Hace una semana que vive en casa mi sobrina Raquel, ella es del interior y vino a Buenos Aires a estudiar... Hasta que encuentre alojamiento, le damos un lugar en casa. Ella tiene 18 años... Y apenas la conocíamos ya que hacía varios años, desde los doce, que no la veíamos...
Mi mujer le preparó el cuarto que queda al lado de la cocina, así tiene algo de independencia y no nos la estamos cruzando todo el tiempo... la única dificultad que encontramos es el baño... pero con un poco de voluntad todos, podríamos superarlo.
Ese fin de semana la ayudamos a instalarse y a darle la bienvenida, enseñarle nuestra forma de vivir, para que ella se adapte y no tengamos ningún problema de convivencia. La ceremonia de entrega de las llaves y una guía de la ciudad, con transporte, para que se pudiera mover con tranquilidad y sin depender de nosotros...
La verdad es que Raquel era un poco tímida pero muy inteligente, le iba a costar un poco la adaptación a la gran ciudad, pero se la veía segura y con muchas ganas y deseos de vencer todas las trabas que pudieran imponerle.
Y así fue; salía y entraba de la casa, se movía con soltura por la ciudad y volvía agotada de cada periplo, los trámites y las distancias la tenían a mal traer.
Ni mi mujer ni yo, le podíamos dar mucha bola, ya que nuestros trabajos, no alejaban de casa y llegábamos casi para cenar... comíamos los tres juntos, mirábamos un poco de televisión o charlábamos y luego, nosotros no íbamos a dormir y a veces ella se quedaba en el living leyendo, ya que la luz de su pieza no era de lo mejor.
Todo iba muy bien hasta que un mediodía, yo volví temprano del laburo y llegué a casa porque tuve que hacer unos trabajos cerca de casa y aproveché para no tener que volver al trabajo y estar en casa a una hora poco habitual. Tenía toda la tarde libre para mí
Llegué a casa con ganas de prepararme algo para almorzar... El calor era agobiante y así que me saqué el traje y me puse un short y una remera piojosa que amo, pero que mi mujer no me deja usar salvo para dormir... Me preparé un sanwiche, una cerveza y me tiré en el living a mirar televisión... de repente, ruido de llaves, era Raquel...
- Hola Tío!!! Que temprano llegaste...
- Si por suerte, con este calor no se puede trabajar... Si querés en la cocina hay fiambre y pan recién comprado... preparate algo...
- No tío, estoy a régimen, sino esta panza se vuelve una bola de grasa... mientras decía esto se levanta un poco la remera y queda expuesta toda su cintura... se da vuelta y se va hacia su cuarto... Tenía puesto uno de esos pantalones ajustados, de tiro corto que dejan ver su culito firme y bello y la parte de arriba de la bombacha que era negra... Por primera vez, vi a mi sobrina como una mujer y casi siento que se me para.
Termine de comer y fui a la cocina a buscar otra cerveza, la puerta de Raquel estaba entre abierta y el morbo se me despertó saqué una cerveza de la heladera y me entretuve un rato para escuchar que hacía...
- Raquel, ¿Querés una cerveza?
- Bueno.
Entré a su cuarto con la lata en la mano y la vi... estaba extendida en la cama con un top que dejaban ver la estructura de sus tetas y su perfecta formas y un pantaloncito corto de algodón que trasparentaba la bombacha negra, que ya había observado antes.
Le extendí la cerveza y ella se acomodó en la cama como invitándome a sentarme a su lado...
- Estoy muerta, me duele todo... La espada la tengo hecha pelota...
- ¿Querés que te haga un masaje?
- ¿Sabes hacer masajes?
- No hice un curso, pero sé...
- Bueno.
- Sacate todo, ponete boca a bajo y tapate con una toalla que yo voy a buscar un aceite para que los masajes...
