ultima parte compiiissss xD espero que hayan disfrutado la historia y les haya gustado leer tanto pero tener un buen final!!!!.
Pasamos a la sala, Esteban se sentó en un sillón junto con Gabriela, mientras que mi esposa ocupó un chase lounge frente a ellos. Por mi parte me dirigí a servir bebidas, tome una botella de vino y sendas copas de cristal cortado, regalo por cierto de Gabriela el día de nuestra boda. Coloqué las copas y el vino en una mesa al centro de la sala, Esteban se levantó para tomar la botella de la mesa y al verla dijo sorprendido:
- ¡No puedo creerlo, un Arietta 2002, y por si fuera poco Blanc!, ¡En verdad no puedo creerlo!
Mi esposa me dedicó una mirada triunfal:
- Claro, ¿te acuerdas?
La mirada de Esteban brillaba de gusto, por su puesto que se acordaba, y yo ahora caía en cuenta del porqué no sabía como mi esposa había conocido ese vino: Años atrás había hecho un viaje universitario a San Francisco y por supuesto que Esteban era su novio en la universidad, la conclusión era muy sencilla y dolorosa: habían conocido el vino juntos y justo hoy mi esposa había conseguido esas botellas para él, y no para mí como lo pensaba. Me sentí como un idiota, horas antes estaba muy contento por el detalle, pero ahora ardía en celos.
Gaby lo notó inmediatamente, y con una franca sonrisa comentó:
- La verdad a mi no me importa la marca, mientras tenga el efecto adecuado…
Al pronunciar estas palabras me miró fijamente y sonrió mostrando su hermosa dentadura. Serví las copas y entregué una a cada quién, tuve que sentarme en un sofá porque mi esposa estaba recostada en su lugar y no me dejó espacio.
- Por los viejos tiempos.
Mi esposa levantó su copa y dedicó una mirada cómplice a Esteban, que no atinó a decir nada seguramente porque sintió el peso de mi mirada. Gaby se levantó de su lugar y se sentó en el brazo de mi sofá, me gustaba mucho que me “defendiera” de los ataques de su hermana.
Durante cerca de una hora platicamos de todo un poco, durante todo ese tiempo mi mujer coqueteaba descaradamente con Esteban, ella estaba recostada de lado, sus piernas juntas, su pequeño vestido se deslizaba constantemente dejando ver más de lo que un esposo en condiciones normales permitiría, sus piernas se movían constantemente, su liguero asomaba lujuriosamente por debajo de la tela; su generoso escote dejaba ver la parte superior de sus pechos cuando se agachaba a tomar su copa que dejaba en una pequeña mesa a un costado. Esteban no perdía detalle, lucía acalorado, turbado por la situación, estoy seguro de que si Gaby y yo no estuviéramos ahí ya se hubiera abalanzado sobre Perla.
En un par de horas tomamos dos botellas de vino y cenamos. Durante toda la cena mi esposa no cesaba de elogiar a Esteban y recordar los momentos compartidos en su juventud, que estaba fuera de sí ante la conducta tan sugerente de mi mujer, por nuestra parte Gaby y yo permanecimos como espectadores de todo lo que decían. Me sentía fuera de lugar, lleno de celos, pero al mismo tiempo muy excitado, no sabía a donde nos llevaría todo esto, pero al menos algo estaba ocurriendo, a diferencia de las últimas dos semanas.
Nos levantamos del comedor y Perla me pidió preparar un café de la alta montaña de Veracruz que a todo el mundo encanta, Gaby fue conmigo en la cocina para ayudarme mientras que mi mujer y el sorprendido Esteban fueron a la sala.
- ¿Pero que le pasa a Perla?
No atiné a articular palabra, no me gustaba sentirme tan vulnerable, sin argumentos, y tampoco quería mostrarme demasiado celoso frente a Gabriela. Mientras servía el café, Gaby se situó a mi espalda y comenzó a acariciarla, y sin más pasó sus manos al frente y comenzó a tocar mi pene por encima de la ropa.
- No te preocupes mi amor, pronto nos desquitaremos…
Me hizo sentir muy bien, necesitaba un poco de ayuda y esas caricias y sus palabras fueron un gran aliciente. Regresamos a la sala, y cuál fue mi sorpresa al encontrar a mi esposa sentada junto a Esteban, pero literalmente junto a él, acariciaba descaradamente su pierna y reía a carcajadas. Cuando entramos él se sobresaltó, pero ella permaneció impávida, mirándome con un espíritu retador.
Tomé de la mano a Gaby y nos sentamos en el sillón frente a ellos. La plática subía paulatinamente de color, Perla hablaba de penes y vaginas como si de manzanas y peras se tratara. En cierto punto comentó:
- Mi marido es super liberal en lo que al sexo se refiere, estoy segura de que esta dispuesto a todo...
Esteban me miró, no se que esperaba que le dijera, ¿Acaso quería una propuesta indecorosa? Seguro ya estaba pensando en cogerse a mi mujer desde hace un rato, pero no sabía articularlo. Perla se encargo de ello:
- Es más, podrías darme un beso y a él te aseguro no le disgustaría…
Esteban me miró con los ojos desorbitados, no decía nada, pero con la mirada me estaba preguntando si podía hacerlo. El jueguito de Perla me estaba molestando de veras, pero también me estaba excitando. La idea de hacer el amor con mi esposa y mi cuñada tenía un morbo muy especial por tratarse de dos mujeres, además de todo hermanas, y por si fuera poco increíblemente hermosas. Sin embargo, el que otro fulano, y en especial un exnovio de mi mujer la besara y en mis propias narices era algo muy diferente.
El ego me derrotó, no iba a mostrarme débil frente a mi mujer y en cierta forma era justo, al final del camino yo andaba tirándome con regularidad a mi cuñada y había logrado hacerlo con las dos al mismo tiempo, si Perla quería experimentar iba a contar conmigo, y si quería vengarse, no sabía con quien se metía, ya que yo estaba dispuesto a llevar esto hasta sus últimas consecuencias.
Miré calmadamente a Esteban, y asentí con la cabeza.
- ¿De verdad?, ¿Quieres que la bese?
Comenzaba a retomar el control de la situación, Perla me miró entre sorprendida y excitada, estoy seguro de que no esperaba esa conducta, con un tono retador dije:
- anda mi amor, por mi no te detengas
Perla no supo que hacer, no se decidía a moverse y entonces un impulso inexplicable surgió de lo mas profundo de mi ser.
- Mira, yo te enseño...
Voltee a mirar a Gabriela, deslice delicadamente mi mano por su nuca y la atraje hacia mi, acerqué mi boca a sus labios y le di un profundo beso, mi lengua recorrió lentamente el interior de su cavidad bucal, era una verdadera delicia volver a probar su caliente saliva. Gaby acariciaba mi nuca y cuello, y recibía mi beso con cierta emoción.
Me separé de Gaby y dirigí mi atención a mi mujer y su sorprendido amigo, ella por su parte estaba sobresaltada y me miraba furiosa, Esteban no podía ocultar la lujuria en su mirada
- Vamos Esteban, hazle los honores a mi mujer
Esteban la miró y torpemente la besó, primero en la comisura de los labios y muy pronto sus bocas se encontraron en un apasionado beso. No movían sus manos, simplemente movían sus labios y respiraban agitadamente.
Por mi parte seguí con lo mío, volví a besar a Gaby, pero esta vez acaricié su cuello y fui mas allá, deslicé mi mano hacia sus pechos y los acaricie sin pudor alguno, primero lentamente y después con lujo de violencia, los apretaba con fuerza, estiraba sus pezones como tanto le gustaba, todo por encima de la ropa. Los suspiros de Gaby interrumpieron a nuestros compañeros que suspendieron su tarea para contemplar el magnifico magreo que le daba a mi cuñada.
De reojo pude ver sus reacciones, Esteban no cabía en si de emoción, y mi mujer nos miraba con una combinación de sorpresa, enojo y excitación. Estaba sentada en la orilla del sillón, sus pezones tremendamente erectos se notaban a través del vestido, tenía la boca semiabierta y la posición de sus piernas me permitían ver casi hasta su sexo desnudo.
Por mi parte estaba muy excitado, el ver a mi mujer besando a Esteban había provocado en mi una extraña mezcla de celos y deseo, no sabía hasta donde llegaría ese juego pero definitivamente lo estaba disfrutando.
