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Mis 18 y sus 22
CorrÃa el año "yoquesecuantos" y mi familia se iba cada cierto tiempo a pasar algunos dÃas a la casa del pueblo que tenÃan. A su vez mis tÃos ocupaban la casa que nosotros dejábamos vacÃa. Era un pacto justo, nosotros nos Ãbamos a un desierto con una piscina abarrotada de viejas y niños mientras que ellos subÃan del árido sur y se refrescaban un poco.
Con 18 años todo el mundo sabe que las hormonas están más revueltas que un domingo de agosto en el rastro de Sevilla, debido a lo cual rogué, supliqué incluso hasta lloré para quedarme en mi ciudad, mientras mis padres bajaban al infierno amarillo.
Vienen los tÃos, estaré aquà con ellos – Trataba yo de argumentar
Pero vas a ser una molestia para ellos – RespondÃa mi madre
A base de pucheros, enfados y broncas, conseguà que mi madre llamara a su hermana para preguntarle si yo serÃa una carga para ellos. Entre que mi tÃa ocupaba nuestra casa y que hacÃa mucho que no me veÃan esta aceptó el plan, enfadando a mi madre.
Mi plan era pasarme un verano estudiando solamente matemáticas (malditas matemáticas) por la mañana y por la tarde irme con mis amigotes hasta que me diera la gana.
Iluso.
Mis padres se marcharon la mañana del dÃa que mis tÃos llegaron. Comà un bocadillo de lo que encontré en la nevera, orgulloso de hacerme mi propia comida. No salÃ, puesto que tenÃa que esperar a mi familia y abrirles yo.
"Ding-Dong"
Abrà la puerta.
Vaaaaaaya, mira que hombretón tenemos aquà – Gritó mi tÃo
Era un hombre agradable de unos 40 años, muy hippy, abierto y simpático, justo como lo recordaba de hacÃa casi 5 años, que fue la última vez que yo lo habÃa visto.
Intenté poner una sonrisa de complicidad mezclada con encanto, pasó cargando las dos maletas, mientras yo me escaqueaba de cualquier carga.
Hola! – Me saludó mi tÃa
Ella tampoco habÃa cambiado mucho, ligeramente descuidada en su aspecto, despeinada y alegre, una señora atractiva para los años que tenÃa.
Otra sonrisa amable, pero sigo sin echar una mano, lo sé y comienzo a avergonzarme.
Cuando estoy cerrando la puerta escucho un tercer "hola"
Ana, mi prima Ana.
Haciendo cálculos rápidos, me sale que la última vez que la habÃa visto yo contaba con 10 años y ella con 17 y realmente con mis tontos diez años no me fijaba demasiado en ella. Pero ahora yo tenÃa 18 y mi estómago estaba en una noria.
Ella no solÃa venir con sus padres a veranear en mi piso, al menos eso era lo que me decÃan. Pero allà estaba.
Alta, morenÃsima de pelo, ligeramente rellenita, a mis años lo primero que hice fue mirarla a las tetas, esto funciona asà y quien lo niegue está mintiendo.
Estoy aquà arriba chavalÃn – Me dijo sonriendo
Eeeeeeh, hola Ana – Traté de responderle
¿Me ayudas con la bolsa? –
No hizo falta ni un por favor, allà que me lancé a coger su bolsa grande de deporte. Al hacerlo rocé (a propósito?) su mano con la mÃa, eso para mi fue bastante como para enamorarme perdidamente de ella.
Cuando dejaron todas las maletas en el salón, comenzamos las presentaciones: "Vaya grande que estás", "Vaya como has cambiado", "Seguro que ya tienes novia". Dos besos en la mejilla a mi tÃo, otros dos a mi tÃa y cuando me giro para dar dos besos a mi prima, ella sonrÃe pÃcaramente y me extiende su mano. Se la doy, a esas alturas ese rozamiento era para mi como un baño de leche de burra, casi me derrito. Sinceramente creo que debÃa de parecer un idiota integral, por que a los diez minutos de estar hablando y presentándonos, me di cuenta que aún aguantaba esa ya estúpida sonrisa de galán con la que habÃa abierto la puerta.
Los dÃas pasaban de lo más normal para mis tÃos, visitas a la playa, cenas por las noches, paseos, museos. Las horas pasaban de lo más relajado para mi prima, tumbada en el sofá, viendo la TV, comiendo patatitas, de aquella no existÃan aún ni los teléfonos móviles ni los PCs pero hubiera estado colgado de ellos con total seguridad.
Mis dÃas transcurrÃan en tres etapas: La primera me levantaba por la mañana e iba a clase particular dos horas. La segunda comÃa y salÃa con mis amigotes (solo chicos) a hablar de guarradas y mentir más que los presidentes de los EEUU. La tercera llegaba a la hora de la cena, cuando después de cenar los cuatro, mis tÃos se iban a la cama a dormir mi prima y yo nos quedábamos casi en silencio viendo la TV. Solo algunas risas y comentarios del tipo "vaya coñazo" interrumpÃan el silencio sepulcral.
Yo lógicamente no me movÃa del sofá hasta que ella no lo hiciera.
Hasta que una noche habló:
¿No tienes sueño? -
Que va, me suelo quedar hasta tarde siempre – Intento vacilar
Puedes irte a la cama cuando quieras ¿eh? – Me responde
Vale, lo voy pillando, soy un puto crÃo y mi sola presencia es bastante molesta.
