pareció una idea estupenda el acompañarnos a la salida de su trabajo, por lo que nos pidió que la recogiéramos a la salida y nos fuéramos los tres a tomar algo.

Llegada la hora fuimos con el coche de Juan y la encontramos ya esperándonos en la puerta del edificio, subió al vehículo y nos fuimos a un bar que tenía una terraza exterior estupenda, en donde además hacía mucho fresquito, cosa de agradecer en aquellas fechas.

Nos sentamos los tres y pedimos las respectivas consumiciones. A penas las hubo servido el camarero, Verónica recibió una llamada a su móvil: era su compañera de trabajo Sonia, la cual dijo que vio como se marchaba con nosotros y que le había apetecido salir también, pero que a su novio, un tío un poco soso, no le apetecía, por lo que pensó en que si no andábamos muy lejos, en quedar con nosotros, si no nos importaba, y así poder salir un rato.

Verónica no sabía si a nosotros nos importaría su compañía, por lo que nos preguntó y, un poco por el compromiso, aceptamos que se uniera al grupo, quedando en recogerla en la puerta de su casa en quince minutos.

Bebimos nuestras consumiciones y pedimos la cuenta rápidamente, pues si no sería imposible llegar a por Sonia en el tiempo que habíamos quedado.

Nos dirigimos al coche de Juan, y este, siempre tan sagaz, dijo que Verónica se subió al coche cuando la recogimos y que ni lo había saludado como era debido.

Sin perder un segundo mi mujer se acercó a darle los dos besos de rigor, pero este le propinó un beso en la boca, al que ella le correspondió como era de esperar.

- Eh, que mi mujer no me saluda ni a mí así, comenté en broma.

La verdad es que yo entendía a Juan, pues mi mujer está muy, muy bien, y sabiendo que además es una cachonda que le gusta un rabo más que nada, era natural intentarlo todo.

Nos subimos al coche, obligándome Verónica a que yo lo hiciera en la parte trasera, y así ella poder ir en la del acompañante del conductor.

- Sabéis que me habéis puesto cachondo de veos besándoos.

- Pues ya somos dos, dijo Juan.

- No, di mejor que ya somos tres, añadió Verónica.

- ¿Eres capaz de sacarle la polla a Juan y meneársela mientras conduce hasta llegar a la casa de Sonia?

- Pues claro, mira.

Sin pensárselo dos veces comenzó a hurgar en el pantalón de Juan desabrochando el botón y bajando la cremallera, metió su mano dentro del calzoncillo de sacó la polla de Juan, no sin esfuerzo debido a las dimensiones que esta ya había adquirido. Una vez fuera comenzó a meneársela lentamente, disfrutando con lo que estaba haciendo. Cuando llegábamos a los semáforos, aprovechaba el paréntesis en la conducción y se agachaba metiéndosela en la boca y chupándola durante los instantes que permanecía cerrada la circulación. Cuando se incorporaba continuaba meneándola, mientras yo aprovechaba desde la parte de atrás para tocar sus tetas.

Ya quedaba poco para llegar a la casa de Sonia, por lo que recompuso Juan su pantalón y ella se colocó bien el pelo y la ropa.

Al llegar bajamos del vehículo, se nos notaba la excitación que llevábamos por lo ocurrido. Llamó al portero Verónica avisando que estábamos esperándola, contestándole una voz que ya bajaba.

Al momento vimos avanzar hacia nosotros a Sonia. Era morena, de ojos oscuros rasgados, pelo largo y de complexión similar a la de Verónica. Le había dado tiempo a cambiarse de ropa, deshaciéndose de la que llevaría en el trabajo, y cambiándola por una minifalda, muy mini, vaquera, y una camiseta atada al cuello y que hacía que sus pechos se pronunciasen muy favorablemente. En resumen, la chavala estaba muy bien.

Tras las correspondientes presentaciones, nos subimos de nuevo al vehículo, quedando ahora yo acompañado por Sonia en la parte trasera.

- Ahora no te quejarás de que vas solo ahí atrás ¿no? Dijo pícaramente Juan

- La verdad es que ahora no se puede quejar, pues además de tener compañía, es la calidad de esta. ¿Os habéis fijado que compañera más guapa tengo?

