Sucedió hace un año más o menos. Yo estaba trabajando para una empresa de estudios de Mercado multinacional y habíamos hecho un análisis en mi país para la casa matriz que está en Miami. Ya enviado el trabajo me llamaron que querían cotejar los datos pero que necesitaban que viajara para allá. Como mi hermana, 10 años mayor a mi, vive desde hace muchos años allá me las arreglé para llegar a su casa la semana que duraría el trabajo. Ella se puso muy contenta ya que no nos habíamos visto hace...
mucho tiempo y con su viudez y sus dos hijos estudiando fuera estaba prácticamente sola. Además me prestaría el auto de sus hijos que lo tenía en su casa aún. Era un negocio adicional ya que me pagaban estadía y alquiler de vehículo.
Cuando llegué mi hermana me recibió muy cariñosamente y no paraba de tener atenciones conmigo, la primera noche nos quedamos conversando largo de los viejos tiempos, como a las 2 de la mañana nos fuimos a dormir, ya que al día siguiente ella tenía que ir a su trabajo y yo a la oficina que es a lo que fui.
A la mañana siguiente me desperté temprano y salí del dormitorio, me tope con mi hermana dirigiéndose hacia su cuarto por un amplio corredor, traía puesto un babydoll blanco transparente, le llegaba a cubrir sus muslos. Tras él se veía su bronceado cuerpo cultivado con las sesiones de gimnasio que me había comentado la noche anterior, resaltaba una Hermosa tanga blanca que se le introducía entre sus nalgas y describían una “ye” que moldeaba una cintura, que aunque no muy delgada, describía un par de nalgas firmes y bronceadas que me dejaron perplejo! Un “Epa!!!” me salió del alma y ella se volteó entre asustada y le dije: “si no fueras mi hermana…!!!. Ella con cara de pícara me respondió: “Y si no fuera tu hermana qué?” Yo no tuve mas remedio que tratar de salir al paso sin lograrlo, porque le dije: “Si no fueras mi hermana me lanzaría encima tuyo y por Dios que te…!” parando automáticamente. Los dos nos echamos a reir en una situación que aunque incómoda, era entre dos hermanos. Ahí me corroboró sus idas al gimnasio y largas exposiciones al sol en la playa frente a su casa y en su piscina.
Luego de desayunar y darme un duchazo me despedí de mi hermana con la calentura que había despertado en mí ella y su tonificado semidesnudo!
Ya en la oficina mientras trabajaba, me costaba un poco concentrarme y me repetía la respuesta mía, pero ahora que no estaba terminaba la frase con un “.. y por Dios que te pegara una culeada hasta hacerte reventar!!!” La risa fue mi principal amigo esa mañana y tarde. Me llegaron a decir la trillada frase del que solo se ríe, de sus picardías se acuerda!. La verdad es que estaba impactado de que mi hermana de 50 años esté mucho mejor que cuando yo era pequeño y ella una señorita!
Cuando regresé a la casa tipo 6 de la tarde, el sol estaba aún encendido ya que en verano oscurece a las 9 de la noche o más, y la encontré en la piscina, con un bikini normal disfrutando del calorcito de la Florida y la suave brisa del mar. Al saludarla y verla semidesnuda otra vez me refrescó la memoria, lo que nos hizo tener la misma sonrisa pícara de la mañana. Ella me preguntó que como me había ido, yo le conté como había estado mi día y terminé con la frase: “ y cuando regreso a casa me encuentro con una tremenda morena tomando sol en la piscina, ayyy pero si no fuera mi hermana!” Nos reimos mucho y desde ese momento la frase que sonaba al final de cualquier cosa era si no fueras mi hermana.
Salimos a cenar en un restaurante italiano a la orilla del mar, tomamos vino y pasamos una noche super especial. De regreso, con la botella de vino que nos tomamos y la camaradería que estabamos teniendo como nunca antes, nos despedimos con la frase de la temporada “ Si no fueras mi hermana me metería a tu cuarto a dormir”. Cuando quieras, me respondió. Pero te pones tu babydoll de la mañana, le dije! Claro me replicó ella! La verdad es que ganas de entrar no me faltaron, pero no era lo apropiado. Llamé a mi casa, hablé con mi mujer a contarle el día, claro, todo menos la frase, jeje! Me bañe y me acosté a dormir rendido del primer día.
