Tenía cuarenta años, ya no era una joven, pero su cuerpo conservaba una bonita figura con unas curvas que aún encendía la imaginación de los lujuriosos hombres que la veían por la calle. Tenía un hijo, Luís, de diecinueve años que estaba en la universidad que casi todo el fin de semana andaba de marcha por la ciudad, pero que no descuidaba sus estudios. Pero su verdadero problema era su marido Jorge. Un hombre de buen aspecto, alto y atractivo cuyo problema era su pene. Nunca lo tuvo demasiado grande… no cómo le gustaban a Marta, pero hacía diez años que no era capaz de tener una erección. La amaba con locura y ella a él, nunca lo dudaron, pero no podía satisfacer las necesidades sexuales de su mujer.
Y Marta tenía muchas necesidades… Su debilidad eran las pollas grandes, desde muy joven, aunque su corazón siempre se impuso a su deseo carnal. De esta forma se caso con su marido, aunque su tamaño no era el que ella deseaba y más tarde tuvieron a su hijo.
Había gozado mucho con Jorge en aquellas noches en que hacían el amor adoraba sentirlo dentro de ella. Pero siempre tuvo la sensación de que le faltaba algo y más desde el momento que ni siquiera podía sentirse llena de él.
Intentaron de todo para que él recuperara la fuerza perdida, pero no hubo solución. Incluso ella llegó a hacerse una ligadura de tropas para no quedar embarazada y practicar sexo con otros hombres para poder satisfacer sus necesidades. Pero la primera noche que intentó tener sexo con otro hombre fue incapaz y nunca más lo intentó.
Así que la única solución que pudo encontrar fue autosatisfacerse con masturbaciones, a veces la ayudaba su marido, trabajando su coño con la lengua y los dedos hasta que le metía alguno de los consoladores que le había comprado para que no sufriera. Pero después de varios años empezaba a cansarse de aquello. La mayoría de las veces se satisfacía en soledad, pues el marido viajaba mucho por cuestión de negocios. En las noches que estaba sola esperaba a que su hijo se durmiera y veía una película pornográfica en silencio. Los fines de semana el hijo también salía y podía masturbarse con toda libertad.
Esta historia comienza un sábado por la tarde. Marta había salido de compras con su amiga Irene, una madura mujer separada años atrás de su marido y a la que le gustaba el sexo en casi todas sus modalidades. Le gustaba salir por las noches y buscar hombres, jóvenes o maduros, con los que tener relaciones para, cómo decía ella, liberar las tensiones de la semana de trabajo. Las noches en que no conseguía llevarse ningún hombre a la cama, acababa llamando a un servicio de boys que le daban lo que ella necesitaba.
Se conocían desde pequeñas y Marta le había comentado su problema. Más de una vez la había invitado a que la acompañase para que buscara un hombre que llevarse a su entrepiernas. Incluso le invitó a hacer un trío con ella para que se iniciara en aquel mundo de sexo. Pero Marta no quería. Una cosa era necesitar tener sexo y otra estar todo el fin de semana enchufada.
-¡Bueno Irene! – Le dijo Marta. – Me voy a ir para que puedas ir con el pobre macho que le toca satisfacerte esta noche.
-¡Espera! – La agarró por el brazo para evitar que se marchara. – Espera un poco para que lo veas. He quedado aquí con él y una vez que lo conozcas te podrás ir. – Marta quería irse pero se quedó para complacer a su amiga. - ¡Piensa que calza veintitantos centímetros! ¡Cómo a ti te gusta! – Irene miró a su amiga pícaramente esperando que aquella idea hiciera que se quedara con ella.
-¡Me da igual lo que guarde bajo su pantalón! – Marta mostró indiferencia y se calentó con aquella idea. Necesitaba irse ya con sus fieles consoladores.
-¡Allá tú, podríamos tener una noche loca! – Irene se volvió fingiendo enfado. - ¡Mira, aquel es…! ¡Eh Paul!
Aquel atractivo hombre llegó hasta ellas y se lo presentó a Marta. Tuvo un primer impulso de quedarse, y su amiga volvió a insistir en ello, pero para ella no era ese mundo promiscuo y tras varios minutos de charla se marchó en busca del coche.