La noche siguiente, no quise molestarla más, asà que a la media hora de que sus padres se fueran a la cama, me levanté del sofá y le dije que me iba a acostar.
Muy bien, gracias primo – Me dijo
Me levanté y cuando estaba lavándome los dientes me vino la luz "¿gracias?, ¿gracias de qué?"
Estaba recostado encima de las sábanas, fantaseando, dando vueltas a las cosas, pensando en lo imbécil que era mi amigo MartÃn, lo chulo que era Pedro, pero sobre todo en lo buena que estaba mi prima. Realmente no estaba tanto, pero a esa edad un buen par de tetas te parecen tan bonitas como una puesta de sol.
A mis 18 años lo único que habÃa hecho era tocar algún culo por encima del pantalón o rozar alguna teta en algún juego que querÃa ser más pÃcaro de lo que en realidad era.
Eran la 1.17 de la madrugada y a través de la abertura de la puerta de mi habitación podÃa ver la luz azul intermitente de la TV. Me morÃa de ganas de levantarme y volver al sofá, al lado de ella.
Me levanté de la cama y caminé despacio hacia la pequeña abertura de la puerta. PodÃa ver el sillón donde estaba Ana y podÃa ver con dificultad sus dos rodillas y su cara apoyada contra la parte izquierda del sillón. TenÃa las rodillas subidas encima , con las piernas abiertas. Supuse que era una postura tÃpica de las mujeres. Me fijé en su cara y tenÃa los ojos cerrados, se habrÃa dormido viendo la televisión.
Tomé aire y decidà actuar, realmente mi actuación iba a ser acercarme a ella, pasar a su lado y observar si alguna parte erótica de su cuerpo estaba descuidadamente destapada. Lo cierto es que estaba muy cachondo.
Abrà la puerta despacio, salà y caminando como un estúpido dibujo animado, me acerqué a Ana. Se movÃa, temblaba, "¿Qué coño le pasaba?" pensé. Cuando por fin llegue a ver el 86% de su cuerpo, vi que una mano reposaba nerviosamente sobre sus pechos y la otra desaparecÃa bajo su corto pijama.
Ana abrió los ojos despacio, yo los abrà mucho y rápido. No os voy a mentir, mi primer pensamiento fue el acertado "Joder, se esta haciendo una paja". Supongo que su primer pensamiento fue "Joder, me ha pillado haciéndome una paja".
Creerme cuando os digo que mi reacción fue mucho más nerviosa y avergonzada que la de ella: no sabÃa donde mirar, no sabÃa que decir, no sabÃa que hacer, asà que lo que hice fue lo más inteligente de todo: quedarme mirándola con cara de pipiolo.
Su reacción me sorprendió más:
¿Nunca has visto a una tÃa haciéndose un dedo? – Me pregunto sacando despacio su mano de debajo del pijama.
Ni respondÃ, simplemente me avergoncé más y retrocedà un par de pasos.
¿Tu te haces pajas verdad? – Me volvió a preguntar
………………. Sà a veces sà – Respondà sintiendo un calor en la cara como nunca en mi vida.
Pues esto es lo mismo, tu te das placer y yo me doy placer –
Me quede mirándola extrañado, no esperaba que mi prima de 22 años fuera tan "natural". HabÃa escuchado a mis padres que eran una familia extraña, muy naturista, muy hippy, no le daban demasiada importancia a los estudios, leÃan mucho, iban a manifestaciones, cosas "raras" para mis progenitores.
Siéntate en el sofá de enfrente, acompáñame si quieres – Me dijo señalando el sofá donde yo me solÃa tumbar
No lo dudé y me senté recto y tenso justo en frente de ella.
Mira, yo voy a seguir haciéndome una paja, tú puedes solo mirar o puedes hacerte una también, y si ves que es desagradable te vas a la cama otra vez –
Su tono era irónico y seco, pero su cara denotaba que se estaba divirtiendo a consta de un jovencito como yo.
Volvió a subir los pies encima del sofá y abrió de nuevo las piernas, metió su mano por debajo del pijama y comenzó a mover despacio la mano, haciéndose cÃrculos con los ojos cerrados.
Mi polla estaba mucho más tensa que yo, y apretaba la tela de mi pijama. Inconscientemente mi mano buscó el bulto para intentar bajarlo, pero lo único que conseguà fue comenzar a acariciármela lentamente.
Ana abrió ligeramente sus ojos y me vio, no quiso decirme nada, pero una leve sonrisa le apareció en su bonita boca, los cÃrculos con su mano aumentaron de velocidad, mis caricias en mi polla también.
Si tu te sacas esa polla del pijama, yo me sacaré las tetas del mÃo – Me propuso.
Noté el mismo calor tanto en mi cara como en mi polla.
"Sus tetas" pensé.
Me apoyé los pies contra el sofá y con un rápido movimiento me quité los pantalones cortos de mi pijama. Ana sonrió más aún y sacando su mano de su pantalón se quitó la camiseta de tirantes.
Allà aparecieron, morenas, enormes, con un pezón oscuro y duro, su edad era lo que seguramente las mantenÃa firmes, apuntándome directamente. En un movimiento absolutamente espontáneo se las apretó ligeramente con las dos manos. Con otro movimiento espontaneo yo me cogà la polla con una mano.
