Aclaración, este relato no es mío, lo leí hace mucho tiempo, lo guardé y ahora lo encontré en mis archivos.
Siempre fui muy unido a mi tía, por un tiempo viví con ella aunque después me mude a una casa solo. Ella vive con su familia, su esposo y sus dos hijos. Cuando vivía con ella, ella era como una madre para mí, sin embargo, dejé de de verla así el día que encontré en su habitación unas fotos de ella en bikini; el verla con poca ropa me excitó, sobretodo porque ahí descubrí que tenía más nalgas y piernas de lo que se veía cuando traía ropa normal. Lo que sí sabía, y que me gustaba, era el hecho de que ella usa tangas, siempre que se pone pantalones de vestir (especialmente los blancos) se pone tanga; por supuesto no suele notarse la tanga en los pantalones, pero en ocasiones puedo ver el triangulito que va en el coxis y así veo el color de su tanga, la cual, días después busco en el tendedero y me imagino cómo se vería ella con la tanga. En más de una ocasión, debo confesar, me sentía excitado de sus tangas que las buscaba en el cesto de la ropa sucia, me masturbaba y eyaculaba en la tanga (en la zona donde debe ir la vagina) y sentía que eyaculaba en ella.
Mas a pesar de toda esa excitación que sentía, nunca hice nada con ella, ni siquiera me insinué a ella, pues aunque fuera una mujer sexy y que me excitaba, seguía siendo mi tía y debía respetarla. Pero como en toda historia, siempre hay un PERO, y aquí el mío.
Hace unos meses, mi tía se quedó sola todo el fin de semana en su casa; sus hijos estaban de viaje con la familia que tienen en otro estado del país, ella no se fue porque se quedó acompañando a su esposo, sin embargo, a su esposo lo mandaron unos días a otra ciudad a revisar cosas de trabajo (es ingeniero). Sinceramente, que ella se quedara sola no lo vi como una oportunidad, pero las cosas pasaron solas.
El viernes salí temprano de la universidad, y antes de ir a mi departamento decidí pasar a casa de mi tía a saludarla, cuando llegué no había nadie y le escribí una nota, misma que no tuve que entregar pues ella llegó antes de que me fuera. La saludé y le pregunté que si de donde venía, me dijo que había ido a comprar unas cosas para su comida del día siguiente. Ella me dijo que se sentía triste porque pasaría el fin de semana sola y no tenía quien la acompañara ni siquiera a comer. Yo, me ofrecí para comer con ella, pues así le haría compañía, además de que yo no tendría que cocinar. Le dije que pasaría al día siguiente a eso de las 3 o 4 de la tarde para comer, ella me dijo que era una buena idea, que así ninguno de los dos comería solo.
Al día siguiente, con la mejor de las intenciones (la verdad, hasta este momento no tenía intenciones de nada más que ¡comer gratis!). Llegué a casa de mi tía a eso de las 3.25 de la tarde y ella ya tenía lista la comida. Había preparado carne con un guiso muy rico. Al terminar de comer me ofreció un tequila y ella se sirvió otro; esto ya era costumbre con nosotros después de comer (nosotros quiero decir ella, su esposo y yo); esta vez le confesé que tenía otro vicio, y fui a mi carro por unos cigarros, ella me acompañó al patio trasero de su casa y ahí nos tomamos nuestros tequilas mientras me fumaba un cigarro.
Dado que ninguno de los dos tenía compromisos, decidimos seguir tomando hasta terminarnos la botella; cuando la botella se terminó ya estábamos tomados pero no borrachos. Como en su casa hay mucho alcohol, decidimos preparar un tequila más (el tequila lo tomamos con refresco de toronja, también conocido como paloma). Salimos al patio para que yo fumara otro cigarro y ella me comenzó a decir que se sentía triste de estar sola y que la noche anterior se había sentido mal en la oscuridad de su casa, yo la comprendí pues al vivir sólo me ha pasado en ocasiones. Después del cigarro y de terminarnos nuestros tragos entramos a la casa y guardamos la botella, ella me pidió que la ayudara a subir. Cuando llegamos a su habitación la acosté y fue entonces cuando se me vino por primera vez una idea sobre tener algo con ella, ya que ambos estábamos un tanto tomados y yo bastante relajado por el cigarro.