Tras un rato circulando llegó a su casa. Pulsó el mando del garaje y metió su coche hasta dejarlo delante del de su hijo. Los fines de semana Luís no se llevaba el coche para no tener problemas si tomaba algunas copas. Entró en su casa y, mientras soltaba las llaves y sus cosas en la entrada, escuchó unos ruidos en la planta de arriba. Parecían gemidos.
Apagó la luz que había encendido y subió con cuidado y sin hacer ruido por las escaleras. Cada vez podía escuchar perfectamente que se trataban de gemidos de mujer que tenía sexo y gozaba intensamente. Imaginó que tal vez su hijo había ligado a alguna chica y estaba gozando, pero la luz provenía de su habitación. ¿Habría vuelto su marido antes y estaría viendo alguna película? ¿Estaría empalmado? ¿Habría ocurrido el milagro?
Continuó acercándose despacio hasta que estuvo a menos de un metro de la puerta que estaba abierta. Se asomó con cuidado y la visión la dejó paralizada. Allí, en medio de la cama, estaba su hijo Luís, mirando fijamente una de las películas porno que ella tenía por allí. Se notaba que estaba a punto de estallar. Su mano aferraba su polla, una enorme y gorda polla que hipnotizó por completo a Marta. Sintió como su sexo se humedeció por completo. Su hijo era completamente opuesto a su padre, su polla era grande y dura, muy dura. Se hubiera lanzado en ese mismo momento sobre aquella polla que mostraba un enorme glande, rojo y tenso por la presión que había en el interior de aquel joven sexo.
Estaba de pie delante de la puerta, en la penumbra, mirando absorta el excitado sexo de su hijo. Sus bragas se mojaban cada vez más. Tenía que tocarse su lujurioso coño. Una de sus manos agarró la falda y empezó a subirla para que la otra mano la acariciara. Sus dedos se posaron sobre sus bragas y sintió la humedad que brotaba del interior.
Sonó el teléfono móvil de Marta. Lo llevaba en uno de los bolsillos de aquella falda para dejarlo en la mesita de noche. Marta botó y soltó su falda. Luís tembló por el susto y miró rápidamente a la puerta para ver como su madre, de pie, dejaba caer la falda.
-¡Dios mamá! – Intentaba colocarse bien los pantalones que había bajado un poco para poder masturbarse sin problemas. - ¡Perdona… perdona! – Salió corriendo de la habitación para meterse en la suya.
-¡Sí, dime cariño! – Respondió a la llamada de su marido. - ¿Cómo estás?
-Bien. Al final tendremos que quedarnos aquí todo el fin de semana para acabar el proyecto, pero con suerte el lunes vuelvo y tendré libre tres días.
-¡Me alegro! ¡Te echo de menos!
-Y yo a ti… ¿Qué es ese escándalo que tienes ahí?
-Ahora me había puesto una película porno para tener mi sesión de sexo solitario.
-¡Dios, si pudiera estar ahora mismo ahí contigo yo te ayudaría hasta arrancarte un orgasmo!
-Yo también quiero que estés aquí.
-Bueno cariño, he de dejarte… El lunes prepárate que te debo una masturbación hasta que quedes totalmente satisfecha… aunque no sea con la mía.
-Mientras estés conmigo no importa. – Marta le mintió para que no se preocupara y la imagen de la polla de su hijo se encendió en su mente. - ¡Hasta el lunes!
-¡Hasta el lunes! – Jorge colgó el teléfono.
Marta apagó el televisor y no sabía bien que hacer con su hijo. Lo había pillado haciéndose una paja en su cama, cosa que no le importaba, pero la imagen de su polla la había dejado obsesionada… aquello era lo que siempre había soñado… Tenía que hablar con él para comentarle que no importaba lo que había pasado y se dirigió a la habitación de Luís.
-¡Luís! ¿Puedo entrar? – Golpeo la puerta y esperó respuesta.
-Sí mamá, pasa, pasa…
Marta entró y encontró a su hijo acostado boca arriba en la cama. Ella mostró una gran sonrisa para que él no se sintiera preocupado por lo que había pasado. Caminó y se sentó en el filo de la cama junto a él.