Cuando volví a entrar ella estaba ya preparada, la toalla tapaba su cola y gran parte de las espalda y un corpiño de malla. Extendí mi mirada por todo su cuerpo y noté el nerviosismo de ambos... Era petisa, bien formada, durita...
- Yo te dije que te sacaras todo, sobre todo los anillos y los aros... - volví a mirarla y estaba estupenda - La tobillera, mi niña Nada de metal sobre tu cuerpo. T quita la energía.
Se incorporó y fue sacándose todos los adornos de su cuerpo... no la miraba para que se sienta más cómoda, mientras me calentaba las manos para el masaje. Se volvió a acomodar en la cama y esperó a que yo empiece.
Sin decir nada, le desprendí el corpiño... y vertí aceite por su espalda... corrí la toalla que le cubría el culo y note que tenía puesta la bombacha de una malla...
- Raquel, te dije que te sacaras todo... Sus manos bajaron por su cintura y desataron los costados de la malla, se movió un poco y tiró la parte de abajo de su malla al piso. Eso me puso al palo. Me controlé como pude. Hubiera recogido esa bombacha para olerla, para saber de antemano a que olía su flujo pero me contuve para dedicarme al masaje.
Su espalda pequeña brillaba y mis manos se movían en ella con firmeza y lentamente.
- Ahí, si, ahí me duele... yo frotaba su piel y la miraba con todos los deseos...
- Después de este recalentamiento voy a empezar el masaje... - corrí la toalla hasta que se insinuaba la raya del culo y fui subiendo mis manos hasta los hombros, ella lo estaba disfrutando al mango. Cada vez que podía iba corriendo la toalla de forma sutil, con el brazo o con el roce de mi cuerpo y mis manos se deslizaban por su cintura hasta casi tocar sus senos. Ella estaba muy relajada y los nervios le habían pasado.
Cuando terminé con la espalda extendí la toalla y la dejé sobre su espalda cubriéndole el culo pero también la parte recientemente masajeada... Ahora lo que se podía vislumbrar era el nacimiento de sus piernas... volví a derramar el aceite, pero esta vez en sus piernas... lo desparramé por ellas hasta llegar al tobillo, luego me puse un poco más en mis manos y me dediqué a sus pies... Esto le daba gran placer y la hacía murmurar cosas que no podía entender... pero no la quería sacar de su concentración así que yo hacía mi trabajo en silencio. Cuando noté que estaba gozando de mi masaje empecé a subir por sus tobillos y pantorrillas dedicándome muy concienzudamente a cada centímetro de su piel.
Estaba tan entregada que me fue fácil aprovechar ese momento para abrirle las piernas... pude observar que ella se dejaba hacer sin miedo... y además ese movimiento puso en esplendor su cola y los primeros pendejos se escapaban... Seguí subiendo por sus muslos sin saber a ciencia cierta donde iba a acabar... Todo se daba con tanta naturalidad que me animé a ponerme un poco más de aceite en las manos y sacar la toalla de su cola. Después de frotarlas un poco fui subiendo hasta las nalgas y acaricié y masajié su cola con gran dedicación... Si bien había llegado hasta un punto sin retorno, ella no daba ningún indicio de estar caliente, pero tampoco se quejaba, ni daba síntomas de incomodada... ¿Qué hago?
- ¿Te gustó? – haciendo de cuenta que la sesión había terminado.
- Si pero quiero que sigas haciéndolo.
- ¿Algún lugar en especial? Dije yo como haciéndome el desentendido.
Se incorporó un poco dejando ver un poco más sus hermosas tetas... no podía ya disimular mi erección...
Ella se sonrió y miró justo allí.. Se dio vuelta dejando sus senos a la vista... y la toalla apenas tapaba un poco de su pubis... Tocó mi mejilla sudada y dejó caer, lentamente su mano rozando mi pecho hasta dejarla muerta en mi muslo, cerca, muy cerca de mi bulto... No dejó pasar ni un segundo y empezó a mover su mano sobre mi pija sobre el pantalón de forma sutil y fuerte.
