-¿Todo bien, Pedrito? ¿Que te dijo la doctora?.
-Si mamá. Todo ok. Ya estoy curado del todo.
-¿Tienes que volver a revisión?
-Pues...no...no me dijo nada.
"Solo me hizo una paja hasta hacerme correr en su cara". Pero eso, por supuesto, no se lo dijo a su madre.
-Pues muy bien. Me alegro mucho. Que ya tenía miedo de quedarme sin nietos.
La experiencia con las mujeres de Pedro se limitaba a algún besuqueo y toqueteo. Pocos. Y ahora, de repente, la Dra. Hernández había aparecido. Jamás pensó que su primera verdadera experiencia sexual sería así, correrse sobre la cara de una mujer. Se había imaginado muchas otras cosas, pero no esa.
Pero le había encantado. No se podía quitar de la cabeza la expresión de la doctora cuando se estaba corriendo sobre ella.
Rosa, por su parte, se dio cuenta de que ese experiencia la había cambiado, que ya nasa sería igual. Hasta ese momento su vida sexual había sido normal, nada especial. Pero ahora no se podía quitar de la cabeza la sensación de recibir en la cara los cálidos chorros de semen de Pedro, su olor, su cara de placer mientras se corría.
Quería más. Ya no pudo volver a mirar a los pacientes de manera 'profesional'. Cuando tenía que observar a alguno, se imaginaba arrodillándose delante de él, acariciando la polla hasta ponerla dura y después masturbarlo y chuparlo hasta que se corriera en su cara. No lo hizo. No quería poner en peligro su reputación. Pero muchas veces, después de pasar consulta, tenía que irse al baño a masturbarse hasta estallar de placer.
Pensó también en los otros médicos, en los enfermeros, en el personal de la limpieza. Pero tampoco se atrevía. Si se llegara a saber, sería su ruina.
Dos días después de la visita de Pedro, ya no pudo más. Necesitaba volver a sentirlo. Con él podría. Buscó en su ficha y con alegría vio que estaba el teléfono. Hecha un manojo de nervios, cogió su móvil y marcó. Sonó tres veces y contestaron,
-Dígame.
Era una mujer. Seguramente la madre. El corazón le latía con fuerza. Colgó.
-¿Dígame?....Vaya, pues han colgado.
A los cinco minutos volvió a llamar. Otra vez contestó la mujer, y otra vez, colgó
-¿Sí? ¿Hay alguien? Joder, algún graciosillo.
Cuando el teléfono volvió a sonar, la madre de Pedro le gritó.
-Pedrito, contesta tú. A mi no me dicen nada. Será algún graciosillo.
Pedro fue al salón y descolgó.
-¿Sí?
Rosa sintió un escalofrío que recorrió su cuerpo. Reconoció la voz de Pedro.
-Hola Pedro.
Ahora el escalofrío lo sintió él.
-¿Doctora?
-Sí.
-¿Hay....algún problema? - preguntó, temiendo que alguna prueba hubiese dado un mal resultado.
-No no...No te preocupes. Lo tuyo ya está solucionado del todo. Lo mío...no
-¿Lo suyo?
-Pedro, no dejo de Pensar en ti, en lo que me hiciste...Necesito que lo hagas otra vez...Necesito que...que te corras en mi cara.
-Pedrisco ¿Quién es? - le gritó su madre desde la cocina.
-Es una amigo, para salir.
Pedro sintió como su polla empezaba a ponerse dura. La doctora le estaba pidiendo que lo volviese a hacer.
-¿Lo harás, Pedro? Por favor.
-Sí...yo tampoco he dejado de pensar en usted
-¿Usted? Te has corrido dos veces en mi cara. Creo que me puedes llamar Rosa.
-Rosa...No he dejado de pensar en ti.
-Ven a mi casa
-¿Cuando?
-Salgo a las tres. Te puedo pasar a recoger
-Vale
Le dio su dirección y quedaron a las 3:15.
-Pedro...estoy muy...caliente.
-Y yo.
-¿La tienes dura?
-Como una piedra, Rosa.
-Ummmm...Estoy en un baño del hospital. Me estoy tocando el coñito pensando en tu polla. En tu caliente leche sobre mi cara. Creo que me voy a correr.
Pedro escuchó asombrado y muy cachondo como Rosa gemía cada vez más y al final como entrecortadamente parecía que lloraba. Se estaba corriendo. Era algo tan morboso. Pedro tenía ganas de correrse también
-Rosa...estoy muy cachondo...Me voy a...hacer una paja pensando en ti.
-Nooo..por favor..no lo hagas. Reserva toda tu leche para mi cara. Promételo
-Está bien. No lo haré.
-Gracias, Pedro. Nos vemos a las 3:15
Colgaron. A Pedro le costó mucho que se la bajara la polla, pero cumplió su promesa.
Sobre las dos comió con su madre y con su padre. No dejaba de mirar el reloj. Después de comer se dio una duchita rápida. Estuvo a punto de romper la promesa, pues sus enjabonadas manos le daban mucho placer en su otra vez empalmada polla.
A las 3:10 le dijo a su madre que se iba con los chicos a dar una vuelta. Vivía en un quinto piso, pero estaba tan nervioso que bajó por las escaleras, bajando los escalones de dos en dos.
Esperó unos minutos en la calle. Un coche blanco se paró delante él. Conducía la doctora. Abrió la puerta y entró en el asiento del acompañante. Ella arrancó enseguida.
-Hola Pedro.
-Hola Rosa.
Él sintió que se le subían los colores. Ella le sonrió.
-¿Estás nervioso?
-Sí, algo.
Rosa le puso la mano en la rodilla.
-No te preocupes. Yo también lo estoy. No sé que me has hecho, pero no dejo de pensar en ti, y en...ya sabes.
Rosa iba vestida de calle, sin la bata blanca. Ahora Pedro se fijó más en ella. Morena, pero de piel clara. El pelo muy bonito, rizado en una melena hasta los hombros. Llevaba las gafas. Estaba buena. Ella se dio cuenta de que la miraba.
-¿Te gusto?
-Oh!..Sí...eres muy...guapa.
-Gracias. Tu también eres un chico muy guapo. Ya hemos llegado.
Entraron a un garaje y luego subieron en un ascensor. Pedro seguía algo cohibido, pero muy excitado. Las casa de Rosa era muy acogedora. Lo hizo pasar al salón. Se miraron. Sabían por lo que estaban allí, pero ninguno de los dos daba el primer paso.
-¿De verdad has pensado en mi, Pedro?
-No he dejado de hacerlo, Rosa.
-¿Te has...masturbado pensando en mi?
-Si - re ruborizó un poco.
-Yo también lo he hecho pensando en ti, en lo que me hiciste... No sé por qué, ni me importa. Lo que deseo es...que lo hagas otra vez.
Se acercó a él y le puso la mano sobre la polla. La empezó a acariciar. Estaba dura. Mirándole a los ojos, le bajó la bragueta, y lentamente, se empezó a arrodillar delante de Pedro. Su cara quedó a la altura de la polla. Metió la mano y la sacó.
-Ummm, que bonita polla tienes, Pedro.
-Rosa...estoy muy caliente...Me correré enseguida.
-Aguanta un poquito....
La soltó, para no estimularlo demasiado. Su mano derecha la metió por debajo de su falda y la llevó directamente a su ya empapado coño. La introdujo por debajo de las bragas y se empezó a masturbar mirando como la polla de Pedro daba saltitos de excitación delante de ella.
-Agárrame del pelo, y pásame la polla por la cara. Utiliza mi cara para acariciar tu polla.
Él dio un paso hacia a delante, y como ella le pidió, la agarró del pelo, con delicadeza, la acercó más y le empezó a pasar la polla por la cara. Rosa cerró los ojos y disfrutó de la sensación que la dura y caliente polla le proporcionaba. Frotó su clítoris con fuerza, y empezó a gemir.
Pero estaba tan cachondo que el viscoso líquido pre seminal que salía de la punta de su polla dejaba un rastro brillante en la cara de la doctora. Pasarle así la polla por la cara lo hacía sentir poderoso. Apretó el pelo con más fuerza, se la restregó más fuerte, y ella gimió más fuerte.
Cuando se la pasó por los labios, apretó. Ella no los abrió.
-Chúpame la polla.
Rosa abrió los ojos. Le gustó como la miraba. Le gustó que se lo pidiera. Abrió un poco la boca y él empujó, metiéndosela dentro. Enseguida notó el sabor de la polla, el sabor del líquido que salía de ella. Empezó a mamar, con delicadeza, con suavidad. Pedro se movía también, como si le follara la boca.
-Agggg Rosa....que rico..Tu boca es tan caliente.
Ella no podía hablar con la boca llena de polla. Sólo decía:
-Ummmm ummmmm
La suave vibración del sonido aumentaba el placer de Pedro, que aumentó el ritmo de sus caderas. Ya no podía más, se iba a correr. Sintió como sus músculos se empezaban a tensar, como el placer llegaba desde lo más profundo de su ser y se concentrada en su polla. Sabía lo que ella quería. Así que le sacó la polla de la boca.
