No tenía de qué quejarme: hasta ese momento había probado pijas de buen tamaño y pijas rendidoras, hombres que sabían lucirse y hombres que hacían lucir al sexo, cuerpos trabajados y cuerpos que trabajan horas sobre mí. Pero con Andrés la cosa fue distinta. Desde los primeros besos –yo tenía inocentes 18-, él me dejaba con una sensación de que el mundo se detenía. No sé si lo amé, pero sé que amé cada cosa que hicimos. Nuestra primera vez se demoró más de lo que lo hubiéramos deseado y ni las exageradas expectativas opacaron tanto placer: fue más lindo de lo que pensábamos que el sexo podía ser. Cada uno hacía lo que tenía que hacer, sin decir nada pero también sin dudar. Era, lo que se dice, estar entregado.
Con el correr del tiempo, Andrés hizo la pregunta clave: ¿y la cola? Yo sabía que la pregunta llegaría y sabía lo que mis amigas decían: eso duele y es de trola. Entonces mis respuestas eran “ya va a llegar”, “hoy no, quiero coger”; y si me presionaba demasiado le hacía promesas “para tu cumpleaños”, “pasa que necesito que aries tenga ascendente en saturno, ese el momento ideal” o “primero hay que pagar la deuda externa”. Pero la sabiduría popular es clara al respecto: el burro no coge por lindo sino por insistidor.
Estábamos en su cama, él por completo desnudo, y yo en tetas y en bombacha. Se la chupé como mejor sabía hacerlo. Si bien en comparación puedo decir que hoy tengo un doctorado en el tema, por entonces conocía sobre los efectos de mirarlo a los ojos mientras recorría el tronco con mis labios mojados. Andrés, los ojos entreabiertos, la transpiración en su pelvis, dijo “ahora te toca a vos”, y no era tanto una oferta generosa como una pedido de clemencia, una forma sutil de decir “no doy más, todavía no quiero acabar”.
Entonces me tocó a mí. Literalmente. Me dejé la bombacha puesta, siempre me gustó sentir que los dedos –los míos o los ajenos- quedan atrapados entre la tela y la humedad. En pocos segundos me escuché gemir. Después me tomó de la cintura y en un solo movimiento me puso en cuatro, y él como una copia de mí, también en cuatro desde atrás. Me bajó la bombacha hasta la mitad, para que la sintiera cada vez que quisiese abrir las piernas. Me chupó la vagina despacio, suave, casi como si se tratara de bailar. Si no las conocía, Andrés siempre supo intuir mis debilidades.
Me gusta pensar que se aprovechó de mí, que su engaño no fue parte de un plan premeditado sino que percibió en el sabor de mi flujo toda mi rendición. Su lengua retrocedió hasta mi cola. Yo sabía lo que él buscaba y también sabía que no era el momento, que mejor no hacerlo, que todavía no. Basta, por favor. Recorrió de principio a fin el valle que se diluye allá por la cadera. Me dejó una sensación de frío, que Andrés bien supo interpretar: sopló, y el aire de esa caricia me puso la piel de gallina. Entonces sentí mi culito cerrarse como un puño para luego, aliviado, abrirse como una flor. Él empujó la punta de su lengua. No, no quiero. No sé si fue su saliva o mi propio flujo, pero ahora todo era humedad. No sigas, no… La punta de su lengua en mi culo era apenas una pluma que me violaba. Sus manos me abrían las nalgas y el frío subía por la cintura. No quiero. El embate de la lengua se convirtió en una danza circular. Basta, por favor. Basta. Basta. Seguí, dale. Nacía un remolino entre mis nalgas; a mi estómago llegaba un huracán. Tocame la vagina también. A esa altura creía que su lengua podía penetrarme y recorrer cada parte de mi cuerpo desde adentro. Quería que me abriese cada vez más. Probá con un dedo. Y su dedo índice se animó hasta la uña. Mi respiración le pidió un poco más. Entonces Andrés me confesó que a esa altura ya todo su dedo estaba dentro mío.
