Esta historia tiene una base real. Como me contaron una parte, me imaginé el resto. Espero que les agrade, y que el que me contó la historia, la disfrute.
Cuando pasó esta historia, hacía dos años que salía con mi novia. Se llamaba Bibiana ( ó Bibi como le decían los amigos).
1,70, rubia, hermosa, con un cuerpo espectacular, y 25 años, recién cumplidos.
Maestra primaria, adoraba su trabajo. No tenía problemas en quedarse después de hora si hacía falta, o hasta en acompañar a alguno de sus alumnos si los padres se retrasaban en venir a buscarlos. Era la primera vez que cuando se citaba a reunión de padres, asistían más papas que mamás a esas aburridas convocatorias. Y es que Bibi, era una pieza digna de verse.
A la semana de conocernos comenzamos a tener sexo y si bien era bueno, no era nada del otro mundo. Bibi había sido criada con mucha severidad y había cosas que no se atrevía a hacer, ni a decir, y entonces era dificil sacarla de los lugares y posiciones aceptables. Ni pensar en tener sexo en un lugar público, ni mucho menos otras cosas. Con el tiempo conseguí de ella alguna que otra fellatio, pero sin muchas ganas, y solo para darme el gusto. Como yo estaba realmente enamorado, estas cuestiones no eran realmente importantes. Pensaba que, con el tiempo, ella se iría soltando hasta liberar la perra que seguramente tenía adentro y que debía hacer juego con el estuche. Era impensable que semejante hembra, no aprendiera a utilizar ese cuerpo que la naturaleza le había dado, y que volvia locos a todos los hombres que tenían posibilidad de tratarla. A ella le causaba gracia, y como yo no era celoso, se divertía contándome las propuestas mas descabelladas que recibía de sus compañeros de trabajo, de los padres de sus alumnos, y de los empleados del banco donde iba todos los meses a cobrar su sueldo.
Si bien trataba a todos por igual, se notaba que debía hacer ingentes esfuerzos para alternar con personas gay, especialmente mujeres. Le costaba horrores no mostrar su rechazo frente a estas personas que eran partidarias a un sexo diferente al que ella aceptaba como “ normal”.
Una noche, fuimos a bailar a una disco de moda. Co su vestido mini negro, y sin corpiño estaba como un tren, y como suele ocurrir en la actualidad, la pista repleta estaba monopolizada no por parejas, sino por grupos de amigos que bailaban juntos, sin que se supiera quien bailaba con quien. De hecho, era normal que las chicas bailaran entre sí, y los muchachos hicieran otro tanto. En fin nos acomodamos en el medio de la pista y con esfuerzo pudimos hacernos de un lugar como para movernos, sin dejar a cada movimiento de empujar, rozar o golpear a los demás bailarines. Nadie se ofendía ni se quejaba porque todos estábamos en la misma situación.
Junto a mi novia, había un grupo de personas moviéndose. Una de ellas especialmente llamó mi atención. Morocha, cabello largo, piernas largas enfundadas en una calza ajustada, una remera que se ajustaba a la parte superior de su cuerpo, y como consecuencia de esta vestimenta, se marcaba de manera muy sensual todo su cuerpo. Y realmente era todo un cuerpo. Su trasero repingado y duro, como se traslucía, y un par de tetas magníficas que apretadas por la remera, y sin corpiño como se notaba a través de la fibra, era seguramente de una talla más que respetable.
Se movía y con cada vuelta rozaba el trasero de mi novia. Al principio ella no hizo caso, pero cuando esta maniobra comenzó a repetirse, comenzó a ponerse incómoda. Trató de alejarse, cosa bastante dificil, dada la cantidad de gente, pero mágicamente cada vez que ella se alejaba un paso, en pocos segundo allí estaba la morocha rozando descaradamente su cuerpo. Hasta que Bibi no aguantó mas esa situación y tomándome de la mano me llevó hasta nuestros asientos. Hice como que no había visto nada, y le pregunté porqué había dejado de bailar.
- Demasiada gente. Tenía calor ya, me contestó.
Yo sabía que le había molestado la actitud de la morocha, y máxime sabiendo lo estructurada que era para todo lo relacionado con el sexo. Tal vez si el que la estuviera rozando hubiera sido un hombre, seguramente se hubiera quedado en la pista y luego al sentarnos me hubiera contado todo lo ocurrido. Pero cuando la acción la realizaba una mujer, entonces las cosas cambiaban sustancialmente.
