Es Un texto amplio pero muy bueno, super recomendado.
Existió hace muchos años un país de grandes bosques espesos con gran vegetación, y poblado de animales salvajes, como el oso, el zorro, el lobo, y otros no dañinos como los ciervos, los perros y los linces. Estamos en tiempos lejanos a la edad media. Los bosques siempre han sido refugio de malhechores, bandoleros y truhanes donde hacían su refugio los perseguidos por la ley, y de los sin casa ni papeles.
Existió una adolescente muy atractiva de bonito físico, bien alimentada y lozana, llevaba trenzas, tenía unos ojos azules preciosos y expresivos, su alegría llenaba la casa de su mamá y de sus amigos, y de todos aquellos que la conocían.Su atractivo no pasaba desapercibido. El cabello suelto y desmelenado la convertía en una joven atractiva, una mujerona aún siendo casi una niña. A los ojos de los muchachos y jóvenes era su sex simbol, con quién soñaban despiertos y dormidos, cerrando los ojos, para vivir su momento de fantasía erótica, propia de la juventud. Su abuelita le tejió una capa de lana, que tiñó de rojo con tintes naturales. Como siempre hacia humedad la llevaba siempre puesta por el tiempo que hacía en las montañas y cerca de los bosques. Le pusieron el sobre nombre de Caperucita la de la capa roja. Sus senos eran fantásticos ni con la capa se disimulaban.Su abuelita, que gozaba de buena salud vivía en el bosque donde se encontraba muy feliz haciendo fórmulas para mantener la virilidad de los campesinos, labradores y leñadores, gozaba de buena fama y de hermosura madura. Aunque la mejor fórmula para los campesinos era ver a Caperucita. Los hombres se volvían titanes, dioses del Olimpo y todo eso se notaba en los pantalones que, abultaban un montón, con sólo la mirada a la bella Caperucita, la de la capa roja.
Un día, un cervatillo pasó cerca de la casa de la aldea, de la Caperucita y le comentó que su abuela se encontraba indispuesta. Caperucita, se lo dijo a su madre y ésta se procuró una cesta con unos pasteles de carne, miel, frutas, unas cataplasmas y especies para las fórmulas mágicas, para curar y curarse.La madre de Caperucita, que era viuda, y a quién le gustaba rondar los pajares donde estaban lo braceros, pero no le gustaba andar por el bosque, pide a la jovencita que vaya en su lugar. (Así podrá retozar con algún bracero joven, castigándole así las faltas laborales). Le da consejos advirtiéndole que tenga cuidado. Ponte la capa que no se te vean las piernas ni las tetas, que vas muy despreocupada, no cojas atajos ni senderos pequeños, pasa por el camino ancho donde pasan cazadores y leñadores que trabajan en el bosque, no te dejes tocar. No hables con desconocidos. Habla siempre con los que conoces, porque el bosque es peligroso y el camino es largo y la ocasión hace al ladrón. No llegues de noche y sobre todo atiende los ruidos del bosque, de los matorrales que puede aparecer el peligro en cualquier momento. ¡Ponte algo debajo la capa no vayas enseñando tus virtudes! Caperucita, dice: -¡sí mamá! ¿Pero cuando me comprarás un vestido más largo que casi voy enseñando el culo? -Pronto hija, pronto, con la nueva cosecha. Y recogió la cesta con las provisiones y potingues de medicamento, y se dispuso atravesar el bosque. Hasta la casa de la joven abuela.
Caperucita, ingenua y atrevida no tenía ni veía el peligro, por eso no tenía miedo,. ¿Quién iba a atacar a una adolescente que se siente ya muy mujer? Pensaba entre sí. De repente tras un gran nogal del camino aparece un atractivo desconocido que le pregunta: -¿A dónde vas hermosa jovencita? (con voz suave, agradable, ligona y seductora) -Voy a casa de mi abuelita, que está en medio del bosque (dice despreocupada e ingenua mientras se agacha a recoger una seta, enseñando las bonitas piernas y las nalgas) -¿Y vas tú sola, haciendo el camino? (dice el desconocido, que se ha percatado del género y su calidad) -Pues claro, ya soy mayor y conozco el camino. Pero tengo muchos amigos.(Mientras sigue recogiendo setas y flores, al mismo tiempo que se agacha enseñando por la blusa aquel don de senos que vuelven locos a los dioses) -¿Amigos? ¿Dónde están? No veo ninguno. Dice con curiosidad y extrañeza al no ver a nadie. (Mejor ocasión como esta ninguna, pensaba entre sí.) -¡Ah, claro! Usted no los ve, son los pajaritos, los cervatillos, los conejitos y el hijo del guardabosque, que es mayor que yo y sabe hacer muchas cosas, y me gusta que me las haga, es muy mañoso (dice ingenua y sonriente) -¡Oh, que linda jovencita! de verdad eres hermosa y toda una mujer. Sólo hay que verte. ¿Quieres que te acompañe unas leguas? ¿Puedo ser tu amigo? ¿Qué tengo que hacer? -Pues… ¿sabes algún juego que no sea muy infantil? -Sí, sé uno. Se llama un, dos, tres, cervatillo es. ¿Jugamos? -¿Y cómo se juega? -Mira, pones la capa en medio del claro del bosque, aquí, así. Muy bien. Ahora levantas los brazos horizontalmente tapándote los ojos mientras cuentas hasta veintitrés hasta llegar a tres. Yo voy hasta aquel arbusto y mientras cuentas me voy acercando hasta tocarte. Si llego a tocarte entonces lo hago yo. -Bien, me gusta. Empecemos. Así caperucita, levanta los brazos y su vestido corto que con los años no se ha renovado le llega hasta el ombligo, enseñando todo el pubis rubio sobre piel blanca.El desconocido, no llega nunca a tocarla porque va calentando su pasión viéndole las piernas y el pubis y casi el ombligo, la cual cosa hace que reviva los sentimientos y las pasiones más bajas ( me refiero a las partes bajas) haciendo repetir el juego varias veces hasta conseguir un estado de ebullición, tal como dirían los científicos. Al último juego llega hasta caperucita y le toca los pechos. -Ya está te he tocado las tetas. -Pues es verdad ¡ya te ha costado ya!. -¿Sabes jugar a otro juego? Dice caperucita -Sí, unos cuantos más. Para empezar jugaremos a los zorros. Un zorro y una zorra. Debemos andar de cuatro patas y con la boca recoger una seta y ponerla en la capa. -¿Pero será un poco cansado no? Dice caperucita -Pero descansaremos haciendo un espacio de tiempo encima tu capa de lana. -Bien dice caperucita. Así que los dos se ponen de cuatro patas y dan vueltas alrededor de unas encinas hasta que encuentran una seta cada uno, El desconocido, iba detrás de caperucita y claro está, le veía las nalgas y la partida de nacimiento, un matojo rubio y un excelente trasero, redondo y lozano como la mejor fruta del tiempo. El desconocido, al ver le panorama, que todo sea dicho, se puso allí para contemplarla, se estaba poniendo como las setas rojas, me refiero a su seta que tenia ahora aplastada por los calzones. -Ay, dice el desconocido.