Capitulo II
"De cómo Michelle entró en conflicto conmigo"
Los siguientes días transcurrieron sin que me percatara precisamente del paso del tiempo. Para mí, en aquél entonces, no existía práctica más placentera que observar detenidamente cada movimiento pronunciado por aquél ángel de cabellos dorados. Sentir su presencia alborotaba todo mi ser, oler su perfume me embriaga de tal modo que me forjaba a suspirar y tambalear ante su figura. Su delicado y exquisito ser me abrigaba dulcemente y al mismo tiempo despertaba sentimientos de lujuria y perversión.
Anhelaba poseer a la beldad rubia en mi mullida cama, implorando el momento en donde nuestro frenesí encontrara el punto máximo de tensión y se desbordara en un orgasmo compartido.
Michelle no perdía sus costumbres. Veía sus programas, continuaba con sus lecturas y fundamentalmente, se sentaba a estudiar Español, mientras se deleitaba con un té que siempre alcanzaba sus labios a las 5 de la tarde.
Era un placer ser el observador más cercano, el espía aceptado puesto que ella no desconfiaba de mis intenciones. Dulce, serena, delicada, sensual, y una serie de incontables adjetivos podrían intentar retratarla. No obstante, estaba en presencia de un ser que manifestada una pureza y una paz jamás antes vista.
Nuestro dialogo por aquel entonces se limitaba a unas cuantas palabras por día, por lo contrario, mi hermana había entablado una relación más estrecha. En ocasiones platicaban a la hora del té mientras Sofía se encargaba de ser una buena maestra de Español y Michelle procuraba ser la mejor alumna. Una alumna atenta y disciplinada.
Juro que con el simple hecho de observarla me sentía honrado y hasta bendecido. Bebía el té con extremo cuidado, posando sus labios levemente sobre la taza que sostenía con precisa delicadeza. Sus piernas blancas se cruzaban resaltando su feminidad e incitándome a abalanzarme sobre ella como un león ante su presa. Su larga cabellera rubia la coronaba como una princesa y su mirada otoñal parecía contener en su fulgor, la pasividad del otoño y la frescura de una mañana primaveral.
------------------------------------------------------
La noche asaltó el día como de costumbre e incitó a la oscuridad a cernirse sobre el cielo, y luego, sobre cada rincón oculto de la ciudad. Me hallaba en mi cuarto recordando cada facción y el perfume de la muchacha Inglesa, de la bella Michelle. Mientras mi imaginación se dispersaba, me masturbaba suavemente, disfrutando de los fieles y conocedores movimientos de mi mano. Mi miembro se hallaba sumamente duro, había alcanzado un considerable tamaño y se vislumbraban las venas tatuadas en este, demostrando la tensión producida en mi mente por la beldad rubia.
Generalmente, me masturbaba en unos pocos minutos, pero desde la llegada de Michelle, descubría en ese momento, un nuevo ritual sagrado, acaparando el tiempo necesario e implementado algún juguete con el cual acrecentaba mi tensión sexual, para luego, ver como finalizaba mientras irrumpía el silencio jadeando de placer.
No obstante, aquella noche una idea atravesó fugazmente el cielo de mi imaginación y no pude desterrarla de aquel reino celestial de mis pensamientos. Decidí acercarme a su cuarto y comprobar si efectivamente podía echar un vistazo. Michelle se acostaba temprano (regularmente) y si las estrellas y los planetas confabulaban, podía echar un picarón vistazo para proporcionarle a mis ojos una razón por la cual deleitarse por semanas.
Aguardé hasta que mi miembro cupiera en mi Jean, (nótese que estaba proporcionándome un momento de placer) y encaminé lentamente, sin marcar un paso en el silencio, por el corredor que me dirigía hacía la habitación de la extrajera.
Afortunadamente la puerta se hallaba entornada, a decir verdad estaba rozando ese estado porque parecía cerrarse de un momento a otro ante el simple soplido del viento. Me aproximé espiando por el cerrojo y luego por la pequeña abertura que por escasos centímetros me estaba brindado una posibilidad única......
