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Relato XXX - Su primera vez, Juanita y Clara

Su primera vez, Juanita y Clara


"Estimulé con el pene, su clítoris, y la vagina, con los dedos la fui abriendo y de a poco fui penetrando con el juguete. Lentamente su sexo fue cediendo y el juguete penetrando, hasta que topé con el himen. Allí presioné con un poco más de fuerza, y alcancé la victoria."



Fuente: http://mmm.tecompraste.com/

Juana, era una chica muy joven y desorientada. Era muy bonita, rubia y gordita con unos senos y una cola que daban ganas de morder. Era alumna de guitarra de mi amiga Ivana. Tenía mucha curiosidad y morbo por el hecho de que viviéramos juntas. Si bien sabía que no éramos pareja, también sabía que ambas éramos lesbianas. Ivana tenía una novia hacía varios meses, pero yo estaba sola.

Juana vivía con unos tíos en la ciudad, pues sus padres eran del interior. A mí me encantaba esa chiquita, me ponía a mil cada vez que pensaba en ella. Mi compañera y yo somos mujeres grandes que hace tiempo vivimos juntas. Nuestra vida es tranquila, nos queremos y respetamos mucho. Mi vida sexual es bastante activa a pesar de que ahora no tengo pareja estable. En fin, Juana alimentaba cada día mi tentación de ser una “come niñas”. Ella era totalmente vulnerable, era muy joven, curiosa y ardiente, y la idea de ser su primera amante me fascinaba tanto que estaba dispuesta a arriesgarme.

Durante semanas la observé, fui amable y dulce con Juana, hasta que una tarde mientras esperaba a Ivana, me acerqué a conversar e insinuarme. Ella se puso muy nerviosa, pero no me rechazó, y eso alentó mi conducta. Durante un par de semanas fuimos intimando, hasta que una tarde me contó que debía ir al ginecólogo, pues alguien se lo había recomendado, ella tenía 18 años y nunca había ido a una revisión médica ginecológica. El hecho es que no quería que su tía se enterara, pero tampoco quería ir sola. Entonces, me ofrecí a acompañarla y aceptó.

Fuimos una tarde, yo le tomé la mano unos instantes para darle confianza, mientras estábamos en la sala de espera. Entró, demoró un buen rato, y salió totalmente tensa, sudorosa y avergonzada. La invité a pasar por casa, y conversar del tema, pues si bien la doctora había sido muy paciente y comprensiva, era la primera vez que se desnudaba y era examinada íntimamente. Llegamos a casa, conversamos y traté de bromear un poco para que se distendiera, luego de un rato lo conseguí.

Clara – Juana, debes quedarte tranquila, es una revisión normal de las que tendrás muchas a lo largo de la vida. Juana – lo sé y me habían advertido que no era agradable, pero igualmente me sentí muy avergonzada. Clara -bueno ya verás que todo mejora con el tiempo, y además todo será mucho más natural cuando tengas intimidad sexual con una pareja. Vas a rogar que te toquen la conchita, ya verás, je, je.

Juana, sonrió y bajó la mirada. Yo estaba muy caliente con aquella niña, pero era claro que ese no era el momento de avanzar, de todas maneras hice mi primer intento. Nos sentamos en la cocina a tomar un café, le tomé la mano casi todo el tiempo, y finalmente al despedirnos la besé prácticamente en los labios. Me miró sorprendida, pero no rechazó el mimo, sonrió y se fue. Le pregunté cuando tenía clase y como me contestó que faltaba una semana, me ofrecí, si lo necesitaba a ser su amiga para conversar cuando lo necesitara. ¡Sorpresa! Suerte para mí, el domingo a la tarde, Ivana había salido con su novia, y sin avisar Juanita llegó a mi puerta con ganas de conversar.

La abracé con cariño y nuevamente le di un beso atrevido. Nos sentamos, cerca de la estufa a leña, le ofrecí una copita de licor. Al cabo de un rato, yo estaba muy cerca de ella y lista para avanzar:

Clara – ¡Me gustas mucho, Juana! Quiero estar contigo, ayudarte, enseñarte cosas, hacerte feliz. Juana – no te entiendo, yo no estoy segura de esto, contigo me siento bien, pero nunca pensé en otra cosa. Clara – déjate llevar, no te pongas nerviosa, yo puedo ayudarte a pasarlo bien, sólo tienes que tener confianza en mí y relajarte.