Tu me vas a ver las tetas y yo como no abras las piernas no voy a poder verte esa polla, primo –
TenÃa razón y en un alarde de valor, dejé atrás mi vergüenza, abrà mis piernas y deje que mi polla se viera en todo su esplendor.
Eso está mucho mejor, ahora pajéate a gusto – rió Ana
Volvió a meter su mano dentro de su pijama y con la otra se acariciaba suavemente su teta izquierda. El silencio solo se rompÃa por el leve zumbido de la TV y por nuestras respiraciones. No me voy a hacer el héroe y mi vergüenza aún coleaba: solo era capaz de acariciarme los huevos y la polla, sin un ritmo constante, aún notaba más calor en mis mejillas que en mi entrepierna.
Mientras Ana continuaba mezclando su imaginación, cerrando sus ojos; con la realidad, mirando mi polla, yo seguÃa hipnotizado con sus tetas. Ella lo sabÃa y se las acariciaba, se pellizcaba suavemente el pezón, las dejaba libres.
De repente Ana cerro con fuerza sus ojos, abrió su boca y como si le hubiera entrado un calambrazo en su mano derecha, comenzó a ahogar un grito que deberÃa de ser ensordecedor. Cerró aún más fuerte sus ojos, estrujó con su mano el pecho, abrió y cerró rápidamente sus piernas, mientras su mano derecha seguÃa escarbando dentro de su pijama.
Mi polla estaba a reventar.
Ana descansó, se relajó, abrió las piernas, sacó su mano del pijama y se la llevó a los labios, chupó sus tres dedos, los lamió hasta dejarlos brillantes de saliva, todo esto mirándome directamente a los ojos.
Mi nerviosismo y vergüenza estaba ganando a mi calentura, y el primer daño colateral fue una disminución en la hinchazón de mi polla. Ana se percató puesto que al mirar entre mis piernas, hizo un gesto mezcla de desilusión y sorpresa, entornando ligeramente sus bonitos ojos.
Eran las 2:00 de la madrugada.
Ana se levantó, por fin pude verla en todo su esplendor. Era una chica alta, de cerca de 1.80 cm., estaba muy bien proporcionada, con lo cual los kilos que le podrÃan sobrar se repartÃan muy bien por su cuerpo, sus piernas eran fuertes, su barriga sobresalÃa ligeramente, sin ser grotesca, sus brazos rellenitos eran largos y fuertes, sus tetas (más que descritas ya) saltaban levemente por cada paso que daba hacia mi.
Hacia mi.
Ahora sà tengo que reconocer, que mi polla se esfumó. Supongo que con 18 años somos muy valientes cuando hablamos de tÃas o cuando nos la meneamos delante de un "Interviú" pero cuando una chica se nos acerca semi desnuda se nos viene todo abajo.
No te asustes hombre, que no como – Me dijo mi prima muy seria
No estoy asustado, pero…. – Comencé a decir
Pero nunca has hecho nada con una chica ¿verdad? – Me interrumpió ella
Mi cara se encendió aún más.
Me tomó las rodillas y me las abrió, se colocó de pié entre mis piernas, elevó una de sus rodillas y la colocó encima del sofá, a mi lado, luego hizo lo mismo con la otra. Hasta que se quedó a horcajadas sobre mi. Con "mis" dos tetas, que eran las suyas, a escasos diez centÃmetros de mi cara.
Saca la lengua primo – Me susurró
Asà lo hice, no tenÃa pensado discutir
Cuando mi lengua estaba fuera, ella tomó un pecho con su mano y llevó su pezón hacÃa mi lengua, arrastrándolo sobre ella. El sabor fue increÃble, distinto a lo que jamás habÃa probado antes. Ella suspiró, yo me estremecà y mi polla revivió.
Ahora chúpalo suavemente, como si fuera un biberón – Me volvió a susurrar
Asà lo hice, ella mantenÃa su pecho sujeto por debajo con su mano y yo, como un bebé, comencé a chupar despacio de su teta. ¡Qué sensación! IncreÃble, ella respiraba más fuerte. Mi lengua jugaba con su pezón, mientras que mis labios apretaban con ternura su carne.
Seguidamente, ella separó su pecho de mi boca.
Que bien lo haces primito, ahora vamos a chupar la otra – Me dijo acariciándome la mejilla
Asà repetimos la operación con su otro pecho, igual de sabroso, igual de perfecto.
Ana volvÃa a tener ese brillo en los ojos y no era por sueño.
¿Te la han machacado alguna vez? – Me preguntó mientras se separaba y se arrodillaba frente a mi
No, nunca – Le respondÃ
Bien – Concluyó
De rodillas, se acerco a mi.
Debido quizás a mi inconsciencia cerré las piernas. Ella tomó mis rodillas con sus manos y me las volvió a abrir.
No te preocupes, estoy segura de que te va a gustar – Me susurro mirándome desde abajo.
Dejé que las abriera y que su cabeza bajara. Mi polla estaba reposando, en semi erección, contra mi entrepierna.
Ana la tomó con una mano.