Me levanté, caminé por detrás del sillón en que se encontraban Perla y Esteban y me detuve justo detrás de ella, la atraje hacia mi con fuerza logrando que se recargara en el respaldo del sillón
- Que te parece Esteban, esta muy guapa mi mujer no?
- Si, está mejor que nunca
- mmm y te falta ver sus tetas, después de tantas horas de gimnasio están de concurso...
Acto seguido tomé el vestido de Perla desde los hombros y lo deslicé hacia abajo dejando los hermosos pechos de mi mujer al descubierto, únicamente ocultos por la delgada tela del brassiere.
Intempestivamente detuvo mis manos con furia contenida
- No soy una puta, no me voy a acostar con cualquiera solo porque te acuestas con mi hermana
- Pero no soy yo quien lo quiere. ¿Tu invitaste a Esteban o no?
La tortilla había dado la vuelta, los desorbitados ojos de Esteban me hacían saber su sorpresa, miraba a Gaby y de vuelta a mi mujer pero no pronunciaba palabra alguna. Por su parte Gaby estaba sentada en el sillón en donde la había dejado, sonreía altanera, al fin se había revelado su secreto y estaba orgullosa de ello.
Mi mujer la miró y le dijo
- ¿Acaso crees que pienso que lo que pasó en mi cumpleaños fue un encuentro casual? ¿Un accidente?. Se que desde hace tiempo te acuestas con mi esposo, y lo que me hicieron no tiene nombre, me sedujeron y me hicieron consumar actos que nunca imaginé...
Esteban estaba con la boca literalmente abierta, no se imaginaba que la velada se tornaría en la revelación de un encuentro sexual entre mi esposa y su hermana.
Noté que en ningún momento Perla dijo que no le había gustado lo ocurrido, reclamaba el hecho moralmente hablando, pero en el fondo no negaba que le hubiese gustado. Actué en consecuencia.
- No negarás que fue delicioso, nunca habías terminado tantas veces como esa noche.
Gaby sonrió maliciosamente, se sabía en parte responsable del goce de su hermana.
- No se trata de eso Antonio, me lo hubieras propuesto, me hubieras dicho antes de Gabriela.
- ¿Entonces hubiera sido diferente?
El silencio invadió la sala de mi casa, nadie se atrevía a interrumpirlo por temor a las consecuencias.
- Si, me gustó mucho, pero...
Interrumpí...
- Entonces cual es el problema, acaso quieres equilibrar la balanza? Yo no tengo hermanos, pero si quieres le decimos a una de mis hermanas a ver si se animan
Perla sonrió, finalmente la estaba suavizando.
- ¿Quieres acostarte con otro? ¿Por eso lo invitaste?
- Si, me gustó tanto hacerlo con Gaby y contigo que quisiera repetirlo, pero me siento traicionada y no podría hacerlo hasta estar en igualdad de condiciones
Me encontraba gratamente sorprendido, entonces podríamos repetir nuestra aventura. Ahora lo único que necesitaba era superar los celos y el ego personal y dejar a mi esposa coger con otro hombre. Era una difícil pero excitante encrucijada, y de antemano sabía lo que ocurriría, solo tenia que dar el paso decisivo.
Bese a mi esposa en los labios, acaricié sus hombros desnudos y mis manos se escurrieron entre la tela del bra y su piel, apreté sus pechos un par de veces y los liberé de su prisión, quedaron ahí, frente a las narices de Esteban y de Gaby.
Levanté a Perla del sillón y dejé caer su vestido hasta el piso. No vestía mas que el liguero y las zapatillas, sus blancas nalgas se veían esplendidas y su sexo recién depilado lucía espectacular. Besé cada uno de sus pechos y miré a Esteban, el idiota estaba impávido, le estaba ofreciendo a mi mujer prácticamente desnuda y dispuesta a todo y sin embargo el ni siquiera se movía, acaso esperaba que lo invitara a actuar?
No fue necesario, Perla se le acercó así como estaba, de pie, luciendo su desnudez y poniendo sus pechos prácticamente en su boca. Esteban no pudo mas, atrajo hacia si a mi esposa agarrándola de las desnudas nalgas y comenzó a besar sus pechos, parecía desesperado, su lengua recorría toda su superficie pero ponía especial atención en sus pezones. Perla se dejaba hacer y parecía disfrutarlo mucho.
Comencé a recorrer con mi lengua sus hombros y espalda, una y otra vez la recorrí de arriba a abajo y de un lado a otro, su respiración se entrecortaba y pude notar cuando Esteban comenzó a acariciar su delicioso sexo por que Perla dio un pequeño respingo y empezó a decir:
- mmmm, no se detengan, sigan
Pareció ser la invitación que Gaby esperaba para entrar en acción, porque se puso en pie y se acercó a su hermana, jalándola violentamente de los cabellos para plantarle un beso de antología mientras acariciaba sus pechos, permitiendo a sus manos encontrarse con las de Esteban y las mías.
El cuerpo desnudo de mi mujer era acariciado por 6 manos y 3 lenguas, ella parecía estar fuera de si, ya no suspiraba, gritaba de placer, su cuerpo parecía derretirse por el calor generado, se contorsionaba en todas direcciones, ya cuando Esteban besaba su vientre o metía hasta 3 dedos en su vagina, ya cuando Gaby la besaba con fuerza o acariciaba su cabellera, ya cuando yo besaba sus hombros o introducía un dedo humedecido con saliva de su propia hermana en su apretado culito.
Esteban se puso en pie y bajó sus pantalones y ropa interior hasta quitárselos dejando ver una regular erección, tomó asiento una vez más y siguió con su excitante labor. Tomé de la cabeza a Perla y la empujé lentamente hacia el pene de su nuevo amante sin dejarla doblar las piernas. Lucía increíble, su cuerpo formaba un ángulo recto, sus piernas cubiertas por las medias estaban totalmente estiradas y su torso doblado hacían lucir su culo deliciosamente, sus sensuales zapatillas daban a la escena un toque único.
Perla comenzó a chupar ávidamente el pene de Esteban, el se reclinó totalmente en el sillón y acariciaba sus cabellos ayudándola en el sube y baja. Gaby había empezado a recorrerme con sus manos, bajó el cierre de mi pantalón y sacó mi verga totalmente erecta, sin más la dirigió al trasero de su hermana, metió dos dedos en su vagina y los sacó prácticamente empapados, embarró los flujos de Perla en mi pene y lo dirigió a su sexo. De una sola embestida penetré a mi mujer que inmediatamente comenzó a moverse a mi ritmo, sus nalgas iban y venían, era delicioso ver ese blanco trasero levantado más de lo normal por las zapatillas. Gaby acariciaba alternadamente las tetas de Perla y su sexo, me besaba en los labios, nuestras lenguas se entrelazaban cadenciosamente.
Perla chupaba hambrienta el pene de Esteban que se había liberado de su camisa y gesticulaba disfrutando plenamente tan deliciosa felación. Las manos de Perla recorrían su pecho y de vez en vez acariciaban su propio sexo y mis testículos. Jadeaba con intensidad, abria un poco sus piernas para permitirme llegar mas profundo, y al hacerlo podía sentir que tocaba su fondo infinito.
Esteban intentó acariciar a Gabriela pero esta se alejó de él y me abrazó por la espalda, acariciaba mi cuello, mi pecho, mi estomago y de vez en vez daba pequeñas nalgadas al trasero de su hermana, que con el esfuerzo y los golpes habían tomado una coloración rosada. Desabrochó mi camisa y la tiró al suelo, terminó de quitar mis pantalones y boxers y al hacerlo recorrió con su lengua mis nalgas y piernas. Ella era la única que estaba totalmente vestida, y yo no veía el momento de desnudarla completamente y presumir a nuestro compañero conjuntamente a los dos monumentos que calentaban mi cama.
Perla tenso los músculos de sus piernas y quedó totalmente inmóvil, sabia que estaba a punto de terminar y aceleré el ritmo de mis embestidas, su sexo era taladrado a gran velocidad y comenzó a gritar como una loca...
- mas mas mi amor, mas mas
Esteban se quedó sorprendido, Perla había dejado de complacerlo para preparar el que probablemente sería el mejor orgasmo de su vida. Se agitó una, dos, tres veces y comenzó a gritar
- ayy ayyy ayyyy
Cuando su cuerpo se relajó supe que había terminado, me detuve, no quería terminar aun, me faltaba mucho por delante.
Se incorporó, volteó hacia Gabriela y le dijo:
- Dame un condón, hay un paquete en la cajonera de la recepción.