-Hijo, - empezó a hablar – Perdona que te haya molestado mientras… te masturbabas.
-No mamá, perdona que lo haya hecho en tu habitación. No debí hacerlo, pero descubrí tus películas y no me pude resistir a verlas… Después de un rato estaba totalmente excitado y acabé como me pillaste… Ya no lo haré más.
-No te preocupes, no me importa. Si te soy sincera yo lo practico mucho… - Se sintió un poco cohibida al hablarle de esa forma a su hijo, pero siguió. - ¿Te molesta que tu madre te hable con tanta confianza?
-No… Si necesitas o quieres hablarme, aquí estoy para escucharte… - Colocó la almohada en posición y tomó postura para escuchar las confesiones de su madre.
-¿Tú te masturbas mucho? – Le preguntó a Luís para comprobar si él estaba dispuesto a ser sincero.
-La verdad mamá es que no lo necesito mucho. – Él se sentía extraño al hablarle así a su madre, pero continuó. – Los fines de semana cuando salgo, no todos claro, tengo algún "lance" con chicas.
-¡Ja, ja, ja…! ¡Lance! – Marta se relajó con la forma de expresarse de su hijo. – Y qué ¿acabas matando al oponente?
-¡Mamá…! – Tomó actitud de que ella tenía que estar orgullosa del macho que tenía por hijo. - ¡Estás hablando con un García!
-¡Ya, ya…! – Dijo ella con tono apagado, orgullosa del miembro de su hijo, pero entristecida por el de su marido.
-¿Qué te pasa mamá?
-Verás hijo… - Empezó a hablar ella mirando a los ojos de él. – Te voy a contar una cosa, pero no puede salir de ti nunca en la vida.
-¡Será nuestro secreto! – Le dijo el hijo.
-Pues verás…
Durante unos minutos, Marta estuvo contándole el problema que tenía su padre. No hizo hincapié en algunas cosas, pero le contó cosas que no le había contado ni a su amiga Irene.
-¡Lo siento mamá!
Marta estaba tumbada junto a su hijo, con los pies a la altura de la cintura de él. El colocó una mano sobre uno de sus pies y la acarició para darle ánimos.
-Así que fíjate cómo están las cosas. Nos queremos con locura, pero él la tiene más bien pequeña y no se le levanta… - Lanzó un suspiro. – ¡Y a mí me gustan grandes y duras…! – Tembló al darse cuenta que justamente estaba mirando el sexo de su hijo mientras decía esto. Lo miró y tenía una sonrisa adorable.
-Mama… - Luís la miró a los ojos por unos segundos inmóvil. - ¿Quieres… quieres… masturbarte viendo como lo hago yo?
-¡¿Qué…?! – Se estremeció al escuchar las palabras de su hijo y sintió una extraña excitación al recordar la imagen de su polla.
-Esta noche nos hemos hecho muchas confesiones… Déjame que te ayude de una forma un tanto cochina a que disfrutes… - Metió una de sus manos bajo el pantalón del pijama y agarró su polla para empezar a sacudirla despacio, al momento empezó a crecer bajo la tela. – Ya no tendrás que ver las aburridas e irreales películas porno… Te ofrezco un espectáculo en directo… una de las que te gustan en directo.
Marta sintió mareo por la situación, se sentía en una extraña irrealidad. Su hijo le pedía que se masturbara mientras él le mostraba su gran pene, mientras él se masturbaba delante de ella. Su coño empezó a lanzar flujo por la excitación que le producía aquella situación que ni en las más perversas y lujuriosas de sus fantasías se hubiera imaginado. Su hijo se puso de rodillas delante de ella.
-¡Mira mamá!
Se bajó los pantalones hasta que todo su sexo quedó liberado. Aquella hermosa polla quedó libre y rebotó delante de los ojos de Marta. De su vagina bajaba un río de flujos que mojaron sus bragas de inmediato. De cerca era más grande y más gorda de lo que le había parecido en la oscuridad de su habitación. La tenía a menos de un metro de ella y la podía ver perfectamente.
