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Irene (completo)

Hola de nuevo, la idea no era dejarlos con las ganas, solo que como no había terminado el relato subí lo que tenía, como para darles un aperitivo. Así que ahora va completito, anoche me quede hasta tarde para terminarlo y poder expresar en el todas y cada una de las sensaciones que atravesaron mi cuerpo en ese momento. Besitos y nos estamos viendo.


Ya en algún relato les conté que uno de mis tantos problemas, aparte de mi marido y su obstinamiento en querer tener un hijo, era que tenía una nueva jefa, la cuál desde el primer momento pareció ensañarse muy especialmente conmigo. Hasta ahora no la había nombrado, pero debido a ciertas circunstancias que motivan el presente relato, ha llegado el momento de hacerlo.
Se llama Irene y es la jefa de personal. Se trata de una mujer atractiva, de unos cuarenta años, separada dos veces, sin hijos, rubia, de pelo corto, y un cuerpo que no acusa las cuatro décadas que lleva encima. No sé porque me agarro rencor, pero fue ella la que empezó con esta especie de enfrentamiento que tenemos desde hace tiempo, apercibiéndome sin motivos o hasta controlándome la hora de llegada cuándo no se ponía tan estricta con las demás.
-Te tiene entre ceja y ceja- me decía una compañera.
-Es algo personal- me decía otra, pero la cuestión es que la relación entre ambas empeoraba día tras día.
Hasta que no aguanté más y un día, antes de almorzar, me la crucé en el pasillo y la enfrenté. La situación me había superado, todo parecía irme mal, y de alguna manera tenía que descargarme.
-Tengo que hablar con vos- le dije.
-Cuándo quieras pasa por mi oficina- me dijo de mal modo, como ya era su costumbre cuándo me hablaba, prácticamente sin mirarme y dándome la espalda enseguida, como si quisiera alejarse de mí lo antes posible.
-¿Puede ser ahora?- le pregunte antes de que se alejara.
-¿No te vas a almorzar?- observó.
-Esto es más importante- le asegure.
-Bueno, veni- me dijo de muy mal modo.
Fuimos a su oficina, cerró la puerta y sentándose frente a su escritorio se dispuso a escucharme.
-Quiero saber que es lo que te pasa conmigo, que yo recuerde jamás te hice nada malo como para que me trates en la forma en que me tratas- le dije casi llorosa aunque tratando de contener las lágrimas.
No sé si mi llanto contenido la conmovió o qué, pero empezó a hablarme mucho más suavemente, hasta diría que con ternura.
-Tenes razón, estoy siendo demasiado injusta con vos- me dijo.
Se levantó y se me acercó.
-Te voy a decir algo, pero al decírtelo estoy confiando en vos, espero que no lo andes divulgando por todos lados- me dijo casi con reserva.
-Si lo que vas a decirme puede llegar a aclarar todo esto, te prometo que muere en mí- le asegure.
-Ok, es la primera vez que estamos así, las dos a solas, así que voy a confiar en vos- asintió.
Pensó un instante sus palabras, tragó saliva, respiró hondo, prendió un cigarrillo, como para pensar un poco más lo que iba a decirme, y finalmente soltó aquello que la hacía enemistarse conmigo sin ninguna razón aparente.
-Me gustas… me gustas mucho, cuándo te veo me dan ganas de abrazarte y besarte mucho, mucho, mucho, pero tengo que contenerme, y es en esa contención, en el tratar de verte como a las demás que a veces me excedo, pero te juro que no lo hago por maldad, sino que solo trato de que no se me note lo que siento por vos-