- Por favor Vero, vas a hacer que me ruborice.

Así fue el resto del camino, con las trivialidades propias de quienes aun no tienen confianza. Llegamos a un bar, en donde Sonia y yo nos quedamos un poco retrasados pues estuvimos fumando un cigarrillo. Al entrar vimos que Juan y Verónica ocupaban ya una mesa y se reían por algo que les había sucedido.

- ¿Qué pasa? Pregunté al llegar.

- Que el camarero nos ha dicho que qué iba a tomar este matrimonio, y le he contestado que no éramos matrimonio, que éramos amantes, que nuestras parejas llegaban ahora.

- ¡cómo eres! Lo que te gusta provocar.

- Pues sí, además, para que lo sepas, el resto de la noche mi pareja va a ser Juan y la tuya va a ser Sonia.

- Ah, por mí encantado, acepté yo mientras miraba socarronamente a Sonia.

- Y por mi parte también, añadió esta, a la vez que se agarraba abrazándose a mi brazo en gesto cariñoso.

Llegó el camarero y se quedó mirando incrédulo la escena, mientras tomaba nota de las consumiciones que le solicitábamos.

Tomamos un par de rondas más, y propuse ir a nuestra casa y sentarnos tranquilos al fresquito del jardín. Pareció buena idea, por lo que nos volvimos a colocar en igual forma en el vehículo y nos dirigimos allí.

Pude observar como con disimulo Verónica en alguna ocasión apoyaba su mano en el muslo de Juan y la movía acariciándolo, tratando de llegar a tocar su paquete. Estaba claro que mi mujer andaba caliente esa noche.

Cuando llegamos nos fuimos al jardín, a la pérgola junto a la piscina, donde tenemos unos sillones muy cómodos y, además, hace algo más de fresco que en otros lugares gracias a la vegetación y al agua próxima.

Pregunté lo que cada uno iba a tomar y me dirigí a la casa a prepararlos. Sonia me siguió ofreciéndose a ayudarme, alegando que era lo menos que mi pareja podía hacer, riéndonos un rato por el comentario.

Una vez preparadas las copas, salimos al jardín y vimos como Juan y Verónica se habían metido en la piscina y se encontraban manteniendo una especie de pelea dentro del agua. Dejamos las copas sobre la mesa y nos acercamos a la piscina.

- Venga, traeros las copas al borde y meteos vosotros también, que está el agua buenísima, dijo Verónica.

- Pero es que no me he traído bañador, contestó Sonia.

- Nosotros no lo estamos usando señaló mi mujer, a la vez que mostraba sus pechos desnudos. De cualquier manera en ese vestuario que hay junto al cuarto de la depuradora hay uno de mis biquinis. Póntelo si te encuentras más cómoda.

Se dirigió hasta allí, mientras yo me despojaba de la ropa y me introducía en el agua. Verónica y Juan continuaron con su particular pelea, que no tenía otro propósito que el de tocarse con algo de disimulo ante Sonia.

Cuando esta llegó se me caía la baba de verla. Estaba riquísima. Se metió en el agua poco a poco ofreciendo una visión estupenda de su culo mientras bajaba la escalerilla de la piscina.

Una vez dentro miraba divertida la contienda de la pareja de amantes, hasta que por fin Juan la atrapó desde atrás, rodeándola por debajo del pecho, y haciendo que no pudiera mover los brazos.

- Si quieres que te suelte debes pagar un precio.

- ¿Cuál?

- No se… déjame que piense… Me tienes que dar un beso.

- De eso nada.

- Pues nada no te suelto.

Cosa que a ella parecía no desagradar demasiado, pues seguramente estaría sintiendo el miembro desnudo de Juan sobre su culo.

- Está bien, tú ganas. Te daré el beso.

La soltó y la giró de manera que quedaron enfrentados. Se acercaron y comenzaron a besarse en la boca. Sonia los miraba sin una expresión clara. Luego me miró a mí como comprobando que yo aceptaba aquella situación.

Verónica se separó de Juan y, se dirigió hacia Sonia.