-Súbete la falda y muéstrame lo tuyo para que yo pueda masturbarme… - No la quería tocar para no asustarla y que se marchara, pues la verdad que aquella situación él si la había imaginado, justo cuando lo pilló unos minutos antes.
Marta tímidamente empezó a subir su falda sin dejar de mirar la polla que apuntaba hacia ella. Con los movimientos de la mano de su hijo, el glande asomaba un poco por la piel que lo cubría. Ya no había más falda que subir y sus caderas, su vientre y su sexo cubierto por unas bragas de encaje blanco quedaron expuestos a la vista de su hijo.
-Mamá, quiero que me des tu opinión. – Le dijo y ella lo miró. – Muchas mujeres me dicen que lo que más les gusta es el enorme cabezón de mi polla. ¿A ti también te gusta? ¡Mira abajo!
Marta miró la polla y Luís tiró de la piel que lo cubría despacio. Poco a poco empezó a aparecer, redondo, terso, colorado por la excitación. Era más ancho que el resto de su polla y parecía una seta.
-¡Tus ojos me han respondido! – Dijo Luís y siguió masturbándose.
Marta se sintió más caliente que nunca al aparecer aquel glande y su mano se posó sobre las bragas para acariciarse su raja.
-Quítate las bragas para no hacerte daño en tu coño. – Le sugirió su hijo al ver la fuerza con la que se lo tocaba.
Ella se puso totalmente boca arriba y apoyó los pies para levantar el culo y sacar sus bragas. Se colocó de lado para mirar bien a su hijo, con las piernas bien abierta y sus dedos empezaron a trabajar en su raja. Luís se inclinó un poco para mirarla.
-¡Tienes el coño depilado!
-Sí, sólo me dejo un poco de pelo por encima de la raja para que tu padre no tenga dificultades cuando trabaja con la lengua.
-Mamá, oírte hablar así me excita…
-Pues si quieres te cuento lo que me hace muchas veces.
-Antes he de confesarte algo importante, la mayoría de las veces que me masturbo, tú eres mi inspiración. - Marta sintió como su sexo vibraba con las palabras de su hijo. - ¡Tienes un cuerpo maravilloso! ¡Ven aquí!
Le indicó que se sentara a la altura de la almohada, apoyando la espalda sobre el cabecero, se subiera la falda y abriera bien las piernas para masturbarse. Y así lo hizo ella pero la falda se la quito por completo, dándole la hermosa visión de su redondo culo a su hijo sin querer.
-¡Muchas veces he soñado con ese culo! – Se bajó de la cama y se quitó toda la ropa para quedar desnudo por completo.
Marta estaba en la posición que él le había pedido, esperando el espectáculo prometido por su hijo. Él se subió de pie sobre la cama. Su polla botaba con sus movimientos y apuntaba arriba desafiante. Se colocó delante de ella, abrió las piernas un poco y las flexionó hasta dejarla a la altura de sus ojos a menos de medio metro de su cara. Su mano la agitaba en honor a ella.
La miraba totalmente excitada, de su coño brotaban los flujos y hacían ruidos al mezclase con los dedos que entraban y salían de su vagina. Las piernas flexionadas de su hijo la envolvían, una a cada lado de la cabeza, tensas por la postura, mostrando sus hermosos músculos. Los testículos también se agitaban con el frenético movimiento de la mano. Los gruñidos del joven llegaban a los oídos de Marta y emborrachaban de placer su lujuriosa mente. ¡Marta, eres una guarra! Se repetía en su mente y más excitada se encontraba con aquello.
Desesperadamente se agarró al muslo de su hijo con la mano libre. Cerró los ojos y sintió el primer orgasmo. Sintió que las piernas de él se movían y abrió los ojos. El deseado glande de su hijo estaba a penas a cinco centímetros de su boca, el aroma de aquella endiablada polla se metía por su nariz y su clítoris se endurecía más, no dejaba de frotarlo para alcanzar el segundo orgasmo. Gemía, se retorcía viendo a su hijo que gruñía aún más excitado que ella. No podía ser, ya estaba siendo presa de nuevo del placer y sus piernas temblaron con las sensaciones que le envolvían en aquella incestuosa masturbación.