- Vení Tío, vení...
Cogimos como locos, por más de dos horas...
Mi mujer le preparó el cuarto que queda al lado de la cocina, así tiene algo de independencia y no nos la estamos cruzando todo el tiempo... la única dificultad que encontramos es el baño... pero con un poco de voluntad todos, podríamos superarlo.
Ese fin de semana la ayudamos a instalarse y a darle la bienvenida, enseñarle nuestra forma de vivir, para que ella se adapte y no tengamos ningún problema de convivencia. La ceremonia de entrega de las llaves y una guía de la ciudad, con transporte, para que se pudiera mover con tranquilidad y sin depender de nosotros...
La verdad es que Raquel era un poco tímida pero muy inteligente, le iba a costar un poco la adaptación a la gran ciudad, pero se la veía segura y con muchas ganas y deseos de vencer todas las trabas que pudieran imponerle.
Y así fue; salía y entraba de la casa, se movía con soltura por la ciudad y volvía agotada de cada periplo, los trámites y las distancias la tenían a mal traer.
Ni mi mujer ni yo, le podíamos dar mucha bola, ya que nuestros trabajos, no alejaban de casa y llegábamos casi para cenar... comíamos los tres juntos, mirábamos un poco de televisión o charlábamos y luego, nosotros no íbamos a dormir y a veces ella se quedaba en el living leyendo, ya que la luz de su pieza no era de lo mejor.
Todo iba muy bien hasta que un mediodía, yo volví temprano del laburo y llegué a casa porque tuve que hacer unos trabajos cerca de casa y aproveché para no tener que volver al trabajo y estar en casa a una hora poco habitual. Tenía toda la tarde libre para mí
Llegué a casa con ganas de prepararme algo para almorzar... El calor era agobiante y así que me saqué el traje y me puse un short y una remera piojosa que amo, pero que mi mujer no me deja usar salvo para dormir... Me preparé un sanwiche, una cerveza y me tiré en el living a mirar televisión... de repente, ruido de llaves, era Raquel...
- Hola Tío!!! Que temprano llegaste...
- Si por suerte, con este calor no se puede trabajar... Si querés en la cocina hay fiambre y pan recién comprado... preparate algo...
- No tío, estoy a régimen, sino esta panza se vuelve una bola de grasa... mientras decía esto se levanta un poco la remera y queda expuesta toda su cintura... se da vuelta y se va hacia su cuarto... Tenía puesto uno de esos pantalones ajustados, de tiro corto que dejan ver su culito firme y bello y la parte de arriba de la bombacha que era negra... Por primera vez, vi a mi sobrina como una mujer y casi siento que se me para.
Termine de comer y fui a la cocina a buscar otra cerveza, la puerta de Raquel estaba entre abierta y el morbo se me despertó saqué una cerveza de la heladera y me entretuve un rato para escuchar que hacía...
- Raquel, ¿Querés una cerveza?
- Bueno.
Entré a su cuarto con la lata en la mano y la vi... estaba extendida en la cama con un top que dejaban ver la estructura de sus tetas y su perfecta formas y un pantaloncito corto de algodón que trasparentaba la bombacha negra, que ya había observado antes.
Le extendí la cerveza y ella se acomodó en la cama como invitándome a sentarme a su lado...
- Estoy muerta, me duele todo... La espada la tengo hecha pelota...
- ¿Querés que te haga un masaje?
- ¿Sabes hacer masajes?
- No hice un curso, pero sé...
- Bueno.
- Sacate todo, ponete boca a bajo y tapate con una toalla que yo voy a buscar un aceite para que los masajes...
Cuando volví a entrar ella estaba ya preparada, la toalla tapaba su cola y gran parte de las espalda y un corpiño de malla. Extendí mi mirada por todo su cuerpo y noté el nerviosismo de ambos... Era petisa, bien formada, durita...