Rosa supo que el ansiado momento había llegado. Cerró los ojos, cubiertos por sus gafas, levantó la cabeza ligeramente, abrió apenas la boca, y esperó. Parecía una penitente a la espera de la sagrada forma. Pero lo que ella recibió fue un cálido baño, de caliente y espeso semen. En cuando notó el primer y potente chorro estrellarse sobre sus mejillas, empezó a correrse, sus dedos a bañarse de sus propios jugos. Cada golpe que se estrellaba en su cara era un espasmo de su cuerpo. Oía los gemidos de Pedro. Oía sus propios gemidos.
Durante los segundos que duró la copiosa corrida de Pedro, el mundo de Rosa sólo era la sensación del calor del semen en la cara y de su cuerpo estallando de placer. No había nada más.
Cuando Pedro dejó de correrse, se quedó mirando a aquella mujer, con la cara cubierta con su semen, respirando agitadamente, con una expresión en el rostro de puro éxtasis
-Gracias Pedro..gracias....
-De nada, Rosa. Para mi ha sido...uf...un placer.
Se arrodilló junto a ella. Miraba como su leche empezaba a gotear sobre su blusa. Ella seguía con los ojos cerrados. La vio hermosa. Sintió deseos de besarla, sin importarle que marcharse con su propio semen. Acercó sus labios y la besó.
-Ummm Pedro..me has besado - le dijo, sin abrir aún los ojos.
-Sí.
-Bésame otra vez.
La besó, y esta vez los dos abrieron sus labios y sus lenguas se encontraron. Fue un largo y dulce beso, a pesar el salado sabor del semen que ambos compartieron
Pedro la deseaba. Quería más de ella. Llevó sus manos a sus tetas ya las acarició sobre la ropa. Rosa se dejó hacer, sin decir nada, sin dejar de besarlo. Al poco tiempo, le preguntó:
-Pedro..¿Eres virgen?
Él quitó las manos de sus tetas, y miró al suelo, avergonzado. Rosa se quitó las gafas, pues no veía bien así, embadurnadas de semen fresco. Llevó su mano a la barbilla de Pedro y le levantó la cara, para que la mirara.
-¿Lo eres?
-Sí.
-No tienes por qué avergonzarte. Aún eres joven. Además, ¿Cuantos jóvenes de tu edad se han corrido tres veces en la cara de una mujer?
-Pues...no sé...
-Poquitos. Créeme. Muy poquitos.
Pedro se sintió un poco mejor. Se sintió un poco...especial.
-¿Te gustaría que fuera tu primera mujer?
-¿Lo dices en serio?
-Pedrito, mira mi cara. Aún goteo tu leche. Claro que hablo en serio.
-Por favor, no me llames Pedrito.
-Ops, perdona...Pedro..¿Me quieres follar?
El corazón de Pedro latía con fuerza. Por supuesto que quería.
-Sí..claro que quiero....follarte.
Rosa se levantó y le dio su mano para ayudarlo a levantar. Luego, cogidos de la mano, lo llevó a su dormitorio.
-Pedro, sólo hay una condición.
-¿Cuál?
-¿No la sabes?
La miró, dubitativo.
-Pues...no.
-Que te corras en mi cara - le dijo, sonriendo.
-Ah, vale.
El semen de la cara de Rosa se empezaba a licuar, a gotear sobre su blusa más. Rosa llevó sus manos a la cara y se lo espació, como si de crema hidratante se tratase.
-Ummmm Pedro. Que bien huele tu leche. Quítame las bragas.
Con las manos temblándole, metió sus manos por debajo de la falda de Rosa y tiró de las bragas. Ella lo ayudó levantando un pie y luego el otro.
-Mira que mojadas están, Pedro. Es por ti.
Pedro las apretó entre sus manos. Es verdad que estaban muy húmedas, calientes. Sin saber porque, se las llevó a la nariz y las olió. Rosa lo miró, con los ojos brillantes.
-Ummmm que morboso...oler mis braguitas usadas. ¿Te gusta como huelen?
-Si... me encanta tu olor.
-Son para ti, para que te acuerdes de mi.
Lo cogió otra vez de la mano y los dos se sentaron en la cama.
-Quítame la blusa
No pudo. Entre los nervios y que era la primera vez que intentaba quitar unos botones al revés, no pudo. Rosa le echó una mano. Cuando todos los botones estuvieron abiertos, ella se abrió la blusa y le mostró dos bellas tetas, recogidas con un bonito sujetador negro, que contrastaba deliciosamente con su piel blanca. Le cogió una mano la la llevó a sus tetas.
-Acaríciame, Pedro
Le encantó el tacto de sus tetas. Eras cálidas, grandes. El pulgar lo pasó sobre los pezones, y los notó duros. Rosa metió sus manos por detrás y se quitó el sujetador. No tuvo que invitar a Pedro. Él se acercó y besó sus pechos, lamió sus pezones. La empujó hacia atrás, haciéndola acostar en la cama.
Sin dejar de lamerla, bajó una se sus manos hasta sus rodillas y fue subiendo, lentamente. Rosa abrió sus piernas, invitándolo a seguir adelante. Cuando los dedos de Pedro empezaron a acariciar su mojado coño, Rosa cerró los ojos y empezó a gemir.
-Aggg...Pedro...que rico...me gustan tus caricias...sigue...
Mordió con suavidad el pezón que tenía en la boca al tiempo que metía y sacaba dos dedos de la encharcada vagina de Rosa. Con el pulgar frotaba su clítoris. En menos de un minuto, Rosa estallaba en un fortísimo orgasmo que mojó aún más los dedos de Pedro.
-Ummmm Pedro..que placer....¿Seguro que eres virgen?
-Sí.
-Joder, pues cuando tengas más experiencia vas a derretir a las mujeres con tus manos.
Pedro se acercó a su oreja y le susurró.
-Y ahora con mi boca.
-Pedro....¿Me quieres matar de placer?
-Sí. Ponte en el centro de la cama
Rosa se colocó como Pedro le pedía. Ahora él mandaba. Y lo hacía muy bien. Le dijo que abriera sus piernas. Pudo ver su coño, de pelo negro abundante.
-Está un poco descuidado. Me lo depilaré para ti.
-No...me gusta así. Ábretelo para mi.
Pedro no se reconocía a si mismo. Pidiéndole cosas a aquella preciosa mujer, y ella le obedecía. Llevó sus manos a su coño y se lo abrió, monstrándole sus labios interiores, brillantes, hinchados de excitación. Y arriba, encapuchado, su clítoris
-¿Así?
-Si..Es precioso.
-Ummmm A las mujeres nos gusta mucho que nos digan que tenemos el coño bonito. Que huele bien...
Pedro acercó su nariz y lo olió.
-Me encanta como huele.
-Aggg Pedro...y lo que más nos gusta es que nos digan que sabe rico.
Pasó la lengua a lo largo de la raja, recogiendo en ella sus aromáticos flujos, saboreándolos.
-Sabe... rico rico..ummmm Rosa...es la cosa más rica que he probado
Rosa no podía más. Llevó sus manos a la cabeza de Pedro y la apretó contra su coño.
-Cómemelo....venga, por favor....cómeme el coño....
Algunos nunca aprenden. Otros nacen con un don. Pedro era de estos últimos. Lamía por instinto. Sabía donde lamer, donde chupar. Se guiaba por los gemidos de Rosa, por sus movimientos Utilizaba los dedos, su lengua, los labios, la nariz. Todo para estimular.
-Agggggggggg Pedro..¿Que me haces? Dios mío..que...placer...Agggggggg
El primero orgasmo de Rosa le llenó la cara de jugos. Siguió comiéndola, sin parar. El segundo orgasmo fue más fuerte, y Rosa apretó con fuerza la cabeza de Pedro contra ella mientras levantaba las caderas con todo el cuerpo tenso por el place.
El tercer orgasmo fue demasiado. Rosa tuvo que pararlo, apartar aquella cabeza que la iba a matar de gusto si seguía.
-Para....para....no puedo más....Pedro....ummmm
Pedro dejó de lamer y la besó tiernamente en los muslos, mirándola. Ella tenía los ojos cerrados, el cuerpo casi sin fuerzas. Jamás había gozado tanto con un hombre. Y este era un jovenzuelo sin apenas experiencia, pero que la había llevado a lo más alto.
Más de cinco minutos estuvieron así. El dándole besitos en las ingles, en la cara interior de los muslos. Ella recuperándose.
-Pedro, te doblo la edad...pero...eres el hombre más hombre que he conocido. Será un honor para mi completarte....Fóllame cariño. Fóllame.
Al fin había llegado el momento. Pedro subió lentamente. Rosa lo miraba, con esa preciosa sonrisa de ella. Se tumbó sobre ella, aún sin penetrarla. Sólo sobre ella, y se besaron. Primero con ternura, y después, con pasión. Rosa llevó una mano hasta la dura polla y la guió a la entrada de su coño, que lo esperaba anhelante.