- Voy hasta el baño a refrescarme un poco, me dijo levántandose y dirigiéndose hasta los servicios.
- Bien, le dije, pedire algo de beber.
Me costó varios minutos conseguir que una moza me atendiera y para cuando trajeron las bebidas ya había perdido la noción del tiempo. Sabía que hacía rato que Bibi había ido al baño, pero en ese maremagnum no era fácil movilizarse. Me imaginé que si la pista estaba colmada, los baños debían estar a reventar.
Rato después volvió Bibi. Se la veía tan acalorada y transpirada como antes.
- Demoraste mucho, le dije, y no parece que te hubieras refrescado.
- No sabes lo que fue llegar al baño, ingresar y volver a salir. Todo lo que pude refrescarme lo perdí de inmediato en toda la movida para volver hasta aquí.
Tomo un sorbo de su trago, y noté un extraño brillo en sus ojos. Se acercó hasta mi lugar y sorpresivamente me besó . Su lengua invadió mi boca en el beso más profundo que me hubiera dado nunca. En medio del beso, sentí como su mano bajaba por mi pecho para terminar apretando mi verga a través del pantalón.
- Recuerda que estamos en un lugar público, atiné a decir cuando nos separamos, considerando su reticencia a mostrarse en estas escenas.
- Nadie nos presta atención, dijo volviendo al ataque y tomando posesión una vez más de mi lanza que a esas alturas estaba dura como un hierro. En contra de la afirmación de mi novia, la pareja de al lado no perdía detalles y se veía que a ellos también los calentaba.
- Te aprovechas de mí porque aquí me tengo que comportar, le dije en broma.
- ¿ Y que esperas para llevarme a otro lado? Me contestó volviendo a besarme.
Ahí nomás me levanté, la tomé de la mano y buscamos la salida. Ella iba adelante y a cada paso, yo la empujaba para que avanzara aprovechando para apoyarle mi herramienta en el trasero, a lo que ella respondía sacando el culito para atrás recibiéndome. Cuando llegamos al auto, yo estaba caliente como nunca había estado.
Salimos del estacionamiento y emprendimos el viaje hasta un hotelito donde solíamos ir habitualmente a coger, pero no había hecho ni media cuadra, cuando ella abrió el cierre de mi pantalón y sacó mi verga, comenzando a masturbarla. Por un momento pensé que iba a perder el control del auto. Me costó mucho mantenerme concentrado en el tránsito, que afortunadamente a esa hora no era demasiado. Pero cuando a las 8 ó 10 cuadras de la disco, bajó su cabeza y comenzó a chuparla, tuve unas ganas desesperadas de estacionar y cogerla ahí mismo. Sin embargo pude seguir manejando. Estabamos a no más de 10 minutos del lugar de destino.
- Nos vamos a matar si sigues chupańdola así, le dije mientras manejaba con una mano y con la otra buscaba sus tetas para acariciarlas.
- ¿ hay una muerte mejor? Dijo haciendo una pausa para luego seguir en la tarea.
Sentí que no iba a aguantar mucho más. Me iba a correr. Dudé en avisarle, pero hacía tanto que quería acabarle en la boca que dejé que las cosas pasaran solas. Y efectivamente, a pocas cuadras del hotel mi resistencia se termino. Mi verga se endureció, se engrosó y como un volcán comencé a eyacular en su boca, mientras gemía de gusto. El primer chorro debe haberla sorprendido, pero de inmediato comenzó a tragar todo lo que le daba, sin decir nada , y para cuando llegamos al hotel mi verga estaba limpia y comenzando a levantarse de nuevo.
Entramos a la habitación y ella empezó a desnudarme rápidamente. Cuando terminó me miró.
- Ahora es tu turno
Sin hacerme rogar procedí a desnudarla, aprovechando para acariciarla y magrearla por todas partes. Sus tetas, sus nalgas, sus piernas. Cuando quedó totalente desnuda, se acostó sobre la cama y flexionando las rodillas separó sus piernas.
- Me debes una, así que espero una compensación, me dijo con una cara de puta que nunca le había visto. Increiblemente me pedía sexo oral, cosa que nunca había aceptado.
Subí a la cama, me ubiqué entre sus piernas, acaricié su sexo y despacio mi boca fue recorriendo su entrepierna, hasta que por fin, mi lengua comenzó a penetrarla y juguetear con sus labios vaginales.