Le dije que si quería me podía quedar a dormir en la casa, que habían tres habitaciones más en las que me podía quedar, ella me dijo que estaba bien, pero que igual se sentiría sola por no tener a nadie a su lado durmiendo; la verdad es que no sé si lo dijo para seducirme y/o invitarme a dormir con ella, o si lo dijo sólo por decir; lo que sí sé es que aproveché esa oportunidad y le dije que compartiría la cama con ella si le parecía bien. Ella dijo que estaba bien, que al final de cuentas la cama era grande y había espacio para los dos. Le pregunté que si dormiría con la ropa que traía puesta y me dijo que no, que tenía mucho calor, por lo que me ofrecí a quitarle su pantalón, misma que ella me dejó quitarle sin problemas. Al quitarle el pantalón pude ver sus piernas y sus nalgas que me encantaban; ella traía una tanga que me gustaba mucho y en la cual había eyaculado en diversas ocasiones. Le dije que me quitaría la ropa y ella se quitó la blusa, quedando únicamente en ropa interior los dos.
Guiado por el deseo y la excitación comencé a masajear sus nalgas, se las abrí un poco y pude ver como su tanga le cubría en parte su ano (cabe mencionar que ella estaba totalmente depilada tanto en su vagina como su ano). Ella me miró y pensé que se molestaría, pero no lo hizo, por el contrario me preguntó con voz seductora ‘¿entonces harás el papel completo de mi marido esta noche?’ a lo que yo respondí ‘si no le molesta, yo estaré encantado’ ella no dijo nada pero se desabrochó el sostén y se lo quitó, dejando sus pechos al aire (mismos que aunque no son muy grandes son muy bonitos, pezones oscuros y chiquitos). Yo le quité la tanga y me puse encima de ella para besarla, mientras la besaba, ella me quitó mi calzoncillo. Desnudos nos seguimos besando y nuestros cuerpos se rozaban. Los vellos en crecimiento de su vagina rozaban el glande de mi pene y me excitaban.
Me hinqué a un lado de la cama y abrí sus piernas frente a mi cara; a mí siempre me ha gustado hacer sexo oral a las mujeres, y no desaproveché la oportunidad que tenía de saborear sus jugos vaginales. Comencé con movimientos lentos de abajo a arriba, luego jugué con su clítoris y luego introduje mi lengua lo más al fondo que pude dentro de su vagina. Alterné estos movimientos por un tiempo hasta que tuvo un orgasmo en mi boca (por supuesto que no fue un squirting, pero sus fluidos aumentaron y eso me excitó más). Ella me jaló del cabello hacia ella y me besó con intensidad por unos segundos; separó sus labios de los míos y me dijo que era ella ahora quien usaría su boca.
Dado que las mujeres con las que había tenido relaciones no eran buenas haciendo sexo oral, no estaba acostumbrado y al principio sentí algunas cosquillas cuando ella pasaba su lengua por mi pene y mis testículos, pero me fui acostumbrando y los lengüetazos en mi glande no me provocaban más cosquillas, sino mucho placer; sus succiones en mi glande eran como pequeños orgasmos y su lengua en mis testículos me hacía estremecer. No pude aguantar y terminé eyaculando en su boca. Ella se tragó mi semen y me comenzó a besar, debo decir que el sabor no era nada malo y me gustó besarla.
Creí que ahí acabaría todo, ambos habíamos tenido orgasmos. Ella se fue al baño y desde adentro me llamó, por supuesto fui. Al entrar al baño la encontré sentada en la esquina de la tina con las piernas abiertas y me dijo ‘quiero orinar, pero quiero hacerlo mientras tú orinas mi vagina’. Esto por supuesto era algo nuevo para mí, y debo confesar que me disgustaba un poco la idea, sin embargo estaba con una mujer a la que le había dedicado muchas masturbaciones, con la mujer propietaria de las tangas en las que eyaculaba. Así que me paré enfrente de ella y en un par de minutos comencé a orinar apuntando a su vagina, ella se excitó y comenzó a orinar. Por alguna razón esto me excitó y mientras seguía orinando mi pene se empezó a poner duro (aunque no mucho debido a que no había descansado lo suficiente desde la eyaculación). Cuando terminamos de orinar me hinqué y comencé a lamer su vagina húmeda de orines.