- Yo te dije que te sacaras todo, sobre todo los anillos y los aros... - volví a mirarla y estaba estupenda - La tobillera, mi niña Nada de metal sobre tu cuerpo. T quita la energía.
Se incorporó y fue sacándose todos los adornos de su cuerpo... no la miraba para que se sienta más cómoda, mientras me calentaba las manos para el masaje. Se volvió a acomodar en la cama y esperó a que yo empiece.
Sin decir nada, le desprendí el corpiño... y vertí aceite por su espalda... corrí la toalla que le cubría el culo y note que tenía puesta la bombacha de una malla...
- Raquel, te dije que te sacaras todo... Sus manos bajaron por su cintura y desataron los costados de la malla, se movió un poco y tiró la parte de abajo de su malla al piso. Eso me puso al palo. Me controlé como pude. Hubiera recogido esa bombacha para olerla, para saber de antemano a que olía su flujo pero me contuve para dedicarme al masaje.
Su espalda pequeña brillaba y mis manos se movían en ella con firmeza y lentamente.
- Ahí, si, ahí me duele... yo frotaba su piel y la miraba con todos los deseos...
- Después de este recalentamiento voy a empezar el masaje... - corrí la toalla hasta que se insinuaba la raya del culo y fui subiendo mis manos hasta los hombros, ella lo estaba disfrutando al mango. Cada vez que podía iba corriendo la toalla de forma sutil, con el brazo o con el roce de mi cuerpo y mis manos se deslizaban por su cintura hasta casi tocar sus senos. Ella estaba muy relajada y los nervios le habían pasado.
Cuando terminé con la espalda extendí la toalla y la dejé sobre su espalda cubriéndole el culo pero también la parte recientemente masajeada... Ahora lo que se podía vislumbrar era el nacimiento de sus piernas... volví a derramar el aceite, pero esta vez en sus piernas... lo desparramé por ellas hasta llegar al tobillo, luego me puse un poco más en mis manos y me dediqué a sus pies... Esto le daba gran placer y la hacía murmurar cosas que no podía entender... pero no la quería sacar de su concentración así que yo hacía mi trabajo en silencio. Cuando noté que estaba gozando de mi masaje empecé a subir por sus tobillos y pantorrillas dedicándome muy concienzudamente a cada centímetro de su piel.
Estaba tan entregada que me fue fácil aprovechar ese momento para abrirle las piernas... pude observar que ella se dejaba hacer sin miedo... y además ese movimiento puso en esplendor su cola y los primeros pendejos se escapaban... Seguí subiendo por sus muslos sin saber a ciencia cierta donde iba a acabar... Todo se daba con tanta naturalidad que me animé a ponerme un poco más de aceite en las manos y sacar la toalla de su cola. Después de frotarlas un poco fui subiendo hasta las nalgas y acaricié y masajié su cola con gran dedicación... Si bien había llegado hasta un punto sin retorno, ella no daba ningún indicio de estar caliente, pero tampoco se quejaba, ni daba síntomas de incomodada... ¿Qué hago?
- ¿Te gustó? – haciendo de cuenta que la sesión había terminado.
- Si pero quiero que sigas haciéndolo.
- ¿Algún lugar en especial? Dije yo como haciéndome el desentendido.
Se incorporó un poco dejando ver un poco más sus hermosas tetas... no podía ya disimular mi erección...
Ella se sonrió y miró justo allí.. Se dio vuelta dejando sus senos a la vista... y la toalla apenas tapaba un poco de su pubis... Tocó mi mejilla sudada y dejó caer, lentamente su mano rozando mi pecho hasta dejarla muerta en mi muslo, cerca, muy cerca de mi bulto... No dejó pasar ni un segundo y empezó a mover su mano sobre mi pija sobre el pantalón de forma sutil y fuerte.
- Vení Tío, vení...
Cogimos como locos, por más de dos horas...
2 comentarios - El Masaje
Muchas gracias por el aporte, segui asi!!!!
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