La penetración fue lenta. Pedro cerró los ojos y disfrutó de cada instante. Ella lo miraba. Miraba su expresión de placer. Cuando sus pubis se besaron, cuando toda la polla estaba dentro de su vagina, Pedro abrió los ojos. Brillaban.
-Rosa...ya no soy...virgen...gracias.
-Ummmm Pedro...gracias a ti....ahora...fóllame...despacito...disfruta.
Besándola se empezó a mover. Era un placer tan distinto a una mano, a una boca. Sentía el calor, la humedad, como aquel delicioso coño lo apretaba. Cada vez se movió más rápido. Cuando ella empezó a gemir, más rápido fue.
-Agggggggggg así.....que placer....Pedro....Pedro...eres...agggggg maravilloso....
Las palabras, los gemidos de Rosa, no hacían más que reforzar la autoestima de Pedro. Jamás pensó que su primera vez fuera a ser así. Estaba siendo mejor que cualquier cosa que había imaginado.
-Rosa....
-Pedro.....
-Me...voy a correr...no puedo más....que placer...
-Yo también....aguanta un poco....y me correré.....sí....sí.....siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
Rosa estalló. El placer se irradió desde su coño hacia todo su cuerpo. Un orgasmo largo, intenso, que hizo a su vagina contraerse de placer y disparar el orgasmo de Pedro, que como ella le había pedido, se salió con rapidez de ella y se dirigió a su cara. No fue lo suficientemente rápido y el primer chorro le cayó sobre las tetas. Los siguientes todos fueron a su cara. Fue como si el orgasmo que estaba sintiendo se parase y fuese sustituido por uno aún más fuerte.
Lentamente, Rosa abrió los ojos. No se había sentido tan bien en toda su vida. Estaba relajada. El placer que ese muchacho le había dado no lo olvidaría jamás.
-Me has engañado, Pedro. No puede ser la primera vez que lo haces con una mujer.
-Es la verdad. Ha sido mi primera vez.
-Ummmm pues has sido el mejor amante que he tenido. ¿Qué me has hecho?
-¿Qué quieres decir?
-Pues...aquí estoy, con un jovenzuelo que me ha echado el mejor polvo de mi vida. Que me ha dejado la cara llena de ...ummmm su rica leche. Eres el primer hombre que se corre en mi cara. Ni siquiera tenía idea de que fuera tan...
-¿Tan qué?
-No te lo puedo explicar. No sé que me pasa. Sólo sé me estoy empezando a obsesionar con sentir mi cara cubierta de semen, de cálido y oloroso semen. Miro a los otros médicos, a mis pacientes, a los hombres por la calle. Y no me imagino que me follan. Sólo me imagino que se corren en mi cara. Ni siquiera que se las chupo. Sólo su chorros calientes en mi cara. Desde que lo hiciste la primera vez no he dejado de masturbarme pensando en ti.
-A mi...también me gusta correrme en tu cara. Y también me he masturbado pensando en ti
-¿Sí?
-Sí. Varias veces.
-Eres un sol.
Rosa recorrió con su mirada desde la cara de Pedro hasta su polla.
-Aún la tienes dura.
-Es que me pones muy cachondo, así, medio desnuda y con tu cara llena de mi leche.
-¿Tienes más leche para mi cara?
-Creo que sí. Todavía me queda un poco
-Ummmm divina juventud. Acercate un poco más.
Le puso a polla sobre la cara. Rosa la cogió con una mano y empezó a hacerle una paja.
-Yo también estoy cachonda. Hazme a mi una pajita también.
Pedro alargó uno de sus brazos y empezó a acariciar aquel mojado coño, a pasar sus dedos a lo largo, a frotar con suavidad su clítoris Rosa gemía.
-Ummmm Pedro...¿Vendrás más veces, verdad? ¿Me darás tu leche más veces, no?
-Sí...siempre que quieras..
-Pues querré todos los días...Necesito tu leche en mi cara todos los días.
La mano de Rosa se movía con rapidez. Quería hacerlo correr rápido, conseguir su caliente tesoro. Pedro usaba sus dedos tan bien como su boca, y el placer que le daba era maravilloso.
Le costó, pero al final logró su deseo. Pedro empezó a gemir. Su polla tuvo un par de espasmos y se empezó a correr. Rosa lo acompañó. No hizo más que sentir como la caliente leche de Pedro se sumaba a la que aún tenía en la cara y se corrió con él.
Pedro se acostó junto a ella y la besó en los labios. Luego con sus dedos recogió un poco del semen de la mejilla de Rosa y lo llevó a la boca de ella.
-Ummm aún no..Déjalo un poco más en mi cara.
Disfrutó unos minutos más de la sensación y luego se lo pidió.
-Ahora aliméntame.
Se tragó todo lo que Pedro le llevó a la boca, entre las risas de ambos.
-La cara te ha quedado pringosa Deberías lavártela
-Ummmm Nop. Ahora no. Me gusta sentir como se va secando. Queda tirante. Jajaja. ¿Te llevo a casa?
-Vale.
Se despidieron con un morreo espectacular. Rosa le acarició el paquete y se le puso morcillona.
-Recárgate bien para mañana. ¿A la misma hora?
-Vale. ¿Te podré follar?
-Pedro, me podrás hacer todo lo que quieras, lo que desees. Todo mi cuerpo es tuyo, hasta mi almo. Solo...solo te pido una cosa...ya sabes. -le dijo, sonriéndole.
-Sí, lo sé.
Rosa volvió a su casa. Se moría de hambre. Lo único que había comido desde el desayuno era un poco del semen de Pedro. Antes de ir a la cocina, se miró en el espejo. Su cara estaba sucia, con manchas brillantes. Se pasó los dedos y sonrió. No se lavó.
Por la noche, viendo la tele, empezó a recordar esa maravillosa tarde. Se empezó a mojar y metió una mano por debajo de sus bragas. Cerró los ojos. En su imaginación una polla sin cuerpo, dura, se corría sobre su cara. Luego otra, y otra. No le importaban los hombre, solo las pollas y su cálido contenido. También veía a Pedro. La follaba sin descanso, haciéndola correr, y sacándole la polla para llevarla sobre su cara.
Se corrió varias veces. Cuando se calmó se puso a pensar. Se dio cuenta de que todo aquello se estaba convirtiendo en un obsesión. Pero era tan placentera que no le importaba.
A esa misma hora, Pedro, en su cama, olía las bragas que Rosa le había regalado. Tocaba su dura polla, llevándola al borde del orgasmo, y paraba. No quería desperdiciar nada de leche. Toda sería para Rosa. Se durmió con la polla bien dura.
Al día siguiente, hizo novillos. No podía esperar hasta la tarde, así que fue al hospital y se sentó en la sala de espera. El corazón le latía. Cuando ella llamase al siguiente paciente, lo vería.
Cuando la puerta se abrió, se llevó un chasco. Era un doctor. Por lo visto había ya vuelto. Cabizbajo, se levantó para irse. Estaba a punto de salir por la puerta del hospital cuando oyó una voz
-¿Pedro?
Se dio la vuelta y allí estaba ella. Con su bata blanca, una carpeta, sus gafas, mirándolo. Se acercó a él.
-¿Todo bien?
-Sí.
-¿A que has venido?
-A...correrme en tu cara.
Se miraron en silencio. Los dos corazones latiendo con fuerza.
-Sígueme.
La siguió a pocos metros detrás de ella. La miraba. Como caminaba, como se contorneaba. Le miró el culo. No se distinguía muy bien por la bata, pero lo mecía hacia los lados de una manera muy sexy. Pasaron varios pasillos hasta llegar a un zona con poca gente. Rosa miró a los lados y entró por una puerta que ponía 'Solo personal'. Pedro la siguió
Daba a una zona de servicio, con varias puertas en donde se almacenaban materiales. Rosa escogió un en donde a esas horas no entraría nadie. Nada más entrar y cerrar la puerta, se abrazaron y se besaron con pasión.
-Ahhh Pedro..estaba pensando en ti. Cuando te vi no me lo podía creer.
-No podía esperar a la tarde. Anoche estuve oliendo tus bragas.
-¿Te corriste?
-No...Me he reservado para ti.
-Ummmm ¿Así que estás bien cargadito de leche y has venido a vaciarte sobre mi carita? -le preguntó al tiempo que llevaba una mano hasta la bragueta. Notó la dura polla debajo.
-Sí...Ayer me dijiste que podría hacer lo que deseara.
-Sí...¿Qué deseas?
-Follarte...el culito.
-Ummmm chico malo. ¿Quieres meter tu dura polla en mi virgen culito?
-¿No te lo han follado?
-No. Vas a ser el primero.
-¿Me dejarás?
-Ya te dije que haré todo lo que me pidas. Pero...Irás con cuidado, ¿Verdad?. No tengo nada para lubricar mi culito.