- Si, si, decía mientras tomaba mi cabeza con sus manos para que fuera más rudo en mi trabajo.
Un rato largo estuvimos así, hasta que por fin , alcanzó un orgasmo bestial, que la hizo gemir y gritar como nunca la había escuchado.
Esperé unos minutos que se tranquilizara y luego me acosté a su lado.
- No se que te ha pasado esta noche, pero espero que no cambies nunca, le dije acariciando su cabello.
- ¿ No te enojarás si te cuento?
- ¿ Cómo me voy a enojar si me has dado la mejor noche de sexo de mi vida?, le dije.
- Todo empezó en la disco. ¿ Recuerdas cuando dejamos de bailar?
- Si, le dije, tenías calor
- En realidad no. A mi lado había una chica que no dejaba de rozarme y manosearme. Traté de evitarla pero ella insistía, hasta que al final le dije que me dejara tranquila. En la vuelta siguiente, cuando volvió a pegarse a mi cuerpo me dijo: “ tengo lo que necesitas”. Allí fue cuando no aguanté mas y dejé la pista.
- No quise decirte nada, pero noté todos los movimientos de esa perra. Daba la sensación de que le gustabas mucho y que quería conquistarte.
- Y era la verdad. Eso es lo que quería. Tu sabes que yo respeto a todo el mundo pero hay cosas que no me gustan, y el lesbianismo es una de ellas. Me trastornó de una manera que no puedes imaginarte.
- Si mi amor, lo se
- Bueno, la cuestión que luego de un rato fui al baño a tratar de tranquilizarme.. Conseguí ingresar a un cubículo y cuando estaba tratando de calmarme por lo ocurrido, la puerta cede y la morocha se mete adentro conmigo. Cerro la puerta y quedamos frente a frente con lugar apenas para movernos. Traté de protestar , pero antes de que pudiera hacer nada comenzó a besarme de una manera tan posesiva que quedé paralizada. Mientras me besaba su mano buscó mi sexo y comenzó a acariciarlo, aplántandome contra la pared. Estaba indefensa. No atiné a hacer nada. Nunca me había pasado y creí que nunca me pasaría.
- ¿ Y que hiciste? Pregunté, tratando de disimular como mi verga comenzaba a latir, por el relato y también por la forma en que veía como Bibi se excitaba segundo a segundo...
- No pude hacer nada. Toda mis ideas de rechazo y de defensa que siempre imaginé frente a estos ataques, se me borraron, frente a la habilidad de la invasora. Bajó los breteles y se adueñó de mis tetas, y en pocos minutos, como si fuera un maniquí, había conseguido, levantar mi vestido hasta la cintura, darme vuelta y su cara se perdía en mi trasero, haciendo que su lengua recorriera mis dos agujeros. Una lengua caliente y húmeda que me daba un placer que nunca habia sentido.
- Nunca quisiste que te hiciera esto, le dije, a modo de disculpa.
- Nunca pensé que me podía dar tanto placer. Como sea en cuestión de minutos, alcancé un orgasmo inesperado. En ese momento, me obligó a darme vuelta y levantando la remera me dio sus tetas para que las chupara. Tenía dos tetas hermosas, debo reconocer, y luego de que se las chupé lo mejor que pude un buen rato, me sentó en la taza y bajandose su calza y su tanga colocó su trasero frente a mi cara, ordenándome que la chupara.
- Me imagino. Te negaste y saliste corriendo.
- Te imaginas mal. No se lo que me pasaba. Tal vez quería compensarla por el placer que me había dado. La cuestión que comencé a chuparla desesperadamente, tratando de complacerla, y cuando ella alcanzó su orgasmo, yo obtuve otro, tal era la calentura que la situación me había producido. Nos seguimos besando un rato y luego, como había entrado se fue, no sin antes recordarme: “ te dije que tenía lo que necesitabas”. Quedé allí, y descubrí que estaba más caliente que nunca. No recordaba sentirme tan excitada y tan deshinibida en toda mi vida. El resto ya lo sabes.
- ¿ Y ahora, prefieres las mujeres? Porqué si es así, tenemos un problema, más con mi amiguito que no sabes como está, y no entiende de estos cambios, le dije.
Me miró, miró mi verga endurecida, y se sonrió.