-¿Qué te pasa? ¿Te has herido? -Me he pinchado entre las piernas, ¡oh, me duele!-A ver que te ha pasado, bájate los calzones, que tengo remedios en la cesta. Mientras se sienta ahorcajada delante del desconocido dejando a la vista el frondoso matorral rubio adosado entre dos muslos blancos.El desconocido, se baja los calzones, mejor dicho le ayuda a bajárselos caperucita, porque era muy servicial y cariñosa con los enfermos, y una vez bajados ve la gran seta entre las piernas. ¡Caramba! ¿ Qué es lo que te habrá picado que te ha salido una seta tiesa y dura? -Voy a buscar potingues de la abuela. -No, dice el desconocido, con un poco de saliva y besos, ya sabes que se curan las heridas. ¿No te lo han dicho nunca eso? -Pues sí, me dice siempre la abuela, que con cariño, buenos tratos y besos se curan muchas cosas. ¿Entonces qué hacemos? -Si quieres ayudarme… puedes poner saliva con la lengua en la seta, le das unos besos y cuando desaparezca el dolor ya se verá con una salida de líquido blanco, entonces el dolor desaparece. -Ah muy bien. Pues allá voy. (Decidida se pone manos a la obra) Y caperucita, teniendo acostado de espaldas al desconocido, se sienta encima de él en posición del misionero ( invertido, más parecido al 69 que otra cosa) y le va poniendo saliva, le da besos, le acaricia la seta que se pone como el rojo de la emanita Cesárea ( seta del César) mientras en la posición el desconocido va mirando las entrepiernas de caperucita que muy hacendosa cuida de su enfermo, hasta que llega el momento en que la seta deja de sentir dolor y sale el liquido blanco, dejándole relajado y contento. -Ves ya está. ¿No te duele ahora verdad? -De verdad que eres bondadosa. Me has curado. Ahora yo te quitaré el líquido blanco que ha caído sobre tus bonitos pechos. No te hare daño lo haré con la lengua. -¡Ah, qué bien! Así no me dolerá...El desconocido, lame las tetas de la caperucita y las protuberancias propias de las tetas hasta que se ponen duras y turgentes, vivas. Y Caperucita, dice: -tú te habrás curado, pero yo ahora tengo un cosquilleo que me va de las tetas a la frondosidad del bosque rubio que tengo entre las piernas y me sube un ardor que me parece que tengo fiebre. -No te preocupes, el mismo remedio es para una cosa como para la otra. Si quieres… te pongo remedio y te curo. -Pues sí, hazlo pronto no sea que llegue la noche y llegue tarde a casa de la abuelita. Así pues, tumbada de espaldas caperucita abre su matorral rubio enseñando el lugar donde le pica. El desconocido, se arrodilla delante aquel valle fértil y hermoso y le practica la medicina con la lengua para tener la misma técnica y método. - ¿te vas curando amiguita mía? -Un poco más que tengo picor. -¿También me saldrá el líquido blanco? -Más que blanco un poco como el manantial, será la señal, de que te habré curado. -Pues sigue, que tu medicina me gusta. Hasta que llega al punto de éxtasis. Caperucita, exclama ahhhh! -Ya estoy curada. Muchas gracias amiguito mío. -Si quieres por el camino, podemos seguir jugando mientras llegamos cerca de casa de tu abuelita. -Bueno, eres muy ingenioso, sabes muchos juegos. -Pues ahora haciendo camino jugaremos al recorrido del valle. Es un juego sencillo, no hay que dejar de andar. -Yo soy el cazador, tu el valle. Mis dos dedos son el cazador, tu espalda el valle, hasta las lomas y después la cueva. -Qué bien, sigamos jugando, eres un genio de los juegos. -Dame la cesta, la llevo yo. Tú cúbrete con la capa y con los brazos un poco en alto dejando la parte delantera de la capa abierta para que ande el cazador. ¿De acuerdo? -Sí, ya puedes empezar.
La mano derecha, los dos dedos índice y corazón, empiezan a andar por la espalda, la paletilla, la columna, el cuello, llegan a las cumbres redondas de las nalgas y va bajando hasta entrar en la cueva.-Ah, ya entraste en la cueva, con una sola pata. Je, je. Dice Caperucita. -Otra vez. Pide la CaperucitaY los dedos suben bajan hasta llegar a la cueva con las dos patas. Ahora sí, el juego termina. -Pero, podemos hacer la nueva excursión entrando en el pozo. Así que otra vez los dedos recurren la geografía de caperucita y finalmente cuando llega al punto de entrada, el desconocido le dice: -agáchate un poco, lame, mi dedito, así muy bien, y el dedito entra por detrás para acabar el juego de las cuevas. -La primera cueva me ha gustado, pero la segunda le ha costado un poco, pero un poquitín sí que ha entrado. -Es falta de práctica por estas geografías dice el desconocido. -¿Qué quieres decir que si se anda más entra mejor? -Claro está. Así es .-¿Y cómo se entra mejor? Dice con curiosidad Caperucita, que cada vez va perdiendo el miedo y es más atrevida y juguetona. -Bueno, te lo enseño pero después tendrás de correr para llegar a casa de la abuelita, se va haciendo tarde. -Bueno, pero quiero aprender.-Ponte de rodillas. Los brazos en el suelo el valle en alto abriendo los caminos. Así, muy bien eres un encanto de mujer, una maravillosa mujer, cada minuto que pasa me gustas más, me siento feliz. -Gracias eres muy amable y divertido, también me gustas tú.