Me quede de piedra. La jefa de personal, ¡una mujer!, se me estaba declarando. Tarde unos minutos en reaccionar.
-Imagino que esto te debe de haber impactado, pero te aseguro que de ahora en adelante voy a tratar de no ser tan injusta con vos- repuso mirándome con unos ojos que evidenciaban el deseo que me tenía.
Guardé silencio, todavía no podía hablar. Que se te declaré un tipo es algo de todos los días, algo por demás común y habitual, pero que lo haga una mujer resultaba bastante diferente, aunque como vivo pensando en el sexo no pude evitar darme cuenta que estar con otra mujer era una de las asignaturas que todavía tenía pendiente.
-Lamento haberte puesto así, no fue mi intención- trato de disculparse.
-No, no es eso, es que… bueno, la verdad es que si me sorprendió, pero lo que quiero decirte es que… soy una mujer casada, no te prometo nada, pero si estas de acuerdo quizás podamos vernos de vez en cuándo, la verdad es que me gustaría… no sé, probar- le dije finalmente entre titubeos.
Su mirada se iluminó, una sonrisa se dibujó en sus labios, y acercándose un poco más apoyó sus manos en mi cintura. Nos miramos por un breve instante y nos besamos mientras nos restregábamos la una contra la otra. Fue un beso de lengua, intenso, jugoso, efusivo. Un beso como el que me daría cualquier hombre, pero… ¡provenía de una mujer!
-¡Había deseado tanto esto!- exclamó al separarse por un instante, dejando un hilo de baba colgando que unía nuestros labios.
Entonces me volvió a besar, con más entusiasmo todavía, tocándome ahora los pechos a través de la blusa. Yo también toqué los suyos, se los apreté, sintiéndolos duros y palpitantes, llenos de ansiedad. Enseguida los descubrió para mí y me los ofreció en toda su imponente voluptuosidad. Nunca le había comido las tetas a otra mujer pero no me pude resistir, así que me colgué de sus pezones y empecé a mordisquearlos, sintiéndolos duros y turgentes. Ella misma guió mi mano hacia su entrepierna, por debajo de la falda y franqueando sin problemas el elástico de la tanga. Se estaba empapando. Unté un poco de su caldito íntimo con los dedos, me lo llevé a la boca y lo saboreé para luego volver a besarla con intensa avidez, haciendo que ella también saboreara su propia intimidad entre mis labios. Luego me sentó en el borde del escritorio, me separó las piernas y acomodándose entre ellas, arremetió contra mi conchita, pero justo cuándo estaba por meterme la lengua escuchamos algunos ruidos en el pasillo. Ella se levanto y yo salté del escritorio, arreglándonos cada una la ropa lo más rápido que pudimos.
-Bueno, creo que por ahora terminamos- dijo entonces con las mejillas aún enrojecidas.
-Si, me pareció una charla muy interesante- le dije guiñándole un ojo.
-¿Te gustaría que la siguiéramos en mi casa más tarde?- me pregunto bajando el tono de la voz.
-Me encantaría- le dije del mismo modo.
Cuándo salí de su oficina una de mis compañeras que me cruzó en el pasillo me dijo:
-Se mataron, ¿no?-
-Si- asentí sin darle mayores explicaciones.
Y era la verdad, nos habíamos matado aunque no en la forma que ella imaginaba.
Cuándo salí del trabajo, empecé a caminar por la vereda, sin saber para donde rumbear, hasta que alcanzo a escuchar el ruido de una bocina insistente. Era ella, estaba en la esquina esperándome con su auto. Al verla prácticamente corrí hacia donde estaba. Me subí al auto y le di un beso, en la boca, algo rápido y suave.
-¿Vamos a mi casa?- me pregunta a modo de invitación.
-Dale, vamos- le digo y nos ponemos en marcha.