Poco a poco, ya sus nudillos chocaban contra mis nalgas. Podía imaginar las marcas rosadas sobre mi piel blanca. Tal como Andrés lo había hecho antes, fue mi turno de pedir clemencia: mi vagina exigía a gritos un orgasmo, pero primero mi cola necesitaba experimentar. Andrés puso lubricante y me dio un último beso en las nalgas. Su pija entro de a poco, y cada segundo fue una hora. Una amiga me lo había descrito como un profundo ardor, como un desgarro. Sí, me dolió. Mucho me dolió. Quería que me la sacase, que terminara todo ya. Quería no haber empezado nunca. Basta, por favor. Seguí, un poco más. La pija llegó hasta el fondo y grité como si me partieran al medio, era un dolor que nunca había sentido, una cuchillazo, un fuego. Seguí, hacelo otra vez. Nunca nada había sido tan intenso, no importaba si aquello era placer o era dolor. Su pija estaba en todo mi cuerpo, desde mi culo hasta bajo mis tetas. Lo que me penetraba era un fierro caliente. Andrés insistía con su dedo sobre mi clítoris, pero yo no podía pensar en otra cosa que en mi culo, lleno como a punto de estallar. Me agarré de los barrotes de la cama y mis gritos, de a poco, aprendieron a gemir. Entonces, cuando Andrés por fin acabó, mi culo, lleno de su leche, albergó por unos momentos más a su pija, que descansaba flácida en una flor que volvía a convertirse en puño.
Con el correr del tiempo, Andrés hizo la pregunta clave: ¿y la cola? Yo sabía que la pregunta llegaría y sabía lo que mis amigas decían: eso duele y es de trola. Entonces mis respuestas eran “ya va a llegar”, “hoy no, quiero coger”; y si me presionaba demasiado le hacía promesas “para tu cumpleaños”, “pasa que necesito que aries tenga ascendente en saturno, ese el momento ideal” o “primero hay que pagar la deuda externa”. Pero la sabiduría popular es clara al respecto: el burro no coge por lindo sino por insistidor.
Estábamos en su cama, él por completo desnudo, y yo en tetas y en bombacha. Se la chupé como mejor sabía hacerlo. Si bien en comparación puedo decir que hoy tengo un doctorado en el tema, por entonces conocía sobre los efectos de mirarlo a los ojos mientras recorría el tronco con mis labios mojados. Andrés, los ojos entreabiertos, la transpiración en su pelvis, dijo “ahora te toca a vos”, y no era tanto una oferta generosa como una pedido de clemencia, una forma sutil de decir “no doy más, todavía no quiero acabar”.
Entonces me tocó a mí. Literalmente. Me dejé la bombacha puesta, siempre me gustó sentir que los dedos –los míos o los ajenos- quedan atrapados entre la tela y la humedad. En pocos segundos me escuché gemir. Después me tomó de la cintura y en un solo movimiento me puso en cuatro, y él como una copia de mí, también en cuatro desde atrás. Me bajó la bombacha hasta la mitad, para que la sintiera cada vez que quisiese abrir las piernas. Me chupó la vagina despacio, suave, casi como si se tratara de bailar. Si no las conocía, Andrés siempre supo intuir mis debilidades.
Me gusta pensar que se aprovechó de mí, que su engaño no fue parte de un plan premeditado sino que percibió en el sabor de mi flujo toda mi rendición. Su lengua retrocedió hasta mi cola. Yo sabía lo que él buscaba y también sabía que no era el momento, que mejor no hacerlo, que todavía no. Basta, por favor. Recorrió de principio a fin el valle que se diluye allá por la cadera. Me dejó una sensación de frío, que Andrés bien supo interpretar: sopló, y el aire de esa caricia me puso la piel de gallina. Entonces sentí mi culito cerrarse como un puño para luego, aliviado, abrirse como una flor. Él empujó la punta de su lengua. No, no quiero. No sé si fue su saliva o mi propio flujo, pero ahora todo era humedad. No sigas, no… La punta de su lengua en mi culo era apenas una pluma que me violaba. Sus manos me abrían las nalgas y el frío subía por la cintura. No quiero. El embate de la lengua se convirtió en una danza circular. Basta, por favor. Basta. Basta. Seguí, dale. Nacía un remolino entre mis nalgas; a mi estómago llegaba un huracán. Tocame la vagina también. A esa altura creía que su lengua podía penetrarme y recorrer cada parte de mi cuerpo desde adentro. Quería que me abriese cada vez más. Probá con un dedo. Y su dedo índice se animó hasta la uña. Mi respiración le pidió un poco más. Entonces Andrés me confesó que a esa altura ya todo su dedo estaba dentro mío.