- No creo que repita algo así, pero te puedo asegurar que estoy destruida. Llevo ya tres orgasmos esta noche y nunca me había pasado. No estoy en condiciones de ocuparme de tu amiguito. Asi que ahora me voy a dar vuelta y voy a descansar. Tu puedes hacer lo que quieras, y sin más, se puso de costado con su culito en pompa para mi lado.
Giré, levanté su pierna por encima de la mía, y así en cucharita, apunté mi lanza en medio de sus labios vaginales y de un solo empujón la clavé hasta el fondo.
- Despacio, ten piedad de una chica agotada, me dijo acariciando mi pierna.
- Si hay algo que no pensaba era tenerte piedad, le dije mientras comenzaba a bombearla profundamente.
Estuvimos así un rato largo. Ella estaba agotada y yo luego del primer orgasmo, puedo tardar bastante para conseguir el segundo, así que seguí lentamente con mi pistoneo, recorriendo con mi verga cada rincón de su sexo.
- Hmmm, como te siento
- Si mi amor, te estoy clavando hasta el fondo. Quiero reventarte
- Sigue, sigue, y no te preocupes por mí, partime si podés.
- Que puta que habías resultado
- Ni yo me imaginaba cuanto. Te digo que me encantó tomarme tu lechita. Me parece que a esa vaca la voy a ordeñar seguido.
- No seas perra, que me vas a hacer acabar.
- Lo que me preocupa es que sabes lo que más me calentó?, dijo mientras una de sus manos tomaba posesión de mis huevos
- Que cosa, dije haciendo grandes esfuerzos para no correrme.
- Cuando me metió la lengua en el culo. Me volvió loca. Voy a tener que probar con algo más grueso, dijo mientras acariciaba y apretaba mis pelotas.
- Me corro, puta, me corro. Ahhhh,
- Dale, llename. Ahí te siento. Siento como me quemás, animal. Hmmm. Cuanta que tenés, pensé que te había dejado seco, hmmm.
A partir de ese día, nuestra relaciones cambiaron totalmente. Tenía una mujer dispuesta a hacer cualquier cosa, y que si bien no me engañaba con otros hombres, una que otra vez, se perdía en las salidas en el baño de damas, con alguna amiga ocasional . Nunca me quejé, y es que, al final, terminaba gozando de ella a mi total satisfacción. En esa época fui su único hombre, pero no su única pareja.
Cuando pasó esta historia, hacía dos años que salía con mi novia. Se llamaba Bibiana ( ó Bibi como le decían los amigos).
1,70, rubia, hermosa, con un cuerpo espectacular, y 25 años, recién cumplidos.
Maestra primaria, adoraba su trabajo. No tenía problemas en quedarse después de hora si hacía falta, o hasta en acompañar a alguno de sus alumnos si los padres se retrasaban en venir a buscarlos. Era la primera vez que cuando se citaba a reunión de padres, asistían más papas que mamás a esas aburridas convocatorias. Y es que Bibi, era una pieza digna de verse.
A la semana de conocernos comenzamos a tener sexo y si bien era bueno, no era nada del otro mundo. Bibi había sido criada con mucha severidad y había cosas que no se atrevía a hacer, ni a decir, y entonces era dificil sacarla de los lugares y posiciones aceptables. Ni pensar en tener sexo en un lugar público, ni mucho menos otras cosas. Con el tiempo conseguí de ella alguna que otra fellatio, pero sin muchas ganas, y solo para darme el gusto. Como yo estaba realmente enamorado, estas cuestiones no eran realmente importantes. Pensaba que, con el tiempo, ella se iría soltando hasta liberar la perra que seguramente tenía adentro y que debía hacer juego con el estuche. Era impensable que semejante hembra, no aprendiera a utilizar ese cuerpo que la naturaleza le había dado, y que volvia locos a todos los hombres que tenían posibilidad de tratarla. A ella le causaba gracia, y como yo no era celoso, se divertía contándome las propuestas mas descabelladas que recibía de sus compañeros de trabajo, de los padres de sus alumnos, y de los empleados del banco donde iba todos los meses a cobrar su sueldo.
Si bien trataba a todos por igual, se notaba que debía hacer ingentes esfuerzos para alternar con personas gay, especialmente mujeres. Le costaba horrores no mostrar su rechazo frente a estas personas que eran partidarias a un sexo diferente al que ella aceptaba como “ normal”.
