Una amiga muy intima me platico de la existencia de esta página y después de leer algunos relatos me animé a escribir mi historia, desde luego sin anotar mi real identidad porque no me gustaría que alguien de mis amistades la supiera, en la actualidad tengo 21 años y esto que voy a contar empezó cuando apenas había cumplido los 19, estudio leyes, soy hija única, soy blanca, tengo los ojos verdes igual que los de mi Madre, me siento bonita con buen cuerpo, creo ser una mujer bastante atractiva para los hombres y con muy buenos atributos de mujer tanto mis pechitos como mis pompas, claro que esta es mi apreciación pero por exclamaciones de amigos y algunos comentarios estoy convencida de que es cierta.
Paco el último de mis novios, era cuatro años mayor que yo y desde luego con más experiencia, yo creo que de él si me empecé a enamorar llegando a tener algunos encuentros demasiado ardientes y aunque yo estaba consciente de que ambos deseábamos llegar a todo, nunca le permití que se pasara de ciertos límites, a la mejor por no estar aún preparada para perder mi virginidad, tal vez por eso se decepcionó de mi y un día rompió nuestra relación, me dolió mucho nuestro rompimiento pero ni modo, afortunadamente me pude refugiar en el cariño de mis padres, sobre todo en mi Papa que al verme llorar me abrazaba y me consolaba con mucho cariño, diciéndome que no me preocupara que de seguro iba a encontrar otro hombre mejor.
Poco a poco me fui consolando o resignando pero me hice muy adicta a mi Padre, me encantaba sentarme a su lado en el sofá de la sala cuando veíamos la televisión, para que me consolara y me apapachara, creo que de ahí se inicio un cambio en mi al querer encontrar en mi Padre al hombre que había perdido y sin darme cuenta me volví demasiado cariñosa, al grado que me encantaba sentarme muy juntito para abrazarlo y besarlo y que él a su vez me apapachara, hasta que un día de tantos al recargarme en su pecho sin querer le rose su entrepierna y muy claramente sentí que estaba teniendo una tremenda erección, pero para no hacerlo sentir mal me hice la desentendida y lo seguí abrazando como si nada hubiera pasado, pero para satisfacer mi curiosidad y estar segura de su excitación de reojo seguí observando el gran bulto que se le formó en el pantalón, afortunadamente después de un buen rato todo volvió a la normalidad, sobre todo cuando llego mi madre a acompañarnos después de terminar sus diarias faenas como ama de casa.
Ya en mi cuarto y al recordar los acontecimientos aparte de inquietarme por lo sucedido, me encantó el saberme con el poder de excitar a mi Padre, jamás me imagine que eso pudiera suceder y de momento no le di mucha importancia, pero al pasar los días y darme cuenta que cada vez que me sentaba junto a él casi siempre le sucedía lo mismo, mi cuerpo también empezó a reaccionar de la misma forma y tal vez por eso me empezó a nacer el deseo incestuoso de que pudiera pasar algo entre mi Padre y yo, incluyendo entregarle mi cuerpo y desde luego mi virginidad, deseo que cada vez se fue haciendo más grande, al grado de que con el tiempo ese deseo por él se me hizo casi una obsesión, mi problema era que hacer para que se atreviera a tomarme como su mujer, aunque solo fuera una sola vez para quitarme esa tentación de pertenecerle también en ese aspecto.
