Hola, me gustaria compartir con ustedes algunas cosas que escribo en mis ratos libres, este es el primero por lo tanto el mas tranquilo de mis escritos, espero que les guste. Besos.
El primer pene que vi
Mi adolescencia pasaba más que tranquila, solo un beso furtivo de un noviecito en la niñez marcaba mi historial amoroso, diecisiete años casi vacíos, una niña buena, cuando lo conocí a él. Un hombre de verdad que descubrió en mí un cuerpo de mujer, treinta años, alto, de manos grandes y curiosas, palabras fáciles y cariñosas, me conquistó. Nada sabía de su vida pues nos conocimos en un tren, solo treinta minutos cada día bastaron para fortalecer nuestra unión, y me enamoré, o al menos eso pensé, sus besos eran el mundo para mí, no pensaba en nada más, ansiaba sus abrazos protectores, me perdía en sus ojos café que reflejaban mi alegría.
Toda mi experiencia sexual se basaba en un libro erótico que había encontrado bajo la almohada de mi hermano y una amiga del alma que me enseñaba poco a poco los secretos masculinos, ella era para mí, la sacerdotisa del amor, la idolatraba al verla disfrutar de la belleza de su cuerpo hecho para amar. Me contaba sus experiencias y yo me ruborizaba y la admiraba, cuando salíamos juntas, los chicos veían en ella lo que nunca verían en mí, emanaba olor a sexo, a sabiduría.
Una noche al regresar a mi casa, él me esperaba en un vagón oscuro, ansioso, expectante, tras casi tres meses de besos y caricias creyó que era el momento de buscar un poco más y yo lo deje hacer, me acarició suave, besó mis pezones vírgenes haciéndolos estremecer, buscó a tientas el inexplorado territorio entre mis piernas y encontró humedad, guió mis manos tímidas hacia su sexo que amenazaba con estallar el pantalón ceñido a él y me sobresalté, nunca había visto a un hombre desnudo , pero me tranquilizó con un tierno beso y se bajo el cierre liberando a la bestia. La luz de la luna se introdujo por la ventana y me permitió observarlo con claridad, Dios, era gigante, mis manos intentaron acariciarlo pero se perdían en semejante tamaño, imaginé lo que podría suceder si se introducía en mí y sentí pánico, el asombro era tal que me acomode cómo pude la ropa y corrí, dejándolo excitado, caliente, sorprendido y sólo, no miré atrás y me perdí, huyendo para siempre. Hoy, muchos años adelante, muchos hombres conocidos recuerdo aquel momento y no sé si realmente aquellas proporciones eran reales o el miedo me jugó una mala pasada, lo busco en el rostro de la gente por la vida pero jamás lo volví a ver, igual no pierdo la esperanza de un día encontrarlo y redimirme con él.
Fin
El primer pene que vi
Mi adolescencia pasaba más que tranquila, solo un beso furtivo de un noviecito en la niñez marcaba mi historial amoroso, diecisiete años casi vacíos, una niña buena, cuando lo conocí a él. Un hombre de verdad que descubrió en mí un cuerpo de mujer, treinta años, alto, de manos grandes y curiosas, palabras fáciles y cariñosas, me conquistó. Nada sabía de su vida pues nos conocimos en un tren, solo treinta minutos cada día bastaron para fortalecer nuestra unión, y me enamoré, o al menos eso pensé, sus besos eran el mundo para mí, no pensaba en nada más, ansiaba sus abrazos protectores, me perdía en sus ojos café que reflejaban mi alegría.
Toda mi experiencia sexual se basaba en un libro erótico que había encontrado bajo la almohada de mi hermano y una amiga del alma que me enseñaba poco a poco los secretos masculinos, ella era para mí, la sacerdotisa del amor, la idolatraba al verla disfrutar de la belleza de su cuerpo hecho para amar. Me contaba sus experiencias y yo me ruborizaba y la admiraba, cuando salíamos juntas, los chicos veían en ella lo que nunca verían en mí, emanaba olor a sexo, a sabiduría.
Una noche al regresar a mi casa, él me esperaba en un vagón oscuro, ansioso, expectante, tras casi tres meses de besos y caricias creyó que era el momento de buscar un poco más y yo lo deje hacer, me acarició suave, besó mis pezones vírgenes haciéndolos estremecer, buscó a tientas el inexplorado territorio entre mis piernas y encontró humedad, guió mis manos tímidas hacia su sexo que amenazaba con estallar el pantalón ceñido a él y me sobresalté, nunca había visto a un hombre desnudo , pero me tranquilizó con un tierno beso y se bajo el cierre liberando a la bestia. La luz de la luna se introdujo por la ventana y me permitió observarlo con claridad, Dios, era gigante, mis manos intentaron acariciarlo pero se perdían en semejante tamaño, imaginé lo que podría suceder si se introducía en mí y sentí pánico, el asombro era tal que me acomode cómo pude la ropa y corrí, dejándolo excitado, caliente, sorprendido y sólo, no miré atrás y me perdí, huyendo para siempre. Hoy, muchos años adelante, muchos hombres conocidos recuerdo aquel momento y no sé si realmente aquellas proporciones eran reales o el miedo me jugó una mala pasada, lo busco en el rostro de la gente por la vida pero jamás lo volví a ver, igual no pierdo la esperanza de un día encontrarlo y redimirme con él.
Fin
19 comentarios - El primer pene que vi
pero yo te ayudaria a escribir una .......
excelente.... yo no te dejaria ir por nada de l mundo jejeje 🙎♂️
muchas gracias
muchas gracias
gracias: besos
muchas gracias
muchas gracias, me alegro te haya gustado. besos.