-Yo sí. Date la vuelta.
Rosa lo hizo. Pedro la abrazó y le quitó la bata. Vestía una falda, así que no habría problemas. Se arrodilló detrás de ella, metió las manos por debajo de la falda y le quitó las bragas.
-Están mojadas, Rosa.
-Desde que te vi en la puerta el coño se me empapó.
Le levantó la falda y le dijo se la aguantara. Ahora que podía ver su culito, era precioso. Besó las nalgas, una a una-
-Jiji, me haces cosquillas.
-Échate hacia adelante.
Rosa se apoyó en una estantería llena de botellas que tenía delante. Su culito quedó ofrecido. Pedro, con sus manos, separó las nalgas y ante el apareció su apretado agujerito. Era bonito. Acercó su boca, sacó la lengua y lo lamió.
-Agggg Pedro..que rico....me gusta.
Lamía usando bastante saliva, para ir lubricando la zona. Incluso intentaba meter la punta de la lengua en el culito. Rosa lo meneaba.
-Ummmmm si llego a saber que era tan rico que te chupen el culito lo hubiese pedido antes...agggg aunque no creo que mis anteriores amantes lo hubiesen hecho....Pedro..que rico....sigue..
Él llevó una de sus manos al coño de Rosa, que goteaba de placer. Frotó los labios vaginales y atrapó el clítoris entre dos dedos. Rosa casi se corre. Cuando el ano estuvo bien ensalivado se chupó un dedo y se lo metió con delicadeza.
-Aggggg me gusta... sí, sí....me gusta...........Fóllame el culito con tu dedo....
La siguió masturbando y follando. El dedo entraba muy bien, a fondo. Metió un segundo dedo, acompañando al otro. Rosa empezó a menear el culito, a buscar aquellos dedos que la follaban.
-Ummm Pedro...creo que me va a encantar que encules....Joder..si estoy empapada.
Pedro se levantó. Rosa, apoyada en la estantería, oyó como se bajaba la bragueta. Después sintió como le daba golpecitos en las nalgas con la polla.
-Que dura está.
-Estoy como una moto, Rosa. Qué buena estás.
Aquel jovenzuelo la encendía. Sin duda era el mejor amante que había conocido. Y sólo estaba empezando.
-¿Lista?
-Sí...Rómpeme el culo con esa dura polla.
Pedro se lubricó la punta con más saliva y la apoyó contra el ofrecido esfínter. Empezó a empujar. Poco a poco, consiguió meter la cabeza. El culito estaba bastante cerrado.
-Aggggg duele un poco....Espera...no sigas.
Pedro, como un caballero que era, le hizo caso a su dama. Rosa llevó una de sus manos a su coño y se acarició. Relajó su culito y el dolor fue remitiendo.
-Ahora...métela despacito.
Con los ojos cerrados, sin dejar de acariciarse, experimentó la primera enculada de su vida. Centímetro a centímetro aquella dura barra de carne se clavó dentro de ella hasta que el pubis de Pedro chocó contra ella.
-Rosa...te he metido toda la polla en el culo....Que.....rico....Es tan apretadito y caliente. ¿Te duele?
-Apenas...pero me gusta....Ahora fóllame despacito...con cuidado....ummmmmm
Agarrando sus caderas, empezó a moverse con lentitud. Salía hasta la mitad y luego se la clavaba a fondo, apretando contra sus nalgas. El dolor desapareció del todo. Sólo había placer para ambos.
-Agggggg Cabrito...que gusto...Dame por el culo...más...más rápido...encúlame bien
Pedro aumentó el ritmo de la follada y Rosa el de sus toqueteos. Su mano estaba completamente empapada. Metió dos dedos en su coño y se folló con ellos mientras Pedro le follaba el culo cada vez más rápido, más fuerte.
-Me voy a correr Pedro...Vas a hacer que me corra por el culo....Eres....agggggggggggg maravilloso Pedro....creo que....te...quieroooooooooooooo
El orgasmo fue arrollador, brutal, desgarrador. Todo su cuerpo quedó tenso. El placer le venía del coño, del culo. Se quedó sin respiración, y él seguía martilleándola, follándosela, enculándola. Cuando su orgasmo terminó, sintió que las piernas se le aflojaban y se tuvo que sentar en el suelo. Pero no pudo descansar mucho.
Pedro la cogió por el pelo, haciéndole levantar la cara. Abrió los ojos y vio la polla frente a ella.
-Ya sabes a que he venido, Rosa.
Rosa sonrió. Cogió la polla con la mano derecha y empezó a pajearla con fuerza. Acercó su cara, poniéndola justo en la trayectoria de los cañonazos que en pocos segundos lanzaría Pedro.
La corrida del muchacho fue espectacular. Casi se le nubló la vista mientras chorro tras chorro de espeso y blanco semen se estrellaba contra el sonriente rostro de Rosa, que con las dedos enterrados aún en su coño, se volvía a correr con aque calor que le quemaba la cara. Abrió la boca para saborear algunos de los disparos.
Pedro miró su obra. Rosa estaba preciosa. Follarla era fantástico, pero a él también le estaba empezando a gustar especialmente llenarle la cara así. Vio como ella cerraba la boca y saboreaba la leche que le había caído dentro. Pedro recogió con los dedos el de la cara y se lo fue dando. Ella, se lo fue tomando como una niña bueno. Después se quitó las gafas y mirándolo sensualmente, lamió los cristales limpiándolos de semen. Para finalizar, se metió la polla en la boca y la chupó hasta dejarla limpia.
-Gracias Pedro...gracias.
-Para mi es un placer, Rosa.
-Y para mi. Lo de esta tarde sigue en pie, ¿no?
-Por supuesto.
Rosa se levantó y se besaron. Le acarició el culo, aún si bragas.
-¿Te lavarás la cara, no?
-Ummm, ¿No te gusta vérmela pringosita de ti?
-Sí...pero...
-Jajajaja, tontito, Claro
Salieron con cuidado y se despidieron.
Se vieron todos los días. Todos los días Rosa recibía feliz su cálido tratamiento. Siempre que él lo deseaba, follaban como él quería, ya fuera por el coño o por el ya entrenado culito. Pero siempre, siempre, terminaba sobre su cara. Era lo que ella deseaba. Su obsesión. Pero no sólo recibía ese placer. Pedro la hacía correr una y otra vez con todo. Con su polla mientras la follaba. Con sus dedos y, sobre todo, con su boca. Le comía el coño con pasión, sin parar, haciéndola correr una y otra vez hasta que no podía más y lo tenía que apartar. Luego el la miraba con la cara brillante y sonriendo.
Siempre encontraban formas de divertidas de hacerlo. Unas veces, Rosa se acostaba desnuda en el sofá y Pedro se ponía de pie, poniéndose sobre su cara. Ella le chupaba las pelotas y hasta el culo mientras lo masturbaba hasta hacerlo correr sobre ella. El primer chorro le llegaba hasta la barriga. El resto los dirigía a su cara y a su boca. Otras veces, ella se arrodillaba entre sus pies y le hacía una lenta y extenuante mamada. Cuando sentía que él se iba a correr, paraba, y volvía a empezar. Podía estar así mucho tiempo, más de una hora. Cuando al fin le dejaba correrse, la cantidad de semen que se estrellaba contra su cara era inmensa. Varias veces Pedro iba al hospital y se encerraban en aquel almacén.
Un sábado Pedro la ató a la cama, de pies y manos y la estuvo acariciando, lamiendo, chupando y follando durante horas. El se corrió tres veces. Las tres, por supuesto, en su cara, sin limpiar las corridas anteriores. Ella, incontables veces. Y como estaba atada no podía apartarlo. Sólo podía gritarle que la dejara descansar.
Cuando por fin la desató, cayó dormida en el acto. Pedro se quedó largo rato mirándola. No sólo sentía una fuerte atracción sexual hacia aquella mujer. Sentá mucho más.
Pocos días después, una tarde, cuando Pedro entró en la casa, la notó muy excitada. Lo cogió de la mano y lo arrastró hasta un cuarto en donde tenía el ordenador.
-Mira.
Le enseño un video que había encontrado. Un video porno. Una chica estaba arrodillada en el suelo. Cubierta de semen. Hombre tras hombre se acercaba a ella y se corría sobre su cara.
-Wow Rosa. ¿Te gusta, no?
-Desde que lo vi no dejo de pensar en eso. Ni sé las veces que me he corrido. Quiero hacerlo.
-¿Queeee?
-Uf, deseo ser esa chica. Ayúdame - le dijo arrodillándose delante de él, bajándole la bragueta y sacándole la polla.
Pedro miraba el video mientras Rosa le chupaba la polla. Se imaginaba a ella recibiendo aquella ducha de leche. Se corrió enseguida, gimiendo de placer. La miró. Ella se pasaba la polla por la cara, extendiendo la leche.
-Joder Rosa. Creo que se me ha ocurrido una idea.