Gabriela mi miró interrogante, si quería que aprobara la petición no lo iba a hacer:
- Que me des un condón carajo!!!
Gaby fue al mueble en cuestión y volvió inmediatamente.
Mi mujer estaba irreconocible, autoritaria, tenía el control de la situación y a todos nosotros sorprendidos. Tomó el preservativo y lo colocó cuidadosamente en el pene erecto de Esteban, se puso entonces de espaldas a él y sin previo aviso, como si de una operación quirúrgica se tratara, fue bajando su humanidad e insertándolo en su caliente sexo, usaba una mano para dirigirlo y con la otra se apoyaba en una de sus rodillas, cuando hubo terminado comenzó a moverse de arriba a abajo con violencia, se podía escuchar el sonido provocado por el choque de sus carnes con las piernas de este suertudo que se estaba cogiendo a mi esposa en mis narices.
Mi esposa no cesaba de moverse, subía y bajaba y se veía que realmente estaba disfrutando del suceso. Gaby y yo estábamos un tanto desconcertados, pero increíblemente excitados, jamás pensé que ver a mi esposa cogiendo con otro me podría excitar en lo más mínimo, pero ahora que estaba ocurriendo experimentaba una sensación indescriptible, escuchar sus ronroneos, sus gritos, era simplemente espectacular. Mientras tanto Gaby se agachó y comenzó a chupar mi miembro erecto, empezó pasando su lengua por la punta, intentó introducirla en la uretra lo que me causó un grito de placer, después de tres o cuatro intentos, siguió recorriendo mi glande por toda la orilla, se había vuelto una experta en el sexo oral, recorría lentamente de un lado a otro y con sus labios rozaba suavemente mi piel, con sus manos acariciaba alternadamente mis testículos y mis nalgas. De pronto, introdujo completamente mi verga en su boca hasta provocarse arcadas por el contacto con la parte posterior de su paladar y comenzó con un frenético mete y saca que me volvió literalmente loco.
Gaby estaba totalmente vestida, no se había despeinado un cabello y solo podía sospecharse lo que había estado ocurriendo por lo sonrojado de su rostro y el maquillaje y cabello fuera de su lugar, la hice ponerse en pie y deslicé los tirantes de su vestido por sus brazos, dejando al descubierto sus enormes tetas cubiertas por un delicado brassiere negro con increíbles transparencias en sus pezones, seguí deslizando hacia abajo y su delicada ropa interior fue revelada, se veía como nunca, era una diminuta tanga color negro con transparencia justo en su depilado sexo, parecía que las hermanas se habían puesto de acuerdo, porque sus vellos lucían muy parecidos. Deslicé su vestido a todo lo largo de sus piernas y ella me ayudó levantando alternadamente cada uno de sus pies.
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Después de algunos minutos de ver a mi mujer moviéndose como una posesa en el miembro de Esteban, tuvo un tremendo choque de conciencia: el exnovio de mi esposa se la estaba cogiendo en mi propia casa y yo era un espectador del numerito. Una oleada de celos y furia se dejó sentir por todo mi cuerpo, no sabía a ciencia cierta que haría pero debía tomar cartas en el asunto inmediatamente.
Violentamente tomé a Perla por los cabellos separándola con facilidad de su amante. Esteban me miró un tanto desconcertado y quizo reclamar por la interrupción; antes de que articulara una palabra di un fuerte puñetazo en su rostro, quería vengar el agravio y en ese momento lo único que funcionaría sería que corriera sangre. Perla intentó reaccioner pero bastó una mirada para mantenerla quieta en el sofá en donde había caído después del empellón.
Esteban se levantó furioso y se puso en guardia. Era una escena ridícula: dos hombres desnudos dispuestos a liarse a golpes por una mujer. Intentó contactar con su puño izquierdo en mi rostro pero logré esquivar el golpee y recibirlo con un impacto en el hígado que lo dejó un momento sin respiración. En su segundo ataque logró impactar mi mejilla izquierda, pero una vez más el salió perdiendo, ya que con el puño totalmente cerrado y a gran velocidad golpee su nariz, que inmediatamente empezó a sangrar copiosamente.
Llevó ambas manos a su rostro intentando contener la hemorragia, pero para mí no era suficiente: con una rápida combinación abajo y arriba golpee su estómago y su cara. El intentó cubrirse en vano porque mis golpes eran certeros. Me regodeaba en la ira y en mi capacidad para impartir semejante castigo ante su atrevimiento de haberse cogido a mi esposa.
Perla me miraba desafiante mientras que Gaby no podía ocultar su satisfacción y excitación.
Esteban se incorporó como pudo, tomó su ropa y se vistió con rapidez. Salió sin despedirse y ni Perla ni Gabriela se movieron un ápice.
Miré a mi esposa con una sonrisa de triunfo dibujada en mi rostro y le dije:
- Ahí está tu macho, se ha ido con la cola entre las patas...
Perla no dijo nada, solo me miró con un dejo de tristeza en los ojos.
Me dirigí entonces a Gaby, la atraje hacia mí con fuerza y la besé profundamente en los labios. Mientras lo hacía acariciaba su cuerpo despojándolo rápidamente de su ropa. Comencé con su falta, desabrochando el botón superior y bajando el cierre con sumo cuidado, para después deslizarla hasta sus pies, al hacerlo rosé sus deliciosas nalgas y pude sentir el fino encaje de su ropa interior, para posteriormente colocar cada una de mis manos en su culo, atraerla hacia mi y restregarle mi creciente erección. Solté sus nalgas y subí mis manos hasta su espalda y nuca.
Seguí besándola en una deliciosa batalla en la que nuestras lenguas eran protagonistas y víctimas: en todo este tiempo Gaby había adquirido gran destreza para proporcionarme placer con su boca en cada terminal nerviosa de mi cuerpo, y justo en ese momento me volvi conciente de semejante cualidad.
La alejé un poco de mí, tomé su blusa por cada lado y la abrí violentamente, los botones cedieron al movimiento y salieron disparados en todas direcciones. Retiré la blusa de su lugar y levanté inmediatam su brassiere, sus tetas brincaron y yo me agaché para comenzar a lamerlas y besarlas, pasé mi lengua por toda su extensión y besé con dedicación sus erectos pezones.
Gabriela suspiraba cada vez con más fuerza, pero no me correspondía, solo se dejaba hacer. Perla por su parte nos miraba con fiereza, había en su mirada un gran enojo combinado con una especial sensualidad, después de todo se había quedado a medias y estaba seguro de que su coño quería más.
La miré directo a los ojos y ella desvió la mirada y le dije:
- Ahora te toca a tí contemplar el numerito, cuando quieras puedes acompañarnos.
- Estás loco, yo no voy a jugar tus juegos
Sin embargo, seguía ahi.
Seguí besando las tetas de Gaby mientras dos de mis dedos habían movido a un lado la tela de su ropa interior a la altura de su sexo, para posteriormente refugiarse en su interior. Los movía frenéticamente en todas direcciones para que Gabriela alcanzara una mayor excitación si esto fuera posible.
Gaby acariciaba mis cabellos y de vez en cuando tiraba de ellos intensamente, mientras me decía casi suplicante:
- Métemelo ya, hazme el amor mi amor.
La llevé hasta el sofá en donde yacía desnuda su hermana y la hice sentarse, no sin antes deslizar su ropa interior por sus piernas y hasta sus tobillos para retirarlas del todo. Se sentó a la derecha de Perla que se quedó completamente inmóvil. Abrí sus piernas hasta lograr que su pierna izquierda rozara disimuladamente a mi mujer, y entonces me sumergí en el centro vital de mi cuñada, recorriendo muy despacio con mi lengua de arriba a abajo su vagina totalmente abierta, humedeciéndola con mi saliva y combinándola con sus jugos sexuales en una deliciosa mezcla que bien podría ser un elixir afrodisíaco de alto octanaje.
Mis manos se entretenían en sus tetas, amasaba y sentía cada accidente en su piel. Ella por su parte guiaba mi accionar atrayendo mi cabeza en la dirección precisa para proporcionarle más placer.