Susurrando estas palabras en su oído, tomé su mano y la puse sobre mi pecho, su mano se llenó de mi seno y ella instintivamente lo acarició y presionó. Mmmm que rica sensación, desear y ser deseada. La besé muy suavemente, y me retiré para mirarla y ver su rostro: sus ojos estaban cerrados, su expresión era de asombro. Ella trataba de procesar lo que sentía. Abrió sus ojos y se encontré con los míos. Sonreímos, le pregunté si todo estaba bien, y su silencio fue una tímida invitación. Déjame verte, le dije y comencé a abrir su blusa. Fue una lucha excitante, la tímida y curiosa virgen, versus la mujer experimentada y muy caliente.

Momentos más tarde, su torso estaba despojado por completo, sus tetas eras hermosas, grandes, suaves, y mías. Yo estaba sentada frente a ella, acariciando sus pechos, mirándola a los ojos y besándola suavecito. Ella se recostó en el sofá, giró la cabeza hacia un costado, y comenzó a respirar agitadamente. Nos besamos durante varios minutos, fue maravilloso sentir su aliento caliente, su ansiedad, mi lujuria. Me arrodillé frente a ella, tratando de abrir sus piernas, mientras ella no me miraba, y se resistía. “Juana, Juana, mírame por favor, por favor. Ay mamita relájate, déjame tocarte, te aseguro que vas a estar bien.” Giró su cabeza, al frente, me miró, y me dijo: “tengo mucha vergüenza, vergüenza de sentirme tan excitada”.

Me puse de pie para inclinarme sobre ella y besarla mucho. “¡Niña tonta!, no hay razón para sentir vergüenza por ser feliz, y sentir deseo. Yo te deseo, tú me gustas mucho desde hace tiempo. Si quieres irte, vete ahora, yo no te voy a obligar a nada, pero estoy segura de que tú deseas esto, tanto como yo”. La tomé de la mano y fuimos a mi cuarto. Allí se acostó, mientras yo me desnudaba para ella. Me acosté a su lado, y conseguí vencer su resistencia, mi mano acarició el interior de sus muslos. Sus piernas cedieron a la presión y descubrí la conchita más húmeda y perfumada.

¡Mi nena, estás muy mojada! ¿Te gusta sentir mis manos? “¡Ay Clara, no puedo más del gusto, gracias, te quiero mucho! Este es un momento increíble de mi vida.”

Estaba muy excitada, y en ese momento ya no había vuelta atrás. Acaricié su vientre rollizo, ¡ufff que morbo! Subí su falda, le quité la bombacha, y separé sus piernas para acariciar su vello púbico, los labios de la vagina, el clítoris ardiente, y finalmente hice pequeños círculos con la yema del dedo rodeando su vagina. Su cuerpo se arqueó en un primer orgasmo, su vientre se hinchó y gritó con fuerza. Unos minutos después, la besé con toda mi lengua y volví a tocar su sexo, nuevamente se sintió en la cima, apretaba sus pechos con ansia, lloraba de placer. Comencé a acariciar los rollitos de su vientre, su respiración todavía era agitada, pero estaba relajada. Desnuda a mi lado, con las piernas abiertas, y buscando mis labios, para repetir el beso. Esa chiquita era lo máximo, estaba en mi cama, y lo estaría por mucho tiempo más.

Al cabo de un rato, sus manos comenzaron a buscar mi cuerpo, mis pechos, su boca succionaba mis pezones. Mamó mis pechos, mientras se abrazaba con fuerza a mí, luego tímidamente buscó mi sexo. Estaba turbada y no sabía que hacer, su mano se quedó muy quieta entre mis piernas. Le indiqué que moviera los dedos, que me acariciara, suavecito. Así de a poquito se fue animando y sentir mi humedad la excitó, entonces se inclinó sobre mí para mamar mis pechos, y acariciarme más intensamente, sus dedos se resbalaron dentro de mi vagina. Fue muy intenso sentir su mano tímida, pero ávida, dándome placer. Nos dormimos un rato y al despertar, Juana se sintió rara, avergonzada, confundida. Estábamos desnudas y abrazadas, su cabeza y su mano descansaban en mi pecho. La besé rico y ella respondió, pero enseguida quiso levantarse.

Clara – a dónde vas Juani, espera no me has dicho nada, ¿cómo te sientes? Juani – estoy confundida, nunca había pensado en acostarme con una mujer, pero la verdad fue muy bueno, tú me hiciste sentir muy bien. Estuve tan excitada todo el tiempo, que siento todo el cuerpo dolorido. Clara – anda vuelve a la cama, y te daré un masaje, no te vayas todavía, quiero tenerte otra vez.