Luís veía a su madre convulsionar con los orgasmos que tenía. Deseaba que la boca de ella se tragara su glande y poder descargar todo su semen. y lo hizo comenzo a tragarse su polla y tocar sus guevos.... hasta que Luis TIRO chorros de semen en su boca... ella se bebio toda su leche...a partir de ese dia madre e hijos viven torridas noches de pasion juntos.
Y Marta tenía muchas necesidades… Su debilidad eran las pollas grandes, desde muy joven, aunque su corazón siempre se impuso a su deseo carnal. De esta forma se caso con su marido, aunque su tamaño no era el que ella deseaba y más tarde tuvieron a su hijo.
Había gozado mucho con Jorge en aquellas noches en que hacían el amor adoraba sentirlo dentro de ella. Pero siempre tuvo la sensación de que le faltaba algo y más desde el momento que ni siquiera podía sentirse llena de él.
Intentaron de todo para que él recuperara la fuerza perdida, pero no hubo solución. Incluso ella llegó a hacerse una ligadura de tropas para no quedar embarazada y practicar sexo con otros hombres para poder satisfacer sus necesidades. Pero la primera noche que intentó tener sexo con otro hombre fue incapaz y nunca más lo intentó.
Así que la única solución que pudo encontrar fue autosatisfacerse con masturbaciones, a veces la ayudaba su marido, trabajando su coño con la lengua y los dedos hasta que le metía alguno de los consoladores que le había comprado para que no sufriera. Pero después de varios años empezaba a cansarse de aquello. La mayoría de las veces se satisfacía en soledad, pues el marido viajaba mucho por cuestión de negocios. En las noches que estaba sola esperaba a que su hijo se durmiera y veía una película pornográfica en silencio. Los fines de semana el hijo también salía y podía masturbarse con toda libertad.
Esta historia comienza un sábado por la tarde. Marta había salido de compras con su amiga Irene, una madura mujer separada años atrás de su marido y a la que le gustaba el sexo en casi todas sus modalidades. Le gustaba salir por las noches y buscar hombres, jóvenes o maduros, con los que tener relaciones para, cómo decía ella, liberar las tensiones de la semana de trabajo. Las noches en que no conseguía llevarse ningún hombre a la cama, acababa llamando a un servicio de boys que le daban lo que ella necesitaba.
Se conocían desde pequeñas y Marta le había comentado su problema. Más de una vez la había invitado a que la acompañase para que buscara un hombre que llevarse a su entrepiernas. Incluso le invitó a hacer un trío con ella para que se iniciara en aquel mundo de sexo. Pero Marta no quería. Una cosa era necesitar tener sexo y otra estar todo el fin de semana enchufada.
-¡Bueno Irene! – Le dijo Marta. – Me voy a ir para que puedas ir con el pobre macho que le toca satisfacerte esta noche.
-¡Espera! – La agarró por el brazo para evitar que se marchara. – Espera un poco para que lo veas. He quedado aquí con él y una vez que lo conozcas te podrás ir. – Marta quería irse pero se quedó para complacer a su amiga. - ¡Piensa que calza veintitantos centímetros! ¡Cómo a ti te gusta! – Irene miró a su amiga pícaramente esperando que aquella idea hiciera que se quedara con ella.
-¡Me da igual lo que guarde bajo su pantalón! – Marta mostró indiferencia y se calentó con aquella idea. Necesitaba irse ya con sus fieles consoladores.
-¡Allá tú, podríamos tener una noche loca! – Irene se volvió fingiendo enfado. - ¡Mira, aquel es…! ¡Eh Paul!
Aquel atractivo hombre llegó hasta ellas y se lo presentó a Marta. Tuvo un primer impulso de quedarse, y su amiga volvió a insistir en ello, pero para ella no era ese mundo promiscuo y tras varios minutos de charla se marchó en busca del coche.
Tras un rato circulando llegó a su casa. Pulsó el mando del garaje y metió su coche hasta dejarlo delante del de su hijo. Los fines de semana Luís no se llevaba el coche para no tener problemas si tomaba algunas copas. Entró en su casa y, mientras soltaba las llaves y sus cosas en la entrada, escuchó unos ruidos en la planta de arriba. Parecían gemidos.