Poco a poco, ya sus nudillos chocaban contra mis nalgas. Podía imaginar las marcas rosadas sobre mi piel blanca. Tal como Andrés lo había hecho antes, fue mi turno de pedir clemencia: mi vagina exigía a gritos un orgasmo, pero primero mi cola necesitaba experimentar. Andrés puso lubricante y me dio un último beso en las nalgas. Su pija entro de a poco, y cada segundo fue una hora. Una amiga me lo había descrito como un profundo ardor, como un desgarro. Sí, me dolió. Mucho me dolió. Quería que me la sacase, que terminara todo ya. Quería no haber empezado nunca. Basta, por favor. Seguí, un poco más. La pija llegó hasta el fondo y grité como si me partieran al medio, era un dolor que nunca había sentido, una cuchillazo, un fuego. Seguí, hacelo otra vez. Nunca nada había sido tan intenso, no importaba si aquello era placer o era dolor. Su pija estaba en todo mi cuerpo, desde mi culo hasta bajo mis tetas. Lo que me penetraba era un fierro caliente. Andrés insistía con su dedo sobre mi clítoris, pero yo no podía pensar en otra cosa que en mi culo, lleno como a punto de estallar. Me agarré de los barrotes de la cama y mis gritos, de a poco, aprendieron a gemir. Entonces, cuando Andrés por fin acabó, mi culo, lleno de su leche, albergó por unos momentos más a su pija, que descansaba flácida en una flor que volvía a convertirse en puño.
63 comentarios - Mi primer anal
🤤 🤤 🤤 🤤 🤤 🤤 🤤 🤤 🤤 🤤 🤤 🤤 🤤 🤤 🤤 🤤 🤤 🤤
recomendado
Sabias palabras
Me calento con solo leerlo
Exelente aporte
Escribis muy muy bien, da gusto pasar tiempo leyendote. Saludos y volvere con los merecidos puntos!
Max!
Una delicia y super caliente
😳 😳 🤤 🤤 🤤 🤤 🤤 🤤
Describes con hermosa precisión esa indescriptible mezcla de sensaciones que se resumen en una incesante y maravillosa combinación de placer y dolor, que no quieres que termine nunca a no ser que te arranque ese profundo, inmenso, incomparable orgasmo que sólo se alcanza con el sexo anal y que te desgarra las vísceras y te las reconstituye de placer en el mismo sublime instante de la explosión.
Pocas veces leí un relato tan preciso y certero sobre las delicias del sexo anal del cual, como ya todos saben, soy devota.
Felicitaciones, a favoritos para volver y recomendado a mis seguidores.
Angie
PS: Consejo para novatos en esto del sexo anal, lo de los besos y lamiditas seguidos por un pequeño soplido del aliento caliente del hombre les aseguro que abre muchas, muchas, llaves....
Gracias por compartir.
Besos y Lamiditas !!!
Compartamos, comentemos, apoyemos, hagamos cada vez mejor esta maravillosa Comunidad !!!
ya te extrañabaaaa
xDDDD
que poema
Entonces sentí mi culito cerrarse como un puño para luego, aliviado, abrirse como una flor
como siempre exitante
lau te sarpaste con el
relato.ahora me siento mal!
maldita vos y tu relato!!!
los maldIGOOOHHH!!!!
(segui escribiendo por favor)
me calenteeeeeeeeeeeeee
jajajajajajaja que genia!!
Perfectamente reflejado!!!
me encanto!! muy, pero muy bueno!
te escribo poco por que tengo que limpiar el reguero que hice
excelente
intenso
morboso
me gusto
Te invito a pasar pos mis post cuando puedas
Compartamos, comentemos, apoyemos, hagamos cada vez mejor esta maravillosa Comunidad !!!
Excelente!
lauryyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy!!!!!! carajo como te xtrañe!!!! falta que vuelva luly y estoy feliz.
che que impresionante relato primero todo el intro con tu típica gracia e ironía sos tan picara 🙎♂️ 🙎♂️ 🙎♂️
y después ese fogoso relato del anal,no se no tengo palabras hoy leí el tuyo y el relato de lady kary!! y la verdad me mataron son tan grosas que me da cosita siquiera intentar escribir 😬 pero soy feliz de tenerlas como amigas me encanto tu obra excelente y tan excitante que si DDVERNY no me hace la cola mañana cuando vuelva del laburo me muero... 🙎♂️ 😀 😀 mañana vuelvo con puntos lo prometo besitos 😉
Esta frase me mato 😀
Nunca nada había sido tan intenso, no importaba si aquello era placer o era dolor
🙎♂️ 🙎♂️ 🙎♂️ 🙎♂️
🤤 🤤 🤤 🤤 🤤 Espectacular relato,para volarte la cabeza 🤤 🤤 🤤
Gracias.
Hermoso texto, un gustazo!
Saludos!! 😉
Ocho millones de gracias!!!!!!
Gracias por tu relato!
Besote!
esta frase me dejo loco solo de imaginarlo sentí mi culito cerrarse como un puño para luego, aliviado, abrirse como una flor
Volvimos con simbólicos puntos de reconocimiento !!!
intenso y sincero
se agradece
+2
+ 5
volvi a saldar mi deuda te re quiero laury 😉 😉 😉 +10