Su pierna seguía rozando a mi mujer que seguía impávida ante el espectáculo, sin embargo pude concluir que Perla estaba muy excitada: sus pezones desafiaban la gravedad y apuntaban directo al cielo. Discretamente deslicé una mano por su rodilla y comencé a acariciarla, no protestó; después de unos segundos decidí aventurarme y comencé a acariciar su muslo con sumo cuidado, siguió en lo mismo; el momento era ideal, y debía jugarme el todo por el todo, por lo que lelvé mi mano a su sexo, acariciando suavemente al principio para después insertar uno y luego dos dedos. Inmediatamente reaccionó con un fuerte movimiento de caderas hacia adelante y hacia atrás, y un casi imperceptible gemido.
Ahí las tenía otra vez, a la una le introducía mi mengua fálica mientras que a la otra le introducía mis dedos, ambas a mis pies y mis deseos, dispuestas a cumplir mis más pervertidas fantasías y anhelos.
Seguí con mi deliciosa labor por un par de minutos más, no estaba dispuesto a hacer nada extra con Perla hasta que ella misma lo pidiera. No tuve que esperar mucho, sin previo aviso, Perla tomó una de las manos de su hermana y la llevó a sus tetas, Gabriela como era de esperarse no protestó y acarició los pechos de mi mujer con ahínco, Gaby parecía más exitada que nunca, seguramente la idea de no volver a coger los tres habia rondado su cabeza, pero ahora todo había cambiado, estábamos juntos una vez más y los disfrutábamos muchísimo.
De pronto, Gabriela alejó mi cabeza de su concha, me atrajo hacia sus labios y me dio un profundo beso, para después levantarse y ponerse a horcajadas encima de Perla; el espectáculo era inigualable, el culo de Gaby lucía imponente, sus sexos se rozaban uno cono otro, sus tetas se tocaban casi imperceptiblemente y sus labios.... Se dieron un larguísimo beso en los labios, era un beso lleno de pasión pero ciertamente también de amor, después de todo eran dos hermanas que se querían mucho desde niñas y ahora habían descubierto una nueva forma de demostrarse sus emociones, sus manos recorrían el cuerpo de la otra como explorando nuevos rincones jamás visitados, las piernas, las nalgas, los pechos, el cuello, el rostro, era un espectáculo digno de la mejor escena pornográfica jamás filmada: el amor y el placer carnal en su máxima expresión.
Por primera vez Perla era conciente de estar cogiendo con su hermana y se notaba que lo disfrutaba muchísimo; su rostro reflejaba además de placer un dejo de felicidad inesperada.
Aproveché el momento para contemplar el espectáculo, pero no iba a quedarme fuera de él por mucho tiempo, así es que me puse en cuclillas para después acercarme el ano de Gabriela y comenzar a acariciarlo primero con mis manos y posteriormente con mi lengua; ella reaccionó de inmediato y comenzó a moverse al ritmo de mis caricias bucales. En cada movimiento dejaba al descubierto el sexo de mi mujer, cosa que yo aprovechaba para dar lenguetasos furtivos en tan sabroso manjar; Perla reaccionaba con pequeños gritos de placer ahogados por los besos de Gaby.
Me puse en pie y acerqué mi pene a sus rostros, ambas se abalanzaron sobre él como dos leonas lo harían con un buen pedazo de carne, lo besaron simultáneamente sin dejar de besarse. Las sensaciones físicas combinadas con el factor psicológico me tenían en un grado de excitación nunca antes experimentado, sentía que estaba a punto de correrme pero podía controlarlo sin ningún problema. Volví a alejarme de ellas y se quedaron en lo suyo; con mi pene totalmente lubricado con su saliva me arrodillé detrás de Gabriela, y de una sola embestida penetré en su ano que estaba perfectamente abierto después del masaje previo. Un grito se ahogó con los besos de su hermana, escuché que intentaba decir:
- Que grande está, está más grande que nunca.
Probablemente era cierto, probablemente la excitación había hecho crecer a mi pene a límites insospechados.
- Tienes que sentirlo Perla, está riquísimo...
Materialmente Perla levantó a su hermana de su regazo forzándome a salir de su culo, y la obligó a sentarse para después corresponderle el abrazo previo poniéndose sobre ella con las piernas abiertas. Siguieron besándose y yo entendí el mensaje a la perfección pero hice caso omiso. Perla un poco desesperada me dijo:
- Métemelo Toño, por favor métemelo ya
Yo hice como que no escuchaba y comencé a besarlas por todo el cuerpo. Perla insistió...
- Anda mi amor, métemelo, quiero sentirte ya...
Seguí con lo mío, quería hacerla sufrir por lo que sucedido con Esteban. Tomó sus nalgas con sus manos y las abrió lo más que pudo, mostrándome su delicioso ano dispuesto a dar batalla...
- Dámelo ya, métemelo por favor...
Con una sonrisa triunfal le dije:
- ¿No quieres que venga tu macho a satisfacerte?
- Claro que no, tu eres el único hombre en mi vida, perdóname por favor, no volverá a suceder...
Eureka y recontraeureka, todo había caído en su lugar después del trago amargo, textualmente mi mujer me había dicho que era el único hombre en su vida, sin embargo estaba montada en su hermana, lo que significaba que Gaby podía estar incluida en nuestra vida sexual, y quizás, solo quizás no solo Gaby, sino alguna que otra amiguita que pudiésemos enganchar....
Con la certeza de que nuestras aventuras apenas comenzaban y con el mejor afrodisiaco del mundo: el poder, me abalancé sobre su culo abierto y la penetré lentamente. Cada centímetro de mi verga en su ano la hacían gemir de placer, al parecer si estaba más grande que de costumbre porque Perla repetía casi suplicando:
- Despacito mi amor, me duele, me duele....
Al escuchar esto lo que tenía que hacer fue inmediato, la penetré de un solo golpe, ella gritó tan fuerte que Gaby le tapó la boca para evitar que algún vecino nos escuchara. Comencé un frenético mete y saca que llevó a Perla a un estado de excitación nunca antes experimentado, sollozaba por el dolor pero gemía de placer, se movía a mi ritmo mientras que su hermana la acariciaba toda, poniendo especial atención en sus tetas.
De vez en vez y cuando la física se lo permitía, Gaby acariciaba mis nalgas y las jalaba aún más hacia ella. Yo sabía que pronto tendría que atenderla otra vez, porque su incontenible volcán sexual no podía estar más de unos minutos sin energía.
Perla seguía moviéndose con fuerza, y justo cuando sentí que su orgasmo estaba próximo me salí de ella, por más que intentó retenerme en su interior le fue imposible por la posición. Hice que se levantara y de inmediato penetré a su hermana en el coño, dejando a Perla fuera de la acción. Mientras penetraba a Gaby cada vez con más velocidad, miraba a Perla directamente a los ojos, parecía no entender porque la había hecho un lado así es que tuve que decírselo directamente:
- Quiero que te masturbes para nosotros...
Su mirada fue de sorpresa, pero obedeció inmediatamente, comenzó por acariciar sus tetas con una mano mientras que con la otra acariciaba tímidamente su sexo, le dije entonces:
- Hazlo bien mi amor, quiero te masturbes para nosotros....
Muy decidida se acarició con más fuerza, tocando sus pechos, pellizcando sus pezones, y de pronto introduciendo un par de dedos en su vagina, se recostó en el sillón dejando su coño al aire, lo que nos permitía contemplarla totalmente abierta.
Levanté a Gaby y la arrodillé frente al coño de su hermana, la penetré desde atrás y con la fuerza su boca quedó a tan solo unos centímetros, su reacción fue instintiva y comenzó a dar lenguetasos en la vagina de Perla, que una vez más gemía de placer por su propia masturbación y por la sesión de sexo oral que Gaby le estaba obsequiando.
Después de algunos minutos, pude sentir en las fibras de Gabriela que estaba a punto de terminar, por lo que aceleré el ritmo, y les dije:
- Son unas deliciosas putas...
El efecto fue inmediato, Perla comenzó a gemir más fuerte y Gaby movía sus caderas a gran velocidad, ambas llegarían al clímax casi simultáneamente. Perla me miraba a los ojos y podía adivinar en su mirada el deseo.
Una después de la otra llegaron al orgasmo y se quedaron quietas por un par de minutos, tiempo que aproveché para sentarme en el sillón y ponerme cómodo para lo que se avecinaba...