El desconocido le puso saliva en cantidad y le puso un dedito, después otro al final los dos juntos hasta que entraban como un chupete en la boca de un bebé. -¿Lo ves? ¿Qué bien ha entrado ahora el señor cazador en la cueva pequeña? -Pues es verdad.- Pero ahora me vuelve a venir el cosquilleo entre las piernas vámonos al riachuelo del atajo para refrescarnos. La caperucita y el desconocido ahora iban cogidos de la mano, después de la cintura y después se agarraban las nalgas acariciándoselas. Al llegar al riachuelo se despojan de los vestidos y en cueros se bañan. El desconocido con el agua fría no se le endurece el argumento de la vida, y la caperucita se refresca el valle rubio calmando su picor momentáneo, del entre valle. Después del baño, caperucita juega a recorrer el valle con el desconocido pero lo hace por delante, los dos dedos juegan y llegan de los ovillos a la atalaya, consiguiendo que se izase el palo de la bandera. Caperucita quiso curar otra vez al desconocido hasta que le procuró el líquido que calma el dolor. Después, jugó con él por la espalda hasta llegar a su cueva, la cual le dolió por tener hemorroides. -Hay pobrecito, tu cueva está enferma. Se lo diré a mi abuelita para que te de un remedio y te cures, ya te lo pondré yo así se curará antes, dice cada vez más atrevida, seductora, ingenua o naif. El desconocido la ayuda a vestir. La blusa y la capa, y emprenden el camino hasta cerca la casa de la abuelita. (En aquellos tiempos, no existían las braguitas ni los sujetadores, la blusa tapaba y la capa abrigaba)Se despiden en el cruce de caminos, dándose un beso casto, cuál doncella virgen. Caperucita dice que mañana y pasado pasará por el claro del bosque, y le esperará allá. – hasta mañana, amiguito. El desconocido asiente en volver a la misma hora. –hasta mañana Caperucita.
La caperucita llega a la casa de la abuelita, que está sentada en un balancín. Es una señora guapa y madura. Sex símbolo de los ancianos de la aldea, a quienes les facilita las formulas para levantar la moral en sus casas para poder atender bien a sus esposas.-Hola abuelita, te traigo unos comestibles y potingues que mamá me ha dado para ti, no ha cabido todo en la cesta pero mañana volveré para terminar el lote. -Gracias caperucita. Dice la abuela mientras le da un beso. -Qué te pasa caperucita, tienes el cuerpo caliente. -¿Has venido corriendo por la hora que es? -Pues sí, es que me he entretenido en el claro del bosque con las flores que traigo en la cesta, son para ti, después he venido deprisa y me he acalorado. -Bien, pues descansa un poco. Mañana a la mañana vuelves a la aldea, y ya volverás cuando te deje mamá. -Mañana volveré, seguro. Dice convencida, pensando en el desconocido del bosque. -Bien, bien, mañana vuelve. -Abuelita, me han preguntado por el camino si tu puedes curar…me da vergüenza decirlo… almorranas del culo (dice poniéndose roja como la capa) -Sí, tengo un ungüento muy eficaz. Se aplica con una zanahoria bien pelada y el ungüento va penetrado gracias a la zanahoria que debe ser fina. Aplicar el ungüento dentro y tapar con la zanahoria. Te daré un tarro pequeño, se lo debe hacer dos veces al día, por la mañana y por la tarde/noche. La zanahoria hace de tapón metido dentro. -Qué vergüenza, ¿cómo le voy a explicar todo esto? (dice en voz alta Caperucita) -Si no puedes, le dices que venga a casa y se lo diré yo misma.
Mientras en la aldea la mamá de Caperucita, la activa viuda ha encontrado un bracero holgazaneando en el pajar. Le propina una bronca y le amenaza con despedirle al momento si no pide perdón y hace aquello que se le pida. El bracero pide perdón y la viuda con deseo carnal le dice que se baje los calzones, cosa que hace gustosamente, y la viuda le hace un trabajo de artista dejándole como un semental, a tal punto lo dejó que no pudo evitar la inseminación del bravo trabajador, quién le preguntó que cuantas veces tenía que faltar para merecer tal castigo. Los dos satisfechos volvieron a sus que haceres.
AL DIA SIGUIENTE Ambos se encuentran en el claro del bosque. Caperucita ya tiene el tarro preparado para curarle los hemorroides al desconocido seductor o seducido. Este ya tiene preparado entretenimientos para el camino y juegos para el claro del bosque. -Hola Caperucita -Hola desconocido. -Ah, me llamo Lupus, no es muy conocido, pero hay algunos. -¿A que jugaremos hoy? -Podríamos jugar… ¡al nido de los pájaros! -¿Y cómo se juega? -Es fácil, somos dos pajaritos. Saltamos con los pies juntos haciendo un círculo y después nos juntamos en el centro. -Debemos conseguir madroños o fruta silvestre, o si no, en este caso una hojita de boj que debemos llevar en los labios. -Empecemos. Hacen saltitos haciendo corro. Caperucita le botan las tetas con un ritmo impresionante y Lupus también le bota el colgante, hasta que deja de colgar. Se encuentran en el centro. Extienden las manos y las frutas de los labios pasan del uno al otro dándose un besuqueo. (De película de Hollywood) -Me ha gustado. Otro juego quiero. -Ahora jugaremos a caballero y dama. Yo caballo y tú la dama. Móntate en mi espalda y te llevaré a pasear por el bosque. Caperucita se monta a la espalda, sin capa y casi desnuda. Se lo pasa bien, galopan por el claro de bosque y Caperucita está excitada y le dice: -Que bien me lo paso contigo, mejor que con los braceros de la aldea. -Bueno no hago nada con ellos. Pero les espío cuando van a orinar desde el pajar, juegan a para ver quien llega más lejos. El que gana pone un castigo al otro. Algunas veces consiste en tocarle los testículos al caballo hasta que se le alarga al caballo la otra cosa que no es la cola. -Si quieres Caperucita, si te pica y tienes cosquilleo te curo como ayer. Y con la creatividad de la vivaracha caperucita le dice: -Sí pero, lo haremos al mismo tiempo, tú me curas, yo te curo. -Bien. Se ponen encima la capa y empiezan a curarse si saber que practicaban la actividad más antigua de todos los tiempos primitivos: la fellatio y el cunnilingus, hasta quedar los dos relajados y claro está bien curados.-Ahora que estamos curados, te voy a curar a ti. -Mi abuelita me dio un tarro y una zanahoria. Con ello te aliviará y curara tu cueva pequeña. Ponte de rodillas, sin calzones.Y caperucita le aplica el ungüento en el ano y se la va entrando con la zanahoria, y va entrando y saliendo aplicando, hasta que Lupus le pide más, más, y más rápido. Caperucita dice: -ya veo que te está curando, que te gusta que te ponga más. Para hoy está muy bien, mañana volveré y terminaremos la cura. La practica con la zanahoria, le había proporcionado una eyaculación, cosa que se da cuenta Caperucita. -Vaya ya la tienes enferma otra vez. La toma entre sus dedos y le da besos y lamidos hasta que aparece otra vez la seta roja. -Ya está, te he curado otra vez. -Eres una gran curandera. Vamos a bailar por el bosque. Se toman de las manos y bailan haciendo círculos para acabar entrelazados. Se visten y van de camino a casa la abuelita. Caperucita presenta a Lupus a la abuelita Buhita. Se hacen amigos. La abuela le cuenta sus fórmulas como, la de los ancianos de la aldea. Caperucita queda entusiasmada en verles conversar y ser tan amigables, no acostumbra a tener muchos amigos con quien contar cosas.