Apagó la luz que había encendido y subió con cuidado y sin hacer ruido por las escaleras. Cada vez podía escuchar perfectamente que se trataban de gemidos de mujer que tenía sexo y gozaba intensamente. Imaginó que tal vez su hijo había ligado a alguna chica y estaba gozando, pero la luz provenía de su habitación. ¿Habría vuelto su marido antes y estaría viendo alguna película? ¿Estaría empalmado? ¿Habría ocurrido el milagro?
Continuó acercándose despacio hasta que estuvo a menos de un metro de la puerta que estaba abierta. Se asomó con cuidado y la visión la dejó paralizada. Allí, en medio de la cama, estaba su hijo Luís, mirando fijamente una de las películas porno que ella tenía por allí. Se notaba que estaba a punto de estallar. Su mano aferraba su polla, una enorme y gorda polla que hipnotizó por completo a Marta. Sintió como su sexo se humedeció por completo. Su hijo era completamente opuesto a su padre, su polla era grande y dura, muy dura. Se hubiera lanzado en ese mismo momento sobre aquella polla que mostraba un enorme glande, rojo y tenso por la presión que había en el interior de aquel joven sexo.
Estaba de pie delante de la puerta, en la penumbra, mirando absorta el excitado sexo de su hijo. Sus bragas se mojaban cada vez más. Tenía que tocarse su lujurioso coño. Una de sus manos agarró la falda y empezó a subirla para que la otra mano la acariciara. Sus dedos se posaron sobre sus bragas y sintió la humedad que brotaba del interior.
Sonó el teléfono móvil de Marta. Lo llevaba en uno de los bolsillos de aquella falda para dejarlo en la mesita de noche. Marta botó y soltó su falda. Luís tembló por el susto y miró rápidamente a la puerta para ver como su madre, de pie, dejaba caer la falda.
-¡Dios mamá! – Intentaba colocarse bien los pantalones que había bajado un poco para poder masturbarse sin problemas. - ¡Perdona… perdona! – Salió corriendo de la habitación para meterse en la suya.
-¡Sí, dime cariño! – Respondió a la llamada de su marido. - ¿Cómo estás?
-Bien. Al final tendremos que quedarnos aquí todo el fin de semana para acabar el proyecto, pero con suerte el lunes vuelvo y tendré libre tres días.
-¡Me alegro! ¡Te echo de menos!
-Y yo a ti… ¿Qué es ese escándalo que tienes ahí?
-Ahora me había puesto una película porno para tener mi sesión de sexo solitario.
-¡Dios, si pudiera estar ahora mismo ahí contigo yo te ayudaría hasta arrancarte un orgasmo!
-Yo también quiero que estés aquí.
-Bueno cariño, he de dejarte… El lunes prepárate que te debo una masturbación hasta que quedes totalmente satisfecha… aunque no sea con la mía.
-Mientras estés conmigo no importa. – Marta le mintió para que no se preocupara y la imagen de la polla de su hijo se encendió en su mente. - ¡Hasta el lunes!
-¡Hasta el lunes! – Jorge colgó el teléfono.
Marta apagó el televisor y no sabía bien que hacer con su hijo. Lo había pillado haciéndose una paja en su cama, cosa que no le importaba, pero la imagen de su polla la había dejado obsesionada… aquello era lo que siempre había soñado… Tenía que hablar con él para comentarle que no importaba lo que había pasado y se dirigió a la habitación de Luís.
-¡Luís! ¿Puedo entrar? – Golpeo la puerta y esperó respuesta.
-Sí mamá, pasa, pasa…
Marta entró y encontró a su hijo acostado boca arriba en la cama. Ella mostró una gran sonrisa para que él no se sintiera preocupado por lo que había pasado. Caminó y se sentó en el filo de la cama junto a él.
-Hijo, - empezó a hablar – Perdona que te haya molestado mientras… te masturbabas.
-No mamá, perdona que lo haya hecho en tu habitación. No debí hacerlo, pero descubrí tus películas y no me pude resistir a verlas… Después de un rato estaba totalmente excitado y acabé como me pillaste… Ya no lo haré más.
