Mujeres...
Despierto junto al incesante alarido del despertador. ¿Qué hora es? La hora de siempre, el momento de siempre, el momento de partir hacia las calles, de inundarme con sus fragancias, de esbozar una sonrisa ante cada frase propia de la tierra de raíces latinas, de apreciar los colores puramente cálidos o los inspiradores matices grises que alzarán el ser pensante en mí. Y por supuesto, de maravillarme, de deleitarme y sumirme en la contemplación de la belleza femenina, del cuadro pintoresco, agresivo y fulminante de la mujer Latinoamericana.
¿Y nosotros los hombres? ¡Qué ilusos!. Perdemos el tiempo añorando mujeres que habitan en el mundo televisivo, quienes se esconden en una máscara artificial de cosméticos, en mujeres incapaces de trasmitir la sabiduría de su pensamiento, de hacerle honor a este género tan aguerrido, tan luchador. Absurdamente, deseamos mujeres impuras, creación aberrante de manos ajenas que con un bisturí han creado el demonio con rostro de mujer. Y no sabemos añorar la belleza con la que ha magnificado Dios a las mujeres de la calle, a aquellas que con su andar, nos someten a un galopar enardecido de nuestros corazones, aquellas que con un vistazo seductor a la distancia nos llevan a recorrer los sinuosos e intrincados pensamientos libidinosos, anhelando desnudar sus cuerpos que con su marchar consumen nuestra alma y se apoderan de eternos segundos de plena contemplación, de admiración y de deseo irrefrenable.
Mujeres de la calle, la belleza femenina es suya, no de aquellas que colman las pasarelas intentando promulgar un prototipo de mujer, pues, la mujer es bella cuando se desenvuelve en su esencia única, la mujer es bella cuando reconoce el atractivo del color de su piel, la melodía de su dulce canto al hablar y ese andar tan deslumbrante, balanceando sus curvas peligrosas, agitando el perfumen de mujer con el balancear de sus cabellos que tejidos de oro o de matices nocturnos, someterán en la más profunda agonía sexual al observador.
¡Oh mujeres de Latinoamérica!, jamás olviden que a pesar de nuestros errores, nosotros, los hombres, somos los primeros en reconocer sus virtudes, reconocemos su intelecto pero lo ocultamos, porque muchas veces ustedes conocen más que nuestro género, pues no existe criatura más sensible que se remita a la compresión, a pesar de que algunas intentan ocultarlo con gestos de desinterés o de carente importancia. Nosotros, los hombres, nos magnificamos día a día observándolas balancear sus cuerpos esculpidos por un artista que no buscó la perfección, anheló la sincronía de lo asimétrico, buscó colores para teñir sus cuerpos, esculpió piernas largas, aun más largas pues su ser no concebía el temprano regocijo de la victoria. Aquel artista, bajo el nombre de Dios, culminó su más preciada obra, adornándola con ojos de una diversidad en su gama de colores, no obstante, rocío a todas, bajo el mismo perfume, el que dejan al pasar por nuestro lado, el que sus cabellos emanan cuando nos seducen y cuando su piel se encuentra cerca de nuestros excitados sentidos, pues todas llevan el singular perfume de mujer.
Escrito por, TheEroticWriter.
Nota del autor: Espero deseosamente que las líneas que escribí les sean de a su agrado a todas las señoritas que deslumbran con sus escritos, sus fotografías y otros modos de expresión tanto aquí, como en los confines del mundo, donde se halle una mujer latinoamericana. Pero no quisiera ser el único intérprete del género masculino en declarar estas palabras, allí se oculta, el pensamiento de cada hombre, allí se encuentra humildemente expresado señoritas, el clamor de su más fiel y apasionado público, de los enamorados de su ser femenino.
Despierto junto al incesante alarido del despertador. ¿Qué hora es? La hora de siempre, el momento de siempre, el momento de partir hacia las calles, de inundarme con sus fragancias, de esbozar una sonrisa ante cada frase propia de la tierra de raíces latinas, de apreciar los colores puramente cálidos o los inspiradores matices grises que alzarán el ser pensante en mí. Y por supuesto, de maravillarme, de deleitarme y sumirme en la contemplación de la belleza femenina, del cuadro pintoresco, agresivo y fulminante de la mujer Latinoamericana.
¿Y nosotros los hombres? ¡Qué ilusos!. Perdemos el tiempo añorando mujeres que habitan en el mundo televisivo, quienes se esconden en una máscara artificial de cosméticos, en mujeres incapaces de trasmitir la sabiduría de su pensamiento, de hacerle honor a este género tan aguerrido, tan luchador. Absurdamente, deseamos mujeres impuras, creación aberrante de manos ajenas que con un bisturí han creado el demonio con rostro de mujer. Y no sabemos añorar la belleza con la que ha magnificado Dios a las mujeres de la calle, a aquellas que con su andar, nos someten a un galopar enardecido de nuestros corazones, aquellas que con un vistazo seductor a la distancia nos llevan a recorrer los sinuosos e intrincados pensamientos libidinosos, anhelando desnudar sus cuerpos que con su marchar consumen nuestra alma y se apoderan de eternos segundos de plena contemplación, de admiración y de deseo irrefrenable.