FIN!!!!!!
bueno solo agradecer a los lectores por haberla leido (aquellos que la hayan terminado claro xD)
espero sus buenos comentarios y criticas!! si quieren mas relatos de este tipo pues siganme en P! que poco a poco ire guindando mas, algunos de mi propia autoria xD
muchos saludos desde Venezuela!
saludos y buenos polvos xD
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Pasamos a la sala, Esteban se sentó en un sillón junto con Gabriela, mientras que mi esposa ocupó un chase lounge frente a ellos. Por mi parte me dirigí a servir bebidas, tome una botella de vino y sendas copas de cristal cortado, regalo por cierto de Gabriela el día de nuestra boda. Coloqué las copas y el vino en una mesa al centro de la sala, Esteban se levantó para tomar la botella de la mesa y al verla dijo sorprendido:
- ¡No puedo creerlo, un Arietta 2002, y por si fuera poco Blanc!, ¡En verdad no puedo creerlo!
Mi esposa me dedicó una mirada triunfal:
- Claro, ¿te acuerdas?
La mirada de Esteban brillaba de gusto, por su puesto que se acordaba, y yo ahora caía en cuenta del porqué no sabía como mi esposa había conocido ese vino: Años atrás había hecho un viaje universitario a San Francisco y por supuesto que Esteban era su novio en la universidad, la conclusión era muy sencilla y dolorosa: habían conocido el vino juntos y justo hoy mi esposa había conseguido esas botellas para él, y no para mí como lo pensaba. Me sentí como un idiota, horas antes estaba muy contento por el detalle, pero ahora ardía en celos.
Gaby lo notó inmediatamente, y con una franca sonrisa comentó:
- La verdad a mi no me importa la marca, mientras tenga el efecto adecuado…
Al pronunciar estas palabras me miró fijamente y sonrió mostrando su hermosa dentadura. Serví las copas y entregué una a cada quién, tuve que sentarme en un sofá porque mi esposa estaba recostada en su lugar y no me dejó espacio.
- Por los viejos tiempos.
Mi esposa levantó su copa y dedicó una mirada cómplice a Esteban, que no atinó a decir nada seguramente porque sintió el peso de mi mirada. Gaby se levantó de su lugar y se sentó en el brazo de mi sofá, me gustaba mucho que me “defendiera” de los ataques de su hermana.
Durante cerca de una hora platicamos de todo un poco, durante todo ese tiempo mi mujer coqueteaba descaradamente con Esteban, ella estaba recostada de lado, sus piernas juntas, su pequeño vestido se deslizaba constantemente dejando ver más de lo que un esposo en condiciones normales permitiría, sus piernas se movían constantemente, su liguero asomaba lujuriosamente por debajo de la tela; su generoso escote dejaba ver la parte superior de sus pechos cuando se agachaba a tomar su copa que dejaba en una pequeña mesa a un costado. Esteban no perdía detalle, lucía acalorado, turbado por la situación, estoy seguro de que si Gaby y yo no estuviéramos ahí ya se hubiera abalanzado sobre Perla.
En un par de horas tomamos dos botellas de vino y cenamos. Durante toda la cena mi esposa no cesaba de elogiar a Esteban y recordar los momentos compartidos en su juventud, que estaba fuera de sí ante la conducta tan sugerente de mi mujer, por nuestra parte Gaby y yo permanecimos como espectadores de todo lo que decían. Me sentía fuera de lugar, lleno de celos, pero al mismo tiempo muy excitado, no sabía a donde nos llevaría todo esto, pero al menos algo estaba ocurriendo, a diferencia de las últimas dos semanas.
Nos levantamos del comedor y Perla me pidió preparar un café de la alta montaña de Veracruz que a todo el mundo encanta, Gaby fue conmigo en la cocina para ayudarme mientras que mi mujer y el sorprendido Esteban fueron a la sala.
- ¿Pero que le pasa a Perla?
No atiné a articular palabra, no me gustaba sentirme tan vulnerable, sin argumentos, y tampoco quería mostrarme demasiado celoso frente a Gabriela. Mientras servía el café, Gaby se situó a mi espalda y comenzó a acariciarla, y sin más pasó sus manos al frente y comenzó a tocar mi pene por encima de la ropa.
- No te preocupes mi amor, pronto nos desquitaremos…
Me hizo sentir muy bien, necesitaba un poco de ayuda y esas caricias y sus palabras fueron un gran aliciente. Regresamos a la sala, y cuál fue mi sorpresa al encontrar a mi esposa sentada junto a Esteban, pero literalmente junto a él, acariciaba descaradamente su pierna y reía a carcajadas. Cuando entramos él se sobresaltó, pero ella permaneció impávida, mirándome con un espíritu retador.
Tomé de la mano a Gaby y nos sentamos en el sillón frente a ellos. La plática subía paulatinamente de color, Perla hablaba de penes y vaginas como si de manzanas y peras se tratara. En cierto punto comentó:
- Mi marido es super liberal en lo que al sexo se refiere, estoy segura de que esta dispuesto a todo...
Esteban me miró, no se que esperaba que le dijera, ¿Acaso quería una propuesta indecorosa? Seguro ya estaba pensando en cogerse a mi mujer desde hace un rato, pero no sabía articularlo. Perla se encargo de ello:
- Es más, podrías darme un beso y a él te aseguro no le disgustaría…
Esteban me miró con los ojos desorbitados, no decía nada, pero con la mirada me estaba preguntando si podía hacerlo. El jueguito de Perla me estaba molestando de veras, pero también me estaba excitando. La idea de hacer el amor con mi esposa y mi cuñada tenía un morbo muy especial por tratarse de dos mujeres, además de todo hermanas, y por si fuera poco increíblemente hermosas. Sin embargo, el que otro fulano, y en especial un exnovio de mi mujer la besara y en mis propias narices era algo muy diferente.
El ego me derrotó, no iba a mostrarme débil frente a mi mujer y en cierta forma era justo, al final del camino yo andaba tirándome con regularidad a mi cuñada y había logrado hacerlo con las dos al mismo tiempo, si Perla quería experimentar iba a contar conmigo, y si quería vengarse, no sabía con quien se metía, ya que yo estaba dispuesto a llevar esto hasta sus últimas consecuencias.
Miré calmadamente a Esteban, y asentí con la cabeza.
- ¿De verdad?, ¿Quieres que la bese?
Comenzaba a retomar el control de la situación, Perla me miró entre sorprendida y excitada, estoy seguro de que no esperaba esa conducta, con un tono retador dije:
- anda mi amor, por mi no te detengas
Perla no supo que hacer, no se decidía a moverse y entonces un impulso inexplicable surgió de lo mas profundo de mi ser.
- Mira, yo te enseño...
Voltee a mirar a Gabriela, deslice delicadamente mi mano por su nuca y la atraje hacia mi, acerqué mi boca a sus labios y le di un profundo beso, mi lengua recorrió lentamente el interior de su cavidad bucal, era una verdadera delicia volver a probar su caliente saliva. Gaby acariciaba mi nuca y cuello, y recibía mi beso con cierta emoción.
Me separé de Gaby y dirigí mi atención a mi mujer y su sorprendido amigo, ella por su parte estaba sobresaltada y me miraba furiosa, Esteban no podía ocultar la lujuria en su mirada
- Vamos Esteban, hazle los honores a mi mujer
Esteban la miró y torpemente la besó, primero en la comisura de los labios y muy pronto sus bocas se encontraron en un apasionado beso. No movían sus manos, simplemente movían sus labios y respiraban agitadamente.
Por mi parte seguí con lo mío, volví a besar a Gaby, pero esta vez acaricié su cuello y fui mas allá, deslicé mi mano hacia sus pechos y los acaricie sin pudor alguno, primero lentamente y después con lujo de violencia, los apretaba con fuerza, estiraba sus pezones como tanto le gustaba, todo por encima de la ropa. Los suspiros de Gaby interrumpieron a nuestros compañeros que suspendieron su tarea para contemplar el magnifico magreo que le daba a mi cuñada.
De reojo pude ver sus reacciones, Esteban no cabía en si de emoción, y mi mujer nos miraba con una combinación de sorpresa, enojo y excitación. Estaba sentada en la orilla del sillón, sus pezones tremendamente erectos se notaban a través del vestido, tenía la boca semiabierta y la posición de sus piernas me permitían ver casi hasta su sexo desnudo.
Por mi parte estaba muy excitado, el ver a mi mujer besando a Esteban había provocado en mi una extraña mezcla de celos y deseo, no sabía hasta donde llegaría ese juego pero definitivamente lo estaba disfrutando.
Me levanté, caminé por detrás del sillón en que se encontraban Perla y Esteban y me detuve justo detrás de ella, la atraje hacia mi con fuerza logrando que se recargara en el respaldo del sillón
- Que te parece Esteban, esta muy guapa mi mujer no?