Con la intención de lograrlo empecé a ponerme ropa más tentadora tratando de enseñarle lo más posible pero sin rayar en lo descarado, aunque a veces si me excedía un poco, cuando aparentemente por descuido le mostraba parte de mis pechitos o a veces como no queriendo abría mis piernas para que pudiera mirarme bastante de la parte interna de mis muslos o a veces hacia ciertos movimientos supuestamente para acomodarme y dejar que pudiera admirara mejor mis atributos de mujer, desde luego la excitación de mi padre cada vez se hacía más evidente, al grado de que sentía que ya casi no nos podíamos contener de nuestro mutuo deseo, pero como gran parte del tiempo nos acompañaba mi madre, no podíamos llegar a más, estando casi segura que ambos lo deseábamos pero obviamente nos quedábamos con las ganas, afortunadamente para nosotros un día a mi madre la invitaron a una reunión de amigas para festejar un cumpleaños, en la que supe se iba a tardar bastante tiempo y de inmediato paso por mi mente aprovechar ese tiempo para ver hasta donde podíamos llegar mi padre y yo, que para averiguarlo en el momento que se despidió mi Madre de inmediato me subí a mi recamara para ponerme la batita de dormir más atrevida que tenía, dejándome abajo solamente unas muy pequeñas pantaletas, así en esas condiciones llegué hasta el sofá donde se encontraba mi Padre y sin más me senté en su piernas abrazándolo muy tiernamente y dándole un largo beso en la mejilla, al mismo tiempo que puse una de mis manos en su cuello, la reacción de mi padre no se hizo esperar, de inmediato rodeo mi cintura con uno de sus fuertes brazos apretándome muy fuerte a su cuerpo, dejándome sentir en mis nalguitas la incipiente dureza de su pene, me gustó sentirlo y pensé que todo iba por buen camino, como así fue y lo supe cuando para provocarlo le ofrecí mis entreabiertos labios mirándole muy tiernamente a sus ojos, su reacción no se hizo esperar y muy poco a poco fue acercando sus labios a los míos hasta tocarlos muy suavemente para darme el beso que le estaba pidiendo, al que de igual forma le correspondí entreabriéndolos un poco más para hacerlo sentir que estaba dispuesta a todo, claro que recibió mi mensaje y poco a poco se fueron haciendo sus besos más apasionados y lujuriosos, empezando a recorrer al mismo tiempo con sus manos todo mi cuerpo, incluyendo mis duras nalguitas, deteniéndose en mis pechitos para terminar finalmente posando una de sus manos en mi ya muy humedecido rinconcito para sobármelo muy sabrosamente y hacer que cada vez más se me subieran las ganas y el deseo de ser poseída, mientras tanto y para corresponder a sus caricias, yo le empecé a acariciar su grandioso y ya muy endurecido instrumento de placer, al mismo tiempo y para facilitarle más las cosas yo me despoje de mi transparente bata dejando mis pechitos al aire para que más fácilmente me los acariciara y casi al mismo tiempo me despojo de mis pequeñas pantaletas para quedar totalmente desnuda y a su disposición, poco a poco el también se fue despojando de toda su ropa que no era mucha que digamos, sin dejar de besarme en la boca, en el cuello y muy especialmente en mis pechitos, sin dejar tampoco de acariciarme mis nalgas hasta que llegó a mi rinconcito para sobarlo muy suavemente y muy especialmente mi botoncito, haciendo que cada vez más aumentara el deseo de ser penetrada, creo que al darse cuenta de mi disposición y de mi deseo se le hizo que ya era tiempo para meterse en mi cuerpo, para lo cual me recostó en el sofá y abriendo mis piernas lo más posible, acerco su boca a mi rajita para frotarla toda con su lengua sin dejar de tomar entre sus labios mi botoncito, nunca me imaginé que fuera posible sentir en todo mi ser esa hermosa y maravillosa sensación, haciendo que todos mis músculos se tensaran por ese placer tan especial que mi amado Padre me estaba provocando, así siguió por algunos minutos haciéndome la mujer más feliz del mundo, hasta que decidió meterse en mi cuerpo o mejor dicho meter su inmensa virilidad en mi ya muy mojadita y deseosa panochita, para lo cual se acomodó entre mis piernas, colocando su muy endurecido y hermoso pedazo de carne en la mera entrada de mi vagina, al mismo tiempo como para estar seguro de mi disposición de aceptarlo todo, me dio un muy apasionado beso en mis labios al mismo tiempo que la empezó a presionar, dejándome sentir muy claramente como muy lentamente su instrumento fue abrió mi mojada y resbalosa entradita y como también muy poco a poco me la fue metiendo, dejándome sentir una rara sensación pero muy agradable y un poco de dolor al ir abriendo por primera vez mis cerradas carnitas, hasta que de momento y sin quererlo salió de mi garganta un pequeño quejido, cuando sentí un extraño dolor al topar y romper el himen de mi aún intacta cuevita, terminado así con mi por tanto tiempo guardada virginidad, pero a ese pequeño quejido de dolor mi Padre no le dio importancia, porque si detenerse siquiera siguió metiéndola hasta llegar al fondo pensando tal vez que pronto se me pasaría como así fue, empezando de inmediato a sacarlo un poco y volverlo a meter, primero muy lentamente para después acelerar al máximo ese sabroso movimiento, me encantaba estar como estaba y más me gustaba sentir lo que estaba sintiendo, hasta que me llegó el primer orgasmo de mi vida, que maravillosa sensación, nunca me imaginé que se pudiera sentir ese algo tan maravilloso y casi estuve a punto de sentir otro, pero en ese momento mi Padre estaba terminando muy adentro de mi y lo supe al sentir los fuertes empujones y apretones de su cadera contra mi cuerpo, aparte de escuchar un ay ahogado que salió muy adentro de su garganta, terminando finalmente por parar completamente el movimiento que me hacía sentir tan bonito y dejándome a medias y con muchas ganas aún de seguirlo sintiendo pero ni modo, luego de un ratito se separo de mi cuerpo sacando al mismo tiempo su ya muy reblandecido instrumento, dándome un último beso, tal vez para agradecerme lo mucho que había disfrutado la entrega total de mi aún juvenil y creo que muy deseable cuerpo.