CONTINUARÁ
-Si mamá. Todo ok. Ya estoy curado del todo.
-¿Tienes que volver a revisión?
-Pues...no...no me dijo nada.
"Solo me hizo una paja hasta hacerme correr en su cara". Pero eso, por supuesto, no se lo dijo a su madre.
-Pues muy bien. Me alegro mucho. Que ya tenía miedo de quedarme sin nietos.
La experiencia con las mujeres de Pedro se limitaba a algún besuqueo y toqueteo. Pocos. Y ahora, de repente, la Dra. Hernández había aparecido. Jamás pensó que su primera verdadera experiencia sexual sería así, correrse sobre la cara de una mujer. Se había imaginado muchas otras cosas, pero no esa.
Pero le había encantado. No se podía quitar de la cabeza la expresión de la doctora cuando se estaba corriendo sobre ella.
Rosa, por su parte, se dio cuenta de que ese experiencia la había cambiado, que ya nasa sería igual. Hasta ese momento su vida sexual había sido normal, nada especial. Pero ahora no se podía quitar de la cabeza la sensación de recibir en la cara los cálidos chorros de semen de Pedro, su olor, su cara de placer mientras se corría.
Quería más. Ya no pudo volver a mirar a los pacientes de manera 'profesional'. Cuando tenía que observar a alguno, se imaginaba arrodillándose delante de él, acariciando la polla hasta ponerla dura y después masturbarlo y chuparlo hasta que se corriera en su cara. No lo hizo. No quería poner en peligro su reputación. Pero muchas veces, después de pasar consulta, tenía que irse al baño a masturbarse hasta estallar de placer.
Pensó también en los otros médicos, en los enfermeros, en el personal de la limpieza. Pero tampoco se atrevía. Si se llegara a saber, sería su ruina.
Dos días después de la visita de Pedro, ya no pudo más. Necesitaba volver a sentirlo. Con él podría. Buscó en su ficha y con alegría vio que estaba el teléfono. Hecha un manojo de nervios, cogió su móvil y marcó. Sonó tres veces y contestaron,
-Dígame.
Era una mujer. Seguramente la madre. El corazón le latía con fuerza. Colgó.
-¿Dígame?....Vaya, pues han colgado.
A los cinco minutos volvió a llamar. Otra vez contestó la mujer, y otra vez, colgó
-¿Sí? ¿Hay alguien? Joder, algún graciosillo.
Cuando el teléfono volvió a sonar, la madre de Pedro le gritó.
-Pedrito, contesta tú. A mi no me dicen nada. Será algún graciosillo.
Pedro fue al salón y descolgó.
-¿Sí?
Rosa sintió un escalofrío que recorrió su cuerpo. Reconoció la voz de Pedro.
-Hola Pedro.
Ahora el escalofrío lo sintió él.
-¿Doctora?
-Sí.
-¿Hay....algún problema? - preguntó, temiendo que alguna prueba hubiese dado un mal resultado.
-No no...No te preocupes. Lo tuyo ya está solucionado del todo. Lo mío...no
-¿Lo suyo?
-Pedro, no dejo de Pensar en ti, en lo que me hiciste...Necesito que lo hagas otra vez...Necesito que...que te corras en mi cara.
-Pedrisco ¿Quién es? - le gritó su madre desde la cocina.
-Es una amigo, para salir.
Pedro sintió como su polla empezaba a ponerse dura. La doctora le estaba pidiendo que lo volviese a hacer.
-¿Lo harás, Pedro? Por favor.
-Sí...yo tampoco he dejado de pensar en usted
-¿Usted? Te has corrido dos veces en mi cara. Creo que me puedes llamar Rosa.
-Rosa...No he dejado de pensar en ti.
-Ven a mi casa
-¿Cuando?
-Salgo a las tres. Te puedo pasar a recoger
-Vale
Le dio su dirección y quedaron a las 3:15.
-Pedro...estoy muy...caliente.
-Y yo.
-¿La tienes dura?
-Como una piedra, Rosa.
-Ummmm...Estoy en un baño del hospital. Me estoy tocando el coñito pensando en tu polla. En tu caliente leche sobre mi cara. Creo que me voy a correr.
Pedro escuchó asombrado y muy cachondo como Rosa gemía cada vez más y al final como entrecortadamente parecía que lloraba. Se estaba corriendo. Era algo tan morboso. Pedro tenía ganas de correrse también
-Rosa...estoy muy cachondo...Me voy a...hacer una paja pensando en ti.
-Nooo..por favor..no lo hagas. Reserva toda tu leche para mi cara. Promételo
-Está bien. No lo haré.
-Gracias, Pedro. Nos vemos a las 3:15
Colgaron. A Pedro le costó mucho que se la bajara la polla, pero cumplió su promesa.
Sobre las dos comió con su madre y con su padre. No dejaba de mirar el reloj. Después de comer se dio una duchita rápida. Estuvo a punto de romper la promesa, pues sus enjabonadas manos le daban mucho placer en su otra vez empalmada polla.
A las 3:10 le dijo a su madre que se iba con los chicos a dar una vuelta. Vivía en un quinto piso, pero estaba tan nervioso que bajó por las escaleras, bajando los escalones de dos en dos.
Esperó unos minutos en la calle. Un coche blanco se paró delante él. Conducía la doctora. Abrió la puerta y entró en el asiento del acompañante. Ella arrancó enseguida.
-Hola Pedro.
-Hola Rosa.
Él sintió que se le subían los colores. Ella le sonrió.
-¿Estás nervioso?
-Sí, algo.
Rosa le puso la mano en la rodilla.
-No te preocupes. Yo también lo estoy. No sé que me has hecho, pero no dejo de pensar en ti, y en...ya sabes.
Rosa iba vestida de calle, sin la bata blanca. Ahora Pedro se fijó más en ella. Morena, pero de piel clara. El pelo muy bonito, rizado en una melena hasta los hombros. Llevaba las gafas. Estaba buena. Ella se dio cuenta de que la miraba.
-¿Te gusto?
-Oh!..Sí...eres muy...guapa.
-Gracias. Tu también eres un chico muy guapo. Ya hemos llegado.
Entraron a un garaje y luego subieron en un ascensor. Pedro seguía algo cohibido, pero muy excitado. Las casa de Rosa era muy acogedora. Lo hizo pasar al salón. Se miraron. Sabían por lo que estaban allí, pero ninguno de los dos daba el primer paso.
-¿De verdad has pensado en mi, Pedro?
-No he dejado de hacerlo, Rosa.
-¿Te has...masturbado pensando en mi?
-Si - re ruborizó un poco.
-Yo también lo he hecho pensando en ti, en lo que me hiciste... No sé por qué, ni me importa. Lo que deseo es...que lo hagas otra vez.
Se acercó a él y le puso la mano sobre la polla. La empezó a acariciar. Estaba dura. Mirándole a los ojos, le bajó la bragueta, y lentamente, se empezó a arrodillar delante de Pedro. Su cara quedó a la altura de la polla. Metió la mano y la sacó.
-Ummm, que bonita polla tienes, Pedro.
-Rosa...estoy muy caliente...Me correré enseguida.
-Aguanta un poquito....
La soltó, para no estimularlo demasiado. Su mano derecha la metió por debajo de su falda y la llevó directamente a su ya empapado coño. La introdujo por debajo de las bragas y se empezó a masturbar mirando como la polla de Pedro daba saltitos de excitación delante de ella.
-Agárrame del pelo, y pásame la polla por la cara. Utiliza mi cara para acariciar tu polla.
Él dio un paso hacia a delante, y como ella le pidió, la agarró del pelo, con delicadeza, la acercó más y le empezó a pasar la polla por la cara. Rosa cerró los ojos y disfrutó de la sensación que la dura y caliente polla le proporcionaba. Frotó su clítoris con fuerza, y empezó a gemir.
Pero estaba tan cachondo que el viscoso líquido pre seminal que salía de la punta de su polla dejaba un rastro brillante en la cara de la doctora. Pasarle así la polla por la cara lo hacía sentir poderoso. Apretó el pelo con más fuerza, se la restregó más fuerte, y ella gimió más fuerte.
Cuando se la pasó por los labios, apretó. Ella no los abrió.
-Chúpame la polla.
Rosa abrió los ojos. Le gustó como la miraba. Le gustó que se lo pidiera. Abrió un poco la boca y él empujó, metiéndosela dentro. Enseguida notó el sabor de la polla, el sabor del líquido que salía de ella. Empezó a mamar, con delicadeza, con suavidad. Pedro se movía también, como si le follara la boca.
-Agggg Rosa....que rico..Tu boca es tan caliente.
Ella no podía hablar con la boca llena de polla. Sólo decía:
-Ummmm ummmmm
La suave vibración del sonido aumentaba el placer de Pedro, que aumentó el ritmo de sus caderas. Ya no podía más, se iba a correr. Sintió como sus músculos se empezaban a tensar, como el placer llegaba desde lo más profundo de su ser y se concentrada en su polla. Sabía lo que ella quería. Así que le sacó la polla de la boca.
