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Cogi con mi vecino

Ese día no tuve ganas de ir a la facultad. El tiempo estaba algo destemplado y no me sentía muy bien que digamos, por lo que después del trabajo me fui directo a casa. ¡Para qué! En pleno camino se largó una tormenta impresionante. Terminé empapada, desde el pelo hasta la última uña del pie, y para colmo de males, cuándo ya estaba en la esquina de mi casa, un tipo que pasaba en una moto se aprovechó de mi momento de confusión y me robó la cartera. Me quería morir. Con semejante diluvio y yo en plena calle, sin las llaves, y sin el celular para llamar a mi marido y pedirle que viniera más temprano. Por suerte alguien que salía del edificio y que me conoce me dejó entrar por lo que por el momento quede a resguardo de la tormenta que afuera seguía en su punto más intenso. Pero tampoco podía quedarme en el pasillo, chorreando agua, corriendo el peligro de agarrarme una pulmonía, esperando a que llegara mi marido, aproximadamente en dos horas y media.
Entonces se me ocurrió recurrir a Francisco, nuestro vecino del departamento de al lado, aunque la verdad es que lo tuve que pensar bastante, ya que se trata de uno de esos tipos que no dan puntada sin hilo, típico galán maduro que piensa que ante una mujer, cualquiera que ésta sea, tiene todas las de ganar. De unos cuarenta y tantos años siempre que me ve con mi marido se muestra por demás atento y gentil, la corrección personalizada, pero cuándo me ve sola, ya me mira de otra manera, prácticamente me devora con la mirada, y hasta me dice cosas con doble sentido. Es una especie de Dr. Jeckyll y Mr. Hyde, claro que no podía decirle eso a mi marido, ya que lo estima mucho, si hasta se juntan para ver los partidos de Boca. Claro que en ese momento, estando toda mojada, sin llaves y sin posibilidad de llamar a mi marido para que viniera a socorrerme, Francisco era la única persona a la que podía recurrir, sobre todo porque su balcón linda con el nuestro, y fácilmente se puede pasar de uno a otro, aunque no me acordaba si había dejado la ventana abierta, pero era una buena opción. Así que me decidí y toque el timbre de su departamento.
-¿Quién es?- pregunto desde adentro, a los gritos.
-Mariela- le dije.
Abrió enseguida y se me quedó mirando en esa forma que no admite duda alguna respecto a sus verdaderas intenciones respecto a lo que le gustaría hacerme. Claro que esta vez su mirada era mucho más lasciva que en otras ocasiones. En ese preciso instante, con él parado enfrente, mirándome de esa manera, me di cuenta de que a causa de la mojadura se me transparentaban los pezones a través de la blusa. No supe que hacer, así que no hice nada. Le conté del robo y que si bien no quería molestarlo no tenía otra alternativa.
-Por favor bonita, faltaba más, ¿para que están los vecinos si no es para ayudarse en momentos como éste?- me dijo mientras abría la puerta y me invitaba a entrar, claro que sin dejar de mirarme como si en cualquier momento estuviera a punto de saltarme encima.
Al entrar a su departamento se me cruzó por la mente la imagen de un corderito blanco con un lazo rosa, o sea yo, y la de un lobo hambriento, o sea él, con los dientes bien afilados chorreando baba por doquier, relamiéndose ya con su futura presa.
Apurado por atenderme, cerró la puerta y fue hacia el baño a buscar una toalla.
-Tomá, secate ricura, no quiero que te resfríes- me dijo al dármela, sin dejar de mirar mis pezones que se traslucían hinchados y puntiagudos a través de la tela mojada.
-Gracias- le dije y agarré la toalla.
Me di la vuelta, quedando de espaldas a él, y empecé a secarme pasándome la toalla por debajo de la blusa, pero tenía la ropa tan mojada que era inútil hacerlo de esa forma, entonces hice algo que no debí haber hecho, me saqué la blusa. ¡Sí, ya sé! Fue una locura, pero a veces el morbo puede más que la razón, y esta era una de esas situaciones.
No lo podía creer pero sin haberlo planificado estaba en una misma habitación con mi vecino, en corpiño, ofreciéndole sin renuencia mi desprotegida retaguardia. Al parecer él no era él único que se estaba excitando con toda esa situación.
Nunca creí que pudiera llegar a ser tan trola, ya que una cosa es coger con alguien que sabes que no vas a ver nunca más en tu vida o con quién te vas a encontrar alguna que otra vez, pero otra muy distinta con tu propio vecino, con alguien que vive muy cerca tuyo, y que comparte cierta amistad con tu marido, eso ya es cosa de puta reventada. De “putita”.
Cuándo se me acercó y apoyó sus manos sobre mis hombros desnudos para ayudar a secarme, no me opuse, es más, dejé que él mismo me secara.
-Tal parece que hay más partes para secar- me dijo cuándo me di la vuelta y lo enfrenté.
Con sumo cuidado, atento a cualquier reacción que pudiera tener, llevó sus manos hacia mi espalda y me desabrochó el corpiño. Mis pechos surgieron rebosantes ante sus desbordados ojos. Yo seguía sin hacer nada, dejaba que todo lo hiciera él, ya que como todo galán que se precie de tal debía de creer que tenía la partida ganada de antemano.
Empezó entonces a frotarme la toalla por encima de las tetas, mirándome con el rostro desencajado, los ojos inyectados de lujuria, como cualquier pervertido sexual ante su inminente víctima, hasta que dejó la toalla de lado y siguió con sus manos, ahora sí, apretándome la carne, presionando de una manera que en vez de dolor me proporcionaba infinito placer.
Entonces comprendí que Francisco y yo éramos de la misma estirpe, ambos aparentábamos una cosa y en realidad éramos, somos, otra muy distinta. Llevamos el sexo impregnado en la piel y en los sentidos, y no nos asusta expresarlo en cuánta oportunidad tengamos.
-Desde la primera vez que te vi supe que por dentro eras una flor de trolita- me aseguró llevando una mano hacia mi cola y apretándomela también.
Me estremecí toda al sentir sus dedos resbalando por la raya de mi culo, por sobre el pantalón, como tanteando el terreno que posteriormente habría de transitar con mayor intensidad.