Finalmente, le deja probar la fórmula magistral del amor que hace para los ancianos. Lupus, se la toma con una dosis un poco mayor, lo que le hace un gran efecto, que Buhita ve enseguida. -Caperucita, llégate al claro del bosque del norte y tráeme unos brotes de índigo. Lo necesito para una formula. Tardarás una media hora aproximadamente o quizá un poco más. -Bien abuelita, ahora voy. ¿Vienes Lupus? -No él se queda, que ha de probar unas formulas nuevas para saber si van bien. No tardes mucho, bueno lo que quieras…
Sale de la casa caperucita y se dirige al claro del bosque.Mientras la abuelita, que tomaba formulas para eterna juventud, demostró ante Lupus que su cuerpo era casi tan gentil como el de Caperucita, pero con más experiencia. Le enseñó sus virtudes y su envoltorio, parecido al de Caperucita, porque eran de la misma casta, y sedujo a Lupus. Este después de la fórmula, tenía el viril aspecto de un superhombre, endurecido como palo de hierro y la abuelita le sedujo, le alimentó sus deseos, y retozó con él dejándole más cansado y sudado que una mula después del viaje. Entra Caperucita y al ver a Lupus abatido, le dice: -¿qué te pasa? ¿Has enfermado otra vez? -No ya está. Creo que una formula me habrá hecho reacción, pero pronto pasará. La abuelita hacia una cara de satisfacción que no podía con ella. Hacía tiempo que esperaba una ocasión así. Un joven recio y fuerte, inteligente, que con ayuda era un superhombre. La abuelita Buhita, le dio a beber un reconfortante, que también hizo su efecto instantáneo. Recuperándose en pocos minutos las capacidad de acción de la que presumen muchos hombres. -Sabes abuelita, nos hemos enamorado. -Muy bien Caperucita. Es un hombre fuerte, viril y con tu ayuda será un gran hombre luchará contra todos los lobos que se te acerquen. Seguro que podrá con todos.(Entre si pensaba Lupus, claro está soy el jefe de la manada y éste es mi territorio.) La abuelita, le dio a Lupus una docena de frascos de la formula de la vida, para que tuviera para muchos años felices pero tenía que gastarlos con la Caperucita, que era la joven más hermosa y ardiente de la comarca, así como cariñosa y bondadosa que gustaba curar a los heridos y reconfortar a los enfermos. (Le venía de casta) Volvieron a la casa de la aldea. Caperucita presentó a Lupus, que cayó muy bien a la mamá, viuda. Esta le gustó Lupus al instante. Le vio como un ejemplar único viril y proporcionado, atractivo y con un potencial que ella se imaginaba. (Pero no podía opinar por experiencia) Lupus y Caperucita explicaron que la abuelita les había dado unos frascos de la vida para pasar mejor las noches y hacerlas más duraderas, que daban un gran resultado.
Caperucita, dejo de ser una niña, al conocer a Lupus y las artes amatorias. Se volvió una gran mujer, perdió la ingenuidad y ganó en voluptuosidad siendo insaciable y ayudó a dirigir la vida de Lupus y de su mamá, llevándoles por derroteros eróticamente reconfortantes. La mamá, robó un frasco a Lupus durante la noche mientras dormía. (porque ahora vivía y dormía con Caperucita, porque ella no dejaba que se fuera,” era su Lupus”.) Y a la primera ocasión se lo dio a beber a un bracero holgazán y joven creándole una gran reacción que se hizo espectacular, y más aún el goce de la mamá viuda que gozó durante horas quedando exhaustos de placer el bracero y ella. (Anotándolo en el libro de Guinnes) Desde entonces el bracero no trabajó más los campos ni preparó los establos, ni cuidó de los animales, solamente comía, dormía y atendía las necesidades de la mamá viuda, que eran insaciables gracias a la fórmula de la abuela. Probaron la formula en los establos. El caballo y la yegua, y dio también resultado haciendo la hacienda más grande e importante, obteniendo una gran caballería y se hicieron ricos. La abuelita conservó la formula que potenciaba el éxito de la hacienda. Compartía cuando podía con Lupus sus fórmulas y comprobaba los progresos, así también la abuela fue feliz con Lupus, con quién sentía una gran admiración por ser un espécimen único. A la mamá viuda, también le hubiera gustado seducir a Lupus, pero sólo llegó a espiarlos mientras hacían el amor, acabando después haciendo una visita al pajar. Caperucita lo tenía controlado todo. La mamá se conformó con el bracero que ahora olía a rosas, pero cada día estaba más chupado.
Y dicen los viejos del lugar que jamás vieron ningún lobo malo. Algo o alguien los ahuyentaba. De buenos, había pocos. El mejor era Lupus y si alguien lo duda que lo pregunten a la abuelita y a la Caperucita. La mamá viuda lo sabe sólo de referencias.