Rosa supo que el ansiado momento había llegado. Cerró los ojos, cubiertos por sus gafas, levantó la cabeza ligeramente, abrió apenas la boca, y esperó. Parecía una penitente a la espera de la sagrada forma. Pero lo que ella recibió fue un cálido baño, de caliente y espeso semen. En cuando notó el primer y potente chorro estrellarse sobre sus mejillas, empezó a correrse, sus dedos a bañarse de sus propios jugos. Cada golpe que se estrellaba en su cara era un espasmo de su cuerpo. Oía los gemidos de Pedro. Oía sus propios gemidos.
Durante los segundos que duró la copiosa corrida de Pedro, el mundo de Rosa sólo era la sensación del calor del semen en la cara y de su cuerpo estallando de placer. No había nada más.
Cuando Pedro dejó de correrse, se quedó mirando a aquella mujer, con la cara cubierta con su semen, respirando agitadamente, con una expresión en el rostro de puro éxtasis
-Gracias Pedro..gracias....
-De nada, Rosa. Para mi ha sido...uf...un placer.
Se arrodilló junto a ella. Miraba como su leche empezaba a gotear sobre su blusa. Ella seguía con los ojos cerrados. La vio hermosa. Sintió deseos de besarla, sin importarle que marcharse con su propio semen. Acercó sus labios y la besó.
-Ummm Pedro..me has besado - le dijo, sin abrir aún los ojos.
-Sí.
-Bésame otra vez.
La besó, y esta vez los dos abrieron sus labios y sus lenguas se encontraron. Fue un largo y dulce beso, a pesar el salado sabor del semen que ambos compartieron
Pedro la deseaba. Quería más de ella. Llevó sus manos a sus tetas ya las acarició sobre la ropa. Rosa se dejó hacer, sin decir nada, sin dejar de besarlo. Al poco tiempo, le preguntó:
-Pedro..¿Eres virgen?
Él quitó las manos de sus tetas, y miró al suelo, avergonzado. Rosa se quitó las gafas, pues no veía bien así, embadurnadas de semen fresco. Llevó su mano a la barbilla de Pedro y le levantó la cara, para que la mirara.
-¿Lo eres?
-Sí.
-No tienes por qué avergonzarte. Aún eres joven. Además, ¿Cuantos jóvenes de tu edad se han corrido tres veces en la cara de una mujer?
-Pues...no sé...
-Poquitos. Créeme. Muy poquitos.
Pedro se sintió un poco mejor. Se sintió un poco...especial.
-¿Te gustaría que fuera tu primera mujer?
-¿Lo dices en serio?
-Pedrito, mira mi cara. Aún goteo tu leche. Claro que hablo en serio.
-Por favor, no me llames Pedrito.
-Ops, perdona...Pedro..¿Me quieres follar?
El corazón de Pedro latía con fuerza. Por supuesto que quería.
-Sí..claro que quiero....follarte.
Rosa se levantó y le dio su mano para ayudarlo a levantar. Luego, cogidos de la mano, lo llevó a su dormitorio.
-Pedro, sólo hay una condición.
-¿Cuál?
-¿No la sabes?
La miró, dubitativo.
-Pues...no.
-Que te corras en mi cara - le dijo, sonriendo.
-Ah, vale.
El semen de la cara de Rosa se empezaba a licuar, a gotear sobre su blusa más. Rosa llevó sus manos a la cara y se lo espació, como si de crema hidratante se tratase.
-Ummmm Pedro. Que bien huele tu leche. Quítame las bragas.
Con las manos temblándole, metió sus manos por debajo de la falda de Rosa y tiró de las bragas. Ella lo ayudó levantando un pie y luego el otro.
-Mira que mojadas están, Pedro. Es por ti.
Pedro las apretó entre sus manos. Es verdad que estaban muy húmedas, calientes. Sin saber porque, se las llevó a la nariz y las olió. Rosa lo miró, con los ojos brillantes.
-Ummmm que morboso...oler mis braguitas usadas. ¿Te gusta como huelen?
-Si... me encanta tu olor.
-Son para ti, para que te acuerdes de mi.
Lo cogió otra vez de la mano y los dos se sentaron en la cama.
-Quítame la blusa
No pudo. Entre los nervios y que era la primera vez que intentaba quitar unos botones al revés, no pudo. Rosa le echó una mano. Cuando todos los botones estuvieron abiertos, ella se abrió la blusa y le mostró dos bellas tetas, recogidas con un bonito sujetador negro, que contrastaba deliciosamente con su piel blanca. Le cogió una mano la la llevó a sus tetas.
-Acaríciame, Pedro
Le encantó el tacto de sus tetas. Eras cálidas, grandes. El pulgar lo pasó sobre los pezones, y los notó duros. Rosa metió sus manos por detrás y se quitó el sujetador. No tuvo que invitar a Pedro. Él se acercó y besó sus pechos, lamió sus pezones. La empujó hacia atrás, haciéndola acostar en la cama.
Sin dejar de lamerla, bajó una se sus manos hasta sus rodillas y fue subiendo, lentamente. Rosa abrió sus piernas, invitándolo a seguir adelante. Cuando los dedos de Pedro empezaron a acariciar su mojado coño, Rosa cerró los ojos y empezó a gemir.
-Aggg...Pedro...que rico...me gustan tus caricias...sigue...
Mordió con suavidad el pezón que tenía en la boca al tiempo que metía y sacaba dos dedos de la encharcada vagina de Rosa. Con el pulgar frotaba su clítoris. En menos de un minuto, Rosa estallaba en un fortísimo orgasmo que mojó aún más los dedos de Pedro.
-Ummmm Pedro..que placer....¿Seguro que eres virgen?
-Sí.
-Joder, pues cuando tengas más experiencia vas a derretir a las mujeres con tus manos.
Pedro se acercó a su oreja y le susurró.
-Y ahora con mi boca.
-Pedro....¿Me quieres matar de placer?
-Sí. Ponte en el centro de la cama
Rosa se colocó como Pedro le pedía. Ahora él mandaba. Y lo hacía muy bien. Le dijo que abriera sus piernas. Pudo ver su coño, de pelo negro abundante.
-Está un poco descuidado. Me lo depilaré para ti.
-No...me gusta así. Ábretelo para mi.
Pedro no se reconocía a si mismo. Pidiéndole cosas a aquella preciosa mujer, y ella le obedecía. Llevó sus manos a su coño y se lo abrió, monstrándole sus labios interiores, brillantes, hinchados de excitación. Y arriba, encapuchado, su clítoris
-¿Así?
-Si..Es precioso.
-Ummmm A las mujeres nos gusta mucho que nos digan que tenemos el coño bonito. Que huele bien...
Pedro acercó su nariz y lo olió.
-Me encanta como huele.
-Aggg Pedro...y lo que más nos gusta es que nos digan que sabe rico.
Pasó la lengua a lo largo de la raja, recogiendo en ella sus aromáticos flujos, saboreándolos.
-Sabe... rico rico..ummmm Rosa...es la cosa más rica que he probado
Rosa no podía más. Llevó sus manos a la cabeza de Pedro y la apretó contra su coño.
-Cómemelo....venga, por favor....cómeme el coño....
Algunos nunca aprenden. Otros nacen con un don. Pedro era de estos últimos. Lamía por instinto. Sabía donde lamer, donde chupar. Se guiaba por los gemidos de Rosa, por sus movimientos Utilizaba los dedos, su lengua, los labios, la nariz. Todo para estimular.
-Agggggggggg Pedro..¿Que me haces? Dios mío..que...placer...Agggggggg
El primero orgasmo de Rosa le llenó la cara de jugos. Siguió comiéndola, sin parar. El segundo orgasmo fue más fuerte, y Rosa apretó con fuerza la cabeza de Pedro contra ella mientras levantaba las caderas con todo el cuerpo tenso por el place.
El tercer orgasmo fue demasiado. Rosa tuvo que pararlo, apartar aquella cabeza que la iba a matar de gusto si seguía.
-Para....para....no puedo más....Pedro....ummmm
Pedro dejó de lamer y la besó tiernamente en los muslos, mirándola. Ella tenía los ojos cerrados, el cuerpo casi sin fuerzas. Jamás había gozado tanto con un hombre. Y este era un jovenzuelo sin apenas experiencia, pero que la había llevado a lo más alto.
Más de cinco minutos estuvieron así. El dándole besitos en las ingles, en la cara interior de los muslos. Ella recuperándose.
-Pedro, te doblo la edad...pero...eres el hombre más hombre que he conocido. Será un honor para mi completarte....Fóllame cariño. Fóllame.
Al fin había llegado el momento. Pedro subió lentamente. Rosa lo miraba, con esa preciosa sonrisa de ella. Se tumbó sobre ella, aún sin penetrarla. Sólo sobre ella, y se besaron. Primero con ternura, y después, con pasión. Rosa llevó una mano hasta la dura polla y la guió a la entrada de su coño, que lo esperaba anhelante.
