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Volvi...

Volví… ya estoy de vuelta después de estas lindas y merecidas vacaciones. ¿Qué puedo contarles? Salta es hermoso, con razón conocen a la provincia como “Salta, la linda”, ¿un consejo?, vayan y disfrútenla. Al final les pongo algunas fotitos del viaje, pero yendo a lo que más les interesa… pillines… cogí mucho, muchísimo. No sé si mi novio habrá llevado viagra de contrabando, pero vivía al palo el muchacho. Cogíamos a la noche, al acostarnos, cogíamos a la mañana, antes de levantarnos, cogíamos en el baño, cuándo nos duchábamos, cogíamos al volver de cada excursión o paseo, todo momento era apropiado para cogernos. Me quedo la cola toda colorada y paspadita, no exagero, hasta me tuve que poner una cremita para que no me molestara al caminar, pero lo disfruté… eso sí.
Ya en el micro, en el viaje de ida, empezamos a tocarnos. Aprovechamos a la noche, cuándo de a uno los pasajeros se fueron durmiendo, cuándo vimos que ya no había ninguna luz prendida, nos tapamos con una manta y empezamos. Primero yo, obvio, le empecé a manotear el ganso por sobre el pantalón. Ya estaba alzado el guacho. Despacito y sin hacer ruido, le baje el cierre, metí una mano adentro y se la empecé a apretar, como si apretara un pomo en pleno carnaval. Él no se quedo quieto, claro, y metiendo una mano por debajo de mi falda… ¡Se encontró con mi conchita toda mojadita y dispuesta… jajaja! Un rato antes y sabiendo la que se venía, había ido al baño y aparte de hacer mis necesidades, me saque la bombacha, así que ya estaba preparada para recibirlo sin obstáculo alguno.
-¡Putita…!- me susurró a la vez que deslizaba sus dedos a lo largo de mi abertura.
Los mojó en el charquito que ya se me había formado y llevándoselos a la boca se los chupó como si estuviera degustando un tarro de dulce leche. Ahí empezamos a pajearnos, rítmicamente y al unísono, tratando de contener los gemidos, jadeos y suspiros que luchaban por salir de nuestra garganta. La tenía durísima, y hasta me quemaba de lo caliente que estaba.
-¡Estás al palo, guacho!- le dije al oído mientras le mordía la oreja y le pasaba la lengua por el huequito.
-Vos me ponés así, pendeja- me dijo.
Estaba excitadísimo y yo también, claro, pero no podíamos hacer otra cosa más que pajearnos… bueno, eso pensaba yo, ya que él tenía pensada otra cosa.
-¡Chupámela…!- me pidió entre suspiros.
-¿Qué? ¿Acá? No- le dije cediendo un poco el vértigo de mi manoseada.
-Dale, no seas boluda, una chupadita- me insistió.
-Pero nos pueden ver boludo- me seguí negando.
-Están todos durmiendo- siguió él.
-Pero mira si alguien se levanta y nos descubre, me muero- repuse.
-¿Y que tiene? Si somos novios- adujo.
-Si pero… no da-
-Si que da, dale… ya me duele la cabeza de lo aguantado que estoy- me dice.
-¿La cabeza de arriba o… la de abajo?- le dije incitante mientras se la frotaba con el pulgar.
-¡Esa mamita… esa cabeza, dale… un pete, solo eso!-
Ya no podía negarme. Antes que nada me levante un poquito de mi asiento, que estaba junto a la ventanilla y me asomé para asegurarme que no hubiera nadie despierto. Ni de atrás, ni de adelante y mucho menos del costado. Al parecer todos estaban en el dulce mundo de los sueños, hasta se escuchaba algún ronquido. Si iba a hacerlo tenía que ser en ese preciso momento. Así que cuándo me vio decidida, él mismo se sacó la pija afuera. Si hasta entonces había tenido alguna duda, quiero decir, me encanta chupar, pero no que me agarren con las manos en la masa, o en este caso, con la boca, pero al verla en todo su esplendor, hermosamente parada, y más aún al sentirla, toda dura y caliente… ya no me pude resistir. Me tiré de cabeza y entre a mamársela con todas mis ganas. Puso la manta sobre mi cabeza, por si las moscas, y aunque de vez en cuándo tenía que asomarme para tomar aire, le hice un pete de película, se la chupé hasta que la leche comenzó a fluir a borbotones. Obvio que me la tuve que tragar toda, ya que no íbamos a andar lecheando por ahí, así que me mantuve bien aferrada a su verga hasta que terminó de soltar toda su carga. Mientras eyaculaba yo le apretaba los huevos, ansiosa por extraer hasta la última gota de lo que tenía para ofrecerme. Me quede un ratito ahí abajo, saboreando la descarga, tras lo cuál me levanté y me limpié la boca con el dorso de la mano. Me volví a asomar por sobre los asientos, todo parecía seguir igual.
-Gracias mamita- me dijo mi novio y se acomodó para dormir.
Yo seguí despierta un ratito más, sintiendo todavía en mi paladar el sabor de su semen. No quería ir hasta el baño a enjuagarme, así que me comí un caramelito. Al rato me quede dormida.