Al otro día en la manãna todo seguía igual, aunque ya no alcancé al babydoll! Me dirigí a su cuarto para saludarle pero no estaba, había salido ya porque tenía un asunto pendiente y me dejó una nota en la cocina con el desayuno preparado que decía además del mensaje la frase: “si no fuera tu hermana”. Cuando subí a mi cuarto me entró una curiosidad loca por entrar y buscar la tanga y el babydoll, entre sustos me metí en su cuarto, revisé bajo la almohada pero no estaba, luego entré en su baño y en el cesto de la ropa sucia, como dejado a propósito estaba su tanga blanca. Sin pensarlo la tomé y me la llevé a la cara, aspirando un profundo y delicioso olor a mujer. Para ese momento mi pija estaba ya crecida y me la sobé por un rato sobre el boxer mientras olía tan deliciosa prenda. Como ya me hacía tarde me tocó dejarla allí y salir disparado a trabajar.
Mis pensamientos ese día ya estaban encendidos a regresar corriendo a la casa para ver que más podía lograr. Pero ese día fue extenuante y regresé con un dolor de espalda a la casa que me partía. Cuando llegué mi hermana me dijo que tenía un gel buenísimo para eso y que me lo pondría a lo que me acostara luego de bañarme. Cuando me estaba bañando, y como tengo la costumbre de no poner seguro a la puerta, ella entró a buscar algo preguntándome ya salía, yo que aunque algo adolorido, estaba dándome un delicioso baño con bastante espuma le respondí que enseguida salía.
Ella estaba con una pijama no tan expuesta pero bastante sexy, estaba peinada y olía a un dulce y ligero perfume. Yo en mi boxer de dormir con la toalla secándome la cabeza la examiné de pies a cabeza, ella disimulando un poco me dijo, bueno ahora si, acuéstate que te voy a hacer una masaje como si no fuera tu hermana! Entre risas me acosté boca abajo y ella me pidió me relajase. El masaje empezó con un frío especial del famoso gel recorriendo mi espalda. Caricias suaves y fuertes me hacían estremecer desde el cuello hasta la parte baja de mi espalda, los costados. Voy bien me repetía, muy bien le decía yo, ni pareces mi hermana! Cuando ya se estaba aburriendo de la espalda me dijo te voy a dar un masaje completo ya que veo que está tan efectivo. La verdad es que me sentía en las nubes, que también tendría ese famoso gel, pero tenía una relajación extrema y lo estaba disfrutando bastante. Ella me puso el gel en las piernas y comenzó a sobarlas. Sus manos subían y bajaban con firmeza y cada vez se acercaban más a mi zona erógena, digo, mi boxer. De vez en cuando metía sus dedos debajo de ellos con lo que me comencé a excitar y mi pene comenzó a crecer. Ella como que lo notó y su voz comenzó a ser cada vez más cálida y sexy. “Te gusta” me preguntó, yo le dije que “a lo bestia”, y ella me preguntó: “puedo?” mientras subía hacia mis nalgas con el masaje, ya ni la respuesta atiné a darle cuando comenzó un delicioso masaje con ambas manos. De un lado al otro, con suaves pasadas de sus dedos y leves roces de sus largas uñas por toda la línea que divide mis nalgas que se paseaban alrededor de mi culo. Esa tontera me estaba poniendo a millón. De vez en cuando sus manos llegaban a la base de mis testículos, en los que podía sentir mi pene totalmente erecto.