La penetración fue lenta. Pedro cerró los ojos y disfrutó de cada instante. Ella lo miraba. Miraba su expresión de placer. Cuando sus pubis se besaron, cuando toda la polla estaba dentro de su vagina, Pedro abrió los ojos. Brillaban.
-Rosa...ya no soy...virgen...gracias.
-Ummmm Pedro...gracias a ti....ahora...fóllame...despacito...disfruta.
Besándola se empezó a mover. Era un placer tan distinto a una mano, a una boca. Sentía el calor, la humedad, como aquel delicioso coño lo apretaba. Cada vez se movió más rápido. Cuando ella empezó a gemir, más rápido fue.
-Agggggggggg así.....que placer....Pedro....Pedro...eres...agggggg maravilloso....
Las palabras, los gemidos de Rosa, no hacían más que reforzar la autoestima de Pedro. Jamás pensó que su primera vez fuera a ser así. Estaba siendo mejor que cualquier cosa que había imaginado.
-Rosa....
-Pedro.....
-Me...voy a correr...no puedo más....que placer...
-Yo también....aguanta un poco....y me correré.....sí....sí.....siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
Rosa estalló. El placer se irradió desde su coño hacia todo su cuerpo. Un orgasmo largo, intenso, que hizo a su vagina contraerse de placer y disparar el orgasmo de Pedro, que como ella le había pedido, se salió con rapidez de ella y se dirigió a su cara. No fue lo suficientemente rápido y el primer chorro le cayó sobre las tetas. Los siguientes todos fueron a su cara. Fue como si el orgasmo que estaba sintiendo se parase y fuese sustituido por uno aún más fuerte.
Lentamente, Rosa abrió los ojos. No se había sentido tan bien en toda su vida. Estaba relajada. El placer que ese muchacho le había dado no lo olvidaría jamás.
-Me has engañado, Pedro. No puede ser la primera vez que lo haces con una mujer.
-Es la verdad. Ha sido mi primera vez.
-Ummmm pues has sido el mejor amante que he tenido. ¿Qué me has hecho?
-¿Qué quieres decir?
-Pues...aquí estoy, con un jovenzuelo que me ha echado el mejor polvo de mi vida. Que me ha dejado la cara llena de ...ummmm su rica leche. Eres el primer hombre que se corre en mi cara. Ni siquiera tenía idea de que fuera tan...
-¿Tan qué?
-No te lo puedo explicar. No sé que me pasa. Sólo sé me estoy empezando a obsesionar con sentir mi cara cubierta de semen, de cálido y oloroso semen. Miro a los otros médicos, a mis pacientes, a los hombres por la calle. Y no me imagino que me follan. Sólo me imagino que se corren en mi cara. Ni siquiera que se las chupo. Sólo su chorros calientes en mi cara. Desde que lo hiciste la primera vez no he dejado de masturbarme pensando en ti.
-A mi...también me gusta correrme en tu cara. Y también me he masturbado pensando en ti
-¿Sí?
-Sí. Varias veces.
-Eres un sol.
Rosa recorrió con su mirada desde la cara de Pedro hasta su polla.
-Aún la tienes dura.
-Es que me pones muy cachondo, así, medio desnuda y con tu cara llena de mi leche.
-¿Tienes más leche para mi cara?
-Creo que sí. Todavía me queda un poco
-Ummmm divina juventud. Acercate un poco más.
Le puso a polla sobre la cara. Rosa la cogió con una mano y empezó a hacerle una paja.
-Yo también estoy cachonda. Hazme a mi una pajita también.
Pedro alargó uno de sus brazos y empezó a acariciar aquel mojado coño, a pasar sus dedos a lo largo, a frotar con suavidad su clítoris Rosa gemía.
-Ummmm Pedro...¿Vendrás más veces, verdad? ¿Me darás tu leche más veces, no?
-Sí...siempre que quieras..
-Pues querré todos los días...Necesito tu leche en mi cara todos los días.
La mano de Rosa se movía con rapidez. Quería hacerlo correr rápido, conseguir su caliente tesoro. Pedro usaba sus dedos tan bien como su boca, y el placer que le daba era maravilloso.
Le costó, pero al final logró su deseo. Pedro empezó a gemir. Su polla tuvo un par de espasmos y se empezó a correr. Rosa lo acompañó. No hizo más que sentir como la caliente leche de Pedro se sumaba a la que aún tenía en la cara y se corrió con él.
Pedro se acostó junto a ella y la besó en los labios. Luego con sus dedos recogió un poco del semen de la mejilla de Rosa y lo llevó a la boca de ella.
-Ummm aún no..Déjalo un poco más en mi cara.
Disfrutó unos minutos más de la sensación y luego se lo pidió.
-Ahora aliméntame.
Se tragó todo lo que Pedro le llevó a la boca, entre las risas de ambos.
-La cara te ha quedado pringosa Deberías lavártela
-Ummmm Nop. Ahora no. Me gusta sentir como se va secando. Queda tirante. Jajaja. ¿Te llevo a casa?
-Vale.
Se despidieron con un morreo espectacular. Rosa le acarició el paquete y se le puso morcillona.
-Recárgate bien para mañana. ¿A la misma hora?
-Vale. ¿Te podré follar?
-Pedro, me podrás hacer todo lo que quieras, lo que desees. Todo mi cuerpo es tuyo, hasta mi almo. Solo...solo te pido una cosa...ya sabes. -le dijo, sonriéndole.
-Sí, lo sé.
Rosa volvió a su casa. Se moría de hambre. Lo único que había comido desde el desayuno era un poco del semen de Pedro. Antes de ir a la cocina, se miró en el espejo. Su cara estaba sucia, con manchas brillantes. Se pasó los dedos y sonrió. No se lavó.
Por la noche, viendo la tele, empezó a recordar esa maravillosa tarde. Se empezó a mojar y metió una mano por debajo de sus bragas. Cerró los ojos. En su imaginación una polla sin cuerpo, dura, se corría sobre su cara. Luego otra, y otra. No le importaban los hombre, solo las pollas y su cálido contenido. También veía a Pedro. La follaba sin descanso, haciéndola correr, y sacándole la polla para llevarla sobre su cara.
Se corrió varias veces. Cuando se calmó se puso a pensar. Se dio cuenta de que todo aquello se estaba convirtiendo en un obsesión. Pero era tan placentera que no le importaba.
A esa misma hora, Pedro, en su cama, olía las bragas que Rosa le había regalado. Tocaba su dura polla, llevándola al borde del orgasmo, y paraba. No quería desperdiciar nada de leche. Toda sería para Rosa. Se durmió con la polla bien dura.
Al día siguiente, hizo novillos. No podía esperar hasta la tarde, así que fue al hospital y se sentó en la sala de espera. El corazón le latía. Cuando ella llamase al siguiente paciente, lo vería.
Cuando la puerta se abrió, se llevó un chasco. Era un doctor. Por lo visto había ya vuelto. Cabizbajo, se levantó para irse. Estaba a punto de salir por la puerta del hospital cuando oyó una voz
-¿Pedro?
Se dio la vuelta y allí estaba ella. Con su bata blanca, una carpeta, sus gafas, mirándolo. Se acercó a él.
-¿Todo bien?
-Sí.
-¿A que has venido?
-A...correrme en tu cara.
Se miraron en silencio. Los dos corazones latiendo con fuerza.
-Sígueme.
La siguió a pocos metros detrás de ella. La miraba. Como caminaba, como se contorneaba. Le miró el culo. No se distinguía muy bien por la bata, pero lo mecía hacia los lados de una manera muy sexy. Pasaron varios pasillos hasta llegar a un zona con poca gente. Rosa miró a los lados y entró por una puerta que ponía 'Solo personal'. Pedro la siguió
Daba a una zona de servicio, con varias puertas en donde se almacenaban materiales. Rosa escogió un en donde a esas horas no entraría nadie. Nada más entrar y cerrar la puerta, se abrazaron y se besaron con pasión.
-Ahhh Pedro..estaba pensando en ti. Cuando te vi no me lo podía creer.
-No podía esperar a la tarde. Anoche estuve oliendo tus bragas.
-¿Te corriste?
-No...Me he reservado para ti.
-Ummmm ¿Así que estás bien cargadito de leche y has venido a vaciarte sobre mi carita? -le preguntó al tiempo que llevaba una mano hasta la bragueta. Notó la dura polla debajo.
-Sí...Ayer me dijiste que podría hacer lo que deseara.
-Sí...¿Qué deseas?
-Follarte...el culito.
-Ummmm chico malo. ¿Quieres meter tu dura polla en mi virgen culito?
-¿No te lo han follado?
-No. Vas a ser el primero.
-¿Me dejarás?
-Ya te dije que haré todo lo que me pidas. Pero...Irás con cuidado, ¿Verdad?. No tengo nada para lubricar mi culito.
-Yo sí. Date la vuelta.
