Capítulo V
“De cómo Sofía me despojó de Michelle”
Los recuerdos de la noche pasada seguían firmes en mi mente. La frase irrevocable “Michelle me desea fervientemente” resonaba en mi interior una y otra vez. Paulatinamente, la Inglesa fue mostrándose más segura en el hogar y por ese entonces platicaba libremente con Sofía, sin perder sus hábitos y formas de la etiqueta Inglesa.
Lentamente, observé como me distanciaba aun más de mi anhelo por poseerla. Michelle se encontraba absorta por la feminidad de Sofía, quien la seducía en cada rincón, inyectándole miradas de deseo y de pasiones ocultas, se susurraban palabras propias de los seres más escandalosos y libidinosos, y cuando nuestros padres se hallaban ausentes, hacían gala de sus cuerpos, acariciándose pasionalmente, contemplando sus bellos cuerpos y deseándose con un fuego interior que amenazaba con quemar sus pieles. Poco importaba si me hallaba cerca de ellas, habían decidido ignorarme o simplemente lo hacían porque no tenían nada que ocultarme. Todo me había sido revelado y ellas gozaban la sensualidad de la otra sin percatarse de mi presencia.
Una tarde, al tiempo que las contemplaba y soñaba con hacerle el amor a Michelle, contemplé como mi hermana le acariciaba refinadamente sus hombros (los de Michelle) y bajaba por su cuello hasta alcanzar la sugestividad de sus pechos.
Sinceramente me encontraba encantado y dolido. Absorto porque jamás había contemplado dos mujeres acariciarse (¿No es esto demasiado morboso, puesto que una de las mujeres es ni más ni menos que mi hermana?, En fin, supongo que por ese entonces estaba cegado por la lujuria) y ciertamente lo hacían con un atractivo jamás antes imaginado. Conocían sus cuerpos con notoria noción, y hallaban en aquellos puntos, impulsores de la máxima actividad sensual, el lugar propicio donde explotar olas de deseo irrefrenables. Conocían sus cuerpos como mapas y ambas se regocijaban al saber donde se encontraban sus tesoros, tras divisar rápidos sus puntos eróticos como señas trazadas en “x”.
Debía idear un plan. Un plan perverso puesto que debía competir con la seductora de Sofía y apartarla para siempre de los labios de Michelle. No podía tener contemplaciones ante semejante traidora. Y solo les adelantaré que el designio que les aguardaba a las dos bellezas (si, consideraba bella a mi hermana) sería las más terrible pero justa (en lo que a mi respecta, un ser que se hallaba despreciable por aquel entonces) venganza.
Mientras proyectaba un sinfín de conjeturas, Sofía besaba cálidamente el labio inferior de Michelle, obsequiándole un hilo de sus saliva que posteriormente compartieron en un beso desenfrenado. Tan exótico, tan femenino, tan extranjero, tan tierno y cortés como solo dos mujeres podían manifestarlo.
Aquella noche mi locura había terminado de desatarse en mi interior, puesto que en la oscuridad de la noche, me despojé de mi ropa interior y me acaricié con locura mi enloquecido miembro masculino, al tiempo que me satisfacía en un sueño ligeramente incestuoso, puesto que la imagen que corrompía mi ser era la de mi retorcida y odiada hermana, Sofía, besando a mi amor imposible, la desquiciadora Michelle.
Escrito por, TheEroticWriter
Continuará en el Capítulo VI
“De cómo Sofía me despojó de Michelle”
Los recuerdos de la noche pasada seguían firmes en mi mente. La frase irrevocable “Michelle me desea fervientemente” resonaba en mi interior una y otra vez. Paulatinamente, la Inglesa fue mostrándose más segura en el hogar y por ese entonces platicaba libremente con Sofía, sin perder sus hábitos y formas de la etiqueta Inglesa.
Lentamente, observé como me distanciaba aun más de mi anhelo por poseerla. Michelle se encontraba absorta por la feminidad de Sofía, quien la seducía en cada rincón, inyectándole miradas de deseo y de pasiones ocultas, se susurraban palabras propias de los seres más escandalosos y libidinosos, y cuando nuestros padres se hallaban ausentes, hacían gala de sus cuerpos, acariciándose pasionalmente, contemplando sus bellos cuerpos y deseándose con un fuego interior que amenazaba con quemar sus pieles. Poco importaba si me hallaba cerca de ellas, habían decidido ignorarme o simplemente lo hacían porque no tenían nada que ocultarme. Todo me había sido revelado y ellas gozaban la sensualidad de la otra sin percatarse de mi presencia.
Una tarde, al tiempo que las contemplaba y soñaba con hacerle el amor a Michelle, contemplé como mi hermana le acariciaba refinadamente sus hombros (los de Michelle) y bajaba por su cuello hasta alcanzar la sugestividad de sus pechos.
Sinceramente me encontraba encantado y dolido. Absorto porque jamás había contemplado dos mujeres acariciarse (¿No es esto demasiado morboso, puesto que una de las mujeres es ni más ni menos que mi hermana?, En fin, supongo que por ese entonces estaba cegado por la lujuria) y ciertamente lo hacían con un atractivo jamás antes imaginado. Conocían sus cuerpos con notoria noción, y hallaban en aquellos puntos, impulsores de la máxima actividad sensual, el lugar propicio donde explotar olas de deseo irrefrenables. Conocían sus cuerpos como mapas y ambas se regocijaban al saber donde se encontraban sus tesoros, tras divisar rápidos sus puntos eróticos como señas trazadas en “x”.
Debía idear un plan. Un plan perverso puesto que debía competir con la seductora de Sofía y apartarla para siempre de los labios de Michelle. No podía tener contemplaciones ante semejante traidora. Y solo les adelantaré que el designio que les aguardaba a las dos bellezas (si, consideraba bella a mi hermana) sería las más terrible pero justa (en lo que a mi respecta, un ser que se hallaba despreciable por aquel entonces) venganza.
Mientras proyectaba un sinfín de conjeturas, Sofía besaba cálidamente el labio inferior de Michelle, obsequiándole un hilo de sus saliva que posteriormente compartieron en un beso desenfrenado. Tan exótico, tan femenino, tan extranjero, tan tierno y cortés como solo dos mujeres podían manifestarlo.
Aquella noche mi locura había terminado de desatarse en mi interior, puesto que en la oscuridad de la noche, me despojé de mi ropa interior y me acaricié con locura mi enloquecido miembro masculino, al tiempo que me satisfacía en un sueño ligeramente incestuoso, puesto que la imagen que corrompía mi ser era la de mi retorcida y odiada hermana, Sofía, besando a mi amor imposible, la desquiciadora Michelle.
Escrito por, TheEroticWriter
Continuará en el Capítulo VI
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