- ¿Es verdad o no lo que te dije de que tengo dos machos que están buenísimos?

- Bueno… esto… si. Está claro que los dos están muy bien.

- Anda no seas mojigata y haz como nosotros. Quítate el biquini y verás que sensación tan diferente. Dijo Verónica a la vez que comenzaba a desabrochar el biquini de Sonia, ante su fingida oposición.

Por fin pudo conseguir quitar el biquini completo de esta, haciendo que mostrara su cuerpo bajo el agua. Se colocó púdicamente en el filo mirando hacia fuera, a la vez que encendía un cigarrillo. Yo me acerqué por detrás y le pedí que me diera uno, acercándome tanto que mi polla comenzó a rozarse con su culo, cosa que era justamente lo que yo pretendía.

Juan y Verónica se acercaron también al filo, colocándose junto a Sonia. Se abrazaron y comenzaron a besarse ante la atenta mirada de ella.

- ¿Qué piensas sobre lo que estás viendo?

- No sé. Me parece bien si a vosotros os parece bien.

- ¿Tu novio te permitiría besar a otro delante de él?

- ¡Ni loco!

- ¿y a ti no te ha apetecido nunca besar a otro?

- ¡Vaya pregunta! En alguna ocasión he visto a alguien que me ha llamado la atención y con el que no me hubiera importado probar. Pero para ello tendría que estar en una situación “especial”.

- ¿Es hoy uno de esos días en los que estás en esa situación?

- Podría ser.

- ¿No te gustaría probar conmigo y ver que sientes?

- Esa pregunta es un poco comprometida, sobre todo si piensas que estoy junto a ti desnuda.

- La verdad es que sí. Pero por esa misma razón, y ya que estás así creo que sería más fácil que tomaras una decisión.

- Bueno… llevas razón. Hoy es uno de esos días, y ciertamente me encantaría probar a estar con otro tío que no fuera mi novio, dijo Sonia a la vez que se giraba y se ponía frente a mí, mostrándome su cuerpo desnudo a través del agua.

Avancé un poco hacia ella hasta que nuestros cuerpos desnudos se encontraron, pasé mis manos por su espalda hasta llegar a reposarlas en la zona donde daba comienzo su culo, mientras ella pasó sus brazos por mi cuello, acercándose hasta que nuestras bocas se encontraron uniéndose en un beso muy caliente y apasionado. Sentí como metía su lengua en mi boca buscando jugar con mi lengua, a la vez que sus dedos se metían por entre mi pelo asiéndose a él. Bajé mis manos y atrapé su culo con ellas. Era redondo y duro. Comencé a pasar una de mis manos por la raja de su culo, bajando hacia su entrepierna, y volviendo hacia arriba cuando estaba a punto de llegar a la meta, para a continuación volver a bajar, hasta que por fin llegué a tocar su coño por detrás, provocando que en ese momento ella separase su boca de la mía para emitir un gemido de placer. Parecía que nunca nadie hubiera tocado allí por las sensaciones que mostraba. Bajó una de sus manos hasta atrapar mi polla comenzando a menearla con urgencia. Mi otra mano la pasé por delante buscando su coño, que no tardé en encontrar. Lo tenía muy despejado, solo acompañado por una fina fila de pelillos encima de su raja. Metí mi dedo entre los labios de su coño, encontrándolo muy lubricado por la excitación que seguramente hacía tiempo sufría.

Bajé por su raja hasta llegar a su agujero, metiendo el dedo con total facilidad por él.

- ¡Ummmm… si, si, métemelo todo dentro!.

Comencé a meter y sacar mi dedo de su coño haciéndole una paja, mientras mi otra mano tocaba por detrás su culo, buscando en algunas ocasiones su agujero, es cual rozaba durante unos instantes cuando lo encontraba.

Pude ver como Verónica estaba chupando la polla de Juan, que se había sentado en el filo de la piscina, echado hacia atrás ofreciendo su enorme miembro a mi mujer. A veces su boca abandonaba la polla dejando el sitio a su mano, la cual seguía meneándola, mientras su lengua la pasaba por sus huevos, metiéndolos a veces en boca como si quisiera comerlos.