No pinta nada mal primo – Dijo mirándola
La comenzó a mover muy despacio de arriba a abajo. Yo me creÃa en la gloria, en el paraÃso, mi carne comenzó a crecer inmediatamente. La cara de Ana recibió este aumento de tamaño con una sonrisa. El movimiento de su mano se aceleró un poco más.
Recliné la cabeza acalla atrás en un gesto de placer. Cerré los ojos y disfruté de la primera paja que me hacÃan.
Ana apoyaba su otra mano en mi pierna, el ritmo ya era más masculino, me resultaba familiar, puesto que habÃa acelerado hasta la velocidad de una masturbación normal. No creo que hubiera aguantado mucho, Ana debió leerme la mente puesto que paró en seco.
¿Supongo que tampoco te la habrán chupando nunca verdad? – Me preguntó mientras miraba mi ya bastante dura polla.
No, nunca – Respondà bastante entero
Vale – Dijo cariñosamente.
Esta vez tomó la polla con las dos manos desde su base, apretando bastante. Acerco sus labios a la cabeza roja y brillante, y la besó solo con los labios suave y brevemente.
Me sentà morir de impaciencia y de placer.
De repente y de un solo golpe se metió mi polla hasta que los labios tocaron sus propios dedos que aún la agarraban y se quedó ahÃ, apretando con sus labios, lengua y paladar mi carne que estaba a punto de explotar de placer.
Comencé a gemir y a respirar fuertemente cuando de repente me encontré unos dedos que buscaban acallarme metiéndose en mi boca. Entre tanto placer se me olvidaba que mis tÃos estaban durmiendo en su habitación. Chupé esos dedos que sabÃan a sexo, que buscaban mi lengua, mientras Ana daba buena cuenta de mi polla ya a una velocidad interesante.
Notaba como el calor se me concentraba en mi entrepierna, notaba como su mano libre masajeaba mis huevos. Miré hacÃa abajo y la vi, con la cara desencajada, los ojos cerrados, chupando mi verga como una posesa. No me daba respiro, ni un lametazo, ni una palabra, nada, solo chupaba de arriba a bajo, apretando con sus labios y lengua.
Con la mano que tenÃa en mi boca me tomo una de las mÃas y me la llevó hasta su cabeza, para que yo le marcara el ritmo, asà lo hice. No le bastaba, me tomó la otra mano y también me la colocó sobre su cabeza. Ahora sentÃa el poder de ordenar yo mismo. Comencé a marcar su propio ritmo con mis manos, luego lo aumenté un poco más, sin que ella se quejara, más tarde lo disminuÃ. Ella empujó su cabeza hacia fuera para soltar mi polla, yo, por supuesto, la dejé libre.
¿Te está gustando? – Me pregunto mientras se lamÃa la comisura de los labios
Mucho – Le respondÃ, sobándome la polla
¿Quieres correrte? –
Sà –
¿Dónde? – Me preguntó
¿Dónde? – Le respondÃ
Soltó una leve risita y aún de rodillas, se incorporó y pegó sus tetas a mi polla. Yo estaba excitadamente perdido, no sabÃa que me iba a hacer.
Su siguiente movimiento me lo aclaró… "La famosa cubana" pensé.
Ni en mis mejores fantasÃas
Tomó los pechos con sus manos y a la vez acomodó mi durÃsima polla entre sus calientes y mullidas tetas. Solo tuvo que apretar las tetas un poco y mi trozo de carne humeante quedó totalmente apretado entre ellas y asÃ, comenzó a subir y bajar sus tetas.
No sabÃa que hacer, gemÃa susurrando mi respiración, con mis manos le tocaba los pezones, le acariciaba la parte de arriba de mis tetas. Ella por su parte, cada vez que podÃa sacaba la lengua y acariciaba mi capullo con la puntita. Yo no podÃa más
Mi "aauummmppfff" le ayudó a saber que me iba a correr inmediatamente. Con lo cual simplemente liberó mi polla de sus tetas y continuó pajeando son su mano, rápidamente. Justo cuando vio que de mi capullo empezaba a salir un lÃquido blanco, se agachó rauda y comenzó a sorber con su boca, bebiéndomelo todo. Es una sensación increÃble, mis brazos se movÃan, no sabÃan donde aterrizar, cuando recordé donde le gustaba a mi prima. Le tomé la cabeza con ambas manos, ella lo notó y de inmediato comenzó a gemir mientras aún bebÃa mi corrida.
Cuando acabé de correrme, y ella de beberlo, se separó de mi mirándome a los ojos, relamiéndose.
¿Te ha gustado? –
Mucho – Logré responder
A mi también – Me dijo mientras se ponÃa de pie.
Se acercó y me dio un beso en cada mejilla, se volvió a por su camiseta del pijama y se encaminó a su habitación.
No se lo digas a tus amigos ¿eh? – Me dijo desde la puerta
No lo haré – Le respondà subiéndome el pantalón del pijama
En la cama, no pegué ojo, solo pensaba si lo que habÃa sucedido habÃa sido real o un sueño.
La conversación con mis tÃos mientras desayunábamos los cuatro me confirmaron que fue real.
Vaya lÃo que tenÃais ayer de noche ¿eh? – Dijo mi tÃa sin levantar la vista de la tostada
No nos dejasteis pegar ojo hasta que os fuisteis a la cama – Argumentó mi tÃo
Yo no sabÃa donde meterme.
Mi prima desayunaba como si nada.