Entonces hizo que me tendiera de espalda sobre el sofá, me sacó el pantalón, la tanga, y revoleando todo hacia un costado, se zambulló entre mis piernas y me empezó a chupar en una forma por demás deliciosa, cautivándome de entrada con esa lengua maravillosa que manejaba como un verdadero artesano del sexo oral.
A la vez que su lengua recorría toda mi hendidura, con sus dedos me acariciaba en el punto justo, excitándome el clítoris con una pericia formidable, como si estuviera habituado a masturbar mujeres y hacerlas acabar con el solo uso de sus dedos.
Caliente a más no poder yo movía las caderas en torno a su boca, ansiando que me comiera toda, que me devorara, entregándome por completo a ese delicioso jueguito que me situaba en el punto exacto en donde él quería tenerme.
No me dejó llegar, sino que se levantó y pelando una verga de contundentes proporciones, me la puso en la boca para que le devolviera gentilezas mientras él seguía moviendo sus dedos dentro de mí. Atrapándola con mis labios me puse a chupársela con frenesí, sintiéndola dura y caliente, degustando en mi paladar ese jugo que le salía del agujero de la punta y que tanto me complacía. La saboreaba, la paladeaba, me la tragaba, mientras sentía sus dedos explorando mi más profunda intimidad.
Luego de prodigarle una rica mamada, la cuál incluía huevos y todo, me la sacó de la boca y se alistó para penetrarme, así, a pija pelada. Hasta llegó a ponerme la puntita entre los labios de la concha, pero lo detuve justo a tiempo.
-No, así no- le dije –Ponete un forro-
-Así es mucho más rico- trato de insistir.
-Pero no quiero- le volví a decir.
-Dale preciosa, dejame que te coja bien y te acabe adentro- me pidió.
-Podes acabarme donde quieras, pero si queres cogerme, va a tener que ser con forro- le advertí.
Finalmente aceptó. Se puso el preservativo y entonces sí, se me tiró encima y me la clavó sin mayores trámites, penetrándome en una forma por demás compulsiva, haciéndome soltar unos entusiastas y exaltados suspiros. Se notaba que le gustaba duro, porque así empezó a darme, sin evidenciar delicadeza alguna, cosa que yo tampoco le reclamaba, también me gusta que me cojan así, con todo, como si quisieran romperme, por fuera puedo parecer una chica tierna y sensible, pero por dentro soy un animal salvaje, una bestia, una hembra en celo y Francisco se había dado cuenta de ello. Y así me cogía, sin darme respiro, sin tregua, metiéndomela hasta lo más profundo, haciéndome delirar de placer con cada empuje, con cada ensarte, acelerando de a poco, cambiando el ritmo de a ratos, mostrándome en carne propia sus cualidades de consumado cogedor. Yo me abría toda para recibirlo, enlazando mis piernas alrededor de su cintura, acusando en mis entrañas el impacto de todas y cada una de sus certeras embestidas.
Luego me tuvo en cuatro patas, echada en el suelo, con la colita bien levantada, y él detrás de mí, colmándome de pija, estremeciéndome las nalgas con cada golpe, entrando y saliendo de mi cuerpo con un ritmo demoledor, como si en verdad pretendiera partirme al medio con su maciza verga como arma ejecutora.
Con cada metida y sacada me palmeaba la cola haciendo resonar la piel con fuertes y estrepitosos estallidos que se mezclaban con nuestras propias exclamaciones de placer.
No sé si les conté, pero me encanta que me den de nalgadas mientras me la meten. Si me hacen eso cuándo me cogen les estaré sumamente agradecida.
Luego, con él tendido en el suelo, me le subí encima, a caballito, cabalgándolo con todo mi entusiasmo, subiendo y bajando con mis gomas sacudiéndose frente a sus ojos, claro que él aprovechaba para chupármelas, para mordérmelas, para hacer con ellas lo que seguramente había ansiado durante tanto tiempo.
-¡Ahhhhhhhhh… decime que soy tu putita… decímelo…!- le pedía entre agónicos jadeos, sintiendo como la cabeza de su verga retumbaba repetidamente contra las paredes de mi útero.
-¡Putita… sos mi putita… mi trolita reventada…!- me susurraba entre roncos suspiros.
La carne es débil y cuándo me dicen “putita” no puedo contenerme, no sé pero es mi talón de Aquiles, me entrego por completo cuándo me lo dicen, y en plena cogida puedo alcanzar el éxtasis al escucharlo, como con Francisco, que me mojé cuándo me lo dijo entre susurros, acabé estruendosamente, echándome un polvo de proporciones sublimes.
Mientras gozaba me quede ahí arriba, balanceándome plácidamente, ya que él todavía no había alcanzado la misma Gloria que yo, por lo que seguí un rato más, hasta que me anunció que quería acabarme en las tetas. No podía decirle que no, obviamente, se lo había prometido, así que de un salto salí de mi posición y me mantuve ahí de rodillas, entre ansiosa y expectante. Ya a punto de acabar él se levantó, se arrancó el forro y parándose a mi lado se sacudió la verga unas cuántas veces y me apuntó. Uno, dos, tres…, conté mentalmente y ¡Pum! ¡Pum! ¡Pum!, la leche salió disparada en chorros espesos e incontenibles que me dieron en plena cara y, desde ya, en las tetas también. Cuándo terminó de eyacular se la agarré chorreando todavía y me la metí en la boca, chupándosela con frenesí, saboreando con fruición las últimas gotitas que todavía se le escapaban, deslizándome con la lengua hasta sus bolas para dejarlo completamente limpio, y seco también.
Todavía faltaba un rato para que mi marido llegara a casa, así que aproveche para darme una ducha. Una ducha en el baño de Francisco, mi vecino.
Ya sé que no debí hacerlo, pero soy tan puta que no pude evitarlo. Ahora no sé como seguirá esta historia de ahora en más, espero que no se ponga pesado y no empiece a reclamarme sexo todos los días. De vez en cuándo estaría bien, pero no quiero correr el riesgo de que lo nuestro se convierta en una relación de amantes. Eso me aburre. Prefiero los amantes casuales a los fijos, pero bueno, ya se verá. Los mantendré al tanto.