Quería penetrarla, pero ella me pidió que nos bañáramos primero, pues si regresábamos a la cama así la dejaríamos oliendo a orines. Abrió la regadera y el agua comenzó a resbalar por su cuerpo, sus pezones se pusieron duros por el frío del agua, me pegué a ella poniendo mi pene erecto en medio de sus piernas. Ella tomó el jabón y me lo pasó por todo el cuerpo, una vez que me enjabonó completo, me colocó debajo del agua para que se me quitara el jabón. Cuando quedé limpio, hice lo propio y le pasé el jabón en su cuerpo para después enjuagarla. Una vez limpios, nos secamos uno al otro con la misma toalla. Caminamos a la cama y mi pene recobró la erección que por el agua había perdido.
La empujé suavemente para acostarla en la cama y me puse encima de ella, la comencé a besar mientras con mis dedos la masturbaba, cuando sentí que se había humedecido lo suficiente, puse mi pene en la entrada de su vagina; ella colocó sus piernas alrededor de mí y me jaló para que la penetrara. Aunque lubricada, no era suficiente, por lo que hubo mucha fricción, pero eso no fue malo, fue bueno, pues ambos sentimos con intensidad el momento en que mi pene se abría paso en su vagina. Comencé con movimientos lentos para disfrutar, pero conforme mi excitación aumentaba, aumenté el ritmo al punto de que las embestidas eran golpes de mi pelvis con la suya. En cada embestida ella gemía ligeramente, y me decía que le gustaba sentir mi pene dentro de ella, que no me detuviera y que fuera más rápido. Aceleré lo más que pude hasta que no me contuve más y eyaculé (yo no lo pude notar, pero ella dijo que terminó al mismo tiempo). Mientras mi semen se alojaba en su vagina, yo me dejé caer y comencé a besarla. Estábamos muy sudados. Retiré mi pene de su vagina y un poco de semen se salió manchando las sábanas. Me levanté para apagar la luz y regresé a acostarme a su lado. Yo, tratando de incrementar mi ego le pregunté si le había gustado, a lo que ella respondió ‘no me habían cogido así desde hace mucho; hay que hacerlo más seguido’. No dijimos más, la abracé y nos quedamos dormidos. A la mañana siguiente…
Siempre fui muy unido a mi tía, por un tiempo viví con ella aunque después me mude a una casa solo. Ella vive con su familia, su esposo y sus dos hijos. Cuando vivía con ella, ella era como una madre para mí, sin embargo, dejé de de verla así el día que encontré en su habitación unas fotos de ella en bikini; el verla con poca ropa me excitó, sobretodo porque ahí descubrí que tenía más nalgas y piernas de lo que se veía cuando traía ropa normal. Lo que sí sabía, y que me gustaba, era el hecho de que ella usa tangas, siempre que se pone pantalones de vestir (especialmente los blancos) se pone tanga; por supuesto no suele notarse la tanga en los pantalones, pero en ocasiones puedo ver el triangulito que va en el coxis y así veo el color de su tanga, la cual, días después busco en el tendedero y me imagino cómo se vería ella con la tanga. En más de una ocasión, debo confesar, me sentía excitado de sus tangas que las buscaba en el cesto de la ropa sucia, me masturbaba y eyaculaba en la tanga (en la zona donde debe ir la vagina) y sentía que eyaculaba en ella.
Mas a pesar de toda esa excitación que sentía, nunca hice nada con ella, ni siquiera me insinué a ella, pues aunque fuera una mujer sexy y que me excitaba, seguía siendo mi tía y debía respetarla. Pero como en toda historia, siempre hay un PERO, y aquí el mío.
Hace unos meses, mi tía se quedó sola todo el fin de semana en su casa; sus hijos estaban de viaje con la familia que tienen en otro estado del país, ella no se fue porque se quedó acompañando a su esposo, sin embargo, a su esposo lo mandaron unos días a otra ciudad a revisar cosas de trabajo (es ingeniero). Sinceramente, que ella se quedara sola no lo vi como una oportunidad, pero las cosas pasaron solas.