Ya terminado nuestro hermoso encuentro ambos nos retiramos a nuestra respectiva recamara, principalmente para asearnos y vestirnos y así esperar a mi madre como si nada hubiera sucedido, pero al regresar vi a mi Padre bastante serio y pensativo, por lo que le pregunté que qué le pasaba y me contestó que no estaba bien lo que habíamos hecho, y por qué no le pregunté, porque somos Padre e hija me dijo, y para consolarlo le dije qué sabía que eso sucedía en muchas familias y que además pensaba que ambos la habíamos pasado muy bien y para mí eso era suficiente, es cierto me dijo pero también hay otra cosa que acabas de perder tu virginidad y además puedes salir embarazada, por eso tampoco te preocupes porque yo quise perderla contigo y por lo otro tampoco te preocupes porque no estoy en mis días fértiles, eso está mejor me dijo, entonces para que todo volviera a la normalidad me senté junto él, lo abracé le di un suave y tierno beso en la boca y muy abrazados nos dispusimos a seguir viendo la televisión para esperar a que regresara mi Madre.
Como era de esperarse desde entonces cada vez que tenemos oportunidad volvemos a repetir nuestros encuentros como buenos amantes, lo malo es que cada día que pasa siento estar más enamorada de mi Padre y a veces siento celos cuando me imagino que mis progenitores están haciendo el amor, pero ahí no puedo hacer nada porque aparte de sentir un poco de remordimiento por lo que supuestamente le estoy robando a mi Madre a ambos los adoro y no siento el derecho de competir con ella, aparte de que no lo deseo yo soy feliz como están las cosas y espero nunca cambien.
Si les gustó mi relato, con gusto les platicare el siguiente encuentro sexual que ya fue sin ningún tipo de inhibiciones y sin remordimientos, solamente fue con el objetivo de disfrutar el placer de unir nuestros cuerpos, haciendo todo lo que nunca me imagine que se pudiera hacer.
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Paco el último de mis novios, era cuatro años mayor que yo y desde luego con más experiencia, yo creo que de él si me empecé a enamorar llegando a tener algunos encuentros demasiado ardientes y aunque yo estaba consciente de que ambos deseábamos llegar a todo, nunca le permití que se pasara de ciertos límites, a la mejor por no estar aún preparada para perder mi virginidad, tal vez por eso se decepcionó de mi y un día rompió nuestra relación, me dolió mucho nuestro rompimiento pero ni modo, afortunadamente me pude refugiar en el cariño de mis padres, sobre todo en mi Papa que al verme llorar me abrazaba y me consolaba con mucho cariño, diciéndome que no me preocupara que de seguro iba a encontrar otro hombre mejor.
Poco a poco me fui consolando o resignando pero me hice muy adicta a mi Padre, me encantaba sentarme a su lado en el sofá de la sala cuando veíamos la televisión, para que me consolara y me apapachara, creo que de ahí se inicio un cambio en mi al querer encontrar en mi Padre al hombre que había perdido y sin darme cuenta me volví demasiado cariñosa, al grado que me encantaba sentarme muy juntito para abrazarlo y besarlo y que él a su vez me apapachara, hasta que un día de tantos al recargarme en su pecho sin querer le rose su entrepierna y muy claramente sentí que estaba teniendo una tremenda erección, pero para no hacerlo sentir mal me hice la desentendida y lo seguí abrazando como si nada hubiera pasado, pero para satisfacer mi curiosidad y estar segura de su excitación de reojo seguí observando el gran bulto que se le formó en el pantalón, afortunadamente después de un buen rato todo volvió a la normalidad, sobre todo cuando llego mi madre a acompañarnos después de terminar sus diarias faenas como ama de casa.