-No te preocupes, no me importa. Si te soy sincera yo lo practico mucho… - Se sintió un poco cohibida al hablarle de esa forma a su hijo, pero siguió. - ¿Te molesta que tu madre te hable con tanta confianza?
-No… Si necesitas o quieres hablarme, aquí estoy para escucharte… - Colocó la almohada en posición y tomó postura para escuchar las confesiones de su madre.
-¿Tú te masturbas mucho? – Le preguntó a Luís para comprobar si él estaba dispuesto a ser sincero.
-La verdad mamá es que no lo necesito mucho. – Él se sentía extraño al hablarle así a su madre, pero continuó. – Los fines de semana cuando salgo, no todos claro, tengo algún "lance" con chicas.
-¡Ja, ja, ja…! ¡Lance! – Marta se relajó con la forma de expresarse de su hijo. – Y qué ¿acabas matando al oponente?
-¡Mamá…! – Tomó actitud de que ella tenía que estar orgullosa del macho que tenía por hijo. - ¡Estás hablando con un García!
-¡Ya, ya…! – Dijo ella con tono apagado, orgullosa del miembro de su hijo, pero entristecida por el de su marido.
-¿Qué te pasa mamá?
-Verás hijo… - Empezó a hablar ella mirando a los ojos de él. – Te voy a contar una cosa, pero no puede salir de ti nunca en la vida.
-¡Será nuestro secreto! – Le dijo el hijo.
-Pues verás…
Durante unos minutos, Marta estuvo contándole el problema que tenía su padre. No hizo hincapié en algunas cosas, pero le contó cosas que no le había contado ni a su amiga Irene.
-¡Lo siento mamá!
Marta estaba tumbada junto a su hijo, con los pies a la altura de la cintura de él. El colocó una mano sobre uno de sus pies y la acarició para darle ánimos.
-Así que fíjate cómo están las cosas. Nos queremos con locura, pero él la tiene más bien pequeña y no se le levanta… - Lanzó un suspiro. – ¡Y a mí me gustan grandes y duras…! – Tembló al darse cuenta que justamente estaba mirando el sexo de su hijo mientras decía esto. Lo miró y tenía una sonrisa adorable.
-Mama… - Luís la miró a los ojos por unos segundos inmóvil. - ¿Quieres… quieres… masturbarte viendo como lo hago yo?
-¡¿Qué…?! – Se estremeció al escuchar las palabras de su hijo y sintió una extraña excitación al recordar la imagen de su polla.
-Esta noche nos hemos hecho muchas confesiones… Déjame que te ayude de una forma un tanto cochina a que disfrutes… - Metió una de sus manos bajo el pantalón del pijama y agarró su polla para empezar a sacudirla despacio, al momento empezó a crecer bajo la tela. – Ya no tendrás que ver las aburridas e irreales películas porno… Te ofrezco un espectáculo en directo… una de las que te gustan en directo.
Marta sintió mareo por la situación, se sentía en una extraña irrealidad. Su hijo le pedía que se masturbara mientras él le mostraba su gran pene, mientras él se masturbaba delante de ella. Su coño empezó a lanzar flujo por la excitación que le producía aquella situación que ni en las más perversas y lujuriosas de sus fantasías se hubiera imaginado. Su hijo se puso de rodillas delante de ella.
-¡Mira mamá!
Se bajó los pantalones hasta que todo su sexo quedó liberado. Aquella hermosa polla quedó libre y rebotó delante de los ojos de Marta. De su vagina bajaba un río de flujos que mojaron sus bragas de inmediato. De cerca era más grande y más gorda de lo que le había parecido en la oscuridad de su habitación. La tenía a menos de un metro de ella y la podía ver perfectamente.
-Súbete la falda y muéstrame lo tuyo para que yo pueda masturbarme… - No la quería tocar para no asustarla y que se marchara, pues la verdad que aquella situación él si la había imaginado, justo cuando lo pilló unos minutos antes.
Marta tímidamente empezó a subir su falda sin dejar de mirar la polla que apuntaba hacia ella. Con los movimientos de la mano de su hijo, el glande asomaba un poco por la piel que lo cubría. Ya no había más falda que subir y sus caderas, su vientre y su sexo cubierto por unas bragas de encaje blanco quedaron expuestos a la vista de su hijo.