AUTOR: Salvador Barrau Viñas
Existió hace muchos años un país de grandes bosques espesos con gran vegetación, y poblado de animales salvajes, como el oso, el zorro, el lobo, y otros no dañinos como los ciervos, los perros y los linces. Estamos en tiempos lejanos a la edad media. Los bosques siempre han sido refugio de malhechores, bandoleros y truhanes donde hacían su refugio los perseguidos por la ley, y de los sin casa ni papeles.
Existió una adolescente muy atractiva de bonito físico, bien alimentada y lozana, llevaba trenzas, tenía unos ojos azules preciosos y expresivos, su alegría llenaba la casa de su mamá y de sus amigos, y de todos aquellos que la conocían.Su atractivo no pasaba desapercibido. El cabello suelto y desmelenado la convertía en una joven atractiva, una mujerona aún siendo casi una niña. A los ojos de los muchachos y jóvenes era su sex simbol, con quién soñaban despiertos y dormidos, cerrando los ojos, para vivir su momento de fantasía erótica, propia de la juventud. Su abuelita le tejió una capa de lana, que tiñó de rojo con tintes naturales. Como siempre hacia humedad la llevaba siempre puesta por el tiempo que hacía en las montañas y cerca de los bosques. Le pusieron el sobre nombre de Caperucita la de la capa roja. Sus senos eran fantásticos ni con la capa se disimulaban.Su abuelita, que gozaba de buena salud vivía en el bosque donde se encontraba muy feliz haciendo fórmulas para mantener la virilidad de los campesinos, labradores y leñadores, gozaba de buena fama y de hermosura madura. Aunque la mejor fórmula para los campesinos era ver a Caperucita. Los hombres se volvían titanes, dioses del Olimpo y todo eso se notaba en los pantalones que, abultaban un montón, con sólo la mirada a la bella Caperucita, la de la capa roja.
Un día, un cervatillo pasó cerca de la casa de la aldea, de la Caperucita y le comentó que su abuela se encontraba indispuesta. Caperucita, se lo dijo a su madre y ésta se procuró una cesta con unos pasteles de carne, miel, frutas, unas cataplasmas y especies para las fórmulas mágicas, para curar y curarse.La madre de Caperucita, que era viuda, y a quién le gustaba rondar los pajares donde estaban lo braceros, pero no le gustaba andar por el bosque, pide a la jovencita que vaya en su lugar. (Así podrá retozar con algún bracero joven, castigándole así las faltas laborales). Le da consejos advirtiéndole que tenga cuidado. Ponte la capa que no se te vean las piernas ni las tetas, que vas muy despreocupada, no cojas atajos ni senderos pequeños, pasa por el camino ancho donde pasan cazadores y leñadores que trabajan en el bosque, no te dejes tocar. No hables con desconocidos. Habla siempre con los que conoces, porque el bosque es peligroso y el camino es largo y la ocasión hace al ladrón. No llegues de noche y sobre todo atiende los ruidos del bosque, de los matorrales que puede aparecer el peligro en cualquier momento. ¡Ponte algo debajo la capa no vayas enseñando tus virtudes! Caperucita, dice: -¡sí mamá! ¿Pero cuando me comprarás un vestido más largo que casi voy enseñando el culo? -Pronto hija, pronto, con la nueva cosecha. Y recogió la cesta con las provisiones y potingues de medicamento, y se dispuso atravesar el bosque. Hasta la casa de la joven abuela.
Caperucita, ingenua y atrevida no tenía ni veía el peligro, por eso no tenía miedo,. ¿Quién iba a atacar a una adolescente que se siente ya muy mujer? Pensaba entre sí. De repente tras un gran nogal del camino aparece un atractivo desconocido que le pregunta: -¿A dónde vas hermosa jovencita? (con voz suave, agradable, ligona y seductora) -Voy a casa de mi abuelita, que está en medio del bosque (dice despreocupada e ingenua mientras se agacha a recoger una seta, enseñando las bonitas piernas y las nalgas) -¿Y vas tú sola, haciendo el camino? (dice el desconocido, que se ha percatado del género y su calidad) -Pues claro, ya soy mayor y conozco el camino. Pero tengo muchos amigos.(Mientras sigue recogiendo setas y flores, al mismo tiempo que se agacha enseñando por la blusa aquel don de senos que vuelven locos a los dioses) -¿Amigos? ¿Dónde están? No veo ninguno. Dice con curiosidad y extrañeza al no ver a nadie. (Mejor ocasión como esta ninguna, pensaba entre sí.) -¡Ah, claro! Usted no los ve, son los pajaritos, los cervatillos, los conejitos y el hijo del guardabosque, que es mayor que yo y sabe hacer muchas cosas, y me gusta que me las haga, es muy mañoso (dice ingenua y sonriente) -¡Oh, que linda jovencita! de verdad eres hermosa y toda una mujer. Sólo hay que verte. ¿Quieres que te acompañe unas leguas? ¿Puedo ser tu amigo? ¿Qué tengo que hacer? -Pues… ¿sabes algún juego que no sea muy infantil? -Sí, sé uno. Se llama un, dos, tres, cervatillo es. ¿Jugamos? -¿Y cómo se juega? -Mira, pones la capa en medio del claro del bosque, aquí, así. Muy bien. Ahora levantas los brazos horizontalmente tapándote los ojos mientras cuentas hasta veintitrés hasta llegar a tres. Yo voy hasta aquel arbusto y mientras cuentas me voy acercando hasta tocarte. Si llego a tocarte entonces lo hago yo. -Bien, me gusta. Empecemos. Así caperucita, levanta los brazos y su vestido corto que con los años no se ha renovado le llega hasta el ombligo, enseñando todo el pubis rubio sobre piel blanca.El desconocido, no llega nunca a tocarla porque va calentando su pasión viéndole las piernas y el pubis y casi el ombligo, la cual cosa hace que reviva los sentimientos y las pasiones más bajas ( me refiero a las partes bajas) haciendo repetir el juego varias veces hasta conseguir un estado de ebullición, tal como dirían los científicos. Al último juego llega hasta caperucita y le toca los pechos. -Ya está te he tocado las tetas. -Pues es verdad ¡ya te ha costado ya!. -¿Sabes jugar a otro juego? Dice caperucita -Sí, unos cuantos más. Para empezar jugaremos a los zorros. Un zorro y una zorra. Debemos andar de cuatro patas y con la boca recoger una seta y ponerla en la capa. -¿Pero será un poco cansado no? Dice caperucita -Pero descansaremos haciendo un espacio de tiempo encima tu capa de lana. -Bien dice caperucita. Así que los dos se ponen de cuatro patas y dan vueltas alrededor de unas encinas hasta que encuentran una seta cada uno, El desconocido, iba detrás de caperucita y claro está, le veía las nalgas y la partida de nacimiento, un matojo rubio y un excelente trasero, redondo y lozano como la mejor fruta del tiempo. El desconocido, al ver le panorama, que todo sea dicho, se puso allí para contemplarla, se estaba poniendo como las setas rojas, me refiero a su seta que tenia ahora aplastada por los calzones. -Ay, dice el desconocido.