- Si, está mejor que nunca
- mmm y te falta ver sus tetas, después de tantas horas de gimnasio están de concurso...
Acto seguido tomé el vestido de Perla desde los hombros y lo deslicé hacia abajo dejando los hermosos pechos de mi mujer al descubierto, únicamente ocultos por la delgada tela del brassiere.
Intempestivamente detuvo mis manos con furia contenida
- No soy una puta, no me voy a acostar con cualquiera solo porque te acuestas con mi hermana
- Pero no soy yo quien lo quiere. ¿Tu invitaste a Esteban o no?
La tortilla había dado la vuelta, los desorbitados ojos de Esteban me hacían saber su sorpresa, miraba a Gaby y de vuelta a mi mujer pero no pronunciaba palabra alguna. Por su parte Gaby estaba sentada en el sillón en donde la había dejado, sonreía altanera, al fin se había revelado su secreto y estaba orgullosa de ello.
Mi mujer la miró y le dijo
- ¿Acaso crees que pienso que lo que pasó en mi cumpleaños fue un encuentro casual? ¿Un accidente?. Se que desde hace tiempo te acuestas con mi esposo, y lo que me hicieron no tiene nombre, me sedujeron y me hicieron consumar actos que nunca imaginé...
Esteban estaba con la boca literalmente abierta, no se imaginaba que la velada se tornaría en la revelación de un encuentro sexual entre mi esposa y su hermana.
Noté que en ningún momento Perla dijo que no le había gustado lo ocurrido, reclamaba el hecho moralmente hablando, pero en el fondo no negaba que le hubiese gustado. Actué en consecuencia.
- No negarás que fue delicioso, nunca habías terminado tantas veces como esa noche.
Gaby sonrió maliciosamente, se sabía en parte responsable del goce de su hermana.
- No se trata de eso Antonio, me lo hubieras propuesto, me hubieras dicho antes de Gabriela.
- ¿Entonces hubiera sido diferente?
El silencio invadió la sala de mi casa, nadie se atrevía a interrumpirlo por temor a las consecuencias.
- Si, me gustó mucho, pero...
Interrumpí...
- Entonces cual es el problema, acaso quieres equilibrar la balanza? Yo no tengo hermanos, pero si quieres le decimos a una de mis hermanas a ver si se animan
Perla sonrió, finalmente la estaba suavizando.
- ¿Quieres acostarte con otro? ¿Por eso lo invitaste?
- Si, me gustó tanto hacerlo con Gaby y contigo que quisiera repetirlo, pero me siento traicionada y no podría hacerlo hasta estar en igualdad de condiciones
Me encontraba gratamente sorprendido, entonces podríamos repetir nuestra aventura. Ahora lo único que necesitaba era superar los celos y el ego personal y dejar a mi esposa coger con otro hombre. Era una difícil pero excitante encrucijada, y de antemano sabía lo que ocurriría, solo tenia que dar el paso decisivo.
Bese a mi esposa en los labios, acaricié sus hombros desnudos y mis manos se escurrieron entre la tela del bra y su piel, apreté sus pechos un par de veces y los liberé de su prisión, quedaron ahí, frente a las narices de Esteban y de Gaby.
Levanté a Perla del sillón y dejé caer su vestido hasta el piso. No vestía mas que el liguero y las zapatillas, sus blancas nalgas se veían esplendidas y su sexo recién depilado lucía espectacular. Besé cada uno de sus pechos y miré a Esteban, el idiota estaba impávido, le estaba ofreciendo a mi mujer prácticamente desnuda y dispuesta a todo y sin embargo el ni siquiera se movía, acaso esperaba que lo invitara a actuar?
No fue necesario, Perla se le acercó así como estaba, de pie, luciendo su desnudez y poniendo sus pechos prácticamente en su boca. Esteban no pudo mas, atrajo hacia si a mi esposa agarrándola de las desnudas nalgas y comenzó a besar sus pechos, parecía desesperado, su lengua recorría toda su superficie pero ponía especial atención en sus pezones. Perla se dejaba hacer y parecía disfrutarlo mucho.
Comencé a recorrer con mi lengua sus hombros y espalda, una y otra vez la recorrí de arriba a abajo y de un lado a otro, su respiración se entrecortaba y pude notar cuando Esteban comenzó a acariciar su delicioso sexo por que Perla dio un pequeño respingo y empezó a decir:
- mmmm, no se detengan, sigan
Pareció ser la invitación que Gaby esperaba para entrar en acción, porque se puso en pie y se acercó a su hermana, jalándola violentamente de los cabellos para plantarle un beso de antología mientras acariciaba sus pechos, permitiendo a sus manos encontrarse con las de Esteban y las mías.
El cuerpo desnudo de mi mujer era acariciado por 6 manos y 3 lenguas, ella parecía estar fuera de si, ya no suspiraba, gritaba de placer, su cuerpo parecía derretirse por el calor generado, se contorsionaba en todas direcciones, ya cuando Esteban besaba su vientre o metía hasta 3 dedos en su vagina, ya cuando Gaby la besaba con fuerza o acariciaba su cabellera, ya cuando yo besaba sus hombros o introducía un dedo humedecido con saliva de su propia hermana en su apretado culito.
Esteban se puso en pie y bajó sus pantalones y ropa interior hasta quitárselos dejando ver una regular erección, tomó asiento una vez más y siguió con su excitante labor. Tomé de la cabeza a Perla y la empujé lentamente hacia el pene de su nuevo amante sin dejarla doblar las piernas. Lucía increíble, su cuerpo formaba un ángulo recto, sus piernas cubiertas por las medias estaban totalmente estiradas y su torso doblado hacían lucir su culo deliciosamente, sus sensuales zapatillas daban a la escena un toque único.
Perla comenzó a chupar ávidamente el pene de Esteban, el se reclinó totalmente en el sillón y acariciaba sus cabellos ayudándola en el sube y baja. Gaby había empezado a recorrerme con sus manos, bajó el cierre de mi pantalón y sacó mi verga totalmente erecta, sin más la dirigió al trasero de su hermana, metió dos dedos en su vagina y los sacó prácticamente empapados, embarró los flujos de Perla en mi pene y lo dirigió a su sexo. De una sola embestida penetré a mi mujer que inmediatamente comenzó a moverse a mi ritmo, sus nalgas iban y venían, era delicioso ver ese blanco trasero levantado más de lo normal por las zapatillas. Gaby acariciaba alternadamente las tetas de Perla y su sexo, me besaba en los labios, nuestras lenguas se entrelazaban cadenciosamente.
Perla chupaba hambrienta el pene de Esteban que se había liberado de su camisa y gesticulaba disfrutando plenamente tan deliciosa felación. Las manos de Perla recorrían su pecho y de vez en vez acariciaban su propio sexo y mis testículos. Jadeaba con intensidad, abria un poco sus piernas para permitirme llegar mas profundo, y al hacerlo podía sentir que tocaba su fondo infinito.
Esteban intentó acariciar a Gabriela pero esta se alejó de él y me abrazó por la espalda, acariciaba mi cuello, mi pecho, mi estomago y de vez en vez daba pequeñas nalgadas al trasero de su hermana, que con el esfuerzo y los golpes habían tomado una coloración rosada. Desabrochó mi camisa y la tiró al suelo, terminó de quitar mis pantalones y boxers y al hacerlo recorrió con su lengua mis nalgas y piernas. Ella era la única que estaba totalmente vestida, y yo no veía el momento de desnudarla completamente y presumir a nuestro compañero conjuntamente a los dos monumentos que calentaban mi cama.
Perla tenso los músculos de sus piernas y quedó totalmente inmóvil, sabia que estaba a punto de terminar y aceleré el ritmo de mis embestidas, su sexo era taladrado a gran velocidad y comenzó a gritar como una loca...
- mas mas mi amor, mas mas
Esteban se quedó sorprendido, Perla había dejado de complacerlo para preparar el que probablemente sería el mejor orgasmo de su vida. Se agitó una, dos, tres veces y comenzó a gritar
- ayy ayyy ayyyy
Cuando su cuerpo se relajó supe que había terminado, me detuve, no quería terminar aun, me faltaba mucho por delante.
Se incorporó, volteó hacia Gabriela y le dijo:
- Dame un condón, hay un paquete en la cajonera de la recepción.