El viernes salí temprano de la universidad, y antes de ir a mi departamento decidí pasar a casa de mi tía a saludarla, cuando llegué no había nadie y le escribí una nota, misma que no tuve que entregar pues ella llegó antes de que me fuera. La saludé y le pregunté que si de donde venía, me dijo que había ido a comprar unas cosas para su comida del día siguiente. Ella me dijo que se sentía triste porque pasaría el fin de semana sola y no tenía quien la acompañara ni siquiera a comer. Yo, me ofrecí para comer con ella, pues así le haría compañía, además de que yo no tendría que cocinar. Le dije que pasaría al día siguiente a eso de las 3 o 4 de la tarde para comer, ella me dijo que era una buena idea, que así ninguno de los dos comería solo.
Al día siguiente, con la mejor de las intenciones (la verdad, hasta este momento no tenía intenciones de nada más que ¡comer gratis!). Llegué a casa de mi tía a eso de las 3.25 de la tarde y ella ya tenía lista la comida. Había preparado carne con un guiso muy rico. Al terminar de comer me ofreció un tequila y ella se sirvió otro; esto ya era costumbre con nosotros después de comer (nosotros quiero decir ella, su esposo y yo); esta vez le confesé que tenía otro vicio, y fui a mi carro por unos cigarros, ella me acompañó al patio trasero de su casa y ahí nos tomamos nuestros tequilas mientras me fumaba un cigarro.
Dado que ninguno de los dos tenía compromisos, decidimos seguir tomando hasta terminarnos la botella; cuando la botella se terminó ya estábamos tomados pero no borrachos. Como en su casa hay mucho alcohol, decidimos preparar un tequila más (el tequila lo tomamos con refresco de toronja, también conocido como paloma). Salimos al patio para que yo fumara otro cigarro y ella me comenzó a decir que se sentía triste de estar sola y que la noche anterior se había sentido mal en la oscuridad de su casa, yo la comprendí pues al vivir sólo me ha pasado en ocasiones. Después del cigarro y de terminarnos nuestros tragos entramos a la casa y guardamos la botella, ella me pidió que la ayudara a subir. Cuando llegamos a su habitación la acosté y fue entonces cuando se me vino por primera vez una idea sobre tener algo con ella, ya que ambos estábamos un tanto tomados y yo bastante relajado por el cigarro.
Le dije que si quería me podía quedar a dormir en la casa, que habían tres habitaciones más en las que me podía quedar, ella me dijo que estaba bien, pero que igual se sentiría sola por no tener a nadie a su lado durmiendo; la verdad es que no sé si lo dijo para seducirme y/o invitarme a dormir con ella, o si lo dijo sólo por decir; lo que sí sé es que aproveché esa oportunidad y le dije que compartiría la cama con ella si le parecía bien. Ella dijo que estaba bien, que al final de cuentas la cama era grande y había espacio para los dos. Le pregunté que si dormiría con la ropa que traía puesta y me dijo que no, que tenía mucho calor, por lo que me ofrecí a quitarle su pantalón, misma que ella me dejó quitarle sin problemas. Al quitarle el pantalón pude ver sus piernas y sus nalgas que me encantaban; ella traía una tanga que me gustaba mucho y en la cual había eyaculado en diversas ocasiones. Le dije que me quitaría la ropa y ella se quitó la blusa, quedando únicamente en ropa interior los dos.
Guiado por el deseo y la excitación comencé a masajear sus nalgas, se las abrí un poco y pude ver como su tanga le cubría en parte su ano (cabe mencionar que ella estaba totalmente depilada tanto en su vagina como su ano). Ella me miró y pensé que se molestaría, pero no lo hizo, por el contrario me preguntó con voz seductora ‘¿entonces harás el papel completo de mi marido esta noche?’ a lo que yo respondí ‘si no le molesta, yo estaré encantado’ ella no dijo nada pero se desabrochó el sostén y se lo quitó, dejando sus pechos al aire (mismos que aunque no son muy grandes son muy bonitos, pezones oscuros y chiquitos). Yo le quité la tanga y me puse encima de ella para besarla, mientras la besaba, ella me quitó mi calzoncillo. Desnudos nos seguimos besando y nuestros cuerpos se rozaban. Los vellos en crecimiento de su vagina rozaban el glande de mi pene y me excitaban.