Mis 18 y sus 22
CorrÃa el año "yoquesecuantos" y mi familia se iba cada cierto tiempo a pasar algunos dÃas a la casa del pueblo que tenÃan. A su vez mis tÃos ocupaban la casa que nosotros dejábamos vacÃa. Era un pacto justo, nosotros nos Ãbamos a un desierto con una piscina abarrotada de viejas y niños mientras que ellos subÃan del árido sur y se refrescaban un poco.
Con 18 años todo el mundo sabe que las hormonas están más revueltas que un domingo de agosto en el rastro de Sevilla, debido a lo cual rogué, supliqué incluso hasta lloré para quedarme en mi ciudad, mientras mis padres bajaban al infierno amarillo.
Vienen los tÃos, estaré aquà con ellos – Trataba yo de argumentar
Pero vas a ser una molestia para ellos – RespondÃa mi madre
A base de pucheros, enfados y broncas, conseguà que mi madre llamara a su hermana para preguntarle si yo serÃa una carga para ellos. Entre que mi tÃa ocupaba nuestra casa y que hacÃa mucho que no me veÃan esta aceptó el plan, enfadando a mi madre.
Mi plan era pasarme un verano estudiando solamente matemáticas (malditas matemáticas) por la mañana y por la tarde irme con mis amigotes hasta que me diera la gana.
Iluso.
Mis padres se marcharon la mañana del dÃa que mis tÃos llegaron. Comà un bocadillo de lo que encontré en la nevera, orgulloso de hacerme mi propia comida. No salÃ, puesto que tenÃa que esperar a mi familia y abrirles yo.
"Ding-Dong"
Abrà la puerta.
Vaaaaaaya, mira que hombretón tenemos aquà – Gritó mi tÃo
Era un hombre agradable de unos 40 años, muy hippy, abierto y simpático, justo como lo recordaba de hacÃa casi 5 años, que fue la última vez que yo lo habÃa visto.
Intenté poner una sonrisa de complicidad mezclada con encanto, pasó cargando las dos maletas, mientras yo me escaqueaba de cualquier carga.
Hola! – Me saludó mi tÃa
Ella tampoco habÃa cambiado mucho, ligeramente descuidada en su aspecto, despeinada y alegre, una señora atractiva para los años que tenÃa.
Otra sonrisa amable, pero sigo sin echar una mano, lo sé y comienzo a avergonzarme.
Cuando estoy cerrando la puerta escucho un tercer "hola"
Ana, mi prima Ana.
Haciendo cálculos rápidos, me sale que la última vez que la habÃa visto yo contaba con 10 años y ella con 17 y realmente con mis tontos diez años no me fijaba demasiado en ella. Pero ahora yo tenÃa 18 y mi estómago estaba en una noria.
Ella no solÃa venir con sus padres a veranear en mi piso, al menos eso era lo que me decÃan. Pero allà estaba.
Alta, morenÃsima de pelo, ligeramente rellenita, a mis años lo primero que hice fue mirarla a las tetas, esto funciona asà y quien lo niegue está mintiendo.
Estoy aquà arriba chavalÃn – Me dijo sonriendo
Eeeeeeh, hola Ana – Traté de responderle
¿Me ayudas con la bolsa? –
No hizo falta ni un por favor, allà que me lancé a coger su bolsa grande de deporte. Al hacerlo rocé (a propósito?) su mano con la mÃa, eso para mi fue bastante como para enamorarme perdidamente de ella.
Cuando dejaron todas las maletas en el salón, comenzamos las presentaciones: "Vaya grande que estás", "Vaya como has cambiado", "Seguro que ya tienes novia". Dos besos en la mejilla a mi tÃo, otros dos a mi tÃa y cuando me giro para dar dos besos a mi prima, ella sonrÃe pÃcaramente y me extiende su mano. Se la doy, a esas alturas ese rozamiento era para mi como un baño de leche de burra, casi me derrito. Sinceramente creo que debÃa de parecer un idiota integral, por que a los diez minutos de estar hablando y presentándonos, me di cuenta que aún aguantaba esa ya estúpida sonrisa de galán con la que habÃa abierto la puerta.
Los dÃas pasaban de lo más normal para mis tÃos, visitas a la playa, cenas por las noches, paseos, museos. Las horas pasaban de lo más relajado para mi prima, tumbada en el sofá, viendo la TV, comiendo patatitas, de aquella no existÃan aún ni los teléfonos móviles ni los PCs pero hubiera estado colgado de ellos con total seguridad.
Mis dÃas transcurrÃan en tres etapas: La primera me levantaba por la mañana e iba a clase particular dos horas. La segunda comÃa y salÃa con mis amigotes (solo chicos) a hablar de guarradas y mentir más que los presidentes de los EEUU. La tercera llegaba a la hora de la cena, cuando después de cenar los cuatro, mis tÃos se iban a la cama a dormir mi prima y yo nos quedábamos casi en silencio viendo la TV. Solo algunas risas y comentarios del tipo "vaya coñazo" interrumpÃan el silencio sepulcral.
Yo lógicamente no me movÃa del sofá hasta que ella no lo hiciera.
Hasta que una noche habló:
¿No tienes sueño? -
Que va, me suelo quedar hasta tarde siempre – Intento vacilar
Puedes irte a la cama cuando quieras ¿eh? – Me responde
Vale, lo voy pillando, soy un puto crÃo y mi sola presencia es bastante molesta.