Cada vez que trataba de voltearme para verla me decía: “quieto, qué quieres ver?” Nada, le decía yo, solo que ya mismo me toca a mí. Ella solo se reía. El siguiente intento que hice me pareció ver piel desnuda, cuando hice un poco más de fuerza, la vi. Me estaba dando un masaje con su pecho totalmente destapado, con sus ojos semicerrados y con una cara de estar disfrutando mucho. Cuando abrió sus ojos, y al ver los míos que le estaban observando atónitos, y casi sin sorprenderse me dijo, “mierda si no fueras mi hermano!” Ya no hubo risas pícaras, en ese momento la excitación era tal que solo nos quedamos viendo y nuestros cuerpos se comenzaron a acercar poco a poco. Sus manos, que no se desprendieron nunca de mi cuerpo, comenzaron a subir. Lentamente comencé a girar y mis dedos hicieron contacto con su piel, su cuello y luego suavemente sus senos fueron mi primera experiencia corporal con ella. Poco a poco fuimos acomodándonos, con miedo pero venciendo las inhibiciones, comenzamos a abrazarnos y a acariciarnos. Lo que quedaba de su pijama era únicamente otra tanga delgada y blanca, mi boxer se salió casi sin pensarlo y fue a parar de sus manos a su boca. Mis manos, en cambio, se fueron a recorrer su espalda y bajaban en búsqueda de sus nalgas y un poco más allá. Retiré su tanga. El contoneo de nuestros cuerpos terminó en un acalorado 69 en el que el gel y nuestros fluidos se mezclaban en un mar de gemidos y lengüetazos, chupadas y lamidas que hacían que nuestras bocas, nuestras glándulas sudoríparas y su deliciosa entrepierna nos dieran un delicioso banquete que los estábamos disfrutando como nunca nos habíamos imaginado. El penetrarla, que en condiciones normales, no lo hubiera hecho fue solo la continuación de una serie de coqueteos que habíamos mantenido esos dos días. Mi pene ingresó en ella como cuchillo caliente en mantequilla, chocó con el fondo marcando el inicio de una larga sesión de embates que le hacían estremecer. Luego de que nuestros cuerpos se fundieran por el lapso de una media hora y después de que mi cuerpo me pidiese a gritos apurar el paso, desde lo más profundo de mis testículos sentí que me dilataba dejando salir de mí un caliente chorro de semen que fue a parar al fondo de sus entrañas, recibido por un orgasmo que hacia palpitar las paredes de su vagina como tratando de absorber todo cuanto salía desde dentro de mí. Quedamos abrazados durante largos minutos, en los que porco a poco comenzó a hacer efecto la culpa y el susto de lo que habíamos hecho!!! Incesto familiar!, pecado! y un montón de sentimientos más que se fueron disipando con el sueño hasta quedar profundamente dormidos en un abrazo que no queríamos que acabara para no asumir la realidad de lo que nos había sucedido.
Al otro día, nos comenzamos a despertar, nos quedamos mirando fijamente sin decirnos nada, ella se levantó y salió a su cuarto, yo me metí en la ducha. Desayunamos casi sin hablarnos, no sabíamos lo que había pasado. Fimos a trabajar cada uno, sin dejar de pensar en lo sucedido. A la noche regresamos, comimos algo y como que nuestras dudas se fueron aclarando. Casi sin pensarlo nos fuimos a su dormitorio y repetimos la sesión. Durante esa semana hicimos las locuras que nunca pensamos que podían darse. Cuando regresé, no se si sería porque ella vive lejos o porque el descaro que habíamos alcanzado juntos, no tuve sentimientos de culpa ni remordimientos de lo que había pasado.
mucho tiempo y con su viudez y sus dos hijos estudiando fuera estaba prácticamente sola. Además me prestaría el auto de sus hijos que lo tenía en su casa aún. Era un negocio adicional ya que me pagaban estadía y alquiler de vehículo.
Cuando llegué mi hermana me recibió muy cariñosamente y no paraba de tener atenciones conmigo, la primera noche nos quedamos conversando largo de los viejos tiempos, como a las 2 de la mañana nos fuimos a dormir, ya que al día siguiente ella tenía que ir a su trabajo y yo a la oficina que es a lo que fui.
A la mañana siguiente me desperté temprano y salí del dormitorio, me tope con mi hermana dirigiéndose hacia su cuarto por un amplio corredor, traía puesto un babydoll blanco transparente, le llegaba a cubrir sus muslos. Tras él se veía su bronceado cuerpo cultivado con las sesiones de gimnasio que me había comentado la noche anterior, resaltaba una Hermosa tanga blanca que se le introducía entre sus nalgas y describían una “ye” que moldeaba una cintura, que aunque no muy delgada, describía un par de nalgas firmes y bronceadas que me dejaron perplejo! Un “Epa!!!” me salió del alma y ella se volteó entre asustada y le dije: “si no fueras mi hermana…!!!. Ella con cara de pícara me respondió: “Y si no fuera tu hermana qué?” Yo no tuve mas remedio que tratar de salir al paso sin lograrlo, porque le dije: “Si no fueras mi hermana me lanzaría encima tuyo y por Dios que te…!” parando automáticamente. Los dos nos echamos a reir en una situación que aunque incómoda, era entre dos hermanos. Ahí me corroboró sus idas al gimnasio y largas exposiciones al sol en la playa frente a su casa y en su piscina.
Luego de desayunar y darme un duchazo me despedí de mi hermana con la calentura que había despertado en mí ella y su tonificado semidesnudo!