Me hinqué a un lado de la cama y abrí sus piernas frente a mi cara; a mí siempre me ha gustado hacer sexo oral a las mujeres, y no desaproveché la oportunidad que tenía de saborear sus jugos vaginales. Comencé con movimientos lentos de abajo a arriba, luego jugué con su clítoris y luego introduje mi lengua lo más al fondo que pude dentro de su vagina. Alterné estos movimientos por un tiempo hasta que tuvo un orgasmo en mi boca (por supuesto que no fue un squirting, pero sus fluidos aumentaron y eso me excitó más). Ella me jaló del cabello hacia ella y me besó con intensidad por unos segundos; separó sus labios de los míos y me dijo que era ella ahora quien usaría su boca.
Dado que las mujeres con las que había tenido relaciones no eran buenas haciendo sexo oral, no estaba acostumbrado y al principio sentí algunas cosquillas cuando ella pasaba su lengua por mi pene y mis testículos, pero me fui acostumbrando y los lengüetazos en mi glande no me provocaban más cosquillas, sino mucho placer; sus succiones en mi glande eran como pequeños orgasmos y su lengua en mis testículos me hacía estremecer. No pude aguantar y terminé eyaculando en su boca. Ella se tragó mi semen y me comenzó a besar, debo decir que el sabor no era nada malo y me gustó besarla.
Creí que ahí acabaría todo, ambos habíamos tenido orgasmos. Ella se fue al baño y desde adentro me llamó, por supuesto fui. Al entrar al baño la encontré sentada en la esquina de la tina con las piernas abiertas y me dijo ‘quiero orinar, pero quiero hacerlo mientras tú orinas mi vagina’. Esto por supuesto era algo nuevo para mí, y debo confesar que me disgustaba un poco la idea, sin embargo estaba con una mujer a la que le había dedicado muchas masturbaciones, con la mujer propietaria de las tangas en las que eyaculaba. Así que me paré enfrente de ella y en un par de minutos comencé a orinar apuntando a su vagina, ella se excitó y comenzó a orinar. Por alguna razón esto me excitó y mientras seguía orinando mi pene se empezó a poner duro (aunque no mucho debido a que no había descansado lo suficiente desde la eyaculación). Cuando terminamos de orinar me hinqué y comencé a lamer su vagina húmeda de orines.
Quería penetrarla, pero ella me pidió que nos bañáramos primero, pues si regresábamos a la cama así la dejaríamos oliendo a orines. Abrió la regadera y el agua comenzó a resbalar por su cuerpo, sus pezones se pusieron duros por el frío del agua, me pegué a ella poniendo mi pene erecto en medio de sus piernas. Ella tomó el jabón y me lo pasó por todo el cuerpo, una vez que me enjabonó completo, me colocó debajo del agua para que se me quitara el jabón. Cuando quedé limpio, hice lo propio y le pasé el jabón en su cuerpo para después enjuagarla. Una vez limpios, nos secamos uno al otro con la misma toalla. Caminamos a la cama y mi pene recobró la erección que por el agua había perdido.
La empujé suavemente para acostarla en la cama y me puse encima de ella, la comencé a besar mientras con mis dedos la masturbaba, cuando sentí que se había humedecido lo suficiente, puse mi pene en la entrada de su vagina; ella colocó sus piernas alrededor de mí y me jaló para que la penetrara. Aunque lubricada, no era suficiente, por lo que hubo mucha fricción, pero eso no fue malo, fue bueno, pues ambos sentimos con intensidad el momento en que mi pene se abría paso en su vagina. Comencé con movimientos lentos para disfrutar, pero conforme mi excitación aumentaba, aumenté el ritmo al punto de que las embestidas eran golpes de mi pelvis con la suya. En cada embestida ella gemía ligeramente, y me decía que le gustaba sentir mi pene dentro de ella, que no me detuviera y que fuera más rápido. Aceleré lo más que pude hasta que no me contuve más y eyaculé (yo no lo pude notar, pero ella dijo que terminó al mismo tiempo). Mientras mi semen se alojaba en su vagina, yo me dejé caer y comencé a besarla. Estábamos muy sudados. Retiré mi pene de su vagina y un poco de semen se salió manchando las sábanas. Me levanté para apagar la luz y regresé a acostarme a su lado. Yo, tratando de incrementar mi ego le pregunté si le había gustado, a lo que ella respondió ‘no me habían cogido así desde hace mucho; hay que hacerlo más seguido’. No dijimos más, la abracé y nos quedamos dormidos. A la mañana siguiente…
3 comentarios - Tarde de almuerzo, noche de sexo