Ya en mi cuarto y al recordar los acontecimientos aparte de inquietarme por lo sucedido, me encantó el saberme con el poder de excitar a mi Padre, jamás me imagine que eso pudiera suceder y de momento no le di mucha importancia, pero al pasar los días y darme cuenta que cada vez que me sentaba junto a él casi siempre le sucedía lo mismo, mi cuerpo también empezó a reaccionar de la misma forma y tal vez por eso me empezó a nacer el deseo incestuoso de que pudiera pasar algo entre mi Padre y yo, incluyendo entregarle mi cuerpo y desde luego mi virginidad, deseo que cada vez se fue haciendo más grande, al grado de que con el tiempo ese deseo por él se me hizo casi una obsesión, mi problema era que hacer para que se atreviera a tomarme como su mujer, aunque solo fuera una sola vez para quitarme esa tentación de pertenecerle también en ese aspecto.
Con la intención de lograrlo empecé a ponerme ropa más tentadora tratando de enseñarle lo más posible pero sin rayar en lo descarado, aunque a veces si me excedía un poco, cuando aparentemente por descuido le mostraba parte de mis pechitos o a veces como no queriendo abría mis piernas para que pudiera mirarme bastante de la parte interna de mis muslos o a veces hacia ciertos movimientos supuestamente para acomodarme y dejar que pudiera admirara mejor mis atributos de mujer, desde luego la excitación de mi padre cada vez se hacía más evidente, al grado de que sentía que ya casi no nos podíamos contener de nuestro mutuo deseo, pero como gran parte del tiempo nos acompañaba mi madre, no podíamos llegar a más, estando casi segura que ambos lo deseábamos pero obviamente nos quedábamos con las ganas, afortunadamente para nosotros un día a mi madre la invitaron a una reunión de amigas para festejar un cumpleaños, en la que supe se iba a tardar bastante tiempo y de inmediato paso por mi mente aprovechar ese tiempo para ver hasta donde podíamos llegar mi padre y yo, que para averiguarlo en el momento que se despidió mi Madre de inmediato me subí a mi recamara para ponerme la batita de dormir más atrevida que tenía, dejándome abajo solamente unas muy pequeñas pantaletas, así en esas condiciones llegué hasta el sofá donde se encontraba mi Padre y sin más me senté en su piernas abrazándolo muy tiernamente y dándole un largo beso en la mejilla, al mismo tiempo que puse una de mis manos en su cuello, la reacción de mi padre no se hizo esperar, de inmediato rodeo mi cintura con uno de sus fuertes brazos apretándome muy fuerte a su cuerpo, dejándome sentir en mis nalguitas la incipiente dureza de su pene, me gustó sentirlo y pensé que todo iba por buen camino, como así fue y lo supe cuando para provocarlo le ofrecí mis entreabiertos labios mirándole muy tiernamente a sus ojos, su reacción no se hizo esperar y muy poco a poco fue acercando sus labios a los míos hasta tocarlos muy suavemente para darme el beso que le estaba pidiendo, al que de igual forma le correspondí entreabriéndolos un poco más para hacerlo sentir que estaba dispuesta a todo, claro que recibió mi mensaje y poco a poco se fueron haciendo sus besos más apasionados y lujuriosos, empezando a recorrer al mismo tiempo con sus manos todo mi cuerpo, incluyendo mis duras nalguitas, deteniéndose en mis pechitos para terminar finalmente posando una de sus manos en mi ya muy humedecido rinconcito para sobármelo muy sabrosamente y hacer que cada vez más se me subieran las ganas y el deseo de ser poseída, mientras tanto y para corresponder a sus caricias, yo le empecé a acariciar su grandioso y ya muy endurecido instrumento de placer, al mismo tiempo y para facilitarle más las cosas yo me despoje de mi transparente bata dejando mis pechitos al aire para que más fácilmente me los acariciara y casi al mismo tiempo me despojo de mis pequeñas pantaletas para quedar totalmente desnuda y a su disposición, poco a poco el también se fue despojando de toda su ropa que no era mucha que digamos, sin dejar de besarme en la boca, en el cuello y muy especialmente en mis pechitos, sin dejar tampoco de acariciarme mis nalgas hasta que llegó a mi rinconcito para sobarlo muy suavemente y muy especialmente mi botoncito, haciendo que cada vez más aumentara el deseo de ser penetrada, creo que al darse cuenta de mi disposición y de mi deseo se le hizo que ya era tiempo para meterse en mi cuerpo, para lo cual me recostó en el sofá y abriendo mis piernas lo más posible, acerco su boca a mi rajita para frotarla toda con su lengua sin dejar de