-Mamá, quiero que me des tu opinión. – Le dijo y ella lo miró. – Muchas mujeres me dicen que lo que más les gusta es el enorme cabezón de mi polla. ¿A ti también te gusta? ¡Mira abajo!
Marta miró la polla y Luís tiró de la piel que lo cubría despacio. Poco a poco empezó a aparecer, redondo, terso, colorado por la excitación. Era más ancho que el resto de su polla y parecía una seta.
-¡Tus ojos me han respondido! – Dijo Luís y siguió masturbándose.
Marta se sintió más caliente que nunca al aparecer aquel glande y su mano se posó sobre las bragas para acariciarse su raja.
-Quítate las bragas para no hacerte daño en tu coño. – Le sugirió su hijo al ver la fuerza con la que se lo tocaba.
Ella se puso totalmente boca arriba y apoyó los pies para levantar el culo y sacar sus bragas. Se colocó de lado para mirar bien a su hijo, con las piernas bien abierta y sus dedos empezaron a trabajar en su raja. Luís se inclinó un poco para mirarla.
-¡Tienes el coño depilado!
-Sí, sólo me dejo un poco de pelo por encima de la raja para que tu padre no tenga dificultades cuando trabaja con la lengua.
-Mamá, oírte hablar así me excita…
-Pues si quieres te cuento lo que me hace muchas veces.
-Antes he de confesarte algo importante, la mayoría de las veces que me masturbo, tú eres mi inspiración. - Marta sintió como su sexo vibraba con las palabras de su hijo. - ¡Tienes un cuerpo maravilloso! ¡Ven aquí!
Le indicó que se sentara a la altura de la almohada, apoyando la espalda sobre el cabecero, se subiera la falda y abriera bien las piernas para masturbarse. Y así lo hizo ella pero la falda se la quito por completo, dándole la hermosa visión de su redondo culo a su hijo sin querer.
-¡Muchas veces he soñado con ese culo! – Se bajó de la cama y se quitó toda la ropa para quedar desnudo por completo.
Marta estaba en la posición que él le había pedido, esperando el espectáculo prometido por su hijo. Él se subió de pie sobre la cama. Su polla botaba con sus movimientos y apuntaba arriba desafiante. Se colocó delante de ella, abrió las piernas un poco y las flexionó hasta dejarla a la altura de sus ojos a menos de medio metro de su cara. Su mano la agitaba en honor a ella.
La miraba totalmente excitada, de su coño brotaban los flujos y hacían ruidos al mezclase con los dedos que entraban y salían de su vagina. Las piernas flexionadas de su hijo la envolvían, una a cada lado de la cabeza, tensas por la postura, mostrando sus hermosos músculos. Los testículos también se agitaban con el frenético movimiento de la mano. Los gruñidos del joven llegaban a los oídos de Marta y emborrachaban de placer su lujuriosa mente. ¡Marta, eres una guarra! Se repetía en su mente y más excitada se encontraba con aquello.
Desesperadamente se agarró al muslo de su hijo con la mano libre. Cerró los ojos y sintió el primer orgasmo. Sintió que las piernas de él se movían y abrió los ojos. El deseado glande de su hijo estaba a penas a cinco centímetros de su boca, el aroma de aquella endiablada polla se metía por su nariz y su clítoris se endurecía más, no dejaba de frotarlo para alcanzar el segundo orgasmo. Gemía, se retorcía viendo a su hijo que gruñía aún más excitado que ella. No podía ser, ya estaba siendo presa de nuevo del placer y sus piernas temblaron con las sensaciones que le envolvían en aquella incestuosa masturbación.
Luís veía a su madre convulsionar con los orgasmos que tenía. Deseaba que la boca de ella se tragara su glande y poder descargar todo su semen. y lo hizo comenzo a tragarse su polla y tocar sus guevos.... hasta que Luis TIRO chorros de semen en su boca... ella se bebio toda su leche...a partir de ese dia madre e hijos viven torridas noches de pasion juntos.
11 comentarios - Mi marido no me complace.. no importa, mi hijo si.........