En unos pocos minutos llegamos a su departamento, un coqueto dos ambientes en el barrio de Congreso. Vive sola por lo que no teníamos que preocuparnos por nada. Sirvió un par de tragos y se sentó conmigo en el amplio y confortable sofá de la sala. Ya no hacía falta el precalentamiento, las dos estábamos calientes todavía por lo sucedido en su oficina un par de horas antes, aún estábamos entonadas. Dejamos los vasos, nos acercamos la una a la otra un poco más y nos besamos. Esta vez fue un beso largo, jugoso e intenso, un beso de lengua rebosante de pasión mientras nuestras manos se aprovechaban de la situación y comenzaban a recorrernos sin trabas. Era la primera vez que estaba en una situación como esa con una mujer, si fuera con un hombre, mientras nos besábamos buscaría su entrepierna, para apoderarme de la incandescencia que allí se inflama poco a poco, pero con ella, enseguida busco sus pechos, duros, redondos, bien formados, siento sus pezones erguidos, se los pellizco a través de la blusa, suelta un gemido de complacencia, ella también me pellizca los míos, lo hace con suavidad, con una ternura irresistible, nos seguimos besando, comiéndonos las bocas, devorándonos, masticándonos, mordiéndonos con furor aunque sin lastimarnos. La calentura nos envuelve, nos enciende, nos sitúa en un terreno que, por lo menos para mí, resulta sumamente tentador aunque desconocido. Es ella quién toma la delantera al desprenderme los botones de la blusa y descubrir mis opulentos pechos apenas contenidos por el corpiño, el cuál igualmente no dura mucho tiempo ya que enseguida me lo baja y se lanza sobre mis dos temblorosas montañas de carne. Nunca me había sentido así, tan excitada, se trataba de una sensación diferente, muy distinta a la que se puede sentir con un hombre, era algo nuevo para mí, pero lo disfrutaba intensamente. Me gustaba y así se lo hice entender al agarrarla de la cabeza y atraerla hacia mí, hacia mis palpitantes senos que se le ofrecían sin resistencia alguna, para que hiciera con ellos lo que quisiera.
Me los comió con desesperada avidez, mordiéndome, chupándome, lamiéndome, a la vez que colaba una mano por entre mis piernas y me acariciaba la concha por sobre la tanga. Totalmente entregada a sus golosos labios, lo primero que sentí fue la punta de un dedo acariciándome justo ahí en donde las llamas de la lujuria parecían estar a punto de explotar en un incendio general e incontrolable. Otro dedo y ya sentía la humedad de mi sexo condensándose en su mano, por lo que de a ratos retiraba momentáneamente la mano y se chupaba los dedos, saboreando ávidamente mi candente intimidad. Cada vez me sentía más caliente, necesitaba una pija, algo duro y consistente que me penetrara, que reventara todo mi interior y que explotara dentro de mí, pero, ¡Estaba con una mujer!
De mis pechos bajo hasta mi intimidad, me separó las piernas y haciendo a un lado la tanga avanzó con la lengua, lamiéndome por dentro, tocándome justo ahí en donde las sensaciones más intensas se potencian y se ramifican por todo mi organismo. Atrapó mi clítoris con sus labios y me lo chupó, me lo mordió y hasta me lo masticó, arrancándome unos suspiros por demás exultantes, rebosantes de pasión. Entonces, sin dejar de chuparme, me metió los dedos bien adentro y empezó a penetrarme con ellos con un ritmo fluido y eficaz, rozándome con cada metida y sacada el clítoris, no sería una pija, pero lo hacía bastante bien, obviamente que se notaba la falta de esa dureza y consistencia que constituye el verdadero baluarte de la sexualidad, pero para ser una experiencia diferente debo decir que la carencia se suplía bastante bien, aunque, claro, jamás prescindiría de una buena poronga.
“Es lo que hay…”, me dije mientras sentía sus dedos fluyendo dentro de mí, y su lengua envolviendo mi clítoris con la mayor de las delicadezas. Más allá de la sorpresa inicial y de estar experimentando algo que no estaba dentro de mis preferencias, me deje llevar por esa oleada de placer que de a poco me iba ganando, situándome al borde mismo de la agonía, ella lo sintió, por lo que aceleró sus movimientos, aplicándole mayor velocidad no solo a sus dedos, sino también a su lengua, guiándome hacia un éxtasis brutal y maravilloso a la vez, la glorificación plena y absoluta de la atracción ejercida por dos mujeres, antes enemigas acérrimas, ahora ¿amantes?