-¿Qué te pasa? ¿Te has herido? -Me he pinchado entre las piernas, ¡oh, me duele!-A ver que te ha pasado, bájate los calzones, que tengo remedios en la cesta. Mientras se sienta ahorcajada delante del desconocido dejando a la vista el frondoso matorral rubio adosado entre dos muslos blancos.El desconocido, se baja los calzones, mejor dicho le ayuda a bajárselos caperucita, porque era muy servicial y cariñosa con los enfermos, y una vez bajados ve la gran seta entre las piernas. ¡Caramba! ¿ Qué es lo que te habrá picado que te ha salido una seta tiesa y dura? -Voy a buscar potingues de la abuela. -No, dice el desconocido, con un poco de saliva y besos, ya sabes que se curan las heridas. ¿No te lo han dicho nunca eso? -Pues sí, me dice siempre la abuela, que con cariño, buenos tratos y besos se curan muchas cosas. ¿Entonces qué hacemos? -Si quieres ayudarme… puedes poner saliva con la lengua en la seta, le das unos besos y cuando desaparezca el dolor ya se verá con una salida de líquido blanco, entonces el dolor desaparece. -Ah muy bien. Pues allá voy. (Decidida se pone manos a la obra) Y caperucita, teniendo acostado de espaldas al desconocido, se sienta encima de él en posición del misionero ( invertido, más parecido al 69 que otra cosa) y le va poniendo saliva, le da besos, le acaricia la seta que se pone como el rojo de la emanita Cesárea ( seta del César) mientras en la posición el desconocido va mirando las entrepiernas de caperucita que muy hacendosa cuida de su enfermo, hasta que llega el momento en que la seta deja de sentir dolor y sale el liquido blanco, dejándole relajado y contento. -Ves ya está. ¿No te duele ahora verdad? -De verdad que eres bondadosa. Me has curado. Ahora yo te quitaré el líquido blanco que ha caído sobre tus bonitos pechos. No te hare daño lo haré con la lengua. -¡Ah, qué bien! Así no me dolerá...El desconocido, lame las tetas de la caperucita y las protuberancias propias de las tetas hasta que se ponen duras y turgentes, vivas. Y Caperucita, dice: -tú te habrás curado, pero yo ahora tengo un cosquilleo que me va de las tetas a la frondosidad del bosque rubio que tengo entre las piernas y me sube un ardor que me parece que tengo fiebre. -No te preocupes, el mismo remedio es para una cosa como para la otra. Si quieres… te pongo remedio y te curo. -Pues sí, hazlo pronto no sea que llegue la noche y llegue tarde a casa de la abuelita. Así pues, tumbada de espaldas caperucita abre su matorral rubio enseñando el lugar donde le pica. El desconocido, se arrodilla delante aquel valle fértil y hermoso y le practica la medicina con la lengua para tener la misma técnica y método. - ¿te vas curando amiguita mía? -Un poco más que tengo picor. -¿También me saldrá el líquido blanco? -Más que blanco un poco como el manantial, será la señal, de que te habré curado. -Pues sigue, que tu medicina me gusta. Hasta que llega al punto de éxtasis. Caperucita, exclama ahhhh! -Ya estoy curada. Muchas gracias amiguito mío. -Si quieres por el camino, podemos seguir jugando mientras llegamos cerca de casa de tu abuelita. -Bueno, eres muy ingenioso, sabes muchos juegos. -Pues ahora haciendo camino jugaremos al recorrido del valle. Es un juego sencillo, no hay que dejar de andar. -Yo soy el cazador, tu el valle. Mis dos dedos son el cazador, tu espalda el valle, hasta las lomas y después la cueva. -Qué bien, sigamos jugando, eres un genio de los juegos. -Dame la cesta, la llevo yo. Tú cúbrete con la capa y con los brazos un poco en alto dejando la parte delantera de la capa abierta para que ande el cazador. ¿De acuerdo? -Sí, ya puedes empezar.
La mano derecha, los dos dedos índice y corazón, empiezan a andar por la espalda, la paletilla, la columna, el cuello, llegan a las cumbres redondas de las nalgas y va bajando hasta entrar en la cueva.-Ah, ya entraste en la cueva, con una sola pata. Je, je. Dice Caperucita. -Otra vez. Pide la CaperucitaY los dedos suben bajan hasta llegar a la cueva con las dos patas. Ahora sí, el juego termina. -Pero, podemos hacer la nueva excursión entrando en el pozo. Así que otra vez los dedos recurren la geografía de caperucita y finalmente cuando llega al punto de entrada, el desconocido le dice: -agáchate un poco, lame, mi dedito, así muy bien, y el dedito entra por detrás para acabar el juego de las cuevas. -La primera cueva me ha gustado, pero la segunda le ha costado un poco, pero un poquitín sí que ha entrado. -Es falta de práctica por estas geografías dice el desconocido. -¿Qué quieres decir que si se anda más entra mejor? -Claro está. Así es .-¿Y cómo se entra mejor? Dice con curiosidad Caperucita, que cada vez va perdiendo el miedo y es más atrevida y juguetona. -Bueno, te lo enseño pero después tendrás de correr para llegar a casa de la abuelita, se va haciendo tarde. -Bueno, pero quiero aprender.-Ponte de rodillas. Los brazos en el suelo el valle en alto abriendo los caminos. Así, muy bien eres un encanto de mujer, una maravillosa mujer, cada minuto que pasa me gustas más, me siento feliz. -Gracias eres muy amable y divertido, también me gustas tú.