Gabriela mi miró interrogante, si quería que aprobara la petición no lo iba a hacer:
- Que me des un condón carajo!!!
Gaby fue al mueble en cuestión y volvió inmediatamente.
Mi mujer estaba irreconocible, autoritaria, tenía el control de la situación y a todos nosotros sorprendidos. Tomó el preservativo y lo colocó cuidadosamente en el pene erecto de Esteban, se puso entonces de espaldas a él y sin previo aviso, como si de una operación quirúrgica se tratara, fue bajando su humanidad e insertándolo en su caliente sexo, usaba una mano para dirigirlo y con la otra se apoyaba en una de sus rodillas, cuando hubo terminado comenzó a moverse de arriba a abajo con violencia, se podía escuchar el sonido provocado por el choque de sus carnes con las piernas de este suertudo que se estaba cogiendo a mi esposa en mis narices.
Mi esposa no cesaba de moverse, subía y bajaba y se veía que realmente estaba disfrutando del suceso. Gaby y yo estábamos un tanto desconcertados, pero increíblemente excitados, jamás pensé que ver a mi esposa cogiendo con otro me podría excitar en lo más mínimo, pero ahora que estaba ocurriendo experimentaba una sensación indescriptible, escuchar sus ronroneos, sus gritos, era simplemente espectacular. Mientras tanto Gaby se agachó y comenzó a chupar mi miembro erecto, empezó pasando su lengua por la punta, intentó introducirla en la uretra lo que me causó un grito de placer, después de tres o cuatro intentos, siguió recorriendo mi glande por toda la orilla, se había vuelto una experta en el sexo oral, recorría lentamente de un lado a otro y con sus labios rozaba suavemente mi piel, con sus manos acariciaba alternadamente mis testículos y mis nalgas. De pronto, introdujo completamente mi verga en su boca hasta provocarse arcadas por el contacto con la parte posterior de su paladar y comenzó con un frenético mete y saca que me volvió literalmente loco.
Gaby estaba totalmente vestida, no se había despeinado un cabello y solo podía sospecharse lo que había estado ocurriendo por lo sonrojado de su rostro y el maquillaje y cabello fuera de su lugar, la hice ponerse en pie y deslicé los tirantes de su vestido por sus brazos, dejando al descubierto sus enormes tetas cubiertas por un delicado brassiere negro con increíbles transparencias en sus pezones, seguí deslizando hacia abajo y su delicada ropa interior fue revelada, se veía como nunca, era una diminuta tanga color negro con transparencia justo en su depilado sexo, parecía que las hermanas se habían puesto de acuerdo, porque sus vellos lucían muy parecidos. Deslicé su vestido a todo lo largo de sus piernas y ella me ayudó levantando alternadamente cada uno de sus pies.
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Después de algunos minutos de ver a mi mujer moviéndose como una posesa en el miembro de Esteban, tuvo un tremendo choque de conciencia: el exnovio de mi esposa se la estaba cogiendo en mi propia casa y yo era un espectador del numerito. Una oleada de celos y furia se dejó sentir por todo mi cuerpo, no sabía a ciencia cierta que haría pero debía tomar cartas en el asunto inmediatamente.
Violentamente tomé a Perla por los cabellos separándola con facilidad de su amante. Esteban me miró un tanto desconcertado y quizo reclamar por la interrupción; antes de que articulara una palabra di un fuerte puñetazo en su rostro, quería vengar el agravio y en ese momento lo único que funcionaría sería que corriera sangre. Perla intentó reaccioner pero bastó una mirada para mantenerla quieta en el sofá en donde había caído después del empellón.
Esteban se levantó furioso y se puso en guardia. Era una escena ridícula: dos hombres desnudos dispuestos a liarse a golpes por una mujer. Intentó contactar con su puño izquierdo en mi rostro pero logré esquivar el golpee y recibirlo con un impacto en el hígado que lo dejó un momento sin respiración. En su segundo ataque logró impactar mi mejilla izquierda, pero una vez más el salió perdiendo, ya que con el puño totalmente cerrado y a gran velocidad golpee su nariz, que inmediatamente empezó a sangrar copiosamente.
Llevó ambas manos a su rostro intentando contener la hemorragia, pero para mí no era suficiente: con una rápida combinación abajo y arriba golpee su estómago y su cara. El intentó cubrirse en vano porque mis golpes eran certeros. Me regodeaba en la ira y en mi capacidad para impartir semejante castigo ante su atrevimiento de haberse cogido a mi esposa.
Perla me miraba desafiante mientras que Gaby no podía ocultar su satisfacción y excitación.
Esteban se incorporó como pudo, tomó su ropa y se vistió con rapidez. Salió sin despedirse y ni Perla ni Gabriela se movieron un ápice.
Miré a mi esposa con una sonrisa de triunfo dibujada en mi rostro y le dije:
- Ahí está tu macho, se ha ido con la cola entre las patas...
Perla no dijo nada, solo me miró con un dejo de tristeza en los ojos.
Me dirigí entonces a Gaby, la atraje hacia mí con fuerza y la besé profundamente en los labios. Mientras lo hacía acariciaba su cuerpo despojándolo rápidamente de su ropa. Comencé con su falta, desabrochando el botón superior y bajando el cierre con sumo cuidado, para después deslizarla hasta sus pies, al hacerlo rosé sus deliciosas nalgas y pude sentir el fino encaje de su ropa interior, para posteriormente colocar cada una de mis manos en su culo, atraerla hacia mi y restregarle mi creciente erección. Solté sus nalgas y subí mis manos hasta su espalda y nuca.
Seguí besándola en una deliciosa batalla en la que nuestras lenguas eran protagonistas y víctimas: en todo este tiempo Gaby había adquirido gran destreza para proporcionarme placer con su boca en cada terminal nerviosa de mi cuerpo, y justo en ese momento me volvi conciente de semejante cualidad.
La alejé un poco de mí, tomé su blusa por cada lado y la abrí violentamente, los botones cedieron al movimiento y salieron disparados en todas direcciones. Retiré la blusa de su lugar y levanté inmediatam su brassiere, sus tetas brincaron y yo me agaché para comenzar a lamerlas y besarlas, pasé mi lengua por toda su extensión y besé con dedicación sus erectos pezones.
Gabriela suspiraba cada vez con más fuerza, pero no me correspondía, solo se dejaba hacer. Perla por su parte nos miraba con fiereza, había en su mirada un gran enojo combinado con una especial sensualidad, después de todo se había quedado a medias y estaba seguro de que su coño quería más.
La miré directo a los ojos y ella desvió la mirada y le dije:
- Ahora te toca a tí contemplar el numerito, cuando quieras puedes acompañarnos.
- Estás loco, yo no voy a jugar tus juegos
Sin embargo, seguía ahi.
Seguí besando las tetas de Gaby mientras dos de mis dedos habían movido a un lado la tela de su ropa interior a la altura de su sexo, para posteriormente refugiarse en su interior. Los movía frenéticamente en todas direcciones para que Gabriela alcanzara una mayor excitación si esto fuera posible.
Gaby acariciaba mis cabellos y de vez en cuando tiraba de ellos intensamente, mientras me decía casi suplicante:
- Métemelo ya, hazme el amor mi amor.
La llevé hasta el sofá en donde yacía desnuda su hermana y la hice sentarse, no sin antes deslizar su ropa interior por sus piernas y hasta sus tobillos para retirarlas del todo. Se sentó a la derecha de Perla que se quedó completamente inmóvil. Abrí sus piernas hasta lograr que su pierna izquierda rozara disimuladamente a mi mujer, y entonces me sumergí en el centro vital de mi cuñada, recorriendo muy despacio con mi lengua de arriba a abajo su vagina totalmente abierta, humedeciéndola con mi saliva y combinándola con sus jugos sexuales en una deliciosa mezcla que bien podría ser un elixir afrodisíaco de alto octanaje.
Mis manos se entretenían en sus tetas, amasaba y sentía cada accidente en su piel. Ella por su parte guiaba mi accionar atrayendo mi cabeza en la dirección precisa para proporcionarle más placer.
Su pierna seguía rozando a mi mujer que seguía impávida ante el espectáculo, sin embargo pude concluir que Perla estaba muy excitada: sus pezones desafiaban la gravedad y apuntaban directo al cielo. Discretamente deslicé una mano por su rodilla y comencé a acariciarla, no protestó; después de unos segundos decidí aventurarme y comencé a acariciar su muslo con sumo cuidado, siguió en lo mismo; el momento era ideal, y debía jugarme el todo por el todo, por lo que lelvé mi mano a su sexo, acariciando suavemente al principio para después insertar uno y luego dos dedos. Inmediatamente reaccionó con un fuerte movimiento de caderas hacia adelante y hacia atrás, y un casi imperceptible gemido.