No se en que momento sucedió, pero de pronto nos encontramos frente a frente, con nuestros cuerpos invertidos, formando un excitante 69. Tenía ante mí su concha húmeda y caliente, con los labios entreabiertos, reclamando mi inmediata presencia. Ella misma empujaba sus caderas hacia arriba, incitándome a que hiciera lo mismo que ella me hacía a mí. No la hice esperar, enseguida me hundí entre sus muslos y arremetí contra esa rendija hirviente, chupando lo que podía, buscando en especial el botoncito del placer, el mismo que ella en ese momento tenía aprisionado entre sus labios, hice lo mismo, atrapé su clítoris en mi boca y lo chupé, lo mordí, lo lamí, lo disfruté sorbiendo sus jugos, empalagándome con ellos.
Se notaba en Irene la calentura contenida desde hacía tiempo. Estaba como desbordada, fuera de control, dispuesta a obtener de mi sexo esa complacencia que tenía pendiente vaya una a saber desde cuándo. Me dijo que le gustaba, que se sentía atraída hacía mí, y en ese preciso instante me lo estaba demostrando, y con creces debo decir, chupándome la concha con una habilidad y eficiencia que solo una mujer puede demostrar, y es que, disculpen ustedes mis queridos, pero solo nosotras conocemos íntimamente los lugares en donde sentimos más placer.
Luego de practicar aquel 69 pleno de lujuria y excitación, nos pusimos en otra posición, enfrentadas, con la pierna de una entre las piernas de la otra y nuestros sexos pegados, por lo que empezamos a frotarnos con frenesí, era hermoso sentir su intimidad casi penetrando en la mía, sus jugos mezclándose con los míos, su propio placer condensándose con el mío. Las dos gemíamos mucho, jadeábamos, suspirábamos, nos decíamos cosas lindas, esas cosas que una dice en los momentos de intensa calentura, no teníamos reparo en demostrarnos lo mucho que disfrutábamos nuestra mutua compañía. Gozamos las dos, cada una tuvo su correspondiente orgasmo, ella más de uno debo decir, ya que se mojaba constantemente como queriendo disfrutar de una sola vez todas las veces que no había podido estar conmigo. Luego nos quedamos acostadas en su cama, abrazadas, mimándonos, besándonos con fruición, diciéndonos cosas lindas al oído, como dos enamoradas, pero, ya se sabe, el amor es una mera ilusión, y cuándo se hizo la hora de volver a casa y a nuestra rutina diaria, la ilusión se derrumbó como un castillo de naipes.
-Ya me tengo que ir- le dije en un susurro, como no queriendo despertar de aquel sueño maravilloso.
Se levantó y agarró algo para ponerse.
-No… quedate así, me gusta verte desnuda- le dije y era verdad.
Pese a ser una mujer de 40 años, algo más quizás, tenía un cuerpo hermoso, bien delineado, con cuervas perfectas, sin un gramo de grasa y sin marca alguna de celulitis, ¿será que el lesbianismo te pone así de linda? Tranquilos, es un chiste.
Es una mujer escultural, dueña de una belleza impactante, esa clase de mujer que obliga a que todos los hombres se den vuelta para mirarla… pero le gustan las mujeres. Que se le va a hacer, no es un mundo perfecto.
Desnuda me acompañó hasta la puerta. Antes de abrirla volvimos a besarnos y les digo que me daban ganas de quedarme, y de seguir inmersa en esa fantasía que por un rato nos habíamos armado. Abrió la puerta y mientras salía me palmeó la cola.
-Gracias- me dijo.
Me di la vuelta y le sonreí.
-Gracias a vos- le replique.
Crucé el pasillo y llamé el ascensor. Ella seguía con la puerta entreabierta, refugiada tras de la misma, observándome. El ascensor todavía no llegaba así que volví sobre mis pasos y corrí hacia ella para besarla de nuevo, y llevarme conmigo el sabor de sus labios, el calor de su aliento.
-Me gustó que me hicieras el amor- le susurré al oído, y me aleje, metiéndome enseguida en el ascensor, ya sin voltearme.
Ya mi ánimo no era el de antes, me sentía mucho mejor, revitalizada, con nuevas energías, preparada para enfrentar lo que fuera. El mundo parecía ser un lugar mucho mejor y todas las personas parecían sonreírme. Estaba como enamorada, pero sabía muy bien que este enamoramiento duraría poco, me conozco y me daba cuenta que debía disfrutar esto de Irene mientras durara.