El desconocido le puso saliva en cantidad y le puso un dedito, después otro al final los dos juntos hasta que entraban como un chupete en la boca de un bebé. -¿Lo ves? ¿Qué bien ha entrado ahora el señor cazador en la cueva pequeña? -Pues es verdad.- Pero ahora me vuelve a venir el cosquilleo entre las piernas vámonos al riachuelo del atajo para refrescarnos. La caperucita y el desconocido ahora iban cogidos de la mano, después de la cintura y después se agarraban las nalgas acariciándoselas. Al llegar al riachuelo se despojan de los vestidos y en cueros se bañan. El desconocido con el agua fría no se le endurece el argumento de la vida, y la caperucita se refresca el valle rubio calmando su picor momentáneo, del entre valle. Después del baño, caperucita juega a recorrer el valle con el desconocido pero lo hace por delante, los dos dedos juegan y llegan de los ovillos a la atalaya, consiguiendo que se izase el palo de la bandera. Caperucita quiso curar otra vez al desconocido hasta que le procuró el líquido que calma el dolor. Después, jugó con él por la espalda hasta llegar a su cueva, la cual le dolió por tener hemorroides. -Hay pobrecito, tu cueva está enferma. Se lo diré a mi abuelita para que te de un remedio y te cures, ya te lo pondré yo así se curará antes, dice cada vez más atrevida, seductora, ingenua o naif. El desconocido la ayuda a vestir. La blusa y la capa, y emprenden el camino hasta cerca la casa de la abuelita. (En aquellos tiempos, no existían las braguitas ni los sujetadores, la blusa tapaba y la capa abrigaba)Se despiden en el cruce de caminos, dándose un beso casto, cuál doncella virgen. Caperucita dice que mañana y pasado pasará por el claro del bosque, y le esperará allá. – hasta mañana, amiguito. El desconocido asiente en volver a la misma hora. –hasta mañana Caperucita.
La caperucita llega a la casa de la abuelita, que está sentada en un balancín. Es una señora guapa y madura. Sex símbolo de los ancianos de la aldea, a quienes les facilita las formulas para levantar la moral en sus casas para poder atender bien a sus esposas.-Hola abuelita, te traigo unos comestibles y potingues que mamá me ha dado para ti, no ha cabido todo en la cesta pero mañana volveré para terminar el lote. -Gracias caperucita. Dice la abuela mientras le da un beso. -Qué te pasa caperucita, tienes el cuerpo caliente. -¿Has venido corriendo por la hora que es? -Pues sí, es que me he entretenido en el claro del bosque con las flores que traigo en la cesta, son para ti, después he venido deprisa y me he acalorado. -Bien, pues descansa un poco. Mañana a la mañana vuelves a la aldea, y ya volverás cuando te deje mamá. -Mañana volveré, seguro. Dice convencida, pensando en el desconocido del bosque. -Bien, bien, mañana vuelve. -Abuelita, me han preguntado por el camino si tu puedes curar…me da vergüenza decirlo… almorranas del culo (dice poniéndose roja como la capa) -Sí, tengo un ungüento muy eficaz. Se aplica con una zanahoria bien pelada y el ungüento va penetrado gracias a la zanahoria que debe ser fina. Aplicar el ungüento dentro y tapar con la zanahoria. Te daré un tarro pequeño, se lo debe hacer dos veces al día, por la mañana y por la tarde/noche. La zanahoria hace de tapón metido dentro. -Qué vergüenza, ¿cómo le voy a explicar todo esto? (dice en voz alta Caperucita) -Si no puedes, le dices que venga a casa y se lo diré yo misma.
Mientras en la aldea la mamá de Caperucita, la activa viuda ha encontrado un bracero holgazaneando en el pajar. Le propina una bronca y le amenaza con despedirle al momento si no pide perdón y hace aquello que se le pida. El bracero pide perdón y la viuda con deseo carnal le dice que se baje los calzones, cosa que hace gustosamente, y la viuda le hace un trabajo de artista dejándole como un semental, a tal punto lo dejó que no pudo evitar la inseminación del bravo trabajador, quién le preguntó que cuantas veces tenía que faltar para merecer tal castigo. Los dos satisfechos volvieron a sus que haceres.
AL DIA SIGUIENTE Ambos se encuentran en el claro del bosque. Caperucita ya tiene el tarro preparado para curarle los hemorroides al desconocido seductor o seducido. Este ya tiene preparado entretenimientos para el camino y juegos para el claro del bosque. -Hola Caperucita -Hola desconocido. -Ah, me llamo Lupus, no es muy conocido, pero hay algunos. -¿A que jugaremos hoy? -Podríamos jugar… ¡al nido de los pájaros! -¿Y cómo se juega? -Es fácil, somos dos pajaritos. Saltamos con los pies juntos haciendo un círculo y después nos juntamos en el centro. -Debemos conseguir madroños o fruta silvestre, o si no, en este caso una hojita de boj que debemos llevar en los labios. -Empecemos. Hacen saltitos haciendo corro. Caperucita le botan las tetas con un ritmo impresionante y Lupus también le bota el colgante, hasta que deja de colgar. Se encuentran en el centro. Extienden las manos y las frutas de los labios pasan del uno al otro dándose un besuqueo. (De película de Hollywood) -Me ha gustado. Otro juego quiero. -Ahora jugaremos a caballero y dama. Yo caballo y tú la dama. Móntate en mi espalda y te llevaré a pasear por el bosque. Caperucita se monta a la espalda, sin capa y casi desnuda. Se lo pasa bien, galopan por el claro de bosque y Caperucita está excitada y le dice: -Que bien me lo paso contigo, mejor que con los braceros de la aldea. -Bueno no hago nada con ellos. Pero les espío cuando van a orinar desde el pajar, juegan a para ver quien llega más lejos. El que gana pone un castigo al otro. Algunas veces consiste en tocarle los testículos al caballo hasta que se le alarga al caballo la otra cosa que no es la cola. -Si quieres Caperucita, si te pica y tienes cosquilleo te curo como ayer. Y con la creatividad de la vivaracha caperucita le dice: -Sí pero, lo haremos al mismo tiempo, tú me curas, yo te curo. -Bien. Se ponen encima la capa y empiezan a curarse si saber que practicaban la actividad más antigua de todos los tiempos primitivos: la fellatio y el cunnilingus, hasta quedar los dos relajados y claro está bien curados.-Ahora que estamos curados, te voy a curar a ti. -Mi abuelita me dio un tarro y una zanahoria. Con ello te aliviará y curara tu cueva pequeña. Ponte de rodillas, sin calzones.Y caperucita le aplica el ungüento en el ano y se la va entrando con la zanahoria, y va entrando y saliendo aplicando, hasta que Lupus le pide más, más, y más rápido. Caperucita dice: -ya veo que te está curando, que te gusta que te ponga más. Para hoy está muy bien, mañana volveré y terminaremos la cura. La practica con la zanahoria, le había proporcionado una eyaculación, cosa que se da cuenta Caperucita. -Vaya ya la tienes enferma otra vez. La toma entre sus dedos y le da besos y lamidos hasta que aparece otra vez la seta roja. -Ya está, te he curado otra vez. -Eres una gran curandera. Vamos a bailar por el bosque. Se toman de las manos y bailan haciendo círculos para acabar entrelazados. Se visten y van de camino a casa la abuelita. Caperucita presenta a Lupus a la abuelita Buhita. Se hacen amigos. La abuela le cuenta sus fórmulas como, la de los ancianos de la aldea. Caperucita queda entusiasmada en verles conversar y ser tan amigables, no acostumbra a tener muchos amigos con quien contar cosas.