Ahí las tenía otra vez, a la una le introducía mi mengua fálica mientras que a la otra le introducía mis dedos, ambas a mis pies y mis deseos, dispuestas a cumplir mis más pervertidas fantasías y anhelos.
Seguí con mi deliciosa labor por un par de minutos más, no estaba dispuesto a hacer nada extra con Perla hasta que ella misma lo pidiera. No tuve que esperar mucho, sin previo aviso, Perla tomó una de las manos de su hermana y la llevó a sus tetas, Gabriela como era de esperarse no protestó y acarició los pechos de mi mujer con ahínco, Gaby parecía más exitada que nunca, seguramente la idea de no volver a coger los tres habia rondado su cabeza, pero ahora todo había cambiado, estábamos juntos una vez más y los disfrutábamos muchísimo.
De pronto, Gabriela alejó mi cabeza de su concha, me atrajo hacia sus labios y me dio un profundo beso, para después levantarse y ponerse a horcajadas encima de Perla; el espectáculo era inigualable, el culo de Gaby lucía imponente, sus sexos se rozaban uno cono otro, sus tetas se tocaban casi imperceptiblemente y sus labios.... Se dieron un larguísimo beso en los labios, era un beso lleno de pasión pero ciertamente también de amor, después de todo eran dos hermanas que se querían mucho desde niñas y ahora habían descubierto una nueva forma de demostrarse sus emociones, sus manos recorrían el cuerpo de la otra como explorando nuevos rincones jamás visitados, las piernas, las nalgas, los pechos, el cuello, el rostro, era un espectáculo digno de la mejor escena pornográfica jamás filmada: el amor y el placer carnal en su máxima expresión.
Por primera vez Perla era conciente de estar cogiendo con su hermana y se notaba que lo disfrutaba muchísimo; su rostro reflejaba además de placer un dejo de felicidad inesperada.
Aproveché el momento para contemplar el espectáculo, pero no iba a quedarme fuera de él por mucho tiempo, así es que me puse en cuclillas para después acercarme el ano de Gabriela y comenzar a acariciarlo primero con mis manos y posteriormente con mi lengua; ella reaccionó de inmediato y comenzó a moverse al ritmo de mis caricias bucales. En cada movimiento dejaba al descubierto el sexo de mi mujer, cosa que yo aprovechaba para dar lenguetasos furtivos en tan sabroso manjar; Perla reaccionaba con pequeños gritos de placer ahogados por los besos de Gaby.
Me puse en pie y acerqué mi pene a sus rostros, ambas se abalanzaron sobre él como dos leonas lo harían con un buen pedazo de carne, lo besaron simultáneamente sin dejar de besarse. Las sensaciones físicas combinadas con el factor psicológico me tenían en un grado de excitación nunca antes experimentado, sentía que estaba a punto de correrme pero podía controlarlo sin ningún problema. Volví a alejarme de ellas y se quedaron en lo suyo; con mi pene totalmente lubricado con su saliva me arrodillé detrás de Gabriela, y de una sola embestida penetré en su ano que estaba perfectamente abierto después del masaje previo. Un grito se ahogó con los besos de su hermana, escuché que intentaba decir:
- Que grande está, está más grande que nunca.
Probablemente era cierto, probablemente la excitación había hecho crecer a mi pene a límites insospechados.
- Tienes que sentirlo Perla, está riquísimo...
Materialmente Perla levantó a su hermana de su regazo forzándome a salir de su culo, y la obligó a sentarse para después corresponderle el abrazo previo poniéndose sobre ella con las piernas abiertas. Siguieron besándose y yo entendí el mensaje a la perfección pero hice caso omiso. Perla un poco desesperada me dijo:
- Métemelo Toño, por favor métemelo ya
Yo hice como que no escuchaba y comencé a besarlas por todo el cuerpo. Perla insistió...
- Anda mi amor, métemelo, quiero sentirte ya...
Seguí con lo mío, quería hacerla sufrir por lo que sucedido con Esteban. Tomó sus nalgas con sus manos y las abrió lo más que pudo, mostrándome su delicioso ano dispuesto a dar batalla...
- Dámelo ya, métemelo por favor...
Con una sonrisa triunfal le dije:
- ¿No quieres que venga tu macho a satisfacerte?
- Claro que no, tu eres el único hombre en mi vida, perdóname por favor, no volverá a suceder...
Eureka y recontraeureka, todo había caído en su lugar después del trago amargo, textualmente mi mujer me había dicho que era el único hombre en su vida, sin embargo estaba montada en su hermana, lo que significaba que Gaby podía estar incluida en nuestra vida sexual, y quizás, solo quizás no solo Gaby, sino alguna que otra amiguita que pudiésemos enganchar....
Con la certeza de que nuestras aventuras apenas comenzaban y con el mejor afrodisiaco del mundo: el poder, me abalancé sobre su culo abierto y la penetré lentamente. Cada centímetro de mi verga en su ano la hacían gemir de placer, al parecer si estaba más grande que de costumbre porque Perla repetía casi suplicando:
- Despacito mi amor, me duele, me duele....
Al escuchar esto lo que tenía que hacer fue inmediato, la penetré de un solo golpe, ella gritó tan fuerte que Gaby le tapó la boca para evitar que algún vecino nos escuchara. Comencé un frenético mete y saca que llevó a Perla a un estado de excitación nunca antes experimentado, sollozaba por el dolor pero gemía de placer, se movía a mi ritmo mientras que su hermana la acariciaba toda, poniendo especial atención en sus tetas.
De vez en vez y cuando la física se lo permitía, Gaby acariciaba mis nalgas y las jalaba aún más hacia ella. Yo sabía que pronto tendría que atenderla otra vez, porque su incontenible volcán sexual no podía estar más de unos minutos sin energía.
Perla seguía moviéndose con fuerza, y justo cuando sentí que su orgasmo estaba próximo me salí de ella, por más que intentó retenerme en su interior le fue imposible por la posición. Hice que se levantara y de inmediato penetré a su hermana en el coño, dejando a Perla fuera de la acción. Mientras penetraba a Gaby cada vez con más velocidad, miraba a Perla directamente a los ojos, parecía no entender porque la había hecho un lado así es que tuve que decírselo directamente:
- Quiero que te masturbes para nosotros...
Su mirada fue de sorpresa, pero obedeció inmediatamente, comenzó por acariciar sus tetas con una mano mientras que con la otra acariciaba tímidamente su sexo, le dije entonces:
- Hazlo bien mi amor, quiero te masturbes para nosotros....
Muy decidida se acarició con más fuerza, tocando sus pechos, pellizcando sus pezones, y de pronto introduciendo un par de dedos en su vagina, se recostó en el sillón dejando su coño al aire, lo que nos permitía contemplarla totalmente abierta.
Levanté a Gaby y la arrodillé frente al coño de su hermana, la penetré desde atrás y con la fuerza su boca quedó a tan solo unos centímetros, su reacción fue instintiva y comenzó a dar lenguetasos en la vagina de Perla, que una vez más gemía de placer por su propia masturbación y por la sesión de sexo oral que Gaby le estaba obsequiando.
Después de algunos minutos, pude sentir en las fibras de Gabriela que estaba a punto de terminar, por lo que aceleré el ritmo, y les dije:
- Son unas deliciosas putas...
El efecto fue inmediato, Perla comenzó a gemir más fuerte y Gaby movía sus caderas a gran velocidad, ambas llegarían al clímax casi simultáneamente. Perla me miraba a los ojos y podía adivinar en su mirada el deseo.
Una después de la otra llegaron al orgasmo y se quedaron quietas por un par de minutos, tiempo que aproveché para sentarme en el sillón y ponerme cómodo para lo que se avecinaba...
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FIN!!!!!!
bueno solo agradecer a los lectores por haberla leido (aquellos que la hayan terminado claro xD)
espero sus buenos comentarios y criticas!! si quieren mas relatos de este tipo pues siganme en P! que poco a poco ire guindando mas, algunos de mi propia autoria xD
muchos saludos desde Venezuela!
saludos y buenos polvos xD
13 comentarios - Gaby, mi recién descubierta cuñada Virgen a los 28- part 4
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