Una noche, fuimos a bailar a una disco de moda. Co su vestido mini negro, y sin corpiño estaba como un tren, y como suele ocurrir en la actualidad, la pista repleta estaba monopolizada no por parejas, sino por grupos de amigos que bailaban juntos, sin que se supiera quien bailaba con quien. De hecho, era normal que las chicas bailaran entre sí, y los muchachos hicieran otro tanto. En fin nos acomodamos en el medio de la pista y con esfuerzo pudimos hacernos de un lugar como para movernos, sin dejar a cada movimiento de empujar, rozar o golpear a los demás bailarines. Nadie se ofendía ni se quejaba porque todos estábamos en la misma situación.
Junto a mi novia, había un grupo de personas moviéndose. Una de ellas especialmente llamó mi atención. Morocha, cabello largo, piernas largas enfundadas en una calza ajustada, una remera que se ajustaba a la parte superior de su cuerpo, y como consecuencia de esta vestimenta, se marcaba de manera muy sensual todo su cuerpo. Y realmente era todo un cuerpo. Su trasero repingado y duro, como se traslucía, y un par de tetas magníficas que apretadas por la remera, y sin corpiño como se notaba a través de la fibra, era seguramente de una talla más que respetable.
Se movía y con cada vuelta rozaba el trasero de mi novia. Al principio ella no hizo caso, pero cuando esta maniobra comenzó a repetirse, comenzó a ponerse incómoda. Trató de alejarse, cosa bastante dificil, dada la cantidad de gente, pero mágicamente cada vez que ella se alejaba un paso, en pocos segundo allí estaba la morocha rozando descaradamente su cuerpo. Hasta que Bibi no aguantó mas esa situación y tomándome de la mano me llevó hasta nuestros asientos. Hice como que no había visto nada, y le pregunté porqué había dejado de bailar.
- Demasiada gente. Tenía calor ya, me contestó.
Yo sabía que le había molestado la actitud de la morocha, y máxime sabiendo lo estructurada que era para todo lo relacionado con el sexo. Tal vez si el que la estuviera rozando hubiera sido un hombre, seguramente se hubiera quedado en la pista y luego al sentarnos me hubiera contado todo lo ocurrido. Pero cuando la acción la realizaba una mujer, entonces las cosas cambiaban sustancialmente.
- Voy hasta el baño a refrescarme un poco, me dijo levántandose y dirigiéndose hasta los servicios.
- Bien, le dije, pedire algo de beber.
Me costó varios minutos conseguir que una moza me atendiera y para cuando trajeron las bebidas ya había perdido la noción del tiempo. Sabía que hacía rato que Bibi había ido al baño, pero en ese maremagnum no era fácil movilizarse. Me imaginé que si la pista estaba colmada, los baños debían estar a reventar.
Rato después volvió Bibi. Se la veía tan acalorada y transpirada como antes.
- Demoraste mucho, le dije, y no parece que te hubieras refrescado.
- No sabes lo que fue llegar al baño, ingresar y volver a salir. Todo lo que pude refrescarme lo perdí de inmediato en toda la movida para volver hasta aquí.
Tomo un sorbo de su trago, y noté un extraño brillo en sus ojos. Se acercó hasta mi lugar y sorpresivamente me besó . Su lengua invadió mi boca en el beso más profundo que me hubiera dado nunca. En medio del beso, sentí como su mano bajaba por mi pecho para terminar apretando mi verga a través del pantalón.
- Recuerda que estamos en un lugar público, atiné a decir cuando nos separamos, considerando su reticencia a mostrarse en estas escenas.
- Nadie nos presta atención, dijo volviendo al ataque y tomando posesión una vez más de mi lanza que a esas alturas estaba dura como un hierro. En contra de la afirmación de mi novia, la pareja de al lado no perdía detalles y se veía que a ellos también los calentaba.
- Te aprovechas de mí porque aquí me tengo que comportar, le dije en broma.
- ¿ Y que esperas para llevarme a otro lado? Me contestó volviendo a besarme.
Ahí nomás me levanté, la tomé de la mano y buscamos la salida. Ella iba adelante y a cada paso, yo la empujaba para que avanzara aprovechando para apoyarle mi herramienta en el trasero, a lo que ella respondía sacando el culito para atrás recibiéndome. Cuando llegamos al auto, yo estaba caliente como nunca había estado.