Y allí estaba Michelle, con sus cabellos levemente alborotados, su mirada pacífica y complaciente. Sus labios sugestivos de color rosado y su cuerpo celestial cubierto por una elegante y delicada tela color púrpura. Podía contemplar la longitud de sus piernas con plena totalidad, definitivamente era la mujer más bella que había visto. ¡Qué hermosa piernas! ¡Cuanta sensualidad emana esa mujer! pensé, al tiempo que mi miembro comenzaba a latir y a desesperarse por abandonar la oscuridad del Jean. Y no solo sus piernas la exponían como un cuadro pintoresco, sino su piel, cuidada y aun más suave que la seda que la vestía, sus pechos se imponían y reclamaban la atención, puesto que desbordaban de aquella prenda tan ostentosa y privada.
Definitivamente me hallaba ante una situación inmejorable por lo que retiré mi miembro con suma practicidad y comencé a tocarlo con extremada paciencia. Poco a poco los movimientos se hicieron más desenfrenados. Intentaba por todos los medios esconder mis gemidos en lo más profundo de mi ser, evitando que mi respiración se correspondiera a la de un búfalo.
Mi rostro ardía en fuego, un fuego erótico, prohibido, extranjero, exótico....
De un momento a otro sentí como mis ojos se cerraban y no pude detenerme, debía haberme marchado antes, pero era demasiado tarde, estaba a punto de acabar y aquel sería el primer y último acto (puesto que fue fatal para mi) en mi carrera por acercarme a Michelle Blair. Al tiempo que infinitas cantidades de aquella sustancia milagrosa, creadora de la vida abandonaba mi miembro erecto, la joven Inglesa me observaba luciendo en su rostro la indignación, el terror y un destello que sus ojos que me describieron a mi mismo como una "desagradable sorpresa".
Fin del capítulo II (Continuará)
By TheEroticWriter
Pd: Relato propio.
"De cómo Michelle entró en conflicto conmigo"
Los siguientes días transcurrieron sin que me percatara precisamente del paso del tiempo. Para mí, en aquél entonces, no existía práctica más placentera que observar detenidamente cada movimiento pronunciado por aquél ángel de cabellos dorados. Sentir su presencia alborotaba todo mi ser, oler su perfume me embriaga de tal modo que me forjaba a suspirar y tambalear ante su figura. Su delicado y exquisito ser me abrigaba dulcemente y al mismo tiempo despertaba sentimientos de lujuria y perversión.
Anhelaba poseer a la beldad rubia en mi mullida cama, implorando el momento en donde nuestro frenesí encontrara el punto máximo de tensión y se desbordara en un orgasmo compartido.
Michelle no perdía sus costumbres. Veía sus programas, continuaba con sus lecturas y fundamentalmente, se sentaba a estudiar Español, mientras se deleitaba con un té que siempre alcanzaba sus labios a las 5 de la tarde.
Era un placer ser el observador más cercano, el espía aceptado puesto que ella no desconfiaba de mis intenciones. Dulce, serena, delicada, sensual, y una serie de incontables adjetivos podrían intentar retratarla. No obstante, estaba en presencia de un ser que manifestada una pureza y una paz jamás antes vista.
Nuestro dialogo por aquel entonces se limitaba a unas cuantas palabras por día, por lo contrario, mi hermana había entablado una relación más estrecha. En ocasiones platicaban a la hora del té mientras Sofía se encargaba de ser una buena maestra de Español y Michelle procuraba ser la mejor alumna. Una alumna atenta y disciplinada.
Juro que con el simple hecho de observarla me sentía honrado y hasta bendecido. Bebía el té con extremo cuidado, posando sus labios levemente sobre la taza que sostenía con precisa delicadeza. Sus piernas blancas se cruzaban resaltando su feminidad e incitándome a abalanzarme sobre ella como un león ante su presa. Su larga cabellera rubia la coronaba como una princesa y su mirada otoñal parecía contener en su fulgor, la pasividad del otoño y la frescura de una mañana primaveral.