tomar entre sus labios mi botoncito, nunca me imaginé que fuera posible sentir en todo mi ser esa hermosa y maravillosa sensación, haciendo que todos mis músculos se tensaran por ese placer tan especial que mi amado Padre me estaba provocando, así siguió por algunos minutos haciéndome la mujer más feliz del mundo, hasta que decidió meterse en mi cuerpo o mejor dicho meter su inmensa virilidad en mi ya muy mojadita y deseosa panochita, para lo cual se acomodó entre mis piernas, colocando su muy endurecido y hermoso pedazo de carne en la mera entrada de mi vagina, al mismo tiempo como para estar seguro de mi disposición de aceptarlo todo, me dio un muy apasionado beso en mis labios al mismo tiempo que la empezó a presionar, dejándome sentir muy claramente como muy lentamente su instrumento fue abrió mi mojada y resbalosa entradita y como también muy poco a poco me la fue metiendo, dejándome sentir una rara sensación pero muy agradable y un poco de dolor al ir abriendo por primera vez mis cerradas carnitas, hasta que de momento y sin quererlo salió de mi garganta un pequeño quejido, cuando sentí un extraño dolor al topar y romper el himen de mi aún intacta cuevita, terminado así con mi por tanto tiempo guardada virginidad, pero a ese pequeño quejido de dolor mi Padre no le dio importancia, porque si detenerse siquiera siguió metiéndola hasta llegar al fondo pensando tal vez que pronto se me pasaría como así fue, empezando de inmediato a sacarlo un poco y volverlo a meter, primero muy lentamente para después acelerar al máximo ese sabroso movimiento, me encantaba estar como estaba y más me gustaba sentir lo que estaba sintiendo, hasta que me llegó el primer orgasmo de mi vida, que maravillosa sensación, nunca me imaginé que se pudiera sentir ese algo tan maravilloso y casi estuve a punto de sentir otro, pero en ese momento mi Padre estaba terminando muy adentro de mi y lo supe al sentir los fuertes empujones y apretones de su cadera contra mi cuerpo, aparte de escuchar un ay ahogado que salió muy adentro de su garganta, terminando finalmente por parar completamente el movimiento que me hacía sentir tan bonito y dejándome a medias y con muchas ganas aún de seguirlo sintiendo pero ni modo, luego de un ratito se separo de mi cuerpo sacando al mismo tiempo su ya muy reblandecido instrumento, dándome un último beso, tal vez para agradecerme lo mucho que había disfrutado la entrega total de mi aún juvenil y creo que muy deseable cuerpo.
Ya terminado nuestro hermoso encuentro ambos nos retiramos a nuestra respectiva recamara, principalmente para asearnos y vestirnos y así esperar a mi madre como si nada hubiera sucedido, pero al regresar vi a mi Padre bastante serio y pensativo, por lo que le pregunté que qué le pasaba y me contestó que no estaba bien lo que habíamos hecho, y por qué no le pregunté, porque somos Padre e hija me dijo, y para consolarlo le dije qué sabía que eso sucedía en muchas familias y que además pensaba que ambos la habíamos pasado muy bien y para mí eso era suficiente, es cierto me dijo pero también hay otra cosa que acabas de perder tu virginidad y además puedes salir embarazada, por eso tampoco te preocupes porque yo quise perderla contigo y por lo otro tampoco te preocupes porque no estoy en mis días fértiles, eso está mejor me dijo, entonces para que todo volviera a la normalidad me senté junto él, lo abracé le di un suave y tierno beso en la boca y muy abrazados nos dispusimos a seguir viendo la televisión para esperar a que regresara mi Madre.
Como era de esperarse desde entonces cada vez que tenemos oportunidad volvemos a repetir nuestros encuentros como buenos amantes, lo malo es que cada día que pasa siento estar más enamorada de mi Padre y a veces siento celos cuando me imagino que mis progenitores están haciendo el amor, pero ahí no puedo hacer nada porque aparte de sentir un poco de remordimiento por lo que supuestamente le estoy robando a mi Madre a ambos los adoro y no siento el derecho de competir con ella, aparte de que no lo deseo yo soy feliz como están las cosas y espero nunca cambien.
Si les gustó mi relato, con gusto les platicare el siguiente encuentro sexual que ya fue sin ningún tipo de inhibiciones y sin remordimientos, solamente fue con el objetivo de disfrutar el placer de unir nuestros cuerpos, haciendo todo lo que nunca me imagine que se pudiera hacer.
7 comentarios - desvirgada por mi propio padre relato¡
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