A día siguiente, cerca del mediodía, llegamos a destino. Fuimos directamente al hotel, en donde ya teníamos las reservaciones, y ni bien entramos, apenas cerrar la puerta por detrás de nosotros, que mi gordo ya estaba al palo de nuevo. Dejó caer los bolsos que llevaba al suelo y arrimándoseme por detrás me abrazó y me refregó el bulto por todo el orto. ¡Mamita! Me puse a temblar de solo sentirlo.
-¿De nuevo estás al palo?- más que pregunta era una afirmación.
-¿Qué querés? Me quede con ganas de hacerte la colita- me dijo, haciéndomela sentir justo ahí, en la colita.
¿Acaso se la iba a negar? Estábamos de vacaciones, durante el año prácticamente ni nos vemos, a excepción de los fines de semana, así que por lo visto mi gordo quería recuperar el tiempo perdido. Deje que mi bolso cayera también al suelo, me di la vuelta y lo abracé. Nos besamos largamente, un chupón frenético y furioso, de esos que destilan pura calentura. Sus manos se adueñaron rápidamente de mi cola, apretándomela, pellizcándomela, deseando fundir sus dedos en ella. Tras el beso me tumbó de espalda en la cama y me desvistió casi a los tirones de la cintura para abajo. Me abrí de piernas apenas me libró de la incomodidad de la ropa. Mi concha estaba empapada, sentía como el líquido me goteaba y se derramaba por mis muslos. Enseguida se echó frente a mí y comenzó a chupar y a lamer todo, paseándose arriba y abajo, degustando ese néctar que se elabora en mi más recóndita intimidad… ahí en donde él pretendía llegar con sus dedos.
-¡Que calentura me hacés agarrar!- me decía mientras me exploraba profundamente, usando dedos y lengua por igual, abriéndomela de par en par, como si quisiera meterse adentro.
-¡Vos también me calentás guacho… me volvés loca… veni que te la quiero chupar…- le pedí igualmente de caliente y desesperada.
Entonces se levantó, se subió a la cama y acomodándose sobre mí, me metió la pija en la boca, yo ya la tenía abierta, esperando ese ansiado embate, por lo que ni bien sentí la carne en mi paladar la aprisioné entre mis labios y comencé a succionar, con fuerza, mamando como un ternero recién nacido, o como una ternerita, mejor dicho, en esa posición y por los empujes de mi novio, la verga se me enterraba hasta las amígdalas, no se que habrá más allá, pero la sentía llegándome hasta la mitad de la garganta. Era riquísima, un verdadero manjar. Un bocado celestial. Me gustaba sobre todo cuándo me la sacaba y me la refregaba por toda la cara, haciéndome sentir esa dureza que tanto me incitaba. Y en una de esas sacadas, se acomodó entre mis piernas y me la mandó a guardar de un solo empujón.
-¡Ahhhhhhhh… papito…!- bramé al sentirlo, dejándome llenar por ese monumento a la pija que me estaba llenando.
De a poco empezó a moverse, cogiéndome maravillosamente, mientras me comía la boca, me mordía los labios, me chupaba la lengua, todo esto sin dejar de atravesarme una y otra vez, con insistencia, tras lo cuál, y estando todavía al palo, me la sacó y me dio la vuelta. Me metió un par de dedos ensalivados en el ojete, como para dilatármelo un poco, aunque prácticamente no haga falta, y me la mandó por ahí. Me la enterró hasta los intestinos de un solo empujón, y la dejó ahí guardado mientras se restregaba contra mi cuerpo, susurrándome al oído lo puta que era, que soy, y lo mucho que le gusta mi culito. Desde abajo yo empujaba hacia él, tratando de sentirlo más nítidamente aún, disfrutando la forma en que se me abría el orto en torno a ese caliente mazo de carne. La cama parecía que se movía al ritmo de las embestidas con que mi novio me atendía, llegándome cada vez más adentro, más profundo, hasta que me la dejo ahí bien guardadita y acabó en una forma por demás explosiva. Pude sentir la explosión láctea fluyendo por cada rincón de mi culito, llenándome, embriagándome, haciéndome sentir en pleno las apoteóticas delicias de una muy buena culeada.
Luego nos duchamos, nos cambiamos y salimos de paseo. Y al volver, a coger de nuevo… jajaja. Así fueron mis vacaciones, ¿ahora entienden porque termine con esa parte de mi cuerpo como culo de mandril?

6 comentarios - Volvi...

vicera +1
Volvi...

como pasaria mi chota por esa lenguita, besos bebe
refeliz2
vicera dijo:relato

como pasaria mi chota por esa lenguita, besos bebe


Idem 😀 🙎‍♂️
ChikatiloDahmer
Como siempre, terrible. La verdad que dan ganas de ir a buscarte, agarrarte y pegarte una cogida descomunal. +10
bufarraco
Muy buenas vacaciones nena, asi me gusta, cogiendo sin parar !!!
mu_a2
vicera dijo:volvi

como pasaria mi chota por esa lenguita, besos bebe

😉 😉 😉 😉 😉 😉 😉 😉 😉
alliens66
UFFFFF COMO ME DEJASTE !!!
EXCELENTE MATERIAL !!!
IMPRESIONANTE POST TE MANDASTE !!!
SEGUI ASI !!! FELICITACIONES !!!
GRACIAS POR COMPARTIR !!!

gisellegisepet