Finalmente, le deja probar la fórmula magistral del amor que hace para los ancianos. Lupus, se la toma con una dosis un poco mayor, lo que le hace un gran efecto, que Buhita ve enseguida. -Caperucita, llégate al claro del bosque del norte y tráeme unos brotes de índigo. Lo necesito para una formula. Tardarás una media hora aproximadamente o quizá un poco más. -Bien abuelita, ahora voy. ¿Vienes Lupus? -No él se queda, que ha de probar unas formulas nuevas para saber si van bien. No tardes mucho, bueno lo que quieras…
Sale de la casa caperucita y se dirige al claro del bosque.Mientras la abuelita, que tomaba formulas para eterna juventud, demostró ante Lupus que su cuerpo era casi tan gentil como el de Caperucita, pero con más experiencia. Le enseñó sus virtudes y su envoltorio, parecido al de Caperucita, porque eran de la misma casta, y sedujo a Lupus. Este después de la fórmula, tenía el viril aspecto de un superhombre, endurecido como palo de hierro y la abuelita le sedujo, le alimentó sus deseos, y retozó con él dejándole más cansado y sudado que una mula después del viaje. Entra Caperucita y al ver a Lupus abatido, le dice: -¿qué te pasa? ¿Has enfermado otra vez? -No ya está. Creo que una formula me habrá hecho reacción, pero pronto pasará. La abuelita hacia una cara de satisfacción que no podía con ella. Hacía tiempo que esperaba una ocasión así. Un joven recio y fuerte, inteligente, que con ayuda era un superhombre. La abuelita Buhita, le dio a beber un reconfortante, que también hizo su efecto instantáneo. Recuperándose en pocos minutos las capacidad de acción de la que presumen muchos hombres. -Sabes abuelita, nos hemos enamorado. -Muy bien Caperucita. Es un hombre fuerte, viril y con tu ayuda será un gran hombre luchará contra todos los lobos que se te acerquen. Seguro que podrá con todos.(Entre si pensaba Lupus, claro está soy el jefe de la manada y éste es mi territorio.) La abuelita, le dio a Lupus una docena de frascos de la formula de la vida, para que tuviera para muchos años felices pero tenía que gastarlos con la Caperucita, que era la joven más hermosa y ardiente de la comarca, así como cariñosa y bondadosa que gustaba curar a los heridos y reconfortar a los enfermos. (Le venía de casta) Volvieron a la casa de la aldea. Caperucita presentó a Lupus, que cayó muy bien a la mamá, viuda. Esta le gustó Lupus al instante. Le vio como un ejemplar único viril y proporcionado, atractivo y con un potencial que ella se imaginaba. (Pero no podía opinar por experiencia) Lupus y Caperucita explicaron que la abuelita les había dado unos frascos de la vida para pasar mejor las noches y hacerlas más duraderas, que daban un gran resultado.
Caperucita, dejo de ser una niña, al conocer a Lupus y las artes amatorias. Se volvió una gran mujer, perdió la ingenuidad y ganó en voluptuosidad siendo insaciable y ayudó a dirigir la vida de Lupus y de su mamá, llevándoles por derroteros eróticamente reconfortantes. La mamá, robó un frasco a Lupus durante la noche mientras dormía. (porque ahora vivía y dormía con Caperucita, porque ella no dejaba que se fuera,” era su Lupus”.) Y a la primera ocasión se lo dio a beber a un bracero holgazán y joven creándole una gran reacción que se hizo espectacular, y más aún el goce de la mamá viuda que gozó durante horas quedando exhaustos de placer el bracero y ella. (Anotándolo en el libro de Guinnes) Desde entonces el bracero no trabajó más los campos ni preparó los establos, ni cuidó de los animales, solamente comía, dormía y atendía las necesidades de la mamá viuda, que eran insaciables gracias a la fórmula de la abuela. Probaron la formula en los establos. El caballo y la yegua, y dio también resultado haciendo la hacienda más grande e importante, obteniendo una gran caballería y se hicieron ricos. La abuelita conservó la formula que potenciaba el éxito de la hacienda. Compartía cuando podía con Lupus sus fórmulas y comprobaba los progresos, así también la abuela fue feliz con Lupus, con quién sentía una gran admiración por ser un espécimen único. A la mamá viuda, también le hubiera gustado seducir a Lupus, pero sólo llegó a espiarlos mientras hacían el amor, acabando después haciendo una visita al pajar. Caperucita lo tenía controlado todo. La mamá se conformó con el bracero que ahora olía a rosas, pero cada día estaba más chupado.
Y dicen los viejos del lugar que jamás vieron ningún lobo malo. Algo o alguien los ahuyentaba. De buenos, había pocos. El mejor era Lupus y si alguien lo duda que lo pregunten a la abuelita y a la Caperucita. La mamá viuda lo sabe sólo de referencias.
AUTOR: Salvador Barrau Viñas
4 comentarios - Historias Eroticas III
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