Ya en la oficina mientras trabajaba, me costaba un poco concentrarme y me repetía la respuesta mía, pero ahora que no estaba terminaba la frase con un “.. y por Dios que te pegara una culeada hasta hacerte reventar!!!” La risa fue mi principal amigo esa mañana y tarde. Me llegaron a decir la trillada frase del que solo se ríe, de sus picardías se acuerda!. La verdad es que estaba impactado de que mi hermana de 50 años esté mucho mejor que cuando yo era pequeño y ella una señorita!
Cuando regresé a la casa tipo 6 de la tarde, el sol estaba aún encendido ya que en verano oscurece a las 9 de la noche o más, y la encontré en la piscina, con un bikini normal disfrutando del calorcito de la Florida y la suave brisa del mar. Al saludarla y verla semidesnuda otra vez me refrescó la memoria, lo que nos hizo tener la misma sonrisa pícara de la mañana. Ella me preguntó que como me había ido, yo le conté como había estado mi día y terminé con la frase: “ y cuando regreso a casa me encuentro con una tremenda morena tomando sol en la piscina, ayyy pero si no fuera mi hermana!” Nos reimos mucho y desde ese momento la frase que sonaba al final de cualquier cosa era si no fueras mi hermana.
Salimos a cenar en un restaurante italiano a la orilla del mar, tomamos vino y pasamos una noche super especial. De regreso, con la botella de vino que nos tomamos y la camaradería que estabamos teniendo como nunca antes, nos despedimos con la frase de la temporada “ Si no fueras mi hermana me metería a tu cuarto a dormir”. Cuando quieras, me respondió. Pero te pones tu babydoll de la mañana, le dije! Claro me replicó ella! La verdad es que ganas de entrar no me faltaron, pero no era lo apropiado. Llamé a mi casa, hablé con mi mujer a contarle el día, claro, todo menos la frase, jeje! Me bañe y me acosté a dormir rendido del primer día.
Al otro día en la manãna todo seguía igual, aunque ya no alcancé al babydoll! Me dirigí a su cuarto para saludarle pero no estaba, había salido ya porque tenía un asunto pendiente y me dejó una nota en la cocina con el desayuno preparado que decía además del mensaje la frase: “si no fuera tu hermana”. Cuando subí a mi cuarto me entró una curiosidad loca por entrar y buscar la tanga y el babydoll, entre sustos me metí en su cuarto, revisé bajo la almohada pero no estaba, luego entré en su baño y en el cesto de la ropa sucia, como dejado a propósito estaba su tanga blanca. Sin pensarlo la tomé y me la llevé a la cara, aspirando un profundo y delicioso olor a mujer. Para ese momento mi pija estaba ya crecida y me la sobé por un rato sobre el boxer mientras olía tan deliciosa prenda. Como ya me hacía tarde me tocó dejarla allí y salir disparado a trabajar.
Mis pensamientos ese día ya estaban encendidos a regresar corriendo a la casa para ver que más podía lograr. Pero ese día fue extenuante y regresé con un dolor de espalda a la casa que me partía. Cuando llegué mi hermana me dijo que tenía un gel buenísimo para eso y que me lo pondría a lo que me acostara luego de bañarme. Cuando me estaba bañando, y como tengo la costumbre de no poner seguro a la puerta, ella entró a buscar algo preguntándome ya salía, yo que aunque algo adolorido, estaba dándome un delicioso baño con bastante espuma le respondí que enseguida salía.
Ella estaba con una pijama no tan expuesta pero bastante sexy, estaba peinada y olía a un dulce y ligero perfume. Yo en mi boxer de dormir con la toalla secándome la cabeza la examiné de pies a cabeza, ella disimulando un poco me dijo, bueno ahora si, acuéstate que te voy a hacer una masaje como si no fuera tu hermana! Entre risas me acosté boca abajo y ella me pidió me relajase. El masaje empezó con un frío especial del famoso gel recorriendo mi espalda. Caricias suaves y fuertes me hacían estremecer desde el cuello hasta la parte baja de mi espalda, los costados. Voy bien me repetía, muy bien le decía yo, ni pareces mi hermana! Cuando ya se estaba aburriendo de la espalda me dijo te voy a dar un masaje completo ya que veo que está tan efectivo. La verdad es que me sentía en las nubes, que también tendría ese famoso gel, pero tenía una relajación extrema y lo estaba disfrutando bastante. Ella me puso el gel en las piernas y comenzó a sobarlas. Sus manos subían y bajaban con firmeza y cada vez se acercaban más a mi zona erógena, digo, mi boxer. De vez en cuando metía sus dedos debajo de ellos con lo que me comencé a excitar y mi pene comenzó a crecer. Ella como que lo notó y su voz comenzó a ser cada vez más cálida y sexy. “Te gusta” me preguntó, yo le dije que “a lo bestia”, y ella me preguntó: “puedo?” mientras subía hacia mis nalgas con el masaje, ya ni la respuesta atiné a darle cuando comenzó un delicioso masaje con ambas manos. De un lado al otro, con suaves pasadas de sus dedos y leves roces de sus largas uñas por toda la línea que divide mis nalgas que se paseaban alrededor de mi culo. Esa tontera me estaba poniendo a millón. De vez en cuando sus manos llegaban a la base de mis testículos, en los que podía sentir mi pene totalmente erecto.