26 comentarios - Cogi con mi vecino

Gordito_calenton
Por dios que bello relato... una delicia de leer y disfrutar. Me dejaste como te gusta tener a tu hombre... caliente y con la pija a full. Muy Bueno... y quiero mas...
Epico
+5, excelente como siempre
Guiyote07
tremendo nena...tremendo. 🙎‍♂️
maguito
muy bueno........putita.....
Fachelo
seee...putita...tomá...tomá...ehmmm
ahora...y tu cola?...no fue salvajemente dilatada bombón?... 🙎‍♂️ 🙎‍♂️
KaluraCD
hmmmm, Marita estás cada dia mas lujuriosa, me dejaste en llamas, un relato espléndido, voluptuoso, me encantó ❤️
van 5 y recomendación !!
Cogi con mi vecino
fer_z
diosaaaaaa +10
Muser
Grossa....me encantaron los tips. Anoto por las dudas. 🙎‍♂️
Genial el relato 😀

+10, obviamente
jhr2000
como me calientan tus historias... excelente... +10
relatos
Alanq
gracias marita por tanto momentos felices jajaja
morochadel84
No sé si les conté, pero me encanta que me den de nalgadas mientras me la meten. Si me hacen eso cuándo me cogen les estaré sumamente agradecida.
Y lo dice así.. como si dejera "mirá que a mí la pizza de cebolla no me gusta... tenelo en cuenta"... Ya se lo agendaron todos!!! Jaja.
Muy buena la historia, un beso grande!!
badboy
mis 10 son tuyos "putita"... y necesito una boquita que me limpie la lechita que acaba de salir..... ya nos cuentas que sucede despues

saludos
AroLoco
+10 los mejores !!!
gut_12
Realmente apelando a tus palabras Marita... sos toda una PUTITA 😀 😀 😀 😀 😀 y m enloquece que seas asi 🆒 🆒 🆒 🆒 Gracias x compartir 🆒 🆒 🆒
costarica95
🙎‍♂️ 🙎‍♂️ 🙎‍♂️ 🙎‍♂️ 😀 😀 😀 😀 😀
berfilth
lo mejor que leei 🤤
goac08
NOS MUCHO AGRADO TU POST SALUDOS!!!!

Novela erótica "La criada" [Capítulo III]
mu_a2
TREMENDO RELATO GRACIAS POR COMPARTIR 😉 😉 😉 😉
alliens66
MUY BUENO !! ME ENCANTO !! GRACIAS
Jorge_Nacho
excelente, gracias por compartir :F