------------------------------------------------------
La noche asaltó el día como de costumbre e incitó a la oscuridad a cernirse sobre el cielo, y luego, sobre cada rincón oculto de la ciudad. Me hallaba en mi cuarto recordando cada facción y el perfume de la muchacha Inglesa, de la bella Michelle. Mientras mi imaginación se dispersaba, me masturbaba suavemente, disfrutando de los fieles y conocedores movimientos de mi mano. Mi miembro se hallaba sumamente duro, había alcanzado un considerable tamaño y se vislumbraban las venas tatuadas en este, demostrando la tensión producida en mi mente por la beldad rubia.
Generalmente, me masturbaba en unos pocos minutos, pero desde la llegada de Michelle, descubría en ese momento, un nuevo ritual sagrado, acaparando el tiempo necesario e implementado algún juguete con el cual acrecentaba mi tensión sexual, para luego, ver como finalizaba mientras irrumpía el silencio jadeando de placer.
No obstante, aquella noche una idea atravesó fugazmente el cielo de mi imaginación y no pude desterrarla de aquel reino celestial de mis pensamientos. Decidí acercarme a su cuarto y comprobar si efectivamente podía echar un vistazo. Michelle se acostaba temprano (regularmente) y si las estrellas y los planetas confabulaban, podía echar un picarón vistazo para proporcionarle a mis ojos una razón por la cual deleitarse por semanas.
Aguardé hasta que mi miembro cupiera en mi Jean, (nótese que estaba proporcionándome un momento de placer) y encaminé lentamente, sin marcar un paso en el silencio, por el corredor que me dirigía hacía la habitación de la extrajera.
Afortunadamente la puerta se hallaba entornada, a decir verdad estaba rozando ese estado porque parecía cerrarse de un momento a otro ante el simple soplido del viento. Me aproximé espiando por el cerrojo y luego por la pequeña abertura que por escasos centímetros me estaba brindado una posibilidad única......
Y allí estaba Michelle, con sus cabellos levemente alborotados, su mirada pacífica y complaciente. Sus labios sugestivos de color rosado y su cuerpo celestial cubierto por una elegante y delicada tela color púrpura. Podía contemplar la longitud de sus piernas con plena totalidad, definitivamente era la mujer más bella que había visto. ¡Qué hermosa piernas! ¡Cuanta sensualidad emana esa mujer! pensé, al tiempo que mi miembro comenzaba a latir y a desesperarse por abandonar la oscuridad del Jean. Y no solo sus piernas la exponían como un cuadro pintoresco, sino su piel, cuidada y aun más suave que la seda que la vestía, sus pechos se imponían y reclamaban la atención, puesto que desbordaban de aquella prenda tan ostentosa y privada.
Definitivamente me hallaba ante una situación inmejorable por lo que retiré mi miembro con suma practicidad y comencé a tocarlo con extremada paciencia. Poco a poco los movimientos se hicieron más desenfrenados. Intentaba por todos los medios esconder mis gemidos en lo más profundo de mi ser, evitando que mi respiración se correspondiera a la de un búfalo.
Mi rostro ardía en fuego, un fuego erótico, prohibido, extranjero, exótico....
De un momento a otro sentí como mis ojos se cerraban y no pude detenerme, debía haberme marchado antes, pero era demasiado tarde, estaba a punto de acabar y aquel sería el primer y último acto (puesto que fue fatal para mi) en mi carrera por acercarme a Michelle Blair. Al tiempo que infinitas cantidades de aquella sustancia milagrosa, creadora de la vida abandonaba mi miembro erecto, la joven Inglesa me observaba luciendo en su rostro la indignación, el terror y un destello que sus ojos que me describieron a mi mismo como una "desagradable sorpresa".
Fin del capítulo II (Continuará)
By TheEroticWriter
Pd: Relato propio.
3 comentarios - Relato erótico: "La extranjera" [Capítulo II]
Te estoy muy agradecido por tus palabras.