Ella seguía caminando hacia la puerta, entonces me levanté, me acerqué para abrazarla, y sentí como sus piernas se aflojaban. Puse mis manos en su culo redondo y la apreté contra mí.

Clara – anda niña, ¿quieres volver a la cama?

La besé, y ella bajó la mirada, pero volvió a la cama. Le pedí que se pusiera sobre la cama en cuatro, y me acomodé para acariciar y explorar su culo y su sexo por detrás. Ella comenzó a gemir, otra vez y de inmediato se humedeció. Metí mi dedo en su sexo, se sentía muy apretado y caliente. Metí mi dedo en su ano, todavía más apretado. El orgasmo la hizo caer sobre la cama. Quiso darse vuelta, pero no la dejé, le pedí que se quedara así y abriera las piernas, yo quería desvirgarla.

Clara – Juani, quiero que seas mi mujer, quiero desvirgarte, ¿te gustaría? Juani – ¿Qué dices? Estás loca, quisiera irme a casa, por favor.

Se asustó mucho, me dejé llevar por la lujuria y ella no estaba preparada. La tranquilicé y la llevé a su casa. Durante más de una semana no vino a sus clases ni llamó, hasta que una tarde la llamé y le pedí que viniera para conversar. Cuando llegó la noté tranquila, relajada, entró sonriente y nos besamos en la boca. Nos sentamos a conversar:

Clara – te extrañé mucho, me encantó estar contigo. Juani – yo estoy confundida, pero la verdad también te extrañé.

Me incliné para besarla, y nos besamos y acariciamos muy rico. La invité a la cama, pero se resistía así que tuve que trabajarla un poco:

Clara – vamos amor, tengo ganas de tu sexo mojado, ya sabes que me enloqueces y estoy segura de que serías feliz conmigo. Quiero que seas mi hembra.

Mientras decía esto, mis manos estaban en sus tetas, y su vientre, ya desnudos. Su temperatura subía, ya podía adivinar el olor de su sexo mojado. Sus piernas comenzaron a ceder, y volví a insistir, “vete a la cama, ya te alcanzo”. Se levantó despacio, y caminó delante de mí sólo con su pantalón puesto. Después de unos minutos entré al cuarto, con un pene delgado atado a mis caderas, ella estaba parada frente al espejo. Me paré a su espalda, abracé su cintura, acaricié su vientre, besé su cuello, sopesé sus tetas, las sacudí para hacerla reír. Nuevamente insistí: “quiero desvirgarte, ya verás que no te duele, yo lo puedo hacer mejor que cualquier macho. ¿No quieres ser mi amante?”

Ella estaba excitada, pero insegura, continuamos con las caricias y los besos, caímos sobre la cama, me acomodé entre sus piernas y así las separé, tomé un frasco de lubricante e inundé su concha. No volví a preguntar, ya no le pedí permiso, puse un almohadón bajo sus caderas y le di las instrucciones:

“Aflójate mamita, déjame hacer y verás como gozas, no te asustes cuando veas un poco de sangre, es el himen que voy a romper, sabes”. Ella se puso algo tensa, me miraba con sus ojos grandes, estaba a punto de llorar de los nervios. “Shhh, amorcito, todo irá bien, relájate, yo te quiero”.

Estimulé con el pene, su clítoris, y la vagina, con los dedos la fui abriendo y de a poco fui penetrando con el juguete. Lentamente su sexo fue cediendo y el juguete penetrando, hasta que topé con el himen. Allí presioné con un poco más de fuerza, y alcancé la victoria.

Ella sintió algo de dolor, pero enseguida sintió el placer de mis caricias. Organizamos una mentirilla para que pudiera pasar la noche conmigo, le avisó a sus tíos y todo arreglado. Nos metimos en la bañadera, y allí estuvimos un buen rato, nos masturbamos mutuamente. Luego nos vestimos pues Ivana, llegaría en cualquier momento. Así pasamos semanas, en una locura de sexo, sexo y más sexo. Nos enamoramos como unas locas, sin importar los 25 años de diferencia.


Fuente: http://mmm.tecompraste.com/

1 comentarios - Relato XXX - Su primera vez, Juanita y Clara

ammy
me encantoooooo!!!!!!!!! aunke llevandolo a la realidad dudo k lo halla escrito una mujer....... k una chika desvirgue a otra no es tan así...... el relato lo hace ver simple jajajaja = te felicito ya subire mi relato k sí es cierto y me comentas k opinas xDDDD besos Byeeeeee
(si tubiese puntos = te dejaria varios 😉 jejej )