La noche siguiente, no quise molestarla más, asà que a la media hora de que sus padres se fueran a la cama, me levanté del sofá y le dije que me iba a acostar.
Muy bien, gracias primo – Me dijo
Me levanté y cuando estaba lavándome los dientes me vino la luz "¿gracias?, ¿gracias de qué?"
Estaba recostado encima de las sábanas, fantaseando, dando vueltas a las cosas, pensando en lo imbécil que era mi amigo MartÃn, lo chulo que era Pedro, pero sobre todo en lo buena que estaba mi prima. Realmente no estaba tanto, pero a esa edad un buen par de tetas te parecen tan bonitas como una puesta de sol.
A mis 18 años lo único que habÃa hecho era tocar algún culo por encima del pantalón o rozar alguna teta en algún juego que querÃa ser más pÃcaro de lo que en realidad era.
Eran la 1.17 de la madrugada y a través de la abertura de la puerta de mi habitación podÃa ver la luz azul intermitente de la TV. Me morÃa de ganas de levantarme y volver al sofá, al lado de ella.
Me levanté de la cama y caminé despacio hacia la pequeña abertura de la puerta. PodÃa ver el sillón donde estaba Ana y podÃa ver con dificultad sus dos rodillas y su cara apoyada contra la parte izquierda del sillón. TenÃa las rodillas subidas encima , con las piernas abiertas. Supuse que era una postura tÃpica de las mujeres. Me fijé en su cara y tenÃa los ojos cerrados, se habrÃa dormido viendo la televisión.
Tomé aire y decidà actuar, realmente mi actuación iba a ser acercarme a ella, pasar a su lado y observar si alguna parte erótica de su cuerpo estaba descuidadamente destapada. Lo cierto es que estaba muy cachondo.
Abrà la puerta despacio, salà y caminando como un estúpido dibujo animado, me acerqué a Ana. Se movÃa, temblaba, "¿Qué coño le pasaba?" pensé. Cuando por fin llegue a ver el 86% de su cuerpo, vi que una mano reposaba nerviosamente sobre sus pechos y la otra desaparecÃa bajo su corto pijama.
Ana abrió los ojos despacio, yo los abrà mucho y rápido. No os voy a mentir, mi primer pensamiento fue el acertado "Joder, se esta haciendo una paja". Supongo que su primer pensamiento fue "Joder, me ha pillado haciéndome una paja".
Creerme cuando os digo que mi reacción fue mucho más nerviosa y avergonzada que la de ella: no sabÃa donde mirar, no sabÃa que decir, no sabÃa que hacer, asà que lo que hice fue lo más inteligente de todo: quedarme mirándola con cara de pipiolo.
Su reacción me sorprendió más:
¿Nunca has visto a una tÃa haciéndose un dedo? – Me pregunto sacando despacio su mano de debajo del pijama.
Ni respondÃ, simplemente me avergoncé más y retrocedà un par de pasos.
¿Tu te haces pajas verdad? – Me volvió a preguntar
………………. Sà a veces sà – Respondà sintiendo un calor en la cara como nunca en mi vida.
Pues esto es lo mismo, tu te das placer y yo me doy placer –
Me quede mirándola extrañado, no esperaba que mi prima de 22 años fuera tan "natural". HabÃa escuchado a mis padres que eran una familia extraña, muy naturista, muy hippy, no le daban demasiada importancia a los estudios, leÃan mucho, iban a manifestaciones, cosas "raras" para mis progenitores.
Siéntate en el sofá de enfrente, acompáñame si quieres – Me dijo señalando el sofá donde yo me solÃa tumbar
No lo dudé y me senté recto y tenso justo en frente de ella.
Mira, yo voy a seguir haciéndome una paja, tú puedes solo mirar o puedes hacerte una también, y si ves que es desagradable te vas a la cama otra vez –
Su tono era irónico y seco, pero su cara denotaba que se estaba divirtiendo a consta de un jovencito como yo.
Volvió a subir los pies encima del sofá y abrió de nuevo las piernas, metió su mano por debajo del pijama y comenzó a mover despacio la mano, haciéndose cÃrculos con los ojos cerrados.
Mi polla estaba mucho más tensa que yo, y apretaba la tela de mi pijama. Inconscientemente mi mano buscó el bulto para intentar bajarlo, pero lo único que conseguà fue comenzar a acariciármela lentamente.
Ana abrió ligeramente sus ojos y me vio, no quiso decirme nada, pero una leve sonrisa le apareció en su bonita boca, los cÃrculos con su mano aumentaron de velocidad, mis caricias en mi polla también.
Si tu te sacas esa polla del pijama, yo me sacaré las tetas del mÃo – Me propuso.
Noté el mismo calor tanto en mi cara como en mi polla.
"Sus tetas" pensé.
Me apoyé los pies contra el sofá y con un rápido movimiento me quité los pantalones cortos de mi pijama. Ana sonrió más aún y sacando su mano de su pantalón se quitó la camiseta de tirantes.
Allà aparecieron, morenas, enormes, con un pezón oscuro y duro, su edad era lo que seguramente las mantenÃa firmes, apuntándome directamente. En un movimiento absolutamente espontáneo se las apretó ligeramente con las dos manos. Con otro movimiento espontaneo yo me cogà la polla con una mano.