Rosa lo hizo. Pedro la abrazó y le quitó la bata. Vestía una falda, así que no habría problemas. Se arrodilló detrás de ella, metió las manos por debajo de la falda y le quitó las bragas.
-Están mojadas, Rosa.
-Desde que te vi en la puerta el coño se me empapó.
Le levantó la falda y le dijo se la aguantara. Ahora que podía ver su culito, era precioso. Besó las nalgas, una a una-
-Jiji, me haces cosquillas.
-Échate hacia adelante.
Rosa se apoyó en una estantería llena de botellas que tenía delante. Su culito quedó ofrecido. Pedro, con sus manos, separó las nalgas y ante el apareció su apretado agujerito. Era bonito. Acercó su boca, sacó la lengua y lo lamió.
-Agggg Pedro..que rico....me gusta.
Lamía usando bastante saliva, para ir lubricando la zona. Incluso intentaba meter la punta de la lengua en el culito. Rosa lo meneaba.
-Ummmmm si llego a saber que era tan rico que te chupen el culito lo hubiese pedido antes...agggg aunque no creo que mis anteriores amantes lo hubiesen hecho....Pedro..que rico....sigue..
Él llevó una de sus manos al coño de Rosa, que goteaba de placer. Frotó los labios vaginales y atrapó el clítoris entre dos dedos. Rosa casi se corre. Cuando el ano estuvo bien ensalivado se chupó un dedo y se lo metió con delicadeza.
-Aggggg me gusta... sí, sí....me gusta...........Fóllame el culito con tu dedo....
La siguió masturbando y follando. El dedo entraba muy bien, a fondo. Metió un segundo dedo, acompañando al otro. Rosa empezó a menear el culito, a buscar aquellos dedos que la follaban.
-Ummm Pedro...creo que me va a encantar que encules....Joder..si estoy empapada.
Pedro se levantó. Rosa, apoyada en la estantería, oyó como se bajaba la bragueta. Después sintió como le daba golpecitos en las nalgas con la polla.
-Que dura está.
-Estoy como una moto, Rosa. Qué buena estás.
Aquel jovenzuelo la encendía. Sin duda era el mejor amante que había conocido. Y sólo estaba empezando.
-¿Lista?
-Sí...Rómpeme el culo con esa dura polla.
Pedro se lubricó la punta con más saliva y la apoyó contra el ofrecido esfínter. Empezó a empujar. Poco a poco, consiguió meter la cabeza. El culito estaba bastante cerrado.
-Aggggg duele un poco....Espera...no sigas.
Pedro, como un caballero que era, le hizo caso a su dama. Rosa llevó una de sus manos a su coño y se acarició. Relajó su culito y el dolor fue remitiendo.
-Ahora...métela despacito.
Con los ojos cerrados, sin dejar de acariciarse, experimentó la primera enculada de su vida. Centímetro a centímetro aquella dura barra de carne se clavó dentro de ella hasta que el pubis de Pedro chocó contra ella.
-Rosa...te he metido toda la polla en el culo....Que.....rico....Es tan apretadito y caliente. ¿Te duele?
-Apenas...pero me gusta....Ahora fóllame despacito...con cuidado....ummmmmm
Agarrando sus caderas, empezó a moverse con lentitud. Salía hasta la mitad y luego se la clavaba a fondo, apretando contra sus nalgas. El dolor desapareció del todo. Sólo había placer para ambos.
-Agggggg Cabrito...que gusto...Dame por el culo...más...más rápido...encúlame bien
Pedro aumentó el ritmo de la follada y Rosa el de sus toqueteos. Su mano estaba completamente empapada. Metió dos dedos en su coño y se folló con ellos mientras Pedro le follaba el culo cada vez más rápido, más fuerte.
-Me voy a correr Pedro...Vas a hacer que me corra por el culo....Eres....agggggggggggg maravilloso Pedro....creo que....te...quieroooooooooooooo
El orgasmo fue arrollador, brutal, desgarrador. Todo su cuerpo quedó tenso. El placer le venía del coño, del culo. Se quedó sin respiración, y él seguía martilleándola, follándosela, enculándola. Cuando su orgasmo terminó, sintió que las piernas se le aflojaban y se tuvo que sentar en el suelo. Pero no pudo descansar mucho.
Pedro la cogió por el pelo, haciéndole levantar la cara. Abrió los ojos y vio la polla frente a ella.
-Ya sabes a que he venido, Rosa.
Rosa sonrió. Cogió la polla con la mano derecha y empezó a pajearla con fuerza. Acercó su cara, poniéndola justo en la trayectoria de los cañonazos que en pocos segundos lanzaría Pedro.
La corrida del muchacho fue espectacular. Casi se le nubló la vista mientras chorro tras chorro de espeso y blanco semen se estrellaba contra el sonriente rostro de Rosa, que con las dedos enterrados aún en su coño, se volvía a correr con aque calor que le quemaba la cara. Abrió la boca para saborear algunos de los disparos.
Pedro miró su obra. Rosa estaba preciosa. Follarla era fantástico, pero a él también le estaba empezando a gustar especialmente llenarle la cara así. Vio como ella cerraba la boca y saboreaba la leche que le había caído dentro. Pedro recogió con los dedos el de la cara y se lo fue dando. Ella, se lo fue tomando como una niña bueno. Después se quitó las gafas y mirándolo sensualmente, lamió los cristales limpiándolos de semen. Para finalizar, se metió la polla en la boca y la chupó hasta dejarla limpia.
-Gracias Pedro...gracias.
-Para mi es un placer, Rosa.
-Y para mi. Lo de esta tarde sigue en pie, ¿no?
-Por supuesto.
Rosa se levantó y se besaron. Le acarició el culo, aún si bragas.
-¿Te lavarás la cara, no?
-Ummm, ¿No te gusta vérmela pringosita de ti?
-Sí...pero...
-Jajajaja, tontito, Claro
Salieron con cuidado y se despidieron.
Se vieron todos los días. Todos los días Rosa recibía feliz su cálido tratamiento. Siempre que él lo deseaba, follaban como él quería, ya fuera por el coño o por el ya entrenado culito. Pero siempre, siempre, terminaba sobre su cara. Era lo que ella deseaba. Su obsesión. Pero no sólo recibía ese placer. Pedro la hacía correr una y otra vez con todo. Con su polla mientras la follaba. Con sus dedos y, sobre todo, con su boca. Le comía el coño con pasión, sin parar, haciéndola correr una y otra vez hasta que no podía más y lo tenía que apartar. Luego el la miraba con la cara brillante y sonriendo.
Siempre encontraban formas de divertidas de hacerlo. Unas veces, Rosa se acostaba desnuda en el sofá y Pedro se ponía de pie, poniéndose sobre su cara. Ella le chupaba las pelotas y hasta el culo mientras lo masturbaba hasta hacerlo correr sobre ella. El primer chorro le llegaba hasta la barriga. El resto los dirigía a su cara y a su boca. Otras veces, ella se arrodillaba entre sus pies y le hacía una lenta y extenuante mamada. Cuando sentía que él se iba a correr, paraba, y volvía a empezar. Podía estar así mucho tiempo, más de una hora. Cuando al fin le dejaba correrse, la cantidad de semen que se estrellaba contra su cara era inmensa. Varias veces Pedro iba al hospital y se encerraban en aquel almacén.
Un sábado Pedro la ató a la cama, de pies y manos y la estuvo acariciando, lamiendo, chupando y follando durante horas. El se corrió tres veces. Las tres, por supuesto, en su cara, sin limpiar las corridas anteriores. Ella, incontables veces. Y como estaba atada no podía apartarlo. Sólo podía gritarle que la dejara descansar.
Cuando por fin la desató, cayó dormida en el acto. Pedro se quedó largo rato mirándola. No sólo sentía una fuerte atracción sexual hacia aquella mujer. Sentá mucho más.
Pocos días después, una tarde, cuando Pedro entró en la casa, la notó muy excitada. Lo cogió de la mano y lo arrastró hasta un cuarto en donde tenía el ordenador.
-Mira.
Le enseño un video que había encontrado. Un video porno. Una chica estaba arrodillada en el suelo. Cubierta de semen. Hombre tras hombre se acercaba a ella y se corría sobre su cara.
-Wow Rosa. ¿Te gusta, no?
-Desde que lo vi no dejo de pensar en eso. Ni sé las veces que me he corrido. Quiero hacerlo.
-¿Queeee?
-Uf, deseo ser esa chica. Ayúdame - le dijo arrodillándose delante de él, bajándole la bragueta y sacándole la polla.
Pedro miraba el video mientras Rosa le chupaba la polla. Se imaginaba a ella recibiendo aquella ducha de leche. Se corrió enseguida, gimiendo de placer. La miró. Ella se pasaba la polla por la cara, extendiendo la leche.
-Joder Rosa. Creo que se me ha ocurrido una idea.
CONTINUARÁ
5 comentarios - la urologa (2). La obcecion