Mujeres de la calle, la belleza femenina es suya, no de aquellas que colman las pasarelas intentando promulgar un prototipo de mujer, pues, la mujer es bella cuando se desenvuelve en su esencia única, la mujer es bella cuando reconoce el atractivo del color de su piel, la melodía de su dulce canto al hablar y ese andar tan deslumbrante, balanceando sus curvas peligrosas, agitando el perfumen de mujer con el balancear de sus cabellos que tejidos de oro o de matices nocturnos, someterán en la más profunda agonía sexual al observador.
¡Oh mujeres de Latinoamérica!, jamás olviden que a pesar de nuestros errores, nosotros, los hombres, somos los primeros en reconocer sus virtudes, reconocemos su intelecto pero lo ocultamos, porque muchas veces ustedes conocen más que nuestro género, pues no existe criatura más sensible que se remita a la compresión, a pesar de que algunas intentan ocultarlo con gestos de desinterés o de carente importancia. Nosotros, los hombres, nos magnificamos día a día observándolas balancear sus cuerpos esculpidos por un artista que no buscó la perfección, anheló la sincronía de lo asimétrico, buscó colores para teñir sus cuerpos, esculpió piernas largas, aun más largas pues su ser no concebía el temprano regocijo de la victoria. Aquel artista, bajo el nombre de Dios, culminó su más preciada obra, adornándola con ojos de una diversidad en su gama de colores, no obstante, rocío a todas, bajo el mismo perfume, el que dejan al pasar por nuestro lado, el que sus cabellos emanan cuando nos seducen y cuando su piel se encuentra cerca de nuestros excitados sentidos, pues todas llevan el singular perfume de mujer.
Escrito por, TheEroticWriter.
Nota del autor: Espero deseosamente que las líneas que escribí les sean de a su agrado a todas las señoritas que deslumbran con sus escritos, sus fotografías y otros modos de expresión tanto aquí, como en los confines del mundo, donde se halle una mujer latinoamericana. Pero no quisiera ser el único intérprete del género masculino en declarar estas palabras, allí se oculta, el pensamiento de cada hombre, allí se encuentra humildemente expresado señoritas, el clamor de su más fiel y apasionado público, de los enamorados de su ser femenino.
9 comentarios - Retrato femenino de la belleza Latina
que lindo que quedo escritor erótico 😉 😉 😉 es bueno saber que todavía quedan hombres que piensan así las fotos acompañan muy bien a tus ideas y me encanto la dedicatoria 😉 😉 😉
volveré con puntos!!! 😉 😉
Muy lindo tu relato, gracias por invitarme a deleitarme!
¡Jaja!.
No es lo mismo el término "guarangada" que "halago" señorita. La "guarangada", es decir el uso de un lenguaje vulgar con tintes agresivos, jamás retrataron la belleza de una mujer. Por lo contrario, la banalizan, la vulgarizan hasta transformarla en algo insignificante, y quien esboza palabras de seducción o de admiración hacia una mujer, desea manifestar lo contrario de aquellos "banalizadores" de la estética femenina. Quien admira a una mujer, se martiriza por llamar su atención y la coloca en un pedestal aun más alto que el de los Dioses del Olimpo. Quien desea retratar a una mujer con sus palabras, decide magnificarla.
Te agradezco que hayas leído el relato y es un gran placer el saber que te has deleitado.
Saludos.
Giuseppe.
Gracias por compartir.
Besos y Lamiditas !!!
Compartamos, comentemos, apoyemos, hagamos cada vez mejor esta maravillosa Comunidad !!!
Ah mi queridísimo Giuseppe... ¡¡me enamoras!! ❤️ ❤️ y lo mejor es recibir tu invitación especial a pasar a leerlo... gracias... anoche no me conecte jijiji por eso vengo recién hoy!!!
de verdad somos agresivas y fulminantes???
tendré que ir a pasearme por calles donde las latinoamericanas seamos apreciadas?? con toda esta pintoresca humanidad que tengo para lucir... porque los queridos uruguayos creo que han perdido esa capacidad de apreciarnos... y se vuelcan a esas aberraciones modificadas...jeje ufff ya me colgué!!
jejeje saludos!!!
hay que remontar la comunidad queridos amigos relatores y lectores!!!
Hay cada belleza, cada ángel con rasgos de mujer caminando nuestras calles!!! 🤤
IMPRESIONANTE POST TE MANDASTE !!!
SEGUI ASI !!! FELICITACIONES !!!
GRACIAS POR COMPARTIR !!!