Tu me vas a ver las tetas y yo como no abras las piernas no voy a poder verte esa polla, primo –
TenÃa razón y en un alarde de valor, dejé atrás mi vergüenza, abrà mis piernas y deje que mi polla se viera en todo su esplendor.
Eso está mucho mejor, ahora pajéate a gusto – rió Ana
Volvió a meter su mano dentro de su pijama y con la otra se acariciaba suavemente su teta izquierda. El silencio solo se rompÃa por el leve zumbido de la TV y por nuestras respiraciones. No me voy a hacer el héroe y mi vergüenza aún coleaba: solo era capaz de acariciarme los huevos y la polla, sin un ritmo constante, aún notaba más calor en mis mejillas que en mi entrepierna.
Mientras Ana continuaba mezclando su imaginación, cerrando sus ojos; con la realidad, mirando mi polla, yo seguÃa hipnotizado con sus tetas. Ella lo sabÃa y se las acariciaba, se pellizcaba suavemente el pezón, las dejaba libres.
De repente Ana cerro con fuerza sus ojos, abrió su boca y como si le hubiera entrado un calambrazo en su mano derecha, comenzó a ahogar un grito que deberÃa de ser ensordecedor. Cerró aún más fuerte sus ojos, estrujó con su mano el pecho, abrió y cerró rápidamente sus piernas, mientras su mano derecha seguÃa escarbando dentro de su pijama.
Mi polla estaba a reventar.
Ana descansó, se relajó, abrió las piernas, sacó su mano del pijama y se la llevó a los labios, chupó sus tres dedos, los lamió hasta dejarlos brillantes de saliva, todo esto mirándome directamente a los ojos.
Mi nerviosismo y vergüenza estaba ganando a mi calentura, y el primer daño colateral fue una disminución en la hinchazón de mi polla. Ana se percató puesto que al mirar entre mis piernas, hizo un gesto mezcla de desilusión y sorpresa, entornando ligeramente sus bonitos ojos.
Eran las 2:00 de la madrugada.
Ana se levantó, por fin pude verla en todo su esplendor. Era una chica alta, de cerca de 1.80 cm., estaba muy bien proporcionada, con lo cual los kilos que le podrÃan sobrar se repartÃan muy bien por su cuerpo, sus piernas eran fuertes, su barriga sobresalÃa ligeramente, sin ser grotesca, sus brazos rellenitos eran largos y fuertes, sus tetas (más que descritas ya) saltaban levemente por cada paso que daba hacia mi.
Hacia mi.
Ahora sà tengo que reconocer, que mi polla se esfumó. Supongo que con 18 años somos muy valientes cuando hablamos de tÃas o cuando nos la meneamos delante de un "Interviú" pero cuando una chica se nos acerca semi desnuda se nos viene todo abajo.
No te asustes hombre, que no como – Me dijo mi prima muy seria
No estoy asustado, pero…. – Comencé a decir
Pero nunca has hecho nada con una chica ¿verdad? – Me interrumpió ella
Mi cara se encendió aún más.
Me tomó las rodillas y me las abrió, se colocó de pié entre mis piernas, elevó una de sus rodillas y la colocó encima del sofá, a mi lado, luego hizo lo mismo con la otra. Hasta que se quedó a horcajadas sobre mi. Con "mis" dos tetas, que eran las suyas, a escasos diez centÃmetros de mi cara.
Saca la lengua primo – Me susurró
Asà lo hice, no tenÃa pensado discutir
Cuando mi lengua estaba fuera, ella tomó un pecho con su mano y llevó su pezón hacÃa mi lengua, arrastrándolo sobre ella. El sabor fue increÃble, distinto a lo que jamás habÃa probado antes. Ella suspiró, yo me estremecà y mi polla revivió.
Ahora chúpalo suavemente, como si fuera un biberón – Me volvió a susurrar
Asà lo hice, ella mantenÃa su pecho sujeto por debajo con su mano y yo, como un bebé, comencé a chupar despacio de su teta. ¡Qué sensación! IncreÃble, ella respiraba más fuerte. Mi lengua jugaba con su pezón, mientras que mis labios apretaban con ternura su carne.
Seguidamente, ella separó su pecho de mi boca.
Que bien lo haces primito, ahora vamos a chupar la otra – Me dijo acariciándome la mejilla
Asà repetimos la operación con su otro pecho, igual de sabroso, igual de perfecto.
Ana volvÃa a tener ese brillo en los ojos y no era por sueño.
¿Te la han machacado alguna vez? – Me preguntó mientras se separaba y se arrodillaba frente a mi
No, nunca – Le respondÃ
Bien – Concluyó
De rodillas, se acerco a mi.
Debido quizás a mi inconsciencia cerré las piernas. Ella tomó mis rodillas con sus manos y me las volvió a abrir.
No te preocupes, estoy segura de que te va a gustar – Me susurro mirándome desde abajo.
Dejé que las abriera y que su cabeza bajara. Mi polla estaba reposando, en semi erección, contra mi entrepierna.
Ana la tomó con una mano.