Cada vez que trataba de voltearme para verla me decía: “quieto, qué quieres ver?” Nada, le decía yo, solo que ya mismo me toca a mí. Ella solo se reía. El siguiente intento que hice me pareció ver piel desnuda, cuando hice un poco más de fuerza, la vi. Me estaba dando un masaje con su pecho totalmente destapado, con sus ojos semicerrados y con una cara de estar disfrutando mucho. Cuando abrió sus ojos, y al ver los míos que le estaban observando atónitos, y casi sin sorprenderse me dijo, “mierda si no fueras mi hermano!” Ya no hubo risas pícaras, en ese momento la excitación era tal que solo nos quedamos viendo y nuestros cuerpos se comenzaron a acercar poco a poco. Sus manos, que no se desprendieron nunca de mi cuerpo, comenzaron a subir. Lentamente comencé a girar y mis dedos hicieron contacto con su piel, su cuello y luego suavemente sus senos fueron mi primera experiencia corporal con ella. Poco a poco fuimos acomodándonos, con miedo pero venciendo las inhibiciones, comenzamos a abrazarnos y a acariciarnos. Lo que quedaba de su pijama era únicamente otra tanga delgada y blanca, mi boxer se salió casi sin pensarlo y fue a parar de sus manos a su boca. Mis manos, en cambio, se fueron a recorrer su espalda y bajaban en búsqueda de sus nalgas y un poco más allá. Retiré su tanga. El contoneo de nuestros cuerpos terminó en un acalorado 69 en el que el gel y nuestros fluidos se mezclaban en un mar de gemidos y lengüetazos, chupadas y lamidas que hacían que nuestras bocas, nuestras glándulas sudoríparas y su deliciosa entrepierna nos dieran un delicioso banquete que los estábamos disfrutando como nunca nos habíamos imaginado. El penetrarla, que en condiciones normales, no lo hubiera hecho fue solo la continuación de una serie de coqueteos que habíamos mantenido esos dos días. Mi pene ingresó en ella como cuchillo caliente en mantequilla, chocó con el fondo marcando el inicio de una larga sesión de embates que le hacían estremecer. Luego de que nuestros cuerpos se fundieran por el lapso de una media hora y después de que mi cuerpo me pidiese a gritos apurar el paso, desde lo más profundo de mis testículos sentí que me dilataba dejando salir de mí un caliente chorro de semen que fue a parar al fondo de sus entrañas, recibido por un orgasmo que hacia palpitar las paredes de su vagina como tratando de absorber todo cuanto salía desde dentro de mí. Quedamos abrazados durante largos minutos, en los que porco a poco comenzó a hacer efecto la culpa y el susto de lo que habíamos hecho!!! Incesto familiar!, pecado! y un montón de sentimientos más que se fueron disipando con el sueño hasta quedar profundamente dormidos en un abrazo que no queríamos que acabara para no asumir la realidad de lo que nos había sucedido.
Al otro día, nos comenzamos a despertar, nos quedamos mirando fijamente sin decirnos nada, ella se levantó y salió a su cuarto, yo me metí en la ducha. Desayunamos casi sin hablarnos, no sabíamos lo que había pasado. Fimos a trabajar cada uno, sin dejar de pensar en lo sucedido. A la noche regresamos, comimos algo y como que nuestras dudas se fueron aclarando. Casi sin pensarlo nos fuimos a su dormitorio y repetimos la sesión. Durante esa semana hicimos las locuras que nunca pensamos que podían darse. Cuando regresé, no se si sería porque ella vive lejos o porque el descaro que habíamos alcanzado juntos, no tuve sentimientos de culpa ni remordimientos de lo que había pasado.
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