Salimos del estacionamiento y emprendimos el viaje hasta un hotelito donde solíamos ir habitualmente a coger, pero no había hecho ni media cuadra, cuando ella abrió el cierre de mi pantalón y sacó mi verga, comenzando a masturbarla. Por un momento pensé que iba a perder el control del auto. Me costó mucho mantenerme concentrado en el tránsito, que afortunadamente a esa hora no era demasiado. Pero cuando a las 8 ó 10 cuadras de la disco, bajó su cabeza y comenzó a chuparla, tuve unas ganas desesperadas de estacionar y cogerla ahí mismo. Sin embargo pude seguir manejando. Estabamos a no más de 10 minutos del lugar de destino.
- Nos vamos a matar si sigues chupańdola así, le dije mientras manejaba con una mano y con la otra buscaba sus tetas para acariciarlas.
- ¿ hay una muerte mejor? Dijo haciendo una pausa para luego seguir en la tarea.
Sentí que no iba a aguantar mucho más. Me iba a correr. Dudé en avisarle, pero hacía tanto que quería acabarle en la boca que dejé que las cosas pasaran solas. Y efectivamente, a pocas cuadras del hotel mi resistencia se termino. Mi verga se endureció, se engrosó y como un volcán comencé a eyacular en su boca, mientras gemía de gusto. El primer chorro debe haberla sorprendido, pero de inmediato comenzó a tragar todo lo que le daba, sin decir nada , y para cuando llegamos al hotel mi verga estaba limpia y comenzando a levantarse de nuevo.
Entramos a la habitación y ella empezó a desnudarme rápidamente. Cuando terminó me miró.
- Ahora es tu turno
Sin hacerme rogar procedí a desnudarla, aprovechando para acariciarla y magrearla por todas partes. Sus tetas, sus nalgas, sus piernas. Cuando quedó totalente desnuda, se acostó sobre la cama y flexionando las rodillas separó sus piernas.
- Me debes una, así que espero una compensación, me dijo con una cara de puta que nunca le había visto. Increiblemente me pedía sexo oral, cosa que nunca había aceptado.
Subí a la cama, me ubiqué entre sus piernas, acaricié su sexo y despacio mi boca fue recorriendo su entrepierna, hasta que por fin, mi lengua comenzó a penetrarla y juguetear con sus labios vaginales.
- Si, si, decía mientras tomaba mi cabeza con sus manos para que fuera más rudo en mi trabajo.
Un rato largo estuvimos así, hasta que por fin , alcanzó un orgasmo bestial, que la hizo gemir y gritar como nunca la había escuchado.
Esperé unos minutos que se tranquilizara y luego me acosté a su lado.
- No se que te ha pasado esta noche, pero espero que no cambies nunca, le dije acariciando su cabello.
- ¿ No te enojarás si te cuento?
- ¿ Cómo me voy a enojar si me has dado la mejor noche de sexo de mi vida?, le dije.
- Todo empezó en la disco. ¿ Recuerdas cuando dejamos de bailar?
- Si, le dije, tenías calor
- En realidad no. A mi lado había una chica que no dejaba de rozarme y manosearme. Traté de evitarla pero ella insistía, hasta que al final le dije que me dejara tranquila. En la vuelta siguiente, cuando volvió a pegarse a mi cuerpo me dijo: “ tengo lo que necesitas”. Allí fue cuando no aguanté mas y dejé la pista.
- No quise decirte nada, pero noté todos los movimientos de esa perra. Daba la sensación de que le gustabas mucho y que quería conquistarte.
- Y era la verdad. Eso es lo que quería. Tu sabes que yo respeto a todo el mundo pero hay cosas que no me gustan, y el lesbianismo es una de ellas. Me trastornó de una manera que no puedes imaginarte.
- Si mi amor, lo se
- Bueno, la cuestión que luego de un rato fui al baño a tratar de tranquilizarme.. Conseguí ingresar a un cubículo y cuando estaba tratando de calmarme por lo ocurrido, la puerta cede y la morocha se mete adentro conmigo. Cerro la puerta y quedamos frente a frente con lugar apenas para movernos. Traté de protestar , pero antes de que pudiera hacer nada comenzó a besarme de una manera tan posesiva que quedé paralizada. Mientras me besaba su mano buscó mi sexo y comenzó a acariciarlo, aplántandome contra la pared. Estaba indefensa. No atiné a hacer nada. Nunca me había pasado y creí que nunca me pasaría.
- ¿ Y que hiciste? Pregunté, tratando de disimular como mi verga comenzaba a latir, por el relato y también por la forma en que veía como Bibi se excitaba segundo a segundo...