No pinta nada mal primo – Dijo mirándola
La comenzó a mover muy despacio de arriba a abajo. Yo me creÃa en la gloria, en el paraÃso, mi carne comenzó a crecer inmediatamente. La cara de Ana recibió este aumento de tamaño con una sonrisa. El movimiento de su mano se aceleró un poco más.
Recliné la cabeza acalla atrás en un gesto de placer. Cerré los ojos y disfruté de la primera paja que me hacÃan.
Ana apoyaba su otra mano en mi pierna, el ritmo ya era más masculino, me resultaba familiar, puesto que habÃa acelerado hasta la velocidad de una masturbación normal. No creo que hubiera aguantado mucho, Ana debió leerme la mente puesto que paró en seco.
¿Supongo que tampoco te la habrán chupando nunca verdad? – Me preguntó mientras miraba mi ya bastante dura polla.
No, nunca – Respondà bastante entero
Vale – Dijo cariñosamente.
Esta vez tomó la polla con las dos manos desde su base, apretando bastante. Acerco sus labios a la cabeza roja y brillante, y la besó solo con los labios suave y brevemente.
Me sentà morir de impaciencia y de placer.
De repente y de un solo golpe se metió mi polla hasta que los labios tocaron sus propios dedos que aún la agarraban y se quedó ahÃ, apretando con sus labios, lengua y paladar mi carne que estaba a punto de explotar de placer.
Comencé a gemir y a respirar fuertemente cuando de repente me encontré unos dedos que buscaban acallarme metiéndose en mi boca. Entre tanto placer se me olvidaba que mis tÃos estaban durmiendo en su habitación. Chupé esos dedos que sabÃan a sexo, que buscaban mi lengua, mientras Ana daba buena cuenta de mi polla ya a una velocidad interesante.
Notaba como el calor se me concentraba en mi entrepierna, notaba como su mano libre masajeaba mis huevos. Miré hacÃa abajo y la vi, con la cara desencajada, los ojos cerrados, chupando mi verga como una posesa. No me daba respiro, ni un lametazo, ni una palabra, nada, solo chupaba de arriba a bajo, apretando con sus labios y lengua.
Con la mano que tenÃa en mi boca me tomo una de las mÃas y me la llevó hasta su cabeza, para que yo le marcara el ritmo, asà lo hice. No le bastaba, me tomó la otra mano y también me la colocó sobre su cabeza. Ahora sentÃa el poder de ordenar yo mismo. Comencé a marcar su propio ritmo con mis manos, luego lo aumenté un poco más, sin que ella se quejara, más tarde lo disminuÃ. Ella empujó su cabeza hacia fuera para soltar mi polla, yo, por supuesto, la dejé libre.
¿Te está gustando? – Me pregunto mientras se lamÃa la comisura de los labios
Mucho – Le respondÃ, sobándome la polla
¿Quieres correrte? –
Sà –
¿Dónde? – Me preguntó
¿Dónde? – Le respondÃ
Soltó una leve risita y aún de rodillas, se incorporó y pegó sus tetas a mi polla. Yo estaba excitadamente perdido, no sabÃa que me iba a hacer.
Su siguiente movimiento me lo aclaró… "La famosa cubana" pensé.
Ni en mis mejores fantasÃas
Tomó los pechos con sus manos y a la vez acomodó mi durÃsima polla entre sus calientes y mullidas tetas. Solo tuvo que apretar las tetas un poco y mi trozo de carne humeante quedó totalmente apretado entre ellas y asÃ, comenzó a subir y bajar sus tetas.
No sabÃa que hacer, gemÃa susurrando mi respiración, con mis manos le tocaba los pezones, le acariciaba la parte de arriba de mis tetas. Ella por su parte, cada vez que podÃa sacaba la lengua y acariciaba mi capullo con la puntita. Yo no podÃa más
Mi "aauummmppfff" le ayudó a saber que me iba a correr inmediatamente. Con lo cual simplemente liberó mi polla de sus tetas y continuó pajeando son su mano, rápidamente. Justo cuando vio que de mi capullo empezaba a salir un lÃquido blanco, se agachó rauda y comenzó a sorber con su boca, bebiéndomelo todo. Es una sensación increÃble, mis brazos se movÃan, no sabÃan donde aterrizar, cuando recordé donde le gustaba a mi prima. Le tomé la cabeza con ambas manos, ella lo notó y de inmediato comenzó a gemir mientras aún bebÃa mi corrida.
Cuando acabé de correrme, y ella de beberlo, se separó de mi mirándome a los ojos, relamiéndose.
¿Te ha gustado? –
Mucho – Logré responder
A mi también – Me dijo mientras se ponÃa de pie.
Se acercó y me dio un beso en cada mejilla, se volvió a por su camiseta del pijama y se encaminó a su habitación.
No se lo digas a tus amigos ¿eh? – Me dijo desde la puerta
No lo haré – Le respondà subiéndome el pantalón del pijama
En la cama, no pegué ojo, solo pensaba si lo que habÃa sucedido habÃa sido real o un sueño.
La conversación con mis tÃos mientras desayunábamos los cuatro me confirmaron que fue real.
Vaya lÃo que tenÃais ayer de noche ¿eh? – Dijo mi tÃa sin levantar la vista de la tostada
No nos dejasteis pegar ojo hasta que os fuisteis a la cama – Argumentó mi tÃo
Yo no sabÃa donde meterme.
Mi prima desayunaba como si nada.
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