Sentí muy excitada a Sonia, por lo que sin avisarla la tomé por las axilas y la saqué al borde de la piscina, abriendo esta enseguida sus piernas, ofreciéndome su coño totalmente abierto, al cual me apresuré a lanzarme, lamiéndolo y metiendo mi lengua por su agujero.

Sonia y Juan estaban sentados uno junto al otro por lo que acercaron sus bocas y comenzaron a besarse mientras mi mujer y yo trabajábamos sus entrepiernas.

Comencé a meter dos de mis dedos por su agujero mientras pasaba mi lengua por su clítoris, de manera que en unos instantes sentía que con una de sus manos atrapaba mi cabeza contra su coño, gimiendo a la vez que besaba a Juan, explotando en un orgasmo como seguramente nunca había tenido.

Juan se inclinó un poco más y mientras ella seguía sintiendo el orgasmo, él comenzó a chupar sus tetas, lo cual acentuó las sensaciones que estaba sintiendo.

Una vez hubo acabado de correrse, aprovechamos Verónica y yo para salir del agua y sumarnos a los otros dos fuera ya del agua.

Puse una colchoneta en el suelo sobre la que me tumbé bocarriba, llamando a Sonia para que viniera conmigo. No hizo falta darle más instrucciones, supo enseguida qué hacer. Se subió sobre mí, tomó mi polla y la llevo hasta su coño para enseguida meterla toda dentro de ella. Mi mujer se sentó sobre mi cara de forma que le comiera el coño. Y Juan puso su polla entre las dos ofreciéndola para que estas la chuparan a la vez, cosa que no tardaron en hacer, lamiéndola por los lados, metiéndola en la boca alternativamente una u otra, e incluso, y más sorprendente, besándose entre ellas mientras acariciaban su polla y sus huevos.

Conseguí que ambas casi simultáneamente, llegasen al orgasmo, aprovechando Juan ese momento de relativamente confusión para colocarse detrás de Sonia y, tras hacer que se inclinara hacia mí, cosa que aproveché para chupar sus tetas. Colocó su polla en el culo de esta metiéndola poco a poco. Una vez dentro comenzó a bombearla lo cual hizo que en unos segundos Sonia volviera a gritar de gusto corriéndose de nuevo.

- Yo también quiero, observó Verónica que casi desplazó del lugar de un empujón a Sonia, ocupando su lugar de inmediato.

Enseguida tuvo sus dos agujeros ocupados por nuestras pollas, moviéndose con avidez esta por sentirlas muy dentro de sí. Y de igual modo no tardó en explosionar en un orgasmo similar al de Sonia.

Se apeó de mi polla y me ordenó dejarle el sitio. Se lo cedí gustoso, ocupándolo ella y ordenando a Sonia que ocupara el lugar de al lado. Una vez estuvieron las dos tumbadas boca arriba nos dirigimos Juan y yo en busca de sus coños. Juan se me adelantó ocupando el coño de Sonia, por lo que yo, sin ningún reparo me quedé con el de Verónica. Comenzamos a follarlas hasta que sentí que ya no aguantaba más y tuve que parar.

Cambiamos de hembra, follándome ahora yo a Sonia, mientras Juan hacía lo propio con mi mujer. Esta vez sí que ni quería ni podía parar. Quería correrme y así lo avisé.

- Me voy a correr

- Hazlo sobre nuestras caras, cariño

Me moví rápidamente y vacié toda mi leche sobre la cara y boca de Sonia, llegando los chorros a la de Verónica.

Juan pareció excitarse aun más ante aquella visión e imitó lo hecho por mí, sobre la cara de mi mujer.

Quedamos todos muy satisfechos y le hicimos prometer a Sonia que participaría en alguna ocasión más en aquellas reuniones.

Fuente relatosprivados.com

5 comentarios - La compañera de Trabajo

luguercio
hay que tener compañeritas de trabajo gauchitas. 😛
alliens66
IMPRESIONANTE APORTE !!!!

FELICITACIONES

GRACIAS POR COMPARTIR !!

chicassexo
mu_a2
tremendo relato gracias por compartir 😉 😉 😉
Salma y su esposo swinger primera vez orgiaCulo