- No pude hacer nada. Toda mis ideas de rechazo y de defensa que siempre imaginé frente a estos ataques, se me borraron, frente a la habilidad de la invasora. Bajó los breteles y se adueñó de mis tetas, y en pocos minutos, como si fuera un maniquí, había conseguido, levantar mi vestido hasta la cintura, darme vuelta y su cara se perdía en mi trasero, haciendo que su lengua recorriera mis dos agujeros. Una lengua caliente y húmeda que me daba un placer que nunca habia sentido.
- Nunca quisiste que te hiciera esto, le dije, a modo de disculpa.
- Nunca pensé que me podía dar tanto placer. Como sea en cuestión de minutos, alcancé un orgasmo inesperado. En ese momento, me obligó a darme vuelta y levantando la remera me dio sus tetas para que las chupara. Tenía dos tetas hermosas, debo reconocer, y luego de que se las chupé lo mejor que pude un buen rato, me sentó en la taza y bajandose su calza y su tanga colocó su trasero frente a mi cara, ordenándome que la chupara.
- Me imagino. Te negaste y saliste corriendo.
- Te imaginas mal. No se lo que me pasaba. Tal vez quería compensarla por el placer que me había dado. La cuestión que comencé a chuparla desesperadamente, tratando de complacerla, y cuando ella alcanzó su orgasmo, yo obtuve otro, tal era la calentura que la situación me había producido. Nos seguimos besando un rato y luego, como había entrado se fue, no sin antes recordarme: “ te dije que tenía lo que necesitabas”. Quedé allí, y descubrí que estaba más caliente que nunca. No recordaba sentirme tan excitada y tan deshinibida en toda mi vida. El resto ya lo sabes.
- ¿ Y ahora, prefieres las mujeres? Porqué si es así, tenemos un problema, más con mi amiguito que no sabes como está, y no entiende de estos cambios, le dije.
Me miró, miró mi verga endurecida, y se sonrió.
- No creo que repita algo así, pero te puedo asegurar que estoy destruida. Llevo ya tres orgasmos esta noche y nunca me había pasado. No estoy en condiciones de ocuparme de tu amiguito. Asi que ahora me voy a dar vuelta y voy a descansar. Tu puedes hacer lo que quieras, y sin más, se puso de costado con su culito en pompa para mi lado.
Giré, levanté su pierna por encima de la mía, y así en cucharita, apunté mi lanza en medio de sus labios vaginales y de un solo empujón la clavé hasta el fondo.
- Despacio, ten piedad de una chica agotada, me dijo acariciando mi pierna.
- Si hay algo que no pensaba era tenerte piedad, le dije mientras comenzaba a bombearla profundamente.
Estuvimos así un rato largo. Ella estaba agotada y yo luego del primer orgasmo, puedo tardar bastante para conseguir el segundo, así que seguí lentamente con mi pistoneo, recorriendo con mi verga cada rincón de su sexo.
- Hmmm, como te siento
- Si mi amor, te estoy clavando hasta el fondo. Quiero reventarte
- Sigue, sigue, y no te preocupes por mí, partime si podés.
- Que puta que habías resultado
- Ni yo me imaginaba cuanto. Te digo que me encantó tomarme tu lechita. Me parece que a esa vaca la voy a ordeñar seguido.
- No seas perra, que me vas a hacer acabar.
- Lo que me preocupa es que sabes lo que más me calentó?, dijo mientras una de sus manos tomaba posesión de mis huevos
- Que cosa, dije haciendo grandes esfuerzos para no correrme.
- Cuando me metió la lengua en el culo. Me volvió loca. Voy a tener que probar con algo más grueso, dijo mientras acariciaba y apretaba mis pelotas.
- Me corro, puta, me corro. Ahhhh,
- Dale, llename. Ahí te siento. Siento como me quemás, animal. Hmmm. Cuanta que tenés, pensé que te había dejado seco, hmmm.
A partir de ese día, nuestra relaciones cambiaron totalmente. Tenía una mujer dispuesta a hacer cualquier cosa, y que si bien no me engañaba con otros hombres, una que otra vez, se perdía en las salidas en el baño de damas, con alguna amiga ocasional . Nunca me quejé, y es que, al final, terminaba gozando de ella a mi total satisfacción. En esa época fui su único hombre, pero no su única pareja.
3 comentarios - Bibi
FELICITACIONES
GRACIAS POR COMPARTIR !!