20 comentarios - Irene (completo)

ana_41h
¡Que hermoso relato!
xxxdios
muy bueno che... +10
quitokiki
Uf!!!! Impresionante relato, maravilloso, super caliente !!!
Volveré con puntos Marita, te los merecés ampliamente ❤️
drsexrg
excelente...
que mas se puede decir ante tan lindo relato.
fueron porotines... +10
KaluraCD
Ah!!! Ahora si. Me encantó leerlo completito.
Maravillosamente relatado el encuentro lésbico, con detalles impresionantes sobre las sensaciones.
Un lujo lo tuyo, como siempre ❤️
Irene (completo)
badboy
una paja mas en tu nombre, 10 puntos mios para vos... excelente relato, ahora le eres infiel a tu marido con una mujer, me gusta como eres, te adoro Marita

feliz navidad
elmanu82
excelente como siemre mis 10 de reverencia
Alanq
casi un relato de enamoradas jaja, siempre sorprendiendome Marita
morochadel84
Guauuu!!!

La verdad que no había leído el aperitivo, así que acá estoy, sorprendiéndome con la originalidad de tus aventuras y los detalles de tu bella escritura!

Un besote grande Marita!!
Fachelo
de puta guarra a putita delicada...que salto original...jeje...buenísimo relato... 😉
159753_tu
uhhu me encanto,, los detalles todo convencional.. muy bueno.. espero otro relato lesbico jeje.. quiero saber mas de irene que pasa con ella y demas.
monica_lov
relatos ahhhhhhhhhhhhhhhhhh
excelsiorrrrrrrrrrrrrrrr!!! diria mi buen amigo zagoro 🤔 (que sera de su vida)
bue perdon por el derrape marita
a lo tuyo.........perrrrrrra que bien escribis yo que soy bi me sentí embelesada por tu relato y quede caliente a morir
sos brava nena te admiro mucho y obvio vuelvo con puntos sos genial
🤤 🤤 🤤 🤤 🤤
monica_lov
volvi y deje +5 y muchos besos 😉
bufarraco
hermoso relato, caliente pero delicado y sensual (me recalientan las tortitas), me encantó, dejo todo lo que cargo y aprovecho pa desear feliz 2011 🙂
mu_a2
TREMENDO RELATO GRACIAS POR COMPARTIR 😉 😉 😉 😉
sexo infidelidadmaritainfiel
conejofantasioso
la verdad que no puedo para de leerte
me encantan tus historias
me excitan al punto de no poder parar de tocarme
gracias nena por compartir tus relatos
XXXQWERTY
Exelent relato ...K piensas si tu marido t dise para aser un trio como lo tomarias???
paxcu05
Una mujer todo terreno!! Que delicia...
djsv18
me gusta la manera en que relatas marita ♥
borracho_tuerto
Las frasecitas para el bronce, esas que tanto me calientan jajaja

"Unté un poco de su caldito íntimo con los dedos, me lo llevé a la boca y lo saboreé para luego volver a besarla con intensa avidez...!

"...se lanza sobre mis dos temblorosas montañas de carne..."

"...lo primero que sentí fue la punta de un dedo acariciándome justo ahí en donde las llamas de la lujuria parecían estar a punto de explotar en un incendio general e incontrolable."

"...chupándome la concha con una habilidad y eficiencia que solo una mujer puede demostrar, y es que, disculpen ustedes mis queridos, pero solo nosotras conocemos íntimamente los lugares en donde sentimos más placer."
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Aunque soy un heterosexual de tomo y lomo, me produce mucha calentura ver a dos chicas juntas prodigandose muchas caricias y sexo entre ellas, y este relato tuyo logró hacer que me calentara a full, una linda fantasía sería un trio MHM, pero verlas primero a ellas dándose entre si y después follarselas a ambas...jajaja
Me encantó esta frase:


"El amor es una mera ilusión"[/i]
La encontré buenisima, y en cierto modo una gran verdad!!

Excelente relato una vez más mi querida Mary, me encanta tu forma tan especial y morbosilla de plantear cada situación de tus "garche-aventuras"
Voy a seguir buscando entre tus relatos para seguir haciendo volar mi imaginación en este exquisito y excitante mundo de sexo y lujuria al que tu me llevas siempre, y que a mi me encanta!!
Besos y abrazos querida!! 💋
LEO


Irene (completo)